Dirección general: Lic. Alberto J. Franzoia

 





NOTAS EN ESTA SECCION
La emergencia de un gigante. Sobre la realidad China, por Michel Husson  |  Posicionamientos y contradicciones, por Hugo Pressman
Entrevista a James K. Galbraith, marzo 2009  |  Necesitamos nacionalizar y avanzar hacia la democratización. Entrevista a Noam Chomsky
Balance de la ruptura con Diego Rivera. Por León Trotsky (marzo 1939) | Facultad de ciencias en un país sudamericano, por Oscar Varsavsky
 La gripe porcina y el monstruoso poder de la gran industria pecuaria, por Mike Davis  |  La primera masacre del gobierno de Barack Obama
Por qué no podemos ver ni los árboles ni el bosque: tortura y amnesia histórica, Noam Chomsky


    

Economía

"Combatir la desigualdad es la forma más eficaz de enfrentar la crisis"
 
Entrevista a James K. Galbraith*

15/03/09

“Lidiar con la pobreza, en realidad, es la forma, más eficaz de lidiar con la crisis económica, mucho más eficaz que la estrategia de dar dinero a los bancos o a las grandes empresas. Es así como se restauran los flujos de renta, de capital, y la capacidad de tomar crédito de la población y del sistema como un todo.”

En el marco del Seminario sobre el Desarrollo, organizado por el gobierno brasileño, Tiago Thuin y Clarissa Pont entrevistaron al economista norteamericano James Galbraith.
El profesor James Galbraith, director del Proyecto Desigualdad en la Universidad de Texas- Austin, no es solamente el heredero de un nombre ilustre (su padre, fue uno de los economistas más influyentes de los Estados Unidos en la posguerra). Él fue uno de los primeros en prever la actual crisis económica, ya en 2004, y por eso es percibido cada vez con mayor atención por la prensa y el gobierno norteamericano. Su libro “El Estado predador: cómo los conservadores abandonaron el libre mercado y por qué los liberales también deberían hacerlo”, está entre los tres más vendidos en la categoría “gobierno” de Amazon.com.
En Brasil, para participar del Seminario Internacional sobre Desarrollo organizado por el Consejo de Desarrollo Económico y Social, Galbraith concedió una entrevista a Carta Maior, en la que explica que la crisis, gestada por las políticas irresponsables de desregulación bancaria, está lejos de ser superada; y que el camino de su superación pasa antes por la ayuda a la población en general, principalmente a los más pobres, que por la ayuda a los bancos y a las grandes empresas.
CM. ¿Usted piensa que la ayuda económica prevista por el Congreso norteamericano tendrá éxito?
JG. Tengo mis dudas – el paquete de estímulo y de salvataje a los bancos – son complementarios. El estímulo económico depende del salvataje bancario, y el problema de éste es que la táctica, la visión básica por detrás de él, que es de comprar acciones, ofrecer capital a los bancos para lograr que comiencen a prestar nuevamente, está errada. La razón por la cual los bancos no están concediendo crédito es que hay una escasez de buenas oportunidades de inversión, o de tomadores de crédito con garantías apropiadas, con inmuebles valorizados u otras garantías. Y el problema con los bancos es que la cartera de activos vale mucho menos de lo que ellos pensaban que valía. Es una insolvencia sólida y, hasta que se enfrente eso, no habrá reconstrucción del sistema financiero.
CM. Aquí en Brasil, a pesar de que los bancos están en una situación mucho más sólida que en los Estados Unidos, medidas de estímulo al crédito, de capitalización de los bancos, fueron realizadas. ¿Usted piensa que esas medidas tendrán efecto en el sentido de estimular los bancos que ofrecen crédito?
JG. No estoy familiarizado con la situación específica de Brasil, pero considero que la misma idea general se aplica. El crédito carece de una comunidad tomadora de préstamos importantes, que tenga condiciones de tomar empréstitos, y es eso lo que simplemente no está presente en una crisis.
CM. ¿Usted escribió recientemente un libro, El Estado predador, en el cual aboga por la renuncia a las prácticas neoliberales? ¿En su opinión es que la intervención del Estado en la economía vino para quedarse, o es sólo una reacción temporaria de pánico?
JG. Mire, el principal argumento de mi libro es que en los Estados Unidos – y creo que en todas partes – el ideal neoliberal ya había sido abandonado. El gobierno conservador fue un gobierno intervencionista – practicando la intervención a favor de un base estrecha, apadrinando los sectores de la energía, militar y minero, los grandes medios de comunicación y el sector financiero. Grupos muy pequeños pero muy poderosos en la práctica formaban y controlaban el gobierno por un largo período, y el resultado – específicamente en el sector financiero – fue un desmoronamiento completo de la confianza de parte de la comunidad como un todo en la seguridad del sistema, en las reglas que garantizan la seguridad del sistema. Esa es la causa de la explosión de empréstitos subprime cada vez más arriesgados, que a su vez envenenó toda la estructura de los activos de los bancos y toda la economía.
CM. ¿Cree que una regulación financiera más severa, en los moldes de la que fue impuesta en Estados Unidos desde 1933 en adelante, será aplicada a partir de ahora en este país y globalmente?
JG. Sí. Y tiene que ser impuesta a nivel global, trasnacional, y los mecanismos que van por eso en la práctica ya están ahí. La cuestión que propongo, entonces, es que es prematuro pensar en la recuperación de la economía financiera solamente a partir de un sistema regulatorio mejorado. El problema está en que las propias instituciones deben ser reconstruidas, con cuyos activos envenenados tenemos que luchar.
CM. Desde el comienzo de la crisis la lucha contra la desigualdad, que era discutido en foros internacionales y por los gobiernos hasta entonces, quedó en un segundo plano. ¿Existe una opinión de que ese es un asunto del que no hay que preocuparse antes de salir de la crisis? ¿Usted considera que esa actitud es sensata o necesaria?
JG. Ahora bien, ¿Cómo se lucha contra la pobreza, contra la desigualdad? Justamente mediante la red de seguridad social. En la gran depresión del 29, prácticamente toda iniciativa de mayor porte fue un medio para disminuir el riesgo, distribuyéndolo y aumentando el nivel de vida en la base de la pirámide económica. Garantías de depósitos, el sistema de asistencia y seguridad social, las medidas para estabilizar la industria y la agricultura, todo fue en ese sentido, y fue así que los EE.UU. consiguieron salir de la peor fase de la crisis económica. Lidiar con la pobreza, en realidad, es probablemente la forma, más eficaz de lidiar con una crisis económica, mucho más eficaz que la estrategia de dar dinero a los bancos o a las grandes empresas. Es así como usted restaura los flujos de renta, de capital, y la capacidad de tomar crédito de la población y del sistema como un todo.
CM. Hay una opinión, algo difundida, de que el Brasil está mejor ubicado que otros para enfrentar la crisis, y podría hasta superarla en el corto plazo. ¿Cuál es su posición?
JG. Bien, como ya dije, no estoy familiarizado con la situación brasileña, pero considero razonable decir que Brasil está en una posición sólida, comparado con otros países. Sin embargo, ningún lugar de la comunidad global va estar a salvo de los efectos de la actual crisis. Y por eso, es parte de la responsabilidad de los países mayores y más sólidos ayudar a los otros, si quisieran ver una solución efectiva de la crisis global. No puedo decir sí asumirán esa responsabilidad, eso es una cuestión política.
CM. Esta es una crisis que va más allá de la economía. También es una crisis política. ¿En su opinión, cuáles fueron las razones políticas que llevaron a esta crisis?
JG. En los Estados Unidos pasamos por un período de desgobierno. Un abandono de la responsabilidad pública, de la regulación financiera seria. Esa es la raíz de la crisis, de las hipotecas subprime, de los instrumentos basados en esos derivados, profundamente enquistados en el sector financiero; esas cosas no habrían ocurrido con una regulación efectiva, solo pasaron porque el Ejecutivo favoreció a sus compinches y soltó la mano a las responsabilidades públicas reconocidas durante seis décadas.
CM. Nuevamente sobre la cuestión de la desigualdad: en la última década del Siglo XX creció en todo el mundo, tanto en los países que experimentaron recesiones como en los que crecieron de manera explosiva. ¿Usted ve en esta crisis una oportunidad, o un riesgo de que la desigualdad global aumente todavía más?
JB. Bien, en cualquier crisis los pobres van a ser más afectados que los ricos. Pero esta crisis, en particular, puede mostrar una diferencia: los más golpeados han sido los sectores financieros de los países ricos. Aunque al mismo tiempo se puede ver, por ejemplo, una disparidad creciente entre Europa Oriental y Occidental, debido a la manera como las monedas de la Europa Central y Oriental son respaldadas en libras o en euros. Y una de las implicaciones de eso es que además de ser apropiado que los países refuercen sus propias redes de seguridad social, en economías regionalmente integradas, o que aspiren a la integración con los países más fuertes, deben tomar medidas que refuercen ese tipo de políticas para la región como un todo.

*James K. Galbraith es profesor de economía en la Lyndon B. Johnson School of Public Affairs, de la University of Texas-Austin. Anteriormente ocupó varios puestos en el Congreso de los Estados Unidos, incluida la dirección ejecutiva del Joint Economic Committee.

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2421


PUBLICIDAD

Economía

China. La emergencia de un gigante

Por Michel Husson*

China no es sólo una inmensa fábrica de camisetas. Es también una sociedad en plena mutación que agrupa a 1.300 millones de habitantes, cerca de un quinto de la población mundial. Su tamaño hace tanto más espectaculares sus éxitos económicos: en las últimas dos décadas, su PIB ha aumentado un 9,5% de media anual y se ha multiplicado por 6. La economía china representa hoy día el 12% de la economía mundial. En los últimos años, ha contribuido en un tercio al crecimiento de la economía mundial y de la demanda de petróleo. Las exportaciones chinas han subido considerablemente, pasando de 63 a 762 miles de millones de dólares entre 1990 y 2005. La cuota de mercado chino ha pasado de 1,8% a 7%.
Entre 2003 y 2006, China ha recibido el 7% de la inversión internacional. Pero el PIB per capita sigue siendo muy bajo (4.000 dólares anuales a igual poder adquisitivo, contra 25.000 en Francia).
La irrupción en la escena mundial de un país dirigido por un Partido Comunista, que juega con habilidad la carta de la mundialización liberal, desborda las categorías clásicas. Este ensamblaje inédito se encuentra también en su estructura económica, donde "conviven" varios sectores y que ha evolucionado según un doble movimiento de liberalización y de apertura a los capitales.

Liberalización y apertura

Primero fueron las pequeñas empresas industriales de ciudades y pueblos que se desarrollaron rápidamente durante los años 1980. Siguen llamándose colectivas, pero de hecho se trata de empresas mixtas, algunas de régimen cooperativo, gestionadas en todo caso, y cada vez más, según normas privadas. En los años 1990 tuvo lugar la emergencia de un nuevo tipo de empresas con una primera fase de inversión extranjera procedente sobre todo de la "diáspora": Taiwan, Hong Kong, Macao, etc. Por fin, después de la crisis financiera de 1997, tomó el relevo la inversión de los grandes países industriales, con una aportación masiva de capitales que superó los 50 mil millones de dólares en 2003.
Este doble movimiento de liberalización interna y de apertura al mercado mundial vino acompañado de una serie de reformas. Una primera ley autorizó a los particulares a participar en sociedades de responsabilidad limitada. En 2004 fue reformada la Constitución para reforzar el papel del sector no estatal y reafirmar el derecho a la propiedad privada. En 2005 fue abolida la prohibición a las empresas privadas para intervenir en determinados sectores (infraestructuras, servicios públicos, servicios financieros). La inversión directa extranjera fue autorizada y estimulada con la apertura de zonas francas costeras y la reducción de derechos aduaneros. Se desmanteló el monopolio del Estado sobre el comercio exterior, así como el sistema de tipos de cambio múltiples. El siguiente paso fue la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El sector privado se ha extendido: supone hoy día más de la mitad del PIB y tres cuartos de las exportaciones. Es quien crea la mayor parte de los nuevos empleos y obtiene la mejor rentabilidad (15% en 2003, contra el 5 -10% en el sector estatal). Dentro de este sector privado, las empresas extranjeras -asociadas a veces en joint ventures con empresas chinas-realizan una buena parte de las exportaciones.
Pero las exportaciones del sector privado bajo control chino progresan aún más rápido, conforme se les otorgan nuevas licencias de exportación. Paralelamente, el sector estatal está sometido a reestructuraciones permanentes, que han llevado a la supresión de 45 millones de puestos de trabajo en los últimos cinco años. Pero el 35% de las empresas estatales son consideradas todavía no rentables, y una de cada seis tiene pérdidas. Todas estas transformaciones se han producido en un contexto de gran crecimiento y con una espectacular acumulación de capital: la inversión representa hoy día el 43% del PIB, contra un 20% en Francia y un 15% en América Latina.

La política industrial

China no sólo ha aumentado de forma considerable el volumen de sus exportaciones, también ha conseguido especializarse en bienes de alta tecnología "que normalmente no se habría esperado ver producidos, y aún menos exportados, por un país pobre y abundante en trabajo como China". Rodrick (2006) muestra que su grado de especialización es comparable al de países con renta per capita tres veces superior. Las razones de este éxito son otros tantos desmentidos a los preceptos neo-liberales. No es el fruto del libre juego del mercado sino, todo lo contrario, de una política industrial que se apoya en las empresas de Estado y recurre de forma muy controlada a la inversión extranjera. Esta política ha consistido sobre todo en sacar partido del acceso al mercado chino a cambio de transferencias de tecnología y en obligar a los inversores extranjeros a asociarse con capitales chinos. Hoy día son excepción las empresas de capital extranjero al 100% y las más importantes son joint ventures que asocian a compañías extranjeras con compañías chinas, pertenecientes en su mayor parte al sector estatal. "Sin el apoyo del Estado, destaca Rodrick, nunca habría surgido una sociedad como Lenovo" (que ha comprado la división PC de IBM). Las políticas que consisten en exigir una participación local suelen ser presentadas como ineficaces, pero China ofrece un "contundente ejemplo contrario". Esta política industrial ha permitido paliar las flaquezas del mercado subvencionando la inversión en sectores que las libres fuerzas del mercado de forma espontánea no habrían elegido.
La entrada en la OMC ha sido la conclusión de una estrategia controlada que ha sido resumido de esta manera en un estudio dedicado a la industria automovilística en India y China: "En la década anterior a la entrada en la OMC, los dos países impusieron normas de participación local con el fin de estimular los equipamientos chinos y de maximizar las ventajas obtenidas de la inversión internacional.
Dichas políticas no siempre son eficaces, pero en este caso [China] la ‘industria naciente’ se ha podido desarrollar sin que tras la entrada en la OMC los grupos automovilísticos internacionales muestren ninguna propensión a apartarse de los proveedores locales".
Este modo de inserción de China en el mercado mundial le ha permitido obtener notables resultados. Su participación en el mercado mundial ha pasado de 8% a 11,4% entre 1993 y 2004 y ha progresado aún más en bienes de equipo (de 1,7% a 11,5%). Pero el modelo es frágil, por no hablar de sus efectos sociales y medioambientales. La Cepii cita sin embargo cifras menos favorables: la participación local en las exportaciones de productos de ensamblaje se habría estancado, desde 2001, en torno al 33% (Gaullier et alt., 2006). Y aunque el crecimiento chino viene acompañado de una integración forzada de las economías de la región, Asia sigue siendo "dependiente de mercados exteriores a la zona". Al contrario de lo que podría esperarse de un país en vías de industrialización, los términos del intercambio están muy degradados (-28% entre 1998 y 2004), lo que quiere decir que los precios aumentan más en la importación que en la exportación.
La razón es que China está "muy especializada en la exportación de productos de la gama de precios bajos". Este fenómeno remite también a precios de transferencia artificialmente bajos por parte de las empresas extranjeras, que les permiten localizar la ganancia fuera de China.
La inserción de China en la economía mundial es compleja y sigue siendo frágil.
Los capitales provienen en su mayor parte (en un 60%) de Asia (35% de Hong Kong, 9% de Japon y 7% de Corea) y de forma secundaria de los Estados Unidos (8%) y Europa (8%). Según Aglietta y Landry (2007), un "40% de las exportaciones de China proceden de empresas chinas, 20% de joint ventures con empresas extranjeras, 40% de empresas de capital extranjero al 100%", y "menos del 10% de los bienes de exportación made in China están etiquetados bajo una marca de fabricación china".

Salarios y desigualdades

Es importante conocer la evolución de los salarios, pero sólo se dispone de informaciones imprecisas y a menudo discordantes. La participación de los salarios varió poco entre 1978 y 1998, pero después cayó. Habría perdido entre 12 puntos (Hsieh, Qian 2006) y 20 puntos (Aglietta y Landry 2007), entre 1998 y 2005. Se sabe que hay enormes desigualdades entre regiones, sobre todo entre las ciudades y el campo: la renta media en Shanghai es cuatro veces superior a la media del país.
Un estudio hecho para el Banco Mundial (Chen, Ravallion 2003) muestra que, dos años después de la entrada de China en la OMC, la renta de los hogares rurales había bajado una media del 0,7%, con una caída del 6% para los más pobres, mientras que el 90% de los hogares urbanos se beneficiaban de un aumento en su renta.
Aglietta y Landry destacan las consecuencias sobre el crecimiento del mercado interior de un reparto muy desigual de las rentas. "Sólo 40 millones de hogares disponen de una renta anual superior a 5.000 euros, umbral a partir del cual se desarrolla el consumo de otros bienes distintos a los productos básicos", de forma que "la gran mayoría de la población no puede seguir la rueda de esa franja de algunas decenas de millones de asalariados que tienen acceso a los bienes de consumo de los países desarrollados". Hay que añadir el muy elevado nivel de la tasa de inversión y de la tasa de ahorro, que en gran parte es un ahorro de precaución, porque sólo 20 millones de personas tienen acceso a la protección social.
Para comprender la macroeconomía tan particular de China, se presenta de manera sintética el cuadro 1. Las principales características son las siguientes: una tasa muy baja de consumo privado (42%), una tasa de inversión muy elevada (43%), una tasa de exportación también muy elevada (31%) pero un saldo comercial reducido por el recurso a las importaciones (29%).
Cuadro 1. La composición de la demanda en China Consumo privado 42 % Consumo público 13 % Inversión 43 % Exportaciones 31 % Importaciones 29 % 2003. En % del PIB. Fuente: Blanchard Giavazzi, 2005.

La participación del consumo privado sólo representa el 37% del PIB en 2006, frente al 46% en 2000 (Aziz, Cui 2007). Este brutal descenso, que no ha impedido un aumento del consumo aunque menor que el del PIB (alrededor de un 5,5% al año, contra el 9,5%), se explica por el aumento de la inversión (del 35% al 43% del PIB) y de las exportaciones netas (del 2% al 8% del PIB). Pese a todo, el crecimiento afecta al conjunto de las rentas, de manera caótica, produciéndose a la vez un ahondamiento de las desigualdades y un retroceso de la pobreza absoluta (Chen, Ravallion 2004).
Un progreso más acompasado de los salarios respecto a la producción permitiría recentrar el crecimiento en el mercado interior, relativizar el peso de las exportaciones y de la inversión extranjera, y emprender un proceso de convergencia de los costes salariales hacia las normas mundiales. Es un poco lo que ha ocurrido en Corea del Sur, a otra escala y mediando unas luchas sociales muy violentas. Aunque esta evolución parece ineluctable, y también parece haber sido ya iniciada recientemente, está frenada por la presencia de una abundante reserva de mano de obra: "La penuria de mano de obra en China no está a la vuelta de la esquina" (Lemoine 2006). Se estima la tasa de paro en las zonas urbanas en un 8% y en 200 millones las personas subempleadas en el campo. Este "ejército industrial de reserva"
engendra un gran éxodo rural y a su vez influye en el progreso de los salarios, que sigue siendo inferior al del PIB. El crecimiento es en todo caso poco generador de empleo: entre 1992 y 2006, el PIB ha crecido cerca del 10% anual, pero los efectivos empleados sólo han aumentado un 1% anual (Aziz, Cui 2007).
Un informe oficial acaba de hacer sonar la voz de alarma, al señalar que la oferta de mano de obra a bajos salarios podría comenzar a rarificarse después de 2010.
La reserva de trabajadores disponibles de menos de 40 años, estimada hasta ahora entre 100 y 150 millones de trabajadores, sólo llegaría a 52 millones, y China estaría "pasando de la era del excedente de mano de obra a la de penuria" (Fangchao 2007). Estas proyecciones tal vez son exageradamente alarmistas, pero la inquietud está reflejando el efecto retardado de la política de hijo único, que debería conducir en las próximas décadas a un envejecimiento acelerado de la población china. En 2030, se espera que un cuarto de la población china tenga más de 65 años: es el resultado paradójico de una brutal política de control de los nacimientos. Pero el sistema público de jubilaciones sólo cubre el 14% de la población activa, lo que contribuye a explicar el tan elevado nivel de la tasa de ahorro. Desde su reforma en 1997, consiste en el pago de una pensión básica a tipo uniforme y de una pensión proporcional a las cotizaciones, indexada con el tipo de depósito bancario. El gobierno querría transformar esta segunda pensión en cuentas individuales de jubilación por medio de capitalización, y en varias provincias ya ha sido lanzada una reforma experimental de este tipo. La cuestión de las pensiones, junto con la de los salarios, contribuye a la profunda inestabilidad de la situación social.

Los desastres ambientales

El crecimiento chino representa una verdadera catástrofe ecológica. Veinte de las treinta ciudades más contaminadas del mundo se encuentran en China, las lluvias ácidas caen sobre un tercio del territorio, las aguas contaminadas matan cada año a más de 30.000 niños: podrían multiplicarse los ejemplos de los daños de un crecimiento caótico. Sin embargo, China es también uno de los países del mundo que más ha reducido su intensidad energética, o lo que es lo mismo, su consumo de energía por unidad producida (cuadro 2). Su intensidad energética se sitúa hoy en la media mundial. Pero después de la mejora constatada en las últimas dos décadas, el consumo de energía se ha puesto a crecer desde 2002 más rápido que el PIB (Allaire 2005). En todo caso, el consumo de energía total continúa aumentando y ejerciendo una presión al alza sobre los costes mundiales del petróleo.
El gobierno invierte sumas considerables en el medio ambiente, abriendo así un enorme mercado potencial a las empresas extranjeras. Pero no consigue controlar las prácticas desastrosas de las empresas, sobre todo en algunas provincias, preocupadas sólo por su cifra de negocios. La cuestión clave está en saber si el gobierno será capaz o no de imponer a las empresas un crecimiento más respetuoso con el medio ambiente y de llevar a cabo las políticas adecuadas en materia energética. Por su tamaño y su crecimiento, en China se está jugando en buena medida el medio ambiente planetario.

VIENTO SUR Número 101/Noviembre 2008 29 Cuadro 2. Intensidad energética 1990 2004 variación (%)
Estados Unidos 11,9 9,4 -21,0 Europa 8,7 7,3 -15,9 Japón 6,4 6,7 + 4,5 OCDE 9,8 8,4 -14,4 Brasil 5,7 6,3 -10,9 China 13,5 7,7 -42,8 Corea del Sur 11,5 12,6 + 9,6 India 4,7 4,1 -12,0 Oriente Medio 13,8 14,5 + 5,4 Rusia 17,4 15,8 -9,3 Mundo 10,1 8,2 -19,5 En millones de Btu. por dólar de PIB (paridad de poder de compra en 2000).
Fuente: Energy Information Administration (2007).

Pero es importante también relacionar las amenazas ambientales con el modo de crecimiento económico de China. Dos economistas (Wang, Watson 2007) han planteado esta cuestión legítima: "Una parte del crecimiento chino corresponde a la demanda por parte de los países industrializados de mercancías producidas a bajos precios en los países en desarrollo. Sin esta demanda, China no se habría desarrollado tan rápido y sus emisiones no habrían aumentado de forma tan brutal.
En estas condiciones, ¿hay que imputar la responsabilidad de las emisiones a los países productores o a los países consumidores?". Haciendo cálculos, concluyen que en 2004 las exportaciones netas de China representan el 2% de su PIB, pero el 23% de sus emisiones totales de CO2. Estas cifras confirman que la cuestión ambiental no puede ser tratada país a país sino que requiere una reorganización de la producción a escala mundial. Demuestran que la cuestión social (recentrarse en las necesidades sociales) y la cuestión ecológica (un desarrollo más ahorrador) están ligadas entre sí, tanto en China como en el resto del mundo.

¿Adónde va China?

Todos, incluido el gobierno chino, están de acuerdo en decir que el modelo de crecimiento no se puede prolongar indefinidamente. La solución a los desequilibrios internos y externos parece evidente: recentrar el crecimiento en torno al consumo interior y no a la inversión y las exportaciones. Algunos analistas piensan que el ciclo económico conducirá espontáneamente a dicho reequilibrio: el alto crecimiento acabará por hacer aumentar el coste del capital y de la mano de obra, reducir los beneficios y ralentizar la inversión. Pero este argumento no se plenamente aplicable a China, vista la naturaleza tan particular de su economía. Como lo explican Jahangir Aziz y Steven Dunaway (2007), "los mercados no están desarrollados y los precios no reflejan en verdad las condiciones subyacentes de la oferta y la demanda en los principales mercados", porque están "influidos, en diversos grados, por el Estado". No tenemos por qué compartir esta fé en los mecanismos de mercado, pero la constatación confirma el papel específico del Estado en el modelo chino. Y señala su responsabilidad particular en el reequilibrio del modelo. Muchos comentaristas insisten en las "distorsiones financieras" y en la necesidad de reformar el sistema bancario, que sería responsable de una tendencia a la sobreacumulación.
Otros (Prasad, Rajan 2006) destacan la amplitud de la tarea de "dar mayores pasos en la vía de la reforma". La mayor parte de estos análisis se basan en una incomprensión de la lógica de la economía china y de las razones mismas de su éxito.
Postulan "reformas" para hacer de China un capitalismo como los otros y acceder así a un modo de crecimiento más equilibrado. Bastaría en suma con dejar funcionar libremente los precios y los indicadores de rentabilidad. Pero desviarse por esta vía llevaría justamente a desmantelar la base de los éxitos de China. Al mismo tiempo, un país tan inmenso como China no puede funcionar largo tiempo con el mismo modo de crecimiento.
Todo dependerá sin duda de la velocidad relativa de varios fenómenos. Dentro del campo de las grandes potencias, las lágrimas de cocodrilo sobre los derechos sociales menospreciados se pueden transformar en medidas de represalia, más o menos belicosas. Pero ese campo está dividido. Para algunos, la competencia china representa una amenaza mortal que se extiende a sectores de alta tecnología.
Para otros, China presenta una doble ventaja: ofrece salidas, en uno de los pocos grandes mercados interiores en expansión, y es también proveedora de bienes de consumo a bajo precio, que permiten hacer bajar el valor de la fuerza de trabajo. Digamos de paso que esta característica -ya analizada por Marx en El Capital-reduce a nada el argumento de los abogados de la mundialización, según el cual las importaciones de bajo precio provenientes de China beneficiarían a los consumidores. Permiten reducir el valor de la fuerza de trabajo, o lo que es lo mismo, facilitar la congelación de los salarios. Los intereses capitalistas en el Norte no son homogéneos. Pero si se prolonga la evolución actual, es probable que las ventajas pasen poco a poco a un segundo plano respecto a los inconvenientes competitivos. Veríamos desencadenarse entonces la agresividad de los países ricos, con una nueva extensión de medidas proteccionistas parecidas a las cuotas europeas y la continua exigencia de una revaluación del yuan, todo envuelto en una retórica sobre los derechos humanos y la protección del empleo.
Son los asalariados y los campesinos chinos quienes tienen la clave de la evolución futura. Y no se trata de retórica. Si a pesar del aparato represivo del Partido y del sindicato único (la clásica correa de transmisión) llegan a organizarse y a imponer un nuevo reparto de las rentas y un control sobre las prioridades de la economía, se habrá dado un gran paso adelante. Es lo mismo que decir que el modelo chino tiene necesidad de alguna forma de dictadura para imponer un grado de desigualdades que muy pocas democracias podrían legitimar. La reorientación hacia un crecimiento más igualitario y autocentrado no es sólo una cuestión económica: es incompatible con esta especie de "capitalismo burocrático de Estado"
que es la China actual, que ha logrado combinar los rasgos más detestables del capitalismo salvaje con un "comunismo" totalmente degenerado. Los aspectos internos y externos de esta gran cuestión están relacionados: una ralentización desatada de los mercados chinos produciría un efecto de retorno y contribuiría a la explosión de una crisis social que China difícilmente podría evitar.

* Michel Husson es economista. Trabaja en el Institut de recherches économiques et sociales(IRES). Es miembro de la Fundación Copernic y del Consejo científico de ATTAC. Acaba de publicar Un pur capitalisme, Éditions Page Deux, Lausana 2008. El texto que publicamos es el capítulo 3º de este libro. Se pueden consultar sus escritos (algunos traducidos al español) en http://hussonet.fr. Traducción: Alberto Nadal
Bibliografía citada ?? Aglietta M. y Landry Y. (2007), La Chine vers la superpuissance, Economica.
- Allaire J. (2005), L´intensité énérgetique de la croissance chinoise, Lepii.
- http://upmf-grenoble.fr/iepe/textes/JA_coll-Rennesdec2005.pdf.?? Aziz J., y Cui L. (2007), “Explaining China´s Low Consumption: The Neglected Role os Household Income”, IMF Working Paper nº 181, http://www.imf.org/external/pubs/ft/wp / 2007/wp07181.pdf.
- Aziz J. y Dunaway S. (2007), “Le rééquilibrage de l´ economie chinoise”, Finances et développement, septiembre, http://tinyurl.com/aziz2007.
- Blanchard O.J. y Giavazzi F. (2005), “Rebalancing Growth in China: A Three-handed Approach”, CEPR, Discussion paper nº 5043, diciembre, http://gesd.free.fr/cepr5403.pdf.
- Chen S. y Ravallion M. (2003), Household Welfare Impacts of Chinaá Accesion to the World Trade Organization, The World Bank, mayo, http://tinyurl.com/chenrava.
- Energy Information Administration (2007), International Energy Outlook, http://tinyurl.com/EIA2007.
- Fangchao L. (2007), “Nation may face labor shortage”, China Daily, 12 de mayo.
http://hussonet.free.fr/chilabsh.pdf.
- Gaulier et. alt. (2006), “Chine: le prix de la compétitivité”, La lettre du Cepii nº 254, marzo, http://www.cepii.fr/francgraph/publications/lettre/pdf/2006/let254.pdf.
- Hsiet C.-T. y Qian Y. (2006), “The Return to Capital in China”, Brookings Papers on Economic Activity, septiembre, http://gesd.free.fr/hqchina.pdf.
- Lemoine F. (2006), “La penurie de main-d´oeuvre en Chine n´est pas pour tout de suite”, La lettre du Cepii, nº 259, septiembre, http://tinyurl.com/lemoine6.
- Prasad E.S. y Rajan R.G. (2006), “Modernizing China´s Growth Paradigm”, IMF Policy Discussion Paper nº 3, http://tinyurl.com/prasad6.
- Rodrik D. (2006) What´s So Special About China´s Exportss? Harvard University, Enero, http://hussonet.free.fr/exporodc.pdf.
- Wang T. y Watson J. (2007), “Who Owns China´s Carbon Emissions?”, Tyndall Centre for Climate Change Research, Briefing Note nº 23, octubre, http://tinyurl.com/wangwats.
32 VIENTO SUR Número 101/Noviembre 2008

Trabajo enviado por Gustavo Battistoni


Política Internacionnal

Posicionamientos y contradicciones*

Por Hugo Presman

El presente suele ser siempre poco claro. Están las luchas de clases en el interior de cada sociedad. Están los medios para contribuir a la confusión general expresando sibilinamente los intereses que representan, bajo la cobertura de ser asépticos e independientes. Están los gobiernos maquillando la realidad hasta mostrar fotografías en color de una realidad en blanco y negro. Cuando la realidad se vuelve historia, es más fácil ser profeta del pasado. Aunque ahí las distintas corrientes historiográficas trasladan los intereses y posiciones ideológicas a la interpretación de los hechos del pasado. La distancia temporal, la perspectiva que da el tiempo, el alejarse de lo anecdótico o lo secundario que en el presente distorsiona las observaciones, facilita la apreciación de los acontecimientos. Es lo que se conoce habitualmente como acertar los resultados del domingo, con el diario del lunes.
La historia es una buena maestra, que enseña en la medida que se aprenda las lecciones y se tenga el razonamiento y la imaginación para aplicar lo aprendido a contextos siempre diferentes, evitando repetir errores.

Tomemos un caso que dividió a la intelectualidad, especialmente la de América Latina. El caso Heriberto Padilla en Cuba en 1971. Fue encarcelado y luego realizó una vergonzante autocrítica que recordó a los nefastos Juicios de Moscú de 1936.

En un extremo estuvo la posición de Gabriel García Márquez, encabezando a un grupo numerosos de escritores, en los que estaba Julio Cortazar, que apoyó las decisiones del gobierno cubano. En el otro Mario Vargas Llosa, y detrás de él, también, muchos otros intelectuales que rompieron, por el caso Padilla, con la Revolución Cubana. ¿ Cual hubiera sido la posición correcta en opinión del autor de esta nota? En medio de un bloqueo que aún perdura, con atentados a la vida de Castro y una invasión rechazada, todos ellos realizados para revertir los hechos positivos de un proceso transformador, la actitud más sensata era apoyar irrestrictamente la continuación de la Revolución Cubana y desde esa vereda, criticar y alertar sobre los inconvenientes y déficit que significa la censura artística, como creación de un clima que debilita las iniciativas, atenta contra la diversidad , languidece la imaginación, termina marchitando la revolución, y a veces hasta alejándose significativamente de las metas iniciales.

Años más tarde, uno de los fundadores del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Carlos Fonseca Amador lo sintetizaría con la frase " A los amigos se los critica de frente, y se lo elogia por la espalda"

Las posiciones maniqueas en blanco y negro, alejan las dudas pero amputan las posibilidades de diferentes abordajes a una cuestión compleja.
Los movimientos populistas en América Latina que han sido, en líneas generales, las expresiones más avanzadas que los pueblos de América Latina se han dado, han sufrido y padecen desde golpes de Estado a climas destituyentes y golpes de mercado por parte del establishment por los efectivos avances sobre el ejercicio ilimitado del derecho de propiedad, la recuperación de los recursos naturales y la mejorías en la distribución del ingreso. Desde la izquierda se los ataca por la insuficiencia de los avances. En un punto, el establishment, con sus partidos y los medios que les responden, y las izquierdas ciegas confluyen e interactúan para erosionar, destituir o desplazar a los gobiernos populistas que son reemplazados no por esas izquierdas verborrágicas y pirotécnicas, sino por los sectores concentrados de la economía, a las que no se cansan de afirmar que combaten.

León Trotsky fue el adversario más encarnizado del stalinismo. Con la mayor parte de sus seguidores juzgados y/o asesinados, expulsado de la Unión Soviética, con un planeta sin visado que le negaba asilo después de ser expulsado de Noruega por presiones de Stalín, fue acogido en el Méjico revolucionario de Lázaro Cárdenas. Ante la posibilidad de invasión del nazismo a la Unión Soviética sintetizó su aversión a la burocracia stalinista y su defensa de lo que quedaba de la Revolución de Octubre, en una consigna de una precisión admirable: " Contra la burocracia soviética. Defensa Incondicional de la Unión Soviética"

Cuando se dio la recuperación de las Islas Malvinas, por la dictadura criminal establishment-militar, una causa justa en manos ensangrentadas, no era sencillo encontrar un punto de equilibrio. Lenín sostenía, que en ciertas circunstancias, estar contra el nacionalismo del país oprimido era estar a favor del nacionalismo del país opresor".Producido el desembarco en Malvinas, mi consigna fue: "Luchar en las islas, recuperar el continente"

En una película emblemática de los 70, la Batalla de Argelia, de Gillo Pontecorvo que narra la lucha del Frente de Liberación Argelino, encabezando a su pueblo en el intento de independizarse de Francia, la potencia colonizadora, se aplica guerra de guerrillas, con atentados terroristas, en la ciudad de Argel. En un momento es hecho prisionero el teórico de la guerrilla argelina Ben Midi. Se le permite dar una conferencia de prensa el 4 de marzo de 1957, en presencia del jefe de los paracaidistas franceses. Un periodista de la metrópoli le pregunta: "¿ No considera vil usar las canastas de sus mujeres para transportar explosivos que matan a tantos inocentes?"

Contesta Ben Midi: "A Ud no le parece más vil lanzar sobre aldeas indefensas bombas de napalm que causan miles de veces más víctimas. Si tuviéramos aviones nos resultaría más cómodo. Deme sus bombarderos y le dejamos nuestras canastas."

Otro periodista pregunta: "¿ Opina que el FLN tiene posibilidad aún de ganar la batalla contra el ejército francés?"
"Opino que el FLN tiene más posibilidades de vencer al ejército francés, de la que tiene este de detener la historia."

Al día siguiente, Ben Midi apareció ahorcado en su celda.
La notable película de Pontecorvo, fue utilizada por los distintos grupos guerrilleros argentinos como una escuela de estudio de la estructura celular y por las Fuerzas Armadas como enseñanza de cómo utilizar la tortura y los métodos clandestinos para desarticular la estructura compartimentada de sus enemigos.

POSICIONAMIENTOS Y CONTRADICCIONES(1)

Es conveniente no confundir aserrín con pan rallado. En el conflicto del Medio Oriente, en el bombardeo e invasión de Gaza, fije mi posición en la nota " No hay Gaza para tanta sangre" que originó una multitud de comentarios adversos y una cantidad significativa de elogios. Pero una cosa es el legítimo derecho a protestar en la Argentina contra las políticas del Estado de Israel y otra, muy distinta, utilizar las manifestaciones y medios para una prédica antijudía, promoviendo hendiduras inútiles en el cuerpo social. Hay actitudes entre algunos manifestantes que permiten dudar si lo que los moviliza es la adhesión a la causa palestina o el odio a los judíos.

El primer criterio básico es que no se puede ni se debe trasladar el conflicto israelíes-palestinos a la Argentina creando una brecha insalvable entre dos colectividades (judía y árabe) que conviven armoniosamente y sin conflictos en nuestro país. La Argentina tiene una infinidad de problemas propios para agregarles otros que suceden a quince mil kilómetros de distancia. Eso no quiere decir que cada uno se pronuncie de la forma que le resulte más afín, cuidando fundamentalmente de no trasladar el conflicto. En las manifestaciones antiisraelíes, ha habido expresiones de un primitivismo salvaje, como aquella de "ratas judías" o a "los asesinos no los tenemos que ir a buscar al Medio Oriente, sino que están en las Sinagogas." Resulta claro-salvo a aquellos que no quieran entender por razones que escapan a la política y se acercan más a la psiquiatría-que un argentino de origen judío o un argentino de ascendencia italiana no es responsable -para bien o para mal-de lo que hagan, por ejemplo, los gobiernos de Olmert o Berlusconi. La diferencia estriba justamente ahí: que nadie le pediría que se defina a alguien con apellido italiano pero si parece imperativo que lo haga alguien de ascendencia judía.

Lo que tenemos muchos años de transitar por la política, por las manifestaciones callejeras, creemos que podemos discernir cuando se toma posiciones críticas contra políticas del gobierno israelí, y cuando bajo ese envoltorio hay un marcado rasgo antijudío. Las manifestaciones de la izquierda bullanguera y petardista, como ejemplares sobrevivientes al diluvio, no representa sino a sectores extremadamente minoritarios. Entre ellos, el insondable y llamativo Quebracho. Las explosiones verbales del ignoto líder de Convergencia Socialista, Juan Carlos Beica, que le sirve para aprovechar su cuarto de hora mediático, después de haber apoyado a los agropiqueteros, exteriorización palpable de un desconcierto funcional. Su posición es la desaparición del Estado de Israel, lo que lo diferencia del ex diputado Luís D` Elia, que propone dos estados para dos pueblos.

Esos actores, junto con pintadas discriminatorias, el uso desaprensivo y erróneo en las caracterizaciones como nazismo y genocidio, constituyen una exteriorización en donde los legítimos reclamos por un Estado Palestino, las críticas justificadas a los brutales bombardeos a la población palestina se le adosa un discurso que va, en algunos de esos sectores, desde el exterminio de Israel a un violento sesgo antijudío.

Es exagerado hablar de una ola de antisemitismo. Si es dable observar en programas de radio, donde en aras de una libertad que se confunde con impunidad, oyentes desde el anonimato, expresan en algunos casos, una larga retahíla de prejuicios antijudíos. Si el conductor o los conductores del programa no lo rebaten y meramente los pasan sin comentarios, se hacen cómplices, por omisión, de esas actitudes discriminatorias.

No interesa quién es el discriminado. Sea el cabecita negra, peruanos, paraguayos, gitanos, homosexuales, lesbianas, si el llamado anónimo( Juan de Palermo, Rosa de Balvanera) tiene características discriminatorias, es posible dos criterios: o no se lo pasa o si se lo pone al aire ( lo más conveniente), no puede omitirse la réplica.
Desde distintas posiciones parece desconocerse la acertada aseveración de Federico Engels: " El antisemitismo es el socialismo de los imbéciles"
A su vez, en muchas ocasiones, con excesiva frecuencia, autoridades representativas de la colectividad judía, suelen estigmatizar como antisemitas, críticas políticas a esas mismas autoridades, a argentinos de origen judío, o al Estado de Israel, las que pueden surgir de adentro o de afuera de esa colectividad. Eso suele actuar como un chantaje tendiendo a disuadir opiniones críticas ante el temor de ser motejadas arbitrariamente de antisemitas.

El uso laxo de la adjetivación de antisemita, que puede explicarse en función de una historia poblada de persecuciones y con la sombra omnipresente del holocausto, no justifica las intemperancias verbales, y en la mayor parte de los casos es contraproducente.

CONFUSIONES LLAMATIVAS

La diferencia entre argentino judío e israelita es fácil de apreciar y su uso intercambiable por quienes lo hacen, es una mezcla de ignorancia o mala fe. Argentino judío, es un ARGENTINO, cuya condición de judío es porque se asume como tal, ya sea a través de una religión, una cultura, una tradición, una historia, o todas a la vez. Israelita es un ciudadano del Estado de Israel que puede ser judío o no.

El autor de esta nota es argentino, de origen judío, que se asume como tal, desde su agnosticismo, en la medida que recoge y es tributario de una cultura, una tradición y una historia. Nunca sentí el menor problema identificatorio, de sentirme tributario de San Martín, de Belgrano, de Moreno, de Dorrego, de los gauchos de Gùemes, de Castelli, de los gauchos judíos de las colonias entrerrianas de Felipe Varela, de los Macabeos, del Chacho Peñaloza, de los defensores del gueto de Varsovia, de Irigoyen, de Perón, de Baruj Spinoza, de Maimónides, de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, de Ana Frank, atravesado por los dolores y aberraciones simbolizados en Auschwitz y la Esma.

Es cierto que muchos prejuiciosos piden que uno demuestre lo que dice. Algunos, en la comunidad judía, se creen en el derecho de establecer si uno es judío o no, llegando a la desafortunada expresión de "judío genuino". A ellos, no queda más remedio que decirles, que me asumo como tal, con prescindencia y al margen de sus opiniones o dictámenes. A los divisionistas discriminatorios, que por ser judío, ponen en duda mi condición de argentino, me importa nada su opinión y sus sospechas, realizadas desde prejuicios ancestrales y lecturas falsas. Desde los 16 años, que empecé a interesarme por la política y la historia y la posterior militancia, decidí que este es mi país y mi lugar en el mundo y América Latina es mi patria grande.

Al mismo tiempo, y dialécticamente, sería hipócrita, decir que la suerte de Israel me resulta indiferente. Ahí tengo amigos, familiares, gente con la que me une una historia y tradiciones. Infancias parecidas y abuelos inmigrantes perseguidos. Pero eso de ninguna manera es óbice para criticar con extrema dureza, políticas del Estado de Israel como las invasiones al Líbano (2006) y a Gaza (2009). No hay límites para la crítica o el elogio, de nada de lo que sea terreno e incluso para algunos divino.

Para aquellos argentinos de origen judío que tienen un apoyo acrítico al Estado de Israel, que son capaces de justificar lo injustificable, que le produciría horror hechos similares a los de Gaza, en cualquier otro lugar del planeta, y que ven como una traición, o cuanto menos el "hacerle el juego al enemigo" las críticas, deberían reflexionar, que son los hechos y no las denuncias las que juegan a futuro sobre las posibilidades de perdurabilidad de ese estado Dejando atrás estas concepciones, que resultan simples obviedades, y que sin embargo no dejan de reiterarse hasta el cansancio. Por ejemplo: una carta aparecida en el diario Clarín, me llevó a la siguiente respuesta que no fue publicada: "En la carta "Los delicados cristales de la paz" del 6-01-2009, firmado por Mónica Patricia Zabala, se comete un grosero error fruto de la ignorancia o de la mala fe. Se afirma que "Israel ha vivido en nuestro país dos trágicos e imperdonables atentados." El atentado a la AMIA, fue dirigido a la sociedad argentina y en particular a los argentinos de origen judío. Atribuirlo como dirigido a Israel, es considerar a los que hemos nacido y luchado en nuestro país, Argentina, como extranjeros, error que cometió en su momento el presidente Carlos Menem. Es obvio que si se cometiera un acto terrorista en el Club Español o Italiano, o en su obra social, no sería un atentado contra España o Italia, sino contra argentinos cuyos orígenes se remontan a España o Italia."

Las autoridades representativas de los argentinos de origen judío ayudan significativamente a esa confusión. Su defensa acrítica del Estado de Israel, similar a lo que hacían los comunistas de todo el mundo como defensores incondicionales de las políticas de estado de la Unión Soviética, crea un campo difuso.

Simétrico error incurre el dirigente social Luis D` Elía cuando le increpa al presidente de la DAIA, Aldo Donzis: " Me gustaría ver a los judíos repudiando lo que hizo su gobierno" ( Por el de Israel) ( La Nación 29-01-2009)

POSICIONAMIENTOS Y CONTRADICCIONES(2)

Si en su origen, tal vez la solución ideal hubiera sido un Estado Binacional, a 60 años de la fundación del Estado de Israel, y más allá de discusiones controvertidas sobre la creación del Estado en relación a los Palestinos, un camino probable, el único factible, para una paz duradera son dos estados para dos pueblos. La idea de encontrar una solución, sin la otra parte, alentada por los sectores extremos del conflicto, que significa el exterminio de palestinos o israelíes, es profundamente reaccionaria, y eso si genocida.

Para las autoridades representativas de los argentinos de ascendencia judía sería más lógico y prudente, que adopten modificada aquella formidable definición de León Trotsky: "Defensa incondicional de la existencia del Estado de Israel. Posición crítica a sus políticas de Estado"

Para los defensores argentinos de la causa palestina, que se compran íntegro el paquete iraní, es bueno recordar que no se pueden llevar adelante posiciones progresistas negando o minimizando tragedias de la magnitud del Holocausto o haciendo silencio cómplice sobre ciertas discriminaciones. Desde posiciones revolucionarias o meramente desde el laxo progresismo, no se puede justificar u omitir, entre otras iniquidades, la fatwa contra Salman Rushdie. Como bien dice el filósofo José Pablo Feinmann ( Página 12, 1-02-2009): "Igual el problema es complejo. Requiere que Occidente comprenda que de una vez por todas al "lejano Oriente" Y algo todavía más difícil: que el mundo musulmán recupere diez siglos y haga su Revolución Francesa". Acotaría algo ¿ Cuanta responsabilidad tiene el Occidente en el atraso que con la apropiación indebida de la riqueza ajena alejó la posibilidad de una Revolución Francesa, el triunfo de la revolución burguesa?

Para uno de los gobiernos populares más trascendentes de América Latina, como la Venezuela presidida por Hugo Chávez, a la que he apoyado y apoyo por las reformas significativas realizadas y cuyas importantes transformaciones originaron un furioso contraataque de las fuerzas retardatarias que incluso promovieron un golpe contrarrevolucionario con apoyo norteamericano, puede entenderse su alianza, vinculada a la producción de petróleo con Irán, pero es inadmisible no delimitar sus diferencias con ese gobierno sobre la minimización o inexistencia del Holocausto. Es un buen ejercicio, reflexionar críticamente sin pasarse a la trinchera adversaria, y no reeditar casi cuatro décadas después los errores cometidos, por la Revolución Cubana y la ruptura con ella de un grupo de intelectuales críticos.
La relación de fuerzas entre los Palestinos e Israel invierte la figura de David y Goliat. David usó para vencer un arma de destrucción de la época que era la honda. Intentó compensar la desigualdad de fuerzas. Es lo que dice Ben Midi en la conferencia de prensa.

Más allá de la caracterización de Hamás, organización con muchos flancos criticables, ellos fueron elegidos por los palestinos de Gaza y son la representación parcial de un pueblo, que en sus bases está en la búsqueda desesperada de un Estado y una Nación. Que es ir contra la historia, suponer que los bombardeos llevarán al desplazamiento de Hamás. Lo más probable es que lo fortifiquen en la consideración de sus seguidores y termine desplazando a Al Fatah en Cisjordania. Tal vez valga recordar, la conferencia de prensa de Ben Midi, y las posibilidades del ejército francés de hacer retroceder las ruedas de la historia.
También es cierto que los gobiernos actuales de Jordania y Egipto, invocan a los palestinos como víctimas pero lo ven más como un problema, que no los conmueve y retacean toda ayuda. Muchos de los manifestantes con dosis alta de maniqueísmo, prefieren omitir este dato de la realidad, seguramente con un argumento simétrico al esbozado por argentinos de origen judío, de no debilitar el frente propio.

Sería un retroceso inadmisible, si algún proyecto trasnochado propone volver Gaza a Egipto y Cisjordania a Jordania.

El licenciado en Filosofía Tomas Abraham, en Perfil del 10 de enero fija algunos pasos dignos de considerar: "Reconocimiento por Hamas e Irán del derecho a la existencia del Estado de Israel. Reconocimiento de Israel del derecho a la existencia de un Estado Palestino. Fin del bloqueo de Gaza. Retiro de colonos israelíes de las zonas fronterizas. (Debería haber dicho Cisjordania) Zona desmilitarizada. Presencia internacional. Intercambio económico y cultural."
Pueden agregarse más puntos y complementarse otros.

Hay demasiados odios y rencores acumulados. El tiempo prolongado, sin bombardeos por un lado, y misiles por el otro, tal vez vaya suturando los horrores, los llantos y las pérdidas.

En la Argentina, en una sociedad fragmentada, con notables problemas, introducir nuevos conflictos es como decía Charles Maurice de Talleyrand, el político, eclesiástico y diplomático francés " Peor que un crimen, es un error"

También a los israelíes le convendría reflexionar sobre otra frase memorable y conocida de Talleyrand: " Las bayonetas sirven para todo, menos para sentarse sobre ellas"

02-02-2009

*Enviado por Hugo Presman


Necesitamos nacionalizar y avanzar hacia la democratización

Entrevista a Noam Chomsky*  05/04/09

Ofrecemos la traducción al castellano de la transcripción de una entrevista de “Real News”, realizada por Paul Jay, a Noam Chomsky. La transcripción original es inédita. Puede ser modificada aún. La cadena de Noticias “Real News” no se hace responsable por los errores que puedan encontrarse.

Paul Jay: Bienvenido a The Real News Estamos en el MIT, Cambridge, con el Profesor Noam Chomsky, quien creo no necesita introducción. Gracias por acompañarnos.
Chomsky: Encantado de estar con vosotros.
Jay: Algunos días atrás, la administración Obama y Geithner anunciaron su plan para la banca. ¿Qué opinas al respecto?
Chomsky: Bueno, en realidad existen varios planes. Uno es la capitalización. El otro, el más reciente, busca rescatar los activos tóxicos mediante una coalición mixta, entre el sector público y el privado. Y éste disparó el mercado de valores al alza. La razón es evidente: resulta extremadamente beneficioso para los banqueros y los inversores. Esto significa que un inversor podría, si quisiera, comprar estos activos de poco valor. Y si éstos aumentan su valor, obtiene ganancias; mientras que si caen aun más, el gobierno asegura el valor. Por lo tanto, podría existir una ligera pérdida, pero también podría haber grandes ganancias. Y esto es –como señaló un administrador financiero en el Financial Times esta mañana- un “escenario de ganancias”.

Jay: Un escenario de ganancias para el inversor.
Chomsky: Sí.
Jay: Si tú eres el inversor.
Chomsky: Para el sector público es un escenario de pérdida. Pero ellos están simplemente reciclando, en gran parte, las medidas de Bush y Paulson; se las ha retocado un poco, pero esencialmente mantienen la misma idea: conservar la misma estructura institucional, obviar la gravedad del problema el mayor tiempo posible, sobornar a bancos e inversores para que ayuden, pero evitar las medidas que puedan ir al centro neurálgico del problema –es decir evitar el costo, si es que puede considerarse un costo, de cambiar la estructura institucional-.

Jay: ¿Y cuál es el plan que apoyarías?
Chomsky: Bueno, digamos por ejemplo, tomar adecuadamente las bonificaciones de AIG [“bonuses”, se refiere a pagas adicionales que reciben los ejecutivos en forma de incentivos a su desempeño, N. de la T.], que son los que están causando semejante desastre. Dean Baker manifestó que había una forma adecuada y simple de abordar el problema. Desde que el gobierno prácticamente es propietario de AIG (sólo que no usa su poder para tomar decisiones), dividiera la sección de AIG que causó todos los problemas –la sección de inversiones financieras-, y la deje ir a la bancarrota. Y después los ejecutivos podrán ir a cobrar sus bonificaciones a la empresa quebrada, si quieren. Esto aumentaría mucho el interés de los afectados en el problema de la quiebra, y el gobierno podría mantener su control efectivo a gran escala, si quisiera ejercerlo, sobre lo que es aún viable en AIG. Y con los bancos, los grandes bancos como el Bank of America, uno de los principales problemas es que nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que sucede en su interior. Existen prácticas y manipulaciones muy oscuras y ellos no van revelarlas tan fácilmente al gobierno. ¿Por qué deberían hacerlo? No es su problema. De hecho, cuando la Associated Press envió a periodistas a entrevistar a los administradores bancarios y a los gestores de inversiones, preguntándoles qué habían hecho con el dinero del TARP [Troubled Assets Relief Program: plan de rescate financiero realizado por la Administración Bush para reducirles riesgos a los tenedores de activos con problemas, N. de la T.], ellos se limitaron a reír. Dijeron “No es de su interés. Somos empresas privadas. La tarea del sector público es financiarnos, no saber lo que estamos haciendo”. Pero el gobierno podría averiguarlo –a saber, haciéndose cargo del control de los bancos-.
Jay: ¿Es por este tipo de maquinaciones políticas por lo que quieren evitar la nacionalización?

Chomsky: No tienes que usar la palabra ‘nacionalización’ si le molesta a la gente; pero debe haber alguna forma de concurso de acreedores, que pueda al menos permitir a investigadores independientes, investigadores gubernamentales, estudiar los libros de cuentas, averiguar qué es lo que están haciendo, quién debe qué a quién, lo cual constituye el punto de partida para cualquier tipo de modificación. Se podría ir mucho más allá, pero no está contemplado. No es una ley natural que las corporaciones tengan que dedicarse solamente a obtener beneficios para sus accionistas. Ni siquiera es lo que señala la ley. Esto es principalmente el resultado de decisiones judiciales y códigos administrativos, entre otros. Sin embargo, es perfectamente concebible que las corporaciones sean responsables con sus accionistas, la comunidad y los trabajadores.

Jay: Especialmente cuando es dinero público el que está moviendo el sistema.

Chomsky: Casi siempre es dinero público. Toma por ejemplo el caso del hombre más rico del mundo, Bill Gates. ¿Cómo llegó a tener la mayor fortuna mundial? Bueno, gran parte de ello se lo debe al dinero público. De hecho, a lugares como en el que estamos ahora sentados...

Jay: El MIT.
Chomsky: -que es donde los ordenadores han sido desarrollados, internet ha sido desarrollado, y los programas informáticos más modernos, aquí y en sitios similares- casi en su totalidad son sostenidos con fondos públicos. Y luego, por supuesto, el sistema funciona de una forma que podría sintetizarse, aunque algo exageradamente, diciendo que el sector público paga los costos y asume los riesgos, y el beneficio es privatizado.
Jay: Que es lo que estamos viendo ahora con el rescate financiero.
Chomsky: Bueno, hay mucho que decir al respecto porque se trata de las instituciones financieras y es muy evidente, pero esto sucede también en otros ámbitos. Como dije, ordenadores e internet, las bases para la revolución de las tecnologías de la información de finales de los 90.
Jay: Entonces cuando dices “desafiar la estructura institucional”, ¿qué es lo que quisieras que suceda?

Chomsky: Para comenzar, pienso que las corporaciones, los bancos, y demás instituciones de esa clase deberían ser responsables frente a todos los interesados, no sólo frente a los accionistas. Esto no es un cambio enorme. De hecho, es parte de la jurisprudencia de la corte. Hubo un caso muy importante, enormemente relevante ahora. Hace alrededor de 30 años, las principales compañías del acero quisieron destruir las plantas de acero de Youngstown –el centro de las comunidades de allí fue construido en torno a ellas- y buscaron moverlas o deshacerse de ellas. Y los trabajadores y la comunidad en general querían conservarlas y pensaron que podrían hacerlas funcionar por su cuenta. De hecho, llevaron el caso a la justicia, argumentando que las reglas administrativas deberían ser modificadas, para que todas las partes interesadas en la empresa, no sólo los accionistas, puedan tener control sobre la corporación. Naturalmente, no ganaron el juicio, pero es una idea perfectamente factible. Podría ser una forma de mantener vivas a las comunidades y también conservar aquí a las industrias.

Jay: Entonces, si miras el sistema financiero actual y tomas este principio, la representación de los intereses de todos los afectados por la empresa y no sólo los de los accionistas, ¿cómo se materializaría, en términos de políticas?
Chomsky. Primero, y para comenzar, implicaría que el gobierno no sólo rescatase financieramente a los bancos vertiendo capital en ellos, sino que ejerciese el control. Y el control comienza con la inspección. Y averiguaríamos lo que están haciendo. Luego, podrían conservarse las partes viables, y si son viables, deberíamos ponerlas bajo control público. Probablemente el gobierno podría haber comprado AIG o Citigroup por bastante menos de lo que está pagando ahora por ellos. Me refiero a que en una sociedad democrática, el gobierno y la comunidad estarían en mutuo acuerdo, y entonces tendría que haber una compenetración directa de la comunidad en lo que esas instituciones deberían hacer y con la manera en que ellas deberían distribuir su dinero, entre otras cuestiones. Es decir, que podrían conducirse democráticamente por los trabajadores, por la comunidad.
Jay: Pero entonces, aunque se utilice o no la palabra ‘nacionalización’,¿el banco se convierte entonces en una institución de propiedad pública?
Chomsky: Se convierten en instituciones de propiedad pública que sirven a la comunidad y donde las decisiones son tomadas por la comunidad. Es un largo camino. Hay que aproximarse paso a paso. Cuando se piensa en nacionalización, al menos en términos generales y por razones históricas, se alude a una especie de Gran Hermano haciéndose con el poder, y la población acatando órdenes. Pero esa no es necesariamente la forma en que se ha hecho. Hay muchas instituciones nacionalizadas que se han desempeñado eficientemente. Por ejemplo, en Chile, que se supone que fue el alumno fiel de la economía de libre mercado reaganiana/thatcheriana. En ese país, una buena parte de la economía está basada en una empresa productora de cobre, nacionalizada y muy eficiente. Codelco, tal es el nombre de la compañía, fue nacionalizada por Allende, pero su desempeño fue tan efectivo que durante los años de Pinochet no se desmanteló. En realidad, actualmente está siendo debilitada, pero sigue siendo la mayor productora de cobre del mundo y la principal fuente de renta del Estado. Y por todos lados pueden encontrarse casos de empresas nacionalizadas que se han desempeñado exitosamente. Pero la nacionalización es sólo un paso hacia la democratización. El asunto es quién las administra, quién toma las decisiones, quién las controla. Ahora, en el caso de las instituciones nacionalizadas, siguen siendo jerárquicas, pero no tienen por qué serlo siempre. Quiero decir, nuevamente, que no existe ninguna especie de ley natural por la cual estas instituciones no puedan ser democráticamente conducidas.
Jay: ¿Y cómo sería?
Chomsky: La participación mediante consejos de trabajadores, reuniones y discusiones de organizaciones comunitarias, en las cuales se deciden las políticas a seguir –que es como se supone que la democracia debería funcionar-. Estamos muy lejos de eso, aun en el sistema político. Por ejemplo, las primarias. De la manera en la que funciona nuestro sistema, los candidatos se postulan, sus jefes de campaña van a algún pueblo de New Hampshire y organizan un acto adonde acude el candidato y dice: “Miren lo bueno que soy. Voten por mí.” Y la gente puede creerle, o no, y luego se va a casa. Supongamos que tenemos un sistema democrático que funciona de la otra manera. La gente en el pueblo de New Hampshire se reuniría en conferencias, encuentros, etc., y trabajarían en las políticas que les gustaría ver concretadas. Y luego, si alguien quisiera postularse a alguna candidatura, podría ir, si quieren ellos podrían invitarlo, y él los escucharía. Le dirían cuáles son las políticas que les gustaría que se aplicasen, y que si él lo hace, ellos le permitirían representarlos, pero que le retirarían el apoyo si no cumple.
Jay: Como dices, esto está bastante alejado de lo que hoy es la política.
Chomsky: No está tan lejos. Suele darse.
Jay: Pero en una instancia nacional...
Chomsky: En el contexto nacional está muy lejos. Pero permíteme tomar como ejemplo el que probablemente sea el país más democrático del hemisferio occidental, aunque la gente no quiera pensarlo así: Bolivia. Es el país más pobre del hemisferio. Es el más pobre de Sudamérica. Tuvo elecciones en los últimos dos años, en las que la gran mayoría de la población, que fue la más reprimida del hemisferio, la población indígena, entró por primera vez en 500 años en la arena política, determinó las políticas que quiso, y eligió un líder de sus propias filas, un campesino pobre. Y los aspectos a modificar fueron muy serios –su control sobre los recursos, la justicia económica, los derechos culturales, las complejidades de una muy diversa sociedad multiétnica-. Las políticas proceden en gran medida de la comunidad, y se supone que el presidente las concreta. Es cierto que nada funciona tan perfectamente, se presentan problemas de todo tipo, pero existe una forma de programa básico. Esto es democracia en funcionamiento. Es casi lo opuesto a la forma en que opera nuestro sistema.

Jay: En el próximo segmento de nuestra entrevista, hablaremos del futuro de la democracia, o como la llamemos en Estados Unidos. Por favor, acompáñenos en el próximo segmento de nuestra entrevista al profesor Noam Chomsky.
Parte 2
Jay: Bienvenidos nuevamente a The Real News. Estamos en el MIT, en Cambridge, con el profesor Noam Chomsky. Gracias por seguir con nosotros. En el primer segmento de nuestra entrevista hablamos sobre cómo debería ser un plan económico que Chomsky apoyaría, el cual tendría que contemplar no sólo a los consumidores sino a los todos los actores implicados y lo que esto podría significar en cuanto a la relación entre la banca y la democracia. Y ya que entramos en el tema de la democracia, ¿qué crees que irá a suceder? Me refiero a los planes actuales para el sector financiero, para el sector automotor, el plan general de estímulos. ¿Crees que funcionará? Y si no, ¿hacia dónde nos dirigimos en términos de intensidad de la crisis? Y ¿qué significa esto en relación con la democracia norteamericana?
Noam Chomsky: No creo que nadie esté en condiciones de saber si esto irá a funcionar. Es algo así como disparar en medio de la oscuridad. En general, -y no tengo ninguna mirada particular sobre el problema- creo que no será como la Gran Depresión, pero pueden venir años difíciles y un montón de parches si se persiste en las políticas en curso. Ahora, el punto crucial de las políticas actuales es mantener estable la estructura institucional: la misma estructura de autoridad, dominación y toma vertical de decisiones. En este esquema, la ciudadanía tiene un rol posible: consumidores. Puedes venderte a este esquema –es lo que se llama buscar un empleo-.
Jay: Y poner dinero para el rescate.
Chomsky: Sí, y puedes colaborar con dinero para el rescate económico, pero no te convertirás por eso en parte del aparato de toma de decisiones. Existe también otra certeza: se dará alguna forma de regulación. Quiero decir, la manía desregulatoria de los últimos 30 años, basada en conceptos fundamentalistas, casi religiosos, sobre la eficiencia de los mercados, se ha deteriorado bastante, y de forma rápida. Por ejemplo, Lawrence Summers, quien es ahora el jefe –prácticamente el jefe de los consejeros económicos- ha tenido que reconstruir un sistema de regulación del tipo del que destruyó unos años atrás. Estuvo a la cabeza de las iniciativas para bloquear los intentos del Congreso por regular los derivados y demás instrumentos financieros exóticos, bajo la influencia de estas cuestionadas ideas sobre mercados eficientes, elección racional, etc. Esto está bastante deteriorado, y habrá algún tipo de reconstrucción del aparato regulatorio. Pero su historia es bastante clara y comprensible: los sistemas regulatorios tienden a quedar absorbidos por las industrias que han de regular. Esto fue lo que sucedió con los ferrocarriles, entre otros ejemplos. Y es natural. Ellos tienen poder, poder concentrado, capital concentrado, y una influencia política enorme –prácticamente conducen el gobierno-. Por eso, ellos siempre terminan haciéndose con el control del aparato regulatorio en su propio interés. Por ejemplo, durante lo que muchos economistas llaman la “era dorada del capitalismo”, que abarcó desde la segunda posguerra hasta mediados de la década de 1970, no hubo grandes crisis. El sistema estuvo regulado, se regularon el flujo de capitales, los tipos de cambio, etc., y condujo al mayor crecimiento en épocas de paz de la historia. Esto cambió a mediados de los 70, cuando la economía se fue desregulando y financiarizando, se incrementó el flujo de capital financiero especulativo y resurgieron las mitologías sobre la eficiencia de los mercados. Y hubo crecimiento, por supuesto, pero se concentró en muy pocos bolsillos, y durante 30 años se estancaron los salarios reales de la mayoría de la población.

Jay: ¿Y cómo cambia todo esto?
Chomsky: Hay un pequeño aspecto redistributivo en la política impositiva, muy pequeño. Quiero decir, es llamado socialismo, comunismo y cosas del estilo, pero difícilmente sea lo que fue años atrás. Por otro lado, la mejor manera de acercarse a un sistema más igualitario sería, simplemente, permitir la sindicalización. Los sindicatos tradicionalmente no sólo han mejorado la vida, las condiciones laborales y los salarios de los trabajadores, sino que han ayudado también a democratizar la sociedad. Son uno de los pocos medios por los cuales la gente común puede unirse y debatir, e incidir sobre las políticas públicas. Ahora no es eso lo que se busca. De hecho, y esto es lo interesante, es como si la sindicalización estuviera fuera de nuestras mentes. Hubo un dramático ejemplo de ello hace un par de semanas. El presidente Obama quiso mostrar su solidaridad con los trabajadores, por lo que fue a Illinois y habló en una planta industrial. La elección de la planta fue llamativa: escogió a Caterpillar. La eligió a pesar de las objeciones de la iglesia y grupos defensores de los derechos humanos sobre los efectos devastadores de las máquinas de Caterpillar en los territorios ocupados por Israel, que destruyen tierras de cultivo, caminos y pueblos. Pero nadie, hasta donde yo sé, ha considerado algo mucho más terrible, y es el papel que ha jugado esta empresa en la historia sindical estadounidense. Caterpillar fue la primera planta en generaciones en utilizar esquiroles para destruir una huelga. Esto fue, creo, en 1988, una parte del ataque de Reagan sobre el trabajo, pero esta fue la primera instalación industrial en hacerlo. Ahora eso es un hecho importante, enorme. En ese momento Estados Unidos estaba sólo -de la mano de Sudáfrica-, permitiendo algo así. Y esto esencialmente destruye el derecho de asociación de la población trabajadora.

Jay: La Ley sobre la Libre Elección del Trabajador (Employee Free Choice Act), que se supuso que facilitaría la sindicalización, no hemos oído mucho de ella desde la elección.
Chomsky: No se ha escuchado mucho al respecto. Y tampoco cuando Obama visitó la planta, que es el símbolo de la destrucción del trabajo por medio de prácticas desleales, porque la sindicalización ha sido extirpada de la mente de las personas. La Employee Free Choice Act siempre ha sido tergiversada. Se ha descrito como un intento de evitar elecciones secretas. No es eso. Es para permitir que los trabajadores decidan si debería haber elecciones secretas en vez de dejar las decisiones enteramente en las manos de los empleadores, que pueden usar las listas de afiliación sindical [check cards] si quieren [inaudible]... pueden elegirla, pero los trabajadores también pueden. Durante la campaña, Obama habló sobre esto, pero paulatinamente fue pasando a un segundo plano. Y hubiese significado un salto mucho más alto para superar la radical redistribución hacia los más ricos -que tuvo lugar en los últimos 30 años- facilitar los esfuerzos de gremialización. Y todos y cada uno de los presidentes desde Reagan han atacado este derecho. Reagan directamente les dijo a los empleadores: “No vamos a aplicar la ley”. Por lo que se triplicaron los despidos -despidos legales- por organizarse sindicalmente. Cuando llegó Clinton esto se consiguió básicamente a través de un dispositivo diferente –que se llamó NAFTA [Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica, en inglés; N. de la T.]. El NAFTA dotó a los empleadores de medio muy eficaces para evitar la organización de los trabajadores: sólo pusieron un gran letrero diciendo: “Operación de transferencia a México”. “Es ilegal, pero si el gobierno es un gobierno fuera de la ley, es posible salirte con la tuya”. Y durante los años de Bush, no es necesario hablar de ello. Pero es posible revertirlo, y este podría ser no solo un paso importante en el camino hacia la reversión de la tendencia regresiva de redistribución de la renta, sino en el de la democratización de la sociedad mediante la generación de mecanismos por los cuales la gente pueda actuar políticamente en su propio interés. Pero esto permanece tan al margen que apenas se discute. Y cuestiones como el control de las instituciones por todos los actores interesados, los trabajadores en la comunidad, no están en las preocupaciones prioritarias de la gente. Están dejándose de lado. De todos modos, si retrocedes hasta la década de 1930, que es la más cercana -aunque no fue igual-, surgieron algunos temas similares. Lo que en realidad metió miedo en el centro del mundo de los negocios fueron las huelgas de brazos caídos [: sit down strike, tipo de paro, sin actividad laboral, pero en el lugar de trabajo; N. de la T.]. Las huelgas de brazos caídos suceden justo cinco segundos antes de que aparezca la siguiente idea: “¿por qué sentarnos aquí? ¿por qué mejor no hacemos funcionar la fábrica? Podemos hacerlo, razonablemente mejor que estos administradores, porque nosotros conocemos como funciona”. Ahora bien, esto asusta. Y está empezando a pasar. Justo un mes atrás hubo una huelga de brazos caídos en una planta de Chicago, creo que se llamaba Pisos y Ventanas de la República. La multinacional propietaria de esta fábrica quiso cerrarla o trasladarla a otro lugar. Y los trabajadores protestaron, y se manifestaron, pero finalmente hicieron una huelga de brazos caídos. Tuvieron éxito a medias. Muchos de ellos perdieron su empleo. Otra empresa compró la planta, pero no se produjo el paso siguiente. El paso siguiente era, “¿por qué no nos encargamos nosotros de hacer funcionar la fábrica, conjuntamente con la parte de la comunidad que está directamente interesada, y tal vez incluso el resto de la comunidad? Estos son los asuntos que realmente deberían ser debatidos.

* Noam Chomsky, el intelectual vivo más citado y figura emblemática de la resistencia antiimperialista mundial, es profesor emérito de lingüística en el Instituto de Tecnología de Massachussets en Cambridge y autor del libro Imperial Ambitions: Conversations on the Post-9/11 World.

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2476


Política

Balance de la ruptura con Diego Rivera (1)

Por León Trotsky. 27 de marzo de 1939

Querido amigo,

Usted guarda silencio como antes. ¡Mal síntoma! Ud. conoce el enojo que tenemos aquí con el pintor y no está asombrado porque nos había prevenido reiteradamente sobre sus ideas políticas fantásticas [2]. Pienso que durante largo tiempo, alrededor de un año y medio, ha intentado imponerse una cierta disciplina; pero durante el Congreso Internacional, se volvió descontento e inquieto. Quiero darle algunos ejemplos sobre sus preocupaciones, para que Ud. pueda comunicárselos a nuestros otros amigos.
Todas las decisiones aquí tomadas concernientes a la sección mexicana lo han sido con el completo acuerdo del pintor y con la idea de no exponerlo a incesantes ataques (Ud. sabe que la organización lo ha condenado -y que nadie tomó su defensa- por unanimidad); pero una vez tomadas y ratificadas las decisiones por la Conferencia, él descubrió que no se lo había defendido lo suficiente. Estaba en extremo descontento con las decisiones tomadas, exagerando terriblemente algunas formulaciones poco felices. Pero esto no le bastaba: afirmó que Socialist Appeal había publicado deliberadamente la decisión sobre Molinier y la decisión sobre él de forma simétrica, con el propósito de equipararlas.
Exigía la exclusión inmediata de todos los miembros de la organización que habían lanzado acusaciones contra él. Exigía mi intervención en ese sentido y tuve con él sobre este tema una discusión inolvidable. Me pedía que expulsara inmediatamente a Galicia. “¿Cómo puedo hacerlo?”. Dije con asombro. “¡Pero Ud. es el jefe!”. “Ud. tiene una concepción extraordinaria de lo que se llama la dirección, querido amigo”, respondí, “Es un poco como el stalinismo”. “Sí”, respondió con la puerilidad que lo caracteriza, “Dicen que soy peor que los stalinistas”. Pero volvió sobre esta cuestión reiteradamente, especialmente luego de la llegada del camarada Curtiss.
Ud. probablemente sepa que el pintor mismo fue quien había propuesto su candidatura y que él, al presentármelo lo había elogiado. Interrogué a Galicia sobre el tema, me confirmó esta apreciación. Estuvimos de acuerdo entonces en que el camarada Curtiss viniera a trabajar aquí como representante [3]. Pero Curtiss no podía trabajar de otra manera más que sobre la base de la decisión de la Conferencia y provocó de este modo un gran descontento en el pintor, quien prácticamente, lo ha boicoteado. Le recordé al pintor el hecho de que había sido sobre la base de su iniciativa que Curtiss había sido designado, y que él trabajaba en representación local del Secretariado Internacional, cuyo deber era ejecutar las decisiones de la Conferencia y no tirarlas por la borda. Esto le ha bastado al pintor para comenzar su actividad política independiente.
Después de que la organización lo hubo condenado me dijo reiteradamente que toda ella era un error, que jamás había deseado trabajar en ella, pero que ello le había sido impuesto por Shachtman y los otros durante su primer viaje a México [4]; que le sería muy fácil crear una sección auténtica de centenares de obreros, etc. Yo estaba escéptico, pero guardé silencio. El comenzó entonces a oponer la Casa del Pueblo a la sección y a Curtiss personalmente. Desgraciadamente parece que la cuestión del dinero jugó aquí un rol importante (los camaradas americanos Cannon, Shachtman y Dunne* habían descubierto sin ningún reparo que una causa muy importante de la violenta explosión entre la organización y el pintor, más allá de su temperamento, residía en el hecho de que la organización dependía directamente de él en el plano financiero. De común acuerdo, se decidió que en el futuro le darían el dinero al Comité Panamericano, el cual lo repartiría). Al crear su propio partido, el pintor comenzó a financiar a la Casa del Pueblo directamente y a crear una situación totalmente degradante de dependencia de una organización obrera frente a un individuo.
En el curso de los últimos cinco o seis meses, el pintor buscó confraternizar con la CGT anarquista y la Casa del Pueblo lo siguió en esta dirección. Inventó una filosofía de la historia especial y un programa especial para esta confraternización. He aquí su programa -una mezcla de residuos marxistas con prejuicios anarquistas y democráticos vulgares-. Parece que los dirigentes de la CGT han estado de acuerdo con ese documento de forma amistosa, pero solamente para abandonarlo y pasarse al campo de los políticos burgueses más reaccionarios.
Olvidé mencionar que aproximadamente un mes antes de esta experiencia, ganó a la Casa del Pueblo para proclamar su adhesión a la Cuarta Internacional. Durante una manifestación han llevado el estandarte de la Cuarta Internacional. Pero no se trataba más que de una medida de protección contra la Cuarta. Cuando le pregunté a sus dirigentes por qué no querían trabajar con nuestra sección o con el camarada Curtiss personalmente, me respondieron oralmente que no veían la necesidad de hacerlo porque ya pertenecían a la Cuarta Internacional y que era preferible para ellos trabajar en otras organizaciones sindicales.
Algunas semanas más tarde, el pintor decidió desarrollar una política presidencial y la Casa del Pueblo le siguió nuevamente los pasos. Ahora han constituido su propio partido, con su propio programa, redactado por el pintor en cinco o diez minutos [5].
El pintor declaró que la sección mexicana de la Cuarta Internacional había decidido no participar en las elecciones por temor a poner en peligro mi asilo. Repite aquí las acusaciones más bajas de Eiffel y de Galicia, a quienes trataba, por esta misma razón, de agentes de la GPU.
Debo mencionar aquí el incidente relacionado con los frescos de O’Gorman [6]. El pintor y su amigo han organizado una enérgica protesta, como de costumbre sin que yo tomara parte. En el transcurso de esta campaña, no tuve más que una discusión accidental sobre esta cuestión con el pintor. Le dije que esta historia no tenía nada en común con la historia de los frescos del edificio Rockefeller [7]. El gobierno mexicano había expropiado las empresas petroleras y debía vender el petróleo. Las democracias boicoteaban ese petróleo y los fascistas lo compraban; pero éstas lo hubieran boicoteado igual si el gobierno mexicano hubiera colocado caricaturas de ellos en los edificios gubernamentales. México es un país oprimido y no puede imponer su petróleo mediante sus barcos de guerra y sus cañones. Si el patrón obliga a los obreros a retirar un retrato de Marx de una sala de obreros, los obreros deben obedecer para evitar ser echados a la calle. La posición de México frente a los grandes países imperialistas es parecida a la de los obreros frente a su patrón. Por ejemplo, durante el período de Brest-Litovsk [8], no podíamos poner caricaturas de Guillermo II en nuestros edificios gubernamentales y menos aún en el diario gubernamental oficial. Es una cuestión de relación de fuerzas no de principios. Intenté explicar todo esto al pintor. Pero él afirmaba que el gobierno, y particularmente Mujica (era en su Ministerio), eran sirvientes reaccionarios de Hitler y de Mussolini y que harían cualquier cosa para mostrarse como antisemitas, etc. Y decía que había roto toda relación con Hidalgo quien había intentado defender a “su dirigente reaccionario, Mujica”. Comprendí esta alusión y abandoné la discusión.
Puede Ud. concebir cuán estupefacto quedé cuando Van encontró por azar al pintor en compañía de Hidalgo, saliendo del edificio del comité por Mujica [9] llevando paquetes de panfletos por Mujica que cargaban en el bolso del pintor. Creo que es la primera vez que comprendimos el nuevo giro, o el pasaje del pintor del “anarquismo tercer período” [10] a la política de frente popular. La desgraciada Casa del Pueblo lo ha seguido paso a paso.
Hemos sido muy pacientes, mi querido amigo. Esperábamos que a pesar de todo podríamos conservar a este fantástico hombre en nuestro movimiento. Yo me mantuve apartado y el camarada Curtiss hizo todo lo que podía hacerse. Todo esto fue en vano.
Ud. conoce ahora sus acusaciones personales contra mí. Estas han aparecido de forma inesperada incluso para él. El estaba descontento con nuestra lentitud, con nuestra actitud conciliadora frente a Galicia y compañía, etc. Quería a toda costa provocar un milagro [11] a cualquier precio. En su espíritu fantástico volvió como esperando que, luego de haber logrado un triunfo al dominar a la Casa del Pueblo y a la CGT, podría aparecer triunfante frente a nosotros y que lo reconoceríamos en su carácter de dirigente. Pero sus fiascos lo han vuelto nervioso y hostil a nuestros ojos. Al igual que él acusaba a Shachtman de la responsabilidad por su propia desventura con la Liga mexicana, del mismo modo comenzó a acusarme de ser responsable de sus propios errores y giros fantásticos. Es en este estado de espíritu que dictó su fantástica carta a André Breton. Incapaz de encontrar un solo hecho que reprocharme, simplemente inventó dos historias que todos nuestros amigos, en particular Van y Curtiss saben que son absolutamente falsas. Una copia no firmada de esta carta fantástica cayó de casualidad en manos de Natalia. Puede Ud. imaginar mi estupor y mi disgusto personal. Le pedí una explicación a Van. Me dijo que el pintor le había prometido comunicarme personalmente esta carta. A pesar de todo intenté dirigir esta cuestión de la forma más discreta posible a través de la intervención de Van y luego de Curtiss. Pedí solamente que reconociera que sus dos ejemplos de mi “falta de lealtad” no eran más que malentendidos (no le he pedido incluso que reconociera que en realidad los había inventado). Lo aceptó, lo rechazó, lo aceptó de nuevo, lo rechazó de nuevo. Le envié copia de todos los documentos destinados al Comité Panamericano. El camarada Curtiss hizo un último esfuerzo para hacerlo retractar de sus falsas aseveraciones. Rechazó esto e incluso le mostró a Curtiss una carta destinada a Bertrand Wolfe [12] anunciando su ruptura con nosotros a causa de nuestro oportunismo, etc.
Debemos ahora mostrarnos firmes con esta personalidad peregrina. Hay dos cuestiones, una personal y la otra política. Comienzo por la menos importante, la cuestión personal.
El Comité Panamericano no puede más que pronunciarse sobre las tres acusaciones lanzadas por el pintor: a) que ejercí presión sobre el camarada Curtiss para que publique el artículo del pintor sobre el arte no como artículo sino como carta, b) que maquiné un golpe de estado en la F.I.A.R.I. nombrando secretario a Ferrel. Todo el drama tuvo lugar con la participación del pintor y con su acuerdo. La candidatura de Ferrel fue propuesta por Zamora y aceptada por todos, incluido el pintor (estando de testigos los camaradas Curtiss, Van, el mismo Ferrel y Zamora), c) que utilicé métodos de GPU con relación a la correspondencia del pintor con Breton. El asunto está expuesto completamente en mi carta al Comité Panamericano y en los documentos. Aquí sólo puedo mencionar que están publicadas citas de esta carta en la revista francesa Clé (esas partes están igualmente dirigidas contra mí pero de forma anónima y pretendidamente sobre un plan de principios). Y allí, debo pedir al Comité Panamericano una declaración muy clara y categórica, incluso si se estima necesario una comisión de investigación, porque esta cuestión puede tener repercusiones internacionales. Envalentonado por su aparente impunidad, el pintor agrega todos los días un detalle y perfecciona el cuadro de sus acusaciones. Ud. lo conoce personalmente en forma suficiente como para comprenderme. Debemos estar armados contra sus extravagantes calumnias. No propongo la publicación del veredicto del Comité Panamericano [13], pero debe ser comunicada a las personas interesadas incluido el pintor mismo, con la advertencia de que si en el futuro se siguen divulgando falsas acusaciones, el veredicto se hará público.
En lo que concierne al aspecto político de la cuestión, a mi modo de ver, debemos publicar inmediatamente una declaración muy clara y categórica sobre las actividades políticas del pintor en el curso del último período, declarando que los documentos que ha elaborado están en total contradicción con el marxismo y con las decisiones de la Cuarta Internacional, y que, incluso si él no hubiera renunciado, por sus actividades se hubiera puesto él mismo por fuera de la Cuarta Internacional. El movimiento obrero no es un campo libre para las experiencias individuales. Creo que sería necesario adoptar y publicar tan rápido como sea posible una resolución de ese tipo e incluso difundirla por el canal de agencias burguesas de prensa.
Pienso que sería necesario, en la declaración del Comité Panamericano, explicar que, a pesar de sus particularidades individuales, el caso del pintor es parte del retiro general de los intelectuales. Algunos de ellos tenían mucha “simpatía” por nosotros en tanto que nos consideraban personas perseguidas que tenían necesidad de su protección. Pero ahora que nos estamos volviendo un factor político, con nuestros propios objetivos y nuestra propia disciplina, están cada vez más “desencantados” con nosotros y, luego de algunos giros ultraizquierdistas, buscando un canal en la opinión pública burguesa de su patria. Nuestro pintor es solamente más generoso, más dotado y más peregrino que los otros, pero es no obstante uno de ellos.
Sería necesario publicar sobre esta cuestión un artículo en New International y la decisión política en Socialist Appeal.
Espero haberle dado las informaciones más importantes y Ud. puede ponerlas a disposición del Comité Panamericano.

[1] Carta a J. Frankel. Traducido del francés de la versión publicada en Oeuvres, Tomo 20, pág. 302, editado por el Instituto León Trotsky de Francia.
[2] Rivera, cuidadoso de la “ortodoxia” en presencia de Trotsky, no retrocedía en presencia de sus secretarios, ante las paradojas o las afirmaciones de principio anarquistas que habían inquietado tanto a Frankel como a Van Heijenoort.
[3] Curtiss vino como representante del Secretariado Internacional. Rivera había conocido a Curtiss en México en 1934.
[4] Se trata aparentemente del viaje hecho en enero de 1937 por Shachtman, Novack y otros para recibir a Trotsky en México.
[5] El partido en cuestión es el P.R.O.C. (Partido Revolucionario Obrero Campesino).
[6] En noviembre de 1938, el gobierno mexicano había dado la orden de borrar en las pinturas murales del aeropuerto central de México efectuadas por Juan O’Gorman, las caricaturas de Hitler y Mussolini que comprometían sus relaciones con Alemania e Italia a quienes deseaba vender su petróleo boicoteado ahora por Gran Bretaña y Francia luego de las nacionalizaciones.
[7] Rivera había pintado para el centro Rockefeller de Detroit unos frescos en los cuales figuraba un retrato de Lenin. Luego de una campaña de prensa, Rockefeller, que había hecho primero tapar las pinturas, las hizo destruir el 9 de febrero de 1934.
[8] Sin duda Trotsky hace alusión al período que va entre la firma del armisticio y la firma de la paz, ambas firmadas en Brest-Litovsk y durante las cuales el gobierno alemán sólo esperaba una “provocación” para agravar los términos de su dictat (dictado).
[9] Se trata del comité que intentaba hacer aceptar por el PRM la candidatura de Mujica a la presidencia de México.
[10] La alusión al “tercer período de los errores de la Internacional Comunista” hace del término “tercer período” el equivalente de “izquierdismo infantil”, “ultraizquierdismo”, “sectario”.
[11] Trotsky ya había empleado esta expresión a propósito de Raimond Molinier en 1936.
[12] Bertrand D. Wolfe (1896-1977) que había sido uno de los dirigentes del PC americano en los tiempos de Lovestone, luego su socio en los movimientos de la oposición comunista de derecha, era también un gran amigo personal de Diego Rivera a quien había conocido durante el tiempo en que éste se ocupaba del partido mexicano por cuenta de la Internacional Comunista.
[13] Frankel, que en Estados Unidos se llamaba Glenner, se ocupaba también del Comité Panamericano (P.A.C.), bajo el nombre de José López.

Fuente: http://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/latin/28.BALANCE%20DE%20LA%20RUPTURA%20CON%20DIEGO%20RIVERA.htm



Escena de la Noche de los Bastones Largos

Facultad de Ciencias en un país sudamericano

Por Oscar Varsavsky*

Este artículo es una charla que el Dr. Oscar Varsavksy dio en la Universidad Central de Venezuela en junio de 1968. Oscar Varsavsky fue un hombre de ciencia, que a lo largo de su vida se desarrollo en diferentes áreas, desde la Química, pasando por la Matemática pura y aplicada hasta el estudio de la Historia y la Epistemología. En este artículo, Varsavsky hace una autocrítica sobre el proceso llamado la gran Renovación de la Facultad de Ciencias de Buenos Aires, que duro desde el año 1955 hasta la trágica Noche de los Bastones Largos en julio del 1966.

Están ustedes empeñados en realizar una Renovación académica y han llegado a la conclusión que, aun sin discutir a fondo cual es el papel de una Facultad de Ciencias en un país subdesarrollado, hay una cosa segura: para desempeñar bien su papel debe formar profesionales y científicos serios, responsables, capaces de utilizar todos los instrumentos que la ciencia y la técnica ponen a su disposición y de crear los que necesiten y aún no existan. Rechazar en cambio el concepto de Facultad que se limita a otorgar títulos académicos como recompensa a los alumnos que han tenido la habilidad o la paciencia de aprobar sus exámenes
Esto les ha señalado claramente uno de los enemigos naturales de la Renovación: el profesor anticuado, incapaz o desinteresado, que por desgracia abunda en nuestras universidades, y que no cumple ni remotamente con su misión formadora, porque no sabe o porque no le importa.
En toda acción es muy cómodo identificar al enemigo: la táctica, las victorias, las derrotas, todo se hace más claro y fácil. Yo estoy de acuerdo en que esos profesores ‘fósiles’ son un enemigo que hay que vencer, y ojalá tengan pleno éxito en esa tarea. Pero quiero hablarles de otro enemigo no tan fácilmente identificable, puesto que en ocasiones como ésta aparece incluso como un aliado, pero que luego resulta más peligroso que el otro, más eficiente en la tarea de impedir a la Universidad realizar su verdadera misión.
Para esto sí es necesario discutir a fondo cuál es esa ‘verdadera misión’, cuál es el papel de la Facultad de Ciencias, y como es aburrido hablar de estos temas en términos abstractos, se me ocurre que una manera concreta de referirme a esa misión y a ese enemigo es relatarles una experiencia análoga: la de los que hicimos la gran Renovación de la Facultad de Ciencias de Buenos Aires, a partir de 1955 y hasta que la policía entró a palos con sus profesores y estudiantes, en julio del 66.
En esa Facultad tuvimos condiciones favorables para hacer la Renovación, pues durante el peronismo casi todos los profesores jóvenes fuimos expulsados por motivos políticos, de modo que cuando cayó Perón y todos los cargos universitarios fueron declarados vacantes, se nos encargó a nosotros controlar el nombramiento de todo el nuevo cuerpo de profesores.
Fue así que el primer enemigo -los profesores fósiles, que se habían quedado en la Universidad peronista porque no hubieran conseguido trabajo en otra parte- sufrió una fuerte derrota. Y mientras tratábamos de que esa derrota se consolidara definitivamente, nos fuimos encontrando con el segundo enemigo, llamado por los estudiantes “cientificismo”. Tardamos años en identificarlo, y ojalá nuestra experiencia sirva para que ustedes tarden menos.
Y tampoco tuvimos allí un grave inconveniente que se observa en Venezuela, en Chile y otros países sudamericanos: la participación directa de los partidos políticos en la vida universitaria. Atención, no estoy hablando de la política, que sí es elemento esencial en los planes de renovación, sino de los partidos de todo color, cuyos viejos sectarismos e intereses creados les hacen enemigos de toda renovación profunda aun apoyándola de palabra. Son otros fósiles injertados en la Universidad.
El gran problema era la selección de los nuevos profesores, que evidentemente iban a fijar el rumbo de la Universidad durante una generación entera, aunque cono medida de precaución se decidió que todos los nombramientos serían por 7 años, al cabo de los cuales se llamaría de nuevo a concurso.
Pensando siempre en el primer enemigo, quisimos pues asegurarnos de que sólo “buenos científicos” iban a ganar los concursos. Si se tomaba en cuenta cono antecedente la antigüedad en la docencia o los títulos académicos habituales en el país, se nos volvían a meter los fósiles. El criterio debía ser la actividad científica, pero ¿cómo se mide? La unidad de medida propuesta fue la de más prestigio en el hemisferio Norte: el “paper”, el artículo publicado en una revista extranjera, porque las nacionales no daban suficiente garantía de calidad.
Todos aceptamos ese criterio. Poco a poco, sin embargo, algunos empezamos a darnos cuenta de ciertas tristes realidades de la vida científica. Encontramos que en algunos campos, como Biología, donde el nivel internacional es muy desparejo, hay revistas extranjeras dispuestas a publicar prácticamente cualquier cosa. Una mala descripción de un alga de la Patagonia o cualquier otra trivialidad podía hacerse publicar en alguna revista internacional, con tal de tener algún conocido en el cuerpo editor.
En otro tipo de ciencias, como la Física, descubrimos gente que habiendo aprendido en el exterior una técnica todavía no muy difundida en el mundo, se hacía comprar el aparato correspondiente al volver al país y se ponía a aplicar esa técnica a muchas sustancias diferentes. Hay miles de moléculas que se pueden analizar por resonancia paramagnética, por ejemplo: cada una de ellas puede producir un paper, cuyo valor puede ir desde infinito a cero, o incluso ser negativo. La persona que había tenido la habilidad de dedicarse a eso aparecía entonces con antecedentes mucho mejores que otras de gran capacidad pero que sólo escribían un paper cuando tenían algo decentemente original que decir.
Lo ridículo del caso es que allá igual que aquí, nosotros conocíamos perfectamente a todos los que se presentaban a concurso, porque habían sido colegas, compañeros, o alumnos nuestros, y podíamos decir de antemano sin equivocarnos cuáles de ellos iban a ser útiles, quiénes iban a formar escuela, quiénes iban a enseñar con interés, como verdaderos maestros, quiénes se iban a preocupar por los problemas del país, sin descuidar por ello el rigor científico. Y sabíamos por otra parte quiénes estaban simplemente haciendo su carrera profesional en la ciencia y ponían todos sus esfuerzos en cumplir con ese requisito formal del paper, eludiendo toda otra actividad, incluso la enseñanza.
Es que hacer un paper no es tan difícil. El Physical Reviews publicó incluso una vez un paper en broma dando recetas para hacer papers, e incluía una especie de formulario que con sólo llenar los espacios en blanco se convertía en un artículo sobre Electrodinámica Cuántica bastante parecido a los que aparecían en esa época. Yo diría que cualquier graduado de esta Facultad puede publicar en una revista extranjera sin mucho más esfuerzo científico que el que hizo para graduarse, siempre que haya conseguido un ‘padrino’ extranjero que le haya dado un tema que tenga algo que ver con las corrientes de moda. Eso se consigue yendo becado al exterior, y es muy fácil equivocarse al asignar becas.
Esto ocurre porque la ciencia, por su gran prestigio, se ha convertido en do en una profesión codiciada y en ella hay que hacer carrera de cierta manera, ya estandarizada por normas internacionales. El éxito consiste en publicar papers, asistir a congresos y simposios, recibir visitas de profesores extranjeros, ser invitado a otras universidades como profesor visitante. Esta carrera requiere una técnica y un cierto umbral de capacidad y preparación. Pero la inteligencia no es un elemento decisivo, salvo en el caso de genios, y este caso lo dejamos de lado porque sobre genios no hay ninguna regla general que valga. Para el investigador común, el elemento decisivo para adquirir ‘status’ en la carrera científica es un tipo de habilidad muy similar al ‘public relations’. Tal como en la competencia comercial, a menos que lo que se venda sea muy, muy malo o muy, muy bueno, es más importante saber vender que preocuparse por la calidad del producto Esto puede parecer exagerado, y cuando yo publiqué mi primer paper, hace 25 años, me hubiera parecido una herejía, pero la experiencia me ha hecho cambiar de opinión.
Por supuesto, no todos los que tienen éxito en esta carrera científica son simples buscadores de prestigio, si no, la ciencia estaría estancada y no lo está. Pero tampoco progresa tan maravillosamente como se dice: tengan en cuenta que desde Aristóteles hasta Einstein hubo menos científicos en total que los que hoy viven y publican papers, y sin embargo en los últimos cuarenta años ninguna ciencia., salvo la Biología, produjo ideas, teorías o descubrimientos geniales corno los que asociamos a los nombres de Darwin, Einstein, Schrodinger, Cantor, Marx, Weber e incluso Freud. Los grandes adelantos han sido técnicos, impublicables en revistas de ‘ciencia pura’: computadores, bomba atómica, satélites, propaganda comercial.
No está claro que el actual diluvio de papers ayude mucho al progreso de la ciencia, y por lo tanto no es válido en general el argumento de los que se niegan a “perder tiempo” enseñando porque dicen que sus investigaciones son más importantes. Eso puede ser cierto en un caso cada mil, no más.
El cientificismo es la actitud del que, por progresar en esta carrera científica, olvida sus deberes sociales hacía su país y hacia los que saben menos que él.
Pero este peligro no lo vimos al principio, y seguimos preocupados exclusivamente con el otro, el de los fósiles, incapaces siquiera de ser cientificistas. Así, otra medida de seguridad que tomamos fue la de incluir científicos extranjeros en los jurados. Todavía no me explico cómo pudimos cometer semejante error, y ojalá no se repita aquí.
Los científicos extranjeros son capaces -si están bien elegidos- de juzgar entre un paper “moderno” y uno anticuado, y siempre votaron en contra de los fósiles. Pero cuando se trataba de elegir entre dos candidatos científicamente aceptables, usaban sus propias normas, válidas en sus propios países, y optaban por el que había publicado un poco más, o se ocupaba de un tema más de moda, sin tomar en cuenta dos cuestiones esenciales: que en Sudamérica es tanto o más importante formar las nuevas Generaciones de científicos que hacer investigación ya, y que la investigación que se haga debe servir al país a corto o mediano plazo. Esos criterios ideológicos, estos juicios de valor, no eran compartidos por los jurados extranjeros, y muchas veces nos obligaron a nombrar profesor a un cientificista dejando de lado a jóvenes también capaces de investigar, pero más conscientes de sus deberes sociales.
El resultado práctico de nuestros esfuerzos fue que “triunfamos”, digámoslo entre comillas (muchas personas siguen creyendo lo mismo; yo no). En la mayoría de los casos, los fósiles fueron derrotados y en muy poco tiempo la Facultad de Ciencias de Buenos Aires fue considerada un ejemplo de ciencia moderna en Sudamérica; se multiplicó el número de papers producidos, nuestros alumnos hacían siempre un brillante papel en las universidades extranjeras a donde iban becados y cuando llegaba un profesor visitante siempre nos encontraba al día en todos los temas de moda.
Lo que conseguimos fue estimular el cientificismo, lanzar a los jóvenes a esa olimpíada que es la ciencia según los criterios del Hemisferio Norte, donde hay que estar compitiendo constantemente contra los demás científicos, que más que colegas son rivales. Y como esa competencia continua no es el estado ideal para poder pensar con tranquilidad, con profundidad, no es extraño que ninguno de los muchos papers publicados por nuestros investigadores desde 1955 haya hecho adelantar notablemente ninguna rama de la ciencia. Si no se hubieran escrito, la diferencia no se notaría.
A cambio de ese ínfimo aporte a la ciencia universal, encontramos que estos cientificistas no atendían a los alumnos, o peor, implantaban un criterio aristocrático en la Facultad: elegían algunos buenos alumnos porque los necesitaban como asistentes para su trabajo, y se dedicaban exclusivamente a ellos. Los demás eran considerados de casta inferior y debían arreglarse como pudieran.
Poco a poco la Facultad se fue transformando en una sucursal de las universidades del Hemisferio Norte. En nuestros laboratorios trabajaba gente joven, muy capaz, becada al Hemisferio Norte apenas graduados, que habían recibido allí un tema de trabajo, y ahora de regreso en el país seguían con ese tema porque era lo único que sabían bien y lo único que les permitía seguir publicando; eran muy jóvenes, no tenían una experiencia amplia y no querían desperdiciar esa capacidad tan específica que habían adquirido. Se mantenían en contacto mucho más estrecho con las universidades del exterior que con las nuestras: todos sus canales de información estaban conectados hacía afuera. Y desgraciadamente dimos el ejemplo a las demás universidades e institutos científicos del país y llegamos a extremos escandalosos: una escuela de Física y un instituto de investigaciones sociológicas ubicados en los Andes patagónicos, una hermosa zona de turismo aislada del resto del país, pero adonde los profesores extranjeros iban encantados durante sus vacaciones de verano porque podían combinar ciencia con esquí. Algo de eso tienen ustedes aquí en el IVIC, pero lo peor no es el presente, sino el futuro.
Lo que obtuvimos, pues, fue una alienación, un extrañamiento de todos esos jóvenes que habíamos preparado con tanto cuidado, luchando durante anos para conseguirles fondos, para crear el Consejo de investigaciones Científicas y Técnicas que dio y da becas, subsidios, complementos de sueldo... con un criterio aún más cientificista que el nuestro. Toda esa gente, aun quedándose en el país, cortaba sus lazos con él y se vinculaba cada vez más al extranjero. Algunos terminaban yéndose al Hemisferio Norte definitivamente, pero ese no era el problema más grave. Más problema eran los que se quedaban pero se ocupaban sólo de temas que interesaban a los Estados Unidos o a Europa. Cuestiones de ciencia aplicada que interesaran al país no se investigaban. Problemas de ciencia pura que pusieran tener alguna ramificación beneficiosa para el país, no se veían. Que pudieran ser un aporte significativo para la ciencia universal, no aparecieron.
En cambio teníamos una especie de colonización científica; todos nuestros criterios, nuestras medidas de prestigio, los valores e ideales de nuestros muchachos más inteligentes, estaban dados por patrones exteriores, aceptados sin análisis, por puro seguidismo e imitación.
Por supuesto nosotros siempre hablábamos de los problemas nacionales, del papel de la Facultad frente al país, y hasta creamos comisiones que trataban de estimular en cada Departamento las investigaciones aplicadas. Pero no pasaban de buenas intenciones y nosotros mismos no estábamos convencidos del todo ni veíamos muy claro qué era lo que se podía hacer.
Sin embargo, había algunos síntomas significativos. Empezamos a obtener apoyos inesperados e indeseados. Al comienzo, en el año 55, éramos todos considerados comunistas por la embajada norteamericana, pero esa actitud fue cambiando y nos encontramos recibiendo apoyo de las fundaciones -Ford, Rockefeller, Carnegie, todas- la National Academy of Science, el National Institute for Health; hasta recibimos un subsidio de la Fuerza Aérea norteamericana para hacer un estudio meteorológico. A algunos de nosotros esto nos obligó a pensar qué era lo que estaba sucediendo, por qué tanto interés, tanta amistad con nosotros de golpe. Y llegamos a la conclusión de que estábamos haciendo un buen negocio para ellos: que nuestra producción científica era tan parecida a la de ellos que les convenía apoyarnos.
Cuando nuestros radioquímicos completaron una serie de tablas con propiedades de los radioisótopos, no hicieron una obra científica original -no formularon ninguna idea nueva- pero hicieron un trabajo de rutina delicada, muy útil para la ciencia del Norte y recibieron por ello muchas palmadas de agradecimiento. Como ese hay otros muchos ejemplos, pero tal vez el máximo beneficio que el Hemisferio Norte saca de este apoyo al cientificismo es que nos hace depender culturalmente de ellos. Si los universitarios, la gente de la cual salen los cuadros dirigentes del país, se acostumbran a aceptar el liderazgo científico, y por lo tanto tecnológico del Norte, les será mucho más difícil rebelarse contra la dependencia económica y política. De ahí el interés de muchas entidades del Norte en apoyar nuestros esfuerzos en pro de la modernización de la enseñanza, y en contra de los profesores fósiles y los métodos anticuados, y eso se está viendo también aquí.
No quiero dejar pasar esta oportunidad sin recordarles que no es sólo en la Facultad de Ciencias que se nota este apoyo extranjero. Todo el programa de reforma de la educación venezolana que está haciendo Eduplan, está bajo el “asesoramiento” de una universidad norteamericana, con dinero proporcionado por la Fundación Ford. Recuerden también que acaba de inaugurarse el Instituto de Enseñanza Superior de Administración IESA, fundado por empresas privadas -la Creole y otras- con el auxilio técnico de cinco universidades norteamericanas y apoyo financiero de la Ford, para impartir una enseñanza moderna y eficiente, con las últimas técnicas de ‘management’, uso de computadoras, racionalización de oficinas, etc. Este Instituto competirá ventajosamente con otro análogo que tiene el gobierno, a pesar de que éste también está tratando de modernizarse, y entonces el probable resultado es que en el futuro, los cargos de responsabilidad en la administración pública y privada serán ocupados por graduados del IESA, muy eficientes, pero con una mentalidad formada según los valores y hábitos norteamericanos. Es innecesario explicar los alcances políticos que pueden tener estos dos ejemplos.
Lo mismo estaba sucediendo en Brasil, cuyo gobierno puso también la educación en manos de varias instituciones norteamericanas. Pero, como habrán leído en las noticias de estos días, los estudiantes brasileños, después de un año de mantenerse indiferentes al problema, reaccionaron con bastante violencia, y parece que el gobierno dio marcha atrás. Claro que los brasileños siempre han sido bastante nacionalistas, y saben que si un país es algo diferente de los demás es porque tiene una cultura propia, es decir hábitos de vivir, de pensar, de trabajar, tradiciones y valores propios. Esa cultura se forma en gran parte a través de la educación, y por eso la educación es lo último que puede entregarse a otro país, cualquiera que sea. Si en nuestra vida cotidiana, en nuestra ciencia y nuestro arte imitamos a los EE.UU., es inútil que tengamos un ejército propio y elecciones presidenciales: seremos igual una colonia, y con menos probabilidades de liberarnos que hace 150 años, porque estaremos satisfechos con nuestra manera de vivir. El colonialismo cultural es como un lavado de cerebro: más limpio y más eficaz que la violencia física.
Si un país sudamericano quiere ser realmente libre, Y no un estado libre asociado, tiene que tener su propia política educativa, dirigida mal o bien por sus ciudadanos. Si son inteligentes tendrán grandes éxitos y serán admirados por el resto del mundo; si no, serán al menos lo que ellos han querido ser.
Quiero aclarar a todo esto que los asesores extranjeros que están colonizándonos, son en general excelentes personas y realmente desean lo mejor para Sudamérica. Claro que ‘lo mejor’ a la manera que lo entienden ellos, y en eso se parecen mucho a los misioneros que iban a las islas del Pacífico a salvar las almas de aquellos pobres paganos condenados al infierno. Los asesores vienen muchas veces con la intención de salvarnos del subdesarrollo, y esa intención se la agradecemos, pero los rechazamos porque para ellos desarrollarse es ser igual a ellos, sobre todo culturalmente. Por eso en especial propugnan y financian métodos de educación masiva, televisión educativa, enseñanza a computadoras, todos esos métodos que les permiten enlatar clases y conferencias en los EE.UU. y mandarlos aquí para que todos aprendamos las mismas cosas, de la misma manera, con el mismo énfasis.
Son métodos de aprendizaje muy eficientes. Seguro que vamos a adquirir muchos más bits de información mucho más rápido que con estos anticuados métodos nuestros, pero, ¿cuál es el contenido de esa información? Esa información se refiere a los temas que les interesan a ellos, por supuesto. En un pensum de Física sudamericano, la teoría general de la relatividad y los métodos de detectar neutrinos no deben ocupar el mismo número de horas que en el Norte, y en la escuela primaria y secundaria los ejemplos son más delicados pero mucho más peligrosos.
En resumen, la independencia cultural debe ser nuestra objetivo permanente, en todos los campos de la cultura, desde las series de TV hasta la ciencia pura.
Esto es bastante fácil de comprender en ciertas ciencias: es evidente que las investigaciones sociológicas no tienen que estar dirigidas por gente de otro país que puede tener malas intenciones, como en el famoso Proyecto Camelot. Y si las tienen buenas, saben menos que nosotros qué temas interesan e incluso qué métodos conviene aplicar. Pero para las ciencias que se estudian en esta Facultad, la cosa no está tan clara y debemos analizarla aunque sea superficialmente, porque el otro camino, el de la imitación, el seguidismo a eso que se llama sin mucho derecho “ciencia universal”, ese si está perfectamente claro y es sencillo de seguir. En realidad, uno de los motivos que hace tan atrayente el cientificismo es que es muy fácil: no hay que pensar en cuestiones realmente difíciles por sus muchas implicaciones. A uno lo envían recién graduado a una universidad extranjera y allí su jefe le dice qué artículos tiene que leer, qué aparatos tiene que manejar, qué técnicas tiene que usar y qué resultados tiene que tratar de obtener. Si trabaja con perseverancia, consultando cuando se le presenta alguna dificultad, se graduará sin duda de “científico”, y volverá a su país a tratar de seguir haciendo lo mismo que aprendió o algo muy relacionado con eso.
Sí ustedes se ponen a pensar qué podríamos hacer en vez de eso, se van a dar cuenta de que es muy difícil elegir temas y métodos. Es lo más difícil de toda investigación, y tanto más difícil cuanto más quiere uno liberarse de los caminos trillados. Para algunos esta dificultad es un aliciente. Otros prefieren no liberarse porque no sabrían qué hacer con esa libertad.
Evidentemente no estoy hablando de tomar medidas extremistas, no se trata de rechazar la ciencia de moda por el hecho de que no nos sea inmediatamente útil, o sea extranjera. Se trata de enterarse de todo, pero profundizar sólo en lo que nos interesa por motivos nacionales. Se nos dice que la ciencia debe interesarnos, porque la ciencia está formada por verdades, y lo que es verdad en Nueva York también es verdad en Caracas. Esto hay que aclararlo.
Lo que ocurre es que la verdad no es la única dimensión que cuenta: hay verdades que son triviales, hay verdades que son tontas, hay verdades que no interesan a nadie. “Una frase significa algo sí y sólo sí puede ser declarada verdadera o falsa”, afirma una escuela filosófica muy en boga entre los científicos norteamericanos. Yo no creo eso: hay otra dimensión del significado que no puede ignorarse la importancia. Es cierto que un teorema demostrado en cualquier parte del mundo es válido en todas las demás, pero a lo mejor a nadie le importa. Eso me ha pasado a mí con muchos teoremas que yo he demostrado. Son verdaderos pero creo que el tiempo que gasté en demostrarlos lo pude haber aprovechado mejor. No significan nada.
Para eso hay una respuesta habitual: “no se sabe nunca; tal vez dentro de diez años ese teorema va a ser la piedra fundamental de una teoría más importante que la relatividad o la evolución”. Bueno, sí, como posibilidad lógica no se puede descartar, pero ¿cuál es su probabilidad? Porque si es muy cercana a cero no vale la pena molestarse. Además, seamos realistas: si un teorema que yo descubro hoy y que nadie lee ni le importa, dentro de diez años resulta importante, es seguro que el científico que lo necesite para su teoría lo va a redescubrir por su cuenta, y recién mucho después algún historiador de la ciencia dirá “ya diez años antes un señor allá en Sudamérica había demostrado ese mismo teorema”. No tiene mucha importancia eso para la ciencia universal. Ese valor potencial que tiene cualquier descubrimiento científico es el que tendría un ladrillo arrojado en cualquier lugar del país, si a alguno se le ocurriera construir allí una casa, por casualidad. Es posible, pero no se puede organizar una sociedad, ni la ciencia de un país con ese tipo de criterio. Hay que planificar las cosas. No todas las investigaciones tienen la misma prioridad; ellas no pueden elegirse al azar ni por criterios ajenos.
Esta no es una posición aceptada por todos los científicos: al contrario, contradice algunas de las bellas frases acerca de la Ciencia con que nos educan desde niños. En particular parece -sólo parece- contradecir la “libertad de investigación”.
Cuando un científico está tan convencido de la importancia de su tema que no hay manera de convencerlo de que tiene prioridad baja, hay que dejarlo, incluso hay que ayudarlo un poco. Porque esa convicción aumenta la probabilidad de que el tema sirva para algo. Pero esos casos son muy raros. Piensen, aquellos de ustedes que ya están embarcados en la carrera científica, si en algún momento han tenido la convicción de que “tengo que estudiar físico-química o reviento”. No es verdad. uno elige su especialidad llevado en buena parte por las circunstancias: una beca, un buen profesor, un amigo, la familia. Y si las circunstancias le hubieran hecho estudiar bioquímica estaría igualmente satisfecho.
Sin embargo hay que tener en cuenta que cuando una persona ya está entrenada en una rama de la ciencia, cuando ha invertido unos cuantos años de su vida en aprender una especialidad, es muy difícil pedirle que se dedique a otra cosa de más prioridad. Si se le insiste mucho lo que hará es irse. Lo que estoy diciendo se dirige a la gente que tiene que elegir su carrera, y a los que tienen que decidir cómo se va a planificar la ciencia del país de aquí en adelante, es decir, con qué criterios se van a repartir los limitados fondos de que se dispone para investigar.
En esta lucha por la independencia cultural se puede caer, es cierto, en extremos ridículos o heroicos. Así, el líder negro Fannon rechaza no solamente la colonización política y económica sino también la cultural, y dice: no queremos la ciencia de los blancos, no queremos la literatura de los blancos; todo lo que han hecho desde Aristóteles hasta ahora pueden guardárselo y vamos a ver qué hacemos nosotros en cambio. Eso realmente es valiente, pero yo no creo que pueda ser. No puede ser por un motivo sencillo, la ciencia “blanca” produjo una fuerza física que es irrebatible: si Africa renuncia a toda la ciencia blanca, en particular renuncia a las armas. Y no veo entonces cómo se van a proteger de la colonización.
Ese es un hecho incontrovertible; hay una parte de la ciencia que hay que aceptar aunque sea en defensa propia. Si los guerrilleros vietnamitas no estuvieran dispuestos a aprender la tecnología de la bazooka sería peor para ellos. Y esa tecnología lleva implícita una ciencia básica que hay que aprender.
Tampoco vamos a rechazar una teoría simplemente porque viene del Hemisferio Norte, como Hitler quería rechazar la relatividad porque la había inventado un judío. Lo que afirmamos es que no hay que irse al otro extremo: aceptar cualquier cosa simplemente porque viene del Hemisferio Norte. Independencia cultural significa dos cosas: obligación de crear, y derecho a elegir. De lo que se hace en el Norte vamos a elegir lo que nos parezca conveniente; vamos a tomarnos esa gran responsabilidad. Y vamos a tratar de crear lo que falta.
Podremos equivocarnos, como se equivocaron en Rusia al apoyar al genetista Lyssenko contra las teorías “occidentales”, pero por lo menos intentaron una nueva vía. Tal vez Lyssenko era demasiado pirata y ese error pudo haberse evitado. Pero no importa; un error así es menos grave que aceptar a pies juntillas todo lo que viene del Norte, cono hacemos nosotros. Prefiero el otro tipo de pecado.
Elegir en vez de aceptar no es fácil. Crear, mucho menos. La Ciencia parece a primera vista un cuerpo tan completo y perfecto que uno se descorazona fácilmente ante la tarea de innovar. Sin embargo, todos están de acuerdo en que dentro de un siglo la ciencia habrá descubierto campos, teorías y métodos totalmente nuevos. Eso significa que la ciencia de hoy no está cubriendo todos los campos posibles. Hay un horizonte inmenso de nuevas posibilidades.
Es verdad que la mayoría de estas novedades futuras no podrían aparecer hoy, de pronto. Necesitan que transcurra el tiempo para que se hacen ciertos descubrimientos empíricos, se inventen ciertos materiales y aparatos, etc. Pero en muchos otros casos, el hecho de que se descubran hoy o dentro de cien años depende principalmente del interés de los investigadores. Incluso hay fenómenos sociales, biológicos, geológicos, que si no se investigan hoy no se podrán investigar ya nunca porque habrán desaparecido.
En la Facultad de Ciencias, el deseo de crear, de ser originales, tropieza con dificultades cada vez mayores a medida que se trata de una ciencia más básica. Para un biólogo, encontrar temas que no sean sugeridos por el último grito de la biología molecular no es muy difícil, dado el carácter local de muchos fenómenos biológicos interesantes. Lo mismo pasa con los geólogos (que deberían estar en esta Facultad). Hace poco leí que un estudio del río Caroní sirvió para modificar una serie de conceptos hidrogeológicos. Ese estudio lo dirigió un norteamericano ¿Por qué no un venezolano? Es un tema tan interesante que pesó el nivel de revista técnica y alcanzó el de divulgación. Como éste, sin duda hay muchos otros temas empíricos que conducen rápidamente a cuestiones teóricas novedosas.
Pero si pasamos a la Química, la Física o la Matemática, la cosa es más difícil, aún si el único criterio fuera la originalidad, que no lo es. Evidentemente los átomos son los mismos en todas partes, parece difícil encontrarles carácter local., y en efecto, una teoría de las partículas elementales venezolanas sonaría bastante ridícula, y una teoría venezolana de las partículas elementales suena bastante difícil porque sería correr una carrera con el Hemisferio Norte en un tema que inventaron ellos, al cual aplican enormes recursos y donde nos llevan una gran ventaja inicial. Es justamente lo que se quiere evitar.
Sin embargo, los átomos de azufre pueden estudiarse en general o en su relación con el petróleo venezolano. Este es un problema empírico que lleva inmediatamente a cuestiones teóricas fundamentales. Y tampoco es imposible hacer teorías en las que en el Norte no se ha pensado: en esta misma Facultad, el profesor Alsina, un sudamericano, completó su interpretación del electromagnetismo y otros conceptos físicos a través de la relatividad especial, un estudio original y de calidad.
Se puede estudiar la teoría de líquidos en vez de la de sólidos como todo el mundo, o dentro de los sólidos la física del suelo en vez de los semiconductores o los cristales. Toda la teoría de los fenómenos irreversibles está muy atrasada. No se sabe nada de posibles memorias orgánicas para computadoras: hay allí un campo abierto para equipos de ingenieros, biólogos, químicos y físicos.
Ya ven que es posible plantear ternas que no están de moda, si es eso lo que uno se propone.
Pero la originalidad no puede ser el único criterio. Eso corresponde a la ideología de que la ciencia es un juego y que el científico puede elegir el tema que le divierta más, porque su recompensa es el placer que experimenta al dedicarse a ese juego. Esa ideología se lava las manos de los problemas sociales y por eso debemos rechazarla.
Intentemos por lo menos una respuesta tentativa a este problema de hacer ciencia autónoma pero con un contenido social.
Yo creo que lo que tiene que hacer un país subdesarrollado es integrar la actividad científica alrededor de algunos grandes problemas del país. Y la Facultad de Ciencias tiene que orientar su enseñanza para que eso sea posible. Afirmo que con ese método de trabajo se conseguirá que la Universidad contribuya mejor al desarrollo del país y que no se haga seguidismo científico.
Para aclarar, tomemos como ejemplo un proyecto que se planteó en esta misma Facultad sin mayor éxito. Es el estudio general de la región de los Llanos. Que eso es útil, muy útil, al país es evidente, pero además puede dar origen a descubrimientos empíricos, teóricos y metodológicos de tanto interés como los de cualquier otra parte del mundo.
La idea es que al plantear un estudio tan amplio es forzoso trabajar en equipo multidisciplinario. Se debe conseguir una integración no sólo de ecólogos, zoólogos y botánicos, edafólogos y micólogos, sino también de físicos y químicos, porque el suelo debe ser analizado desde ese punto de vista, y de matemáticos, porque toda esa información debe poder manipularse de una manera eficiente y rigurosa, es decir con métodos matemáticos. Y por supuesto tiene que haber economistas y sociólogos: sería absurdo estudiar toda la vida de los Llanos menos la humana; hay que estudiar cómo es la gente que vive allí, cuáles son sus necesidades, y qué representa esa región para los objetivos nacionales de Venezuela.
Estoy seguro de que cuando los campesinos del Llano empiecen a plantear sus problemas acerca de por qué tal planta crece peor aquí que allá, los fisiólogos vegetales encontrarían cien temas de interés, y como no estarán estudiando ejemplares de invernadero deberán llamar en su auxilio a los que estudian las propiedades del suelo, las características de las inundaciones, los enemigos naturales, etc., etc. Esta interacción de disciplinas, que exige a su vez discusión, crítica y estímulo constante entre los investigadores y permite que ideas comunes en una rama de la ciencia se propaguen de manera natural a las otras, es una garantía de éxito.
Les recuerdo además una característica propia de la ciencia del norte, y es que allí es muy raro el trabajo en equipo, justamente porque la filosofía de la vida en Estados Unidos requiere una alta competitividad individual. Cada científico tiene que firmar él su paper, porque si no ha publicado tantos por año pierde su contrato en la Universidad a favor de otro que publicó más. Hay una resistencia muy grande a hacer un trabajo en el que haya cierta dosis de, digamos, generosidad colectiva con respecto a las ideas y a los papers. Es muy difícil plantear allá un trabajo grande, cuyos resultados pueden tardar 3, 4 ó más años en aparecer, y cuando aparezcan estarán firmados por muchas personas. Eso no sirve para hacer carrera científica en Estados Unidos, y no se hace salvo cuando no hay más remedio: cuando hay guerra, en las industrias de defensa, en la industria espacial. Allí sí; cuando hay que hacer la bomba atómica se reúnen todos los cráneos necesarios y se hace. Pero no es lo usual; ellos no están preparados ideológicamente para trabajar en equipo. Yo no sé si nosotros lo estamos, pero es un camino promisorio y deberíamos probarlo.
Pero hasta ahora no ha habido confianza suficiente en las propias fuerzas. Así un Magnífico estudio interdisciplinario, el plan de desarrollo de Ciudad Cuyana y su zona de influencia, fue encargado a un grupo de expertos extranjeros. Y los resultados no fueron muy brillantes, por cierto. Seguramente un equipo venezolano no lo hubiera hecho peor.
Esto nos indica otro ejemplo, el más importante de los que se me ocurren. Es el estudio de la estrategia de desarrollo que más conviene al país. Partiendo de la situación actual objetiva, y de ciertas metas generales como eliminar la pobreza, la dependencia económica y cultural, etc., se debe investigar cómo efectuar ese cambio, pero analizando todos sus aspectos: con qué recursos naturales y humanos se cuenta, qué fuerzas internas o externas se oponen al cambio, qué instituciones se necesitan, qué fábricas son indispensables, cómo pueden continuar funcionando si hay un bloqueo comercial, etc., etc. Este es un problema que parece pertenecer a las ciencias sociales, pero si se plantea en todo su real tamaño requiere la colaboración esencial de las ciencias básicas, desde la discusión de las recursos naturales y los procesos tecnológicos de producción hasta los métodos matemáticos y estadísticos de analizar la enorme cantidad de factores que intervienen en el proceso simultáneamente.
E insisto en que aunque estos grandes proyectos parecen ser ciencia aplicada, en la realidad darán origen a muchos problemas de ciencia pura, y de manera funcional: no problemas teóricos cualesquiera, sino sugeridos por la necesidad de contestar a las preguntas planteadas en el proyecto y que la ciencia actual no alcanza a responder. En Venezuela tenemos varios ejemplos concretos de esto. Así, en el estudio de sistemas socio-económicos mediante modelos matemáticos complejos que se hace en el Cendes y en el Departamento de Computación de esta Facultad, notamos la necesidad de ciertas herramientas matemáticas que la ciencia del Hemisferio Norte no se ha preocupado por desarrollar. Ellos publican muchos teoremas de Topología, de Análisis Funcional, de Algebra Homológica, pero no nos sirven. Nos harían falta otro tipo de teoremas aún no descubiertos. No es que queramos ser originales; es una necesidad que apareció naturalmente en el curso de nuestro trabajo, y que nos hace desear una mayor integración con los matemáticos ‘puros’ de esta Universidad.
Este ejemplo es interesante porque se refiere a la ciencia considerada más universal entre todas, y donde parece más difícil que una investigación ‘aplicada’ pueda originar problemas teóricos novedosos. ¿No es lógico pensar que los matemáticos sudamericanos podrían contribuir más eficazmente al desarrollo de esta ciencia interesándose por estos problemas en vez de seguir a la cola de los temas de moda? La famosa ciencia universal puede ganar muchos más de unas pocas ideas frescas, motivadas por problemas reales nuestros, que de nuestra incorporación pasiva a la gran competencia atlético-científica del Hemisferio Norte.
Pero ¿como se hace para lograr una renovación académica en esta dirección; para que los hábitos de investigación se orienten hacia estos grandes proyectos interdisciplinarios? Esto no se consigue en un día ni con un decreto del Consejo Directivo. Hay muchos pequeños y grandes ajustes que hacer en todas las actividades de la Facultad lo antes posible. Veamos algunos, propuestos por el Profesor Domingo, y que yo comparto totalmente.
1. Aumentar la interacción profesor-alumno en ambas direcciones: reducir la importancia de las clases magistrales ante aulas repletas y aumentar la enseñanza en grupos pequeños, pasando rápidamente a seminarios, y luego a grupos de trabajo antes de graduarse. Utilizar medios mecánicos y electrónicos para enseñar el material que puede aprenderse rutinariamente, de memoria, pero sólo para ese material. El uso exagerado de televisión educativa y enseñanza programada es un peligro mortal para la independencia de nuestros países.
2. Modificar el régimen de calificaciones de modo que premie no sólo el conocimiento individual sino la capacidad de trabajo en equipo, de colaboración, la dedicación a transmitir conocimientos y la imaginación creadora.
3. Los mismos criterios pero con mayor énfasis aún, deben usarse para la selección de becarios al exterior. No debe becarse a nadie que no está formando parte de un grupo de trabajo y no sepa lo que va a hacer a su regreso. El pedido de beca debe ser aprobado por el grupo de trabajo.
4. Modificaciones del pensum para introducir temas que vinculen la ciencia con la sociedad. En Particular debe darse una descripción del país con sus problemas actuales y previsibles, con un criterio muy concreto y dinámico.
5. La tesis de grado debe hacerse preferentemente colaborando como asistente en un equipo que ya está funcionando interdisciplinariamente.
6. Estimular reuniones de profesores de distintas Escuelas y de distintas Facultades para sugerir vinculaciones de cada materia y de cada investigación con otras disciplinas.
7. Utilizar los criterios enunciados en 2.- para los ascensos, subsidios y años sabáticos a profesores.
8. Dar mayor responsabilidad en la enseñanza a los asistentes e instructores.
Tal vez estas normas ayuden a luchar exitosamente contra los fósiles y los cientificistas al mismo tiempo, y los universitarios puedan por sentir que están cumpliendo con su país y con la ciencia.

Fuente: http://www.oei.es/salactsi/varsavsky.htm

* Oscar Varsavsky nació en Buenos Aires, Argentina, un 18 de enero de 1920; murió en esa misma ciudad el 17 de diciembre de 1976.Se graduó como doctor en Química en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. Vinculó el quehacer científico con la realidad social, considerando que la ciencia debe estar al servicio de un proyecto político para cambiar la sociedad. Fue un pionero en la creación de modelos matemáticos aplicados a las ciencias sociales. A lo largo de su vida dio clases de Matemáticas en las universidades del Sur, de Cuyo y de Caracas. Y desde 1958 fue miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y en sus últimos años profundizó en el estudio de la Historia y la Epistemología (estudio crítico del desarrollo, método y resultado de la ciencia). “Ciencia, política y cientificismo” es una de sus obras más significativas para gestar una ciencia al servicio de un proyecto nacional.


Política, economía y salud

La gripe porcina y el monstruoso poder de la gran industria pecuaria

Por Mike Davis*

28/04/09

La gripe porcina mexicana, una quimera genética probablemente concebida en el cieno fecal de una gorrinera industrial, amenaza subitáneamente con una fiebre al mundo entero. Los brotes en la América del Norte revelan una infección que está viajando ya a mayor velocidad de la que viajó con la última cepa pandémica oficial, la gripe de Hong Kong en 1968.
Robándole protagonismo a nuestro último asesino oficial, el virus H5N1, este virus porcino representa una amenaza de ignota magnitud. Parece menos letal que el SARS [Síndrome Respiratorio Agudo, por sus siglas en inglés] en 2003, pero, como gripe, podría resultar más duradera que el SARS. Dado que las domesticadas gripes estacionales de tipo A matan nada menos que a un millón de personas al año, incluso un modesto incremento de virulencia, especialmente si va combinada con una elevada incidencia, podría producir una carnicería equivalente a una guerra importante.
Ello es que una de sus primeras víctimas ha sido la consoladora fe, inveteradamente predicada por la Organización Mundial de Salud (OMS), en la posibilidad de contener las pandemias con respuestas inmediatas de las burocracias sanitarias e independientemente de la calidad de la sanidad pública local. Desde las primeras muertes por H5N1 en 1997, en Hong Kong, la OMS, con el apoyo de la mayoría de administraciones nacionales de sanidad, ha promovido una estrategia centrada en la identificación y el aislamiento de una cepa pandémica en su radio local de brote, seguidos de una masiva administración de antivirales y –si disponibles— vacunas a la población.
Una legión de escépticos ha criticado ese enfoque de contrainsurgencia viral, señalando que los microbios pueden ahora volar alrededor del mundo –casi literalmente en el caso de la gripe aviar— mucho más rápidamente de lo que la OMS o los funcionarios locales puedan llegar a reaccionar al brote original. Esos expertos han observado también el carácter primitivo, y a menudo inexistente, de la vigilancia de la interfaz entre las enfermedades humanas y las animales. Pero el mito de una intervención audaz, preventiva (y barata) contra la gripe aviar ha resultado valiosísimo para la causa de los países ricos que, como los EEUU y el Reino Unido, prefieren invertir en sus propias líneas Maginot biológicas, antes que incrementar drásticamente la ayuda a los frentes epidémicos avanzados de ultramar. Tampoco ha tenido precio este mito para las grandes transnacionales farmacéuticas, enfrentadas en una guerra sin cuartel con las exigencias de los países en vía de desarrollo empeñados en exigir la producción pública de antivíricos genéricos clave como el Tamiflu patentado por Roche.
La versión de la OMS y de los centros de control de enfermedades, de acuerdo con la cual ya se está preparado para una pandemia, sin mayor necesidad de nuevas inversiones masivas en vigilancia, infraestructura científica y regulatoria, salud pública básica y acceso global a fármacos vitales, será ahora decisivamente puesta a prueba por la gripe porcina, y tal vez averigüemos que pertenece a la misma categoría de gestión "ponzificada" del riesgo que los títulos y obligaciones de Madoff. No es tan difícil que falle el sistema de alertas, habida cuenta de que, sencillamente, no existe. Ni siquiera en la América del Norte y en la Unión Europea.
Tal vez no sea sorprendente que México carezca tanto de capacidad como de voluntad política para gestionar enfermedades avícolas y ganaderas, pero ocurre que la situación apenas es mejor al norte de la frontera, en donde la vigilancia se deshace en un desdichado mosaico de jurisdicciones estatales y las grandes empresas pecuarias se enfrentan a las regulaciones sanitarias con el mismo desprecio con que suelen tratar a los trabajadores y a los animales. Análogamente, una década entera de advertencias de los científicos fracasó en punto a garantizar transferencias de sofisticada tecnología viral experimental a los países situados en las rutas pandémicas más probables. México cuenta con expertos sanitarios de reputación mundial, pero tiene que enviar las muestras a un laboratorio de Winnipeg para descifrar el genoma de la cepa. Así se ha perdido toda una semana.
Pero nadie menos alerta que las autoridades de control de enfermedades en Atlanta. De acuerdo con el Washington Post, el CDC [siglas en inglés del Centro de Control de Enfermedades, radicado en Atlanta; T.] no se percató del brote hasta seis días después de que México hubiera empezado a imponer medidas de urgencia. No hay excusa que valga. Lo paradójico de esta gripe porcina es que, aun si totalmente inesperada, había sido ya pronosticada con gran precisión. Hace seis años, la revista Science consagró un artículo importante a poner en evidencia que, "tras años de estabilidad, el virus de la gripe porcina de la América del Norte ha dado un salto evolutivo vertiginoso".
Desde su identificación durante la Gran Depresión, el virus H1N1 de la gripe porcina sólo había experimentado una ligera deriva desde su genoma original. Luego, en 1998, una cepa muy patógena comenzó a diezmar puercas en una granja de Carolina del Norte, y empezaron a surgir nuevas y más virulentas versiones año tras año, incluida una variante del H1N1 que contenía los genes internos del H3N2 (causante de la otra gripe de tipo A que se contagia entre humanos).
Los investigadores entrevistados por Science se mostraban preocupados por la posibilidad de que uno de esos híbridos pudiera llegar a convertirse en un virus de gripe humana –se cree que las pandemias de 1957 y de 1968 fueron causadas por una mezcla de genes aviares y humanos fraguada en el interior de organismos porcinos—, y urgían a la creación de un sistema oficial de vigilancia para la gripe porcina: admonición, huelga decirlo, a la que prestó oídos sordos un Washington dispuesto entonces a tirar miles de millones de dólares por el sumidero de las fantasías bioterroristas.
¿Qué provocó tal aceleración en la evolución de la gripe porcina? Hace mucho que los virólogos están convencidos de que el sistema de agricultura intensiva de la China meridional es el principal vector de la mutación gripal: tanto de la "deriva" estacional como del episódico "intercambio" genómico. Pero la industrialización granempresarial de la producción pecuaria ha roto el monopolio natural de China en la evolución de la gripe. El sector pecuario se ha visto transformado en estas últimas décadas en algo que se parece más a la industria petroquímica que a la feliz granja familiar que pintan los libros de texto en la escuela.
En 1965, por ejemplo, había en los EEUU 53 millones de cerdos repartidos entre más de un millón de granjas; hoy, 65 millones de cerdos se concentran en 65.000 instalaciones. Eso ha significado pasar de las anticuadas pocilgas a ciclópeos infiernos fecales en los que, entre estiércol y bajo un calor sofocante, prestos a intercambiar agentes patógenos a la velocidad del rayo, se hacinan decenas de millares de animales con más que debilitados sistemas inmunitarios.
El año pasado, una comisión convocada por el Pew Research Center publicó un informe sobre la "producción animal en granjas industriales", en donde se destacaba el agudo peligro de que "la continua circulación de virus (…) característica de enormes piaras, rebaños o hatos incremente las oportunidades de aparición de nuevos virus por episodios de mutación o de recombinación que podrían generar virus más eficientes en la transmisión entre humanos". La comisión alertó también de que el promiscuo uso de antibióticos en las factorías porcinas –más barato que en ambientes humanos— estaba propiciando el auge de infecciones estafílocóquicas resistentes, mientras que los vertidos residuales generaban brotes de escherichia coli y de pfiesteria (el protozoo que mató a mil millones de peces en los estuarios de Carolina y contagió a docenas de pescadores).
Cualquier mejora en la ecología de este nuevo agente patógeno tendría que enfrentarse con el monstruoso poder de los grandes conglomerados empresariales avícolas y ganaderos, como Smithfield Farms (porcino y vacuno) y Tyson (pollos). La comisión habló de una obstrucción sistemática de sus investigaciones por parte de las grandes empresas, incluidas unas nada recatadas amenazas de suprimir la financiación de los investigadores que cooperaran con la comisión.
Se trata de una industria muy globalizada y con influencias políticas. Así como el gigante avícola Charoen Pokphand, radicado en Bangkok, fue capaz de desbaratar las investigaciones sobre su papel en la propagación de la gripe aviar en el sureste asiático, es lo más probable que la epidemiología forense del brote de gripe porcina se dé de bruces contra la pétrea muralla de la industria del cerdo.
Eso no quiere decir que no vaya a encontrarse nunca una acusadora pistola humeante: ya corre el rumor en la prensa mexicana de un epicentro de la gripe situado en torno a una gigantesca filial de Smithfield en el estado de Veracruz. Pero lo más importante –sobre todo por la persistente amenaza del virus H5N1— es el bosque, no los árboles: la fracasada estrategia antipandémica de la OMS, el progresivo deterioro de la salud pública mundial, la mordaza aplicada por las grandes transnacionales farmacéuticas a medicamentos vitales y la catástrofe planetaria que es una producción pecuaria industrializada y ecológicamente desquiciada.*

* Mike Davis es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO. Traducidos recientemente al castellano: su libro sobre la amenaza de la gripe aviar (El monstruo llama a nuestra puerta, trad. María Julia Bertomeu, Ediciones El Viejo Topo, Barcelona, 2006), su libro sobre las Ciudades muertas (trad. Dina Khorasane, Marta Malo de Molina, Tatiana de la O y Mónica Cifuentes Zaro, Editorial Traficantes de sueños, Madrid, 2007) y su libro Los holocaustos de la era victoriana tardía (trad. Aitana Guia i Conca e Ivano Stocco, Ed. Universitat de València, Valencia, 2007). Sus libros más recientes son: In Praise of Barbarians: Essays against Empire (Haymarket Books, 2008) y Buda's Wagon: A Brief History of the Car Bomb (Verso, 2007; traducción castellana de Jordi Mundó en la editorial El Viejo Topo, Barcelona, 2009).

Fuente: www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2528


Política Internacional

La primera masacre del gobierno de Barack Obama

Por Emir Sader

10/05/09

Se puede tener mayor o menor simpatía por el nuevo presidente norteamericano, creer un poco más o un poco menos en sus palabras, valorar más o menos el cambio de tono del gobierno de los Estados Unidos al tratar sus diferencias con otros gobiernos. Pero hay un límite para juzgar el carácter de un presidente o de un gobierno. Ese límite se rebasó ahora, con la masacre de por lo menos 150 civiles en Afganistán.
Ya hubo muertes, la semana anterior, de algunos cientos de supuestos militantes por el Ejército de Paquistán, cuya credibilidad es cero y permite suponer que se trataba, en su gran mayoría, de población civil, señalada como talibanes, para intentar recuperar mínimamente la imagen del ejército de aquel país.
Pero ahora las versiones llegan de las propias autoridades de Afganistán, país ocupado por tropas occidentales, comandadas por los Estados Unidos. Por lo menos 150 personas – en su gran mayoría mujeres y niños, síntoma claro de que se trata de población civil – fueron víctimas de bombardeos de tropas de la OTAN. Nada para esconder, ni para dudar.
¿Qué actitud tomará el nuevo presidente de EE.UU.? ¿Considerará esas muertes "efectos colaterales no deseados"? O como ¿"riesgos de todo conflicto bélico"? O como ¿"civiles que protegían a los terroristas"? O ¿"abrirá una investigación para deslindar responsabilidades"? O ¿pedirá "disculpas a los afganos por ese error imperdonable"? O ¿"enviará ayuda a las víctimas involuntarias de una guerra"?
Nada servirá como pretexto para Obama. Las masacres son y serán componente inevitable de la continuidad de la guerra de ocupación de Afganistán. Victorioso dentro del partido Demócrata con una plataforma en general progresista, Obama pasó a enfrentar al opositor republicano, que lo acusaba de "blando" poco preparado para asumir lo que consideraba los intereses de los EE.UU. en el mundo – sinónimo de las "guerras infinitas" desatadas por el gobierno de Bush contra toda la legalidad internacional. Para intentar librarse de esa acusación, manteniendo su promesa de una salida de las tropas norteamericanas de Irak, Obama montó la ecuación, según la cual los EE.UU. tendrían que sacar las tropas de Irak y transferirlas a Afganistán.
Extraño razonamiento. ¿Qué diferencia puede ser hecha entre los dos epicentros de las "guerras infinitas? Salvo que en el caso afgano, cuando todavía persistía el impacto de los atentados a las torres, los EE.UU. consiguieron el aval del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para la invasión. ¿Pero se trata de algo diferente, en los dos casos, de una invasión y sometimiento de dos pueblos a tropas países extranjeros? ¿Se trata de gobiernos elegidos libremente por los pueblos de esos dos países o de autoridades de ocupación impuestas, en ambos casos, por la fuerza de las armas? Si faltaba algún elemento de semejanza, esta primera masacre del gobierno de Obama vino para confirmar la absoluta similitud de los dos casos.
El carácter de una persona o de un gobierno está dado, sobretodo, por sus actos. Conocemos tantos casos de personas materialmente comprometidas con la tortura, que siguen siendo buenos padres de familia. ¿Se puede considerarlos como personas de buen carácter? ¿Las eventuales virtudes privadas pueden perdonar los vicios públicos?
Para los que se dejan llevar por la sonrisa cautivante de Obama y por la elegancia de Michelle, esta primera masacre debe servir como un test de su carácter, público y privado. El gobierno de Obama no será el mismo después de aceptar la brutalidad de lo que las tropas de su país, y bajo su comando, están haciendo en Afganistán e Irak. Ningún gobierno es el mismo, si pasa a convivir con masacres como esa, de la que es directamente responsable. Los familiares de los afganos muertos –mujeres, niños, ancianos, sus familiares, el pueblo afgano – esperan y merecen una palabra de Obama. Esas muertes no remiten a cuando él era un niño. Sino a su gobierno y a su decisión de intensificar, en lugar de poner fin, a la brutal ocupación de Afganistán.

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2553



Por qué no podemos ver ni los árboles ni el bosque: tortura y amnesia histórica

Por Noam Chomsky

31/05/09

Los memorandos sobre tortura revelados por la Casa Blanca suscitaron asombro, indignación y sorpresa. El asombro y la indignación eran entendibles; la sorpresa, no tanto. Por principio de cuentas, aun sin investigación, era razonable suponer que Guantánamo era una cámara de tortura. ¿Para qué, si no, enviar prisioneros a un lugar donde estarían fuera del alcance de la ley; un lugar, por cierto, que Washington utiliza en violación de un tratado impuesto a Cuba a punta de pistola? Desde luego, se adujeron razones de seguridad, pero sigue siendo difícil tomarlas en serio. Las mismas sombrías expectativas se tuvieron acerca de los sitios negros, prisiones secretas del gobierno de Bush, y por la rendición extraordinaria, o captura extrajudicial de sospechosos en otros países, y se cumplieron.
Más importante es que la tortura ha sido práctica de rutina desde los primeros días de la conquista del territorio nacional, y continuó empleándose a medida que las aventuras imperiales del imperio infante –como George Washington llamaba a la nueva república– se extendieron a Filipinas, Haití y demás lugares. Tengamos en mente también que la tortura fue el menor de muchos crímenes de agresión, terror, subversión y estrangulamiento económico que han oscurecido la historia estadunidense, como ocurre también con otras grandes potencias.
En consecuencia, lo sorprendente es ver las reacciones a la revelación de esos memorandos del Departamento de Justicia, incluso las de algunos de los críticos más francos y elocuentes del mal gobierno de Bush: Paul Krugman, por ejemplo, quien escribió que solíamos ser una nación de ideales morales y que nunca antes de Bush habían nuestros líderes traicionado en forma tan absoluta todo lo que esta nación ha postulado. Por decir lo menos, esta visión común refleja una versión bastante sesgada de la historia estadunidense.
De cuando en cuando se ha abordado en forma directa el conflicto entre lo que postulamos y lo que hacemos. Un distinguido académico que emprendió esa tarea fue Hans Morgenthau, fundador de la teoría de las relaciones internacionales realistas. En un estudio clásico, publicado en 1964 a la luz de Camelot, Morgenthau desarrollaba la visión convencional de que Estados Unidos tiene un propósito trascendental: instaurar la paz y la libertad en su territorio y de hecho en todas partes, puesto que la arena dentro de la cual Estados Unidos debe defender y promover su propósito ha alcanzado dimensiones mundiales. Pero, como académico escrupuloso, también reconoció que el registro histórico era radicalmente inconsistente con ese propósito trascendental.
No debemos dejarnos confundir por esa discrepancia, aconsejaba Morgenthau; no debemos confundir el abuso de la realidad con la realidad misma. La realidad es el propósito nacional incumplido, como se revela en la evidencia de la historia según la refleja nuestra mente. Lo que ocurría en los hechos no era más que el abuso de la realidad.
La revelación de los memorandos sobre tortura condujo a otros a reconocer el problema. En el New York Times, el columnista Roger Cohen reseñó un nuevo libro, The Myth of American Exceptionalism, del periodista británico Geoffrey Hodgson, quien concluye que Estados Unidos no es más que una nación grande, pero imperfecta, entre otras. Cohen concede que la evidencia apoya la opinión de Hodgson, pero de todos modos le parece que yerra al no entender que Estados Unidos nació como una idea, y por eso tiene que llevarla adelante. La idea de Estados Unidos se revela en el nacimiento de la nación como ciudad en una colina, noción inspiradora que reside muy en el fondo de la sique estadunidense, así como en el distintivo espíritu individualista y emprendedor de los estadunidenses, que se demuestra en la expansión hacia el oeste. El error de Hodgson, según eso, es apegarse a las distorsiones de la idea estadunidense, al abuso de la realidad.
Volvamos la atención hacia la realidad en sí: hacia la idea de Estados Unidos desde sus primeros días.
Vengan a ayudarnos
La frase inspiradora una ciudad en una colina fue acuñada en 1630 por John Winthrop, quien la tomó de los evangelios para esbozar el futuro glorioso de una nación ordenada por Dios. Un año antes la colonia de la Bahía de Massachusetts creó su Gran Sello, el cual mostraba un indígena de cuya boca salía un pergamino, en que se leían las palabras Vengan a ayudarnos. Así, los colonialistas británicos se representaban como humanistas benévolos que respondían a las súplicas de los miserables nativos para rescatarlos de su amargo destino pagano.
De hecho, el Gran Sello es la representación gráfica de la idea de Estados Unidos desde su nacimiento. Debe ser exhumada desde las profundidades de la sique y desplegada en los muros de todos los salones de clase. Debió aparecer sin duda en el fondo de toda la pleitesía estilo Kim Il-Sung que se le rendía a ese salvaje asesino y torturador llamado Ronald Reagan, quien alegremente se describía como el líder de una reluciente ciudad en la colina mientras orquestaba algunos de los crímenes más espantosos de sus años en el cargo, notoriamente en Centroamérica, pero también en otros lugares.
El Gran Sello fue una proclamación temprana de la intervención humanitaria, para usar una frase en boga. Como ha ocurrido comúnmente desde entonces, la intervención humanitaria condujo a una catástrofe para los supuestos beneficiarios. El primer secretario de Guerra, el general Henry Knox, describió la absoluta extirpación de todos los indios en las partes más populosas de la unión por medios más destructivos para los nativos indígenas que la conducta de los conquistadores de México y Perú.
Mucho después de que sus propias significativas aportaciones al proceso quedaran en el pasado, John Quincy Adams deploró el destino de “esa infortunada raza de americanos nativos, a quienes exterminamos con tanta crueldad pérfida y despiadada… entre los atroces pecados de esta nación, por los cuales creo que Dios algún día la llevará a juicio”. Esa crueldad pérfida y despiadada continuó hasta que se conquistó el oeste. En vez del juicio de Dios, los atroces pecados sólo han traído hoy elogios por la culminación de la idea estadunidense.
La conquista y colonización del oeste mostraron sin duda ese espíritu individualista y emprendedor tan elogiado por Roger Cohen. Así ocurre por lo regular con las empresas de colonización, la forma más cruel del imperialismo. Los resultados fueron ensalzados por el respetado e influyente senador Henry Cabot Lodge en 1898. Al convocar a la intervención en Cuba, Lodge elogió nuestro historial de conquista, colonización y expansión territorial, inigualado por ningún pueblo en el siglo XIX, y llamó a no detenerlo ahora, cuando los cubanos también suplicaban, según las palabras del Gran Sello, vengan a ayudarnos.
Su ruego fue atendido. Estados Unidos envió tropas, con lo cual impidió que Cuba se liberara de España y la convirtió en una colonia virtual, como continuó siéndolo hasta 1959.
La idea estadunidense fue ilustrada tiempo después por la notable campaña emprendida por el gobierno de Dwight D. Einsenhower para devolver a Cuba al lugar apropiado, luego que Fidel Castro entró en La Habana en enero de 1959 y liberó por fin a la isla del dominio extranjero, con enorme apoyo popular, como Washington reconoció a regañadientes. Lo que siguió fue: una guerra económica, con la mira claramente delineada de castigar al pueblo cubano para que derrocara al desobediente gobierno de Castro; una invasión; la dedicación de los hermanos Kennedy a llevar a Cuba los terrores de la Tierra (frase del historiador Arthur Schlesinger en su biografía de Robert Kennedy, quien tenía esa tarea entre sus máximas prioridades), y otros crímenes que continúan hasta el presente, en desafío a una opinión mundial prácticamente unánime.
Por lo regular los orígenes del imperialismo estadunidense se hacen remontar a la invasión de Cuba, Puerto Rico y Hawai en 1898. Pero eso es sucumbir a lo que el historiador del imperialismo Bernard Porter llama la falacia del agua salada, la idea de que la conquista sólo se vuelve imperialista cuando cruza agua de mar. Es decir, si el Misisipi hubiera semejado al mar de Irlanda, la expansión hacia el oeste habría sido imperialismo. De George Washington a Henry Cabot Lodge, los que participaron en la empresa tuvieron una visión más clara de lo que hacían.
Luego del éxito de la intervención humanitaria en Cuba, en 1898, el siguiente paso en la misión asignada por la Providencia fue conferir las bendiciones de la libertad y la civilización a todos los pueblos rescatados de Filipinas (en palabras de la plataforma del Partido Republicano de Lodge)… por lo menos a los que sobrevivieron a las matanzas y al uso extendido de la tortura y demás atrocidades que las acompañaron. Esas almas afortunadas fueron dejadas a la merced del gobierno filipino de paz instaurado por Estados Unidos dentro de un modelo recién ideado de dominio colonial, que se apoyaba en fuerzas de seguridad adiestradas y equipadas para aplicar avanzados métodos de vigilancia, intimidación y violencia. Modelos similares se adoptarían en muchas otras zonas donde Estados Unidos impuso brutales guardias nacionales y otras fuerzas a su servicio.
Paradigma de apremios
En los 60 años pasados, las víctimas en todo el mundo han soportado el paradigma de tortura de la CIA, desarrollado a un costo que llegó a mil millones de dólares anuales, según documenta el historiador Alfred McCoy en su libro A Question of Torture. Allí muestra cómo los métodos de tortura desarrollados por la CIA a partir de la década de 1950 aparecen, con pocas variantes, en las fotografías infames de la prisión de Abu Ghraib, en Irak. No hay hipérbole en el título del penetrante estudio de Jennifer Harbury sobre el historial de tortura estadunidense: Truth, Torture, and the American Way. Así pues, es sumamente engañoso, por decir lo menos, que los investigadores del descenso de la banda de Bush a las cloacas del mundo lamenten que al emprender la guerra contra el terrorismo, Estados Unidos haya extraviado el rumbo.
No se quiere decir con esto que Bush-Cheney-Rumsfeld et al no hayan incorporado innovaciones importantes. En la práctica normal estadunidense, la tortura se encomendaba a subsidiarios, no la ejecutaban estadunidenses directamente en cámaras de tortura propias, instaladas por su gobierno. En palabras de Allan Nairn, quien ha llevado a cabo algunas de las investigaciones más reveladoras y valerosas sobre el tema: Lo que la [prohibición de la tortura] de Obama cancela es ese pequeño porcentaje de tortura que hoy realizan estadunidenses, pero conserva el conjunto abrumador de la tortura del sistema, que es llevado a cabo por extranjeros bajo patrocinio estadunidense. Obama podría dejar de apoyar a fuerzas extranjeras que torturan, pero ha elegido no hacerlo.
Obama no acabó con la práctica de la tortura, observa Nairn, sino sólo la cambió de lugar, restaurando la norma estadunidense de indiferencia hacia las víctimas. “Es un retorno al status quo anterior –escribe Nairn–, al régimen de tortura que va de Ford a Clinton, y que año con año produjo más agonía con respaldo estadunidense de la que se produjo durante los años de Bush/Cheney.”
En ocasiones el involucramiento estadunidense en la tortura ha sido aún más indirecto. En un estudio realizado en 1980, el latinoamericanista Lars Schoultz descubrió que la ayuda exterior estadunidense “ha tendido a fluir en forma desproporcionada hacia gobiernos latinoamericanos que torturan a sus ciudadanos… a los mayores violadores de los derechos humanos fundamentales en el hemisferio”. Estudios más amplios de Edward Herman encontraron la misma correlación, y también sugirieron una explicación. No es sorprendente que la ayuda estadunidense tienda a correlacionarse con un clima favorable a los negocios, que por lo común mejora con el asesinato de organizadores de obreros y campesinos y activistas pro derechos humanos y otras acciones semejantes, lo cual produce una segunda correlación entre la ayuda y las monumentales violaciones a los derechos humanos.
Estos estudios se llevaron a cabo antes de los años de Reagan, cuando no valía la pena estudiar el tema porque esas correlaciones eran patentes. No es extraño, pues, que el presidente Obama nos aconseje mirar hacia delante y no hacia atrás, doctrina conveniente para los que blanden los garrotes. Los que son golpeados por ellos tienden a ver el mundo en forma diferente, con gran molestia de nuestra parte.
Se puede argumentar que la aplicación del paradigma de tortura de la CIA nunca violó la Convención sobre Tortura de 1984, al menos en la forma en que fue interpretada por Washington. McCoy señala que el muy sofisticado paradigma de la CIA se desarrolló a enorme costo en las décadas de 1950 y 1960, con base en la técnica de tortura más devastadora de la KGB, que se reservaba para el tormento mental, no físico, el cual se consideraba menos efectivo para convertir a las personas en vegetales manejables. McCoy escribe que el gobierno de Reagan revisó en forma minuciosa la Convención Internacional sobre Tortura “con cuatro detalladas ‘reservas’ diplomáticas enfocadas en una sola palabra de las 26 páginas impresas de la convención: la palabra ‘mental’”. Añade: Estas reservas diplomáticas de intrincada construcción redefinían la tortura, según la interpretación de Estados Unidos, excluyendo la privación sensorial y el dolor autoinfligido: precisamente las técnicas que la CIA había refinado a un costo tan alto. Cuando Clinton envió al Congreso la Convención de la ONU para su ratificación, en 1994, incluyó las reservas de Reagan. Por tanto, el presidente y el Congreso excluyeron el núcleo del paradigma de tortura de la CIA de la interpretación estadunidense de la Convención, y esas reservas, observa McCoy, fueron “reproducidas al pie de la letra en la legislación promulgada para dar fuerza de ley a la Convención de la ONU“. Ésa es la mina política de tierra que estalló con fuerza tan fenomenal en el escándalo de Abu Ghraib y en la vergonzosa Ley de Comisiones Militares (que permite crear comités castrenses para juzgar a presuntos enemigos extranjeros/ N de la T), la cual se aprobó en 2006 con apoyo de los dos partidos. Bush, desde luego, fue más allá de sus predecesores al autorizar violaciones flagrantes del derecho internacional, y varias de sus innovaciones extremistas fueron echadas abajo por los tribunales. Mientras Obama, como Bush, expresa con elocuencia nuestro indeclinable respeto al derecho internacional, parece decidido a restaurar sustancialmente las medidas extremistas de Bush.
En el importante caso Boumediene versus Bush, de junio de 2008, la Suprema Corte rechazó la afirmación anticonstitucional del gobierno de Bush de que los prisioneros de Guantánamo no tienen derecho al recurso de habeas corpus. El columnista Glenn Greenwald, de Salon.com, relata lo que pasó después. Buscando preservar la atribución de secuestrar personas en otras partes del mundo y encarcelarlas sin el proceso debido, el gobierno de Bush decidió enviarlas a la prisión de la base aérea estadunidense de Bagram, en Afganistán, con lo cual trató al veredicto del caso Boumediene, fundamentado en nuestras garantías constitucionales más elementales, como si fuera un juego tonto: si llevas a los prisioneros a Guantánamo, tienen derechos constitucionales; si los llevas a Bagram, puedes desaparecerlos para siempre sin proceso judicial. Obama adoptó la postura de Bush, al presentar una promoción ante un tribunal federal en la que, en dos oraciones, declaraba que adoptaba la teoría más extremista de Bush sobre el tema, alegando que los prisioneros llevados a Bagram desde cualquier parte del mundo (en el caso en cuestión, yemenitas y tunecinos capturados en Tailandia y en Emiratos Árabes Unidos) pueden permanecer en prisión por tiempo indefinido sin ningún derecho, siempre y cuando se les mantenga en Bagram y no en Guantánamo. Sin embargo, en marzo pasado un juez federal designado por Bush rechazó la postura Bush/Obama y sostuvo que la argumentación del caso Boumediene se aplica punto por punto tanto a Bagram como a Guantánamo. El gobierno de Obama anunció que impugnaría el fallo, con lo cual su Departamento de Justicia, concluye Greenwald, se colocó “claramente a la derecha de un poder extremadamente conservador y favorable al Ejecutivo –los 43 jueces nombrados por Bush–, en lo tocante a asuntos de poder ejecutivo y detenciones violatorias del proceso debido”, y en violación radical de las promesas de campaña de Obama y sus posturas anteriores.
El caso Rasul versus Rumsfeld parece seguir una trayectoria similar. Los demandantes sostenían que Rumsfeld y otros altos funcionarios fueron responsables de las torturas a las que se les sometió en Guantánamo, adonde se les envió después de ser capturados por el señor de la guerra uzbeko Rashid Dostum. Afirmaban que habían viajado a Afganistán para ofrecer ayuda humanitaria. Dostum, notorio rufián, era el líder de la Alianza del Norte, facción afgana apoyada por Rusia, Irán, India, Turquía y los estados del centro de Asia, y por Estados Unidos cuando atacó Afganistán, en octubre de 2001.
Dostum los entregó a la custodia estadunidense, supuestamente a cambio de una recompensa. El gobierno de Bush intentó que el caso se sobreseyera. En fecha reciente el Departamento de Justicia de Obama presentó una moción en apoyo a la postura del gobierno anterior de que los funcionarios no eran culpables de tortura y otras violaciones al proceso debido, sobre la base de que los tribunales todavía no precisaban los derechos de que gozaban los prisioneros.
También se ha informado que el gobierno de Obama pretende revivir las comisiones militares, una de las violaciones más graves al estado de derecho perpetradas en los años de Bush. Existe una razón, según William Galverson, del New York Times: Funcionarios que trabajan en el asunto de Guantánamo dicen que los abogados del gobierno están preocupados de que vayan a enfrentar obstáculos significativos para enjuiciar a algunos sospechosos de terrorismo en tribunales federales. Los jueces podrían poner dificultades para procesar a detenidos que fueron sometidos a tratamiento brutal, o impedir que los fiscales utilicen testimonios de oídas recabados por agencias de inteligencia. Al parecer, lo consideran una grave falla del sistema de justicia penal.
Creación de terroristas
Aún se debate mucho si la tortura ha sido eficaz para obtener información; la premisa, al parecer, es que si es eficaz, entonces está justificada. Según el mismo argumento, cuando Nicaragua capturó al piloto estadunidense Eugene Hasenfuss, en 1986, luego de derribar su avión, en el que llevaba ayuda para las fuerzas de la contra, respaldadas por Washington, no debió ser juzgado y, una vez hallado culpable, devuelto a Estados Unidos, como hizo Nicaragua. Se debió haber aplicado el paradigma de tortura de la CIA para tratar de extraer información acerca de otras atrocidades terroristas que se planeaban en Washington, lo que no era asunto menor para un país minúsculo y empobrecido, sujeto a un ataque terrorista de la superpotencia global.
Conforme a las mismas normas, si los nicaragüenses hubieran podido capturar al principal coordinador terrorista, John Negroponte, entonces embajador en Honduras (más tarde nombrado primer director de Inteligencia Nacional, en esencia un zar del contraterrorismo, sin que se oyera un solo murmullo), debieron haber hecho lo mismo. Cuba habría estado justificada en actuar en forma similar si el gobierno de Castro hubiera logrado echar el guante a los hermanos Kennedy. No hay necesidad de mencionar lo que sus víctimas habrían hecho a Henry Kissinger, Ronald Reagan y otros destacados comandantes terroristas, cuyos logros dejan en vergüenza a Al Qaeda, y quienes sin duda poseían amplia información que habría evitado nuevos ataques de bombas de tiempo.
Tales consideraciones nunca parecen aflorar en la discusión pública. Existe, desde luego, una respuesta: nuestro terrorismo, aunque sin duda es terrorismo, es benigno, puesto que deriva de la ciudad en la colina. Tal vez la culpabilidad sería mayor, según las normas morales prevalecientes, si se descubriera que la tortura del gobierno de Bush costó vidas estadunidenses. Ésa es, de hecho, la conclusión a la que llega el mayor Matthew Alexander [es un seudónimo], uno de los interrogadores más curtidos de Estados Unidos en Irak, quien obtuvo la información con la cual las fuerzas armadas pudieron localizar a Abu Musab al Zarqawi, jefe de Al Qaeda en Irak, según informó Patrick Cockburn, corresponsal de The Independent en Irak.
Alexander no siente más que desprecio por los crueles métodos de interrogación del gobierno de Bush: según cree, el uso de la tortura por Estados Unidos no sólo no obtiene información útil, sino ha resultado tan contraproducente, que podría haber conducido a la muerte de tantos soldados estadunidenses como víctimas civiles causó el 11/S. A partir de cientos de interrogatorios, Alexander descubrió que combatientes extranjeros llegaron a Irak en reacción a los abusos en Guantánamo y Abu Ghraib, y que ellos y sus aliados domésticos recurrieron a los ataques suicidas y otros actos terroristas por las mismas razones.
También hay creciente evidencia de que los métodos de tortura que estimularon Dick Cheney y Donald Rumsfeld crearon terroristas. Un estudio de caso cuidadosamente estudiado es el de Abdallah al Ajmi, encerrado en Guantánamo bajo el cargo de participar en dos o tres combates con la Alianza del Norte. Terminó en Afganistán después de fracasar en el intento de llegar a Chechenia para combatir a los rusos. Luego de cuatro años de tratamiento brutal en Guantánamo, se le devolvió a Kuwait. Más tarde logró llegar a Irak y, en marzo de 2008, se lanzó en un camión cargado de bombas contra un complejo militar iraquí, acción en la que perecieron él y 13 soldados: fue el acto de violencia más malvado cometido por un antiguo detenido en Guantánamo, según el Washington Post y, según su abogado, el resultado directo de su encarcelamiento abusivo. Tanto como esperaría una persona razonable.
Nada excepcionales
Otro socorrido pretexto para torturar es el contexto: la guerra al terror que Bush declaró después del 11/S. Un crimen que dejó obsoleto el derecho internacional tradicional, según dijo a Bush su consejero legal, Alberto Gonzales, más tarde nombrado procurador general. Esta doctrina ha sido reiterada en una forma u otra en comentarios y análisis.
Sin duda, el ataque del 11/S fue único en muchos aspectos. Uno es el lugar hacia donde apuntaban las armas: típicamente lo hacen en dirección opuesta. De hecho, fue el primer ataque de importancia en territorio de Estados Unidos desde que los británicos incendiaron Washington, en 1814.
Otro rasgo singular fue la escala del terror perpetrado por un actor no estatal. Horripilante como fue, pudo haber sido peor. Supongamos que los perpetradores hubieran atacado la Casa Blanca, dado muerte al presidente e impuesto una despiadada dictadura militar que hubiera asesinado a entre 50 mil y 100 mil personas y torturado a 700 mil, organizado un enorme centro terrorista internacional que cometiera asesinatos y ayudara a imponer dictaduras militares comparables en otros lugares, y aplicado doctrinas que desmantelaran la economía en forma tan radical, que el Estado hubiera tenido que tomarla virtualmente a su cargo unos años después.
Eso habría sido sin duda mucho peor que el 11 de septiembre de 2001. Y ocurrió en Chile, en tiempos de Salvador Allende, en lo que los latinoamericanos llaman a menudo el primer 11/S, en 1973. (Los números de arriba se cambiaron por sus equivalentes per cápita en Estados Unidos, forma realista de medir crímenes.) La responsabilidad del golpe militar contra Allende se puede rastrear directamente hasta Washington. Como es de suponerse, esta analogía, por lo demás muy apropiada, no está en la conciencia pública aquí en Estados Unidos, y los hechos se adscriben a ese abuso de la realidad que los ingenuos llaman historia.
También se debe recordar que Bush no declaró la guerra al terror, sino la redeclaró. Veinte años antes, el gobierno de Reagan asumió el cargo declarando que un aspecto central de su política exterior sería una guerra al terror, la peste de la era moderna y un retorno a la barbarie en nuestro tiempo, por ilustrar la febril retórica de la época.
Esa primera guerra de Estados Unidos contra el terror también ha sido borrada de la conciencia histórica, porque su resultado no se puede incorporar con facilidad en el canon: cientos de miles asesinados en los países arruinados de Centroamérica y muchos más en otras partes, entre ellos alrededor de un millón 500 mil muertos en las guerras terroristas patrocinadas en naciones vecinas de la aliada favorita de Reagan, la Sudáfrica del apartheid, la cual tenía que defenderse del Congreso Nacional Africano (CNA) de Nelson Mandela, uno de los más notorios grupos terroristas del mundo, según determinó Washington en 1988. En estricta justicia, debe añadirse que, 20 años después, el Congreso votó en favor de retirar al CNA de la lista de organizaciones terroristas, para que Mandela pudiese por fin entrar en Estados Unidos sin necesidad de un salvoconducto gubernamental.
La doctrina imperante en el país es llamada a veces excepcionalismo estadunidense. No es nada de eso: más bien parece estar cerca de un hábito universal de las potencias imperiales. Francia ensalzaba su misión civilizadora en sus colonias, mientras su ministro de Guerra llamaba al exterminio de la población indígena de Argelia. La nobleza británica era una novedad en el mundo, declaró John Stuart Mill, a la vez que instaba a esa potencia angélica a no retrasar más la completa liberación de India.
De manera similar, no hay razón para dudar de la sinceridad de los militaristas japoneses de la década de 1930, quienes llevaban un paraíso en la Tierra a China bajo la benigna tutela japonesa, mientras arrasaban Nanking y emprendían campañas en el norte rural chino bajo el lema quema todo, saquea todo, mata todo. La historia está repleta de similares episodios gloriosos.
Sin embargo, mientras esas tesis excepcionalistas permanezcan firmemente arraigadas, las ocasionales revelaciones del abuso de la historia a menudo resultan contraproducentes y sólo sirven para borrar crímenes terribles. La masacre de My Lai fue una mera nota al pie en las gigantescas atrocidades de los programas de pacificación posteriores al Tet, que se han pasado por alto mientras la indignación en Estados Unidos se enfoca en un solo crimen.
Watergate fue criminal sin duda, pero el furor al respecto desplazó crímenes incomparablemente peores dentro y fuera del país, entre ellos el asesinato, organizado por la FBI, del organizador negro Fred Hampton, como parte de la infame represión desatada por el Programa de Contrainteligencia (Cointelpro), o el bombardeo de Cambodia, por mencionar sólo dos ejemplos monumentales. La tortura es malvada de por sí, pero la invasión de Irak fue un crimen mucho peor. Por lo común, las atrocidades selectivas tienen esta función. La amnesia histórica es un fenómeno peligroso, no sólo porque socava la integridad moral e intelectual, sino también porque echa los cimientos para crímenes por venir.

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2606

    

VOLVER AL INDICE

VOLVER AL INICIO DEL CUADERNO DE LA CIENCIA SOCIAL

VOLVER A CUADERNOS DEL PENSAMIENTO

     Todos los libros están en Librería Santa Fe