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Nacionalismo
oligárquico y nacionalismo revolucionario
Por Jorge Enea Spilimbergo
Fragmento 6
¿DIOS O SATANAS?
Cicerón: ¿César está con el culpable de la conjura o está contra el culpable?
César: Estoy contra el culpable de la conjura... ¡Es el Estado mismo!
(Salustio, "Conjuración de Catilina")
Pero la pura fuerza, ya lo dijo Santo Tomás, no basta para garantir la
permanencia de un régimen de explotación. Si la demagogia puede operar como
válvula de escape, trae en cambio el peligro de dar alas al movimiento popular,
produciendo resultados contrarios a los que se buscaban. Entre la estudiada
blandura y el puño policial, la ideología juega el papel intermedio de paralizar
a las masas convenciéndolas de que su explotación se denomina justicia. En esta
tarea la jerarquía eclesiástica ocupa el primer lugar, ya nadie extrañe que el
nacionalismo católico se esfuerce por imponernos la teocracia demagógico
castrense, y empeñe áspera lucha por el control de los resortes educativos. No
es para ellos una batalla espiritual la que se libre, sino política.
Así lo confiesan cuando afirman, por ejemplo: las instituciones eclesiásticas
son el más duro obstáculo que se opone al triunfo de "las fuerzas propagandistas
del desorden y la desintegración social". Bien mirada, la frase es un disparate,
pues el desorden no está en los "agitadores" sino en las cosas, es decir, en la
crisis de un orden. ¿ Quién sino el capitalismo en descomposición, engendra la
violencia, la guerra, el caos y la anarquía? La actividad revolucionaria pone
remedio a la decadencia de un sistema dando a la sociedad nuevas instituciones
económico-políticas que reconcilien al hombre con sus semejantes y consigo
mismo.
Pero no es a la letra de las declaraciones a lo que hay que atender, sino a su
espíritu. Si los nacionalistas ansían perpetuar la propiedad burguesa y
oligárquica; si ellos conciben la "política obrera" como un modo de castrar al
movimiento de las masas imponiéndole la resignación de los esclavos, es lógico
que pacten con la Iglesia, vale decir, con la institución que predica el origen
divino de la propiedad, la intangible división en clases, la naturaleza sagrada
de la explotación económica. La frase arriba transcripta dejaría de ser un
disparate si se convirtiese en esta otra: "La Iglesia, con su propaganda
ideológica, con su explotación de la ignorancia y del error colectivo, es un
baluarte de la propiedad privada, un arma de primer orden contra la revolución
social".
Claro que para cumplir tan oscuro papel hay que echar por la borda los últimos
restos de seriedad, crítica y de consecuencia teórica. León Xlll, ya lo hemos
visto, el Papa que con "Rerum Novarum" acuñó la doctrina social-cristiana, antes
de que Pío XI le diera su novísima forma corporativo-fascista, extrae de las
jerarquías celestes imitación para las de este valle de lágrimas, olvidando que
aquellas jerarquías son, por el contrario, la proyección idealizada de las
castas feudales un tiempo defendidas por la Iglesia, gran feudataria ella misma.
Pío XII encuentra en la propiedad privada una institución milenaria, verdadera
esencia del mundo occidental. Pasa por alto que ese mundo desconoció hasta hace
pocos siglos la propiedad privada, y basó todo su sistema económico en la
existencia de trabajadores manuales incapaces de poseer y poseerse (los
esclavos), o sometidos a una capitis diminutio incompatible con la "dignidad
humana" que el Sumo Pontífice venera. Más importante todavía es que semejante
estratificación jurídica de los grupos humanos --opuesta, no sólo al socialismo
sino al régimen burgués de producción- fue santificado por la Iglesia, como hoy
lo es ese régimen, cuando ya ha agotado sus posibilidades de progreso histórico.
¿ Qué misterio vincula cierto tipo de organización económica con la permanencia
de los valores espirituales? Rechacemos en buena hora el carácter "materialista"
del marxismo. ¿Qué impide sin embargo, la adopción de un socialismo católico,
por ejemplo? La ley de Dios, el derecho natural, contesta la Iglesia. Oculta,
entonces, que ella ha sido la principal violadora de esa ley, de este derecho. ¿
Tan pronto han olvidado las primitivas comunidades judeo-cristianas? ¿Las
predicaciones de San Juan Crisóstomo? ¿El régimen comunitario de los
monasterios, modelo de organización económica medieval? ¿Las misiones
jesuíticas?
Este fariseísmo religioso de las clases dominantes no es patrimonio del siglo
veinte ni lo inventó el papado romano. Ya en el primer siglo de nuestra era,
afirmaba Polibio de las instituciones romanas: "En mi juicio la superstición,
que en cualquier otro pueblo es repudiable, aquí es la que sostiene al Imperio
Romano. Ella tiene tal autoridad e influencia en los asuntos, tanto particulares
como del Estado, que toda ponderación es corta. Esto, sin duda, causará
admiración a muchos, pero a mi modo de ver está introducido por causa del
pueblo. Si fuera posible que un Estado se compusiera de sabios, tal vez no sería
necesario semejante instituto; pero como el pueblo es un animal inconsciente,
lleno de pasiones desarregladas y en quien domina la ira, la inconsideración, la
ligereza y la violencia, es preciso refrenarlo con el temor de las cosas que no
ve, y con semejantes ficciones que le horroricen. He aquí por qué a lo que yo
alcanzo, no sin motivo ni al aire introdujeron en el pueblo los antiguos estas
ideas y opiniones acerca de los dioses y de las penas del infierno, y sería
locura e inconsideración que nuestra época las desechase”.
A lo que, siglos más tarde, replicaría San Agustín con argumentos que "mutatis
mutandi" cuadran a la falange del nacionalismo clerical:
" Así también, los conductores del Estado, hombres no justos, ciertamente, sino
más bien diabólicos, en nombre de la religión, persuadían al pueblo de que
debían aceptar como verdades lo que ellos sabían que eran mentiras,
encadenándolos así más firmemente a esa forma de sociedad para poder subyugarlos
y someterlos... (A Seneca) la filosofía lo había hecho libre; pero siendo un
distinguido Senador del pueblo romano, debía reverenciar lo que negaba, debía
fingir lo que condenaba y adorar lo que despreciaba".
Queda probado, con la autoridad de un Padre de la Iglesia, el carácter
diabólico, ateo e idolátrico del nacionalismo católico y otras corrientes
similares que buscan la sumisión de las masas inculcándoles: supersticiosa
reverencia hacia los sagrados instrumentos de su esclavitud.
Yerraría, sin embargo, quien explicara la religión como un invento de las clases
dominantes introducido en el pueblo. En realidad aquellas clases, en determinada
etapa de su desarrollo histórico, subordinan el espíritu religioso a sus fines.
"Las representaciones religiosas -explica Freud-... han nacido de la necesidad
de defenderse contra la abrumadora prepotencia de la naturaleza, necesidad a la
que más tarde se añadió un segundo motivo, el impulso a corregir las penosas
imperfecciones de la civilización". ¿En qué sentido, sin embargo, se opera esta
corrección? El cristianismo contemporáneo a Jesús, llamaba a la violencia
revolucionaria contra el despotismo y prometía la resurrección más o menos
inmediata a quienes cayeran en la lucha, el descenso a la tierra del reino de
los cielos. El cristianismo eclesiástico, en cambio, ordena al esclavo
someterse, a cambio de recompensas ultraterrenas. Busca consolar al oprimido,
para impedirle que luche contra las condiciones de su opresión.
¿QUE SE OCULTA TRAS EL ANTICOMUNISMO?
La prueba de fuego de una política es su proyección a la arena mundial. Allí se
aguzan sus perfiles, el sentido a veces oculto que la anima. El valor de la
"democracia" británica puede engañar a los paseantes de Hyde Park; pero se torna
cristalino en; las agitadas aguas de Suez. Del mismo modo, la sinceridad
nacionalista de Amadeo y su tendencia, conviene medirla no por su apego a
determinadas fórmulas "vernáculas", sino a la luz de sus actitudes concretas
frente a América Latina, el imperialismo opresor, las revoluciones coloniales.
Hasta 1945 el nacionalismo oligárquico no presentaba dificultades al respecto.
Era partidario de, Hitler, de Mussolini, de Franco. Pero ese año se produjo el
derrumbe: las esperanzas "igual que golondrinas volaron a otro nido”. Aquel
nacionalismo que odiaba a Londres y a Washington con la misma fuerza que amaba
al nazismo y al fascismo, pronto enterró a sus muertos y se proclamó parte
integrante del mundo occidental. Del sector más virulento convergió al más
sólido de la reacción imperialista.
Quien dice Estados Unidos dice América Latina, clave de su poder mundial.
Razones geográficas impiden a los yanquis descargar todo el peso de su
influencia en Asia y en Europa. Tropiezan allí con otros imperialismos no por
decadentes menos tenaces. La presencia soviética los obliga a respetar ciertas
formas de equilibrio, como la India. Distinto caso es el de América Latina. El
aislacionismo, que fue entre ambas guerras la actitud preferente de las altas
finanzas yanquis, no terminaba por supuesto en Río Bravo sino en Tierra del
Fuego. Era un aislacionismo a lo Monroe.
Pero si existen causas geohistóricas que alejan a América Latina de otras zonas
de influencia, colocándola bajo el virtual protectorado estadounidense, no hay
que olvidar que cada vez menos la política mundial se define por el juego de la
diplomacia o la contienda entre camarillas gobernantes de las grandes potencias.
Cuanto más el imperialismo necesita manipular a los hombres como materia
colonial, más éstos se tornan rebeldes a la explotación y asumen la voluntad de
sus destinos. El destino del Continente Es el destino de sus masas populares.
Estados Unidos ensaya aquí las formas clásicas de penetración económica,
cultural y política: desde la propaganda hasta los máuseres; desde los agentes
nativos hasta los dólares. Pero hay una debilidad latinoamericana que es,
correlativamente, la fuerza principal de nuestros opresores. La antigua fábula
del león y los toros se renueva en la tragedia de nuestra balcanización. Las
palabras de Trotsky resumen el problema: "Estados Unidos basó su grandeza
nacional en la unidad de sus Estados. Este mismo país impide hoy que los Estados
de Latinoamérica se unifiquen. Los civilizadores cierran el paso a los que se
civilizan".
Puesto que la superexplotación produce antagonismos imposibles de resolver sin
liquidar sus causas, es decir, la expansión imperialista y el régimen social
interno de los Estados Unidos, la diplomacia de Wall Street se ve obligada a
contemporizar con los movimientos nacionales que se producen en América Latina,
a condición de que éstos renuncien de antemano a todo plan continental, auto
limitándose en veinte casilleros ficticios, en veinte impotencias paralelas sin
razón histórica. EI antiimperialismo de campanario, el "nacionalismo" argentino,
chileno, colombiano, son aceptables como mal menor para los amos de las finanzas
yanquis, que confían en estrangularlos con los mil métodos de la presión
económica fría, la provocación política y el sabotaje interno.. Ningún
antiimperialismo es consecuente en América Latina si no aborda el problema
continental en su conjunto, si en las condiciones modernas que lo tornan
materialmente posible e históricamente necesario, no retoma la línea bolivariana
de la nación-continente (22), de la unidad federativa de las veinte repúblicas,
cuyo fundamento es: comunidad lingüístico-cultural; similitud de problemas
internos; el mismo opresor; complementación económica; fuentes históricas
comunes.
Nada más dialéctico que el nacimiento de una conciencia nacional. Si como decía
Hegel, la conciencia del ser es la conciencia de la muerte, la conciencia de
nuestra comunidad latinoamericana nace de su negación: frente a España
absolutista, en la gesta de la independencia; frente al imperialismo extranjero,
en los tiempos modernos.
Por eso Estados Unidos, para reforzar la balcanización con argumentos
psicológicos, se esfuerza en sustituir el antagonismo real entre las dos
Américas por antagonismos ficticios que retardan el desarrollo de nuestra
conciencia nacional. Uno de ellos fue, hasta 1.945, el antifascismo, según esto,
el Norte y el Sur debían hacer frente común, olvidando sus "rencillas", para
aplastar la amenaza engendrada en el centro de Europa. De nuevo la fábula, esta
vez la del león y el cordero. Gozosos la aceptaron los de la vieja izquierda:
desde los Frentes Populares, socialistas y comunistas vienen pactando con la
burguesía "democrática" contra la burguesía "fascista", con el explotador
directo de América Latina contra el explotador hipotético. Aún ciertos jefes del
nacionalismo democrático entraron en este juego, como ocurrió con Haya de la
Torre cuyo "ínter americanismo democrático sin imperio" le costó cinco años de
reclusión diplomática y una melancólica ancianidad.
Pero el fascismo no da para mucho en las actuales condiciones históricas; su
prolongación posible: democracia contra dictadura, sólo germina en infantes
seniles y viejos aniñados como nuestros "liberales" burgueses. Es obvio que
Estados Unidos se apoya preferentemente en dictaduras policiales como las de
Batista, Pérez Jiménez, Trujillo. Cada vez más lejanos están aquellos tiempos de
las oligarquías; "ilustradas", que podían guardar ciertas formas mientras
entregaban "sus" países al vasallaje extranjero.
Pero no importa: allí donde el fascismo fracasa o se revela insuficiente, cumple
a maravillas su papel la nueva cruzada del anticomunismo.
La Unión Soviética no nos amenaza.
Estados unidos e Inglaterra siguen siendo nuestros opresores fundamentales.
Como ayer el "antifascismo", el anticomunismo de hoy suplanta un mal concreto
por un peligro hipotético; un antagonismo real, que al enfrentarlo define
nuestro destino, por otro ficticio tras el que volvemos a enajenarnos, a
mistificar nuestro ser, a replegarnos en la nada.
La solidaridad de un revolucionario con todo aquel que es víctima de una
explotación, de una injusticia, de una violencia, es deber fundamental que no
puede discutirse sin falsear todo el sentido de la lucha. Los "revolucionarios"
que denuncian a Francia en África del Norte pero defienden la masacre de las
tropas soviéticas contra el heroico, admirable y martirizado proletariado de
Hungría, son los mismos que en el 45 militaban en la Unión Democrática, y diez
años más tarde saludaban la "libertad".
Pero no bastan las declaraciones solidarias para juzgar una política. Hay que
responder concretamente a estas dos preguntas: ¿entre el imperialismo yanqui y
la burocracia soviética, cuál es el opresor fundamental de América Latina? ¿La
relación entre ambos regímenes, en qué sentido tiende a modificarse, cómo
evoluciona cada uno?
A lo primero se responde -si hay buena fe-con una palabra: Estados Unidos. A lo
segundo, con el examen de la naturaleza social del imperialismo, por un lado, de
la Unión Soviética, por el otro. Concretamente: ¿Puede el estamento social
dominante en la U.R.S.S., la burocracia del Estado, convertirse en dueña del
mundo, extender sobre los cinco continentes la explotación político-económica
que hoy Soportan las masas soviéticas?
Busquemos la respuesta en los hechos: Yugoslavia, Hungría, Polonia, y en otro
sentido China, ponen de manifiesto que la burocracia soviética no es capaz de
establecer un firme bloque de países sometidos. El poder mundial de la burguesía
era sólido en la medida en que esta clase representó, hasta cierta etapa de su
evolución, que se cierra definitivamente con la primera guerra imperialista, un
formidable factor de progreso histórico. La burguesía industrializó el mundo,
Creó la gran industria, echó las bases técnicas para liberar al hombre del
imperio de la naturaleza.
La burocracia soviética responde a causas históricas por entero diferentes: nace
de una revolución, pero negándola. El derrocamiento del zarismo, la expropiación
de terratenientes y capitalistas como resultado de la rebelión obrero-campesina
de Octubre de 1917, creó en Rusia formas sociales superiores a las del
capitalismo. Pero esas formas (economía de Estado; monopolio del comercio
exterior; democracia revolucionaria de las masas a través de los Consejos de
Obreros y Campesinos) entraron en contradicción con el atraso económico y
cultural de Rusia, con el predominio aplastante de los elementos no proletarios
de origen campesinos y pequeñoburgués, con la penuria técnica y la pobreza
heredadas, al quedar aislada Rusia y sometida a implacable cerco capitalista,
después que en el resto de Europa las revoluciones fueron derrotadas, Esta
contradicción entre socialismo y barbarie cuajó en la burocracia, vale decir, en
un testamento dominante que sin romper las nuevas formas creadas por la
revolución de Octubre, realiza dentro de ellas la expropiación política del
proletariado; impone un retorno, si no a las instituciones, por lo menos al
espíritu de la vieja sociedad de clases, restaura en provecho propio la
desigualdad, el súper-trabajo, la violencia policial. Pero esta función de la
burocracia, que la inhabilito para erigirse en conductora de una revolución
mundial contra el capitalismo, con el cual pactó, condenando a las masas a
reiterados desastres que apretaron el cerco antisoviético, esta función,
decimos" no expresa una necesidad general del desarrollo histórico, sino
determinadas circunstancias que no pueden abstraerse de sus condicionantes
reales': el aislamiento de una revolución proletaria en un país atrasado,
rodeada por el cerco del imperialismo mundial. Pese a cuantos creen que el
antagonismo decisivo de la época se denomina Washington-Moscú (y en esto
coinciden "comunistas" y anticomunistas) la burocracia soviética es un
subproducto histórico del régimen imperialista.
La burocracia, decía Trotsky, vacila entre dos abismos:
El triunfo revolucionario en los países avanzados, o por lo menos, la extensión
de la revolución victoriosa a otras áreas del planeta, destruye sus condiciones
de existencia, torna imposible su dominación, Por eso ha traicionado al
movimiento revolucionario, entregándolo siempre a alguna fracción de la
burguesía. Tito y Mao Tse Tung, para tomar el poder, tuvieron que elegir entre
la obediencia a Moscú y el camino que les trazaban las masas.
La restauración capitalista en la Unión Soviética, por otra parte, destruiría
las bases del privilegio burocrático, al liquidar la propiedad de Estados que,
vaciada de contenido popular, es la fuente de su poder.
Pero no es posible eludir el conflicto histórico fundamental entre las
burguesías y las masas, entre el imperialismo y las revoluciones coloniales,
entre el régimen capitalista de explotación y el socialismo. Este conflicto se
resuelve, o en un improbable triunfo Imperialista, es decir, en la crónica
declinación hacia el caos; o en el triunfo de las masas. Ambas, perspectivas
entrañan el fin del poder burocrático.
Este poder, al terminar la guerra, efectuó un intento de supervivencia condenado
de antemano al fracaso: extender el régimen en frío, absorber estructuralmente
--sin revolución popular-- los países del Oriente europeo a las condiciones
vigentes en la U.R.S.S. Chocó con dos impedimentos decisivos: el conflicto
nacional creado y la superioridad de los niveles culturales y técnicos. El
régimen interno de la Unión Soviética no es exportable y aún más: sea por la vía
revolucionaria (China, Yugoslavia) o por la ocupación militar (cortina de
hierro) toda extensión del área no capitalista debilita automáticamente el foco
burocrático, aproxima la hora de la segunda revolución del proletariado ruso.
De esto es el imperialismo el último en beneficiarse: las masas no salen a la
lucha para devolver sus fábricas a los burgueses, para canjear una, opresión por
otra, sino para restituir al socialismo su verdadera faz, como instrumento de
liberación económica, cultural y política.
Los métodos terroristas y bárbaros de la burocracia soviética, no expresan por
cierto su estabilidad, sino el difícil equilibrio sobre el cual se sustenta. La
descarnada violencia de que se sirve para suprimir sus contradicciones internas
y su falta de viabilidad histórica, engendra la insurrección política de las
masas. Pero esa insurrección no es un paso atrás hacia el capitalismo, sino un
paso adelante, hacia el socialismo. Si el aplastamiento del proletariado alemán
en 1924, la derrota inglesa en 1926, el exterminio de la revolución china en
1928, el ascenso de Hitler, la tragedia de España, etc. fortalecieron
simultáneamente al fascismo europeo, al imperialismo yanqui y a la burocracia
estalinista de la U.R.S.S., las victorias en China. Yugoslavia, Indochina,
Polonia y aún la transitoria derrota padecida en Hungría- son otros tantos
jalones de la revolución mundial. Nada esperen de ellas los apóstoles del pasado
ni los fraudulentos emisarios de un mentido comunismo.
Por consiguiente, la pretensión imperialista de presentar al régimen soviético
como una consecuencia más o menos inevitable de la práctica socialista; y como
un imperialismo orgánico, es decir, como un poder capaz de extenderse y
consolidarse más allá de sus fronteras nacionales, es una maniobra de diversión
destinada a disimular “al enemigo”, como dice Amadeo que dice Karl Schmidt.
Ni en la actual coyuntura, ni conforme a las leyes de desarrollo del
imperialismo yanqui por un lado y de la sociedad soviética por el otro, es la
burocracia de Moscú "el enemigo" de América Latina. Los que se basan en el
dilema "comunismo"- anticomunismo; los que adhieren a Estados Unidos
considerándolo el "mal menor", crean fantasmas para disimular la entrega.
Lucharemos contra el "comunismo", es decir contra su caricatura policial
encarnada en la burocracia soviética, acelerando nuestra lucha contra el
imperialismo. Todo triunfo de las masas, en cualquier parte del mundo, debilita
objetivamente, no sólo al imperialismo Si no también a aquella burocracia;
acerca la hora de la revolución política del proletariado ruso, que convertirá
su actual cárcel en país de auténtico socialismo.
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Nacionalismo
oligárquico y nacionalismo revolucionario *
Por Jorge Enea Spilimbergo
Fragmento 7 (final)
LATINOAMERICA VERSUS HISPANOAMERICA
Hasta el fin de la guerra el "hispanoamericanismo" de los nacionalistas
católicos fue la fórmula con que se pretendió unir a veinte oligarquías de
encomenderos blancos educados en la tradición del absolutismo español, al "nuevo
orden ", que impondrían al mundo las armas del Eje.
El plan iba dirigido, no solamente contra uno de los grupos imperialistas, el de
los bandidos "democráticos", sino contra las propias masas latinoamericanas, que
sólo explotación y violencia podían esperar de los autoritarios adalides del
fascismo.
No obstante, fue Estados Unidos quien se alzó con las riendas del capitalismo
mundial. El anticomunismo reemplazó a la lucha antifascista, como coyunda entre
opresores y oprimidos para una nueva cruzada contra molinos de viento.
Si varió la sustancia no variaron los fines; ni por supuesto, la forma, que
continuó siendo el panamericanismo. La originalidad del nacionalismo católico,
en esta nueva etapa caracterizada por su alianza con el enemigo de ayer,
consiste en que adhiere al ideal panamericano combatiéndolo verbalmente.
Nada de mistificación liberal sobre hermandad entre las dos Américas. Económica,
cultural y Políticamente, en espíritu, lengua y tradiciones, son entidades
distintas y hasta antagónicas. Debe la América Española integrarse en una gran
federación política. Pero mucho cuidado con explotar el "resentimiento"
antiyanqui, como quieren los pérfidos marxistas. Hispanoamérica unida es un
aliado de primer orden para Estados Unidos y su cruzada occidental contra
Oriente comunista. Anarquizada, en cambio, representa un apoyo ficticio,
contradictorio y débil.
Concedemos a Amadeo que si Estados Unidos tuviera libertad de renunciar aun
control absoluto sobre su zona vital de influencia; si sus clases dominantes
pudieran mantener los privilegios burgueses en el ámbito de sus fronteras sin
recurrir a la explotación colonial, quizás admitirían que un nuevo gran Estado
englobase a las veinte repúblicas de América Latina. Pero eso es ignorar el ABC
de la cuestión nacional en nuestra época: ningún país imperialista puede
renunciar a su zona de influencia sin desatar contradicciones internas que den
por tierra con el conjunto de su economía burguesa. Ahora bien, el instrumento
principal del dominio y la explotación yanqui sobre América Latina, es la
disolución de nuestro continente en una nube de soberanías raquíticas. Plantear
la unidad latinoamericana sin conflicto con el enemigo directo -antes bien, en
alianza con él- es como defender la integridad física de los ratones en una
asamblea de gatos famélicos.
Las oligarquías parasitarias miran hacia Estados Unidos, no porque preocupe
Moscú sino en resguardo de sus privilegios económicos. Saben que los yankis se
han convertido en defensores de la explotación feudal y burguesa allí donde se
encuentre. La revolución popular por la unidad de América Latina es una lucha
simultánea contra el opresor extranjero y sus agentes internos. No irán las
masas a estructurar nuevas formas políticas para dejar intactos los intereses
económicos de terratenientes, burócratas, grandes comerciantes o inversores
extranjeros. La lucha por la tierra, el control obrero, la planificación
económica y un auténtico gobierno popular es el motor histórico de la unidad
continental. Mal pueden aquellos que ya han tomado partido a favor de
estructuras arcaicas y reaccionarias cumplir en frío una tarea que por los
antagonismos que suscita y las dificultades que enfrenta no admite que se la
trate con métodos legalistas y ausencia de impulso popular. Sólo en las masas
desposeídas, en su presencia rectora, en su batallar revolucionario, está la
fuerza histórica capaz de romper la asfixia de nuestro atraso, de nuestra
fragmentación y de nuestro vasallaje.
LA FAMOSA CULTURA OCCIDENTAL
Hemos visto que al admitir la tesis imperialista de que el comunismo soviético
es el peor enemigo, los nacionalistas católicos falsean la auténtica perspectiva
de la unidad latinoamericana, convirtiéndola en caricatura de las tendencias que
pugnan por federar a los pueblos de nuestro Continente.
Un examen más detenido de la cuestión nos lleva a otro interesante hallazgo.
Para el nacionalismo católico, el régimen soviético no tiene un significado
absoluto, sino que juega en función del conflicto general entre Oriente y
Occidente. Oriente son, no solamente los países de la órbita soviética, sino el
conjunto de pueblos de color, que pugnan por sacudirse el yugo colonial impuesto
por Occidente blanco. No podía faltar en esta antítesis de apariencias raciales
el supremo disfraz religioso. Piadosas meditaciones, por ejemplo, suscita en
Amadeo el peligro de que Goa sea incorporada a la nación india: La tumba de San
Francisco Javier quedaría en ese caso en manos' de infieles. Para quien
contraste la negativa del gobierno de Nueva Delhi de resolver "manumilitari" una
cuestión servida en bandeja, con la cristiana historia de los piratas
portugueses en las cinco partes del mundo, semejante planteamiento sólo sonrisas
puede provocar. Un historiador católico -Enrique de Gandía- afirma que en menos
de cinco años los conquistadores portugueses dieron muerte a trescientos mil
indígenas paraguayos, a principios del s. XVI. Este es el trasfondo verdadero de
la famosa civilización occidental, cristianísima y cultísima mientras no se
trate de saquear en masa a pueblos indefensos, caídos bajo el cuchillo de sus
aprovechados educadores.
No obstante, y a pesar del asombro que semejantes ideas pueden provocar en pleno
siglo XX, es un acierto de los nacionalistas católicos reconocer la naturaleza
fundamental del conflicto entre el oriente colonial y el occidente imperialista,
conflicto que subordina a los restantes, entre ellos el de EE.UU. y la U.R.S.S.
Menos beneplácito merece la elección de nuestros nacionalistas, para quienes
América Latina es un engranaje del mundo "blanco", no obstante que las tres
cuartas partes de sus habitantes son indios, mestizos y negros, y que
socialmente considerado nuestro continente soporta una situación semicolonial
semejante a la de los pueblos sometidos de Asia, África y Oceanía.
Así considerado, el anticomunismo de Amadeo y los suyos ha de entenderse como
hostilidad general a las revoluciones nacionales, cualesquiera sean sus
banderas, siempre que ellas asuman un carácter avanzado y popular, y coloquen a
aquellos pueblos tenidos por "naturalmente" esclavos en pie de igualdad con sus
opresores de Europa y Estados Unidos.
Cómo se concilia este planteamiento con los restos de "nacionalismo" que aún hoy
se hacen flamear, es algo que preocupará a más de uno. Pero si recordamos la
plataforma "blanca" del litoral rioplatense, y la existencia de baluartes
racialmente "incontaminados" en las clases explotadoras de los restantes países,
fuerza es suponer que Amadeo y su séquito piensan en una federación nacional
latinoamericana sin el pueblo latinoamericano Algo así como una inmensa Sud
África que se extendiera desde el Río Bravo a la Tierra del Fuego.
Inútil señalar la ridiculez de definir a occidente conforme a términos raciales,
de régimen social o de credo religioso. En la segunda mitad del siglo XX, la
línea de la cultura greco-romana nada tiene que ver con la defensa de la raza
blanca, del catolicismo o del régimen burgués. Si occidente significa
civilización, técnica y humanismo, no debe todo a Grecia, que desconoció al
Dios-hombre, creación de pueblos semitas (23). Romanos y bárbaros heredaron
aquella cultura cuando sus fuentes primitivas se habían ya agotado. Por otra
parte, la realidad del mundo moderno presenta aun puñado de pueblos que
transforman la civilización en instrumento para explotar al resto del género
humano. Pero cuando la cultura se convierte en un patrimonio monopólico e
interesado pierde su atributo esencial:: la universalidad. Bastardeada, sólo
resta de ella una miserable técnica de saqueo, terrorismo y engaño. A estas
armas recurre el imperialismo para mantener su hegemonía en una lucha sin
cuartel que obliga a los pueblos a elegir entre la revolución y el caos (24).
Si por Occidente entendemos civilización y la herencia cultural de las
generaciones pasadas" su defensa no la ejercen las declinantes burguesías
imperialistas que pretenden arrastrar al género humano en el derrumbamiento de
un sistema social caduco. Occidente está en los focos de una sociedad que lucha
por renovarse: en el proletariado con conciencia de clase de las metrópolis
capitalistas, en 'los pueblos coloniales que toman las armas por su liberación.
En Egipto, Yugoslavia, China, Indochina, África del Norte, América Latina, cuyo
embate victorioso contra "los bárbaros del siglo XX" abrirá al planeta el camino
de una libertad y una cultura puestas al servicio del hombre, y, por eso mismo,
auténticas.
LA OFENSIVA CONTRA EL PARTIDO OBRERO
Podemos ahora intentar una evaluación global del nacionalismo oligárquico, que a
pesar de sus novísimos ropajes, a tono con las profundas modificaciones
experimentadas en la última década por la sociedad argentina, persiguen los
mismos fines antiobreros de la Legión Patriótica, antidemocráticos de la
conspiración contra Yrigoyen, fascistas de la "década infame".
La polémica entre "liberales" y "nacionalistas", suscitada al día siguiente del
16 de septiembre, no enfrenta dos concepciones capitales', dos fuerzas
históricas de las cuales una pugna por renovar lo que otra pretende mantener,
sino, para emplear las palabras del viejo Yrigoyen, "variantes de una misma
ignominia".
Están los que pretenden, lisa y llanamente, retrotraernos a la década infame.
Son los emigrados del "ancien régime" que nada han visto y nada han aprendido.
Estos señores quieren continuar la dictadura oligárquica que el país padece con
alguna forma de gobierno fraudulento. A través de una oportuna reforma
constitucional, por ejemplo, sueñan con reemplazar la voluntad del pueblo en el
gobierno, por la voluntad de las camarillas de políticos burgueses
profesionales. Si esa combinación no da resultados, quedan mil otras para
reemplazarla o reforzar sus efectos.
Como semejante proceder vulnera las aspiraciones y necesidades del pueblo
argentino, ascendido a un nivel material y a un estado de conciencia
incompatibles con el abismo en que se lo quiere sumergir, planteos como los
ensayados por los héroes del 13 de noviembre sólo agravan la formidable crisis
argentina e incuban la solución revolucionaria que, precisamente, ellos querían
evitar.
Pero otro sector, el desplazado con la caída del general Lonardi, ha dado la voz
de alerta. Los liberales oligárquicos, dice, con su ceguera, empujan el país al,
caos. A más de un siglo de distancia preparan un nuevo brote de anarquía, como
la que sucede a la aventura unitaria de 1819, al zarpazo rivadaviano de 1826, al
ignominioso crimen de Navarro. Este sector llama a los triunfadores del 16 de
septiembre a una política de concordia con los vencidos. No por ello renuncia a
las "conquistas" del golpe militar; pero debe darse a los sindicatos obreros y
en general a las fuerzas desplazadas por el pronunciamiento un lugar en la nueva
situación creada.
¿Es ello posible? La crisis argentina podría resolverse en los términos del
acuerdo si no respondiera a profundas causas que afectan la economía mundial en
su conjunto, y en lo que respecta a nuestro país, el equilibrio de su presente
estructura social.
La propia declinación y caída del peronismo lo pone de manifiesto. El ímpetu de
las masas salvó al país de una nueva década infame, el 17 de Octubre de 1945. El
gobierno surgido de las elecciones de 1946 realizó un serio intento de
establecer las bases del bienestar obrero y de una economía nacional libre de la
tutela imperialista, sin modificar las formas de la propiedad burguesa. Antes
bien, las respetó aún en aspectos típicamente parasitarios, como el latifundio
terrateniente y el capital imperialista colonizador, al par que favorecía el
desarrollo y enriquecimiento de la clase media industrial. Este compromiso entre
el pasado y el presente fue viable mientras subsistían las condiciones de
post-guerra. Luego vino la crisis y la agudización de todos los conflictos. Se
abría entonces --y la analogía con el yrigoyenismo es en muchos aspectos
notable—una época esencialmente revolucionaria. Las fuerzas oligárquicas
estrecharon filas y pasaron al ataque, con el objeto de impedir que las masas
completaran su experiencia histórica e impusieran una superación por la
izquierda de la crisis de estancamiento.
En el mejor de los casos, toda pretensión de repetir la experiencia de los
últimos diez años como si las circunstancias fueran idénticas, no pasa de
ingenua utopía.
Más modestos, sin embargo, son nuestros "nacionalistas". Ellos pretenden un
régimen a mitad de camino entre Perón y Aramburu. Una sólida clase dirigente,
fuerzas armadas dispuestas a tirar contra la democracia, cuando ella se haga
"totalitaria", puertas abiertas a la educación clerical, a la propaganda
clerical, a las ideas clericales. Con este triple cordón de seguridad, bien se
puede ensayar un acuerdo con cierta burocracia neoperonista que castre al
movimiento obrero de su potencia revolucionaria.
Pero la vida sigue su curso, mal que les pese a los doctrinarios. Los
enlevitados líderes "populares", despliegan prodigiosa dialéctica sin conseguir
el objetivo que los mueve a todos, aunque distintos sean los métodos. La
liquidación histórica del peronismo está cada vez más lejana. El gobierno de la
"revolución" ha aprendido a dividir a sus amigos' y cohesionar a sus enemigos.
Estos ganan en prosélitos lo que hace dos años era imposible imaginar. Contra lo
que Amadeo y su tendencia opinan, no es' ceguera lo que trasluce semejante
política, sino la imposibilidad creciente de conciliar a la vieja Argentina
oligárquica con la nueva Argentina, que las violencias, los fraudes y las
entregas no hacen más que ayudar a nacer.
¿ Significa esto que los trabajadores quieren volver al 15 de septiembre? Sería
como añorar la presencia de Teissaire, Apold y los incontables vivillos y
traidores de la burocracia partidaria, administrativa y sindical del gobierno
caído. La derrota abrió profunda huella en la conciencia del proletariado. Hoy
nadie concibe un gobierno popular asentado sobre estructuras ajenas a la
voluntad del pueblo. La soberanía empieza por el control democrático sobre las
instituciones armadas. De la actual jerarquía castrense a un régimen de milicia
popular va un salto decisivo que ya han recorrido mentalmente centenares y miles
de cuadros sindicales argentinos.
Otro tanto puede decirse de la planificación económica, del control obrero de la
producción, de la expropiación global de la clase terrateniente, de la necesidad
de una ideología revolucionaria acorde con el desenvolvimiento histórico del
país.
Se trata de una conciencia en gestación, que no reniega del pasado, antes bien
lo proclama con legítimo orgullo, y se afinca en él para proyectarse, superada,
en el porvenir.
Es la conciencia del partido obrero, expresión política de la nueva realidad
sindical, instrumento combativo del liderazgo proletario en el próximo e
irreversible triunfo de la revolución nacional antiimperialista.
Y ese fantasma, ese fantasma de carne y hueso que se incuba y toma forma en el
corazón de las masas argentinas, hoy oprimidas y humilladas por el puño de
hierro de la dictadura oligárquica, es lo que no deja dormir a quienes postulan
un lugarcito bajo la constelación del 16 de septiembre.
Los nacionalistas oligárquicos salen a la lucha con el fin fundamental de
tronchar in ovo esta superación ideológica del proletariado argentino, que lo
capacitará para espléndidas victorias de proyección continental. Todo su
esfuerzo tiende a convencerlo de que cambie su misión histórica por tristes
migajas que queden del festín. "¡Renegad de vuestro ayer, pasad "con
condiciones" al bando de la "libertad", que tendréis en nosotros mesurados
tribunos, mentores paternales!" Felizmente las masas, conocen más teoría
política que todos los matices de la "revolución" septembrina. Se moverán para
dar un paso al frente. ¡Pero no hay fuerza humana ni divina que las obligue a
retroceder! Bien lo saben los desairados adalides del nacionalismo septembrino..
Tampoco ignoran, que paralelamente a este proceso en que la clase trabajadora
adquiere conciencia de si misma y de su papel histórico, una nueva generación
revolucionaria enarbola la bandera del marxismo como expresión ideológica del
nuevo movimiento.
Por ley inexorable, ambas fuerzas buscan su punto de unión. La síntesis del
movimiento de masas y de su ideología dará el impulso arrollador para, barrer a
los pigmeos que quieren alzarse con los destinos del país.
Impedir que se unan: a eso convergen todos los intentos. Desde la delegación
policial al elegante análisis de Amadeo, no queda resorte sin mover y como no
hay mejor prueba que la que suministra el enemigo cuando tiene penetración
política y su causa está condenada por historia, cerremos este ensayo con las
siguientes palabras de " Ayer-Hoy-Mañana" que son el memento mori de quienes
pretenden remendar el podrido andamiaje del capitalismo oligárquico argentino:
"Muchos proclaman ya, a lo largo del Continente, la unidad política y espiritual
de Iberoamérica... Una corriente poderosa ha levantado la bandera de la unidad
iberoamericana bajo el signo ideológico del marxismo y con el incentivo de la
revolución social. Esta corriente es mucho más peligrosa para nosotros que el
comunismo oficial porque asume con autenticidad los más graves problemas que
deben soportar en la hora presente los pueblos iberoamericanos... Ha captado la
tremenda realidad que significa la existencia de pueblos miserables y
desesperados y moviliza sus resentimientos para hacerlos servir a su causa. Ha
registrado la presencia de recelos raciales y afirma un indigenismo negador de
la cultura tradicional. Presenta a la Iglesia como aliada de los opresores...
Utiliza el rencor... de la riqueza próxima e inaccesible y promueve un odio
implacable contra los Estados Unidos. Dice Karl Schmidt que en política lo
importante es saber quién es el enemigo y por eso nosotros, señalando a esa
corriente, decimos con toda la fuerza de nuestra voz: he ahí al enemigo. La
izquierda liberal... no nos preocupa como posibilidad de futuro... En cambio la
izquierda revolucionaria y marxista tiene temibles posibilidades... No nos
preocupa que los mineros bolivianos y los salitreros chilenos puedan sentirse
atraídos por el lema: "Mayo y Caseros". Pero nos inquieta profundamente la
posibilidad de un gran alzamiento de masas bajo el signo conjugado de la
doctrina marxista y de la revolución mundial de color".
NOTAS
(1) “Ayer-Hoy-Mañana”, pág. 107
(2) “ Los elementos autóctonos del nacionalismo fueron mucho más decisivos que
los importados para configurar la fisonomía del movimiento”. Ob. Cit. pág. 114.
Mal se combinan estas líneas con las que Marcelo Sánchez Sorondo escribía en
1945: “Nuestra convicción comenzó siendo religiosa. Después fuimosla extendiendo
con intemperancia de la verdad, también a la política. Y fuimos en política por
su lado estético partidarios de la monarquía, y por su lado, digamos
cinegético—movido--, fascistas, acérrimos fascistas”. ¿Qué cataclismo ha traído
semejantes cambios? La huelga general del 17 de Octubre y 10 años de régimen
popular.
(3) Esto parecen olvidarlo los que creen compatible asumir en la Argentina
banderas populares y de renovación social, manteniendo el culto de las antiguas
“glorias” y embelleciendo el papel del nazismo y el fascismo, baluartes de la
contrarrevolución europea. No se puede protestar contra la agresión francesa en
África del Norte y olvidar simultáneamente la conquista de Abisinia por
Mussolini. El carácter imperialista de los regímenes fascistas apenas si merece
probarse. No lo ignoraba Hitler cuando decía, en uno de sus discursos: “Nosotros
no pudimos presentar a tiempo nuestras pretensiones en el mundo a causa de la
importancia del Imperio (alemán)... En esta época en que la tierra fue repartida
–en el transcurso de uno o dos siglos--, nuestro pueblo estuvo ocupado en luchas
intestinas... Mientras tanto Inglaterra se procuraba un imperio mundial y Rusia
se facilitaba el camino hacia el Asia Oriental. Por ultimo, también Francia
conquisto un imperio mundial”. ( Henry Picker, “Adolfo Hitler, conversaciones…”,
Pág. 435). Ésto fundamentaba el plan imperialista: “Hay que organizar el Reich
conforme al modelo de Esparta, para prepararlo para la hegemonía europea... Sólo
el pueblo alemán será un pueblo de guerreros, el sólo tendrá el derecho de
llevar armas; las otras naciones servirán de ilotas y trabajaran para la casta
de los guerreros germanos. Una gran potencia existirá: Alemania. Lograremos
hacer de nuestro sistema político-social una realidad mundial, que impondremos a
todas las naciones”. (“Hitler m’a dit”, Pag. 50 y ss. Citado por Henry Valloton:
“Bismark et Hitler”).
(4) El carácter socialmente reaccionario del fascismo se liga estrechamente a su
política exterior imperialista. “El corporativismo –expresaba Aurel Kolnai, uno
de sus teóricos— se preocupa de asegurar el funcionamiento sin obstáculos del
capitalismo, logrando en cada rama, una harmonización benévola, una renuncia a
la lucha de clases entre las asociaciones de patrones y los sindicatos obreros”.
Dicho de otra manera: el fascismo pretendió burocráticamente y apelando al
terror policial, suprimir la lucha de clases, perpetuar el capitalismo sobre la
base de una agresiva política colonial. Claro que para lograr su admirable
"paridad" entre sindicatos obreros y sindicatos patronales hubo que suprimir
aquéllos, supliéndolos con organismos estatizados, y desarrollar éstos,
favoreciendo la concentración monopólica. "Con sujeción tan solo a la autoridad
superior de los síndicos de Trabajo (funcionarios administrativos), la ley
concede al patrono el derecho y las facultades para determinar: 1) las horas de
trabajo, las pausas de descanso, etc.; 2) la fecha, las cantidades y la
naturaleza del pago. 3) la base para el cómputo de salarios; 4) el carácter,
importe y método de cobrar las multas; 5) la terminación del empleo (salvo lo
que determinen las reglas estatutarias)... dentro de los muros de la fábrica, la
ley considera al director o a su delegado como el "jefe", y a los empleados como
sus "seguidores". Su poder formal se extiende a todas las actividades de los
obreros y a todas las relaciones con ellos en cuanto al trabajo". (Brady, "La
riqueza tras el poder", págs. 64 y 68). El fascismo y el nazismo impusieron un
rígido principio jerárquico en el que todo poder iba de arriba a abajo, y toda
responsabilidad de abajo a arriba: "Se considerará como principio primordial y
elevado para la conducción del pueblo que éste no está capacitado para resolver
sus problemas vitales... Sólo puede hacerse cargo de todas las responsabilidades
el elegido entre los de arriba y no entre los de abato... (El elegido) debe
tener una incondicional autoridad hacia abajo y una absoluta responsabilidad
hacia arriba". (Hitler, discurso del 23 de noviembre de 1937, Henry Pickert. Ob.
cit. pág. 26). En la cumbre de esa jerarquía hallábase el jefe-duce o Fuehrer.
Pero la jefatura formal de éste se asentaba o su vez en el estamento
burocrático-capitalista, síntesis de gran capital, por un lado, y del
funcionariado civil, militar, eclesiástico y partidario, por el otro. De ambos
términos, es el primero el que, en última instancia, domina la situación. La
caída de Mussolini, se produjo en el momento en que la gran. Burguesía, le
retiró su apoyo. La jerarquía partidaria abandonó entonces --salvo casos
excepcionales-- a su jefe, para convertirse en servidora directa de industriales
y banqueros, a los que siempre habían representado de un, modo u otro. Ver a
este respecto "Italia fuera de combate", del periodista franquista Ismael
Herráiz.
(5) Abundan en Amadeo frases como ésta: La tendencia marxista nacional, "junto
con ese afán legítimo de una, vida mejor, asume todas las formas del
resentimiento" (ob. cit. pág. 111 ). Hemos de entender la última palabra
conforme a su significado corriente en la Argentina: rencor envidioso, gula por
Quitar a otro lo Que por derecho le pertenece. Es legítimo, para Amadeo,
pretender una vida mejor. ¿A qué se aplica, entonces, el "resentimiento", la
pretensión injusta y rencorosa? ¿Quizás a la lucha del proletariado con
conciencia, de clase para arrebatar "el auténtico mando" a los "sectores
naturalmente dirigentes"? (pág. 97). Nos parece más exacto suponer que los
sectores "naturalmente dirigentes", es decir, los zánganos de la, colmena, son
los "auténticos" resentidos, no ya cuando el movimiento popular plantea su
expropiación, sino cuando se trata -como bajo el peronismo-- de cercenarles
ciertos privilegios. Resentimiento de las "señoras" por falta de mucama; de los
importadores, frente a la industria nacional; del patrón ante la comisión
interna; del terrateniente, por la congelación de arrendamientos y el estatuto
del peón. Lo que ha dado en llamarse "gorilismo" es flor y nata del
resentimiento. El odio ante la injusticia y la convicción de que la sociedad
estará mejor organizada sin los privilegios que la ahogan, no son
resentimientos, salvo para los abogados del privilegio. También Ernesto Sábato,
en su respuesta a Amadeo, emplea el término, lo que es más grave. El
resentimiento de Sábato procede de que, como intelectual, se siente desplazado
ante el desarrollo de la lucha de masas. Lamentamos no poder ofrecerle una
solución intelectual para intelectuales.
(6) Mientras eso ocurría en el campo proto-nacionalista, Manuel Ugarte,
socialista argentino, precursor del nacionalismo democrático y de la unidad
latinoamericana, planteaba desde "La Patria", diario que apareció durante tres
meses, el apoyo a la neutralidad irigoyeniana, la defensa de la industria y de
los trabajadores. Manuel Ugarte afirmaba, con toda corrección, que la lucha
entre las potencias europeas no nos concernía y que era un suicidio tomar
partido por alguna de ellas cuando todas se habían ocupado tan poco de nosotros,
salvo para explotarnos.
(7) Juan Carulla en " Al filo del medio siglo" narra la historia del primer
grupo "nacionalista", que ilustra desde el vamos el carácter "foráneo" que
esterilizó a esta corriente: "Fue en el aquel medio que tuve ocasión de
estrechar relaciones con el doctor Roberto Acosta, quien, a, las pocas palabras
mías, hizo suyos mis proyectos y quiso darles forma práctica proponiendo la
fundación de un semanario... Un 'buen día me dijo:: "¡Ya está, he alquilado un
local para, la redacción del diario... He citado a un grupo de
simpatizantes...!" No poca fue mi sorpresa y hasta diría desilusión, cuando al,
llegar al citado local me encontré con un heterogéneo grupo de personas, la
mayoría, de avanzada edad. Lo componían la marquesa de Wágner, dama sesentona,
anquilosada por una afección reumática, aunque muy culta y de profunda versación
en materia de política y literatura francesas; dos condes italianos, los señores
Bondini y Puppo, también senectos; un capitán del ejército italiano, gran
mutilado de la guerra, el que se acompañaba de un señor Stappa, especialista,
según él, en corporativismo"; un periodista de "La Fronda", a Quien oí designar
por "el gordo". Sólo Roberto Acosta,, Domingo de Muro y yo éramos hijos del
país. No cabía, sin embargo, desmoralizarse... "La Voz nacional", que así se
denominó nuestro órgano periodístico, apareció en marzo de 1925... " El general
Uriburu y el presidente Figueroa Alcorta fueron suscriptores del mismo.
(8) "Política británica en el Río de la Plata " Naturalmente, Scalabrini Ortiz
no explica el por qué de la puntillosidad legal de Yrigoyen, que no estribaba,
tanto en los prejuicios políticos del caudillo como en la impotencia y cobardía
histórica de la clase a la cual representaba
(9) Resulta evidente que este movimiento (el uriburismo) --no obstante el
aparato doctrinario, influido por el momento histórico- coincidía' estrictamente
en sus finalidades con el radicalismo tradicional y obedecía a idénticos
móviles" (Ernesto Palacio, "Historia de la Argentina 1515-1938", pág. 619).
(10) Así, los hermanos Irazusta manifiestan en "La Argentina y el imperialismo
británico" que ellos no están contra el régimen aristocrático como principio de
gobierno sino contra el mal empleo que de él hace la oligarquía argentina, La
última parte del libro --"Historia de la oligarquía argentina"-- es por muchos
conceptos digna de leerse;' pero también de criticarse. Porque la idea que los
Irazusta tienen de la oligarquía es puramente superestructural: se refieren a la
burguesía comercial, a los políticos profesionales a los abogados del capital
extranjero, pero pasan por alto Que todos esos sectores se apoyan en la
estructura latifundista y pastoril-ganadera de la República. Olvidan, en una
palabra, a la, burguesía terrateniente, a la, cual, dicho sea de paso, ellos
pertenecen.
(11) El energúmeno democrático Noble escribía en, 1938: "Mussolini es el modelo
viviente del moderno hombre de Estado... El sueño anheloso de Nietzsche, que
predecía para el futuro la implantación de una estirpe directora de
superhombres... parece concretarse en este espléndido retoño de los grandes de
la antigua Roma. Nosotros, los argentinos..., vemos en el surgimiento
incontrastable de la madre latina, el documento fiel y preciso de la influencia
ejercida por el genio de Mussolini. Una vez más, Roma ha detenido la irrupción
del bárbaro en el umbral de Occidente. Los argentinos nos regocijamos Con
alegría de hermanos por la gloria de Italia y Mussolini". Tras haber rendido
pleitesía, a César, durante la década 1946-1955, Noble se hizo Bruto el 20 de
septiembre. Los dividendos de "Clarín" son más sólidos que los cinco mil pilotos
de la guerra... Así, cualquiera "elige la libertad".
(12) Deslindar confusiones es en este punto imprescindible. La ideología liberal
correspondió en Europa ala burguesía revolucionaria, que al régimen de los
gremios opuso la "libertad de trabajo", es decir, la posibilidad de obtener
obreros en cantidad para la gran industria; a la servidumbre campesina, y con el
mismo fin, el libre tránsito; a la multiplicidad de pesas, medidas, aduanes
interiores, leyes, etc., dentro de una misma nación, el mercado único; a las
barreras aduaneras de los países atrasado, el librecambio la universalización
del régimen mercantil. Liberales fueron los industriales ingleses para abaratar
el trigo, importándolo, con el objeto de disminuir el costo de manutención, de
la clase obrera. El liberalismo político pretendía barrer con el Estado feudal
dominado por una nobleza parasitaria, en beneficio, no del pueblo, sino de la
burguesía. Una tendencia no se define por su forma, que es variable, según las
circunstancias de tiempo y lugar, sino por su función dinámica. El liberalismo
significaba en la Argentina desarrollo nacional independiente mediante
estructuras políticas modernas que aseguraran el progreso económico
salvaguardándonos simultáneamente de la enajenación. Copiar las formas, pero
invertir el signo, tal fue la tarea de Rivadavia. Pero en cambio Moreno, el
cerebro más claro, de la generación emancipadora, comprendía que en un país
atrasado y primitivo, como la Argentina de las primeras décadas del s. XIX, sólo
el Estado podio suplir la inexistencia de una burguesía industrial, impidiendo
que nuestra vinculación con el mercado europeo nos convirtiera, como nos
convirtió, en provincia agraria de ultramar. EI odio a, Moreno de Federico
lbarguren (" Así fue Mayo") y la pretensión de presentarlo como agente inglés o
algo por el estilo (achacándole, de paso, barbaridades como el armisticio con
Elio, que firmaron los enemigos de Moreno, la Junta Grande, a quienes Ibarguren
defiende); el de los Irazusta a Carlos III (antecesor, según ellos, de
Rivadavia, lo que es el colmo del disparate), prueban que el medievalismo
ideológico suscita extrañas aventuras mentales entre sus discípulos del siglo XX.
Al contrario de lo que ellos opinan, la tradición política argentina (la
popular, se entiende) es liberal. Léanse las instrucciones de Artigas a sus
diputados, Asamblea del año 13. Recuérdense los intentos de los caudillos de
organizar constitucionalmente a la República, contra las opiniones de Rivadavia
(1821 ), Rosas, Valentín Alsina y demás gobernantes porteños. El segundo
equívoco consiste en confundir liberalismo y democracia, porque en ciertas
épocas hayan marchado juntos. Que son cosas distintas lo demuestra, el actual
régimen, que es liberal, pero no es democrático. Tiene que implantar su
liberalismo mediante la dictadura, porque democráticamente sería barrido del
mapa. Contra la opinión de Rousseau y otros teóricos de la democracia moderna el
liberalismo -ideología de comerciantes, industriales y financistas--" ha
pretendido excluir al pueblo de la Cosa pública, mediante el censo electoral,
(solo votan los ricos), la división de poderes (establecida expresamente con el
propósito de que la mayoría sufragase, pero no gobernase), el control financiero
de la prensa, y el soborno directo o indirecto de los parlamentarios
profesionales. Lógico es que quienes permanecen prisioneros del clericalismo
ultramontano asuman la hostilidad eclesiástica frente a la Revolución Francesa
confundiendo en un mismo saco a la democracia, el liberalismo popular y el
liberalismo colonialista de los entregadores. No se trata de renegar de la
"igualdad, libertad y fraternidad" proclamadas por la gran Revolución, sino de
hacerlas posibles, destruyendo el imperialismo y todas las formas de privilegio
económico.
(13) “La buena voluntad de Pío XI y de Benito Mussolini se concreta primero en
la visita oficial del Duce al Pontífice el 11 de febrero de 1932, y en la
absoluta integración del clero italiano en la guerra contra Etiopía. Fue una
entusiasta adhesión a la empresa; el clero ofreció el oro, y el arzobispo de
Milán, cardenal Schuster, dio una interpretación religiosa a la campaña,
defendiéndola como cruzada católica" (Ismael Herráiz, ob. cit. pág. 166). En
cuanto a las relaciones entre Mussolini y el Vaticano, "el período... de 1922 a
1931, podría dividirse, a su vez, en dos intervalos:: un período de pugna
parcial y a veces enconada entre la Iglesia y el Estado, que se extiende desde
la inauguración del fascismo hasta e acuerdo de Letrán en 1929, y otro, desde el
acuerdo de Letrán, que reconoció el catolicismo como religión oficial a cambio
del apoyo del Papa a la dirección fascista para la reconstrucción del nuevo
Imperio Romano, hasta la recomendación por el papado de las ideas corporativas
como solución de la "cuestión social" en general (Cuadragesimo Anno). El más
notable de sus éxitos ha sido el "fascismo clerical" de los infortunados
totalitarios Dollfus y Schuschnigg, y el sistema del genera Franco que surgió de
la guerra civil española (Robert A. Brady, ob. pág. 83). El apoyo del Vaticano a
fascismo está en las raíces mismas del pensamiento social-católico. Un sector,
en el que figuraban emigrados franceses vueltos a su patria después de 1815,
pretendía el retorno a un orden medieval corporativamente organizado (Phillippe
Buchez, Lamenais, etc. ). La revolución de 1848 los convenció a todos de que el
socialismo era el principal enemigo. Entonces, los condes De Mun y La Tour du
Pin desarrollaron la idea del "sindicalismo mixto" destinado a ganar el alma del
obrero y a inducirlo a colaborar espontáneamente con el patrón.. Jefe natural de
sus trabajadores. León XIII, en "De rerum novarum", tras afirmar que "está
ordenado por la naturaleza que en un Estado estas dos clases (los ricos y los
pobres) deben existir en concierto y armonía" (lo que no solo condenaba la lucha
de clases, sino que erigía en norma, la desigualdad social) ofrecía como modelo
de organización la de los gremios medioevales. Esto empujó a los núcleos de la
Acción Social Católica a organizar sindicatos de patrones y obreros, "sindicatos
mixtos", también llamados "colaterales", Que son el antecedente inmediato de las
corporaciones fascistas. Firmado el pacto de Letrán, Pío XI, en "Cuadragésimo
Anno", otorga el apoyo oficial del papado al régimen corporativo: "no hace falta
meditar mucho para comprender las ventajas de la institución (fascista), que
puede describirse sucintamente como sigue: colaboración pacífica de las clases,
represión de las organizaciones y los esfuerzos socialistas, influencia
moderadora de un ministerio especial". En otro lugar, manifiesta la encíclica
con lenguaje propio del Ministerio de Propaganda de Italia fascista: "las
corporaciones están formadas por representantes de los sindicatos de obreros y
patrones del mismo gremio o profesión, y, en su calidad de órganos genuinos y
verdaderos y de instituciones de Estado, dirigen y coordinan las actividades de
los sindicatos en todas las cuestiones de interés común". Toda esa fraseología,
tiende, como hemos visto, a imponer con métodos policiales el capitalismo a las
masas, disolviendo sus sindicatos, creando otros de carácter ficticio, y
alentando la concentración monopólica a través de las organizaciones nacionales
de industriales. "La mayor parte de los líderes obreros -afirma Brady- no son,
en realidad, obreros, pues proceden típicamente de la clase media. En todo caso,
deben pertenecer al partido fascista, son designados sobre la base de las listas
que el partido recomienda y que han sido seleccionadas por la jerarquía del
partido, y no deben responsabilidad alguna a los sindicatos, a los cuajes no
representan, sino mandan".
(14) Las reivindicaciones "nacionalistas" de Pavelic pretendían enfrentar la
nación croata con la serbia, impidiendo la única salida nacional posible en esa,
región de los Balcanes: la unidad yugoeslava, paso intermedio hacia la
Federación Balcánica. Un nacionalismo croata independiente sólo puede surgir (y
el caso es formalmente al de Bélgica, Israel, Uruguay), apoyándose en un
imperialismo extranjero, en este caso, el alemán. Como siempre, detrás de
Pavelic estaba la Iglesia, pugnando por atomizar soberanías e impedir la
constitución de Estados poderosos.
(15) Bueno es recordar la voz de alarma que en 1949 diera el cura Menvieille,
mentor de más de un nacionalismo oligárquico, denunciando el carácter
"materialista de la constitución votada ese año.
(16) Nos referimos aquí al nacionalismo oligárquico o seudo-nacionalismo. El
nacionalismo estaba en Yrigoyen, no en quienes lo voltearon. Durante la década
del 30, FORJA intentó revitalizar la tradición yrigoyenista contra la fracción
de Alvear, que había copado la U. C. R. Entre ambos polos se extiende toda una
serie de matices intermedios, que no es el caso examinar aquí.
(17) El mito "dialéctico" del 16 de septiembre opuesto al 13 de noviembre es
totalmente inadmisible, los septembrinos trajeron a Prébisch. Las opiniones
económicas de Lonardi eran éstas: "Facilitará el gobierno en lo posible el libre
intercambio. Londres, 15 A.P. Pregunta,: ¿Se contempla hacer volver ala
Argentina a una economía libre, poco a poco, y permitir la importación de
artículos de consumo, p.ej., tejidos ingleses, whisky escocés y cigarrillos
ingleses, o se contempla postergar esta cuestión para después de las próximas
elecciones? Respuesta: No hay inconveniente en anticipar decisiones económicas,
aún en materia fundamental, por el gobierno provisional. Soy partidario de un
intercambio lo más libre posible, finalidad que buscaremos con prudencia,
gradualmente. Es uno de los más vivos deseos el que nuestro pueblo pueda
adquirir los magníficos productos de la industria británica a que tan
acostumbrado estuvo en un pasado no muy lejano" ("Clarín", 15 de octubre de
1955). Veinte días después se anunciaba con bombos y platillos la liquidación
del IAPI. Por lo demás, el capital financiero internacional comprendía mejor que
los nacionalistas septembrinos la función que estos cumplían, en el primer
gobierno provisional: "Washington, 1 , AP.: Por un instante hubo en ésta alguna,
sorpresa por la designación del Dr. Mario Amadeo como Ministro de Relaciones
Exteriores del gobierno de Lonardi. Amadeo se opuso vigorosamente a la ruptura
de relacionas con las potencias del Eje durante la guerra mundial última. La
neutralidad de Amadeo se atribuyó a su odio al comunismo y a la falta de
confianza en Rusia Soviética, más bien que a cualquier antagonismo hacia Estados
Unidos, Gran Bretaña u otro aliado occidental" ("EI Mercurio" de Chile, 2 de
octubre de 1955).
(18) Un escritor del campo reaccionario ha formulado con notable acierto el
problema: "Tal razonamiento (el de equilibrar las clases) sería plenamente
valedero si las dos fuerzas sociales de que se trata fueran legítimas, vale
decir, correspondieran a, factores necesarios y asociados de la vida y el
trabajo comunitarios. Pero no hay nada de eso. La burguesía capitalista, en
cuanto detentadora de los instrumentos de la producción, es una clase sin papel
eficaz en el proceso de la producción. Por tanto, no se puede resolver el
conflicto de dos clases, una de las cuales es parasitaria, poniéndolas a ambas
en el mismo plano" (Jaime de Mahieu, "Evolución y porvenir del sindicalismo",
pág. 78).
(19) Advierta el lector, y esto le evitará muchísimos peligros, que cuando un
burgués siente apretársele el nudo de la bolsa, las palabras celestiales vuelan
a sus labios: santo divino cristiano sagrado y otras del repertorio.
(20) Suministraremos otro ejemplo de "realismo": "El general Bengoa --dice
Amadeo en la, página 38-- contestó que comprendía la preocupación patriótica que
inspiraba a los promotores del movimiento... Ahora bien, continuó diciendo, para
que un movimiento militar tenga máximas posibilidades de éxito, es necesario
contar con apoyo de un numero decisivo de elementos... Tal apoyo sólo podrá
lograrse... porque la existencia de un clima de agitación pública y de inquietud
colectiva traspusiera los cuarteles y gravitara decisivamente en el ánimo de los
militares... Acaso no había llegado todavía esa situación de desorden callejero
y ostensible capaz de provocar la intervención del. Ejército". En 1954, al
relatar la caída de Yrigoyen, afirmábamos: "La gestación del golpe de setiembre
documenta lo que decimos: "Los señores Juan E. Carulla y Daniel Videla Dorna
--manifiesta el uriburista Beresford C'rawkes se apersonaron al general
(Uriburu) pidiéndole aceptara para dicho movimiento el cargo de jefe de la
revolución. Luego de hablarse ampliamente sobre el punto, se convino de que era
prematuro el estallido, puesto que no había en el pueblo agravios tales que lo
justificaran... Fue así que se pensó (en crear) agrupaciones patrióticas
encargadas de hacer una vasta campaña derrotista del gobierno, difundiendo
cautelosamente en el pueblo la idea revolucionaria". Nuestro comentario era el
siguiente: "Merece amplias reflexiones esta típica maniobra
oligárquico-imperialista, que acecha constantemente a las revoluciones
populares. La pequeña burguesía nacional, a. la que Yrigoyen representaba frente
a la oligarquía... no fue capaz entonces, ni lo es ahora, de llevar a sus
últimas consecuencias la, revolución del pueblo... El estancamiento del proceso
revolucionario produce todos los síntomas de la putrefacción... La
inconsecuencia de la pequeña burguesía deja intactas las bases
económico-políticas de la contrarrevolución oligárquica... La podredumbre
burocrática subraya cuanto hay de antipopular en el aparato burgués del Estado y
lo torna, impotente frente a sus enemigos reaccionarios. La demagogia
"izquierdista" del imperialismo solivianta los ánimos e impide el surgimiento de
una auténtica izquierda revolucionaria que continúe el proceso, superando
dialécticamente su primitiva jefatura burguesa y elevando al proletariado a la
conducción política de la revolución liberadora. A falta de un auténtico partido
obrero que lo superara por la izquierda... La revolución yrigoyenista fue
inevitablemente derrotada por la restauración oligárquica, e imperialista. Tal
es la principal enseñanza que se deriva de este importante periodo de la
política argentina:'. A la que hay que agregar (y para eso emparejamos el
episodio de Bengoa con el de Carulla y Videla Dorna) lo que podría denominarse
"técnica oligárquica de la preparación civil de un golpe de Estado".
(21) Ciertos nacionalistas, como Ramón DoII, han vislumbrado parte de la verdad.
Sobre la, falacia de aplicar a nuestro país categorías políticas del
parlamentarismo europeo, dice en " Acerca de una política nacional" (pág. 165):
"Oligarquías liberales sin base popular, y gobiernos fuertes con apoyo
democrático, han sido alternativamente habituales en América; ni unas ni otros
pueden adscribirse, sin faltar a la verdad, a las dos líneas históricas europeas
que forman el zig-zag revolucionario y reaccionario". Esto es una verdad a
medias. Las masas repudian a la pseudo-izquierda socialista, y comunista, pues
ésta, en realidad, sirve a los intereses del liberalismo oligárquico. Pero, por
otra parte, ningún gobierno con apoyo popular, está en condiciones de mantenerse
y derrotar, al adversario sin ir a las raíces de la crisis social argentina. La
revolución no puede limitarse a desplazar políticamente a las fuerzas
oligárquicas: debe expropiarlas, liquidando la propiedad terrateniente y el gran
capital parasitario. La insuficiencia de nuestros "gobiernos fuertes" con apoyo
de masas (Rosas, Yrigoyen, Perón) para producir transformaciones de estructura
acordes con las necesidades de cada época, histórica, explica el desdichado fin
de todos ellos. Más adelante dice Doll: " ¿Acaso un jefe de masas o un grupo
oligárquico no pueden igualmente salvar o vender a la nación, en, un momento
determinado?" (ob,. pág. 179). Nueva confusión. Que un jefe de masas venda a la
nación es posible, aunque difícil. Pero resulta seguro que ninguna política de
salvaguardia nacional logrará imponerse sin el apoyo de las masas; o sea que, en
realidad, no existe nacionalismo oligárquico. Sólo que el simple apoyo de las
masas es insuficiente, si el movimiento no está animado de un impulso renovador
que bata al enemigo en el corazón de su poder, impidiendo las hasta aquí
periódicas restauraciones. De esto surge la, necesidad de la izquierda nacional,
única capaz de tender el puente ideológico y organizativo entre el movimiento
espontáneo de las masas y la revolución que el país necesita. Del cesarismo
democrático pasaremos así a la, época del partido obrero y de la hegemonía
proletaria en la revolución nacional.
(22) "Luego que el triunfo de las armas de Venezuela, complete la obra de su
independencia, o que circunstancias más favorables nos permitan comunicaciones
más frecuentes y relaciones más estrechas, nosotros nos apresuraremos, con e más
vivo interés, a entablar, por nuestra parte el pacto americano que, formando de
todas nuestras repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con
un aspecto de majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La
América así unida... podrá llamarse la reina de las naciones, la madre de las
repúblicas..." (Carta de 1818 a Juan Martín de Pueyrredón). "Sin duda,
Venezuela, consagrada toda a la santa libertad, considera sus sacrificios como
triunfos... Hoy está cubierta de luto: pero mañana, cuando, cubierta de
laureles, haya extinguido los últimos tiranos que profanan su suelo, entonces os
considerará a una, sola sociedad, para que nuestra divisa sea: “Unidad en, la
América Meridional”, Sí, una sola debe ser la patria de todos los americanos"
(Bolívar. Proclama al pueblo argentino del 12 de junio de 1818).
(23) El cristianismo, para los romanos contemporáneos de los primeros discípulos
de Jesús, era una secta enemiga de la "tradición occidental" y Tácito, en las
palabras que transcribo, reaccionaba -valga el anacronismo-- como un discípulo
de Amadeo: "El autor de esta secta, Cristo, había sido condenado a muerte bajo
el reinado de Tiberio, por el procurador Poncio Pilatos, pero la funesta
superstición, reprimida por un momento, se había difundido no solamente por la
Judea, donde el mal tuviera nacimiento, sino también en Roma, donde las
atrocidades y las afrentas llegan de todas partes y se practican".
(24) Pero cuando una civilización no ha logrado evitar que la satisfacción de un
cierto número de sus partícipes tenga como premisa la opresión de otros, de la
mayoría quizás --y así sucede en todas las civilizaciones actuales-- es
comprensible que los oprimidos desarrollen una intensa hostilidad contra la
civilización que ellos mismos sostienen con su trabajo, pero de cuyos bienes no
participan, sino muy pocos. En este caso, no puede esperarse, por parte de los
oprimidos, una asimilación de las prohibiciones culturales, pues, por el
contrario, se negarán a reconocerlas, tenderán a destruir la civilización misma,
y eventualmente a suprimir sus premisas. La hostilidad de estas clases sociales
contra la civilización, es tan patente que ha monopolizado la atención de los
observadores, impidiéndoles ver la que latentemente abrigan también las otras
capas sociales más favorecidas. No hace falta decir que una cultura que deja
insatisfecho a un núcleo tan considerable de sus partícipes y les incita a la
rebelión no puede durar mucho tiempo, ni tampoco lo merece" (Sigmund Freud.
Obras completas. T. XIV. pág. 18).
* El prólogo de este libro de Spilimbergo escrito a la caída del segundo
gobierno de Juan Domingo Perón ya lo hemos publicado en nuestro Cuaderno de la
IN, se puede encontrar en:
http://www.elortiba.org/in_prod.html#Nacionalismo_oligárquico_y_nacionalismo_revolucionario
La
"destrucción de las Indias"*
Por Jorge Abelardo Ramos
Los tres siglos de dominación colonial española, salvo las alteraciones de la
política borbónica a fines del siglo XVIII, se fundan en la encomienda y en la
mita, esto es, en la esclavización virtual del indio americano, allí donde podía
ser sometido, y de los negros africanos. En la realidad social, ya que no en la
legislación formalista, el régimen de las encomiendas concebido originalmente
como forma de "proteger" al indio y a su familia, recién decae a fines del siglo
XVIII. Este régimen parecía esencial "para la perpetuación en América de una
sociedad aristocrática organizada en la misma forma que la del Viejo Mundo".
Quien no tenía encomiendas, no tenía recursos y quien no contaba con éstos, no
podía "desarrollar comercio". En aquellos lugares de América en que no hubo
indios domesticables, como el Río de la Plata, estalló un escándalo recogido por
los cronistas. Los ediles de Buenos Aires se quejaron al Rey "que la situación
era tan mala que los españoles tenían que cavar la tierra y sembrarla para poder
comer".8
¡Había que trabajar! En 1536 algunos hidalgos se morían de hambre en Honduras.
Un testigo estupefacto, declara haber visto a caballeros españoles echar la
simiente "con sus propias manos", para no morir de inanición. A mediados del
siglo XVIII, Juan de Delgado escribía: "¿Quiénes son los que nos sustentan en
estas tierras y los que nos dan de comer? ¿Acaso los españoles cavan, cogen y
siembran en todas estas islas? No, por cierto: porque en llegando a Manila,
todos son caballeros".
El palurdo de España ascendía de situación social al llegar a América: se
ennoblecía dejando de trabajar. A lo largo de trescientos años, con el
desarrollo de la minería, la agricultura y las industrias, la situación de los
indios no había cambiado. En el Perú, los caciques indios se convertían en
cómplices de la explotación española. Un ordenanza de 1601 prohíbe expresamente
en las tejedurías la mano de obra indígena, que debe ser reemplazada por negros,
pues los nativos estaban en vía de extinción.
Los productos exportados al mercado mundial desde las Indias, que ciertos
autores consideran expresión característica de la producción capitalista, eran
manifestación directa del régimen esclavista-servil instaurado por los españoles
durante la era feliz del capital mercantil.
La condición de "obrero" en la América española, sólo tenía existencia real en
la ordenanzas, lo mismo que el cobro de salarios y la libertad personal. Al
desenvolverse la economía española y comenzar el siglo XVIII, la situación en
América Hispánica tiende a reflejar el cambio. Junto a la mano de obra servil o
semi-esclava aparece una clase de trabajadores asalariados libres, que se ocupan
de sus oficios en las ciudades, y que como es natural, constituyen una parte
ínfima de la población trabajadora. Lentamente, a medida que aumentaba el
mestizaje, aparece en Chile, por ejemplo, el "inquilino" de los grandes
establecimientos rurales.
Cuando Ulloa viaja por América, a principios del siglo XVIII, observa que las
leyes de Indias no se cumplen. Se cobraba tributo a indios menores de 18 años y
mayores de 50, y aún a los inválidos y deformes.
Durante el primer período de la conquista y colonización, se procedió a la
"destrucción de las Indias", según la expresión célebre del Padre Bartolomé de
las Casas. La pasión áurea, largo tiempo contenida, por un lado, y la torpeza de
un sector de los frailes evangelizadores, por el otro, equivalen al arrasamiento
virtual de las religiones autóctonas, con sus templos e imágenes y al despojo de
todos los metales preciosos elaborados con fines de culto o lujo de las
aristocracias nativas. Posteriormente, se impuso la necesidad de organizar la
explotación de las minas, allí donde las hubiera. La exigencia de una mano de
obra servil o esclava se impuso, a pesar de todas las disposiciones legales
previstas por los Reyes de España. De este modo apareció el servicio personal
forzoso, llamado en el Perú mita y en México quatequil.11 Las condiciones
monstruosas del trabajo en las minas y los cambios climáticos (en el Perú se
transportaba a los indios de la sierra a la costa o viceversa, provocando su
tuberculización), redujeron la población a cifras de mortalidad trágicas.12 Por
lo demás, al arrancar a la población nativa de sus seculares labores agrícolas y
sumergirla en el horror minero, destruían sus vínculos familiares. Así, la
"familia cristiana" de los evangelizadores, era sustituida por la mano de obra
esclava para alimentar el Tesoro real y las arcas de los grandes mineros
españoles. La primera manifestación de la política de servidumbre fue dada por
los "repartimientos de indios". En México se llamaron "congregas". La Corona,
después de muchas vacilaciones, autorizó a los encomenderos a emplear en el
trabajo agrícola o minero a los nativos: "Podrán valerse de negros, mestizos y
mulatos, de que tanta canalla hay ociosa... así como de los españoles de
condición servil que hubiere".
No podría decirse que España exportó a las Indias su feudalismo putrefacto,
puesto que el feudalismo español era un régimen social filantrópico, si se lo
compara con el capitalismo mercantil-colonial con fuertes rasgos de parasitismo
señorial que implantó el Imperio hispánico en el Nuevo Mundo.
Si el encomendero se comprometía a "proteger" al indio y su familia, a cambio
del trabajo prestado por éste y si el régimen del salario figura en la
Legislación de Indias, para consuelo de todos los juristas, y aún de algunos
historiadores, el régimen de encomiendas otorgado por el Rey a sus fieles
vasallos que organizaban el Imperio de las Indias, fue la designación, de la
explotación y succión más brutal y cínica. "Las obligaciones del encomendero
como patrón y protector se convirtieron en mera fórmula. Los salarios eran
nominales y la instrucción se limitaba a las formalidades del bautismo".
La avidez española por el oro era tan intensa, que los indios de Cuba y de
México llegaron a creer al principio que el Dios adorado por los extranjeros
barbudos era el oro. Los españoles hacían transportar sus caballos en hamacas a
hombro de indio, dice Miguel Luis Amunátegui: "Marcaban a éstos en la cara y
contramarcaban para registrar su donación, venta, etc. Generalmente morían
abandonados, agotados, en el campo. Cerca de las minas había un fétido olor de
muerte, con aves de rapiña revoloteando. Muchos se mutilaban o suicidaban".
Considerados "vasallos libres" por las burlescas ordenanzas del Rey en España, y
bestias de trabajo por los españoles en América, humillados, exprimidos, vejados
y castigados hasta la desesperación, muchos hijos de Moctezuma o Atahualpa
bebían, al fin, unos sorbos de yuca amarga para liberarse por la muerte del yugo
español. Doscientos años después del descubrimiento, América parecía un
desierto.17 En el siglo XVIII escribe Ulloa: "Es constante que en América no
existe la octava parte de población que había cuando se descubrió".
A todo lo dicho, la mortandad indígena tenía otro agravante: las enfermedades,
viruela entre ellas, traídas a América por los españoles y que diezmaron la
población.
El pago de los salarios era una ficción, los horarios horriblemente extensos. En
las fábricas se obligaba a trabajar, contra las reglamentaciones vigentes, a
niños de 6 a 8 años de edad. Un siglo más tarde, la Inglaterra industrial y
"civilizada" exterminaba a miles de niños de la misma edad, más exactamente, de
5 a 6 años, menos aún que en las colonias españolas del siglo XVII, en sus
talleres infernales. La "acumulación" capitalista ya estaba en marcha, así como
la eficaz campaña inglesa sobre la crueldad española. Y ya pululaban los
anglófilos en el mundo entero.
Como los indios se fugaban, eran frecuentes las prácticas de organizar pequeñas
expediciones para cazarlos. Claro que el implacable pillaje no logró establecer
una paz perpetua. Baste señalar que tres siglos más tarde del descubrimiento,
cuando la sociedad colonial parecía definitivamente arraigada y estructurada y
las razas americanas irremediablemente vencidas, una formidable sublevación,
encabezada por Tupac Amarú en 1780, sólo 30 años antes de la emancipación
americana, puso de pie a decenas de miles de indios peruanos.
*Fragmento de “Historia de la Nación Latinoamericana”, de Jorge Abelardo Ramos
Historia
del gorilismo. Desde 1810*
Por Javier Prado
Fragmento 6
La dictadura consigue apoyo intelectual
Borges también hizo una incursión en la economía y dijo del gobierno peronista:
“El descalabro económico de la dictadura dejo exhausto al país”585. Luego agregó
“Aramburu y Rojas podrán estar equivocados, pero nunca serán culpables”586.
El mal disimulado elitismo de Borges emergió en toda su decadencia al hacerse
cargo de la Biblioteca Nacional. Anunció las reformas edilicias para “que la
sala de niños no sea un corredor de engendros de pulmonía”587. La “libertadora”
no tardó en mostrar sus garras, pero allí estaban los in-telectuales consagrados
para socorrerla: “ante la persistente campaña de sospechas y acusaciones que en
estos días tratan de agitar la opinión, los escritores que firman esta nota
reiteran su plena confianza en el gobierno de la Revolución Libertadora.
Entendemos que los hombres de este gobierno prosiguen juiciosamente en la paz la
obra iniciada con las armas en septiembre de 1955 y van encaminando la patria
hacia un porvenir sereno y honroso. Juzgar y censurar la cosa pública es un
derecho inalienable, al que no renunciamos, pero no podemos olvidar que el país
sale de una zona de infamia y que nuestra discordia favorecerá fatalmente a los
opresores de ayer. Por eso nos vemos obligados a condenar a quienes perturban el
afianzamiento de la Revolución”588. Firmaban este apoyo: Horacio Armani, Adolfo
Bioy Casares, J. L. Borges, A. Capdevila, Nicolás Cocaro, C. Mastronardi, Mujica
Láinez, Silvina Ocampo, F. Romero. Por supuesto la Federación Económica del
Chubut se adelantó a presentar sus servicios de colaboración con la dictadura
mediante una serie de comunicados. En el telegrama, expresa: “Los organismos que
representamos reiteran ante el señor ministro de Interior y Justicia el
ofrecimiento de amplia colaboración expuesto al gobierno provisorio constituido
en esta provincia”589. El Vaticano también manifestaba su alegría por el golpe.
La dictadura de Lonardi designaba embajador en Uruguay al “socialista” Alfredo
Palacios...y él aceptaba. El diario de Feldman no dejó de aprovechar cualquier
ocasión para chupar las medias de la dictadura y cualquier oportunidad era buena
para hablar pestes de Perón: “El ex presidente predicó la humildad como base de
su llamada doctrina. Hubieron muchos que le creyeron y se constituyeron en sus
fieles soldados pero la realidad ahora dice que la humildad no era practicada
por el predicador. Al menos así lo demuestran estos datos del inventario
realizado en su residencia particular y que son, a saber: 400 trajes, 260 pares
de zapatos”590 y Jornada publicaba esto: “El pueblo se educó en el miedo, en el
miedo a hablar, en el miedo a expresar ideas, en el miedo a participar de actos
(...) Corresponde ahora una tarea de gran magnitud al maestro, al periodismo, a
la radio, al político y al universitario. Esa tarea no puede ser otra que la de
educar en la libertad. El pueblo suizo, educado en la libertad para la libertad,
no teme a los tiranos ni acepta a los déspotas”591. Después se quejaba de los
últimos 25 años de historia “salvo el gobierno del doctor Ortiz, que intentó
colocarnos en la corriente democrática”592, con el “incómodo” detalle de haber
sido electo por el fraude. El diario de Feldman les pide a los maestros que
nunca más sean “propagadores de doctrinas que no condicen con nuestra tradición
y con nuestros sentimientos (…) Entonces aprenderemos a leer, a pensar más
profundamente en los beneficios de la libertad y a comprender que sin ella nada
es digno, nada es justo, nada es posible.
El reciente ensayo totalitario en el país, así lo demuestra”593...Este era el
tipo de “prensa libre” a la que debió enfrentar el peronismo. A este tipo de
medios debió superar el peronismo para volver al poder, y así lo hizo. Ni la
mentira ni la exageración ni la difamación pudieron con el líder de los
trabajadores, porque Perón volvió al poder con el 61 % de los votos...Pero
sigamos con Feldman y su diario: “se perfila más nítidamente el propósito del
gobierno de poner orden en el desorden (...) Poner orden en el desorden, será
tarea paciente. Mucha gente no se ha dado cuenta todavía que se ha operado una
gran revolución; mucha gente no admite aun que ha desaparecido el sistema
anterior y espera la voz de su Mesías, para retomar el gobierno y para retomar
esa senda tortuosa que el pueblo acaba de condenar tan virilmente y tan
unánimemente”594. Esta falsedad se puede comprobar fácilmente...Si era
“mayoritario” el rechazo por el peronismo, ¿por qué hizo falta la proscripción
del partido?...Tan falso es lo del “rechazo” de la “sociedad” como lo prueban
todas las elecciones posteriores en las que los ganadores no obtuvieron nunca ni
la mitad de los votos. Pero lo repudiable es lo que publica Feldman que (en
plena dictadura producto del golpe militar) afirmaba: “Ahora, con el imperio de
la ley, es decir con un gobierno de derecho, todos somos argentinos”595. Hay más
todavía. El diario de Feldman editorializa acerca de los dichos del Ministro de
Comercio de la dictadura, doctor Morixe. Y comentaba: “Una palabra más agregó el
doctor Morixe. Consultará a los gremios y obreros en toda cuestión fundamental.
Las organizaciones existen y deben actuar libremente. Se mostró partidario de la
libre competencia y de la iniciativa privada, pero considera que el paso de una
política a otra, llevará tiempo, porque “nada resultaría más peligroso que
adoptar de golpe un sistema de libre economía” frente al dirigismo que era la
característica de los últimos doce años”596. El problema del dirigismo no es
tal.
Todo el tiempo hay dirigismo, lo que pasa es que a algunos les molesta el
dirigismo del Estado y no el dirigismo privado que saquea a los trabajadores.
El partido Comunista deliraba mucho y pensaba que había dos tendencias muy
diferentes dentro del golpe. Irónicamente creían que Rojas “se inclina hacia
posiciones democráticas y de cierta resistencia al imperialismo”597. Lonardi
confirmaba que la Iglesia había tenido un importante papel en el golpe: “En
cuanto al Clero, sin perjuicio de la ayuda que individualmente prestaron sus
miembros, le cupo un papel de primer orden en la preparación del ambiente
revolucionario, por la defensa brillante de la religión y de las piadosas
tradiciones del pueblo argentino”598. De esto podemos concluir que a la Iglesia
católica le cupo la tarea de desestabilizar al gobierno y no solo desde los
púlpitos sino desde la calle (como fue la Marcha de Corpus Christi). Esta
actitud colaboracionista de la Iglesia católica con un golpe antinacional no
sería la última. En 1976, su cúpula apoyaría la represión liderada por Videla.
La “libertadora” realizaba consultas con los “gremios”. Las consultas las hacían
con los interventores que habían asaltado los sindicatos y habían sido puestos
allí a punta de pistola. Cabe recordar que después del golpe de 1955, en la
fundación Eva Perón, se quemaron las sábanas porque tenían las iniciales de la
entidad y se molió a martillazos toda la vajilla. Se intervino la CGT, se
proscribió al partido peronista. Rojas presiona dentro del golpe y logra que se
designe una junta consultiva integrada por Oscar Alende, Miguel Ángel Zavala
Ortiz, Juan Gaun y Oscar L. Serrot (radicales) , Aguirre Cámara, Reynaldo
Pastor, Rodolfo Corominas Segura y Adolfo Mugica (conservadores), Luciano
Molinas, Díaz Arana, Horacio Thedy y Julio Noble (demócratas progresistas),
Manuel Ordóñez y Rodolfo Martínez (democracia cristiana), Alicia Moreau de
Justo, Américo Ghioldi, Ramón Muñiz y Nicolás Repetto (socialistas), Horacio
Storni y Enrique Ariotti (Unión Federal). Por el sur del país se decía: “Para
posibilitar una nueva organización con base democrática, se ha hecho
indispensable intervenir a los gremios para eliminar influencias ajenas a la
entidad (...) A los gremios de Chubut, corresponderá una tarea muy importante.
Cuenta la provincia con tres secciones: la de Comodoro Rivadavia organizaciones
muy aguerridas y fogueadas que saben lo que quieren y tienen experiencia en el
manejo del gremio. Allí, con eliminar actores perturbadores, se podrá conseguir
directivos capaces (...) La zona del Valle Inferior (…) No será difícil dar con
obreros capacitados, patriotas, dispuestos a entregarse a la causa nacional
(...) En la zona cordillerana (…) Existía un sindicato de “oficios varios”,
amorfo y fuera de reglamento, que servía exclusivamente fines políticos y nunca
gremiales”599.
El diario La Nación no se quedó atrás en sus practicas antipopulares y fue, es y
seguramente seguirá siendo, un férreo defensor de los privilegios de la
oligarquía, por eso decía en 1955: “Tras un decenio de oscurantismo, en que toda
manifestación intelectual o artística debió estar impregnada de una supuesta
doctrina nacional y al servicio de la propaganda de su único inspirador, la vida
espiritual se mueve ahora en el ambiente de libertad de concepción y de
expresión propicio para que de sus mejores frutos”600. La revista Sur, que jamás
estuvo prohibida durante el gobierno de Perón, tuvo además una hija pródiga y
esa hija fue ASCUA (Asociación Cultural para la Defensa y Superación de Mayo).
Por supuesto sus integrantes eran los mismos de la Revista Sur y seguían siendo
los mismos escritores ligados al campo, pero no al trabajo sino simplemente a la
renta, como Bioy Casares, Ocampo, Guido, etc. Carlos Alberto Erro, en la línea
de los anteriores, dijo: “esas mismas masas mostráronse increíblemente dóciles a
la demagogia y al oscurantismo y dispuestas a enajenar su voluntad a los
dictados de un amo todopoderoso. Nada pareció significar para ellos la pérdida
de valores que nos habían permitido disfrutar de un grado de civilización
política no común en América”601. Toda acción emancipadora de las masas les
parecían el fruto de la demagogia, y lo que añoraban disfrutar era la capacidad
de comprar importado mientras la industria nacional agonizaba. Ciertos in-telectuales
piensan en las masas sólo para verlas ahí como una foto, quietitas, en un
cuadro. Cuando esas masas van y votan por Perón se convierten en una
monstruosidad.
Aramburu y Rojas, los íconos del gorilismo
El factor económico fue el principal motor del golpe de la “libertadora” (fusiladora).
El objetivo era terminar con el estado benefactor, terminar con la
redistribución del ingreso nacional y hacer más grande la brecha entre ricos y
pobres. Se implementa lo que más tarde se llamará economía de mercado. La idea
era restaurar el modelo agro exportador...
Lonardi, duró poco, porque según sus sucesores era demasiado “blando”. Le
sucedieron en noviembre de 1955 Aramburu y Rojas que vienen a ser la ultra
gorila línea de Mayo -Caseros. Se interviene a la CGT y son encarcelados en
Ushuaia los dirigentes peronistas más notorios y en todo el país son miles los
que van presos. En la Universidad (esa burbuja) el ambiente pro golpe era
evidente. Aramburu designó al “socialista” José Luis Romero interventor de la
Universidad de Buenos Aires (cargo que aceptó con orgullo): “El Poder Ejecutivo
ha querido confiarme la ímproba labor de colaborar con el gobierno de la
Revolución Libertadora en la misión de devolver a los claustros de la
universidad de Buenos Aires su dignidad y libertad.
Agradezco profundamente la confianza que el señor Ministro ha depositado en mí y
declaro que no he de escatimar esfuerzos para justificarla y seguir
mereciéndola”602. Y con total caradurismo e ignorancia decía: “El tiempo del
desprecio ha pasado y ha comenzado el de la solidaridad”603... Alguno cándidos
hablaban de la “libertad” que el golpe llevó a las Universidades. Curiosa forma
de ser libres. Las mayorías presas y los “democráticos” de la F.U.A. “libres”
dentro de esa burbuja. Romero no estaba solo. Su secretario fue Ismael Viñas.
Entre los profesores echados de sus cátedras estaban José María Rosa, Juan José
Hernández Arregui y John William Cooke. Y la frutilla del postre es la
designación del ultraderechista Jorge Luis Borges al mando de la Biblioteca
Nacional (cargo que mantuvo hasta 1973, cuando renunció ante el triunfo del
peronismo). Unos meses después serían asesinados los muchachos peronistas en
José L. Suárez.
El diario Jornada hablaba acerca del confinamiento de personas en el sur (los
presos políticos que eran mandados de Buenos Aires hacia la Patagonia). Feldman
publicaba: “Bien entendemos la necesidad que tiene el país de eliminar todos los
motivos que puedan significar perturbaciones y que van en contra de la
tranquilidad que el pueblo necesita para recobrar su ritmo de vida y entregarse
por entero a la obra constructiva que ha de sacarnos del marasmo en que nos
colocaron quienes usaron la demagogia, el robo y la ineptitud para gobernar”604.
En la columna “Panorama del país” se hacían alabanzas a uno de los capos
gorilas, el infaltable Américo Ghioldi. Esto decía el diario de Feldman:
“Américo Ghioldi, revolucionario de verdad, que no aprovecha estos momentos
difíciles para el país, para llevar agua a su molino”605. Era aceptado el
“socialismo” de Ghioldi, pues resultaba inofensivo y funcional a la dictadura.
Por decreto 4161 de 1956 se prohíbe la palabra “Perón”, “Evita”, “peronista”,
“peronismo”. El decreto decía así: “El Presidente Provisional de la Nación
Argentina, en ejercicio del poder Legislativo, decreta con fuerza de ley
Art.1ro. Queda prohibida en todo el territorio de la Nación a) La utilización,
con fines de afirmación ideológica peronista, efectuada públicamente, o
propaganda peronista, por cualquier persona, ya se trate de individuos aislados
o grupos de individuos, asociaciones, sindicatos, partidos políticos,
sociedades, personas jurídicas publicas o privadas de las imágenes, símbolos,
signos, expresiones significativas, doctrina, artículos y obras artísticas, que
pretendan tal carácter o pudieran ser tenidas por alguien como tales
pertenecientes o empleados por los individuos representativos u organismos del
Peronismo.
Se considerará especialmente violatoria de esta disposición, la utilización de
la fotografía retrato o escultura de los funcionarios Peronistas o sus
parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente
depuesto o el de sus parientes, las expresiones “Peronismo”, “peronista”,
“justicialismo”, “justicialista”, “tercera posición”, la abreviatura PP, las
fechas exaltadas por el régimen depuesto, las composiciones musicales “Marcha de
los Muchachos Peronistas: y “Evita capitana” o fragmentos de las mismas, y los
discursos del presidente depuesto o sus esposa o fragmentos de los mismos.
b) La utilización, por las personas y con los fines establecidos en el inciso
anterior, de las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas,
doctrina artículos y obras artísticas que pretendan tal carácter o pudieran ser
tenidas por alguien como tales creados o por crearse, que de alguna manera
cupieran ser referidos a los individuos representativos, organismos o ideología
del Peronismo.
c) La reproducción por las personas y con los fines establecidos en el inciso
a), mediante cualquier procedimiento, de las imágenes símbolos y demás objetos
señalados en los dos incisos anteriores. Firman el presente Aramburu, Rojas,
Busso, Podestá, Costa, Landaburu, Migone, Dell’Oro Maini, Martínez, Ygartúa,
Menediondo, Bonnet, Blanco, Mercier, Alsogaray, Llamazares, Alizón García,
Ossorio, Arana, Hartung, Krause”607.
Ghioldi volvía a la carga en 1956 ya en plena “revolución libertadora”: “para
lograr la desperonización de un veinte por ciento de la población a fin de
equilibrar así en favor de las democracias, el paralelo existente entre las dos
grandes masas de opinión”608, y otra más: “El país ha sufrido más de veinte años
de denigración histórica. Esto llegó a su colmo con el tirano desaprensivo que
calumnió sistemáticamente a los constructores de la nacionalidad. No se respetó
una sola gran figura”609.
En el ministerio de economía fue designado un viejo conocido de la oligarquía:
Raúl Prebisch, quien elaborando un fraudulento informe dijo que el país estaba
en la peor crisis de su historia y por eso procede a “abrir” la economía a los
inversores extranjeros... Se desnacionalizó el Banco Central, se devaluó la
moneda y se liquidó al IAPI. A principios de año muere el diputado socialista
Enrique Dickman. El diario de Luis Feldman entonces declaraba esto: “Sólo en los
últimos años cuando su mente perdió fortaleza y la demagogia del ex presidente
logró envolverlo, Enrique Dickman cometió el grave error de pasarse a sus
filas”610. Muchos intelectuales no dudaron un instante en succionar las botas de
la dictadura de Aramburu y Rojas, como Carlos Estrada que decía de los
peronistas y de Perón: “Sus partidarios, alienados en un pasado que no volverá,
siempre a la espera del retorno del “héroe” en el “avión negro” (que pobre es la
imaginación del populacho, que no el verdadero pueblo) todavía viven nostálgicos
de los “diez años de felicidad”, es decir, de la época en que, entregados al más
torpe hedonismo, eran aspirantes a burguesitos, “descamisados”, con camisas de
seda, zapatos de gamuza y ostentoso reloj pulsera, que ya no le son
asequibles”611. Lo que más le molestaba era que el pobre hubiera ascendido y se
hubiera comprado el reloj.
Por supuesto delata el carácter antipopular de la “libertadora” cuando dice que
ese reloj ya no lo podría comprar. Leonidas Barletta era otro gorila que decía
que Perón: “cargó de impuestos a la clase media”612 y finalmente el historiador
Tulio Halperín Donghi agrega: “Perón, ante la experiencia de los hechos,
estableció el “fascismo posible”, es decir, estableció la máxima dosis de
fascismo que la Argentina de la segunda postguerra era capaz de soportar”613.
En Trelew, Feldman publicaba esto en su diario: “El país ha retomado la senda
clara de su historia (...) Doce años de dictadura no pudieron quebrar la esencia
de la nacionalidad, aunque es menester reconocer que en ese lapso quedaron
seriamente afectados instituciones y hombres; el daño fue más grande en los
jóvenes, cuyo espíritu fue saturado de una prédica negativa y colmado de malos
ejemplos por quienes se titulaban asimismo conductores de la patria (...) han
perdido la facultad de pensar y de accionar (...) El espíritu argentino heredado
de los forjadores de la nacionalidad, se diluyó en el latrocinio y el acomodo,
en el enriquecimiento sin esfuerzo, en la dádiva oprobiosa, en el agradecimiento
genuflexo y en la adoración de figuras que eran un verdadero escarnio. La aurora
de la libertad y de la democracia asoma su rayo de luz sobre ese panorama y la
luz proviene de quienes quedaron intactos, los que no pudieron ser vencidos por
las salpicaduras del régimen, no obstante haber sido alcanzados por ellas,
porque el país había sido llevado a un estado de lodazal donde era
NOTAS
587 Imperialismo y cultura, p. 218
588 Ídem
589 Jornada 29/09/55, p.2
590 Jornada 29/09/55
591 Jornada 30/09/55, p. 2
592 Jornada 30/09/55, p. 2
593 Jornada 30/09/55, p. 2
594 Jornada 04/10/55, p. 2
595 Jornada 04/10/55, p. 2
596 Jornada 06/10/55 p. 2
597 Vittorio Codovilla, en Revista Nueva Era, citado en “La Revolución
Libertadora”, N. Galasso, p. 4
598 Lonardi en entrevista con Raúl Morales Álvarez, Revista Ahora, en
www.elhistoriador.com.ar
599 Editorial de Jornada, 03/01/56 p.1
600 Imperialismo y cultura, ob. cit., p. 224
601 Ibídem, p. 239
602 José Luis Romero. La experiencia argentina, p. 353
603 Ibídem, p. 355
604 Jornada 05/01/56
605 Jornada 05/01/56
607 Roberto Bardini. “La patria Fusilada” en
www.proas2003.com.ar/prhoibperonismo.htm
608 Jornada 05/01/56
609 El dilema argentino: Civilización o barbarie, ob. cit., p. 257
610 Jornada 06/01/56 p. 1
611 Revolución y contrarrevolución en la Argentina, Volumen II, ob. cit., p. 355
612 Ídem
613 Ídem
614 Jornada 06/01/56 p.
615 El otro rostro del peronismo, p. 11
616 Ibídem, p. 12
617 Ídem, p. 12
618 Ídem, p. 12
619 Ibídem, p. 14
620 Ibídem, p. 17
621 IBídem, p. 17 imposible dar un paso sin salpicarse” 614. Estas cosas
publicaba complacientemente Feldman en su diario, menospreciando al pueblo y
adulando a la dictadura de Aramburu.
¿Capitalismo
o feudalismo? *
Por Jorge Abelardo Ramos
La disputa sobre el carácter de la colonización española en América reviste un
particular interés histórico y político.24 Por supuesto, el tema en discusión no
reviste un carácter académico ni de "pura doctrina". Se trata de saber, en"
esencia, las consecuencias políticas que se inferirían si, en efecto, el pasado
colonial de Hispanoamérica ha dejado tareas nacionales y democráticas por
resolver en nuestro tiempo o si, por el contrario, el avanzado carácter de la
colonización de tipo capitalista, los ha resuelto todos y en consecuencia, en el
presente, América Latina enfrentaría una lucha de clases de acuerdo al modelo
clásico de Europa: burguesía y proletariado.
Si realmente la colonización hispano-portuguesa revistió un carácter feudal,
cabría discutir cuándo América Latina perdió ese carácter, pues es obvio que
actualmente carece de él. Por otra parte, si esa colonización poseía rasgos
capitalistas en el siglo XVI, XVII y XVIII, podría desprenderse lógicamente que
el capitalismo como modo de producción ha terminado en el siglo y medio
siguiente por imponerse en la sociedad latinoamericana. Los problemas políticos
y las soluciones emergentes están vinculados, como es natural, a la realidad de
tales enjuiciamientos histórico-económicos.
A nuestro juicio aún hoy el capitalismo nacional no ha triunfado plenamente en
esta parte del mundo, de donde no se infiere en modo alguno el carácter feudal
de la colonización. En ese hecho reside justamente su carácter semicolonial. Los
españoles no podían traer al Nuevo Mundo sino las instituciones y los modos de
producción que conocían y en cuyo seno se habían formado. Naturalmente que ya en
el siglo XVI el "feudo" no existía en España. Sólo sobrevivían en proceso de
desintegración, bajo el absolutismo de los Austria, caracteres del feudalismo
heredados de la guerra secular contra los moros. El descubrimiento de América
prorrogó esa decadencia y lejos de robustecer la influencia burguesa en la
sociedad española, la redujo a su mínima expresión. La historia de España es
explícita a este respecto.
Pero América española ya no era un asunto puro y simple de España. Se elevaba en
el mundo a partir del siglo XVI un "sistema mundial", esto es, el capitalismo.
En el centro de este sistema estaba Inglaterra. España se convierte, a partir
del siglo XVII, en el intermediario ruinoso entre el Nuevo Mundo y el
capitalismo pujante de Gran Bretaña, que absorbe, industrializa y distribuye
gran parte de las riquezas latinoamericanas, seguido por Holanda y Francia.25
Los terratenientes, ganaderos, fazendeiros, mineros o dueños de plantaciones con
productos exportables destinados al mercado mundial, eran españoles o americanos
enriquecidos, que con mano de obra esclava o servil se insertaban en el nuevo
mercado internacional controlado por Inglaterra. El azúcar, los minerales
diversos, el tasajo, el sebo, las astas, los cueros, el tabaco, el trigo, el
cacao o el café o algodón de los Virreynatos del Perú, Río de la Plata, Nueva
España, Nueva Granada o el Imperio portugués en América o las Antillas, eran
extraídos con la sangre y el sudor del trabajo forzado y se transformaban en
capital comercial.
¿Cómo se distribuía ese capital comercial? Parte de él quedaba en manos de los
propietarios señoriales, españoles o americanos; en su mayor caudal se volcaba
al proceso de acumulación primitiva del capitalismo europeo, en particular del
capitalismo inglés. ¿Qué destino tenía el capital mercantil que permanecía entre
las uñas de los plantadores o propietarios negreros de América? ¿Generaba,
acaso, un proceso análogo de acumulación primitiva, al que se verificaba en
Europa? Al contrario, ese capital no se reinvertía Sino en los gastos suntuarios
propios de clases parasitarias o improductivas. La inmovilidad de la tierra en
"manos muertas", como en España y la indivisibilidad de las grandes propiedades
por la institución del mayorazgo, creaba un obstáculo para las transacciones.
Asimismo debe señalarse que las prohibiciones y limitaciones, por lo menos
formales, de la Corona, quitaban a los grandes plantadores o hacendados toda
veleidad de una reinversión productiva en la industria. Ese mismo capital
comercial permanecía en "manos muertas" y se derivaba a la construcción de
grandes palacios, casas de campo, adquisición de joyas, mantenimiento de una
numerosa servidumbre y todo género de boato muy poco "burgués".
6. Las clases rentistas.
En el siglo XVIII las colonias hispanoamericanas habían alcanzado un desarrollo
relativamente importante. El hecho de que México, Lima o Potosí disfrutaran de
un lujo esplendoroso, de grandes iglesias y residencias imperiales, en
comparación con Nueva York y Filadelfia en la misma época, debe buscarse en el
carácter señorial e improductivo de la sociedad española en América.28 Es "una
sociedad aristocrática que mira con desdén el trabajo manual y lo confía a su
abundante servidumbre negra, india o mestiza".
Pero en América del Norte no había mano de obra abundante. Por lo demás,
aquellos puritanos procedían de una sociedad capitalista, con sus propios
hábitos y relaciones de producción. Aún en nuestro siglo, cuando la esclavitud y
las condiciones de trabajo servil o forzado han desaparecido casi por completo,
sustituidas por el "trabajador libre" y asalariado, los mismos plantadores,
gamonales, hacendados, ganaderos o productores de azúcar, algodón o productos
tropicales de América Latina, cuando no se trata de empresas imperialistas
extranjeras, conservan una conducta de consumo oligárquica y una psicología
rentística no burguesa. Si en nuestros días podemos calificar a esta clase
social en América no como "feudal" sino como "capitalista agraria", sin duda que
no podríamos incurrir en el error de juzgarla como "clase burguesa".
En definitiva, el rasgo diferencial de los diversos núcleos de clases dominantes
en la América de la colonización hispánica no era feudal, sin duda, pero aunque
conservaba toda la psicología de una clase ya en lenta disolución en España, y
muchos de' sus hábitos, normas jurídicas e instituciones, debe ser considerada
como parte de un capitalismo mercantil fundado en la esclavitud y el trabajo
servil, natural agente hispanoamericano del verdadero capitalismo en formación,
el capitalismo europeo.
Si bien es cierto que la creación del capitalismo industrial europeo se nutrió
en gran parte de las riquezas de América Latina, ese crecimiento capitalista del
Viejo Mundo frustró el desarrollo autónomo del capitalismo en el mundo nuevo. La
relación interna de América Latina con Europa en el "sistema mundial" reside en
esa distribución desigual de funciones. De otra manera, no existiría el
antagonismo entre naciones oprimidas y naciones opresoras, la ley del desarrollo
desigual sería una licencia poética y América Latina la metrópoli de la
tecnología.
*Fragmento de “Historia de la Nación Latinoamericana”, de Jorge Abelardo Ramos
Historia
del gorilismo. Desde 1810*
Por Javier Prado
Fragmento 7
Martínez Estrada. El racismo argentino
Pero además de Sábato hubo otro “grande” (gorila), que en 1956 salió a pegar
duro a los peronistas y a dar su apoyo a la dictadura de Aramburu. Ese fue
Ezequiel Martínez Estrada, otro gorila in-telectual que escribió un libro
reaccionario llamado “¿Qué es esto?”, un despliegue de racismo. Del pueblo dijo:
“En la figura de Perón y en lo que el representó y sigue representando, he
creído ver personalizados si no todos, la mayoría de los males difusos y
proteicos que aquejan a mi país desde antes de su nacimiento”646, o sea: el
pueblo. Martínez Estrada agrega con rabia: “Perón se dirigió a un sector
numeroso del pueblo, el de los resentidos, el de los irrespetuosos, el de los
iconoclastas. Sector de individuos sin nobleza, con una opinión peyorativa de
los grandes hombres y de los intelectuales en general y en bloque (…) esa turba
despreciaba al país que ambos harían bien pronto en verdad despreciable; no
reconocía dioses, héroes, sabios ni santos. A ese populacho, desdichadamente
mayoritario y dueño de un poder destructor antes nunca ejercido ni exhibido, se
dirigió Perón. Se ofreció en camisa a que lo manosearan; y al noli me tangere
opuso el “mano a mano” de los villanos; confirmó a la turba resentida que tenía
razón en despreciar a los prelados, los militares y los políticos porque él
encarnaba, en una versión inferiorizada, a otros cuatro representantes de las
glorias nacionales. El populacho no conocía otros-en el caso de que hayan
existido-y Perón les aseguro que estaban en lo cierto. Fue su legislador como
según Sarmiento, Rosas lo había sido “de esta sociedad tártara””647. Desprecia
en este libro a todos los movimientos populares y a través de su ataque a
Yrigoyen (más adelante) y a Perón, aprovecha para insultar a las masas. Dice de
Perón: “Llegó a constituir un ejército de mulatos antropomorfos, analfabetos
juramentados, cuerpo montado que formaba parte de su corte”648. No hay dudas, es
furia racial lo que más movía a Martínez Estrada y a eso se le suma su odio a
las ideas políticas del pueblo. Estas otras cosas escribió: “Perón organizó,
reclutó y reglamentó los elementos retrógrados en nuestra historia, las fuerzas
inertes reincidentes, que he denominado residuos sociales e invariantes
históricos (…) Lisa y llanamente le prometió trabajar el domingo y descansar el
resto de la semana”649. Eso es lo que más le molestaba a Martínez Estrada: el
hecho de que los obreros no fueran explotados salvajemente en jornadas de 16
horas. Le molestaba que los obreros tuvieran derechos y a eso le llamaba
vagancia. Según este in-telectual, el pueblo argentino “podrá ser llevado a
cualquier parte tras un manojo de zanahorias”650. Más adelante, Martínez Estrada
con actitud propia de oligarca, agregaba: “Perón nos reveló, no al pueblo sino a
una zona del pueblo que, efectivamente, nos parecía extraño y extranjero. El 17
de octubre Perón volcó en las calles céntricas de Buenos Aires un sedimento
social que nadie habría reconocido. Parecía una invasión de gentes de otro país,
hablando otro idioma, vistiendo trajes exóticos, (…) y Perón tuvo más que la
bondad y la inteligencia, la habilidad de sacarlo a la superficie y de exhibirlo
sin avergonzarse de él, no en su calidad de pueblo sino en calidad de una fuerza
tremenda y agresiva que hacía peligrar los cimientos mismo de una sociedad
constituida con sólo una parte del elemento humano”651. Según Estrada, ese
pueblo era “el Lumpenproletariat. Era asimismo la Mazorca, pues salió de los
frigoríficos como la otra salió de los saladeros. Eran las mismas huestes de
Rosas, ahora enroladas en la bandera de Perón, que a su vez era sucesor de aquel
tirano (...) Sentimos escalofríos viéndolos desfilar en una verdadera horda
silenciosa, con carteles que amenazaban con tomarse una revancha terrible (...)
No sólo dio a ese infraproletariado de trabajadores pobres un lugar al sol, sino
que en muchos conceptos lo colocó sobre el empleado, el maestro y aun el
profesional. La clase media libre y la burocracia quedaron detrás o debajo de
ellos”652, otra vez la molestia por el ascenso social, por tener que codearse en
el mercado o en el teatro con gente morocha. El escritor manifiesta sus temores
de clase. Después viene el típico desquite racista y hablando de Perón dijo:
“recogió con prolija minuciosidad de hurgador en los tachos de basura, los
residuos de todas las actividades nacionales, en los órdenes espiritual y
material (…) También recolectó las limaduras del radicalismo, del comunismo, del
socialismo y de los demás partidos políticos”653, de manera que ve a Perón como
un basurero y al pueblo como basura. Pero más adelante continúa la
descalificación de las masas con odio, diciendo que el pueblo que votaba por
Perón era “la rebaba de la civilización”(...)“También Mussolini y Hitler
reclutaron los residuos de un pueblo engañado”654. En definitiva le molestaba a
Estrada que hubiera justicia social. Según él hubo, por parte de Perón, “un plan
sistemático de deprimir la cultura y enaltecer la barbarie. Tampoco era
simplemente afición deportiva lo que llevaba al Presidente a presenciar todos
los domingos el más importante partido de fútbol y a inaugurar el juego dando el
primer puntapié a la pelota. Muy pocos vieron que el puntapié se lo daba a una
clase entera que por lo regular no asistía a esos espectáculos, como tampoco a
los de box, a los que era tan aficionado él”655. Este argumento es falso, ya que
durante el gobierno de Perón se construyeron 8.000 escuelas y los pibes iban a
estudiar porque la comida la tenían en la casa.
También le da palos a Yrigoyen diciendo: “habilitó una forma muy del gusto de la
chusma, una paracultura con órganos de pseudoculturación. Perón consumó la
exquisitez de esa barbarie: cambió el orden de colocación de los valores,
enalteció los trabajos pedestres de los que era asistente la alpargata, y al
libro de dio la misión de calzar las patas desparejas de los muebles. Los libros
bajo las patas y las patas sobre las cabezas (…) quien conozca nuestra
literatura además que la de otros países, nuestro periodismo y el extranjero;
nuestras ciencias y artes y las otras, comprenderá con evidencia inequívoca que
quiero significar al decir una cultura bárbara”656. Y arremete otra vez: “Cuanto
más se le demuestre que Perón ha sido una ponzoña que aun beberán los nietos de
nuestros nietos, más se adherirá a él, como represalia contra una exigencia de
vida superior que le impone no sólo el trabajo honrado sino la conducta
correcta. Seguirá amando a quien encubrió la holgazanería con la palabra y la
escenografía del trabajo y al que confundió justicia social con
bandolerismo”657. Del peronismo expresa: “agravó la connatural indolencia nativa
del país”658. Luego sigue con el racismo: “Perón ha encendido en la chusma, que
el llamaba “los descamisados” y que algunos tontos y necios confundieron con el
proletariado, un orgullo de clase dominante. Si el socialismo marxista hubiera
triunfado realmente en cualquier parte del mundo, el estado de ánimo
ensoberbecido del obrero y del campesino habría sido el mismo de las chusmas
peronizadas (...) permitiendo al trabajador libre -no al artesano ni al
especializado porque no hay que confundir estas especies con la del bracero sin
especialización, que piensa que se nace sabiéndolo todo-la fijación ad libitum
de su salario o el pago ocasional de changas, salario que vino a quedar
equiparado al de un profesional o médico a domicilio. Creó un cuerpo
domiciliario de haraganes estafadores. Un changador, un taximetrista, un
mecánico de radios o de básculas que no entiende su oficio, un plomero, un
lustrador de pisos, que hasta ayer fueron repartidores de almacén, cobran su
trabajo a razón de treinta pesos la hora. Y están tan infatuados que nos
humillan con su arrogancia de analfabetos cuando les preguntamos por sus
honorarios.”659. Acerca de las reformas laborales y la legislación obrera de
Perón: “Implantó una legislación de bandidos (...) un código en que bajo el
nombre de Vélez Sársfield se ocultaba Juan Moreira. A las costumbres laxas
agregaba las costumbres relajadas y a esa infamia se le llamó justicialismo”660.
Este era el pensamiento de Estrada: a las ganas de vivir mejor que tienen los
obreros las calificaba de rapiña. Estas eran las ideas de Estrada acerca de lo
que es un obrero: “Tampoco había obreros, ni proletarios, ni campesinos, ni
soldados; había jornaleros, trabajadores desclasados, pobres, desamparados,
reclutas, rateritos sin domicilio”661. Respecto de las mejoras durante el
gobierno de Perón, Estrada denigra al pueblo otra vez diciendo: “Y el pueblo le
lamió las manos, agradecido, como hace el perro famélico o castigado si se le da
alimento o se le acaricia el lomo”662.
A Estrada le parecía que estaba mal que los trabajadores tuvieran dinero, pero
no le pareció mal que lo tuvieran los terratenientes como él. La redistribución
del ingreso que acortó la brecha entre ricos y pobres fue otra de las cosas
irritaron a los sectores de más dinero. Es que de esa forma tenían que ir a
restaurantes, rotiserías, teatros y cines donde también iban albañiles, gasistas
y empleados de comercio, y compartir con ellos el mismo lugar los hacía sentir
mal. Intelectuales como Estrada despreciaban al pueblo con toda su furia de
clase. Respecto del proceso de industrialización dijo: “una ley de aparcería que
es una ley de cuatrerismo, en desnaturalizar los sindicatos agrarios, en
expoliar con mano de asaltante al agricultor, hurtándole más que estafándole en
la compra de sus productos, que por el I.A.P.I. vendía al extranjero en cinco y
seis veces el valor que les pagaba”663. El I.A.P.I. fue el medio para evitar que
Bunge y Born se quedaran con todo el dinero. Noten que para Martínez Estrada
“conciencia de clase” obrera significaba que los obreros debían asumir su
“inferioridad”. Los obreros tenían verdadero sentido de clase, porque peleaban
por su dignidad como personas. Sigue protestando contra la industrialización
diciendo: “el campo quedó desmantelado; y en Córdoba, Santa Fe, y parte de la
provincia de Buenos Aires, los agricultores tuvimos que repoblar los campos con
hacienda, disminuyendo el sembradío, debido entre otras razones (...) a la
escasez y exigencia de la mano de obra (…) En cambio al proletariado, o sea al
obrero, al empleado y al profesional, en pocas palabras a los integrantes de la
clase media, los redujo a servidumbre con aguinaldo y vacaciones. A cada especie
de acémila su adecuado manojo de zanahorias. Al verter en las ciudades a la
población rural y en las fábricas a los peones de campo -en las fábricas y en
los arsenales-, injertó en un cuerpo de por si anémico, como era nuestro
proletariado urbano, un elemento retardatario y estabilizador, como lo es el
campesinado en todas partes del mundo”664. ¡Cuanto odio hacia el pueblo
acumulado en un sólo hombre!… Califica a la política peronista de “socialismo
neo -rosista (…) dictadura de la plebe mulata”665. Pero hay más: “A mi pueblo le
ha gustado siempre la música de charanga más que la orquesta de cámara y el
carnaval de las fiestas patrias más que el silencioso camino del trabajo”666.
Estrada dijo que el peronismo acudió “a las grandes masas resentidas e
insatisfechas para triturar a la clase media”667, la misma diatriba de Sábato.
Acerca de la personalidad de Perón dijo: “Sus ideas, magnificadas por las
investiduras y el arte de encantar serpientes que poseyó en grado superlativo,
son las mismas de un boyero de dieciséis años o de una mucama de treinta y
tres”668...Para Estrada la mejor forma de atacar a Perón era compararlo con un
boyero y una mucama, porque esas eran las cosas que Estrada detestaba. Del
pueblo dijo: “permanece como masa inorgánica y sin disciplina ni ideas. No tiene
arraigado ningún ideal, de ninguna clase. Esa masa es un protoplasma inmenso,
sin forma ni función (...) Hoy el verdadero partido revolucionario es el partido
conservador”669. Pero lo que también molestaba a Martínez Estrada era que el
pueblo participara en política: “La política reemplaza otras vocaciones nobles y
altruistas; por falta de centros y sociedades de interés cultural y social”670.
Para Estrada Buenos Aires “es el foco de las peores epizootias entre ellas el
Yrigoyenismo y el peronismo. Debe considerarse estos males políticos como males
urbanos del suburbio”671. Luego “reparte” sus maldiciones diciendo: “el
comunismo es una religión y no una política ni un sistema económico”672, pero
esto no le impedía después ir a Cuba para “lavar” sus culpas. Ya a esta altura
su rechazo por el pueblo es más que evidente: “El gobierno de la chusma u
oclocracia tiene en América su nido y su residencia indígenas (...) lo
infraplebeyo o el Lumpenproletariat es la fuerza democrática típica de esta
parte de América”673.
Se quejaba de la cultura Peronista porque dice que “invirtió la pirámide de los
valores y de los precios”674. Esto le molestó mucho a Estrada, porque cuando la
cultura y los precios estuvieron al alcance de todos, se acabó la “importancia”
de los intelectuales y las reverencias que son tan comunes cuando llega un
“escritor” o un “doctor”. Hay lugar para un poco más de odio racial (hablando de
Perón): “Hizo un mestizaje de laboratorio con los cromosomas inferiores de la
barbarie campesina y los cromosomas de la barbarie metropolitana”675, y sobre
ese pueblo dijo que era: “podredumbre que había amontonado en los hogares y en
las calles la democracia de establo preconizada por Rosas y revalidada por
Yrigoyen”676.
Hace una defensa de la oligarquía: “Oligarca quiere decir: capitalista, burgués,
intelectual, limpio, ocioso, hijo de alguien. La plebe descamisada condensó en
esa voz todo su rencor y como en los maleficios, a esa imagen verbal simbólica
le clavó sus puñales”677. Estrada dice que ser oligarca es ser “hijo de alguien”
queriendo significar que los pobres y los obreros son hijos de nadie. A ese
nivel llegaba su odio. De Perón dijo “halló una nueva fórmula genética -una
nueva combinación de “códigos”-de la barbarie suramericana y argentina
realizando un cultivo en gran escala de esa fauna montaraz y le dio carta de
ciudadanía y acceso a las altas funciones publicas. Yrigoyen había hecho
diputados a los capataces de chacra y Perón hizo ministros a los limpiadores de
cloacas (…) con el excremento ideológico de Mussolini, le germinó las semillas
de la Mazorca que esperaban brotar y florecer para presentarse en sociedad sin
chiripa ni facón”678. Hombres como este son lo que algunos llaman “nuestros
intelectuales”.
Al hablar de los pobres dice que lo hace “sin concederle los mismos derechos de
ciudadanía, de responsabilidad y de tarea en una reconstrucción nacional. El
peronismo recolectó esos residuos sociales, como también los llamé, e hizo de
ellos su fuerza de izquierda. Con ellos nada tengo yo que ver, porque los
considero mis desdichados hermanos pero fuera de juego, desplazados y cuyo
regreso al seno de la familia que procura el enaltecimiento de la sociedad, la
justicia por derecho y no por el despojo, debe hacerse por los métodos de
rehabilitación o reeducación. Hay métodos científicos para que los inválidos y
los tarados puedan sumarse al esfuerzo común por el mejoramiento de la vida
social”679. De Evita dijo: “Y no podemos decir que ella era el mal y él el bien,
pues los dos eran aspectos alotrópicos de Satanás (…) Era ella una sublimación
de lo torpe, ruin, abyecto, infame, vengativo, ofídico y el pueblo vio que
encarnaba atributos de los dioses infernales. Su resentimiento contra el género
humano, propio de la actriz de terceros papeles, se conformó con descargarse
contra un objeto concreto: la oligarquía o el público de los teatros céntricos.
El pueblo de los descamisados y grasitas había sido antes su público”680.
Finalmente cierra este decálogo del racismo: “el peronismo catequizó a los
ciudadanos todavía inculturados (...) Ya el yrigoyenismo había fijado afiches
con el grabado y la leyenda de “Yrigoyen en el corazón del pueblo””681. Le daba
miedo que “En Córdoba he visto, en casas humildes, altarcitos con el retrato en
colores de Eva Perón, dos velas encendidas y un ramito de colores. Era para
arrodillarse a rezar con la familia. Si Yrigoyen despertó una adoración fanática
de rango religioso, ¿Qué decir del fervor místico-patriótico que encendió Perón
y su monaga?”682. Un desprecio final contra el pueblo hace Estrada cuando dice:
“Perón creó una nobleza o corte pontificia a cuyo rango elevó, no por cierto a
miembros de la clase superior o adinerada, como Napoleón, sino a genuinos
representantes de la chusma. En las fotografías tomadas en las fiestas de gala
oficiales veíamos las jetas de sargentos y cocineras de empanadas con frac y
escote en el palco presidencial y en los primicerios (…) Sólo mediante toda esta
mescolanza de superstición, servilismo al amo ungido, fastos de una restaurada
monarquía de los mapuches y no de los incas, acceso de la plebe al Capitolio,
condicionaron el inmenso poder de Perón”683. Estrada no deja en ningún momento
de marcar su desprecio de tipo racial además del desprecio de clase que ya era
obvio y por eso dice del pueblo que “muy tristes fueron los orígenes de su
estirpe, nacida de la cruza del colono y de la india”684. La tristeza del pueblo
no era por sus orígenes, porque no es una vergüenza ser hijo del indio o del
colono; la tristeza la trajeron los que lo fusilaron, lo encarcelaron, lo
discriminaron y lo proscribieron por ser peronistas (como antes, por ser indio,
federal o yrigoyenista). Esa era otra “pesadilla” que acompañaba a los Estrada y
a los que piensan y pensaron como él. Les aterroriza saber que el peronismo ya
cambió la historia y hagan lo que hagan, el pueblo jamás perderá conciencia de
sus derechos, aunque lo persigan y lo fusilen. “El peronismo ha sido podado, no
arrancado.
Puede reverdecer. Quedan en sus puestos numerosísimos jefes, directores,
administradores de toda laya, inclusive la burocracia (...) El peronismo no está
corporizado, para usar una imagen evangélica, por cerdos en que se han
aposentado los demonios; no tiene cuerpo ni pace en rebaños, no ocupa lugar ni
tiene tiempo; es menos que la coqueluche, el paludismo y la parálisis infantil:
no existe, para decirlo de una vez”685. El racismo es el centro del discurso de
Estrada: “El peronismo llegó a ser una epidemia continental, especie de viruela
que atacó más intensamente a los negros, quiero decir “los residuos
sociales””686.
Para Estrada no hay proceso histórico ni nada parecido sino que el peronismo “Se
trata, incuestionablemente, de un estado de fetichismo aborigen o mestizado, con
vestigios de la necesidad continental de adoración de las razas sometidas, que
en nuestros pueblos y en nuestras elites es todavía poderosísimo”687. Y esto es
increíble, el peronismo, según Estrada: “es un brote vergonzante de la
homosexualidad”688.
Desde el sur la represión recibía el “aliento” del diario Jornada y de su
director, quien escribió editoriales como esta, haciendo una encendida defensa
de la dictadura de Aramburu y Rojas: “Pero no es posible hacer todo de una vez,
ni atropelladamente (...) Por ahora, lo más importante es cimentar la
revolución. Existen muchos peligros y hay gente agazapada que lucha en la sombra
y que aprovechará cualquier circunstancia para asestar un golpe contra la
democracia”689. ¿De cual democracia hablaba Feldman en plena dictadura militar y
con el peronismo perseguido y encarcelado?...Pero sigue: “Hay muchos peligros y
contra todos ellos la democracia debe luchar. La juventud, las fuerzas armadas,
el estudiantado, están alerta para acudir en defensa de la revolución”690.
Otro libro gorila fue el que escribió Manuel Peyrou, que recibió fervorosos
elogios de La Nación. En su libro “Se vuelven contra nosotros”, aprovecha para
derramar su gorilismo: “El pueblo fue feliz en la época de Perón porque el
pueblo lo que quiere es dinero y algún fanatismo para entretenerse (...) El
problema principal es el pueblo. Está siempre en contra de algo (…) Han pasado
cincuenta años y el pueblo no ha aprendido a votar...Perón aprovechó con maligna
inventiva las condiciones existentes y también en la sicología del pueblo, que
carece de ideales y sólo aspira a tener dinero para el bolsillo y a llegar con
plata a fin de mes¿Entonces que solución hay?-No sé...quizá quinientos años de
educación”691.
Y no puede faltar otro “marxista” (si Marx lo viera hoy...), que recientemente
formó parte del equipo de López Murphy en su campaña electoral por el quinto
puesto...
¿quien otro que Juan José Sebreli?, amargo profesional, quien decía: “Cuando se
vive en una cloaca, la rata es la mejor equipada para subsistir. El peronismo
hizo que se volcara en las calles, que buscara un lugar todo ese mundo de
resaca...El peronismo fue su gran oportunidad (...) Pero las historias clínicas
del laboratorio experimental no explican por qué razón Perón y Evita eligieron
ese modo peculiar de sublimación y no otro cualquiera. Tampoco nos explican -al
mostrarnos en Perón y Evita a dos paranoicos, exhibicionistas e histrionescómo
esos dos seres grotescos, dignos de lástima, han podido cambiar el curso de la
historia de su país y definir con su nombre toda una época. ¿Por qué extraña
razón un pueblo eligió para su conducción a un aventurero y una mundana? ¿Será
tal vez que el pueblo entero se había vuelto loco?”692.
649 ¿Qué es esto? p. 23
650 Ibídem, p. 27
651 Ibídem, p. 27
652 Ibídem, p. 28
653 Ibídem, p. 29
649 ¿Qué es esto? p. 23
650 Ibídem, p. 27
651 Ibídem, p. 27
652 Ibídem, p. 28
653 Ibídem, p. 29
659 “¿Qué es esto?”, ob. cit., p. 61
660 Ibídem p. 63
661 Ibídem p. 67
662 Ídem p. 67
663 Ibídem p. 80
664 ¿Qué es esto?, ob. cit., p. 84
665 Ibídem p. 86
666 Ibídem p. 95
667 Ibídem, p. 104
668 Ibídem, p. 150
669 Ibídem, p. 159
670 Ibídem, p. 179
671 Ibídem, p. 185
672 “¿Qués es esto?”, ob. cit., p. 188
673 Ibídem, p. 193
674 Ibídem, p. 221
675 Ídem
676 Ibídem p. 224
677 Ibídem p. 225
678 Ibídem p. 222
679 ¿Qué es esto?, ob. cit., p. 228
680 Ibídem, p. 241
681 Ibídem, p. 248
682 Ibídem, p. 249
683 Ibídem, p. 250
684 Ibídem, p. 257
685 ¿Qué es esto? p. 260
686 Ibídem p. 277
687 Ídem
688 Ídem
689 Jornada 10/01/56 p.1
690 Jornada 10/01/56 p.1
691 En “Libros y alpargatas. Civilizados o bárbaros”, ob. cit., p. 124
692 Jorge Lanata. Argentinos, Siglo XX, desde Yrigoyen hasta la caída de De la
Rúa, t. 2, Ediciones B, 2003, Bs. Aires, p. 89
693 Jornada 16/01/56
694 Jornada 16/01/56 p.1
695 Jornada 16/01/56 p.2
696 Jornada 16/01/56 p.2
Historia
del gorilismo. Desde 1810*
Por Javier Prado
Fragmento 8
Frondizi traiciona el pacto con Perón
En 1958 con el peronismo proscrito es elegido presidente Arturo Frondizi, quien
tardó sólo unos días en traicionar el apoyo que el pueblo peronista le había
dado con su voto (en base al acuerdo con Perón, quien pensaba que Frondizi era
el mal menor). Frondizi obtuvo el 44,79 % de los votos. Pronto empezó un plan
privatizador del que ya hemos tenido muchas muestras. Frondizi fogoneó la teoría
del imperialismo industrializador.
En tanto David Viñas ante la llegada de Frondizi dijo “Al fin un político que
entendía la realidad del país y tenía libros en su casa”750.
Nuevas devaluaciones para ganancia del grupo exportador. La agencia UPI traía la
noticia de que en la Cámara de Diputados se rindió homenaje al golpe de 1955.
¡Increíble! “El homenaje fue propuesto por el señor Gómez Machado, presidente
del sector de la UCRI”751. Ese “legislador” habló del “significado profundo del
pronunciamiento en contra de un régimen opresivo de la libertad”752. No fue un
pronunciamiento, fue un golpe revestido de crímenes y persecuciones. Después
llega la hora de la denigración del pueblo. En actitud gorila, Machado hablaba
también de: “la sangre que se derramó en este país por hombres que sin
comprender ese minuto histórico cayeron en las calles de Buenos Aires”753... No,
esos hombres (peronistas) cayeron porque sabían lo que estaba sucediendo: estaba
en marcha la contrarrevolución y el comienzo de la cacería oligárquico –
imperialista. El legislador de la UCRI, finalizaba diciendo del golpe “la
aceptamos, sin vacilaciones como una jornada de gloria para la República que
pone fin a una tiranía y recobra a la nación para la vida en normalidad dentro
del orden constitucional y de respeto”754 ¿Qué respeto?, ¿cuál orden
constitucional con la mayoría proscripta?
Por su parte el criminal Isaac Rojas declaraba: “Un pueblo en mangas de camisa
no es el ideal de democracia”755. En 1959 Reynaldo Pastor (político conservador
que fue parte de la década infame integrando ese Congreso fraudulento) escribió
un librejo que buscaba, como tantos otros, desprestigiar al fenómeno peronista.
Ese libro se llamó “Frente al totalitarismo peronista”. Ante al fenómeno de la
ocupación plena y buenos salarios de la época peronista este “político”
escribió: “Es que cuando la muchedumbre ha sido corrompida sólo quiere
divertirse y alimentarse gratis, sin realizar ningún esfuerzo, ningún trabajo y
sin tener que pensar en obligaciones a cumplir el día siguiente. Y por eso se
siente satisfecha y contenta, halagada y feliz con el pan dulce y la sidra, con
el juguete y la diversión, que le vienen desde lo alto y considera la
retribución enviada por sus benefactores, en premio a su holganza y a su
obsecuente fanatismo. Después alguien pregunta ¿por que en este país hay tanta
gente que no quiere trabajar?”756. Pastor se emocionaba recordando la década
infame cuando la oligarquía porteña le brindaba buenos dividendos y así dijo:
“El pasado argentino, maravillosa y equilibrada síntesis del progreso
científico, cultural, político, económico e institucional fue negado y
desvirtuado en todos los ámbitos...Para coincidir con el turbión peronista era
necesario pensar que se habría producido una monstruosa mutación de valores y de
dignidad, en la mentalidad nacional y que los argentinos creían que todo lo que
en la República había sido y era clase dirigente, superioridad, ilustración,
saber, talento, cultura, gobierno y poder...súbitamente se había convertido en
un hato encanallecido”757. Y sigue su descarga oligárquica diciendo “En el más
bajo fondo del peronismo, la soberbia, la grosería y el desparpajo se
expandieron como el reguero de aceite sobre la placa de mármol. Una ola de
guaranguería y brutalidad cubrió hasta el más remoto rincón del país, sin
respetar nada y sin que nada la contuviese...El personal de campo, la sirvienta
de la casa, el repartidor de comercio, el taxista, el guardia del tranvía o del
tren, la telefonista, el empleado público del comercio o la industria, en las
grandes y en las pequeñas ciudades, se conducían con altanería e insolencia
inusitadas, su lenguaje era soez y sus gestos torpes, inamistosos y soberbios. A
veces llegaban a vías de hecho, sobre todo cuando se trataba de mujeres ancianas
o de mujeres que iban bien vestidas”758. Es necesario que las nuevas
generaciones sepan el desprecio que los in-telectuales y las clases acomodadas
sintieron por el peronismo (y aun sienten). Ese desprecio se transmitió luego (y
aun sigue siendo transmitido) a diversos grupos intelectualoides.
No es extraño que el discurso racista de tipos como Pastor haya prendido en la
derecha, ya que desde esa esquina es imposible que surja algo con calor popular.
Lo más preocupante es que desde el sector llamado “progre” se halla hecho el
mismo esquema y se digan las mismas pavadas, lo que demuestra que su aparente
“progresismo” no es más que una pose, para calmar su conciencia de “caretas” que
no pueden llegar a ser aristócratas. Y es más doloroso desde ese sector, porque
es del que uno puede llegar a esperar algo, un acompañamiento, o comprensión de
los dramas sociales que la oligarquía conoce y que niega que existan. Nada
podemos esperar de los sectores reaccionarios, pero si el “progresismo” sigue en
esa burbuja de libros sin prácticas, entonces no será más que la izquierda de la
corporación. Pastor descarga luego todo su odio contra el peronismo quejándose
del acceso al turismo social que fomentó Perón. El turismo antes era privilegio
de unos pocos y con el gobierno de Perón también los obreros pudieron ir a Mar
del Plata o cualquier otro punto del país.
Pastor reiteraba sus maldiciones a la clase obrera: “El turismo oficializado
para holgorio de unos cuantos privilegiados, fue un azote descargado sobre el
rostro de los pueblos del interior, que tenían el atractivo maravilloso de una
vegetación acogedora y de una singular belleza panorámica. Hombres y mujeres de
todas las edades, de las más variadas siluetas y tipos, con abundante superávit
de oscura pigmentación, fisgoneadoras e impertinentes, llegaban a los modestos
pueblitos del interior, se instalaban durante días en los ámbitos de mayor
transito, en las márgenes de los arroyuelos cristalinos y rumorosos haciendo
alarde de sus desnudeses y excrecencias adánicas, que, para peor de todos los
males, eran la contrapartida estética y el sentido del pudor con que la belleza
suele abonar a la criatura humana. Así convivían día y noche, en una tremenda
promiscuidad; hacían sus necesidades al aire libre, bailaban y escandalizaban
durante noches enteras, prendían fogones sin cuidar la vida de las plantas y,
por fin, cuando levantaban vuelo, quedaban los emplastos de excrementos, sobras
de comidas, papeles sucios, latas y botellas rotas, y, sobre todo, quedaba
herido el sentimiento de los sobrios y cultos pueblos, tan apegados a las
tradiciones solariegas y tan impregnados de costumbres de natural recato y una
llana concepción moral de la vida”759. A esto se enfrentó el peronismo, y
venció. No podía faltar, por esa época (y en todas) el aporte de José L. Romero.
Acerca de la participación política de las masas, Romero trata de explicar por
qué el socialismo no contaba con el sujeto histórico (el pueblo): “Esta
virginidad política permitió que el nuevo proletariado se atara al peronismo.
Mezcla de totalitarismo nazifascista, de nacionalismo reaccionario y de política
de Estado Mayor, el peronismo encadenó al nuevo proletariado a una torpe
aventura dictatorial desprovista de gloria, carcomida por la venalidad y, en lo
más puro de su concepción, vagamente destinada a acelerar la industrialización
del país para asegurar su hegemonía latinoamericana bajo la dirección del
ejército”760.
Enfoque gorila, ya que las masas no se “ataron” al peronismo, las masas son
quienes dieron forma al peronismo. Romero trataba de hacer creer que millones de
personas se habían tirado al vacío siguiendo los pasos de una secta. El
peronismo fue el resultado de la acción política de las masas. No la causa. El
peronismo, como idea de verdadera libertad y democracia popular, ya existía
antes de Perón...Por eso las masas no son “externas” al peronismo, sino que son
su esencia y su origen. Romero, igual que Germani, creía que las masas estaban
disponibles para cualquier cosa. Entonces llega Perón y según ellos las
“engaña”...Si las masas estaban disponibles ¿por qué no se fueron detrás de ese
“socialismo” o de Aramburu? Del pueblo y su vocación política, dijo Romero:
“instrumentalizó a Perón en nombre de remotos planes en los que honestamente
nadie podía creer y otras veces se sometió a él aceptando la corrupción de una
dictadura vulgar a cambio de la protección del Estado”761.
Romero pensaba que si las masas estaban con Perón era para “someterse” y por
“protección”. Y ¿qué creía Romero que debía hacer el Estado?...o ¿acaso debía
esperarse la “protección privada”?. Son tan increíbles los desvaríos de Romero
que se hace evidente que su “socialismo” fue cartón pintado y en todo caso, el
ala “socialista” de la dictadura.
En 1960 cuando Eisenhower visitó nuestro país, los comunistas, en vez de
repudiarlo, decían: “si Eisenhower llega a la Argentina imbuido del espíritu de
la conversaciones que tuvo en Camp David con Kruschev, entonces los comunistas
le damos la bienvenida”762. Frondizi buscaba protección bajo el ala maternal del
águila yanki. Integraba el elenco de Frondizi el viejo y nunca popular Álvaro
Alsogaray.
Privatización del frigorífico Lisandro de la Torre (y de las Universidades),
desencadenan la lucha peronista. Es Frondizi quien pone en vigencia el
tristemente celebre Plan Con.int.es763. Poco después se comentaba que el Che
Guevara podría reunirse con 189
Frondizi. Aparentemente Frondizi, para “posicionarse” mejor ante Estados Unidos,
iba a ofrecerse como mediador entre los Estados Unidos y Cuba (¿?). Pero este
posible encuentro movilizó a toda la cúpula militar ante el “peligro comunista”.
Presionado por el ejército, el 8 de febrero de 1962 Frondizi rompió relaciones
con Cuba. En las elecciones del 18 de marzo a pesar de todas las prohibiciones y
de no poder usar su propio nombre, triunfaron los candidatos peronistas.
Frondizi anuló las elecciones, el ejército le dio el golpe final y se fue. Por
una serie de artimañas jurídicas y políticas, el poder quedó en manos de José
María Guido. Era algo formal. En el ministerio de economía se instala Álvaro
Alsogaray quien deja su famosa frase “hay que pasar el invierno”. El ex ministro
de defensa de Frondizi, Rodolfo Martínez pasa a ocupar el cargo de Ministro del
Interior y le ofrecen un puestito de subsecretario a Mariano Grondona.
Mariano Grondona y el comunicado Nº 150
“En el 62, cuando estaba en el gobierno de Guido, me di cuenta de que teníamos
que reincorporar al peronismo, llegar a un entendimiento” (…) “Dejé de ser
antiperonista para ser un no-peronista. Yo nunca había hablado con uno de ellos,
y tenía una imagen terrible de lo que eran. Un día lo invité a dialogar a
Antonio Cafiero, a mi casa. Y cuando se fue le dije a mi mujer: ¿Viste que estos
tipos no son tan monstruosos? Hasta parecen tipos normales”764. Así recordaba
Grondona su pasado (¿pasado?) gorila.
El ejército se dividía en: azules (antiperonistas “legalistas”) y colorados (más
gorilas que los azules). Los azules le temían al comunismo y pretendían transar
un “peronismo sin Perón”. Los colorados querían terminar con los peronistas y
también con los comunistas. Ministro de economía fue Pinedo, quien dispuso una
devaluación sorpresiva de la que sólo estaban enterados sus “amigos” (cualquier
parecido con De la Rúa, ¿es pura coincidencia?) y el país perdió el 20 % del
valor de su moneda. Se produjo el enfrentamiento entre azules y colorados.
Grondona simpatizaba con los azules y por eso colaboró con el ministro Rodolfo
Martínez (y con el profesor José Miguens) en la Sección de Acción Psicológica, a
cargo del Cnel. José M. Díaz. En medio de la disputa le piden a Grondona que
elabore una proclama con el “programa” de intenciones que tenía el grupo azul
para usurpar el gobierno y ejercerlo. Entre una cosa y la otra los militares
emiten 149 comunicados que mantienen “informada” a la población. El nuevo día
trae el famoso comunicado Nº 150, que no era otra cosa que la proclama escrita
por Grondona. El comunicado decía esto: “Propiciamos la realización de
elecciones mediante un régimen proporcional que asegure a todos los sectores la
participación en la vida nacional; que impida que alguno de ellos obtenga, por
medio de métodos electorales que no responden a la realidad del país el
monopolio artificial de la vida política; y que exija a todos los partidos
organización y principios democráticos y que asegure la imposibilidad del
retorno a épocas ya superadas; que no ponga al margen de la solución política a
sectores auténticamente argentinos que, equivocada y tendenciosamente dirigidos
en alguna oportunidad, pueden ser hoy honestamente incorporados a la vida
institucional”765. En otras palabras, la idea seguía siendo limitar el círculo
electoral de manera tal que el peronismo (o sea la mayoría del pueblo) no
pudiera ganar nunca y, de paso, cederle el control de toda la vida política e
institucional a la secta de la que Mariano Grondona era parte: el ejército
oligárquico. Y sigue: “Creemos que las Fuerzas Armadas no deben gobernar. Deben,
por lo contrario, estar sometidas al poder civil. Ello no quiere decir que no
deben gravitar en la vida institucional. Su papel es, a la vez, silencioso y
fundamental: ellas garantizan el pacto institucional que nos legaron nuestros
antecesores y tienen el sagrado deber de prevenir y contener cualquier empresa
totalitaria que surja en el país, sea desde el Gobierno o desde la oposición”
766. De manera que las fuerzas armadas iban a tener el poder, pero desde de las
sombras, y un gobierno títere iba a cumplir con las obligaciones “legales”, ese
era el sueño de Grondona.
754 Jornada 17/09/58
755 Noticias Graficas 06/11/58 en Que al salir salga cortando. Segunda parte de
las polémicas de Arturo Jauretche. Por Norberto Galasso. Los Nacionales
Editores, B. Aires, 1982, p. 29 +
756 Ibídem, p. 162
757 Ibídem, p. 163
758 Que al salir salga cortando, ob. cit., p. 164
759 Ibídem, pgs. 165 y 166
760 José Luis Romero. La experiencia argentina, p. 482
761 Ídem
762 Imperialismo y pensamiento colonial, ob. cit., p. 221
763 Conmoción Interior del Estado. Este Plan era apoyado por Estados Unidos. En
sí, se trataba de la vieja represión de siempre.
764 Revista Noticias, noviembre de 2002, citada en www.eldescamisado.org
765 Fermín Chávez, Juan C. Cantoni, Enrique Manson, Jorge Sule. Historia
argentina. Homenaje a José María Rosa, tomo XVII, Oriente, Buenos Aires, 1993,
p. 228
766 Historia argentina. Homenaje a José María Rosa, tomo XVII, ob. cit., p. 228
767 Pregón, 20/3/64, en Libros y alpargatas. Civilizados o bárbaros, ob. cit.,
p. 129
* Autor del texto: Javier Prado Responsable de su digitalización: Javier Prado
Responsable de su publicación original en Internet: Cuaderno de la Izquierda
Nacional (http://www.elortiba.org/in.html)
Las
expropiaciones mexicanas del petróleo
Por León Trotsky
Un desafío al Partido Laborista británico
23 de abril de 1938
Al director del Daily Herald
Londres
Estimado señor:
En el vocabulario de todas las naciones civilizadas existe la palabra “cinismo”.
La defensa que hace el gobierno británico de los intereses de una camarilla de
explotadores capitalistas debería introducirse en las enciclopedias como un
ejemplo clásico de cinismo descarado. Por lo tanto, no estoy equivocado al decir
que la opinión pública mundial espera oír al Partido Laborista británico
respecto al escandaloso papel de la diplomacia inglesa sobre la cuestión de
expropiación de la Eagle, sociedad anónima petrolera, por el gobierno mexicano.
El aspecto jurídico de la cuestión es claro hasta para un niño. Con el objetivo
de explotar la riqueza natural de México, los capitalistas británicos se
colocaron bajo la protección y al mismo tiempo bajo el control de las leyes y
las autoridades mexicanas. Nadie obligó a los señores capitalistas a hacer esto,
ni por medio de la fuerza militar ni con notas diplomáticas. Actuaron voluntaria
y conscientemente. Ahora el señor Chamberlain [2] y Lord Halifax desean forzar a
la humanidad a creer que los capitalistas británicos se han comprometido a
reconocer las leyes mexicanas solo dentro de aquellos límites que ellos
consideran necesarios. Además, ocurre incidentalmente que la interpretación
totalmente “imparcial” de las leyes mexicanas de Chamberlain -Halifax coinciden
exactamente con la interpretación de los capitalistas interesados.
Sin embargo, el gobierno británico no puede negar que sólo el gobierno mexicano
y la Corte Suprema del país están capacitados para interpretar las leyes de
México. A Lord Halifax, quien tiene una calurosa simpatía por las leyes y cortes
de Hitler, las leyes y cortes mexicanas le parecerán injustas. ¿Pero quién le
dio al gobierno británico el derecho de controlar la política interna y los
procedimientos legales de un estado independiente? Esta pregunta contiene ya
parte de la respuesta: el gobierno británico, acostumbrado a mandar a cientos de
millones de esclavos y semiesclavos coloniales, está tratando de aplicar esos
mismos métodos a México. Habiendo encontrado una resistencia valerosa, instruye
a sus abogados para que rápidamente inventen argumentos en los cuales la lógica
jurídica es reemplazada por el cinismo imperialista.
El aspecto económico y social del problema es tan claro como su aspecto
jurídico. En mi opinión, el Comité Ejecutivo de su partido actuaría
correctamente, si crease una comisión especial que estudie la medida en que el
capital británico y en general el capital extranjero, han aportado a México y
han extraído de él. Tal comisión podría, en un corto período, presentarle al
público británico, ¡el balance sorprendente de la explotación imperialista!
Una pequeña camarilla de magnates extranjeros succiona, en todo el sentido de la
palabra, la savia vital tanto de México como de otra serie de países atrasados o
débiles. Los discursos solemnes acerca de la contribución del capital extranjero
a la “civilización”, su ayuda al desarrollo de la economía nacional, y demás,
representan el más claro fariseísmo. La cuestión, en realidad, concierne al
saqueo de la riqueza natural del país. La naturaleza requirió muchos millones de
años para depositar en el subsuelo mexicano oro, plata y petróleo. Los
imperialistas extranjeros desean saquear estas riquezas en el menor tiempo
posible, haciendo uso de mano de obra barata y de la protección de su diplomacia
y su flota.
Visiten cualquier centro de la industria minera: cientos de millones de dólares,
extraídos por el capital extranjero de la tierra, no le han dado nada, nada en
absoluto a la cultura del país; ni autopistas, ni edificios, ni un buen
desarrollo de las ciudades. Aún las instalaciones de las mismas compañías a
menudo parecen barracas. Ciertamente, ¿por qué hay que gastar el petróleo
mexicano, el oro mexicano, la plata mexicana en las necesidades de un México
lejano y extraño cuando, con los beneficios obtenidos, es posible construir
palacios, museos, teatros en Londres o en Mónaco? ¡Así son los civilizadores! En
lugar de las riquezas históricas, dejan agujeros en la tierra mexicana y
enfermedades en sus trabajadores.
Las notas del gobierno británico se refieren a la “ley internacional”. Aún la
ironía deja caer las manos impotentes ante este argumento. ¿Sobre qué clase de
ley internacional estamos hablando? Evidentemente acerca de la ley que triunfó
en Etiopía y que el gobierno británico se prepara ahora a sancionar.
Evidentemente de la misma ley que los aeroplanos y tanques de Mussolini y Hitler
están anunciando en España desde hace dos años, con el invariable apoyo del
gobierno británico.
Este último sostuvo interminables conversaciones acerca de la evacuación de
España de los “voluntarios” extranjeros. La opinión pública, ingenua por largo
tiempo, pensó que esto significaba el retiro de los bandidos fascistas
extranjeros. Realmente el gobierno británico sólo le pidió a Mussolini una cosa:
que retirara sus tropas de España únicamente después de garantizar el triunfo de
Franco. En este caso, como en todos los demás, el problema consistía no en
defender la “ley internacional” o la “democracia”, sino en salvaguardar los
intereses de los capitalistas británicos en la industria minera de España de
posibles amenazas por parte de Italia.
En México, el gobierno británico realiza básicamente la misma política que en
España, pasivamente con relación a España, activamente con relación a México.
Ahora estamos presenciando los primeros pasos de esta actividad. ¿Cuál será su
posterior desarrollo? Todavía nadie lo puede predecir. Chamberlain mismo aún no
lo sabe. Una cosa podemos afirmar con seguridad: el posterior desarrollo de los
atentados del imperialismo británico contra la independencia de México
dependerá, en gran parte, de la conducta de la clase obrera británica. Aquí es
imposible evadir el asunto recurriendo a fórmulas indefinidas. Es necesaria una
decisión firme para paralizar la mano criminal de la violencia imperialista. Por
lo tanto, termino como empecé: ¡la opinión pública mundial espera la voz firme
del Partido laborista británico!.
1. León Trotsky
Fuente: http://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/latin/13.htm
La
leyenda negra y la leyenda rosa *
Por Jorge Abelardo Ramos
La violencia de la conquista y colonización españolas en América originó dos
tesis antagónicas: aquélla que condena esa conquista en nombre de los principios
humanitarios y la que elogia su misión evangelizadora. En cuanto a la primera,
fundada sobre todo en la denuncia del Padre Las Casas y su famoso debate con
Juan Ginés de Sepúlveda, fue utilizada por los competidores políticos y
comerciales de España para desacreditarla, en particular por Inglaterra y
Holanda. Parecería redundante explicar las piadosas razones británicas para
asumir la defensa de los indios americanos.
De las 66 factorías de esclavos establecidas en las costas de África en esa
época, 40 eran propiedad de los ingleses, cuya experimentada venalidad y feroz
dominio en las colonias sólo admiten un paralelo con el demostrado por los
holandeses. Ni Las Casas ni los indios necesitaban ese tipo de defensores.
El juicio objetivo que merecen los métodos de colonización española en América
debe incluirse en todo el proceso sangriento de expansión del capitalismo
moderno en el mundo colonial, cuyo centro fue justamente Inglaterra. Sólo así es
posible considerar el problema. La leyenda rosa pretende, por el contrario,
envolver la colonización en una niebla místico-imperial. Sus sostenedores son
los mismos apologistas de la funesta dinastía de los Habsburgo, cuando no los
refinados admiradores de la legislación de Indias, cuya realidad no pasó nunca
del papel apergaminado de la época. Esta versión curialesca de la colonización
abstrae todo el proceso social de España, su estructura económica, las causas de
su decadencia interna y la particularidad de la penetración y arraigo en
América. Así, un autor justifica la expoliación y defiende a los conquistadores
contra el rey, "frente a la legislación defensora del indio, poco menos que
despojados de riquezas que habían conquistado con su esfuerzo, con su sangre y
sin apoyo alguno de la Corona".
8. Aristóteles auxilia a los encomenderos.
Un gran debate se desenvuelve desde el descubrimiento de América hasta la
Ilustración. Este debate sirve de prólogo, por decir así, al sistema de valores
que Europa y Estados Unidos opondrán luego desde su altura imperial al pueblo de
América Latina. Es revelador recordarlo. Al día siguiente del descubrimiento, el
Padre Bartolomé de Las Casas asombra a Europa con su denuncia elocuente de la
conquista española. Ya sabemos el empleo que de su protesta harán los
habilidosos británicos, seguidos de cerca por holandeses y franceses. La
acusación de Las Casas ponía en tela de juicio, en la metrópoli, la naturaleza y
los fines de la conquista. Esta tormenta doctrinaria divide a los mejores
espíritus españoles y esconde, en
realidad, el mismo antagonismo que enfrentará históricamente a las dos Españas.
No resulta ocioso anotar que no apareció en Inglaterra un Padre Las Casas
inglés, ni en Holanda un Padre Las Casas holandés. En su Brevísima relación de
la destrucción de las Indias, y luego en su Historia General de las Indias, el
Padre Las Casas ofreció una versión, exagerada por su pasión y frecuentemente
plagada de inexactitudes dictadas por los peores recursos polémicos, de la
crueldad española en la Conquista. La destrucción crítica de su Brevísima es
sencilla y los hispanófilos ya la han realizado. Pero la esencia de su acusación
es indesmentible. Importa reiterar aquí que los rivales europeos de España,
famosos genocidas y vampiros de pueblos enteros, como los ingleses y holandeses,
se lanzaron sobre la obra de Las Casas como moscas sobre la miel. En las prensas
de Alemania, Holanda y Gran Bretaña, se difundieron enseguida las traducciones.
Al parecer, España en sus conquistas empleaba métodos sangrientos. Sus rivales,
en cambio, eran filántropos rebosantes de piedad. La refinada perversidad
inglesa en Irlanda, la India o los mercados de esclavos, para no hablar de los
esquilmadores holandeses en las Indias Orientales, vuelve inútil hoy toda
disgresión sobre el tema. En cuanto a la "intolerancia católica" de los
españoles y la "tolerancia protestante" de sus rivales, es justo señalar que
toda Europa pasaba por un período de caza de brujas, inmolaciones, persecuciones
religiosas y hogueras que envuelven en sus llamas siniestras a unos y a otros.
Un apologista de la España imperial ofrece interesantes testimonios de la
persecución religiosa anticatólica en la democrática Inglaterra, para no
mencionar el suplicio de Miguel Servet en manos de los pulcros calvinistas de
Suiza.
El propio clero se divide ante el problema. Juan Ginés de Sepúlveda, teórico de
los encomenderos, sale al encuentro de la denuncia de Las Casas. Sepúlveda eleva
a las alturas del pensamiento aristotélico el dilema de si los españoles en
América debían o no considerar a los indios como seres humanos. Con su recta
mano puesta sobre los textos del Estagirita, reformula la teoría aristotélica de
la "esclavitud natural". El griego había sostenido la existencia de esclavos por
naturaleza: "Todos aquéllos que difieren de los demás tanto como el cuerpo del
alma o el animal del hombre (y tienen esta disposición todos aquéllos cuyo
rendimiento es el uso del cuerpo, y esto es lo mejor que pueden aportar) son
esclavos por naturaleza".
A pesar de ser casi una herejía, Las Casas se atrevió a cuestionar la inmaculada
autoridad de Aristóteles que "no era sino un pagano que se estaba asando en el
infierno".
El Padre Oviedo, historiador de las Indias y adversario de Las Casas, argüía
despreciativamente que los españoles debían cuidarse en sus escaramuzas con los
indios, pues éstos tenían una cabeza tan dura que podían mellárseles las
espadas. Sepúlveda sentenciaba: "Los que sobresalen por su prudencia y por su
ingenio, pero no por sus fuerzas corporales, éstos son señores por naturaleza;
al contrario, los tardos y torpes de entendimiento, pero corporalmente robustos
para llevar a cabo las tareas necesarias, éstos son siervos por naturaleza".33
¡Peligrosa distinción, si se considera el hato de soldados cerriles y hercúleos
delincuentes que derramó España por sus puertos atlánticos hacia el continente
de los astrónomos mayas y de los ingenieros incaicos! Sea como fuere, la
polémica discurrió sobre un mar de equívocos. Las Casas, para rebatir a
Sepúlveda y sus tesis aristotélicas, contribuyó a crear en Europa la idea del
indio débil, apocado y digno de protección, lo que por una vía humanitaria
conducía a la generalizada convicción de su inferioridad.
Sepúlveda, el famoso defensor de los encomenderos y de la esclavitud indígena
fundaba en Aristóteles, no sólo tenía preocupaciones filosóficas, como podría
suponerse. Según su biógrafo, Sepúlveda era "un hombre entregado con alma y vida
a los negocios". De acuerdo a las constancias que obran en el Archivo de
Protocolos de Córdoba, los esclavistas tenían el mejor abogado posible: "no hizo
otra cosa en su vida que comprar, vender, arrendar y acumular sobre sí
beneficios eclesiásticos".34
La marcha de la colonización y la integración parcial de los indios al sistema
económico-social creado por los españoles, si debilita el ardor inicial de la
polémica, no la concluye. La supuesta inferioridad de América y del indio
americano habrá de rebrotar en el siglo XVIII. Pero el debate ya no se entablará
entre teólogos e invocando la autoridad de los antiguos, sino entre los
filósofos de la Ilustración bajo el solemne amparo de las Ciencias Naturales.
9. La época de la calumnia científica.
De siglo en siglo, en realidad, la cuestión tiende a formularse de diversas
maneras. De un modo u otro, los argumentos se modifican y modernizan, pero no
cambian su íntima esencia. La España que recién abandona el Medioevo, la
Francia, Alemania o Inglaterra de la Ilustración, la Europa burguesa del siglo
XIX y los Estados Unidos del siglo XX, manejarán la idea de la inferioridad de
América Latina con análogo designio político al que perseguían los caballeros
del viejo Sur cuando juzgaban inferiores a los negros de Virginia. Esclavo de
plantación, jornalero del tabaco e guarda de tren, ese negro del Norte
constituye para sus explotadores, la viva prueba de la idea aristotélica.
La tradición del "buen salvaje" americano permanecía para Europa fijada en aquel
Sur desdeñado por Hegel y que carecía de historia. Buffon abrirá el fuego contra
los naturales de América: "El salvaje es dócil y pequeño por los órganos de la
generación; no tiene pelo ni barba, y ningún ardor para con su hembra, quitadle
el hambre y la sed, y habréis destruido al mismo tiempo el principio activo de
todos sus movimientos; se quedará estúpidamente descansando en sus piernas o
echado durante días enteros".35
Por lo demás, todo en América es monstruoso. Los grandes animales feroces son de
pequeña talla; en cambio, los reptiles son enormes, los insectos descomunales,
lo mismo que gigantescas las ranas y los sapos. Los pantanos y la humedad cubren
todo el continente; así, esa tierra lúgubre no puede sino engendrar "hombres
fríos y anímales endebles".
América es un inundo de aguas putrescentes, donde las especies europeas
degeneran y se corrompen. Dice Gerbi que "con Buffon se afirma el
europeocentrismo en la nueva ciencia de la naturaleza viva. Y no es ciertamente
mera casualidad que esto haya ocurrido en los momentos mismos en que la idea de
Europa se estaba haciendo más plena, más concreta y orgullosa".36
10. El continente de los leones calvos.
Pero, detrás de Buffon, avanza el abate De Paw, un ambiguo alsaciano de lengua
acida y de soberbia ingenua. Va mucho más allá que Buffon. Afirma sin cautela
que en el clima americano muchos animales pierden la cola, que los perros ya no
saben ladrar, que la carne de vaca es incomible y, sobre todo, que el camello se
vuelve impotente. Este ejemplo lo transporta de júbilo analógico, pues le
impulsa a añadir que lo mismo ocurre con los peruanos, que son impúberes,
"muestra de su degeneración, como ocurre con los eunucos".
El tema de los Incas lo muestra igualmente certero. Rechaza las aserciones del
Inca Garcilaso sobre el papel desempeñado por los "amautas". Dice que en Cuzco
había una casucha "donde ciertos ignorantes titulados, que no sabían leer ni
escribir, enseñaban filosofía a otros ignorantes que no sabían hablar". Este
abate divagador era célebre en Europa, es preciso decirlo, y sus obras aún se
comentan.
Voltaire, por su parte, es tributario de la teoría climática de Hume: ("Hay
alguna razón para pensar que todas las naciones que viven más allá de los
círculos polares o entre los trópicos son inferiores al resto de la especie"),
cuando afirma que "los pueblos alejados de los trópicos han sido siempre
invencibles, y que los pueblos más cercanos a los trópicos han estado sometidos
a monarcas",37
También para Voltaire, con su volubilidad característica, en América hay pocos
habitantes, en virtud de los pantanos que hacen malsano el aire y porque sus
naturales son perezosos y estúpidos. No le asombraría, dice, enterarse que en
América hay más monos que hombres. Su indignación es patética cuando informa al
mundo que en América no se ha encontrado sino un solo pueblo dotado de barba.
Su ciencia aún sorprende: en México, los puercos tenían el ombligo en el
espinazo. Aunque cuenta con corderos grandes y robustos, los leones de América
en cambio son enclenques, cobardes y calvos. De este modo, Voltaire presenta una
América fantástica, pero cuyo mínimo común múltiplo será la regla de oro de la
ignorante fatuidad europea en los dos siglos próximos. Al escéptico Voltaire,
sucede el piadoso abate Raynal: "La ruina de este mundo está grabada todavía en
la frente de sus habitantes. Es una especie de hombres degradada y degenerada en
su constitución física, en su estatura, en su género de vida, en su ingenio poco
avanzado para todas las artes de la civilización".38
La lista es interminable: Bacon, De Maistre, Montesquieu, Hume, Bodin, también
se "negaron a reconocer como semejantes a los hombres degradados que poblaron el
Nuevo Mundo".
Para resumir este debate con una frase concluyente, que sólo podía provenir de
un abate como el abate Galiani, he aquí lo que en sustancia se discutía, según
Galiani se lo hace saber a su amante, Madame D'Epinay: "Mi opinión es que
prosigamos nuestros estragos en las Indias mientras esto nos resulte bien, a
reserva de retirarnos cuando nos peguen".
Los teólogos católicos del siglo XVI o los naturalistas escépticos del siglo
XVIII, todos ellos veían en el hijo de América un útil objeto de dominio. Esa
gran tradición intelectual de los países opresores ha dejado en ellos hondas
huellas. Aunque esas huellas no pueden registrarse en la estadística, poseen una
persistente fuerza y actúan como un estereotipo psicológico que ha sobrevivido
siglos en la conciencia de los dominadores europeos. En definitiva, la cuestión
se resolverá como decía el abate Galiani. Todos los conquistadores de la
historia desaparecieron cuando los pueblos sometidos resolvieron terminar con su
prehistoria.
*Fragmento de “Historia de la Nación Latinoamericana”, de Jorge Abelardo Ramos.
¿Qué
es la Izquierda Nacional? Presentación en América Criolla de su edición 2010 (1)
Por Alberto J. Franzoia
Cuando a uno lo invitan a participar de un panel en el que todos los compañeros
expondrán sobre el mismo tema, como ocurre esta noche, lo primero que surge es
la duda: ¿qué puedo decir que no se superponga con los posibles discursos de los
compañeros del panel? En circunstancias similares suelo recurrir a una enseñanza
de ese gran sociólogo estadounidense que fue C.W. Mills. En la “Imaginación
sociológica” él decía que uno de los mayores aportes que puede realizar la
sociología a la comprensión de nuestra sociedad pasa por vincular siempre
biografía e historia. Y esto es así porque nunca las biografías de los sujetos
podrán ser comprendidas si se las divorcia de la historia en la que se han
desarrollado; y, a su vez, nunca la historia de una sociedad podrá ser entendida
si no se consideran las biografías que la nutren.
Por lo tanto esta noche intentaré narrarles cuál fue mi vínculo personalísimo
con el libro que presentamos en su nueva edición 2010. Corría el año 1983
cuando, al regreso de mis forzadas vacaciones en España, decido retomar la
actividad militante. Era un año de extraordinaria efervescencia política, ya que
después de diez años nuestro pueblo podría elegir democráticamente a su nuevo
presidente. La última vez lo había hecho en septiembre de 1973, cuando Perón
triunfo por más del 60% de lo votos. Luego ya se sabe, el terrorismo de Estado
nos impidió elegir a nuestros representantes, aunque eso no fue lo único y
tampoco fue lo peor.
Claro que retomar la actividad política en mi Patria significaba buscar el
espacio adecuado en el que se expresaran las dos banderas que defendí desde la
adolescencia: el nacionalismo democrático-popular y el socialismo. Esa
extraordinaria síntesis desde luego no era una creación mía sino que la había
mamado en enormes pensadores y políticos argentinos. Dos fueron los que más
influyeron en mí formación de aquellos años: Juan José Hernández Arregui y Jorge
Abelardo Ramos. En mi adolescencia creí como Arregui que el socialismo nacional
sólo se podría realizar desde adentro del peronismo, de allí aquello de “porque
soy marxista soy peronista”. Ahora, al regreso de España y de una gran
frustración política tras la muerte de Perón y el debacle del gobierno
peronista, en la cuestión planteada me sentía más cerca de Ramos: para construir
un socialismo latinoamericano “es necesario cabalgar junto al peronismo pero en
distintos caballos”. Se lo había escuchado decir en un acto político en La Plata
durante 1973.
Por esos años Ramos conducía uno de los partidos que fundó a lo largo de su
vida, el FIP (Frente de Izquierda Popular), pero yo no lograba encontrar ningún
local en La Plata. Un día viajando a Buenos Aires en micro veo a la altura de
Constitución una enorme pintada del FIP con su dirección porteña. Más que feliz
por el hallazgo realicé los trámites que habían originado mi viaje y luego me
fui apresurado al encuentro de dicho local.
Recuerdo que estaba en Once, muy cerca de una vieja Terminal de micros.
Justamente de allí partían los que se dirigían de regreso a La Plata. Era una
tarde de marzo y el calor de un verano cerca de fenecer aún se hacía sentir. En
el local a esa hora no había casi nadie. Sólo dos compañeros se encontraban
charlando en una de las salas. Yo no los conocía, pero luego supe que resultaban
muy identificables en las filas de la Izquierda Nacional. Uno era el hijo mayor
de Ramos, llamado Víctor, y el otro un periodista que poco después adquirió
bastante notoriedad por algunas investigaciones realizadas, sobre todo una sobre
la secta Moon, Alfredo Silleta. Para mi satisfacción me informaron que en La
Plata se estaba por abrir un local partidario, y una semana después estaba yo en
el asado inaugural.
Esa misma noche, entre chorizos, vacíos y vino, conocí al Secretario General del
FIP de La Plata que era Néstor Fredes. Fue entonces, a fines de marzo de 1983,
cuando comenzó mi militancia en esa Izquierda Nacional que cabalgaba junto al
peronismo pero en distintos caballos. A los pocos meses Néstor consideró que por
mis lecturas en el campo de la sociología, historia y política lo más adecuado
era que desempeñara una tarea de formación política con los muchos jóvenes que
se acercaban al partido. Desde ya acepté y gocé la propuesta.
Sin embargo en la preparación del lanzamiento de dicha experiencia me encontré
con una primera dificultad: ¿qué texto era el apropiado para introducir con
sencillez a los compañeros en un socialismo claramente imbricado en nuestra
historia nacional y popular? Una suerte de ACB de la Izquierda Nacional. Y el
Negro Fredes, con toda su experiencia militante, me dijo algo así: mirá Flaco,
el libro que te va a sacar de ese apuro es Introducción al socialismo de
Madariaga.
Y así fue. Yo no conocía dicho texto, pero en cuanto comencé a leerlo comprobé
que era el texto ideal para introducir a los nuevos militantes en un abordaje
sintético y a la vez muy claro acerca de cuestiones esenciales para el campo
nacional-popular en general, y para la Izquierda Nacional en particular. Lo
primero que descubrí en sus palabras iniciales o “Advertencia”, es que yo tenía
entre mis manos una reedición de 1974 con el título ya mencionado, pero en
realidad el trabajo había sido gestado en 1968 y se tituló originalmente ¿Qué es
la Izquierda Nacional?
El texto aborda cuestiones tan diversas y a la vez vinculadas como qué cosa es
el capitalismo, cómo se insertó nuestra tierra en dicho sistema internacional,
cuáles son las clases sociales más significativas en argentina, cuáles los
movimientos nacionales del siglo XX, qué es el socialismo, que expresa una
izquierda nacional y cuáles son sus banderas. Debo aclarar que la edición que yo
estaba leyendo, y que aún conservo en mi biblioteca, incluye además un conjunto
de documentos que no estaban en la primera edición. Documentos sobre el
Cordobazo, la formación del FIP, las elecciones de 1973 y los casi 900.000 votos
obtenidos por el FIP en septiembre de 1973 cuando apoyó la fórmula Perón-Perón
desde la izquierda.
Cuando los compañeros me informaron que ahora, en 2010, se volvería a publicar
la primera edición del libro (1968) con su título original, más una introducción
de Norberto Galasso en la que se refiere al autor y la génesis de su obra, y un
epílogo de Néstor Gorojovsky sobre la vigencia del texto, sentí una inmensa
felicidad porque considero que era una necesidad de nuestro tiempo. Desde luego
hay conceptos que merecen una actualización a pesar de que conservan en lo
esencial plena vigencia. Pero una cosa es actualizar y otra muy distinta vaciar
de contenidos y hasta desaparecer conceptos fundamentales para el bloque
nacional-popular. Durante la posmodernidad, que alcanzó su apogeo en nuestra
Patria con los dos gobiernos menemistas y se continuó hasta la explosión del
modelo neoliberal en 2001, fue común asistir al vaciamiento y aún a la
desaparición de conceptos centrales en la lucha teórica contra el bloque
oligárquico-imperialista. Tomaré como ejemplo sólo uno de los conceptos para no
extenderme demasiado: el concepto oligarquía
Dicho concepto es uno de los que debe ser actualizado porque si bien el
comportamiento de clase de ese grupo sigue siendo el mismo (capitalista pero no
burgués, especulativo y antinacional, siempre vinculado al imperialismo), además
de la oligarquía comercial y terrateniente han surgido nuevas fracciones
(industrial y financiera) que actúan en nuevos escenarios y complementan el
accionar de las fracciones iniciales. Pero reitero que una cosa es actualizar y
otra muy distinta vaciar de contenidos y hasta desaparecer conceptos. En
Argentina el concepto oligarquía primero fue vaciado de contenido. Recuerdo que
en 1989, antes de las elecciones que consagraron a Carlos Menem, participé en un
panel en la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata. El
mismo estaba integrado por radicales y diversos representantes de la izquierda
clásica, es decir de la que históricamente ha combatido a los movimientos
populares de América Latina. Del campo nacional y popular sólo había dos
representantes, un compañero peronista y quien habla, en nombre de la Izquierda
Nacional, aunque yo ya no estaba en el FIP sino en el Partido de la Izquierda
Nacional con Spilimbergo. De pronto, en el debate, un estudiante preguntó que
entendíamos por oligarquía. Respondió en primer lugar el compañero del
peronismo, y sin sonrojarse dijo que la oligarquía es “un estado de ánimo”. Yo
casi me caigo de la silla, y pensé: ¡caramba, entonces mi vecino, que no tiene
donde caerse muerto pero sueña con ser un potentado, es el enemigo! Allí
comprendí que algo andaba mal. Después Menem ganó las elecciones, con nuestro
apoyo incluido, y al poco tiempo de iniciar su mandato comprobamos que las cosas
venían definitivamente muy mal.
Sin embargo el problema no concluyó allí. Poco tiempo más tarde el concepto
comenzó a ser presentado como un concepto demodé que debía retirarse de la
circulación, porque la oligarquía, nos decían tanto reaccionarios de la derecha
liberal como “progresistas” socialdemócratas, ya no existe. Claro que lo grave
no era que esto lo expresaran los intelectuales orgánicos del bloque
oligárquico-imperialista, sino que no pocos intelectuales del campo
nacional-popular hubieran comprado semejante teoría, que apesta.
Seguramente por eso asistimos en medio del conflicto por la Resolución 125, en
2008, a una enorme debilidad teórica, incluso por parte de integrantes del
gobierno que defendemos, como ocurrió con el ahora hipercrítico Alberto
Fernández. En esas circunstancias era frecuente escuchar el concepto “campo” en
boca de no pocos militantes de nuestro bloque (Fernández entre otros) para
identificar al adversario del gobierno. Pero ese concepto da cuenta en el mejor
de los casos de una realidad geográfica y demográfica donde se practica un tipo
de actividad económica. Lo que no dice el concepto campo es qué clases lo
conforman, cuáles son sus conflictos, y lo fundamental: cuál de todas esas
clases es realmente dominante en lo económico y hegemónica en lo ideológico. Es
decir, el concepto campo no da cuenta acerca de la existencia de un enemigo
histórico llamado oligarquía agraria. Grueso favor que algunos le hacen a dicho
enemigo entregándole en bandeja clases y sectores sociales que pueden ser
nuestro aliados si son identificados correctamente y se lleva una política
acorde con dicha identificación.
En definitiva, este breve ejemplo lo traigo a colación sólo para señalar de la
manera más clara posible la importancia que adquiere, no sólo para la Izquierda
Nacional, sino para el conjunto del campo nacional y popular, la reedición de
este tipo de trabajos teóricos. Porque es una muy buena manera de reforzar
nuestra conceptualización de la realidad para dar la batalla cultural en la que
estamos empeñados, tan necesaria para profundizar el actual proceso político que
vive nuestra Patria. Sabemos que América Latina será transformada sólo mediante
una práctica revolucionaria que modifique sustancialmente las estructuras en las
que anida la dependencia y el subdesarrollo histórico (proceso que ya se ha
iniciado), pero también sabemos que esa práctica necesita de una teoría
realmente alternativa, una teoría revolucionaria que la guíe. ¿Qué es la
Izquierda Nacional? es un texto que tiene el mérito de devolvernos repletos de
contenido y bien visibles, conceptos que en algunos casos deben ser
actualizados, pero que en lo esencial conservan una enorme vigencia para nutrir
dicha teoría.
La Plata, octubre de 2010
(1) Esta es una síntesis de una de las conferencias desarrolladas en la
presentación del libro ¿Qué es la Izquierda Nacional? el 2 de octubre de 2010 en
el Centro Cultural América Criolla de La Plata. Luego disertaron sobre el tema
los compañeros Néstor Gorojovsky y Norberto Galasso, mientras que el moderador
del debate fue Raúl Isman
Los
intelectuales y la liberación de la Patria Grande
Por Alberto J. Franzoia
Intelectual es todo trabajador que se ha especializado en la producción,
desarrollo y o difusión de ideas. No hay hombre que no desarrolle actividad
intelectual pero no todos los hombres cumplen la función de trabajador
intelectual. Según Gramsci:
“Cuando se distingue entre intelectuales y no-intelectuales se refiere uno en
realidad y exclusivamente a la función social inmediata de la categoría
profesional de los intelectuales, o sea, se piensa en la dirección en que
gravita el peso mayor de la actividad profesional específica; en la elaboración
intelectual o en el esfuerzo nervioso-muscular
Así como la clase dominante, tanto en los países imperialistas como en los
dependientes, produce sus propios intelectuales o los importa de otras clases y
grupos sociales (sobre todo de las capas medias), para que cumplan con la
función de garantizar la producción y reproducción de las condiciones
superestructurales (políticas, jurídicas e ideológicas) que aseguren su dominio
económico y social, la clase dominada y sus aliados naturales (otras clases y
grupos que sufren las trágicas consecuencias del sistema) deben producir e
importar los suyos para que el cambio sea posible. Los intelectuales han
adquirido una especialización que resulta indispensable para llevar adelante la
construcción de un consenso alternativo al existente, ya que sin este consenso
no es posible gestar una sociedad en la que democráticamente los múltiples
sectores que componen el campo popular alcancen su realización plena. Subestimar
o despreciar la tarea de los intelectuales (enfrentándolos con los trabajadores
manuales), constituye un error político no menor al de los que le asignan el
status de elegidos. Los dos extremos de la opción resultan perjudiciales para la
liberación, de allí que resulte esencial encontrar un equilibrio.
La producción de ideas y conocimientos necesarios para desarrollar la conciencia
posible de los sectores populares (proceso que siempre se ve obstaculizado por
la acción de las clases dominantes y sus intelectuales) y para que dicha
conciencia alcance la hegemonía (o conducción cultural de la sociedad), es una
tarea nada menor, mucho más compleja por cierto que buscar líderes, los que si
bien pueden iniciar un proceso revolucionario (y por lo tanto digno de nuestro
apoyo como fue el caso de Perón en Argentina)), no lograrán garantizar la
continuidad y profundización del mismo a no ser que se propicie una
participación creciente de los sectores populares.
En los países dependientes de gran parte de nuestra América Latina la liberación
nacional constituye el primer paso hacia la liberación social. Pero no son
etapas autónomas, primero una y luego la otra, por el contrario forman parte de
una unidad dialéctica. La liberación nacional favorece grados crecientes de
liberación social, pero ésta a su vez es la única que puede profundizar y
consolidar a la misma liberación nacional. Por supuesto todo tiene un comienzo,
no negamos la importancia de iniciar la transformación a través de la
constitución de un gran frente nacional antiimperialista, pero la misma sólo se
podrá completar (y la historia nos proporciona ejemplos muy ilustrativos al
respecto) si simultáneamente se desencadena un proceso que favorezca la
creciente autonomía de los sectores populares. Esto implica la necesaria
construcción de un partido de los trabajadores independiente para conducir el
frente y trascender, en un momento histórico dado, los límites que impone la
tradicional conducción burguesa de los procesos de liberación nacional.
El papel de los intelectuales que adoptan como posición de clase la
identificación con los intereses objetivos de la clase obrera, sin olvidar a sus
naturales aliados (campesinos y asalariados rurales, trabajadores desocupados,
capas medias empobrecidas y pequeña burguesía en vías de extinción), resulta
esencial porque por sus funciones específicas favorecen un mayor desarrollo de
la conciencia. Sólo desde un materialismo mecanicista se puede concebir que la
situación económico-social habrá de generar por sí misma las condiciones para el
cambio. Estas condiciones si bien son necesarias no resultan suficientes, ya que
entre las condiciones objetivas y la conciencia popular de ellas se interponen
las ideas que representan los intereses de la alianza entre la burguesía de los
países dominantes y la oligarquía de los países dependientes. Esa es la razón
por las que las sociedades tienden a reproducir las ideas dominantes, que son
las de las clases dominantes.
En el capitalismo globalizado del siglo XXI se han vuelto muy complejos los
mecanismos y medios que la clase dominante utiliza para universalizar sus
intereses (presentados como intereses de toda la sociedad). Gran parte de la
nueva tecnología incorporada en el campo de las comunicaciones cumple la función
de perfeccionar la dominación a través de las ideas, completando la tarea
habitualmente desempeñada por las instituciones de la educación formal (como
escuela y universidad). Las distintas disciplinas sociales (sociología,
economía, psicología, politología, historia, y otras) han sido incorporadas con
sus aportes técnicos específicos para responder a esta visión de mundo, cuyos
intereses mezquinos pueden acabar con la humanidad. Los grandes oligopolios que
dominan el mundo en el plano económico-financiero, en la producción de armas de
destrucción masiva, en la explotación de los recursos naturales o en el campo de
las comunicaciones más sofisticadas, tienen como interés estratégico la
maximización del beneficio, para lo cual es imprescindible mantener sometidas a
las mayorías.
Un sector de los intelectuales está integrado en este proceso devastador del
capitalismo mundial y logran con sus aportes técnicos que lo obvio resulte
invisible para muchos. La técnica más difundida pasa por asignarle un carácter
natural (“es la naturaleza de las cosas”) a procesos basados en la explotación,
marginación y alienación de los sectores dominados. Pero aún así, cuando la
situación se torna insoportable para los sectores populares, pueden manifestarse
reacciones que van desde el simple malestar a la rebelión por parte de los más
perjudicados. Sin embargo, ninguna política con perspectiva de futuro puede
construirse sólo con estos componentes primarios. De allí que las alianzas de
los sectores populares, y sobretodo en los países dominados (por ser las
principales víctimas del capitalismo internacional), deben construirse y
desarrollarse con la presencia de intelectuales que desempeñen su función
específica. La conciencia de los intereses estratégicos y la producción de un
consenso alternativo no brota espontáneamente, requiere de un trabajo
especializado, sobretodo en el capitalismo global, en el que los mecanismos de
ocultamiento y deformación de la realidad son cada vez más sutiles. Es por esto
que en países como Venezuela, Bolivia o Argentina asistimos a un fuerte impulso
de la batalla de ideas desde los mismos gobiernos que se han instalado en los
últimos años. Desarrollar una visión de mundo propia de las clases y sectores
sociales históricamente oprimidos es tarea de esta primera etapa del siglo XXI.
Un grave error al que se exponen los intelectuales del campo popular es
subestimar la capacidad de sus adversarios, apelando a la descalificación como
arma fundamental de lucha, o dando por ganadas batallas que recién han empezado.
Los intelectuales del campo nacional-popular deben estar siempre alerta, no caer
en el triunfalismo y cuidarse mucho del oportunismo que es moneda corriente en
el campo de las ideas. Deben además de informarse en el plano teórico,
perfeccionarse en el uso de métodos y técnicas para estudiar y responder con
idoneidad a los problemas específicos que exigen urgente resolución en los
distintos campos de la realidad. Los espacios en los que se desarrolla la
batalla de ideas son múltiples, la política es tan sólo uno de ellos; pero la
producción de un consenso alternativo, que garantice la participación
democrática de todos los sectores involucrados en el mismo, sólo puede ser el
resultado de una práctica amplia:
? con actitud crítica en los distintos niveles de la educación y formación
técnico-científica ya constituidos (como universidades e instituciones dedicadas
a la investigación);
? creando otros lugares de formación paralelos (como centros culturales, foros
de debate, partidos políticos);
? dando debate en los medios de comunicación existentes cada vez que la
oportunidad lo permita (atentos a utilizar el medio y no que el medio nos
utilice a nosotros como ocurre con no pocos “progresistas”);
? generando nuevos medios de comunicación alternativos (en Internet, cable, a
partir de la ley de medios en Argentina, etc.);
? insertándose en los nuevos espacios en los que se construye lo popular, como
el barrio (lugar de encuentro entre trabajadores ocupados y desocupados);
? participando en la resolución de diversas problemáticas actuales (femenina,
sexual, étnica, etc.) con una visión seria, atendiendo a las necesidades del
otro, pero sin descuidar nunca la integración de la demanda particular en un
proyecto colectivo.
Todo esto desde una perspectiva no sectaria dentro del campo nacional y popular,
pero simultáneamente clara, responsable y ética a la hora de forjar alianzas,
que obviamente no pueden ser el producto de una mirada nostálgica hacia el
pasado, porque el pasado no se repite y si lo hace sólo puede presentarse como
una pobre caricatura. Hay organizaciones e instituciones que han sido arrolladas
por la historia, inclusive en algunos casos puntuales son responsables directos
del drama que vive nuestra América Latina. Cómo obviar por ejemplo en Argentina
el papel cumplido por un sector de la dirigencia sindical (los gordos) en la
década menemista. Un discurso que excluya este dato sustancial no es explicativo
de la realidad, ni representa una opción confiable para los desocupados y
trabajadores precarios (como los terciarizados) que generó esa complicidad con
el proyecto de las clases dominantes; mas bien constituyen caso de claro
oportunismo político Los protagonistas reales de la historia están en las
calles, en los barrios, en las fábricas, en los sectores sindicales no
corrompidos ni cómplices de la destrucción nacional vivida no hace mucho, en los
espacios de la cultura popular, y junto a sectores políticos consecuentes con un
proyecto de liberación. Sólo allí podrán forjarse las condiciones para
profundizar el proceso de cambio iniciado en varias provincias de la Patria
Grande, y sólo allí los intelectuales del campo popular lograrán cumplir su
función coparticipando como agentes del cambio real, asumiéndose como educadores
que deben ser permanentemente educados por ese sujeto que integran: el pueblo de
la Nación Latinoamericana.
La Plata, Octubre de 2010
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