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Economía
"Combatir
la desigualdad es la forma más eficaz de enfrentar la crisis"
Entrevista a James K. Galbraith*
15/03/09
“Lidiar con la pobreza, en realidad, es la forma, más eficaz de lidiar con la
crisis económica, mucho más eficaz que la estrategia de dar dinero a los bancos
o a las grandes empresas. Es así como se restauran los flujos de renta, de
capital, y la capacidad de tomar crédito de la población y del sistema como un
todo.”
En el marco del Seminario sobre el Desarrollo, organizado por el gobierno
brasileño, Tiago Thuin y Clarissa Pont entrevistaron al economista
norteamericano James Galbraith.
El profesor James Galbraith, director del Proyecto Desigualdad en la Universidad
de Texas- Austin, no es solamente el heredero de un nombre ilustre (su padre,
fue uno de los economistas más influyentes de los Estados Unidos en la
posguerra). Él fue uno de los primeros en prever la actual crisis económica, ya
en 2004, y por eso es percibido cada vez con mayor atención por la prensa y el
gobierno norteamericano. Su libro “El Estado predador: cómo los conservadores
abandonaron el libre mercado y por qué los liberales también deberían hacerlo”,
está entre los tres más vendidos en la categoría “gobierno” de Amazon.com.
En Brasil, para participar del Seminario Internacional sobre Desarrollo
organizado por el Consejo de Desarrollo Económico y Social, Galbraith concedió
una entrevista a Carta Maior, en la que explica que la crisis, gestada por las
políticas irresponsables de desregulación bancaria, está lejos de ser superada;
y que el camino de su superación pasa antes por la ayuda a la población en
general, principalmente a los más pobres, que por la ayuda a los bancos y a las
grandes empresas.
CM. ¿Usted piensa que la ayuda económica prevista por el Congreso norteamericano
tendrá éxito?
JG. Tengo mis dudas – el paquete de estímulo y de salvataje a los bancos – son
complementarios. El estímulo económico depende del salvataje bancario, y el
problema de éste es que la táctica, la visión básica por detrás de él, que es de
comprar acciones, ofrecer capital a los bancos para lograr que comiencen a
prestar nuevamente, está errada. La razón por la cual los bancos no están
concediendo crédito es que hay una escasez de buenas oportunidades de inversión,
o de tomadores de crédito con garantías apropiadas, con inmuebles valorizados u
otras garantías. Y el problema con los bancos es que la cartera de activos vale
mucho menos de lo que ellos pensaban que valía. Es una insolvencia sólida y,
hasta que se enfrente eso, no habrá reconstrucción del sistema financiero.
CM. Aquí en Brasil, a pesar de que los bancos están en una situación mucho más
sólida que en los Estados Unidos, medidas de estímulo al crédito, de
capitalización de los bancos, fueron realizadas. ¿Usted piensa que esas medidas
tendrán efecto en el sentido de estimular los bancos que ofrecen crédito?
JG. No estoy familiarizado con la situación específica de Brasil, pero considero
que la misma idea general se aplica. El crédito carece de una comunidad tomadora
de préstamos importantes, que tenga condiciones de tomar empréstitos, y es eso
lo que simplemente no está presente en una crisis.
CM. ¿Usted escribió recientemente un libro, El Estado predador, en el cual aboga
por la renuncia a las prácticas neoliberales? ¿En su opinión es que la
intervención del Estado en la economía vino para quedarse, o es sólo una
reacción temporaria de pánico?
JG. Mire, el principal argumento de mi libro es que en los Estados Unidos – y
creo que en todas partes – el ideal neoliberal ya había sido abandonado. El
gobierno conservador fue un gobierno intervencionista – practicando la
intervención a favor de un base estrecha, apadrinando los sectores de la
energía, militar y minero, los grandes medios de comunicación y el sector
financiero. Grupos muy pequeños pero muy poderosos en la práctica formaban y
controlaban el gobierno por un largo período, y el resultado – específicamente
en el sector financiero – fue un desmoronamiento completo de la confianza de
parte de la comunidad como un todo en la seguridad del sistema, en las reglas
que garantizan la seguridad del sistema. Esa es la causa de la explosión de
empréstitos subprime cada vez más arriesgados, que a su vez envenenó toda la
estructura de los activos de los bancos y toda la economía.
CM. ¿Cree que una regulación financiera más severa, en los moldes de la que fue
impuesta en Estados Unidos desde 1933 en adelante, será aplicada a partir de
ahora en este país y globalmente?
JG. Sí. Y tiene que ser impuesta a nivel global, trasnacional, y los mecanismos
que van por eso en la práctica ya están ahí. La cuestión que propongo, entonces,
es que es prematuro pensar en la recuperación de la economía financiera
solamente a partir de un sistema regulatorio mejorado. El problema está en que
las propias instituciones deben ser reconstruidas, con cuyos activos envenenados
tenemos que luchar.
CM. Desde el comienzo de la crisis la lucha contra la desigualdad, que era
discutido en foros internacionales y por los gobiernos hasta entonces, quedó en
un segundo plano. ¿Existe una opinión de que ese es un asunto del que no hay que
preocuparse antes de salir de la crisis? ¿Usted considera que esa actitud es
sensata o necesaria?
JG. Ahora bien, ¿Cómo se lucha contra la pobreza, contra la desigualdad?
Justamente mediante la red de seguridad social. En la gran depresión del 29,
prácticamente toda iniciativa de mayor porte fue un medio para disminuir el
riesgo, distribuyéndolo y aumentando el nivel de vida en la base de la pirámide
económica. Garantías de depósitos, el sistema de asistencia y seguridad social,
las medidas para estabilizar la industria y la agricultura, todo fue en ese
sentido, y fue así que los EE.UU. consiguieron salir de la peor fase de la
crisis económica. Lidiar con la pobreza, en realidad, es probablemente la forma,
más eficaz de lidiar con una crisis económica, mucho más eficaz que la
estrategia de dar dinero a los bancos o a las grandes empresas. Es así como
usted restaura los flujos de renta, de capital, y la capacidad de tomar crédito
de la población y del sistema como un todo.
CM. Hay una opinión, algo difundida, de que el Brasil está mejor ubicado que
otros para enfrentar la crisis, y podría hasta superarla en el corto plazo.
¿Cuál es su posición?
JG. Bien, como ya dije, no estoy familiarizado con la situación brasileña, pero
considero razonable decir que Brasil está en una posición sólida, comparado con
otros países. Sin embargo, ningún lugar de la comunidad global va estar a salvo
de los efectos de la actual crisis. Y por eso, es parte de la responsabilidad de
los países mayores y más sólidos ayudar a los otros, si quisieran ver una
solución efectiva de la crisis global. No puedo decir sí asumirán esa
responsabilidad, eso es una cuestión política.
CM. Esta es una crisis que va más allá de la economía. También es una crisis
política. ¿En su opinión, cuáles fueron las razones políticas que llevaron a
esta crisis?
JG. En los Estados Unidos pasamos por un período de desgobierno. Un abandono de
la responsabilidad pública, de la regulación financiera seria. Esa es la raíz de
la crisis, de las hipotecas subprime, de los instrumentos basados en esos
derivados, profundamente enquistados en el sector financiero; esas cosas no
habrían ocurrido con una regulación efectiva, solo pasaron porque el Ejecutivo
favoreció a sus compinches y soltó la mano a las responsabilidades públicas
reconocidas durante seis décadas.
CM. Nuevamente sobre la cuestión de la desigualdad: en la última década del
Siglo XX creció en todo el mundo, tanto en los países que experimentaron
recesiones como en los que crecieron de manera explosiva. ¿Usted ve en esta
crisis una oportunidad, o un riesgo de que la desigualdad global aumente todavía
más?
JB. Bien, en cualquier crisis los pobres van a ser más afectados que los ricos.
Pero esta crisis, en particular, puede mostrar una diferencia: los más golpeados
han sido los sectores financieros de los países ricos. Aunque al mismo tiempo se
puede ver, por ejemplo, una disparidad creciente entre Europa Oriental y
Occidental, debido a la manera como las monedas de la Europa Central y Oriental
son respaldadas en libras o en euros. Y una de las implicaciones de eso es que
además de ser apropiado que los países refuercen sus propias redes de seguridad
social, en economías regionalmente integradas, o que aspiren a la integración
con los países más fuertes, deben tomar medidas que refuercen ese tipo de
políticas para la región como un todo.
*James K. Galbraith es profesor de economía en la Lyndon B. Johnson School of
Public Affairs, de la University of Texas-Austin. Anteriormente ocupó varios
puestos en el Congreso de los Estados Unidos, incluida la dirección ejecutiva
del Joint Economic Committee.
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2421
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Economía
China. La emergencia de un gigante
Por Michel Husson*
China no es sólo una inmensa fábrica de camisetas. Es también una sociedad en
plena mutación que agrupa a 1.300 millones de habitantes, cerca de un quinto de
la población mundial. Su tamaño hace tanto más espectaculares sus éxitos
económicos: en las últimas dos décadas, su PIB ha aumentado un 9,5% de media
anual y se ha multiplicado por 6. La economía china representa hoy día el 12% de
la economía mundial. En los últimos años, ha contribuido en un tercio al
crecimiento de la economía mundial y de la demanda de petróleo. Las
exportaciones chinas han subido considerablemente, pasando de 63 a 762 miles de
millones de dólares entre 1990 y 2005. La cuota de mercado chino ha pasado de
1,8% a 7%.
Entre 2003 y 2006, China ha recibido el 7% de la inversión internacional. Pero
el PIB per capita sigue siendo muy bajo (4.000 dólares anuales a igual poder
adquisitivo, contra 25.000 en Francia).
La irrupción en la escena mundial de un país dirigido por un Partido Comunista,
que juega con habilidad la carta de la mundialización liberal, desborda las
categorías clásicas. Este ensamblaje inédito se encuentra también en su
estructura económica, donde "conviven" varios sectores y que ha evolucionado
según un doble movimiento de liberalización y de apertura a los capitales.
Liberalización y apertura
Primero fueron las pequeñas empresas industriales de ciudades y pueblos que se
desarrollaron rápidamente durante los años 1980. Siguen llamándose colectivas,
pero de hecho se trata de empresas mixtas, algunas de régimen cooperativo,
gestionadas en todo caso, y cada vez más, según normas privadas. En los años
1990 tuvo lugar la emergencia de un nuevo tipo de empresas con una primera fase
de inversión extranjera procedente sobre todo de la "diáspora": Taiwan, Hong
Kong, Macao, etc. Por fin, después de la crisis financiera de 1997, tomó el
relevo la inversión de los grandes países industriales, con una aportación
masiva de capitales que superó los 50 mil millones de dólares en 2003.
Este doble movimiento de liberalización interna y de apertura al mercado mundial
vino acompañado de una serie de reformas. Una primera ley autorizó a los
particulares a participar en sociedades de responsabilidad limitada. En 2004 fue
reformada la Constitución para reforzar el papel del sector no estatal y
reafirmar el derecho a la propiedad privada. En 2005 fue abolida la prohibición
a las empresas privadas para intervenir en determinados sectores
(infraestructuras, servicios públicos, servicios financieros). La inversión
directa extranjera fue autorizada y estimulada con la apertura de zonas francas
costeras y la reducción de derechos aduaneros. Se desmanteló el monopolio del
Estado sobre el comercio exterior, así como el sistema de tipos de cambio
múltiples. El siguiente paso fue la adhesión de China a la Organización Mundial
del Comercio (OMC).
El sector privado se ha extendido: supone hoy día más de la mitad del PIB y tres
cuartos de las exportaciones. Es quien crea la mayor parte de los nuevos empleos
y obtiene la mejor rentabilidad (15% en 2003, contra el 5 -10% en el sector
estatal). Dentro de este sector privado, las empresas extranjeras -asociadas a
veces en joint ventures con empresas chinas-realizan una buena parte de las
exportaciones.
Pero las exportaciones del sector privado bajo control chino progresan aún más
rápido, conforme se les otorgan nuevas licencias de exportación. Paralelamente,
el sector estatal está sometido a reestructuraciones permanentes, que han
llevado a la supresión de 45 millones de puestos de trabajo en los últimos cinco
años. Pero el 35% de las empresas estatales son consideradas todavía no
rentables, y una de cada seis tiene pérdidas. Todas estas transformaciones se
han producido en un contexto de gran crecimiento y con una espectacular
acumulación de capital: la inversión representa hoy día el 43% del PIB, contra
un 20% en Francia y un 15% en América Latina.
La política industrial
China no sólo ha aumentado de forma considerable el volumen de sus
exportaciones, también ha conseguido especializarse en bienes de alta tecnología
"que normalmente no se habría esperado ver producidos, y aún menos exportados,
por un país pobre y abundante en trabajo como China". Rodrick (2006) muestra que
su grado de especialización es comparable al de países con renta per capita tres
veces superior. Las razones de este éxito son otros tantos desmentidos a los
preceptos neo-liberales. No es el fruto del libre juego del mercado sino, todo
lo contrario, de una política industrial que se apoya en las empresas de Estado
y recurre de forma muy controlada a la inversión extranjera. Esta política ha
consistido sobre todo en sacar partido del acceso al mercado chino a cambio de
transferencias de tecnología y en obligar a los inversores extranjeros a
asociarse con capitales chinos. Hoy día son excepción las empresas de capital
extranjero al 100% y las más importantes son joint ventures que asocian a
compañías extranjeras con compañías chinas, pertenecientes en su mayor parte al
sector estatal. "Sin el apoyo del Estado, destaca Rodrick, nunca habría surgido
una sociedad como Lenovo" (que ha comprado la división PC de IBM). Las políticas
que consisten en exigir una participación local suelen ser presentadas como
ineficaces, pero China ofrece un "contundente ejemplo contrario". Esta política
industrial ha permitido paliar las flaquezas del mercado subvencionando la
inversión en sectores que las libres fuerzas del mercado de forma espontánea no
habrían elegido.
La entrada en la OMC ha sido la conclusión de una estrategia controlada que ha
sido resumido de esta manera en un estudio dedicado a la industria
automovilística en India y China: "En la década anterior a la entrada en la OMC,
los dos países impusieron normas de participación local con el fin de estimular
los equipamientos chinos y de maximizar las ventajas obtenidas de la inversión
internacional.
Dichas políticas no siempre son eficaces, pero en este caso [China] la
‘industria naciente’ se ha podido desarrollar sin que tras la entrada en la OMC
los grupos automovilísticos internacionales muestren ninguna propensión a
apartarse de los proveedores locales".
Este modo de inserción de China en el mercado mundial le ha permitido obtener
notables resultados. Su participación en el mercado mundial ha pasado de 8% a
11,4% entre 1993 y 2004 y ha progresado aún más en bienes de equipo (de 1,7% a
11,5%). Pero el modelo es frágil, por no hablar de sus efectos sociales y
medioambientales. La Cepii cita sin embargo cifras menos favorables: la
participación local en las exportaciones de productos de ensamblaje se habría
estancado, desde 2001, en torno al 33% (Gaullier et alt., 2006). Y aunque el
crecimiento chino viene acompañado de una integración forzada de las economías
de la región, Asia sigue siendo "dependiente de mercados exteriores a la zona".
Al contrario de lo que podría esperarse de un país en vías de industrialización,
los términos del intercambio están muy degradados (-28% entre 1998 y 2004), lo
que quiere decir que los precios aumentan más en la importación que en la
exportación.
La razón es que China está "muy especializada en la exportación de productos de
la gama de precios bajos". Este fenómeno remite también a precios de
transferencia artificialmente bajos por parte de las empresas extranjeras, que
les permiten localizar la ganancia fuera de China.
La inserción de China en la economía mundial es compleja y sigue siendo frágil.
Los capitales provienen en su mayor parte (en un 60%) de Asia (35% de Hong Kong,
9% de Japon y 7% de Corea) y de forma secundaria de los Estados Unidos (8%) y
Europa (8%). Según Aglietta y Landry (2007), un "40% de las exportaciones de
China proceden de empresas chinas, 20% de joint ventures con empresas
extranjeras, 40% de empresas de capital extranjero al 100%", y "menos del 10% de
los bienes de exportación made in China están etiquetados bajo una marca de
fabricación china".
Salarios y desigualdades
Es importante conocer la evolución de los salarios, pero sólo se dispone de
informaciones imprecisas y a menudo discordantes. La participación de los
salarios varió poco entre 1978 y 1998, pero después cayó. Habría perdido entre
12 puntos (Hsieh, Qian 2006) y 20 puntos (Aglietta y Landry 2007), entre 1998 y
2005. Se sabe que hay enormes desigualdades entre regiones, sobre todo entre las
ciudades y el campo: la renta media en Shanghai es cuatro veces superior a la
media del país.
Un estudio hecho para el Banco Mundial (Chen, Ravallion 2003) muestra que, dos
años después de la entrada de China en la OMC, la renta de los hogares rurales
había bajado una media del 0,7%, con una caída del 6% para los más pobres,
mientras que el 90% de los hogares urbanos se beneficiaban de un aumento en su
renta.
Aglietta y Landry destacan las consecuencias sobre el crecimiento del mercado
interior de un reparto muy desigual de las rentas. "Sólo 40 millones de hogares
disponen de una renta anual superior a 5.000 euros, umbral a partir del cual se
desarrolla el consumo de otros bienes distintos a los productos básicos", de
forma que "la gran mayoría de la población no puede seguir la rueda de esa
franja de algunas decenas de millones de asalariados que tienen acceso a los
bienes de consumo de los países desarrollados". Hay que añadir el muy elevado
nivel de la tasa de inversión y de la tasa de ahorro, que en gran parte es un
ahorro de precaución, porque sólo 20 millones de personas tienen acceso a la
protección social.
Para comprender la macroeconomía tan particular de China, se presenta de manera
sintética el cuadro 1. Las principales características son las siguientes: una
tasa muy baja de consumo privado (42%), una tasa de inversión muy elevada (43%),
una tasa de exportación también muy elevada (31%) pero un saldo comercial
reducido por el recurso a las importaciones (29%).
Cuadro 1. La composición de la demanda en China Consumo privado 42 % Consumo
público 13 % Inversión 43 % Exportaciones 31 % Importaciones 29 % 2003. En % del
PIB. Fuente: Blanchard Giavazzi, 2005.
La participación del consumo privado sólo representa el 37% del PIB en 2006,
frente al 46% en 2000 (Aziz, Cui 2007). Este brutal descenso, que no ha impedido
un aumento del consumo aunque menor que el del PIB (alrededor de un 5,5% al año,
contra el 9,5%), se explica por el aumento de la inversión (del 35% al 43% del
PIB) y de las exportaciones netas (del 2% al 8% del PIB). Pese a todo, el
crecimiento afecta al conjunto de las rentas, de manera caótica, produciéndose a
la vez un ahondamiento de las desigualdades y un retroceso de la pobreza
absoluta (Chen, Ravallion 2004).
Un progreso más acompasado de los salarios respecto a la producción permitiría
recentrar el crecimiento en el mercado interior, relativizar el peso de las
exportaciones y de la inversión extranjera, y emprender un proceso de
convergencia de los costes salariales hacia las normas mundiales. Es un poco lo
que ha ocurrido en Corea del Sur, a otra escala y mediando unas luchas sociales
muy violentas. Aunque esta evolución parece ineluctable, y también parece haber
sido ya iniciada recientemente, está frenada por la presencia de una abundante
reserva de mano de obra: "La penuria de mano de obra en China no está a la
vuelta de la esquina" (Lemoine 2006). Se estima la tasa de paro en las zonas
urbanas en un 8% y en 200 millones las personas subempleadas en el campo. Este
"ejército industrial de reserva"
engendra un gran éxodo rural y a su vez influye en el progreso de los salarios,
que sigue siendo inferior al del PIB. El crecimiento es en todo caso poco
generador de empleo: entre 1992 y 2006, el PIB ha crecido cerca del 10% anual,
pero los efectivos empleados sólo han aumentado un 1% anual (Aziz, Cui 2007).
Un informe oficial acaba de hacer sonar la voz de alarma, al señalar que la
oferta de mano de obra a bajos salarios podría comenzar a rarificarse después de
2010.
La reserva de trabajadores disponibles de menos de 40 años, estimada hasta ahora
entre 100 y 150 millones de trabajadores, sólo llegaría a 52 millones, y China
estaría "pasando de la era del excedente de mano de obra a la de penuria"
(Fangchao 2007). Estas proyecciones tal vez son exageradamente alarmistas, pero
la inquietud está reflejando el efecto retardado de la política de hijo único,
que debería conducir en las próximas décadas a un envejecimiento acelerado de la
población china. En 2030, se espera que un cuarto de la población china tenga
más de 65 años: es el resultado paradójico de una brutal política de control de
los nacimientos. Pero el sistema público de jubilaciones sólo cubre el 14% de la
población activa, lo que contribuye a explicar el tan elevado nivel de la tasa
de ahorro. Desde su reforma en 1997, consiste en el pago de una pensión básica a
tipo uniforme y de una pensión proporcional a las cotizaciones, indexada con el
tipo de depósito bancario. El gobierno querría transformar esta segunda pensión
en cuentas individuales de jubilación por medio de capitalización, y en varias
provincias ya ha sido lanzada una reforma experimental de este tipo. La cuestión
de las pensiones, junto con la de los salarios, contribuye a la profunda
inestabilidad de la situación social.
Los desastres ambientales
El crecimiento chino representa una verdadera catástrofe ecológica. Veinte de
las treinta ciudades más contaminadas del mundo se encuentran en China, las
lluvias ácidas caen sobre un tercio del territorio, las aguas contaminadas matan
cada año a más de 30.000 niños: podrían multiplicarse los ejemplos de los daños
de un crecimiento caótico. Sin embargo, China es también uno de los países del
mundo que más ha reducido su intensidad energética, o lo que es lo mismo, su
consumo de energía por unidad producida (cuadro 2). Su intensidad energética se
sitúa hoy en la media mundial. Pero después de la mejora constatada en las
últimas dos décadas, el consumo de energía se ha puesto a crecer desde 2002 más
rápido que el PIB (Allaire 2005). En todo caso, el consumo de energía total
continúa aumentando y ejerciendo una presión al alza sobre los costes mundiales
del petróleo.
El gobierno invierte sumas considerables en el medio ambiente, abriendo así un
enorme mercado potencial a las empresas extranjeras. Pero no consigue controlar
las prácticas desastrosas de las empresas, sobre todo en algunas provincias,
preocupadas sólo por su cifra de negocios. La cuestión clave está en saber si el
gobierno será capaz o no de imponer a las empresas un crecimiento más respetuoso
con el medio ambiente y de llevar a cabo las políticas adecuadas en materia
energética. Por su tamaño y su crecimiento, en China se está jugando en buena
medida el medio ambiente planetario.
VIENTO SUR Número 101/Noviembre 2008 29 Cuadro 2. Intensidad energética 1990
2004 variación (%)
Estados Unidos 11,9 9,4 -21,0 Europa 8,7 7,3 -15,9 Japón 6,4 6,7 + 4,5 OCDE 9,8
8,4 -14,4 Brasil 5,7 6,3 -10,9 China 13,5 7,7 -42,8 Corea del Sur 11,5 12,6 +
9,6 India 4,7 4,1 -12,0 Oriente Medio 13,8 14,5 + 5,4 Rusia 17,4 15,8 -9,3 Mundo
10,1 8,2 -19,5 En millones de Btu. por dólar de PIB (paridad de poder de compra
en 2000).
Fuente: Energy Information Administration (2007).
Pero es importante también relacionar las amenazas ambientales con el modo de
crecimiento económico de China. Dos economistas (Wang, Watson 2007) han
planteado esta cuestión legítima: "Una parte del crecimiento chino corresponde a
la demanda por parte de los países industrializados de mercancías producidas a
bajos precios en los países en desarrollo. Sin esta demanda, China no se habría
desarrollado tan rápido y sus emisiones no habrían aumentado de forma tan
brutal.
En estas condiciones, ¿hay que imputar la responsabilidad de las emisiones a los
países productores o a los países consumidores?". Haciendo cálculos, concluyen
que en 2004 las exportaciones netas de China representan el 2% de su PIB, pero
el 23% de sus emisiones totales de CO2. Estas cifras confirman que la cuestión
ambiental no puede ser tratada país a país sino que requiere una reorganización
de la producción a escala mundial. Demuestran que la cuestión social
(recentrarse en las necesidades sociales) y la cuestión ecológica (un desarrollo
más ahorrador) están ligadas entre sí, tanto en China como en el resto del
mundo.
¿Adónde va China?
Todos, incluido el gobierno chino, están de acuerdo en decir que el modelo de
crecimiento no se puede prolongar indefinidamente. La solución a los
desequilibrios internos y externos parece evidente: recentrar el crecimiento en
torno al consumo interior y no a la inversión y las exportaciones. Algunos
analistas piensan que el ciclo económico conducirá espontáneamente a dicho
reequilibrio: el alto crecimiento acabará por hacer aumentar el coste del
capital y de la mano de obra, reducir los beneficios y ralentizar la inversión.
Pero este argumento no se plenamente aplicable a China, vista la naturaleza tan
particular de su economía. Como lo explican Jahangir Aziz y Steven Dunaway
(2007), "los mercados no están desarrollados y los precios no reflejan en verdad
las condiciones subyacentes de la oferta y la demanda en los principales
mercados", porque están "influidos, en diversos grados, por el Estado". No
tenemos por qué compartir esta fé en los mecanismos de mercado, pero la
constatación confirma el papel específico del Estado en el modelo chino. Y
señala su responsabilidad particular en el reequilibrio del modelo. Muchos
comentaristas insisten en las "distorsiones financieras" y en la necesidad de
reformar el sistema bancario, que sería responsable de una tendencia a la
sobreacumulación.
Otros (Prasad, Rajan 2006) destacan la amplitud de la tarea de "dar mayores
pasos en la vía de la reforma". La mayor parte de estos análisis se basan en una
incomprensión de la lógica de la economía china y de las razones mismas de su
éxito.
Postulan "reformas" para hacer de China un capitalismo como los otros y acceder
así a un modo de crecimiento más equilibrado. Bastaría en suma con dejar
funcionar libremente los precios y los indicadores de rentabilidad. Pero
desviarse por esta vía llevaría justamente a desmantelar la base de los éxitos
de China. Al mismo tiempo, un país tan inmenso como China no puede funcionar
largo tiempo con el mismo modo de crecimiento.
Todo dependerá sin duda de la velocidad relativa de varios fenómenos. Dentro del
campo de las grandes potencias, las lágrimas de cocodrilo sobre los derechos
sociales menospreciados se pueden transformar en medidas de represalia, más o
menos belicosas. Pero ese campo está dividido. Para algunos, la competencia
china representa una amenaza mortal que se extiende a sectores de alta
tecnología.
Para otros, China presenta una doble ventaja: ofrece salidas, en uno de los
pocos grandes mercados interiores en expansión, y es también proveedora de
bienes de consumo a bajo precio, que permiten hacer bajar el valor de la fuerza
de trabajo. Digamos de paso que esta característica -ya analizada por Marx en El
Capital-reduce a nada el argumento de los abogados de la mundialización, según
el cual las importaciones de bajo precio provenientes de China beneficiarían a
los consumidores. Permiten reducir el valor de la fuerza de trabajo, o lo que es
lo mismo, facilitar la congelación de los salarios. Los intereses capitalistas
en el Norte no son homogéneos. Pero si se prolonga la evolución actual, es
probable que las ventajas pasen poco a poco a un segundo plano respecto a los
inconvenientes competitivos. Veríamos desencadenarse entonces la agresividad de
los países ricos, con una nueva extensión de medidas proteccionistas parecidas a
las cuotas europeas y la continua exigencia de una revaluación del yuan, todo
envuelto en una retórica sobre los derechos humanos y la protección del empleo.
Son los asalariados y los campesinos chinos quienes tienen la clave de la
evolución futura. Y no se trata de retórica. Si a pesar del aparato represivo
del Partido y del sindicato único (la clásica correa de transmisión) llegan a
organizarse y a imponer un nuevo reparto de las rentas y un control sobre las
prioridades de la economía, se habrá dado un gran paso adelante. Es lo mismo que
decir que el modelo chino tiene necesidad de alguna forma de dictadura para
imponer un grado de desigualdades que muy pocas democracias podrían legitimar.
La reorientación hacia un crecimiento más igualitario y autocentrado no es sólo
una cuestión económica: es incompatible con esta especie de "capitalismo
burocrático de Estado"
que es la China actual, que ha logrado combinar los rasgos más detestables del
capitalismo salvaje con un "comunismo" totalmente degenerado. Los aspectos
internos y externos de esta gran cuestión están relacionados: una ralentización
desatada de los mercados chinos produciría un efecto de retorno y contribuiría a
la explosión de una crisis social que China difícilmente podría evitar.
* Michel Husson es economista. Trabaja en el Institut de recherches économiques
et sociales(IRES). Es miembro de la Fundación Copernic y del Consejo científico
de ATTAC. Acaba de publicar Un pur capitalisme, Éditions Page Deux, Lausana
2008. El texto que publicamos es el capítulo 3º de este libro. Se pueden
consultar sus escritos (algunos traducidos al español) en http://hussonet.fr.
Traducción: Alberto Nadal
Bibliografía citada ?? Aglietta M. y Landry Y. (2007), La Chine vers la
superpuissance, Economica.
- Allaire J. (2005), L´intensité énérgetique de la croissance chinoise, Lepii.
- http://upmf-grenoble.fr/iepe/textes/JA_coll-Rennesdec2005.pdf.?? Aziz J., y
Cui L. (2007), “Explaining China´s Low Consumption: The Neglected Role os
Household Income”, IMF Working Paper nº 181,
http://www.imf.org/external/pubs/ft/wp / 2007/wp07181.pdf.
- Aziz J. y Dunaway S. (2007), “Le rééquilibrage de l´ economie chinoise”,
Finances et développement, septiembre, http://tinyurl.com/aziz2007.
- Blanchard O.J. y Giavazzi F. (2005), “Rebalancing Growth in China: A
Three-handed Approach”, CEPR, Discussion paper nº 5043, diciembre,
http://gesd.free.fr/cepr5403.pdf.
- Chen S. y Ravallion M. (2003), Household Welfare Impacts of Chinaá Accesion to
the World Trade Organization, The World Bank, mayo, http://tinyurl.com/chenrava.
- Energy Information Administration (2007), International Energy Outlook,
http://tinyurl.com/EIA2007.
- Fangchao L. (2007), “Nation may face labor shortage”, China Daily, 12 de mayo.
http://hussonet.free.fr/chilabsh.pdf.
- Gaulier et. alt. (2006), “Chine: le prix de la compétitivité”, La lettre du
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http://www.cepii.fr/francgraph/publications/lettre/pdf/2006/let254.pdf.
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32 VIENTO SUR Número 101/Noviembre 2008
Trabajo enviado por Gustavo Battistoni
Política
Internacionnal
Posicionamientos y contradicciones*
Por Hugo Presman
El presente suele ser siempre poco claro. Están las luchas de clases en el
interior de cada sociedad. Están los medios para contribuir a la confusión
general expresando sibilinamente los intereses que representan, bajo la
cobertura de ser asépticos e independientes. Están los gobiernos maquillando la
realidad hasta mostrar fotografías en color de una realidad en blanco y negro.
Cuando la realidad se vuelve historia, es más fácil ser profeta del pasado.
Aunque ahí las distintas corrientes historiográficas trasladan los intereses y
posiciones ideológicas a la interpretación de los hechos del pasado. La
distancia temporal, la perspectiva que da el tiempo, el alejarse de lo
anecdótico o lo secundario que en el presente distorsiona las observaciones,
facilita la apreciación de los acontecimientos. Es lo que se conoce
habitualmente como acertar los resultados del domingo, con el diario del lunes.
La historia es una buena maestra, que enseña en la medida que se aprenda las
lecciones y se tenga el razonamiento y la imaginación para aplicar lo aprendido
a contextos siempre diferentes, evitando repetir errores.
Tomemos un caso que dividió a la intelectualidad, especialmente la de América
Latina. El caso Heriberto Padilla en Cuba en 1971. Fue encarcelado y luego
realizó una vergonzante autocrítica que recordó a los nefastos Juicios de Moscú
de 1936.
En un extremo estuvo la posición de Gabriel García Márquez, encabezando a un
grupo numerosos de escritores, en los que estaba Julio Cortazar, que apoyó las
decisiones del gobierno cubano. En el otro Mario Vargas Llosa, y detrás de él,
también, muchos otros intelectuales que rompieron, por el caso Padilla, con la
Revolución Cubana. ¿ Cual hubiera sido la posición correcta en opinión del autor
de esta nota? En medio de un bloqueo que aún perdura, con atentados a la vida de
Castro y una invasión rechazada, todos ellos realizados para revertir los hechos
positivos de un proceso transformador, la actitud más sensata era apoyar
irrestrictamente la continuación de la Revolución Cubana y desde esa vereda,
criticar y alertar sobre los inconvenientes y déficit que significa la censura
artística, como creación de un clima que debilita las iniciativas, atenta contra
la diversidad , languidece la imaginación, termina marchitando la revolución, y
a veces hasta alejándose significativamente de las metas iniciales.
Años más tarde, uno de los fundadores del Frente Sandinista de Liberación
Nacional, Carlos Fonseca Amador lo sintetizaría con la frase " A los amigos se
los critica de frente, y se lo elogia por la espalda"
Las posiciones maniqueas en blanco y negro, alejan las dudas pero amputan las
posibilidades de diferentes abordajes a una cuestión compleja.
Los movimientos populistas en América Latina que han sido, en líneas generales,
las expresiones más avanzadas que los pueblos de América Latina se han dado, han
sufrido y padecen desde golpes de Estado a climas destituyentes y golpes de
mercado por parte del establishment por los efectivos avances sobre el ejercicio
ilimitado del derecho de propiedad, la recuperación de los recursos naturales y
la mejorías en la distribución del ingreso. Desde la izquierda se los ataca por
la insuficiencia de los avances. En un punto, el establishment, con sus partidos
y los medios que les responden, y las izquierdas ciegas confluyen e interactúan
para erosionar, destituir o desplazar a los gobiernos populistas que son
reemplazados no por esas izquierdas verborrágicas y pirotécnicas, sino por los
sectores concentrados de la economía, a las que no se cansan de afirmar que
combaten.
León Trotsky fue el adversario más encarnizado del stalinismo. Con la mayor
parte de sus seguidores juzgados y/o asesinados, expulsado de la Unión
Soviética, con un planeta sin visado que le negaba asilo después de ser
expulsado de Noruega por presiones de Stalín, fue acogido en el Méjico
revolucionario de Lázaro Cárdenas. Ante la posibilidad de invasión del nazismo a
la Unión Soviética sintetizó su aversión a la burocracia stalinista y su defensa
de lo que quedaba de la Revolución de Octubre, en una consigna de una precisión
admirable: " Contra la burocracia soviética. Defensa Incondicional de la Unión
Soviética"
Cuando se dio la recuperación de las Islas Malvinas, por la dictadura criminal
establishment-militar, una causa justa en manos ensangrentadas, no era sencillo
encontrar un punto de equilibrio. Lenín sostenía, que en ciertas circunstancias,
estar contra el nacionalismo del país oprimido era estar a favor del
nacionalismo del país opresor".Producido el desembarco en Malvinas, mi consigna
fue: "Luchar en las islas, recuperar el continente"
En una película emblemática de los 70, la Batalla de Argelia, de Gillo
Pontecorvo que narra la lucha del Frente de Liberación Argelino, encabezando a
su pueblo en el intento de independizarse de Francia, la potencia colonizadora,
se aplica guerra de guerrillas, con atentados terroristas, en la ciudad de
Argel. En un momento es hecho prisionero el teórico de la guerrilla argelina Ben
Midi. Se le permite dar una conferencia de prensa el 4 de marzo de 1957, en
presencia del jefe de los paracaidistas franceses. Un periodista de la metrópoli
le pregunta: "¿ No considera vil usar las canastas de sus mujeres para
transportar explosivos que matan a tantos inocentes?"
Contesta Ben Midi: "A Ud no le parece más vil lanzar sobre aldeas indefensas
bombas de napalm que causan miles de veces más víctimas. Si tuviéramos aviones
nos resultaría más cómodo. Deme sus bombarderos y le dejamos nuestras canastas."
Otro periodista pregunta: "¿ Opina que el FLN tiene posibilidad aún de ganar la
batalla contra el ejército francés?"
"Opino que el FLN tiene más posibilidades de vencer al ejército francés, de la
que tiene este de detener la historia."
Al día siguiente, Ben Midi apareció ahorcado en su celda.
La notable película de Pontecorvo, fue utilizada por los distintos grupos
guerrilleros argentinos como una escuela de estudio de la estructura celular y
por las Fuerzas Armadas como enseñanza de cómo utilizar la tortura y los métodos
clandestinos para desarticular la estructura compartimentada de sus enemigos.
POSICIONAMIENTOS Y CONTRADICCIONES(1)
Es conveniente no confundir aserrín con pan rallado. En el conflicto del Medio
Oriente, en el bombardeo e invasión de Gaza, fije mi posición en la nota " No
hay Gaza para tanta sangre" que originó una multitud de comentarios adversos y
una cantidad significativa de elogios. Pero una cosa es el legítimo derecho a
protestar en la Argentina contra las políticas del Estado de Israel y otra, muy
distinta, utilizar las manifestaciones y medios para una prédica antijudía,
promoviendo hendiduras inútiles en el cuerpo social. Hay actitudes entre algunos
manifestantes que permiten dudar si lo que los moviliza es la adhesión a la
causa palestina o el odio a los judíos.
El primer criterio básico es que no se puede ni se debe trasladar el conflicto
israelíes-palestinos a la Argentina creando una brecha insalvable entre dos
colectividades (judía y árabe) que conviven armoniosamente y sin conflictos en
nuestro país. La Argentina tiene una infinidad de problemas propios para
agregarles otros que suceden a quince mil kilómetros de distancia. Eso no quiere
decir que cada uno se pronuncie de la forma que le resulte más afín, cuidando
fundamentalmente de no trasladar el conflicto. En las manifestaciones
antiisraelíes, ha habido expresiones de un primitivismo salvaje, como aquella de
"ratas judías" o a "los asesinos no los tenemos que ir a buscar al Medio
Oriente, sino que están en las Sinagogas." Resulta claro-salvo a aquellos que no
quieran entender por razones que escapan a la política y se acercan más a la
psiquiatría-que un argentino de origen judío o un argentino de ascendencia
italiana no es responsable -para bien o para mal-de lo que hagan, por ejemplo,
los gobiernos de Olmert o Berlusconi. La diferencia estriba justamente ahí: que
nadie le pediría que se defina a alguien con apellido italiano pero si parece
imperativo que lo haga alguien de ascendencia judía.
Lo que tenemos muchos años de transitar por la política, por las manifestaciones
callejeras, creemos que podemos discernir cuando se toma posiciones críticas
contra políticas del gobierno israelí, y cuando bajo ese envoltorio hay un
marcado rasgo antijudío. Las manifestaciones de la izquierda bullanguera y
petardista, como ejemplares sobrevivientes al diluvio, no representa sino a
sectores extremadamente minoritarios. Entre ellos, el insondable y llamativo
Quebracho. Las explosiones verbales del ignoto líder de Convergencia Socialista,
Juan Carlos Beica, que le sirve para aprovechar su cuarto de hora mediático,
después de haber apoyado a los agropiqueteros, exteriorización palpable de un
desconcierto funcional. Su posición es la desaparición del Estado de Israel, lo
que lo diferencia del ex diputado Luís D` Elia, que propone dos estados para dos
pueblos.
Esos actores, junto con pintadas discriminatorias, el uso desaprensivo y erróneo
en las caracterizaciones como nazismo y genocidio, constituyen una
exteriorización en donde los legítimos reclamos por un Estado Palestino, las
críticas justificadas a los brutales bombardeos a la población palestina se le
adosa un discurso que va, en algunos de esos sectores, desde el exterminio de
Israel a un violento sesgo antijudío.
Es exagerado hablar de una ola de antisemitismo. Si es dable observar en
programas de radio, donde en aras de una libertad que se confunde con impunidad,
oyentes desde el anonimato, expresan en algunos casos, una larga retahíla de
prejuicios antijudíos. Si el conductor o los conductores del programa no lo
rebaten y meramente los pasan sin comentarios, se hacen cómplices, por omisión,
de esas actitudes discriminatorias.
No interesa quién es el discriminado. Sea el cabecita negra, peruanos,
paraguayos, gitanos, homosexuales, lesbianas, si el llamado anónimo( Juan de
Palermo, Rosa de Balvanera) tiene características discriminatorias, es posible
dos criterios: o no se lo pasa o si se lo pone al aire ( lo más conveniente), no
puede omitirse la réplica.
Desde distintas posiciones parece desconocerse la acertada aseveración de
Federico Engels: " El antisemitismo es el socialismo de los imbéciles"
A su vez, en muchas ocasiones, con excesiva frecuencia, autoridades
representativas de la colectividad judía, suelen estigmatizar como antisemitas,
críticas políticas a esas mismas autoridades, a argentinos de origen judío, o al
Estado de Israel, las que pueden surgir de adentro o de afuera de esa
colectividad. Eso suele actuar como un chantaje tendiendo a disuadir opiniones
críticas ante el temor de ser motejadas arbitrariamente de antisemitas.
El uso laxo de la adjetivación de antisemita, que puede explicarse en función de
una historia poblada de persecuciones y con la sombra omnipresente del
holocausto, no justifica las intemperancias verbales, y en la mayor parte de los
casos es contraproducente.
CONFUSIONES LLAMATIVAS
La diferencia entre argentino judío e israelita es fácil de apreciar y su uso
intercambiable por quienes lo hacen, es una mezcla de ignorancia o mala fe.
Argentino judío, es un ARGENTINO, cuya condición de judío es porque se asume
como tal, ya sea a través de una religión, una cultura, una tradición, una
historia, o todas a la vez. Israelita es un ciudadano del Estado de Israel que
puede ser judío o no.
El autor de esta nota es argentino, de origen judío, que se asume como tal,
desde su agnosticismo, en la medida que recoge y es tributario de una cultura,
una tradición y una historia. Nunca sentí el menor problema identificatorio, de
sentirme tributario de San Martín, de Belgrano, de Moreno, de Dorrego, de los
gauchos de Gùemes, de Castelli, de los gauchos judíos de las colonias
entrerrianas de Felipe Varela, de los Macabeos, del Chacho Peñaloza, de los
defensores del gueto de Varsovia, de Irigoyen, de Perón, de Baruj Spinoza, de
Maimónides, de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, de Ana Frank, atravesado
por los dolores y aberraciones simbolizados en Auschwitz y la Esma.
Es cierto que muchos prejuiciosos piden que uno demuestre lo que dice. Algunos,
en la comunidad judía, se creen en el derecho de establecer si uno es judío o
no, llegando a la desafortunada expresión de "judío genuino". A ellos, no queda
más remedio que decirles, que me asumo como tal, con prescindencia y al margen
de sus opiniones o dictámenes. A los divisionistas discriminatorios, que por ser
judío, ponen en duda mi condición de argentino, me importa nada su opinión y sus
sospechas, realizadas desde prejuicios ancestrales y lecturas falsas. Desde los
16 años, que empecé a interesarme por la política y la historia y la posterior
militancia, decidí que este es mi país y mi lugar en el mundo y América Latina
es mi patria grande.
Al mismo tiempo, y dialécticamente, sería hipócrita, decir que la suerte de
Israel me resulta indiferente. Ahí tengo amigos, familiares, gente con la que me
une una historia y tradiciones. Infancias parecidas y abuelos inmigrantes
perseguidos. Pero eso de ninguna manera es óbice para criticar con extrema
dureza, políticas del Estado de Israel como las invasiones al Líbano (2006) y a
Gaza (2009). No hay límites para la crítica o el elogio, de nada de lo que sea
terreno e incluso para algunos divino.
Para aquellos argentinos de origen judío que tienen un apoyo acrítico al Estado
de Israel, que son capaces de justificar lo injustificable, que le produciría
horror hechos similares a los de Gaza, en cualquier otro lugar del planeta, y
que ven como una traición, o cuanto menos el "hacerle el juego al enemigo" las
críticas, deberían reflexionar, que son los hechos y no las denuncias las que
juegan a futuro sobre las posibilidades de perdurabilidad de ese estado Dejando
atrás estas concepciones, que resultan simples obviedades, y que sin embargo no
dejan de reiterarse hasta el cansancio. Por ejemplo: una carta aparecida en el
diario Clarín, me llevó a la siguiente respuesta que no fue publicada: "En la
carta "Los delicados cristales de la paz" del 6-01-2009, firmado por Mónica
Patricia Zabala, se comete un grosero error fruto de la ignorancia o de la mala
fe. Se afirma que "Israel ha vivido en nuestro país dos trágicos e imperdonables
atentados." El atentado a la AMIA, fue dirigido a la sociedad argentina y en
particular a los argentinos de origen judío. Atribuirlo como dirigido a Israel,
es considerar a los que hemos nacido y luchado en nuestro país, Argentina, como
extranjeros, error que cometió en su momento el presidente Carlos Menem. Es
obvio que si se cometiera un acto terrorista en el Club Español o Italiano, o en
su obra social, no sería un atentado contra España o Italia, sino contra
argentinos cuyos orígenes se remontan a España o Italia."
Las autoridades representativas de los argentinos de origen judío ayudan
significativamente a esa confusión. Su defensa acrítica del Estado de Israel,
similar a lo que hacían los comunistas de todo el mundo como defensores
incondicionales de las políticas de estado de la Unión Soviética, crea un campo
difuso.
Simétrico error incurre el dirigente social Luis D` Elía cuando le increpa al
presidente de la DAIA, Aldo Donzis: " Me gustaría ver a los judíos repudiando lo
que hizo su gobierno" ( Por el de Israel) ( La Nación 29-01-2009)
POSICIONAMIENTOS Y CONTRADICCIONES(2)
Si en su origen, tal vez la solución ideal hubiera sido un Estado Binacional, a
60 años de la fundación del Estado de Israel, y más allá de discusiones
controvertidas sobre la creación del Estado en relación a los Palestinos, un
camino probable, el único factible, para una paz duradera son dos estados para
dos pueblos. La idea de encontrar una solución, sin la otra parte, alentada por
los sectores extremos del conflicto, que significa el exterminio de palestinos o
israelíes, es profundamente reaccionaria, y eso si genocida.
Para las autoridades representativas de los argentinos de ascendencia judía
sería más lógico y prudente, que adopten modificada aquella formidable
definición de León Trotsky: "Defensa incondicional de la existencia del Estado
de Israel. Posición crítica a sus políticas de Estado"
Para los defensores argentinos de la causa palestina, que se compran íntegro el
paquete iraní, es bueno recordar que no se pueden llevar adelante posiciones
progresistas negando o minimizando tragedias de la magnitud del Holocausto o
haciendo silencio cómplice sobre ciertas discriminaciones. Desde posiciones
revolucionarias o meramente desde el laxo progresismo, no se puede justificar u
omitir, entre otras iniquidades, la fatwa contra Salman Rushdie. Como bien dice
el filósofo José Pablo Feinmann ( Página 12, 1-02-2009): "Igual el problema es
complejo. Requiere que Occidente comprenda que de una vez por todas al "lejano
Oriente" Y algo todavía más difícil: que el mundo musulmán recupere diez siglos
y haga su Revolución Francesa". Acotaría algo ¿ Cuanta responsabilidad tiene el
Occidente en el atraso que con la apropiación indebida de la riqueza ajena alejó
la posibilidad de una Revolución Francesa, el triunfo de la revolución burguesa?
Para uno de los gobiernos populares más trascendentes de América Latina, como la
Venezuela presidida por Hugo Chávez, a la que he apoyado y apoyo por las
reformas significativas realizadas y cuyas importantes transformaciones
originaron un furioso contraataque de las fuerzas retardatarias que incluso
promovieron un golpe contrarrevolucionario con apoyo norteamericano, puede
entenderse su alianza, vinculada a la producción de petróleo con Irán, pero es
inadmisible no delimitar sus diferencias con ese gobierno sobre la minimización
o inexistencia del Holocausto. Es un buen ejercicio, reflexionar críticamente
sin pasarse a la trinchera adversaria, y no reeditar casi cuatro décadas después
los errores cometidos, por la Revolución Cubana y la ruptura con ella de un
grupo de intelectuales críticos.
La relación de fuerzas entre los Palestinos e Israel invierte la figura de David
y Goliat. David usó para vencer un arma de destrucción de la época que era la
honda. Intentó compensar la desigualdad de fuerzas. Es lo que dice Ben Midi en
la conferencia de prensa.
Más allá de la caracterización de Hamás, organización con muchos flancos
criticables, ellos fueron elegidos por los palestinos de Gaza y son la
representación parcial de un pueblo, que en sus bases está en la búsqueda
desesperada de un Estado y una Nación. Que es ir contra la historia, suponer que
los bombardeos llevarán al desplazamiento de Hamás. Lo más probable es que lo
fortifiquen en la consideración de sus seguidores y termine desplazando a Al
Fatah en Cisjordania. Tal vez valga recordar, la conferencia de prensa de Ben
Midi, y las posibilidades del ejército francés de hacer retroceder las ruedas de
la historia.
También es cierto que los gobiernos actuales de Jordania y Egipto, invocan a los
palestinos como víctimas pero lo ven más como un problema, que no los conmueve y
retacean toda ayuda. Muchos de los manifestantes con dosis alta de maniqueísmo,
prefieren omitir este dato de la realidad, seguramente con un argumento
simétrico al esbozado por argentinos de origen judío, de no debilitar el frente
propio.
Sería un retroceso inadmisible, si algún proyecto trasnochado propone volver
Gaza a Egipto y Cisjordania a Jordania.
El licenciado en Filosofía Tomas Abraham, en Perfil del 10 de enero fija algunos
pasos dignos de considerar: "Reconocimiento por Hamas e Irán del derecho a la
existencia del Estado de Israel. Reconocimiento de Israel del derecho a la
existencia de un Estado Palestino. Fin del bloqueo de Gaza. Retiro de colonos
israelíes de las zonas fronterizas. (Debería haber dicho Cisjordania) Zona
desmilitarizada. Presencia internacional. Intercambio económico y cultural."
Pueden agregarse más puntos y complementarse otros.
Hay demasiados odios y rencores acumulados. El tiempo prolongado, sin bombardeos
por un lado, y misiles por el otro, tal vez vaya suturando los horrores, los
llantos y las pérdidas.
En la Argentina, en una sociedad fragmentada, con notables problemas, introducir
nuevos conflictos es como decía Charles Maurice de Talleyrand, el político,
eclesiástico y diplomático francés " Peor que un crimen, es un error"
También a los israelíes le convendría reflexionar sobre otra frase memorable y
conocida de Talleyrand: " Las bayonetas sirven para todo, menos para sentarse
sobre ellas"
02-02-2009
*Enviado por Hugo Presman
Necesitamos
nacionalizar y avanzar hacia la democratización
Entrevista a Noam Chomsky*
05/04/09
Ofrecemos la traducción al castellano de la transcripción de una entrevista de
“Real News”, realizada por Paul Jay, a Noam Chomsky. La transcripción original
es inédita. Puede ser modificada aún. La cadena de Noticias “Real News” no se
hace responsable por los errores que puedan encontrarse.
Paul Jay: Bienvenido a The Real News Estamos en el MIT, Cambridge, con el
Profesor Noam Chomsky, quien creo no necesita introducción. Gracias por
acompañarnos.
Chomsky: Encantado de estar con vosotros.
Jay: Algunos días atrás, la administración Obama y Geithner anunciaron su plan
para la banca. ¿Qué opinas al respecto?
Chomsky: Bueno, en realidad existen varios planes. Uno es la capitalización. El
otro, el más reciente, busca rescatar los activos tóxicos mediante una coalición
mixta, entre el sector público y el privado. Y éste disparó el mercado de
valores al alza. La razón es evidente: resulta extremadamente beneficioso para
los banqueros y los inversores. Esto significa que un inversor podría, si
quisiera, comprar estos activos de poco valor. Y si éstos aumentan su valor,
obtiene ganancias; mientras que si caen aun más, el gobierno asegura el valor.
Por lo tanto, podría existir una ligera pérdida, pero también podría haber
grandes ganancias. Y esto es –como señaló un administrador financiero en el
Financial Times esta mañana- un “escenario de ganancias”.
Jay: Un escenario de ganancias para el inversor.
Chomsky: Sí.
Jay: Si tú eres el inversor.
Chomsky: Para el sector público es un escenario de pérdida. Pero ellos están
simplemente reciclando, en gran parte, las medidas de Bush y Paulson; se las ha
retocado un poco, pero esencialmente mantienen la misma idea: conservar la misma
estructura institucional, obviar la gravedad del problema el mayor tiempo
posible, sobornar a bancos e inversores para que ayuden, pero evitar las medidas
que puedan ir al centro neurálgico del problema –es decir evitar el costo, si es
que puede considerarse un costo, de cambiar la estructura institucional-.
Jay: ¿Y cuál es el plan que apoyarías?
Chomsky: Bueno, digamos por ejemplo, tomar adecuadamente las bonificaciones de
AIG [“bonuses”, se refiere a pagas adicionales que reciben los ejecutivos en
forma de incentivos a su desempeño, N. de la T.], que son los que están causando
semejante desastre. Dean Baker manifestó que había una forma adecuada y simple
de abordar el problema. Desde que el gobierno prácticamente es propietario de
AIG (sólo que no usa su poder para tomar decisiones), dividiera la sección de
AIG que causó todos los problemas –la sección de inversiones financieras-, y la
deje ir a la bancarrota. Y después los ejecutivos podrán ir a cobrar sus
bonificaciones a la empresa quebrada, si quieren. Esto aumentaría mucho el
interés de los afectados en el problema de la quiebra, y el gobierno podría
mantener su control efectivo a gran escala, si quisiera ejercerlo, sobre lo que
es aún viable en AIG. Y con los bancos, los grandes bancos como el Bank of
America, uno de los principales problemas es que nadie sabe a ciencia cierta qué
es lo que sucede en su interior. Existen prácticas y manipulaciones muy oscuras
y ellos no van revelarlas tan fácilmente al gobierno. ¿Por qué deberían hacerlo?
No es su problema. De hecho, cuando la Associated Press envió a periodistas a
entrevistar a los administradores bancarios y a los gestores de inversiones,
preguntándoles qué habían hecho con el dinero del TARP [Troubled Assets Relief
Program: plan de rescate financiero realizado por la Administración Bush para
reducirles riesgos a los tenedores de activos con problemas, N. de la T.], ellos
se limitaron a reír. Dijeron “No es de su interés. Somos empresas privadas. La
tarea del sector público es financiarnos, no saber lo que estamos haciendo”.
Pero el gobierno podría averiguarlo –a saber, haciéndose cargo del control de
los bancos-.
Jay: ¿Es por este tipo de maquinaciones políticas por lo que quieren evitar la
nacionalización?
Chomsky: No tienes que usar la palabra ‘nacionalización’ si le molesta a la
gente; pero debe haber alguna forma de concurso de acreedores, que pueda al
menos permitir a investigadores independientes, investigadores gubernamentales,
estudiar los libros de cuentas, averiguar qué es lo que están haciendo, quién
debe qué a quién, lo cual constituye el punto de partida para cualquier tipo de
modificación. Se podría ir mucho más allá, pero no está contemplado. No es una
ley natural que las corporaciones tengan que dedicarse solamente a obtener
beneficios para sus accionistas. Ni siquiera es lo que señala la ley. Esto es
principalmente el resultado de decisiones judiciales y códigos administrativos,
entre otros. Sin embargo, es perfectamente concebible que las corporaciones sean
responsables con sus accionistas, la comunidad y los trabajadores.
Jay: Especialmente cuando es dinero público el que está moviendo el sistema.
Chomsky: Casi siempre es dinero público. Toma por ejemplo el caso del hombre más
rico del mundo, Bill Gates. ¿Cómo llegó a tener la mayor fortuna mundial? Bueno,
gran parte de ello se lo debe al dinero público. De hecho, a lugares como en el
que estamos ahora sentados...
Jay: El MIT.
Chomsky: -que es donde los ordenadores han sido desarrollados, internet ha sido
desarrollado, y los programas informáticos más modernos, aquí y en sitios
similares- casi en su totalidad son sostenidos con fondos públicos. Y luego, por
supuesto, el sistema funciona de una forma que podría sintetizarse, aunque algo
exageradamente, diciendo que el sector público paga los costos y asume los
riesgos, y el beneficio es privatizado.
Jay: Que es lo que estamos viendo ahora con el rescate financiero.
Chomsky: Bueno, hay mucho que decir al respecto porque se trata de las
instituciones financieras y es muy evidente, pero esto sucede también en otros
ámbitos. Como dije, ordenadores e internet, las bases para la revolución de las
tecnologías de la información de finales de los 90.
Jay: Entonces cuando dices “desafiar la estructura institucional”, ¿qué es lo
que quisieras que suceda?
Chomsky: Para comenzar, pienso que las corporaciones, los bancos, y demás
instituciones de esa clase deberían ser responsables frente a todos los
interesados, no sólo frente a los accionistas. Esto no es un cambio enorme. De
hecho, es parte de la jurisprudencia de la corte. Hubo un caso muy importante,
enormemente relevante ahora. Hace alrededor de 30 años, las principales
compañías del acero quisieron destruir las plantas de acero de Youngstown –el
centro de las comunidades de allí fue construido en torno a ellas- y buscaron
moverlas o deshacerse de ellas. Y los trabajadores y la comunidad en general
querían conservarlas y pensaron que podrían hacerlas funcionar por su cuenta. De
hecho, llevaron el caso a la justicia, argumentando que las reglas
administrativas deberían ser modificadas, para que todas las partes interesadas
en la empresa, no sólo los accionistas, puedan tener control sobre la
corporación. Naturalmente, no ganaron el juicio, pero es una idea perfectamente
factible. Podría ser una forma de mantener vivas a las comunidades y también
conservar aquí a las industrias.
Jay: Entonces, si miras el sistema financiero actual y tomas este principio, la
representación de los intereses de todos los afectados por la empresa y no sólo
los de los accionistas, ¿cómo se materializaría, en términos de políticas?
Chomsky. Primero, y para comenzar, implicaría que el gobierno no sólo rescatase
financieramente a los bancos vertiendo capital en ellos, sino que ejerciese el
control. Y el control comienza con la inspección. Y averiguaríamos lo que están
haciendo. Luego, podrían conservarse las partes viables, y si son viables,
deberíamos ponerlas bajo control público. Probablemente el gobierno podría haber
comprado AIG o Citigroup por bastante menos de lo que está pagando ahora por
ellos. Me refiero a que en una sociedad democrática, el gobierno y la comunidad
estarían en mutuo acuerdo, y entonces tendría que haber una compenetración
directa de la comunidad en lo que esas instituciones deberían hacer y con la
manera en que ellas deberían distribuir su dinero, entre otras cuestiones. Es
decir, que podrían conducirse democráticamente por los trabajadores, por la
comunidad.
Jay: Pero entonces, aunque se utilice o no la palabra ‘nacionalización’,¿el
banco se convierte entonces en una institución de propiedad pública?
Chomsky: Se convierten en instituciones de propiedad pública que sirven a la
comunidad y donde las decisiones son tomadas por la comunidad. Es un largo
camino. Hay que aproximarse paso a paso. Cuando se piensa en nacionalización, al
menos en términos generales y por razones históricas, se alude a una especie de
Gran Hermano haciéndose con el poder, y la población acatando órdenes. Pero esa
no es necesariamente la forma en que se ha hecho. Hay muchas instituciones
nacionalizadas que se han desempeñado eficientemente. Por ejemplo, en Chile, que
se supone que fue el alumno fiel de la economía de libre mercado
reaganiana/thatcheriana. En ese país, una buena parte de la economía está basada
en una empresa productora de cobre, nacionalizada y muy eficiente. Codelco, tal
es el nombre de la compañía, fue nacionalizada por Allende, pero su desempeño
fue tan efectivo que durante los años de Pinochet no se desmanteló. En realidad,
actualmente está siendo debilitada, pero sigue siendo la mayor productora de
cobre del mundo y la principal fuente de renta del Estado. Y por todos lados
pueden encontrarse casos de empresas nacionalizadas que se han desempeñado
exitosamente. Pero la nacionalización es sólo un paso hacia la democratización.
El asunto es quién las administra, quién toma las decisiones, quién las
controla. Ahora, en el caso de las instituciones nacionalizadas, siguen siendo
jerárquicas, pero no tienen por qué serlo siempre. Quiero decir, nuevamente, que
no existe ninguna especie de ley natural por la cual estas instituciones no
puedan ser democráticamente conducidas.
Jay: ¿Y cómo sería?
Chomsky: La participación mediante consejos de trabajadores, reuniones y
discusiones de organizaciones comunitarias, en las cuales se deciden las
políticas a seguir –que es como se supone que la democracia debería funcionar-.
Estamos muy lejos de eso, aun en el sistema político. Por ejemplo, las
primarias. De la manera en la que funciona nuestro sistema, los candidatos se
postulan, sus jefes de campaña van a algún pueblo de New Hampshire y organizan
un acto adonde acude el candidato y dice: “Miren lo bueno que soy. Voten por
mí.” Y la gente puede creerle, o no, y luego se va a casa. Supongamos que
tenemos un sistema democrático que funciona de la otra manera. La gente en el
pueblo de New Hampshire se reuniría en conferencias, encuentros, etc., y
trabajarían en las políticas que les gustaría ver concretadas. Y luego, si
alguien quisiera postularse a alguna candidatura, podría ir, si quieren ellos
podrían invitarlo, y él los escucharía. Le dirían cuáles son las políticas que
les gustaría que se aplicasen, y que si él lo hace, ellos le permitirían
representarlos, pero que le retirarían el apoyo si no cumple.
Jay: Como dices, esto está bastante alejado de lo que hoy es la política.
Chomsky: No está tan lejos. Suele darse.
Jay: Pero en una instancia nacional...
Chomsky: En el contexto nacional está muy lejos. Pero permíteme tomar como
ejemplo el que probablemente sea el país más democrático del hemisferio
occidental, aunque la gente no quiera pensarlo así: Bolivia. Es el país más
pobre del hemisferio. Es el más pobre de Sudamérica. Tuvo elecciones en los
últimos dos años, en las que la gran mayoría de la población, que fue la más
reprimida del hemisferio, la población indígena, entró por primera vez en 500
años en la arena política, determinó las políticas que quiso, y eligió un líder
de sus propias filas, un campesino pobre. Y los aspectos a modificar fueron muy
serios –su control sobre los recursos, la justicia económica, los derechos
culturales, las complejidades de una muy diversa sociedad multiétnica-. Las
políticas proceden en gran medida de la comunidad, y se supone que el presidente
las concreta. Es cierto que nada funciona tan perfectamente, se presentan
problemas de todo tipo, pero existe una forma de programa básico. Esto es
democracia en funcionamiento. Es casi lo opuesto a la forma en que opera nuestro
sistema.
Jay: En el próximo segmento de nuestra entrevista, hablaremos del futuro de la
democracia, o como la llamemos en Estados Unidos. Por favor, acompáñenos en el
próximo segmento de nuestra entrevista al profesor Noam Chomsky.
Parte 2
Jay: Bienvenidos nuevamente a The Real News. Estamos en el MIT, en Cambridge,
con el profesor Noam Chomsky. Gracias por seguir con nosotros. En el primer
segmento de nuestra entrevista hablamos sobre cómo debería ser un plan económico
que Chomsky apoyaría, el cual tendría que contemplar no sólo a los consumidores
sino a los todos los actores implicados y lo que esto podría significar en
cuanto a la relación entre la banca y la democracia. Y ya que entramos en el
tema de la democracia, ¿qué crees que irá a suceder? Me refiero a los planes
actuales para el sector financiero, para el sector automotor, el plan general de
estímulos. ¿Crees que funcionará? Y si no, ¿hacia dónde nos dirigimos en
términos de intensidad de la crisis? Y ¿qué significa esto en relación con la
democracia norteamericana?
Noam Chomsky: No creo que nadie esté en condiciones de saber si esto irá a
funcionar. Es algo así como disparar en medio de la oscuridad. En general, -y no
tengo ninguna mirada particular sobre el problema- creo que no será como la Gran
Depresión, pero pueden venir años difíciles y un montón de parches si se
persiste en las políticas en curso. Ahora, el punto crucial de las políticas
actuales es mantener estable la estructura institucional: la misma estructura de
autoridad, dominación y toma vertical de decisiones. En este esquema, la
ciudadanía tiene un rol posible: consumidores. Puedes venderte a este esquema
–es lo que se llama buscar un empleo-.
Jay: Y poner dinero para el rescate.
Chomsky: Sí, y puedes colaborar con dinero para el rescate económico, pero no te
convertirás por eso en parte del aparato de toma de decisiones. Existe también
otra certeza: se dará alguna forma de regulación. Quiero decir, la manía
desregulatoria de los últimos 30 años, basada en conceptos fundamentalistas,
casi religiosos, sobre la eficiencia de los mercados, se ha deteriorado
bastante, y de forma rápida. Por ejemplo, Lawrence Summers, quien es ahora el
jefe –prácticamente el jefe de los consejeros económicos- ha tenido que
reconstruir un sistema de regulación del tipo del que destruyó unos años atrás.
Estuvo a la cabeza de las iniciativas para bloquear los intentos del Congreso
por regular los derivados y demás instrumentos financieros exóticos, bajo la
influencia de estas cuestionadas ideas sobre mercados eficientes, elección
racional, etc. Esto está bastante deteriorado, y habrá algún tipo de
reconstrucción del aparato regulatorio. Pero su historia es bastante clara y
comprensible: los sistemas regulatorios tienden a quedar absorbidos por las
industrias que han de regular. Esto fue lo que sucedió con los ferrocarriles,
entre otros ejemplos. Y es natural. Ellos tienen poder, poder concentrado,
capital concentrado, y una influencia política enorme –prácticamente conducen el
gobierno-. Por eso, ellos siempre terminan haciéndose con el control del aparato
regulatorio en su propio interés. Por ejemplo, durante lo que muchos economistas
llaman la “era dorada del capitalismo”, que abarcó desde la segunda posguerra
hasta mediados de la década de 1970, no hubo grandes crisis. El sistema estuvo
regulado, se regularon el flujo de capitales, los tipos de cambio, etc., y
condujo al mayor crecimiento en épocas de paz de la historia. Esto cambió a
mediados de los 70, cuando la economía se fue desregulando y financiarizando, se
incrementó el flujo de capital financiero especulativo y resurgieron las
mitologías sobre la eficiencia de los mercados. Y hubo crecimiento, por
supuesto, pero se concentró en muy pocos bolsillos, y durante 30 años se
estancaron los salarios reales de la mayoría de la población.
Jay: ¿Y cómo cambia todo esto?
Chomsky: Hay un pequeño aspecto redistributivo en la política impositiva, muy
pequeño. Quiero decir, es llamado socialismo, comunismo y cosas del estilo, pero
difícilmente sea lo que fue años atrás. Por otro lado, la mejor manera de
acercarse a un sistema más igualitario sería, simplemente, permitir la
sindicalización. Los sindicatos tradicionalmente no sólo han mejorado la vida,
las condiciones laborales y los salarios de los trabajadores, sino que han
ayudado también a democratizar la sociedad. Son uno de los pocos medios por los
cuales la gente común puede unirse y debatir, e incidir sobre las políticas
públicas. Ahora no es eso lo que se busca. De hecho, y esto es lo interesante,
es como si la sindicalización estuviera fuera de nuestras mentes. Hubo un
dramático ejemplo de ello hace un par de semanas. El presidente Obama quiso
mostrar su solidaridad con los trabajadores, por lo que fue a Illinois y habló
en una planta industrial. La elección de la planta fue llamativa: escogió a
Caterpillar. La eligió a pesar de las objeciones de la iglesia y grupos
defensores de los derechos humanos sobre los efectos devastadores de las
máquinas de Caterpillar en los territorios ocupados por Israel, que destruyen
tierras de cultivo, caminos y pueblos. Pero nadie, hasta donde yo sé, ha
considerado algo mucho más terrible, y es el papel que ha jugado esta empresa en
la historia sindical estadounidense. Caterpillar fue la primera planta en
generaciones en utilizar esquiroles para destruir una huelga. Esto fue, creo, en
1988, una parte del ataque de Reagan sobre el trabajo, pero esta fue la primera
instalación industrial en hacerlo. Ahora eso es un hecho importante, enorme. En
ese momento Estados Unidos estaba sólo -de la mano de Sudáfrica-, permitiendo
algo así. Y esto esencialmente destruye el derecho de asociación de la población
trabajadora.
Jay: La Ley sobre la Libre Elección del Trabajador (Employee Free Choice Act),
que se supuso que facilitaría la sindicalización, no hemos oído mucho de ella
desde la elección.
Chomsky: No se ha escuchado mucho al respecto. Y tampoco cuando Obama visitó la
planta, que es el símbolo de la destrucción del trabajo por medio de prácticas
desleales, porque la sindicalización ha sido extirpada de la mente de las
personas. La Employee Free Choice Act siempre ha sido tergiversada. Se ha
descrito como un intento de evitar elecciones secretas. No es eso. Es para
permitir que los trabajadores decidan si debería haber elecciones secretas en
vez de dejar las decisiones enteramente en las manos de los empleadores, que
pueden usar las listas de afiliación sindical [check cards] si quieren
[inaudible]... pueden elegirla, pero los trabajadores también pueden. Durante la
campaña, Obama habló sobre esto, pero paulatinamente fue pasando a un segundo
plano. Y hubiese significado un salto mucho más alto para superar la radical
redistribución hacia los más ricos -que tuvo lugar en los últimos 30 años-
facilitar los esfuerzos de gremialización. Y todos y cada uno de los presidentes
desde Reagan han atacado este derecho. Reagan directamente les dijo a los
empleadores: “No vamos a aplicar la ley”. Por lo que se triplicaron los despidos
-despidos legales- por organizarse sindicalmente. Cuando llegó Clinton esto se
consiguió básicamente a través de un dispositivo diferente –que se llamó NAFTA
[Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica, en inglés; N. de la T.]. El NAFTA
dotó a los empleadores de medio muy eficaces para evitar la organización de los
trabajadores: sólo pusieron un gran letrero diciendo: “Operación de
transferencia a México”. “Es ilegal, pero si el gobierno es un gobierno fuera de
la ley, es posible salirte con la tuya”. Y durante los años de Bush, no es
necesario hablar de ello. Pero es posible revertirlo, y este podría ser no solo
un paso importante en el camino hacia la reversión de la tendencia regresiva de
redistribución de la renta, sino en el de la democratización de la sociedad
mediante la generación de mecanismos por los cuales la gente pueda actuar
políticamente en su propio interés. Pero esto permanece tan al margen que apenas
se discute. Y cuestiones como el control de las instituciones por todos los
actores interesados, los trabajadores en la comunidad, no están en las
preocupaciones prioritarias de la gente. Están dejándose de lado. De todos
modos, si retrocedes hasta la década de 1930, que es la más cercana -aunque no
fue igual-, surgieron algunos temas similares. Lo que en realidad metió miedo en
el centro del mundo de los negocios fueron las huelgas de brazos caídos [: sit
down strike, tipo de paro, sin actividad laboral, pero en el lugar de trabajo;
N. de la T.]. Las huelgas de brazos caídos suceden justo cinco segundos antes de
que aparezca la siguiente idea: “¿por qué sentarnos aquí? ¿por qué mejor no
hacemos funcionar la fábrica? Podemos hacerlo, razonablemente mejor que estos
administradores, porque nosotros conocemos como funciona”. Ahora bien, esto
asusta. Y está empezando a pasar. Justo un mes atrás hubo una huelga de brazos
caídos en una planta de Chicago, creo que se llamaba Pisos y Ventanas de la
República. La multinacional propietaria de esta fábrica quiso cerrarla o
trasladarla a otro lugar. Y los trabajadores protestaron, y se manifestaron,
pero finalmente hicieron una huelga de brazos caídos. Tuvieron éxito a medias.
Muchos de ellos perdieron su empleo. Otra empresa compró la planta, pero no se
produjo el paso siguiente. El paso siguiente era, “¿por qué no nos encargamos
nosotros de hacer funcionar la fábrica, conjuntamente con la parte de la
comunidad que está directamente interesada, y tal vez incluso el resto de la
comunidad? Estos son los asuntos que realmente deberían ser debatidos.
* Noam Chomsky, el intelectual vivo más citado y figura emblemática de la
resistencia antiimperialista mundial, es profesor emérito de lingüística en el
Instituto de Tecnología de Massachussets en Cambridge y autor del libro Imperial
Ambitions: Conversations on the Post-9/11 World.
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2476
Política
Balance de la ruptura con
Diego Rivera (1)
Por León Trotsky. 27 de marzo de 1939
Querido amigo,
Usted guarda silencio como antes. ¡Mal síntoma! Ud. conoce el enojo que tenemos
aquí con el pintor y no está asombrado porque nos había prevenido reiteradamente
sobre sus ideas políticas fantásticas [2]. Pienso que durante largo tiempo,
alrededor de un año y medio, ha intentado imponerse una cierta disciplina; pero
durante el Congreso Internacional, se volvió descontento e inquieto. Quiero
darle algunos ejemplos sobre sus preocupaciones, para que Ud. pueda
comunicárselos a nuestros otros amigos.
Todas las decisiones aquí tomadas concernientes a la sección mexicana lo han
sido con el completo acuerdo del pintor y con la idea de no exponerlo a
incesantes ataques (Ud. sabe que la organización lo ha condenado -y que nadie
tomó su defensa- por unanimidad); pero una vez tomadas y ratificadas las
decisiones por la Conferencia, él descubrió que no se lo había defendido lo
suficiente. Estaba en extremo descontento con las decisiones tomadas, exagerando
terriblemente algunas formulaciones poco felices. Pero esto no le bastaba:
afirmó que Socialist Appeal había publicado deliberadamente la decisión sobre
Molinier y la decisión sobre él de forma simétrica, con el propósito de
equipararlas.
Exigía la exclusión inmediata de todos los miembros de la organización que
habían lanzado acusaciones contra él. Exigía mi intervención en ese sentido y
tuve con él sobre este tema una discusión inolvidable. Me pedía que expulsara
inmediatamente a Galicia. “¿Cómo puedo hacerlo?”. Dije con asombro. “¡Pero Ud.
es el jefe!”. “Ud. tiene una concepción extraordinaria de lo que se llama la
dirección, querido amigo”, respondí, “Es un poco como el stalinismo”. “Sí”,
respondió con la puerilidad que lo caracteriza, “Dicen que soy peor que los
stalinistas”. Pero volvió sobre esta cuestión reiteradamente, especialmente
luego de la llegada del camarada Curtiss.
Ud. probablemente sepa que el pintor mismo fue quien había propuesto su
candidatura y que él, al presentármelo lo había elogiado. Interrogué a Galicia
sobre el tema, me confirmó esta apreciación. Estuvimos de acuerdo entonces en
que el camarada Curtiss viniera a trabajar aquí como representante [3]. Pero
Curtiss no podía trabajar de otra manera más que sobre la base de la decisión de
la Conferencia y provocó de este modo un gran descontento en el pintor, quien
prácticamente, lo ha boicoteado. Le recordé al pintor el hecho de que había sido
sobre la base de su iniciativa que Curtiss había sido designado, y que él
trabajaba en representación local del Secretariado Internacional, cuyo deber era
ejecutar las decisiones de la Conferencia y no tirarlas por la borda. Esto le ha
bastado al pintor para comenzar su actividad política independiente.
Después de que la organización lo hubo condenado me dijo reiteradamente que toda
ella era un error, que jamás había deseado trabajar en ella, pero que ello le
había sido impuesto por Shachtman y los otros durante su primer viaje a México
[4]; que le sería muy fácil crear una sección auténtica de centenares de
obreros, etc. Yo estaba escéptico, pero guardé silencio. El comenzó entonces a
oponer la Casa del Pueblo a la sección y a Curtiss personalmente.
Desgraciadamente parece que la cuestión del dinero jugó aquí un rol importante
(los camaradas americanos Cannon, Shachtman y Dunne* habían descubierto sin
ningún reparo que una causa muy importante de la violenta explosión entre la
organización y el pintor, más allá de su temperamento, residía en el hecho de
que la organización dependía directamente de él en el plano financiero. De común
acuerdo, se decidió que en el futuro le darían el dinero al Comité Panamericano,
el cual lo repartiría). Al crear su propio partido, el pintor comenzó a
financiar a la Casa del Pueblo directamente y a crear una situación totalmente
degradante de dependencia de una organización obrera frente a un individuo.
En el curso de los últimos cinco o seis meses, el pintor buscó confraternizar
con la CGT anarquista y la Casa del Pueblo lo siguió en esta dirección. Inventó
una filosofía de la historia especial y un programa especial para esta
confraternización. He aquí su programa -una mezcla de residuos marxistas con
prejuicios anarquistas y democráticos vulgares-. Parece que los dirigentes de la
CGT han estado de acuerdo con ese documento de forma amistosa, pero solamente
para abandonarlo y pasarse al campo de los políticos burgueses más
reaccionarios.
Olvidé mencionar que aproximadamente un mes antes de esta experiencia, ganó a la
Casa del Pueblo para proclamar su adhesión a la Cuarta Internacional. Durante
una manifestación han llevado el estandarte de la Cuarta Internacional. Pero no
se trataba más que de una medida de protección contra la Cuarta. Cuando le
pregunté a sus dirigentes por qué no querían trabajar con nuestra sección o con
el camarada Curtiss personalmente, me respondieron oralmente que no veían la
necesidad de hacerlo porque ya pertenecían a la Cuarta Internacional y que era
preferible para ellos trabajar en otras organizaciones sindicales.
Algunas semanas más tarde, el pintor decidió desarrollar una política
presidencial y la Casa del Pueblo le siguió nuevamente los pasos. Ahora han
constituido su propio partido, con su propio programa, redactado por el pintor
en cinco o diez minutos [5].
El pintor declaró que la sección mexicana de la Cuarta Internacional había
decidido no participar en las elecciones por temor a poner en peligro mi asilo.
Repite aquí las acusaciones más bajas de Eiffel y de Galicia, a quienes trataba,
por esta misma razón, de agentes de la GPU.
Debo mencionar aquí el incidente relacionado con los frescos de O’Gorman [6]. El
pintor y su amigo han organizado una enérgica protesta, como de costumbre sin
que yo tomara parte. En el transcurso de esta campaña, no tuve más que una
discusión accidental sobre esta cuestión con el pintor. Le dije que esta
historia no tenía nada en común con la historia de los frescos del edificio
Rockefeller [7]. El gobierno mexicano había expropiado las empresas petroleras y
debía vender el petróleo. Las democracias boicoteaban ese petróleo y los
fascistas lo compraban; pero éstas lo hubieran boicoteado igual si el gobierno
mexicano hubiera colocado caricaturas de ellos en los edificios gubernamentales.
México es un país oprimido y no puede imponer su petróleo mediante sus barcos de
guerra y sus cañones. Si el patrón obliga a los obreros a retirar un retrato de
Marx de una sala de obreros, los obreros deben obedecer para evitar ser echados
a la calle. La posición de México frente a los grandes países imperialistas es
parecida a la de los obreros frente a su patrón. Por ejemplo, durante el período
de Brest-Litovsk [8], no podíamos poner caricaturas de Guillermo II en nuestros
edificios gubernamentales y menos aún en el diario gubernamental oficial. Es una
cuestión de relación de fuerzas no de principios. Intenté explicar todo esto al
pintor. Pero él afirmaba que el gobierno, y particularmente Mujica (era en su
Ministerio), eran sirvientes reaccionarios de Hitler y de Mussolini y que harían
cualquier cosa para mostrarse como antisemitas, etc. Y decía que había roto toda
relación con Hidalgo quien había intentado defender a “su dirigente
reaccionario, Mujica”. Comprendí esta alusión y abandoné la discusión.
Puede Ud. concebir cuán estupefacto quedé cuando Van encontró por azar al pintor
en compañía de Hidalgo, saliendo del edificio del comité por Mujica [9] llevando
paquetes de panfletos por Mujica que cargaban en el bolso del pintor. Creo que
es la primera vez que comprendimos el nuevo giro, o el pasaje del pintor del
“anarquismo tercer período” [10] a la política de frente popular. La desgraciada
Casa del Pueblo lo ha seguido paso a paso.
Hemos sido muy pacientes, mi querido amigo. Esperábamos que a pesar de todo
podríamos conservar a este fantástico hombre en nuestro movimiento. Yo me
mantuve apartado y el camarada Curtiss hizo todo lo que podía hacerse. Todo esto
fue en vano.
Ud. conoce ahora sus acusaciones personales contra mí. Estas han aparecido de
forma inesperada incluso para él. El estaba descontento con nuestra lentitud,
con nuestra actitud conciliadora frente a Galicia y compañía, etc. Quería a toda
costa provocar un milagro [11] a cualquier precio. En su espíritu fantástico
volvió como esperando que, luego de haber logrado un triunfo al dominar a la
Casa del Pueblo y a la CGT, podría aparecer triunfante frente a nosotros y que
lo reconoceríamos en su carácter de dirigente. Pero sus fiascos lo han vuelto
nervioso y hostil a nuestros ojos. Al igual que él acusaba a Shachtman de la
responsabilidad por su propia desventura con la Liga mexicana, del mismo modo
comenzó a acusarme de ser responsable de sus propios errores y giros
fantásticos. Es en este estado de espíritu que dictó su fantástica carta a André
Breton. Incapaz de encontrar un solo hecho que reprocharme, simplemente inventó
dos historias que todos nuestros amigos, en particular Van y Curtiss saben que
son absolutamente falsas. Una copia no firmada de esta carta fantástica cayó de
casualidad en manos de Natalia. Puede Ud. imaginar mi estupor y mi disgusto
personal. Le pedí una explicación a Van. Me dijo que el pintor le había
prometido comunicarme personalmente esta carta. A pesar de todo intenté dirigir
esta cuestión de la forma más discreta posible a través de la intervención de
Van y luego de Curtiss. Pedí solamente que reconociera que sus dos ejemplos de
mi “falta de lealtad” no eran más que malentendidos (no le he pedido incluso que
reconociera que en realidad los había inventado). Lo aceptó, lo rechazó, lo
aceptó de nuevo, lo rechazó de nuevo. Le envié copia de todos los documentos
destinados al Comité Panamericano. El camarada Curtiss hizo un último esfuerzo
para hacerlo retractar de sus falsas aseveraciones. Rechazó esto e incluso le
mostró a Curtiss una carta destinada a Bertrand Wolfe [12] anunciando su ruptura
con nosotros a causa de nuestro oportunismo, etc.
Debemos ahora mostrarnos firmes con esta personalidad peregrina. Hay dos
cuestiones, una personal y la otra política. Comienzo por la menos importante,
la cuestión personal.
El Comité Panamericano no puede más que pronunciarse sobre las tres acusaciones
lanzadas por el pintor: a) que ejercí presión sobre el camarada Curtiss para que
publique el artículo del pintor sobre el arte no como artículo sino como carta,
b) que maquiné un golpe de estado en la F.I.A.R.I. nombrando secretario a
Ferrel. Todo el drama tuvo lugar con la participación del pintor y con su
acuerdo. La candidatura de Ferrel fue propuesta por Zamora y aceptada por todos,
incluido el pintor (estando de testigos los camaradas Curtiss, Van, el mismo
Ferrel y Zamora), c) que utilicé métodos de GPU con relación a la
correspondencia del pintor con Breton. El asunto está expuesto completamente en
mi carta al Comité Panamericano y en los documentos. Aquí sólo puedo mencionar
que están publicadas citas de esta carta en la revista francesa Clé (esas partes
están igualmente dirigidas contra mí pero de forma anónima y pretendidamente
sobre un plan de principios). Y allí, debo pedir al Comité Panamericano una
declaración muy clara y categórica, incluso si se estima necesario una comisión
de investigación, porque esta cuestión puede tener repercusiones
internacionales. Envalentonado por su aparente impunidad, el pintor agrega todos
los días un detalle y perfecciona el cuadro de sus acusaciones. Ud. lo conoce
personalmente en forma suficiente como para comprenderme. Debemos estar armados
contra sus extravagantes calumnias. No propongo la publicación del veredicto del
Comité Panamericano [13], pero debe ser comunicada a las personas interesadas
incluido el pintor mismo, con la advertencia de que si en el futuro se siguen
divulgando falsas acusaciones, el veredicto se hará público.
En lo que concierne al aspecto político de la cuestión, a mi modo de ver,
debemos publicar inmediatamente una declaración muy clara y categórica sobre las
actividades políticas del pintor en el curso del último período, declarando que
los documentos que ha elaborado están en total contradicción con el marxismo y
con las decisiones de la Cuarta Internacional, y que, incluso si él no hubiera
renunciado, por sus actividades se hubiera puesto él mismo por fuera de la
Cuarta Internacional. El movimiento obrero no es un campo libre para las
experiencias individuales. Creo que sería necesario adoptar y publicar tan
rápido como sea posible una resolución de ese tipo e incluso difundirla por el
canal de agencias burguesas de prensa.
Pienso que sería necesario, en la declaración del Comité Panamericano, explicar
que, a pesar de sus particularidades individuales, el caso del pintor es parte
del retiro general de los intelectuales. Algunos de ellos tenían mucha
“simpatía” por nosotros en tanto que nos consideraban personas perseguidas que
tenían necesidad de su protección. Pero ahora que nos estamos volviendo un
factor político, con nuestros propios objetivos y nuestra propia disciplina,
están cada vez más “desencantados” con nosotros y, luego de algunos giros
ultraizquierdistas, buscando un canal en la opinión pública burguesa de su
patria. Nuestro pintor es solamente más generoso, más dotado y más peregrino que
los otros, pero es no obstante uno de ellos.
Sería necesario publicar sobre esta cuestión un artículo en New International y
la decisión política en Socialist Appeal.
Espero haberle dado las informaciones más importantes y Ud. puede ponerlas a
disposición del Comité Panamericano.
[1] Carta a J. Frankel. Traducido del francés de la versión publicada en
Oeuvres, Tomo 20, pág. 302, editado por el Instituto León Trotsky de Francia.
[2] Rivera, cuidadoso de la “ortodoxia” en presencia de Trotsky, no retrocedía
en presencia de sus secretarios, ante las paradojas o las afirmaciones de
principio anarquistas que habían inquietado tanto a Frankel como a Van
Heijenoort.
[3] Curtiss vino como representante del Secretariado Internacional. Rivera había
conocido a Curtiss en México en 1934.
[4] Se trata aparentemente del viaje hecho en enero de 1937 por Shachtman,
Novack y otros para recibir a Trotsky en México.
[5] El partido en cuestión es el P.R.O.C. (Partido Revolucionario Obrero
Campesino).
[6] En noviembre de 1938, el gobierno mexicano había dado la orden de borrar en
las pinturas murales del aeropuerto central de México efectuadas por Juan
O’Gorman, las caricaturas de Hitler y Mussolini que comprometían sus relaciones
con Alemania e Italia a quienes deseaba vender su petróleo boicoteado ahora por
Gran Bretaña y Francia luego de las nacionalizaciones.
[7] Rivera había pintado para el centro Rockefeller de Detroit unos frescos en
los cuales figuraba un retrato de Lenin. Luego de una campaña de prensa,
Rockefeller, que había hecho primero tapar las pinturas, las hizo destruir el 9
de febrero de 1934.
[8] Sin duda Trotsky hace alusión al período que va entre la firma del
armisticio y la firma de la paz, ambas firmadas en Brest-Litovsk y durante las
cuales el gobierno alemán sólo esperaba una “provocación” para agravar los
términos de su dictat (dictado).
[9] Se trata del comité que intentaba hacer aceptar por el PRM la candidatura de
Mujica a la presidencia de México.
[10] La alusión al “tercer período de los errores de la Internacional Comunista”
hace del término “tercer período” el equivalente de “izquierdismo infantil”,
“ultraizquierdismo”, “sectario”.
[11] Trotsky ya había empleado esta expresión a propósito de Raimond Molinier en
1936.
[12] Bertrand D. Wolfe (1896-1977) que había sido uno de los dirigentes del PC
americano en los tiempos de Lovestone, luego su socio en los movimientos de la
oposición comunista de derecha, era también un gran amigo personal de Diego
Rivera a quien había conocido durante el tiempo en que éste se ocupaba del
partido mexicano por cuenta de la Internacional Comunista.
[13] Frankel, que en Estados Unidos se llamaba Glenner, se ocupaba también del
Comité Panamericano (P.A.C.), bajo el nombre de José López.
Fuente:
http://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/latin/28.BALANCE%20DE%20LA%20RUPTURA%20CON%20DIEGO%20RIVERA.htm
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Facultad de Ciencias en
un país sudamericano
Por Oscar Varsavsky*
Este artículo es una charla que el Dr. Oscar Varsavksy dio en la Universidad
Central de Venezuela en junio de 1968. Oscar Varsavsky fue un hombre de ciencia,
que a lo largo de su vida se desarrollo en diferentes áreas, desde la Química,
pasando por la Matemática pura y aplicada hasta el estudio de la Historia y la
Epistemología. En este artículo, Varsavsky hace una autocrítica sobre el proceso
llamado la gran Renovación de la Facultad de Ciencias de Buenos Aires, que duro
desde el año 1955 hasta la trágica Noche de los Bastones
Largos en julio del 1966.
Están ustedes empeñados en realizar una Renovación académica y han llegado a la
conclusión que, aun sin discutir a fondo cual es el papel de una Facultad de
Ciencias en un país subdesarrollado, hay una cosa segura: para desempeñar bien
su papel debe formar profesionales y científicos serios, responsables, capaces
de utilizar todos los instrumentos que la ciencia y la técnica ponen a su
disposición y de crear los que necesiten y aún no existan. Rechazar en cambio el
concepto de Facultad que se limita a otorgar títulos académicos como recompensa
a los alumnos que han tenido la habilidad o la paciencia de aprobar sus exámenes
Esto les ha señalado claramente uno de los enemigos naturales de la Renovación:
el profesor anticuado, incapaz o desinteresado, que por desgracia abunda en
nuestras universidades, y que no cumple ni remotamente con su misión formadora,
porque no sabe o porque no le importa.
En toda acción es muy cómodo identificar al enemigo: la táctica, las victorias,
las derrotas, todo se hace más claro y fácil. Yo estoy de acuerdo en que esos
profesores ‘fósiles’ son un enemigo que hay que vencer, y ojalá tengan pleno
éxito en esa tarea. Pero quiero hablarles de otro enemigo no tan fácilmente
identificable, puesto que en ocasiones como ésta aparece incluso como un aliado,
pero que luego resulta más peligroso que el otro, más eficiente en la tarea de
impedir a la Universidad realizar su verdadera misión.
Para esto sí es necesario discutir a fondo cuál es esa ‘verdadera misión’, cuál
es el papel de la Facultad de Ciencias, y como es aburrido hablar de estos temas
en términos abstractos, se me ocurre que una manera concreta de referirme a esa
misión y a ese enemigo es relatarles una experiencia análoga: la de los que
hicimos la gran Renovación de la Facultad de Ciencias de Buenos Aires, a partir
de 1955 y hasta que la policía entró a palos con sus profesores y estudiantes,
en julio del 66.
En esa Facultad tuvimos condiciones favorables para hacer la Renovación, pues
durante el peronismo casi todos los profesores jóvenes fuimos expulsados por
motivos políticos, de modo que cuando cayó Perón y todos los cargos
universitarios fueron declarados vacantes, se nos encargó a nosotros controlar
el nombramiento de todo el nuevo cuerpo de profesores.
Fue así que el primer enemigo -los profesores fósiles, que se habían quedado en
la Universidad peronista porque no hubieran conseguido trabajo en otra parte-
sufrió una fuerte derrota. Y mientras tratábamos de que esa derrota se
consolidara definitivamente, nos fuimos encontrando con el segundo enemigo,
llamado por los estudiantes “cientificismo”. Tardamos años en identificarlo, y
ojalá nuestra experiencia sirva para que ustedes tarden menos.
Y tampoco tuvimos allí un grave inconveniente que se observa en Venezuela, en
Chile y otros países sudamericanos: la participación directa de los partidos
políticos en la vida universitaria. Atención, no estoy hablando de la política,
que sí es elemento esencial en los planes de renovación, sino de los partidos de
todo color, cuyos viejos sectarismos e intereses creados les hacen enemigos de
toda renovación profunda aun apoyándola de palabra. Son otros fósiles injertados
en la Universidad.
El gran problema era la selección de los nuevos profesores, que evidentemente
iban a fijar el rumbo de la Universidad durante una generación entera, aunque
cono medida de precaución se decidió que todos los nombramientos serían por 7
años, al cabo de los cuales se llamaría de nuevo a concurso.
Pensando siempre en el primer enemigo, quisimos pues asegurarnos de que sólo
“buenos científicos” iban a ganar los concursos. Si se tomaba en cuenta cono
antecedente la antigüedad en la docencia o los títulos académicos habituales en
el país, se nos volvían a meter los fósiles. El criterio debía ser la actividad
científica, pero ¿cómo se mide? La unidad de medida propuesta fue la de más
prestigio en el hemisferio Norte: el “paper”, el artículo publicado en una
revista extranjera, porque las nacionales no daban suficiente garantía de
calidad.
Todos aceptamos ese criterio. Poco a poco, sin embargo, algunos empezamos a
darnos cuenta de ciertas tristes realidades de la vida científica. Encontramos
que en algunos campos, como Biología, donde el nivel internacional es muy
desparejo, hay revistas extranjeras dispuestas a publicar prácticamente
cualquier cosa. Una mala descripción de un alga de la Patagonia o cualquier otra
trivialidad podía hacerse publicar en alguna revista internacional, con tal de
tener algún conocido en el cuerpo editor.
En otro tipo de ciencias, como la Física, descubrimos gente que habiendo
aprendido en el exterior una técnica todavía no muy difundida en el mundo, se
hacía comprar el aparato correspondiente al volver al país y se ponía a aplicar
esa técnica a muchas sustancias diferentes. Hay miles de moléculas que se pueden
analizar por resonancia paramagnética, por ejemplo: cada una de ellas puede
producir un paper, cuyo valor puede ir desde infinito a cero, o incluso ser
negativo. La persona que había tenido la habilidad de dedicarse a eso aparecía
entonces con antecedentes mucho mejores que otras de gran capacidad pero que
sólo escribían un paper cuando tenían algo decentemente original que decir.
Lo ridículo del caso es que allá igual que aquí, nosotros conocíamos
perfectamente a todos los que se presentaban a concurso, porque habían sido
colegas, compañeros, o alumnos nuestros, y podíamos decir de antemano sin
equivocarnos cuáles de ellos iban a ser útiles, quiénes iban a formar escuela,
quiénes iban a enseñar con interés, como verdaderos maestros, quiénes se iban a
preocupar por los problemas del país, sin descuidar por ello el rigor
científico. Y sabíamos por otra parte quiénes estaban simplemente haciendo su
carrera profesional en la ciencia y ponían todos sus esfuerzos en cumplir con
ese requisito formal del paper, eludiendo toda otra actividad, incluso la
enseñanza.
Es que hacer un paper no es tan difícil. El Physical Reviews publicó incluso una
vez un paper en broma dando recetas para hacer papers, e incluía una especie de
formulario que con sólo llenar los espacios en blanco se convertía en un
artículo sobre Electrodinámica Cuántica bastante parecido a los que aparecían en
esa época. Yo diría que cualquier graduado de esta Facultad puede publicar en
una revista extranjera sin mucho más esfuerzo científico que el que hizo para
graduarse, siempre que haya conseguido un ‘padrino’ extranjero que le haya dado
un tema que tenga algo que ver con las corrientes de moda. Eso se consigue yendo
becado al exterior, y es muy fácil equivocarse al asignar becas.
Esto ocurre porque la ciencia, por su gran prestigio, se ha convertido en do en
una profesión codiciada y en ella hay que hacer carrera de cierta manera, ya
estandarizada por normas internacionales. El éxito consiste en publicar papers,
asistir a congresos y simposios, recibir visitas de profesores extranjeros, ser
invitado a otras universidades como profesor visitante. Esta carrera requiere
una técnica y un cierto umbral de capacidad y preparación. Pero la inteligencia
no es un elemento decisivo, salvo en el caso de genios, y este caso lo dejamos
de lado porque sobre genios no hay ninguna regla general que valga. Para el
investigador común, el elemento decisivo para adquirir ‘status’ en la carrera
científica es un tipo de habilidad muy similar al ‘public relations’. Tal como
en la competencia comercial, a menos que lo que se venda sea muy, muy malo o
muy, muy bueno, es más importante saber vender que preocuparse por la calidad
del producto Esto puede parecer exagerado, y cuando yo publiqué mi primer paper,
hace 25 años, me hubiera parecido una herejía, pero la experiencia me ha hecho
cambiar de opinión.
Por supuesto, no todos los que tienen éxito en esta carrera científica son
simples buscadores de prestigio, si no, la ciencia estaría estancada y no lo
está. Pero tampoco progresa tan maravillosamente como se dice: tengan en cuenta
que desde Aristóteles hasta Einstein hubo menos científicos en total que los que
hoy viven y publican papers, y sin embargo en los últimos cuarenta años ninguna
ciencia., salvo la Biología, produjo ideas, teorías o descubrimientos geniales
corno los que asociamos a los nombres de Darwin, Einstein, Schrodinger, Cantor,
Marx, Weber e incluso Freud. Los grandes adelantos han sido técnicos,
impublicables en revistas de ‘ciencia pura’: computadores, bomba atómica,
satélites, propaganda comercial.
No está claro que el actual diluvio de papers ayude mucho al progreso de la
ciencia, y por lo tanto no es válido en general el argumento de los que se
niegan a “perder tiempo” enseñando porque dicen que sus investigaciones son más
importantes. Eso puede ser cierto en un caso cada mil, no más.
El cientificismo es la actitud del que, por progresar en esta carrera
científica, olvida sus deberes sociales hacía su país y hacia los que saben
menos que él.
Pero este peligro no lo vimos al principio, y seguimos preocupados
exclusivamente con el otro, el de los fósiles, incapaces siquiera de ser
cientificistas. Así, otra medida de seguridad que tomamos fue la de incluir
científicos extranjeros en los jurados. Todavía no me explico cómo pudimos
cometer semejante error, y ojalá no se repita aquí.
Los científicos extranjeros son capaces -si están bien elegidos- de juzgar entre
un paper “moderno” y uno anticuado, y siempre votaron en contra de los fósiles.
Pero cuando se trataba de elegir entre dos candidatos científicamente
aceptables, usaban sus propias normas, válidas en sus propios países, y optaban
por el que había publicado un poco más, o se ocupaba de un tema más de moda, sin
tomar en cuenta dos cuestiones esenciales: que en Sudamérica es tanto o más
importante formar las nuevas Generaciones de científicos que hacer investigación
ya, y que la investigación que se haga debe servir al país a corto o mediano
plazo. Esos criterios ideológicos, estos juicios de valor, no eran compartidos
por los jurados extranjeros, y muchas veces nos obligaron a nombrar profesor a
un cientificista dejando de lado a jóvenes también capaces de investigar, pero
más conscientes de sus deberes sociales.
El resultado práctico de nuestros esfuerzos fue que “triunfamos”, digámoslo
entre comillas (muchas personas siguen creyendo lo mismo; yo no). En la mayoría
de los casos, los fósiles fueron derrotados y en muy poco tiempo la Facultad de
Ciencias de Buenos Aires fue considerada un ejemplo de ciencia moderna en
Sudamérica; se multiplicó el número de papers producidos, nuestros alumnos
hacían siempre un brillante papel en las universidades extranjeras a donde iban
becados y cuando llegaba un profesor visitante siempre nos encontraba al día en
todos los temas de moda.
Lo que conseguimos fue estimular el cientificismo, lanzar a los jóvenes a esa
olimpíada que es la ciencia según los criterios del Hemisferio Norte, donde hay
que estar compitiendo constantemente contra los demás científicos, que más que
colegas son rivales. Y como esa competencia continua no es el estado ideal para
poder pensar con tranquilidad, con profundidad, no es extraño que ninguno de los
muchos papers publicados por nuestros investigadores desde 1955 haya hecho
adelantar notablemente ninguna rama de la ciencia. Si no se hubieran escrito, la
diferencia no se notaría.
A cambio de ese ínfimo aporte a la ciencia universal, encontramos que estos
cientificistas no atendían a los alumnos, o peor, implantaban un criterio
aristocrático en la Facultad: elegían algunos buenos alumnos porque los
necesitaban como asistentes para su trabajo, y se dedicaban exclusivamente a
ellos. Los demás eran considerados de casta inferior y debían arreglarse como
pudieran.
Poco a poco la Facultad se fue transformando en una sucursal de las
universidades del Hemisferio Norte. En nuestros laboratorios trabajaba gente
joven, muy capaz, becada al Hemisferio Norte apenas graduados, que habían
recibido allí un tema de trabajo, y ahora de regreso en el país seguían con ese
tema porque era lo único que sabían bien y lo único que les permitía seguir
publicando; eran muy jóvenes, no tenían una experiencia amplia y no querían
desperdiciar esa capacidad tan específica que habían adquirido. Se mantenían en
contacto mucho más estrecho con las universidades del exterior que con las
nuestras: todos sus canales de información estaban conectados hacía afuera. Y
desgraciadamente dimos el ejemplo a las demás universidades e institutos
científicos del país y llegamos a extremos escandalosos: una escuela de Física y
un instituto de investigaciones sociológicas ubicados en los Andes patagónicos,
una hermosa zona de turismo aislada del resto del país, pero adonde los
profesores extranjeros iban encantados durante sus vacaciones de verano porque
podían combinar ciencia con esquí. Algo de eso tienen ustedes aquí en el IVIC,
pero lo peor no es el presente, sino el futuro.
Lo que obtuvimos, pues, fue una alienación, un extrañamiento de todos esos
jóvenes que habíamos preparado con tanto cuidado, luchando durante anos para
conseguirles fondos, para crear el Consejo de investigaciones Científicas y
Técnicas que dio y da becas, subsidios, complementos de sueldo... con un
criterio aún más cientificista que el nuestro. Toda esa gente, aun quedándose en
el país, cortaba sus lazos con él y se vinculaba cada vez más al extranjero.
Algunos terminaban yéndose al Hemisferio Norte definitivamente, pero ese no era
el problema más grave. Más problema eran los que se quedaban pero se ocupaban
sólo de temas que interesaban a los Estados Unidos o a Europa. Cuestiones de
ciencia aplicada que interesaran al país no se investigaban. Problemas de
ciencia pura que pusieran tener alguna ramificación beneficiosa para el país, no
se veían. Que pudieran ser un aporte significativo para la ciencia universal, no
aparecieron.
En cambio teníamos una especie de colonización científica; todos nuestros
criterios, nuestras medidas de prestigio, los valores e ideales de nuestros
muchachos más inteligentes, estaban dados por patrones exteriores, aceptados sin
análisis, por puro seguidismo e imitación.
Por supuesto nosotros siempre hablábamos de los problemas nacionales, del papel
de la Facultad frente al país, y hasta creamos comisiones que trataban de
estimular en cada Departamento las investigaciones aplicadas. Pero no pasaban de
buenas intenciones y nosotros mismos no estábamos convencidos del todo ni
veíamos muy claro qué era lo que se podía hacer.
Sin embargo, había algunos síntomas significativos. Empezamos a obtener apoyos
inesperados e indeseados. Al comienzo, en el año 55, éramos todos considerados
comunistas por la embajada norteamericana, pero esa actitud fue cambiando y nos
encontramos recibiendo apoyo de las fundaciones -Ford, Rockefeller, Carnegie,
todas- la National Academy of Science, el National Institute for Health; hasta
recibimos un subsidio de la Fuerza Aérea norteamericana para hacer un estudio
meteorológico. A algunos de nosotros esto nos obligó a pensar qué era lo que
estaba sucediendo, por qué tanto interés, tanta amistad con nosotros de golpe. Y
llegamos a la conclusión de que estábamos haciendo un buen negocio para ellos:
que nuestra producción científica era tan parecida a la de ellos que les
convenía apoyarnos.
Cuando nuestros radioquímicos completaron una serie de tablas con propiedades de
los radioisótopos, no hicieron una obra científica original -no formularon
ninguna idea nueva- pero hicieron un trabajo de rutina delicada, muy útil para
la ciencia del Norte y recibieron por ello muchas palmadas de agradecimiento.
Como ese hay otros muchos ejemplos, pero tal vez el máximo beneficio que el
Hemisferio Norte saca de este apoyo al cientificismo es que nos hace depender
culturalmente de ellos. Si los universitarios, la gente de la cual salen los
cuadros dirigentes del país, se acostumbran a aceptar el liderazgo científico, y
por lo tanto tecnológico del Norte, les será mucho más difícil rebelarse contra
la dependencia económica y política. De ahí el interés de muchas entidades del
Norte en apoyar nuestros esfuerzos en pro de la modernización de la enseñanza, y
en contra de los profesores fósiles y los métodos anticuados, y eso se está
viendo también aquí.
No quiero dejar pasar esta oportunidad sin recordarles que no es sólo en la
Facultad de Ciencias que se nota este apoyo extranjero. Todo el programa de
reforma de la educación venezolana que está haciendo Eduplan, está bajo el
“asesoramiento” de una universidad norteamericana, con dinero proporcionado por
la Fundación Ford. Recuerden también que acaba de inaugurarse el Instituto de
Enseñanza Superior de Administración IESA, fundado por empresas privadas -la
Creole y otras- con el auxilio técnico de cinco universidades norteamericanas y
apoyo financiero de la Ford, para impartir una enseñanza moderna y eficiente,
con las últimas técnicas de ‘management’, uso de computadoras, racionalización
de oficinas, etc. Este Instituto competirá ventajosamente con otro análogo que
tiene el gobierno, a pesar de que éste también está tratando de modernizarse, y
entonces el probable resultado es que en el futuro, los cargos de
responsabilidad en la administración pública y privada serán ocupados por
graduados del IESA, muy eficientes, pero con una mentalidad formada según los
valores y hábitos norteamericanos. Es innecesario explicar los alcances
políticos que pueden tener estos dos ejemplos.
Lo mismo estaba sucediendo en Brasil, cuyo gobierno puso también la educación en
manos de varias instituciones norteamericanas. Pero, como habrán leído en las
noticias de estos días, los estudiantes brasileños, después de un año de
mantenerse indiferentes al problema, reaccionaron con bastante violencia, y
parece que el gobierno dio marcha atrás. Claro que los brasileños siempre han
sido bastante nacionalistas, y saben que si un país es algo diferente de los
demás es porque tiene una cultura propia, es decir hábitos de vivir, de pensar,
de trabajar, tradiciones y valores propios. Esa cultura se forma en gran parte a
través de la educación, y por eso la educación es lo último que puede entregarse
a otro país, cualquiera que sea. Si en nuestra vida cotidiana, en nuestra
ciencia y nuestro arte imitamos a los EE.UU., es inútil que tengamos un ejército
propio y elecciones presidenciales: seremos igual una colonia, y con menos
probabilidades de liberarnos que hace 150 años, porque estaremos satisfechos con
nuestra manera de vivir. El colonialismo cultural es como un lavado de cerebro:
más limpio y más eficaz que la violencia física.
Si un país sudamericano quiere ser realmente libre, Y no un estado libre
asociado, tiene que tener su propia política educativa, dirigida mal o bien por
sus ciudadanos. Si son inteligentes tendrán grandes éxitos y serán admirados por
el resto del mundo; si no, serán al menos lo que ellos han querido ser.
Quiero aclarar a todo esto que los asesores extranjeros que están
colonizándonos, son en general excelentes personas y realmente desean lo mejor
para Sudamérica. Claro que ‘lo mejor’ a la manera que lo entienden ellos, y en
eso se parecen mucho a los misioneros que iban a las islas del Pacífico a salvar
las almas de aquellos pobres paganos condenados al infierno. Los asesores vienen
muchas veces con la intención de salvarnos del subdesarrollo, y esa intención se
la agradecemos, pero los rechazamos porque para ellos desarrollarse es ser igual
a ellos, sobre todo culturalmente. Por eso en especial propugnan y financian
métodos de educación masiva, televisión educativa, enseñanza a computadoras,
todos esos métodos que les permiten enlatar clases y conferencias en los EE.UU.
y mandarlos aquí para que todos aprendamos las mismas cosas, de la misma manera,
con el mismo énfasis.
Son métodos de aprendizaje muy eficientes. Seguro que vamos a adquirir muchos
más bits de información mucho más rápido que con estos anticuados métodos
nuestros, pero, ¿cuál es el contenido de esa información? Esa información se
refiere a los temas que les interesan a ellos, por supuesto. En un pensum de
Física sudamericano, la teoría general de la relatividad y los métodos de
detectar neutrinos no deben ocupar el mismo número de horas que en el Norte, y
en la escuela primaria y secundaria los ejemplos son más delicados pero mucho
más peligrosos.
En resumen, la independencia cultural debe ser nuestra objetivo permanente, en
todos los campos de la cultura, desde las series de TV hasta la ciencia pura.
Esto es bastante fácil de comprender en ciertas ciencias: es evidente que las
investigaciones sociológicas no tienen que estar dirigidas por gente de otro
país que puede tener malas intenciones, como en el famoso Proyecto Camelot. Y si
las tienen buenas, saben menos que nosotros qué temas interesan e incluso qué
métodos conviene aplicar. Pero para las ciencias que se estudian en esta
Facultad, la cosa no está tan clara y debemos analizarla aunque sea
superficialmente, porque el otro camino, el de la imitación, el seguidismo a eso
que se llama sin mucho derecho “ciencia universal”, ese si está perfectamente
claro y es sencillo de seguir. En realidad, uno de los motivos que hace tan
atrayente el cientificismo es que es muy fácil: no hay que pensar en cuestiones
realmente difíciles por sus muchas implicaciones. A uno lo envían recién
graduado a una universidad extranjera y allí su jefe le dice qué artículos tiene
que leer, qué aparatos tiene que manejar, qué técnicas tiene que usar y qué
resultados tiene que tratar de obtener. Si trabaja con perseverancia,
consultando cuando se le presenta alguna dificultad, se graduará sin duda de
“científico”, y volverá a su país a tratar de seguir haciendo lo mismo que
aprendió o algo muy relacionado con eso.
Sí ustedes se ponen a pensar qué podríamos hacer en vez de eso, se van a dar
cuenta de que es muy difícil elegir temas y métodos. Es lo más difícil de toda
investigación, y tanto más difícil cuanto más quiere uno liberarse de los
caminos trillados. Para algunos esta dificultad es un aliciente. Otros prefieren
no liberarse porque no sabrían qué hacer con esa libertad.
Evidentemente no estoy hablando de tomar medidas extremistas, no se trata de
rechazar la ciencia de moda por el hecho de que no nos sea inmediatamente útil,
o sea extranjera. Se trata de enterarse de todo, pero profundizar sólo en lo que
nos interesa por motivos nacionales. Se nos dice que la ciencia debe
interesarnos, porque la ciencia está formada por verdades, y lo que es verdad en
Nueva York también es verdad en Caracas. Esto hay que aclararlo.
Lo que ocurre es que la verdad no es la única dimensión que cuenta: hay verdades
que son triviales, hay verdades que son tontas, hay verdades que no interesan a
nadie. “Una frase significa algo sí y sólo sí puede ser declarada verdadera o
falsa”, afirma una escuela filosófica muy en boga entre los científicos
norteamericanos. Yo no creo eso: hay otra dimensión del significado que no puede
ignorarse la importancia. Es cierto que un teorema demostrado en cualquier parte
del mundo es válido en todas las demás, pero a lo mejor a nadie le importa. Eso
me ha pasado a mí con muchos teoremas que yo he demostrado. Son verdaderos pero
creo que el tiempo que gasté en demostrarlos lo pude haber aprovechado mejor. No
significan nada.
Para eso hay una respuesta habitual: “no se sabe nunca; tal vez dentro de diez
años ese teorema va a ser la piedra fundamental de una teoría más importante que
la relatividad o la evolución”. Bueno, sí, como posibilidad lógica no se puede
descartar, pero ¿cuál es su probabilidad? Porque si es muy cercana a cero no
vale la pena molestarse. Además, seamos realistas: si un teorema que yo descubro
hoy y que nadie lee ni le importa, dentro de diez años resulta importante, es
seguro que el científico que lo necesite para su teoría lo va a redescubrir por
su cuenta, y recién mucho después algún historiador de la ciencia dirá “ya diez
años antes un señor allá en Sudamérica había demostrado ese mismo teorema”. No
tiene mucha importancia eso para la ciencia universal. Ese valor potencial que
tiene cualquier descubrimiento científico es el que tendría un ladrillo arrojado
en cualquier lugar del país, si a alguno se le ocurriera construir allí una
casa, por casualidad. Es posible, pero no se puede organizar una sociedad, ni la
ciencia de un país con ese tipo de criterio. Hay que planificar las cosas. No
todas las investigaciones tienen la misma prioridad; ellas no pueden elegirse al
azar ni por criterios ajenos.
Esta no es una posición aceptada por todos los científicos: al contrario,
contradice algunas de las bellas frases acerca de la Ciencia con que nos educan
desde niños. En particular parece -sólo parece- contradecir la “libertad de
investigación”.
Cuando un científico está tan convencido de la importancia de su tema que no hay
manera de convencerlo de que tiene prioridad baja, hay que dejarlo, incluso hay
que ayudarlo un poco. Porque esa convicción aumenta la probabilidad de que el
tema sirva para algo. Pero esos casos son muy raros. Piensen, aquellos de
ustedes que ya están embarcados en la carrera científica, si en algún momento
han tenido la convicción de que “tengo que estudiar físico-química o reviento”.
No es verdad. uno elige su especialidad llevado en buena parte por las
circunstancias: una beca, un buen profesor, un amigo, la familia. Y si las
circunstancias le hubieran hecho estudiar bioquímica estaría igualmente
satisfecho.
Sin embargo hay que tener en cuenta que cuando una persona ya está entrenada en
una rama de la ciencia, cuando ha invertido unos cuantos años de su vida en
aprender una especialidad, es muy difícil pedirle que se dedique a otra cosa de
más prioridad. Si se le insiste mucho lo que hará es irse. Lo que estoy diciendo
se dirige a la gente que tiene que elegir su carrera, y a los que tienen que
decidir cómo se va a planificar la ciencia del país de aquí en adelante, es
decir, con qué criterios se van a repartir los limitados fondos de que se
dispone para investigar.
En esta lucha por la independencia cultural se puede caer, es cierto, en
extremos ridículos o heroicos. Así, el líder negro Fannon rechaza no solamente
la colonización política y económica sino también la cultural, y dice: no
queremos la ciencia de los blancos, no queremos la literatura de los blancos;
todo lo que han hecho desde Aristóteles hasta ahora pueden guardárselo y vamos a
ver qué hacemos nosotros en cambio. Eso realmente es valiente, pero yo no creo
que pueda ser. No puede ser por un motivo sencillo, la ciencia “blanca” produjo
una fuerza física que es irrebatible: si Africa renuncia a toda la ciencia
blanca, en particular renuncia a las armas. Y no veo entonces cómo se van a
proteger de la colonización.
Ese es un hecho incontrovertible; hay una parte de la ciencia que hay que
aceptar aunque sea en defensa propia. Si los guerrilleros vietnamitas no
estuvieran dispuestos a aprender la tecnología de la bazooka sería peor para
ellos. Y esa tecnología lleva implícita una ciencia básica que hay que aprender.
Tampoco vamos a rechazar una teoría simplemente porque viene del Hemisferio
Norte, como Hitler quería rechazar la relatividad porque la había inventado un
judío. Lo que afirmamos es que no hay que irse al otro extremo: aceptar
cualquier cosa simplemente porque viene del Hemisferio Norte. Independencia
cultural significa dos cosas: obligación de crear, y derecho a elegir. De lo que
se hace en el Norte vamos a elegir lo que nos parezca conveniente; vamos a
tomarnos esa gran responsabilidad. Y vamos a tratar de crear lo que falta.
Podremos equivocarnos, como se equivocaron en Rusia al apoyar al genetista
Lyssenko contra las teorías “occidentales”, pero por lo menos intentaron una
nueva vía. Tal vez Lyssenko era demasiado pirata y ese error pudo haberse
evitado. Pero no importa; un error así es menos grave que aceptar a pies
juntillas todo lo que viene del Norte, cono hacemos nosotros. Prefiero el otro
tipo de pecado.
Elegir en vez de aceptar no es fácil. Crear, mucho menos. La Ciencia parece a
primera vista un cuerpo tan completo y perfecto que uno se descorazona
fácilmente ante la tarea de innovar. Sin embargo, todos están de acuerdo en que
dentro de un siglo la ciencia habrá descubierto campos, teorías y métodos
totalmente nuevos. Eso significa que la ciencia de hoy no está cubriendo todos
los campos posibles. Hay un horizonte inmenso de nuevas posibilidades.
Es verdad que la mayoría de estas novedades futuras no podrían aparecer hoy, de
pronto. Necesitan que transcurra el tiempo para que se hacen ciertos
descubrimientos empíricos, se inventen ciertos materiales y aparatos, etc. Pero
en muchos otros casos, el hecho de que se descubran hoy o dentro de cien años
depende principalmente del interés de los investigadores. Incluso hay fenómenos
sociales, biológicos, geológicos, que si no se investigan hoy no se podrán
investigar ya nunca porque habrán desaparecido.
En la Facultad de Ciencias, el deseo de crear, de ser originales, tropieza con
dificultades cada vez mayores a medida que se trata de una ciencia más básica.
Para un biólogo, encontrar temas que no sean sugeridos por el último grito de la
biología molecular no es muy difícil, dado el carácter local de muchos fenómenos
biológicos interesantes. Lo mismo pasa con los geólogos (que deberían estar en
esta Facultad). Hace poco leí que un estudio del río Caroní sirvió para
modificar una serie de conceptos hidrogeológicos. Ese estudio lo dirigió un
norteamericano ¿Por qué no un venezolano? Es un tema tan interesante que pesó el
nivel de revista técnica y alcanzó el de divulgación. Como éste, sin duda hay
muchos otros temas empíricos que conducen rápidamente a cuestiones teóricas
novedosas.
Pero si pasamos a la Química, la Física o la Matemática, la cosa es más difícil,
aún si el único criterio fuera la originalidad, que no lo es. Evidentemente los
átomos son los mismos en todas partes, parece difícil encontrarles carácter
local., y en efecto, una teoría de las partículas elementales venezolanas
sonaría bastante ridícula, y una teoría venezolana de las partículas elementales
suena bastante difícil porque sería correr una carrera con el Hemisferio Norte
en un tema que inventaron ellos, al cual aplican enormes recursos y donde nos
llevan una gran ventaja inicial. Es justamente lo que se quiere evitar.
Sin embargo, los átomos de azufre pueden estudiarse en general o en su relación
con el petróleo venezolano. Este es un problema empírico que lleva
inmediatamente a cuestiones teóricas fundamentales. Y tampoco es imposible hacer
teorías en las que en el Norte no se ha pensado: en esta misma Facultad, el
profesor Alsina, un sudamericano, completó su interpretación del
electromagnetismo y otros conceptos físicos a través de la relatividad especial,
un estudio original y de calidad.
Se puede estudiar la teoría de líquidos en vez de la de sólidos como todo el
mundo, o dentro de los sólidos la física del suelo en vez de los semiconductores
o los cristales. Toda la teoría de los fenómenos irreversibles está muy
atrasada. No se sabe nada de posibles memorias orgánicas para computadoras: hay
allí un campo abierto para equipos de ingenieros, biólogos, químicos y físicos.
Ya ven que es posible plantear ternas que no están de moda, si es eso lo que uno
se propone.
Pero la originalidad no puede ser el único criterio. Eso corresponde a la
ideología de que la ciencia es un juego y que el científico puede elegir el tema
que le divierta más, porque su recompensa es el placer que experimenta al
dedicarse a ese juego. Esa ideología se lava las manos de los problemas sociales
y por eso debemos rechazarla.
Intentemos por lo menos una respuesta tentativa a este problema de hacer ciencia
autónoma pero con un contenido social.
Yo creo que lo que tiene que hacer un país subdesarrollado es integrar la
actividad científica alrededor de algunos grandes problemas del país. Y la
Facultad de Ciencias tiene que orientar su enseñanza para que eso sea posible.
Afirmo que con ese método de trabajo se conseguirá que la Universidad contribuya
mejor al desarrollo del país y que no se haga seguidismo científico.
Para aclarar, tomemos como ejemplo un proyecto que se planteó en esta misma
Facultad sin mayor éxito. Es el estudio general de la región de los Llanos. Que
eso es útil, muy útil, al país es evidente, pero además puede dar origen a
descubrimientos empíricos, teóricos y metodológicos de tanto interés como los de
cualquier otra parte del mundo.
La idea es que al plantear un estudio tan amplio es forzoso trabajar en equipo
multidisciplinario. Se debe conseguir una integración no sólo de ecólogos,
zoólogos y botánicos, edafólogos y micólogos, sino también de físicos y
químicos, porque el suelo debe ser analizado desde ese punto de vista, y de
matemáticos, porque toda esa información debe poder manipularse de una manera
eficiente y rigurosa, es decir con métodos matemáticos. Y por supuesto tiene que
haber economistas y sociólogos: sería absurdo estudiar toda la vida de los
Llanos menos la humana; hay que estudiar cómo es la gente que vive allí, cuáles
son sus necesidades, y qué representa esa región para los objetivos nacionales
de Venezuela.
Estoy seguro de que cuando los campesinos del Llano empiecen a plantear sus
problemas acerca de por qué tal planta crece peor aquí que allá, los fisiólogos
vegetales encontrarían cien temas de interés, y como no estarán estudiando
ejemplares de invernadero deberán llamar en su auxilio a los que estudian las
propiedades del suelo, las características de las inundaciones, los enemigos
naturales, etc., etc. Esta interacción de disciplinas, que exige a su vez
discusión, crítica y estímulo constante entre los investigadores y permite que
ideas comunes en una rama de la ciencia se propaguen de manera natural a las
otras, es una garantía de éxito.
Les recuerdo además una característica propia de la ciencia del norte, y es que
allí es muy raro el trabajo en equipo, justamente porque la filosofía de la vida
en Estados Unidos requiere una alta competitividad individual. Cada científico
tiene que firmar él su paper, porque si no ha publicado tantos por año pierde su
contrato en la Universidad a favor de otro que publicó más. Hay una resistencia
muy grande a hacer un trabajo en el que haya cierta dosis de, digamos,
generosidad colectiva con respecto a las ideas y a los papers. Es muy difícil
plantear allá un trabajo grande, cuyos resultados pueden tardar 3, 4 ó más años
en aparecer, y cuando aparezcan estarán firmados por muchas personas. Eso no
sirve para hacer carrera científica en Estados Unidos, y no se hace salvo cuando
no hay más remedio: cuando hay guerra, en las industrias de defensa, en la
industria espacial. Allí sí; cuando hay que hacer la bomba atómica se reúnen
todos los cráneos necesarios y se hace. Pero no es lo usual; ellos no están
preparados ideológicamente para trabajar en equipo. Yo no sé si nosotros lo
estamos, pero es un camino promisorio y deberíamos probarlo.
Pero hasta ahora no ha habido confianza suficiente en las propias fuerzas. Así
un Magnífico estudio interdisciplinario, el plan de desarrollo de Ciudad Cuyana
y su zona de influencia, fue encargado a un grupo de expertos extranjeros. Y los
resultados no fueron muy brillantes, por cierto. Seguramente un equipo
venezolano no lo hubiera hecho peor.
Esto nos indica otro ejemplo, el más importante de los que se me ocurren. Es el
estudio de la estrategia de desarrollo que más conviene al país. Partiendo de la
situación actual objetiva, y de ciertas metas generales como eliminar la
pobreza, la dependencia económica y cultural, etc., se debe investigar cómo
efectuar ese cambio, pero analizando todos sus aspectos: con qué recursos
naturales y humanos se cuenta, qué fuerzas internas o externas se oponen al
cambio, qué instituciones se necesitan, qué fábricas son indispensables, cómo
pueden continuar funcionando si hay un bloqueo comercial, etc., etc. Este es un
problema que parece pertenecer a las ciencias sociales, pero si se plantea en
todo su real tamaño requiere la colaboración esencial de las ciencias básicas,
desde la discusión de las recursos naturales y los procesos tecnológicos de
producción hasta los métodos matemáticos y estadísticos de analizar la enorme
cantidad de factores que intervienen en el proceso simultáneamente.
E insisto en que aunque estos grandes proyectos parecen ser ciencia aplicada, en
la realidad darán origen a muchos problemas de ciencia pura, y de manera
funcional: no problemas teóricos cualesquiera, sino sugeridos por la necesidad
de contestar a las preguntas planteadas en el proyecto y que la ciencia actual
no alcanza a responder. En Venezuela tenemos varios ejemplos concretos de esto.
Así, en el estudio de sistemas socio-económicos mediante modelos matemáticos
complejos que se hace en el Cendes y en el Departamento de Computación de esta
Facultad, notamos la necesidad de ciertas herramientas matemáticas que la
ciencia del Hemisferio Norte no se ha preocupado por desarrollar. Ellos publican
muchos teoremas de Topología, de Análisis Funcional, de Algebra Homológica, pero
no nos sirven. Nos harían falta otro tipo de teoremas aún no descubiertos. No es
que queramos ser originales; es una necesidad que apareció naturalmente en el
curso de nuestro trabajo, y que nos hace desear una mayor integración con los
matemáticos ‘puros’ de esta Universidad.
Este ejemplo es interesante porque se refiere a la ciencia considerada más
universal entre todas, y donde parece más difícil que una investigación
‘aplicada’ pueda originar problemas teóricos novedosos. ¿No es lógico pensar que
los matemáticos sudamericanos podrían contribuir más eficazmente al desarrollo
de esta ciencia interesándose por estos problemas en vez de seguir a la cola de
los temas de moda? La famosa ciencia universal puede ganar muchos más de unas
pocas ideas frescas, motivadas por problemas reales nuestros, que de nuestra
incorporación pasiva a la gran competencia atlético-científica del Hemisferio
Norte.
Pero ¿como se hace para lograr una renovación académica en esta dirección; para
que los hábitos de investigación se orienten hacia estos grandes proyectos
interdisciplinarios? Esto no se consigue en un día ni con un decreto del Consejo
Directivo. Hay muchos pequeños y grandes ajustes que hacer en todas las
actividades de la Facultad lo antes posible. Veamos algunos, propuestos por el
Profesor Domingo, y que yo comparto totalmente.
1. Aumentar la interacción profesor-alumno en ambas direcciones: reducir la
importancia de las clases magistrales ante aulas repletas y aumentar la
enseñanza en grupos pequeños, pasando rápidamente a seminarios, y luego a grupos
de trabajo antes de graduarse. Utilizar medios mecánicos y electrónicos para
enseñar el material que puede aprenderse rutinariamente, de memoria, pero sólo
para ese material. El uso exagerado de televisión educativa y enseñanza
programada es un peligro mortal para la independencia de nuestros países.
2. Modificar el régimen de calificaciones de modo que premie no sólo el
conocimiento individual sino la capacidad de trabajo en equipo, de colaboración,
la dedicación a transmitir conocimientos y la imaginación creadora.
3. Los mismos criterios pero con mayor énfasis aún, deben usarse para la
selección de becarios al exterior. No debe becarse a nadie que no está formando
parte de un grupo de trabajo y no sepa lo que va a hacer a su regreso. El pedido
de beca debe ser aprobado por el grupo de trabajo.
4. Modificaciones del pensum para introducir temas que vinculen la ciencia con
la sociedad. En Particular debe darse una descripción del país con sus problemas
actuales y previsibles, con un criterio muy concreto y dinámico.
5. La tesis de grado debe hacerse preferentemente colaborando como asistente en
un equipo que ya está funcionando interdisciplinariamente.
6. Estimular reuniones de profesores de distintas Escuelas y de distintas
Facultades para sugerir vinculaciones de cada materia y de cada investigación
con otras disciplinas.
7. Utilizar los criterios enunciados en 2.- para los ascensos, subsidios y años
sabáticos a profesores.
8. Dar mayor responsabilidad en la enseñanza a los asistentes e instructores.
Tal vez estas normas ayuden a luchar exitosamente contra los fósiles y los
cientificistas al mismo tiempo, y los universitarios puedan por sentir que están
cumpliendo con su país y con la ciencia.
Fuente: http://www.oei.es/salactsi/varsavsky.htm
* Oscar Varsavsky nació en Buenos Aires, Argentina, un 18 de enero de 1920;
murió en esa misma ciudad el 17 de diciembre de 1976.Se graduó como doctor en
Química en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires.
Vinculó el quehacer científico con la realidad social, considerando que la
ciencia debe estar al servicio de un proyecto político para cambiar la sociedad.
Fue un pionero en la creación de modelos matemáticos aplicados a las ciencias
sociales. A lo largo de su vida dio clases de Matemáticas en las universidades
del Sur, de Cuyo y de Caracas. Y desde 1958 fue miembro del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y en sus últimos años
profundizó en el estudio de la Historia y la Epistemología (estudio crítico del
desarrollo, método y resultado de la ciencia). “Ciencia, política y
cientificismo” es una de sus obras más significativas para gestar una ciencia al
servicio de un proyecto nacional.
Política,
economía y salud
La gripe porcina y el monstruoso poder de la gran industria pecuaria
Por Mike Davis*
28/04/09
La gripe porcina mexicana, una quimera genética probablemente concebida en el
cieno fecal de una gorrinera industrial, amenaza subitáneamente con una fiebre
al mundo entero. Los brotes en la América del Norte revelan una infección que
está viajando ya a mayor velocidad de la que viajó con la última cepa pandémica
oficial, la gripe de Hong Kong en 1968.
Robándole protagonismo a nuestro último asesino oficial, el virus H5N1, este
virus porcino representa una amenaza de ignota magnitud. Parece menos letal que
el SARS [Síndrome Respiratorio Agudo, por sus siglas en inglés] en 2003, pero,
como gripe, podría resultar más duradera que el SARS. Dado que las domesticadas
gripes estacionales de tipo A matan nada menos que a un millón de personas al
año, incluso un modesto incremento de virulencia, especialmente si va combinada
con una elevada incidencia, podría producir una carnicería equivalente a una
guerra importante.
Ello es que una de sus primeras víctimas ha sido la consoladora fe,
inveteradamente predicada por la Organización Mundial de Salud (OMS), en la
posibilidad de contener las pandemias con respuestas inmediatas de las
burocracias sanitarias e independientemente de la calidad de la sanidad pública
local. Desde las primeras muertes por H5N1 en 1997, en Hong Kong, la OMS, con el
apoyo de la mayoría de administraciones nacionales de sanidad, ha promovido una
estrategia centrada en la identificación y el aislamiento de una cepa pandémica
en su radio local de brote, seguidos de una masiva administración de antivirales
y –si disponibles— vacunas a la población.
Una legión de escépticos ha criticado ese enfoque de contrainsurgencia viral,
señalando que los microbios pueden ahora volar alrededor del mundo –casi
literalmente en el caso de la gripe aviar— mucho más rápidamente de lo que la
OMS o los funcionarios locales puedan llegar a reaccionar al brote original.
Esos expertos han observado también el carácter primitivo, y a menudo
inexistente, de la vigilancia de la interfaz entre las enfermedades humanas y
las animales. Pero el mito de una intervención audaz, preventiva (y barata)
contra la gripe aviar ha resultado valiosísimo para la causa de los países ricos
que, como los EEUU y el Reino Unido, prefieren invertir en sus propias líneas
Maginot biológicas, antes que incrementar drásticamente la ayuda a los frentes
epidémicos avanzados de ultramar. Tampoco ha tenido precio este mito para las
grandes transnacionales farmacéuticas, enfrentadas en una guerra sin cuartel con
las exigencias de los países en vía de desarrollo empeñados en exigir la
producción pública de antivíricos genéricos clave como el Tamiflu patentado por
Roche.
La versión de la OMS y de los centros de control de enfermedades, de acuerdo con
la cual ya se está preparado para una pandemia, sin mayor necesidad de nuevas
inversiones masivas en vigilancia, infraestructura científica y regulatoria,
salud pública básica y acceso global a fármacos vitales, será ahora
decisivamente puesta a prueba por la gripe porcina, y tal vez averigüemos que
pertenece a la misma categoría de gestión "ponzificada" del riesgo que los
títulos y obligaciones de Madoff. No es tan difícil que falle el sistema de
alertas, habida cuenta de que, sencillamente, no existe. Ni siquiera en la
América del Norte y en la Unión Europea.
Tal vez no sea sorprendente que México carezca tanto de capacidad como de
voluntad política para gestionar enfermedades avícolas y ganaderas, pero ocurre
que la situación apenas es mejor al norte de la frontera, en donde la vigilancia
se deshace en un desdichado mosaico de jurisdicciones estatales y las grandes
empresas pecuarias se enfrentan a las regulaciones sanitarias con el mismo
desprecio con que suelen tratar a los trabajadores y a los animales.
Análogamente, una década entera de advertencias de los científicos fracasó en
punto a garantizar transferencias de sofisticada tecnología viral experimental a
los países situados en las rutas pandémicas más probables. México cuenta con
expertos sanitarios de reputación mundial, pero tiene que enviar las muestras a
un laboratorio de Winnipeg para descifrar el genoma de la cepa. Así se ha
perdido toda una semana.
Pero nadie menos alerta que las autoridades de control de enfermedades en
Atlanta. De acuerdo con el Washington Post, el CDC [siglas en inglés del Centro
de Control de Enfermedades, radicado en Atlanta; T.] no se percató del brote
hasta seis días después de que México hubiera empezado a imponer medidas de
urgencia. No hay excusa que valga. Lo paradójico de esta gripe porcina es que,
aun si totalmente inesperada, había sido ya pronosticada con gran precisión.
Hace seis años, la revista Science consagró un artículo importante a poner en
evidencia que, "tras años de estabilidad, el virus de la gripe porcina de la
América del Norte ha dado un salto evolutivo vertiginoso".
Desde su identificación durante la Gran Depresión, el virus H1N1 de la gripe
porcina sólo había experimentado una ligera deriva desde su genoma original.
Luego, en 1998, una cepa muy patógena comenzó a diezmar puercas en una granja de
Carolina del Norte, y empezaron a surgir nuevas y más virulentas versiones año
tras año, incluida una variante del H1N1 que contenía los genes internos del
H3N2 (causante de la otra gripe de tipo A que se contagia entre humanos).
Los investigadores entrevistados por Science se mostraban preocupados por la
posibilidad de que uno de esos híbridos pudiera llegar a convertirse en un virus
de gripe humana –se cree que las pandemias de 1957 y de 1968 fueron causadas por
una mezcla de genes aviares y humanos fraguada en el interior de organismos
porcinos—, y urgían a la creación de un sistema oficial de vigilancia para la
gripe porcina: admonición, huelga decirlo, a la que prestó oídos sordos un
Washington dispuesto entonces a tirar miles de millones de dólares por el
sumidero de las fantasías bioterroristas.
¿Qué provocó tal aceleración en la evolución de la gripe porcina? Hace mucho que
los virólogos están convencidos de que el sistema de agricultura intensiva de la
China meridional es el principal vector de la mutación gripal: tanto de la
"deriva" estacional como del episódico "intercambio" genómico. Pero la
industrialización granempresarial de la producción pecuaria ha roto el monopolio
natural de China en la evolución de la gripe. El sector pecuario se ha visto
transformado en estas últimas décadas en algo que se parece más a la industria
petroquímica que a la feliz granja familiar que pintan los libros de texto en la
escuela.
En 1965, por ejemplo, había en los EEUU 53 millones de cerdos repartidos entre
más de un millón de granjas; hoy, 65 millones de cerdos se concentran en 65.000
instalaciones. Eso ha significado pasar de las anticuadas pocilgas a ciclópeos
infiernos fecales en los que, entre estiércol y bajo un calor sofocante, prestos
a intercambiar agentes patógenos a la velocidad del rayo, se hacinan decenas de
millares de animales con más que debilitados sistemas inmunitarios.
El año pasado, una comisión convocada por el Pew Research Center publicó un
informe sobre la "producción animal en granjas industriales", en donde se
destacaba el agudo peligro de que "la continua circulación de virus (…)
característica de enormes piaras, rebaños o hatos incremente las oportunidades
de aparición de nuevos virus por episodios de mutación o de recombinación que
podrían generar virus más eficientes en la transmisión entre humanos". La
comisión alertó también de que el promiscuo uso de antibióticos en las factorías
porcinas –más barato que en ambientes humanos— estaba propiciando el auge de
infecciones estafílocóquicas resistentes, mientras que los vertidos residuales
generaban brotes de escherichia coli y de pfiesteria (el protozoo que mató a mil
millones de peces en los estuarios de Carolina y contagió a docenas de
pescadores).
Cualquier mejora en la ecología de este nuevo agente patógeno tendría que
enfrentarse con el monstruoso poder de los grandes conglomerados empresariales
avícolas y ganaderos, como Smithfield Farms (porcino y vacuno) y Tyson (pollos).
La comisión habló de una obstrucción sistemática de sus investigaciones por
parte de las grandes empresas, incluidas unas nada recatadas amenazas de
suprimir la financiación de los investigadores que cooperaran con la comisión.
Se trata de una industria muy globalizada y con influencias políticas. Así como
el gigante avícola Charoen Pokphand, radicado en Bangkok, fue capaz de
desbaratar las investigaciones sobre su papel en la propagación de la gripe
aviar en el sureste asiático, es lo más probable que la epidemiología forense
del brote de gripe porcina se dé de bruces contra la pétrea muralla de la
industria del cerdo.
Eso no quiere decir que no vaya a encontrarse nunca una acusadora pistola
humeante: ya corre el rumor en la prensa mexicana de un epicentro de la gripe
situado en torno a una gigantesca filial de Smithfield en el estado de Veracruz.
Pero lo más importante –sobre todo por la persistente amenaza del virus H5N1— es
el bosque, no los árboles: la fracasada estrategia antipandémica de la OMS, el
progresivo deterioro de la salud pública mundial, la mordaza aplicada por las
grandes transnacionales farmacéuticas a medicamentos vitales y la catástrofe
planetaria que es una producción pecuaria industrializada y ecológicamente
desquiciada.*
* Mike Davis es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO. Traducidos
recientemente al castellano: su libro sobre la amenaza de la gripe aviar (El
monstruo llama a nuestra puerta, trad. María Julia Bertomeu, Ediciones El Viejo
Topo, Barcelona, 2006), su libro sobre las Ciudades muertas (trad. Dina
Khorasane, Marta Malo de Molina, Tatiana de la O y Mónica Cifuentes Zaro,
Editorial Traficantes de sueños, Madrid, 2007) y su libro Los holocaustos de la
era victoriana tardía (trad. Aitana Guia i Conca e Ivano Stocco, Ed. Universitat
de València, Valencia, 2007). Sus libros más recientes son: In Praise of
Barbarians: Essays against Empire (Haymarket Books, 2008) y Buda's Wagon: A
Brief History of the Car Bomb (Verso, 2007; traducción castellana de Jordi Mundó
en la editorial El Viejo Topo, Barcelona, 2009).
Fuente: www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2528
Política
Internacional
La primera masacre
del gobierno de Barack Obama
Por Emir Sader
10/05/09
Se puede tener mayor o menor simpatía por el nuevo presidente norteamericano,
creer un poco más o un poco menos en sus palabras, valorar más o menos el cambio
de tono del gobierno de los Estados Unidos al tratar sus diferencias con otros
gobiernos. Pero hay un límite para juzgar el carácter de un presidente o de un
gobierno. Ese límite se rebasó ahora, con la masacre de por lo menos 150 civiles
en Afganistán.
Ya hubo muertes, la semana anterior, de algunos cientos de supuestos militantes
por el Ejército de Paquistán, cuya credibilidad es cero y permite suponer que se
trataba, en su gran mayoría, de población civil, señalada como talibanes, para
intentar recuperar mínimamente la imagen del ejército de aquel país.
Pero ahora las versiones llegan de las propias autoridades de Afganistán, país
ocupado por tropas occidentales, comandadas por los Estados Unidos. Por lo menos
150 personas – en su gran mayoría mujeres y niños, síntoma claro de que se trata
de población civil – fueron víctimas de bombardeos de tropas de la OTAN. Nada
para esconder, ni para dudar.
¿Qué actitud tomará el nuevo presidente de EE.UU.? ¿Considerará esas muertes
"efectos colaterales no deseados"? O como ¿"riesgos de todo conflicto bélico"? O
como ¿"civiles que protegían a los terroristas"? O ¿"abrirá una investigación
para deslindar responsabilidades"? O ¿pedirá "disculpas a los afganos por ese
error imperdonable"? O ¿"enviará ayuda a las víctimas involuntarias de una
guerra"?
Nada servirá como pretexto para Obama. Las masacres son y serán componente
inevitable de la continuidad de la guerra de ocupación de Afganistán. Victorioso
dentro del partido Demócrata con una plataforma en general progresista, Obama
pasó a enfrentar al opositor republicano, que lo acusaba de "blando" poco
preparado para asumir lo que consideraba los intereses de los EE.UU. en el mundo
– sinónimo de las "guerras infinitas" desatadas por el gobierno de Bush contra
toda la legalidad internacional. Para intentar librarse de esa acusación,
manteniendo su promesa de una salida de las tropas norteamericanas de Irak,
Obama montó la ecuación, según la cual los EE.UU. tendrían que sacar las tropas
de Irak y transferirlas a Afganistán.
Extraño razonamiento. ¿Qué diferencia puede ser hecha entre los dos epicentros
de las "guerras infinitas? Salvo que en el caso afgano, cuando todavía persistía
el impacto de los atentados a las torres, los EE.UU. consiguieron el aval del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para la invasión. ¿Pero se trata de
algo diferente, en los dos casos, de una invasión y sometimiento de dos pueblos
a tropas países extranjeros? ¿Se trata de gobiernos elegidos libremente por los
pueblos de esos dos países o de autoridades de ocupación impuestas, en ambos
casos, por la fuerza de las armas? Si faltaba algún elemento de semejanza, esta
primera masacre del gobierno de Obama vino para confirmar la absoluta similitud
de los dos casos.
El carácter de una persona o de un gobierno está dado, sobretodo, por sus actos.
Conocemos tantos casos de personas materialmente comprometidas con la tortura,
que siguen siendo buenos padres de familia. ¿Se puede considerarlos como
personas de buen carácter? ¿Las eventuales virtudes privadas pueden perdonar los
vicios públicos?
Para los que se dejan llevar por la sonrisa cautivante de Obama y por la
elegancia de Michelle, esta primera masacre debe servir como un test de su
carácter, público y privado. El gobierno de Obama no será el mismo después de
aceptar la brutalidad de lo que las tropas de su país, y bajo su comando, están
haciendo en Afganistán e Irak. Ningún gobierno es el mismo, si pasa a convivir
con masacres como esa, de la que es directamente responsable. Los familiares de
los afganos muertos –mujeres, niños, ancianos, sus familiares, el pueblo afgano
– esperan y merecen una palabra de Obama. Esas muertes no remiten a cuando él
era un niño. Sino a su gobierno y a su decisión de intensificar, en lugar de
poner fin, a la brutal ocupación de Afganistán.
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2553
Por
qué no podemos ver ni los árboles ni el bosque: tortura y amnesia histórica
Por Noam Chomsky
31/05/09
Los memorandos sobre tortura revelados por la Casa Blanca suscitaron asombro,
indignación y sorpresa. El asombro y la indignación eran entendibles; la
sorpresa, no tanto. Por principio de cuentas, aun sin investigación, era
razonable suponer que Guantánamo era una cámara de tortura. ¿Para qué, si no,
enviar prisioneros a un lugar donde estarían fuera del alcance de la ley; un
lugar, por cierto, que Washington utiliza en violación de un tratado impuesto a
Cuba a punta de pistola? Desde luego, se adujeron razones de seguridad, pero
sigue siendo difícil tomarlas en serio. Las mismas sombrías expectativas se
tuvieron acerca de los sitios negros, prisiones secretas del gobierno de Bush, y
por la rendición extraordinaria, o captura extrajudicial de sospechosos en otros
países, y se cumplieron.
Más importante es que la tortura ha sido práctica de rutina desde los primeros
días de la conquista del territorio nacional, y continuó empleándose a medida
que las aventuras imperiales del imperio infante –como George Washington llamaba
a la nueva república– se extendieron a Filipinas, Haití y demás lugares.
Tengamos en mente también que la tortura fue el menor de muchos crímenes de
agresión, terror, subversión y estrangulamiento económico que han oscurecido la
historia estadunidense, como ocurre también con otras grandes potencias.
En consecuencia, lo sorprendente es ver las reacciones a la revelación de esos
memorandos del Departamento de Justicia, incluso las de algunos de los críticos
más francos y elocuentes del mal gobierno de Bush: Paul Krugman, por ejemplo,
quien escribió que solíamos ser una nación de ideales morales y que nunca antes
de Bush habían nuestros líderes traicionado en forma tan absoluta todo lo que
esta nación ha postulado. Por decir lo menos, esta visión común refleja una
versión bastante sesgada de la historia estadunidense.
De cuando en cuando se ha abordado en forma directa el conflicto entre lo que
postulamos y lo que hacemos. Un distinguido académico que emprendió esa tarea
fue Hans Morgenthau, fundador de la teoría de las relaciones internacionales
realistas. En un estudio clásico, publicado en 1964 a la luz de Camelot,
Morgenthau desarrollaba la visión convencional de que Estados Unidos tiene un
propósito trascendental: instaurar la paz y la libertad en su territorio y de
hecho en todas partes, puesto que la arena dentro de la cual Estados Unidos debe
defender y promover su propósito ha alcanzado dimensiones mundiales. Pero, como
académico escrupuloso, también reconoció que el registro histórico era
radicalmente inconsistente con ese propósito trascendental.
No debemos dejarnos confundir por esa discrepancia, aconsejaba Morgenthau; no
debemos confundir el abuso de la realidad con la realidad misma. La realidad es
el propósito nacional incumplido, como se revela en la evidencia de la historia
según la refleja nuestra mente. Lo que ocurría en los hechos no era más que el
abuso de la realidad.
La revelación de los memorandos sobre tortura condujo a otros a reconocer el
problema. En el New York Times, el columnista Roger Cohen reseñó un nuevo libro,
The Myth of American Exceptionalism, del periodista británico Geoffrey Hodgson,
quien concluye que Estados Unidos no es más que una nación grande, pero
imperfecta, entre otras. Cohen concede que la evidencia apoya la opinión de
Hodgson, pero de todos modos le parece que yerra al no entender que Estados
Unidos nació como una idea, y por eso tiene que llevarla adelante. La idea de
Estados Unidos se revela en el nacimiento de la nación como ciudad en una
colina, noción inspiradora que reside muy en el fondo de la sique estadunidense,
así como en el distintivo espíritu individualista y emprendedor de los
estadunidenses, que se demuestra en la expansión hacia el oeste. El error de
Hodgson, según eso, es apegarse a las distorsiones de la idea estadunidense, al
abuso de la realidad.
Volvamos la atención hacia la realidad en sí: hacia la idea de Estados Unidos
desde sus primeros días.
Vengan a ayudarnos
La frase inspiradora una ciudad en una colina fue acuñada en 1630 por John
Winthrop, quien la tomó de los evangelios para esbozar el futuro glorioso de una
nación ordenada por Dios. Un año antes la colonia de la Bahía de Massachusetts
creó su Gran Sello, el cual mostraba un indígena de cuya boca salía un
pergamino, en que se leían las palabras Vengan a ayudarnos. Así, los
colonialistas británicos se representaban como humanistas benévolos que
respondían a las súplicas de los miserables nativos para rescatarlos de su
amargo destino pagano.
De hecho, el Gran Sello es la representación gráfica de la idea de Estados
Unidos desde su nacimiento. Debe ser exhumada desde las profundidades de la
sique y desplegada en los muros de todos los salones de clase. Debió aparecer
sin duda en el fondo de toda la pleitesía estilo Kim Il-Sung que se le rendía a
ese salvaje asesino y torturador llamado Ronald Reagan, quien alegremente se
describía como el líder de una reluciente ciudad en la colina mientras
orquestaba algunos de los crímenes más espantosos de sus años en el cargo,
notoriamente en Centroamérica, pero también en otros lugares.
El Gran Sello fue una proclamación temprana de la intervención humanitaria, para
usar una frase en boga. Como ha ocurrido comúnmente desde entonces, la
intervención humanitaria condujo a una catástrofe para los supuestos
beneficiarios. El primer secretario de Guerra, el general Henry Knox, describió
la absoluta extirpación de todos los indios en las partes más populosas de la
unión por medios más destructivos para los nativos indígenas que la conducta de
los conquistadores de México y Perú.
Mucho después de que sus propias significativas aportaciones al proceso quedaran
en el pasado, John Quincy Adams deploró el destino de “esa infortunada raza de
americanos nativos, a quienes exterminamos con tanta crueldad pérfida y
despiadada… entre los atroces pecados de esta nación, por los cuales creo que
Dios algún día la llevará a juicio”. Esa crueldad pérfida y despiadada continuó
hasta que se conquistó el oeste. En vez del juicio de Dios, los atroces pecados
sólo han traído hoy elogios por la culminación de la idea estadunidense.
La conquista y colonización del oeste mostraron sin duda ese espíritu
individualista y emprendedor tan elogiado por Roger Cohen. Así ocurre por lo
regular con las empresas de colonización, la forma más cruel del imperialismo.
Los resultados fueron ensalzados por el respetado e influyente senador Henry
Cabot Lodge en 1898. Al convocar a la intervención en Cuba, Lodge elogió nuestro
historial de conquista, colonización y expansión territorial, inigualado por
ningún pueblo en el siglo XIX, y llamó a no detenerlo ahora, cuando los cubanos
también suplicaban, según las palabras del Gran Sello, vengan a ayudarnos.
Su ruego fue atendido. Estados Unidos envió tropas, con lo cual impidió que Cuba
se liberara de España y la convirtió en una colonia virtual, como continuó
siéndolo hasta 1959.
La idea estadunidense fue ilustrada tiempo después por la notable campaña
emprendida por el gobierno de Dwight D. Einsenhower para devolver a Cuba al
lugar apropiado, luego que Fidel Castro entró en La Habana en enero de 1959 y
liberó por fin a la isla del dominio extranjero, con enorme apoyo popular, como
Washington reconoció a regañadientes. Lo que siguió fue: una guerra económica,
con la mira claramente delineada de castigar al pueblo cubano para que derrocara
al desobediente gobierno de Castro; una invasión; la dedicación de los hermanos
Kennedy a llevar a Cuba los terrores de la Tierra (frase del historiador Arthur
Schlesinger en su biografía de Robert Kennedy, quien tenía esa tarea entre sus
máximas prioridades), y otros crímenes que continúan hasta el presente, en
desafío a una opinión mundial prácticamente unánime.
Por lo regular los orígenes del imperialismo estadunidense se hacen remontar a
la invasión de Cuba, Puerto Rico y Hawai en 1898. Pero eso es sucumbir a lo que
el historiador del imperialismo Bernard Porter llama la falacia del agua salada,
la idea de que la conquista sólo se vuelve imperialista cuando cruza agua de
mar. Es decir, si el Misisipi hubiera semejado al mar de Irlanda, la expansión
hacia el oeste habría sido imperialismo. De George Washington a Henry Cabot
Lodge, los que participaron en la empresa tuvieron una visión más clara de lo
que hacían.
Luego del éxito de la intervención humanitaria en Cuba, en 1898, el siguiente
paso en la misión asignada por la Providencia fue conferir las bendiciones de la
libertad y la civilización a todos los pueblos rescatados de Filipinas (en
palabras de la plataforma del Partido Republicano de Lodge)… por lo menos a los
que sobrevivieron a las matanzas y al uso extendido de la tortura y demás
atrocidades que las acompañaron. Esas almas afortunadas fueron dejadas a la
merced del gobierno filipino de paz instaurado por Estados Unidos dentro de un
modelo recién ideado de dominio colonial, que se apoyaba en fuerzas de seguridad
adiestradas y equipadas para aplicar avanzados métodos de vigilancia,
intimidación y violencia. Modelos similares se adoptarían en muchas otras zonas
donde Estados Unidos impuso brutales guardias nacionales y otras fuerzas a su
servicio.
Paradigma de apremios
En los 60 años pasados, las víctimas en todo el mundo han soportado el paradigma
de tortura de la CIA, desarrollado a un costo que llegó a mil millones de
dólares anuales, según documenta el historiador Alfred McCoy en su libro A
Question of Torture. Allí muestra cómo los métodos de tortura desarrollados por
la CIA a partir de la década de 1950 aparecen, con pocas variantes, en las
fotografías infames de la prisión de Abu Ghraib, en Irak. No hay hipérbole en el
título del penetrante estudio de Jennifer Harbury sobre el historial de tortura
estadunidense: Truth, Torture, and the American Way. Así pues, es sumamente
engañoso, por decir lo menos, que los investigadores del descenso de la banda de
Bush a las cloacas del mundo lamenten que al emprender la guerra contra el
terrorismo, Estados Unidos haya extraviado el rumbo.
No se quiere decir con esto que Bush-Cheney-Rumsfeld et al no hayan incorporado
innovaciones importantes. En la práctica normal estadunidense, la tortura se
encomendaba a subsidiarios, no la ejecutaban estadunidenses directamente en
cámaras de tortura propias, instaladas por su gobierno. En palabras de Allan
Nairn, quien ha llevado a cabo algunas de las investigaciones más reveladoras y
valerosas sobre el tema: Lo que la [prohibición de la tortura] de Obama cancela
es ese pequeño porcentaje de tortura que hoy realizan estadunidenses, pero
conserva el conjunto abrumador de la tortura del sistema, que es llevado a cabo
por extranjeros bajo patrocinio estadunidense. Obama podría dejar de apoyar a
fuerzas extranjeras que torturan, pero ha elegido no hacerlo.
Obama no acabó con la práctica de la tortura, observa Nairn, sino sólo la cambió
de lugar, restaurando la norma estadunidense de indiferencia hacia las víctimas.
“Es un retorno al status quo anterior –escribe Nairn–, al régimen de tortura que
va de Ford a Clinton, y que año con año produjo más agonía con respaldo
estadunidense de la que se produjo durante los años de Bush/Cheney.”
En ocasiones el involucramiento estadunidense en la tortura ha sido aún más
indirecto. En un estudio realizado en 1980, el latinoamericanista Lars Schoultz
descubrió que la ayuda exterior estadunidense “ha tendido a fluir en forma
desproporcionada hacia gobiernos latinoamericanos que torturan a sus ciudadanos…
a los mayores violadores de los derechos humanos fundamentales en el
hemisferio”. Estudios más amplios de Edward Herman encontraron la misma
correlación, y también sugirieron una explicación. No es sorprendente que la
ayuda estadunidense tienda a correlacionarse con un clima favorable a los
negocios, que por lo común mejora con el asesinato de organizadores de obreros y
campesinos y activistas pro derechos humanos y otras acciones semejantes, lo
cual produce una segunda correlación entre la ayuda y las monumentales
violaciones a los derechos humanos.
Estos estudios se llevaron a cabo antes de los años de Reagan, cuando no valía
la pena estudiar el tema porque esas correlaciones eran patentes. No es extraño,
pues, que el presidente Obama nos aconseje mirar hacia delante y no hacia atrás,
doctrina conveniente para los que blanden los garrotes. Los que son golpeados
por ellos tienden a ver el mundo en forma diferente, con gran molestia de
nuestra parte.
Se puede argumentar que la aplicación del paradigma de tortura de la CIA nunca
violó la Convención sobre Tortura de 1984, al menos en la forma en que fue
interpretada por Washington. McCoy señala que el muy sofisticado paradigma de la
CIA se desarrolló a enorme costo en las décadas de 1950 y 1960, con base en la
técnica de tortura más devastadora de la KGB, que se reservaba para el tormento
mental, no físico, el cual se consideraba menos efectivo para convertir a las
personas en vegetales manejables. McCoy escribe que el gobierno de Reagan revisó
en forma minuciosa la Convención Internacional sobre Tortura “con cuatro
detalladas ‘reservas’ diplomáticas enfocadas en una sola palabra de las 26
páginas impresas de la convención: la palabra ‘mental’”. Añade: Estas reservas
diplomáticas de intrincada construcción redefinían la tortura, según la
interpretación de Estados Unidos, excluyendo la privación sensorial y el dolor
autoinfligido: precisamente las técnicas que la CIA había refinado a un costo
tan alto. Cuando Clinton envió al Congreso la Convención de la ONU para su
ratificación, en 1994, incluyó las reservas de Reagan. Por tanto, el presidente
y el Congreso excluyeron el núcleo del paradigma de tortura de la CIA de la
interpretación estadunidense de la Convención, y esas reservas, observa McCoy,
fueron “reproducidas al pie de la letra en la legislación promulgada para dar
fuerza de ley a la Convención de la ONU“. Ésa es la mina política de tierra que
estalló con fuerza tan fenomenal en el escándalo de Abu Ghraib y en la
vergonzosa Ley de Comisiones Militares (que permite crear comités castrenses
para juzgar a presuntos enemigos extranjeros/ N de la T), la cual se aprobó en
2006 con apoyo de los dos partidos. Bush, desde luego, fue más allá de sus
predecesores al autorizar violaciones flagrantes del derecho internacional, y
varias de sus innovaciones extremistas fueron echadas abajo por los tribunales.
Mientras Obama, como Bush, expresa con elocuencia nuestro indeclinable respeto
al derecho internacional, parece decidido a restaurar sustancialmente las
medidas extremistas de Bush.
En el importante caso Boumediene versus Bush, de junio de 2008, la Suprema Corte
rechazó la afirmación anticonstitucional del gobierno de Bush de que los
prisioneros de Guantánamo no tienen derecho al recurso de habeas corpus. El
columnista Glenn Greenwald, de Salon.com, relata lo que pasó después. Buscando
preservar la atribución de secuestrar personas en otras partes del mundo y
encarcelarlas sin el proceso debido, el gobierno de Bush decidió enviarlas a la
prisión de la base aérea estadunidense de Bagram, en Afganistán, con lo cual
trató al veredicto del caso Boumediene, fundamentado en nuestras garantías
constitucionales más elementales, como si fuera un juego tonto: si llevas a los
prisioneros a Guantánamo, tienen derechos constitucionales; si los llevas a
Bagram, puedes desaparecerlos para siempre sin proceso judicial. Obama adoptó la
postura de Bush, al presentar una promoción ante un tribunal federal en la que,
en dos oraciones, declaraba que adoptaba la teoría más extremista de Bush sobre
el tema, alegando que los prisioneros llevados a Bagram desde cualquier parte
del mundo (en el caso en cuestión, yemenitas y tunecinos capturados en Tailandia
y en Emiratos Árabes Unidos) pueden permanecer en prisión por tiempo indefinido
sin ningún derecho, siempre y cuando se les mantenga en Bagram y no en
Guantánamo. Sin embargo, en marzo pasado un juez federal designado por Bush
rechazó la postura Bush/Obama y sostuvo que la argumentación del caso Boumediene
se aplica punto por punto tanto a Bagram como a Guantánamo. El gobierno de Obama
anunció que impugnaría el fallo, con lo cual su Departamento de Justicia,
concluye Greenwald, se colocó “claramente a la derecha de un poder
extremadamente conservador y favorable al Ejecutivo –los 43 jueces nombrados por
Bush–, en lo tocante a asuntos de poder ejecutivo y detenciones violatorias del
proceso debido”, y en violación radical de las promesas de campaña de Obama y
sus posturas anteriores.
El caso Rasul versus Rumsfeld parece seguir una trayectoria similar. Los
demandantes sostenían que Rumsfeld y otros altos funcionarios fueron
responsables de las torturas a las que se les sometió en Guantánamo, adonde se
les envió después de ser capturados por el señor de la guerra uzbeko Rashid
Dostum. Afirmaban que habían viajado a Afganistán para ofrecer ayuda
humanitaria. Dostum, notorio rufián, era el líder de la Alianza del Norte,
facción afgana apoyada por Rusia, Irán, India, Turquía y los estados del centro
de Asia, y por Estados Unidos cuando atacó Afganistán, en octubre de 2001.
Dostum los entregó a la custodia estadunidense, supuestamente a cambio de una
recompensa. El gobierno de Bush intentó que el caso se sobreseyera. En fecha
reciente el Departamento de Justicia de Obama presentó una moción en apoyo a la
postura del gobierno anterior de que los funcionarios no eran culpables de
tortura y otras violaciones al proceso debido, sobre la base de que los
tribunales todavía no precisaban los derechos de que gozaban los prisioneros.
También se ha informado que el gobierno de Obama pretende revivir las comisiones
militares, una de las violaciones más graves al estado de derecho perpetradas en
los años de Bush. Existe una razón, según William Galverson, del New York Times:
Funcionarios que trabajan en el asunto de Guantánamo dicen que los abogados del
gobierno están preocupados de que vayan a enfrentar obstáculos significativos
para enjuiciar a algunos sospechosos de terrorismo en tribunales federales. Los
jueces podrían poner dificultades para procesar a detenidos que fueron sometidos
a tratamiento brutal, o impedir que los fiscales utilicen testimonios de oídas
recabados por agencias de inteligencia. Al parecer, lo consideran una grave
falla del sistema de justicia penal.
Creación de terroristas
Aún se debate mucho si la tortura ha sido eficaz para obtener información; la
premisa, al parecer, es que si es eficaz, entonces está justificada. Según el
mismo argumento, cuando Nicaragua capturó al piloto estadunidense Eugene
Hasenfuss, en 1986, luego de derribar su avión, en el que llevaba ayuda para las
fuerzas de la contra, respaldadas por Washington, no debió ser juzgado y, una
vez hallado culpable, devuelto a Estados Unidos, como hizo Nicaragua. Se debió
haber aplicado el paradigma de tortura de la CIA para tratar de extraer
información acerca de otras atrocidades terroristas que se planeaban en
Washington, lo que no era asunto menor para un país minúsculo y empobrecido,
sujeto a un ataque terrorista de la superpotencia global.
Conforme a las mismas normas, si los nicaragüenses hubieran podido capturar al
principal coordinador terrorista, John Negroponte, entonces embajador en
Honduras (más tarde nombrado primer director de Inteligencia Nacional, en
esencia un zar del contraterrorismo, sin que se oyera un solo murmullo),
debieron haber hecho lo mismo. Cuba habría estado justificada en actuar en forma
similar si el gobierno de Castro hubiera logrado echar el guante a los hermanos
Kennedy. No hay necesidad de mencionar lo que sus víctimas habrían hecho a Henry
Kissinger, Ronald Reagan y otros destacados comandantes terroristas, cuyos
logros dejan en vergüenza a Al Qaeda, y quienes sin duda poseían amplia
información que habría evitado nuevos ataques de bombas de tiempo.
Tales consideraciones nunca parecen aflorar en la discusión pública. Existe,
desde luego, una respuesta: nuestro terrorismo, aunque sin duda es terrorismo,
es benigno, puesto que deriva de la ciudad en la colina. Tal vez la culpabilidad
sería mayor, según las normas morales prevalecientes, si se descubriera que la
tortura del gobierno de Bush costó vidas estadunidenses. Ésa es, de hecho, la
conclusión a la que llega el mayor Matthew Alexander [es un seudónimo], uno de
los interrogadores más curtidos de Estados Unidos en Irak, quien obtuvo la
información con la cual las fuerzas armadas pudieron localizar a Abu Musab al
Zarqawi, jefe de Al Qaeda en Irak, según informó Patrick Cockburn, corresponsal
de The Independent en Irak.
Alexander no siente más que desprecio por los crueles métodos de interrogación
del gobierno de Bush: según cree, el uso de la tortura por Estados Unidos no
sólo no obtiene información útil, sino ha resultado tan contraproducente, que
podría haber conducido a la muerte de tantos soldados estadunidenses como
víctimas civiles causó el 11/S. A partir de cientos de interrogatorios,
Alexander descubrió que combatientes extranjeros llegaron a Irak en reacción a
los abusos en Guantánamo y Abu Ghraib, y que ellos y sus aliados domésticos
recurrieron a los ataques suicidas y otros actos terroristas por las mismas
razones.
También hay creciente evidencia de que los métodos de tortura que estimularon
Dick Cheney y Donald Rumsfeld crearon terroristas. Un estudio de caso
cuidadosamente estudiado es el de Abdallah al Ajmi, encerrado en Guantánamo bajo
el cargo de participar en dos o tres combates con la Alianza del Norte. Terminó
en Afganistán después de fracasar en el intento de llegar a Chechenia para
combatir a los rusos. Luego de cuatro años de tratamiento brutal en Guantánamo,
se le devolvió a Kuwait. Más tarde logró llegar a Irak y, en marzo de 2008, se
lanzó en un camión cargado de bombas contra un complejo militar iraquí, acción
en la que perecieron él y 13 soldados: fue el acto de violencia más malvado
cometido por un antiguo detenido en Guantánamo, según el Washington Post y,
según su abogado, el resultado directo de su encarcelamiento abusivo. Tanto como
esperaría una persona razonable.
Nada excepcionales
Otro socorrido pretexto para torturar es el contexto: la guerra al terror que
Bush declaró después del 11/S. Un crimen que dejó obsoleto el derecho
internacional tradicional, según dijo a Bush su consejero legal, Alberto
Gonzales, más tarde nombrado procurador general. Esta doctrina ha sido reiterada
en una forma u otra en comentarios y análisis.
Sin duda, el ataque del 11/S fue único en muchos aspectos. Uno es el lugar hacia
donde apuntaban las armas: típicamente lo hacen en dirección opuesta. De hecho,
fue el primer ataque de importancia en territorio de Estados Unidos desde que
los británicos incendiaron Washington, en 1814.
Otro rasgo singular fue la escala del terror perpetrado por un actor no estatal.
Horripilante como fue, pudo haber sido peor. Supongamos que los perpetradores
hubieran atacado la Casa Blanca, dado muerte al presidente e impuesto una
despiadada dictadura militar que hubiera asesinado a entre 50 mil y 100 mil
personas y torturado a 700 mil, organizado un enorme centro terrorista
internacional que cometiera asesinatos y ayudara a imponer dictaduras militares
comparables en otros lugares, y aplicado doctrinas que desmantelaran la economía
en forma tan radical, que el Estado hubiera tenido que tomarla virtualmente a su
cargo unos años después.
Eso habría sido sin duda mucho peor que el 11 de septiembre de 2001. Y ocurrió
en Chile, en tiempos de Salvador Allende, en lo que los latinoamericanos llaman
a menudo el primer 11/S, en 1973. (Los números de arriba se cambiaron por sus
equivalentes per cápita en Estados Unidos, forma realista de medir crímenes.) La
responsabilidad del golpe militar contra Allende se puede rastrear directamente
hasta Washington. Como es de suponerse, esta analogía, por lo demás muy
apropiada, no está en la conciencia pública aquí en Estados Unidos, y los hechos
se adscriben a ese abuso de la realidad que los ingenuos llaman historia.
También se debe recordar que Bush no declaró la guerra al terror, sino la
redeclaró. Veinte años antes, el gobierno de Reagan asumió el cargo declarando
que un aspecto central de su política exterior sería una guerra al terror, la
peste de la era moderna y un retorno a la barbarie en nuestro tiempo, por
ilustrar la febril retórica de la época.
Esa primera guerra de Estados Unidos contra el terror también ha sido borrada de
la conciencia histórica, porque su resultado no se puede incorporar con
facilidad en el canon: cientos de miles asesinados en los países arruinados de
Centroamérica y muchos más en otras partes, entre ellos alrededor de un millón
500 mil muertos en las guerras terroristas patrocinadas en naciones vecinas de
la aliada favorita de Reagan, la Sudáfrica del apartheid, la cual tenía que
defenderse del Congreso Nacional Africano (CNA) de Nelson Mandela, uno de los
más notorios grupos terroristas del mundo, según determinó Washington en 1988.
En estricta justicia, debe añadirse que, 20 años después, el Congreso votó en
favor de retirar al CNA de la lista de organizaciones terroristas, para que
Mandela pudiese por fin entrar en Estados Unidos sin necesidad de un
salvoconducto gubernamental.
La doctrina imperante en el país es llamada a veces excepcionalismo
estadunidense. No es nada de eso: más bien parece estar cerca de un hábito
universal de las potencias imperiales. Francia ensalzaba su misión civilizadora
en sus colonias, mientras su ministro de Guerra llamaba al exterminio de la
población indígena de Argelia. La nobleza británica era una novedad en el mundo,
declaró John Stuart Mill, a la vez que instaba a esa potencia angélica a no
retrasar más la completa liberación de India.
De manera similar, no hay razón para dudar de la sinceridad de los militaristas
japoneses de la década de 1930, quienes llevaban un paraíso en la Tierra a China
bajo la benigna tutela japonesa, mientras arrasaban Nanking y emprendían
campañas en el norte rural chino bajo el lema quema todo, saquea todo, mata
todo. La historia está repleta de similares episodios gloriosos.
Sin embargo, mientras esas tesis excepcionalistas permanezcan firmemente
arraigadas, las ocasionales revelaciones del abuso de la historia a menudo
resultan contraproducentes y sólo sirven para borrar crímenes terribles. La
masacre de My Lai fue una mera nota al pie en las gigantescas atrocidades de los
programas de pacificación posteriores al Tet, que se han pasado por alto
mientras la indignación en Estados Unidos se enfoca en un solo crimen.
Watergate fue criminal sin duda, pero el furor al respecto desplazó crímenes
incomparablemente peores dentro y fuera del país, entre ellos el asesinato,
organizado por la FBI, del organizador negro Fred Hampton, como parte de la
infame represión desatada por el Programa de Contrainteligencia (Cointelpro), o
el bombardeo de Cambodia, por mencionar sólo dos ejemplos monumentales. La
tortura es malvada de por sí, pero la invasión de Irak fue un crimen mucho peor.
Por lo común, las atrocidades selectivas tienen esta función. La amnesia
histórica es un fenómeno peligroso, no sólo porque socava la integridad moral e
intelectual, sino también porque echa los cimientos para crímenes por venir.
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2606
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