Dirección general: Lic. Alberto J. Franzoia




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Nacionalismo oligárquico y nacionalismo revolucionario

Por Jorge Enea Spilimbergo

Fragmento 6

¿DIOS O SATANAS?

Cicerón: ¿César está con el culpable de la conjura o está contra el culpable?

César: Estoy contra el culpable de la conjura... ¡Es el Estado mismo!

(Salustio, "Conjuración de Catilina")

Pero la pura fuerza, ya lo dijo Santo Tomás, no basta para garantir la permanencia de un régimen de explotación. Si la demagogia puede operar como válvula de escape, trae en cambio el peligro de dar alas al movimiento popular, produciendo resultados contrarios a los que se buscaban. Entre la estudiada blandura y el puño policial, la ideología juega el papel intermedio de paralizar a las masas convenciéndolas de que su explotación se denomina justicia. En esta tarea la jerarquía eclesiástica ocupa el primer lugar, ya nadie extrañe que el nacionalismo católico se esfuerce por imponernos la teocracia demagógico castrense, y empeñe áspera lucha por el control de los resortes educativos. No es para ellos una batalla espiritual la que se libre, sino política.
Así lo confiesan cuando afirman, por ejemplo: las instituciones eclesiásticas son el más duro obstáculo que se opone al triunfo de "las fuerzas propagandistas del desorden y la desintegración social". Bien mirada, la frase es un disparate, pues el desorden no está en los "agitadores" sino en las cosas, es decir, en la crisis de un orden. ¿ Quién sino el capitalismo en descomposición, engendra la violencia, la guerra, el caos y la anarquía? La actividad revolucionaria pone remedio a la decadencia de un sistema dando a la sociedad nuevas instituciones económico-políticas que reconcilien al hombre con sus semejantes y consigo mismo.
Pero no es a la letra de las declaraciones a lo que hay que atender, sino a su espíritu. Si los nacionalistas ansían perpetuar la propiedad burguesa y oligárquica; si ellos conciben la "política obrera" como un modo de castrar al movimiento de las masas imponiéndole la resignación de los esclavos, es lógico que pacten con la Iglesia, vale decir, con la institución que predica el origen divino de la propiedad, la intangible división en clases, la naturaleza sagrada de la explotación económica. La frase arriba transcripta dejaría de ser un disparate si se convirtiese en esta otra: "La Iglesia, con su propaganda ideológica, con su explotación de la ignorancia y del error colectivo, es un baluarte de la propiedad privada, un arma de primer orden contra la revolución social".
Claro que para cumplir tan oscuro papel hay que echar por la borda los últimos restos de seriedad, crítica y de consecuencia teórica. León Xlll, ya lo hemos visto, el Papa que con "Rerum Novarum" acuñó la doctrina social-cristiana, antes de que Pío XI le diera su novísima forma corporativo-fascista, extrae de las jerarquías celestes imitación para las de este valle de lágrimas, olvidando que aquellas jerarquías son, por el contrario, la proyección idealizada de las castas feudales un tiempo defendidas por la Iglesia, gran feudataria ella misma. Pío XII encuentra en la propiedad privada una institución milenaria, verdadera esencia del mundo occidental. Pasa por alto que ese mundo desconoció hasta hace pocos siglos la propiedad privada, y basó todo su sistema económico en la existencia de trabajadores manuales incapaces de poseer y poseerse (los esclavos), o sometidos a una capitis diminutio incompatible con la "dignidad humana" que el Sumo Pontífice venera. Más importante todavía es que semejante estratificación jurídica de los grupos humanos --opuesta, no sólo al socialismo sino al régimen burgués de producción- fue santificado por la Iglesia, como hoy lo es ese régimen, cuando ya ha agotado sus posibilidades de progreso histórico.
¿ Qué misterio vincula cierto tipo de organización económica con la permanencia de los valores espirituales? Rechacemos en buena hora el carácter "materialista" del marxismo. ¿Qué impide sin embargo, la adopción de un socialismo católico, por ejemplo? La ley de Dios, el derecho natural, contesta la Iglesia. Oculta, entonces, que ella ha sido la principal violadora de esa ley, de este derecho. ¿ Tan pronto han olvidado las primitivas comunidades judeo-cristianas? ¿Las predicaciones de San Juan Crisóstomo? ¿El régimen comunitario de los monasterios, modelo de organización económica medieval? ¿Las misiones jesuíticas?
Este fariseísmo religioso de las clases dominantes no es patrimonio del siglo veinte ni lo inventó el papado romano. Ya en el primer siglo de nuestra era, afirmaba Polibio de las instituciones romanas: "En mi juicio la superstición, que en cualquier otro pueblo es repudiable, aquí es la que sostiene al Imperio Romano. Ella tiene tal autoridad e influencia en los asuntos, tanto particulares como del Estado, que toda ponderación es corta. Esto, sin duda, causará admiración a muchos, pero a mi modo de ver está introducido por causa del pueblo. Si fuera posible que un Estado se compusiera de sabios, tal vez no sería necesario semejante instituto; pero como el pueblo es un animal inconsciente, lleno de pasiones desarregladas y en quien domina la ira, la inconsideración, la ligereza y la violencia, es preciso refrenarlo con el temor de las cosas que no ve, y con semejantes ficciones que le horroricen. He aquí por qué a lo que yo alcanzo, no sin motivo ni al aire introdujeron en el pueblo los antiguos estas ideas y opiniones acerca de los dioses y de las penas del infierno, y sería locura e inconsideración que nuestra época las desechase”.
A lo que, siglos más tarde, replicaría San Agustín con argumentos que "mutatis mutandi" cuadran a la falange del nacionalismo clerical:
" Así también, los conductores del Estado, hombres no justos, ciertamente, sino más bien diabólicos, en nombre de la religión, persuadían al pueblo de que debían aceptar como verdades lo que ellos sabían que eran mentiras, encadenándolos así más firmemente a esa forma de sociedad para poder subyugarlos y someterlos... (A Seneca) la filosofía lo había hecho libre; pero siendo un distinguido Senador del pueblo romano, debía reverenciar lo que negaba, debía fingir lo que condenaba y adorar lo que despreciaba".
Queda probado, con la autoridad de un Padre de la Iglesia, el carácter diabólico, ateo e idolátrico del nacionalismo católico y otras corrientes similares que buscan la sumisión de las masas inculcándoles: supersticiosa reverencia hacia los sagrados instrumentos de su esclavitud.
Yerraría, sin embargo, quien explicara la religión como un invento de las clases dominantes introducido en el pueblo. En realidad aquellas clases, en determinada etapa de su desarrollo histórico, subordinan el espíritu religioso a sus fines. "Las representaciones religiosas -explica Freud-... han nacido de la necesidad de defenderse contra la abrumadora prepotencia de la naturaleza, necesidad a la que más tarde se añadió un segundo motivo, el impulso a corregir las penosas imperfecciones de la civilización". ¿En qué sentido, sin embargo, se opera esta corrección? El cristianismo contemporáneo a Jesús, llamaba a la violencia revolucionaria contra el despotismo y prometía la resurrección más o menos inmediata a quienes cayeran en la lucha, el descenso a la tierra del reino de los cielos. El cristianismo eclesiástico, en cambio, ordena al esclavo someterse, a cambio de recompensas ultraterrenas. Busca consolar al oprimido, para impedirle que luche contra las condiciones de su opresión.

¿QUE SE OCULTA TRAS EL ANTICOMUNISMO?

La prueba de fuego de una política es su proyección a la arena mundial. Allí se aguzan sus perfiles, el sentido a veces oculto que la anima. El valor de la "democracia" británica puede engañar a los paseantes de Hyde Park; pero se torna cristalino en; las agitadas aguas de Suez. Del mismo modo, la sinceridad nacionalista de Amadeo y su tendencia, conviene medirla no por su apego a determinadas fórmulas "vernáculas", sino a la luz de sus actitudes concretas frente a América Latina, el imperialismo opresor, las revoluciones coloniales.
Hasta 1945 el nacionalismo oligárquico no presentaba dificultades al respecto. Era partidario de, Hitler, de Mussolini, de Franco. Pero ese año se produjo el derrumbe: las esperanzas "igual que golondrinas volaron a otro nido”. Aquel nacionalismo que odiaba a Londres y a Washington con la misma fuerza que amaba al nazismo y al fascismo, pronto enterró a sus muertos y se proclamó parte integrante del mundo occidental. Del sector más virulento convergió al más sólido de la reacción imperialista.
Quien dice Estados Unidos dice América Latina, clave de su poder mundial. Razones geográficas impiden a los yanquis descargar todo el peso de su influencia en Asia y en Europa. Tropiezan allí con otros imperialismos no por decadentes menos tenaces. La presencia soviética los obliga a respetar ciertas formas de equilibrio, como la India. Distinto caso es el de América Latina. El aislacionismo, que fue entre ambas guerras la actitud preferente de las altas finanzas yanquis, no terminaba por supuesto en Río Bravo sino en Tierra del Fuego. Era un aislacionismo a lo Monroe.
Pero si existen causas geohistóricas que alejan a América Latina de otras zonas de influencia, colocándola bajo el virtual protectorado estadounidense, no hay que olvidar que cada vez menos la política mundial se define por el juego de la diplomacia o la contienda entre camarillas gobernantes de las grandes potencias. Cuanto más el imperialismo necesita manipular a los hombres como materia colonial, más éstos se tornan rebeldes a la explotación y asumen la voluntad de sus destinos. El destino del Continente Es el destino de sus masas populares.
Estados Unidos ensaya aquí las formas clásicas de penetración económica, cultural y política: desde la propaganda hasta los máuseres; desde los agentes nativos hasta los dólares. Pero hay una debilidad latinoamericana que es, correlativamente, la fuerza principal de nuestros opresores. La antigua fábula del león y los toros se renueva en la tragedia de nuestra balcanización. Las palabras de Trotsky resumen el problema: "Estados Unidos basó su grandeza nacional en la unidad de sus Estados. Este mismo país impide hoy que los Estados de Latinoamérica se unifiquen. Los civilizadores cierran el paso a los que se civilizan".
Puesto que la superexplotación produce antagonismos imposibles de resolver sin liquidar sus causas, es decir, la expansión imperialista y el régimen social interno de los Estados Unidos, la diplomacia de Wall Street se ve obligada a contemporizar con los movimientos nacionales que se producen en América Latina, a condición de que éstos renuncien de antemano a todo plan continental, auto limitándose en veinte casilleros ficticios, en veinte impotencias paralelas sin razón histórica. EI antiimperialismo de campanario, el "nacionalismo" argentino, chileno, colombiano, son aceptables como mal menor para los amos de las finanzas yanquis, que confían en estrangularlos con los mil métodos de la presión económica fría, la provocación política y el sabotaje interno.. Ningún antiimperialismo es consecuente en América Latina si no aborda el problema continental en su conjunto, si en las condiciones modernas que lo tornan materialmente posible e históricamente necesario, no retoma la línea bolivariana de la nación-continente (22), de la unidad federativa de las veinte repúblicas, cuyo fundamento es: comunidad lingüístico-cultural; similitud de problemas internos; el mismo opresor; complementación económica; fuentes históricas comunes.
Nada más dialéctico que el nacimiento de una conciencia nacional. Si como decía Hegel, la conciencia del ser es la conciencia de la muerte, la conciencia de nuestra comunidad latinoamericana nace de su negación: frente a España absolutista, en la gesta de la independencia; frente al imperialismo extranjero, en los tiempos modernos.
Por eso Estados Unidos, para reforzar la balcanización con argumentos psicológicos, se esfuerza en sustituir el antagonismo real entre las dos Américas por antagonismos ficticios que retardan el desarrollo de nuestra conciencia nacional. Uno de ellos fue, hasta 1.945, el antifascismo, según esto, el Norte y el Sur debían hacer frente común, olvidando sus "rencillas", para aplastar la amenaza engendrada en el centro de Europa. De nuevo la fábula, esta vez la del león y el cordero. Gozosos la aceptaron los de la vieja izquierda: desde los Frentes Populares, socialistas y comunistas vienen pactando con la burguesía "democrática" contra la burguesía "fascista", con el explotador directo de América Latina contra el explotador hipotético. Aún ciertos jefes del nacionalismo democrático entraron en este juego, como ocurrió con Haya de la Torre cuyo "ínter americanismo democrático sin imperio" le costó cinco años de reclusión diplomática y una melancólica ancianidad.
Pero el fascismo no da para mucho en las actuales condiciones históricas; su prolongación posible: democracia contra dictadura, sólo germina en infantes seniles y viejos aniñados como nuestros "liberales" burgueses. Es obvio que Estados Unidos se apoya preferentemente en dictaduras policiales como las de Batista, Pérez Jiménez, Trujillo. Cada vez más lejanos están aquellos tiempos de las oligarquías; "ilustradas", que podían guardar ciertas formas mientras entregaban "sus" países al vasallaje extranjero.
Pero no importa: allí donde el fascismo fracasa o se revela insuficiente, cumple a maravillas su papel la nueva cruzada del anticomunismo.
La Unión Soviética no nos amenaza.
Estados unidos e Inglaterra siguen siendo nuestros opresores fundamentales.
Como ayer el "antifascismo", el anticomunismo de hoy suplanta un mal concreto por un peligro hipotético; un antagonismo real, que al enfrentarlo define nuestro destino, por otro ficticio tras el que volvemos a enajenarnos, a mistificar nuestro ser, a replegarnos en la nada.
La solidaridad de un revolucionario con todo aquel que es víctima de una explotación, de una injusticia, de una violencia, es deber fundamental que no puede discutirse sin falsear todo el sentido de la lucha. Los "revolucionarios" que denuncian a Francia en África del Norte pero defienden la masacre de las tropas soviéticas contra el heroico, admirable y martirizado proletariado de Hungría, son los mismos que en el 45 militaban en la Unión Democrática, y diez años más tarde saludaban la "libertad".
Pero no bastan las declaraciones solidarias para juzgar una política. Hay que responder concretamente a estas dos preguntas: ¿entre el imperialismo yanqui y la burocracia soviética, cuál es el opresor fundamental de América Latina? ¿La relación entre ambos regímenes, en qué sentido tiende a modificarse, cómo evoluciona cada uno?
A lo primero se responde -si hay buena fe-con una palabra: Estados Unidos. A lo segundo, con el examen de la naturaleza social del imperialismo, por un lado, de la Unión Soviética, por el otro. Concretamente: ¿Puede el estamento social dominante en la U.R.S.S., la burocracia del Estado, convertirse en dueña del mundo, extender sobre los cinco continentes la explotación político-económica que hoy Soportan las masas soviéticas?
Busquemos la respuesta en los hechos: Yugoslavia, Hungría, Polonia, y en otro sentido China, ponen de manifiesto que la burocracia soviética no es capaz de establecer un firme bloque de países sometidos. El poder mundial de la burguesía era sólido en la medida en que esta clase representó, hasta cierta etapa de su evolución, que se cierra definitivamente con la primera guerra imperialista, un formidable factor de progreso histórico. La burguesía industrializó el mundo, Creó la gran industria, echó las bases técnicas para liberar al hombre del imperio de la naturaleza.
La burocracia soviética responde a causas históricas por entero diferentes: nace de una revolución, pero negándola. El derrocamiento del zarismo, la expropiación de terratenientes y capitalistas como resultado de la rebelión obrero-campesina de Octubre de 1917, creó en Rusia formas sociales superiores a las del capitalismo. Pero esas formas (economía de Estado; monopolio del comercio exterior; democracia revolucionaria de las masas a través de los Consejos de Obreros y Campesinos) entraron en contradicción con el atraso económico y cultural de Rusia, con el predominio aplastante de los elementos no proletarios de origen campesinos y pequeñoburgués, con la penuria técnica y la pobreza heredadas, al quedar aislada Rusia y sometida a implacable cerco capitalista, después que en el resto de Europa las revoluciones fueron derrotadas, Esta contradicción entre socialismo y barbarie cuajó en la burocracia, vale decir, en un testamento dominante que sin romper las nuevas formas creadas por la revolución de Octubre, realiza dentro de ellas la expropiación política del proletariado; impone un retorno, si no a las instituciones, por lo menos al espíritu de la vieja sociedad de clases, restaura en provecho propio la desigualdad, el súper-trabajo, la violencia policial. Pero esta función de la burocracia, que la inhabilito para erigirse en conductora de una revolución mundial contra el capitalismo, con el cual pactó, condenando a las masas a reiterados desastres que apretaron el cerco antisoviético, esta función, decimos" no expresa una necesidad general del desarrollo histórico, sino determinadas circunstancias que no pueden abstraerse de sus condicionantes reales': el aislamiento de una revolución proletaria en un país atrasado, rodeada por el cerco del imperialismo mundial. Pese a cuantos creen que el antagonismo decisivo de la época se denomina Washington-Moscú (y en esto coinciden "comunistas" y anticomunistas) la burocracia soviética es un subproducto histórico del régimen imperialista.
La burocracia, decía Trotsky, vacila entre dos abismos:
El triunfo revolucionario en los países avanzados, o por lo menos, la extensión de la revolución victoriosa a otras áreas del planeta, destruye sus condiciones de existencia, torna imposible su dominación, Por eso ha traicionado al movimiento revolucionario, entregándolo siempre a alguna fracción de la burguesía. Tito y Mao Tse Tung, para tomar el poder, tuvieron que elegir entre la obediencia a Moscú y el camino que les trazaban las masas.
La restauración capitalista en la Unión Soviética, por otra parte, destruiría las bases del privilegio burocrático, al liquidar la propiedad de Estados que, vaciada de contenido popular, es la fuente de su poder.
Pero no es posible eludir el conflicto histórico fundamental entre las burguesías y las masas, entre el imperialismo y las revoluciones coloniales, entre el régimen capitalista de explotación y el socialismo. Este conflicto se resuelve, o en un improbable triunfo Imperialista, es decir, en la crónica declinación hacia el caos; o en el triunfo de las masas. Ambas, perspectivas entrañan el fin del poder burocrático.
Este poder, al terminar la guerra, efectuó un intento de supervivencia condenado de antemano al fracaso: extender el régimen en frío, absorber estructuralmente --sin revolución popular-- los países del Oriente europeo a las condiciones vigentes en la U.R.S.S. Chocó con dos impedimentos decisivos: el conflicto nacional creado y la superioridad de los niveles culturales y técnicos. El régimen interno de la Unión Soviética no es exportable y aún más: sea por la vía revolucionaria (China, Yugoslavia) o por la ocupación militar (cortina de hierro) toda extensión del área no capitalista debilita automáticamente el foco burocrático, aproxima la hora de la segunda revolución del proletariado ruso.
De esto es el imperialismo el último en beneficiarse: las masas no salen a la lucha para devolver sus fábricas a los burgueses, para canjear una, opresión por otra, sino para restituir al socialismo su verdadera faz, como instrumento de liberación económica, cultural y política.
Los métodos terroristas y bárbaros de la burocracia soviética, no expresan por cierto su estabilidad, sino el difícil equilibrio sobre el cual se sustenta. La descarnada violencia de que se sirve para suprimir sus contradicciones internas y su falta de viabilidad histórica, engendra la insurrección política de las masas. Pero esa insurrección no es un paso atrás hacia el capitalismo, sino un paso adelante, hacia el socialismo. Si el aplastamiento del proletariado alemán en 1924, la derrota inglesa en 1926, el exterminio de la revolución china en 1928, el ascenso de Hitler, la tragedia de España, etc. fortalecieron simultáneamente al fascismo europeo, al imperialismo yanqui y a la burocracia estalinista de la U.R.S.S., las victorias en China. Yugoslavia, Indochina, Polonia y aún la transitoria derrota padecida en Hungría- son otros tantos jalones de la revolución mundial. Nada esperen de ellas los apóstoles del pasado ni los fraudulentos emisarios de un mentido comunismo.
Por consiguiente, la pretensión imperialista de presentar al régimen soviético como una consecuencia más o menos inevitable de la práctica socialista; y como un imperialismo orgánico, es decir, como un poder capaz de extenderse y consolidarse más allá de sus fronteras nacionales, es una maniobra de diversión destinada a disimular “al enemigo”, como dice Amadeo que dice Karl Schmidt.
Ni en la actual coyuntura, ni conforme a las leyes de desarrollo del imperialismo yanqui por un lado y de la sociedad soviética por el otro, es la burocracia de Moscú "el enemigo" de América Latina. Los que se basan en el dilema "comunismo"- anticomunismo; los que adhieren a Estados Unidos considerándolo el "mal menor", crean fantasmas para disimular la entrega. Lucharemos contra el "comunismo", es decir contra su caricatura policial encarnada en la burocracia soviética, acelerando nuestra lucha contra el imperialismo. Todo triunfo de las masas, en cualquier parte del mundo, debilita objetivamente, no sólo al imperialismo Si no también a aquella burocracia; acerca la hora de la revolución política del proletariado ruso, que convertirá su actual cárcel en país de auténtico socialismo.


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Nacionalismo oligárquico y nacionalismo revolucionario *

Por Jorge Enea Spilimbergo

Fragmento 7 (final)

LATINOAMERICA VERSUS HISPANOAMERICA

Hasta el fin de la guerra el "hispanoamericanismo" de los nacionalistas católicos fue la fórmula con que se pretendió unir a veinte oligarquías de encomenderos blancos educados en la tradición del absolutismo español, al "nuevo orden ", que impondrían al mundo las armas del Eje.
El plan iba dirigido, no solamente contra uno de los grupos imperialistas, el de los bandidos "democráticos", sino contra las propias masas latinoamericanas, que sólo explotación y violencia podían esperar de los autoritarios adalides del fascismo.
No obstante, fue Estados Unidos quien se alzó con las riendas del capitalismo mundial. El anticomunismo reemplazó a la lucha antifascista, como coyunda entre opresores y oprimidos para una nueva cruzada contra molinos de viento.
Si varió la sustancia no variaron los fines; ni por supuesto, la forma, que continuó siendo el panamericanismo. La originalidad del nacionalismo católico, en esta nueva etapa caracterizada por su alianza con el enemigo de ayer, consiste en que adhiere al ideal panamericano combatiéndolo verbalmente.
Nada de mistificación liberal sobre hermandad entre las dos Américas. Económica, cultural y Políticamente, en espíritu, lengua y tradiciones, son entidades distintas y hasta antagónicas. Debe la América Española integrarse en una gran federación política. Pero mucho cuidado con explotar el "resentimiento" antiyanqui, como quieren los pérfidos marxistas. Hispanoamérica unida es un aliado de primer orden para Estados Unidos y su cruzada occidental contra Oriente comunista. Anarquizada, en cambio, representa un apoyo ficticio, contradictorio y débil.
Concedemos a Amadeo que si Estados Unidos tuviera libertad de renunciar aun control absoluto sobre su zona vital de influencia; si sus clases dominantes pudieran mantener los privilegios burgueses en el ámbito de sus fronteras sin recurrir a la explotación colonial, quizás admitirían que un nuevo gran Estado englobase a las veinte repúblicas de América Latina. Pero eso es ignorar el ABC de la cuestión nacional en nuestra época: ningún país imperialista puede renunciar a su zona de influencia sin desatar contradicciones internas que den por tierra con el conjunto de su economía burguesa. Ahora bien, el instrumento principal del dominio y la explotación yanqui sobre América Latina, es la disolución de nuestro continente en una nube de soberanías raquíticas. Plantear la unidad latinoamericana sin conflicto con el enemigo directo -antes bien, en alianza con él- es como defender la integridad física de los ratones en una asamblea de gatos famélicos.
Las oligarquías parasitarias miran hacia Estados Unidos, no porque preocupe Moscú sino en resguardo de sus privilegios económicos. Saben que los yankis se han convertido en defensores de la explotación feudal y burguesa allí donde se encuentre. La revolución popular por la unidad de América Latina es una lucha simultánea contra el opresor extranjero y sus agentes internos. No irán las masas a estructurar nuevas formas políticas para dejar intactos los intereses económicos de terratenientes, burócratas, grandes comerciantes o inversores extranjeros. La lucha por la tierra, el control obrero, la planificación económica y un auténtico gobierno popular es el motor histórico de la unidad continental. Mal pueden aquellos que ya han tomado partido a favor de estructuras arcaicas y reaccionarias cumplir en frío una tarea que por los antagonismos que suscita y las dificultades que enfrenta no admite que se la trate con métodos legalistas y ausencia de impulso popular. Sólo en las masas desposeídas, en su presencia rectora, en su batallar revolucionario, está la fuerza histórica capaz de romper la asfixia de nuestro atraso, de nuestra fragmentación y de nuestro vasallaje.

LA FAMOSA CULTURA OCCIDENTAL

Hemos visto que al admitir la tesis imperialista de que el comunismo soviético es el peor enemigo, los nacionalistas católicos falsean la auténtica perspectiva de la unidad latinoamericana, convirtiéndola en caricatura de las tendencias que pugnan por federar a los pueblos de nuestro Continente.
Un examen más detenido de la cuestión nos lleva a otro interesante hallazgo. Para el nacionalismo católico, el régimen soviético no tiene un significado absoluto, sino que juega en función del conflicto general entre Oriente y Occidente. Oriente son, no solamente los países de la órbita soviética, sino el conjunto de pueblos de color, que pugnan por sacudirse el yugo colonial impuesto por Occidente blanco. No podía faltar en esta antítesis de apariencias raciales el supremo disfraz religioso. Piadosas meditaciones, por ejemplo, suscita en Amadeo el peligro de que Goa sea incorporada a la nación india: La tumba de San Francisco Javier quedaría en ese caso en manos' de infieles. Para quien contraste la negativa del gobierno de Nueva Delhi de resolver "manumilitari" una cuestión servida en bandeja, con la cristiana historia de los piratas portugueses en las cinco partes del mundo, semejante planteamiento sólo sonrisas puede provocar. Un historiador católico -Enrique de Gandía- afirma que en menos de cinco años los conquistadores portugueses dieron muerte a trescientos mil indígenas paraguayos, a principios del s. XVI. Este es el trasfondo verdadero de la famosa civilización occidental, cristianísima y cultísima mientras no se trate de saquear en masa a pueblos indefensos, caídos bajo el cuchillo de sus aprovechados educadores.
No obstante, y a pesar del asombro que semejantes ideas pueden provocar en pleno siglo XX, es un acierto de los nacionalistas católicos reconocer la naturaleza fundamental del conflicto entre el oriente colonial y el occidente imperialista, conflicto que subordina a los restantes, entre ellos el de EE.UU. y la U.R.S.S. Menos beneplácito merece la elección de nuestros nacionalistas, para quienes América Latina es un engranaje del mundo "blanco", no obstante que las tres cuartas partes de sus habitantes son indios, mestizos y negros, y que socialmente considerado nuestro continente soporta una situación semicolonial semejante a la de los pueblos sometidos de Asia, África y Oceanía.
Así considerado, el anticomunismo de Amadeo y los suyos ha de entenderse como hostilidad general a las revoluciones nacionales, cualesquiera sean sus banderas, siempre que ellas asuman un carácter avanzado y popular, y coloquen a aquellos pueblos tenidos por "naturalmente" esclavos en pie de igualdad con sus opresores de Europa y Estados Unidos.
Cómo se concilia este planteamiento con los restos de "nacionalismo" que aún hoy se hacen flamear, es algo que preocupará a más de uno. Pero si recordamos la plataforma "blanca" del litoral rioplatense, y la existencia de baluartes racialmente "incontaminados" en las clases explotadoras de los restantes países, fuerza es suponer que Amadeo y su séquito piensan en una federación nacional latinoamericana sin el pueblo latinoamericano Algo así como una inmensa Sud África que se extendiera desde el Río Bravo a la Tierra del Fuego.
Inútil señalar la ridiculez de definir a occidente conforme a términos raciales, de régimen social o de credo religioso. En la segunda mitad del siglo XX, la línea de la cultura greco-romana nada tiene que ver con la defensa de la raza blanca, del catolicismo o del régimen burgués. Si occidente significa civilización, técnica y humanismo, no debe todo a Grecia, que desconoció al Dios-hombre, creación de pueblos semitas (23). Romanos y bárbaros heredaron aquella cultura cuando sus fuentes primitivas se habían ya agotado. Por otra parte, la realidad del mundo moderno presenta aun puñado de pueblos que transforman la civilización en instrumento para explotar al resto del género humano. Pero cuando la cultura se convierte en un patrimonio monopólico e interesado pierde su atributo esencial:: la universalidad. Bastardeada, sólo resta de ella una miserable técnica de saqueo, terrorismo y engaño. A estas armas recurre el imperialismo para mantener su hegemonía en una lucha sin cuartel que obliga a los pueblos a elegir entre la revolución y el caos (24).
Si por Occidente entendemos civilización y la herencia cultural de las generaciones pasadas" su defensa no la ejercen las declinantes burguesías imperialistas que pretenden arrastrar al género humano en el derrumbamiento de un sistema social caduco. Occidente está en los focos de una sociedad que lucha por renovarse: en el proletariado con conciencia de clase de las metrópolis capitalistas, en 'los pueblos coloniales que toman las armas por su liberación. En Egipto, Yugoslavia, China, Indochina, África del Norte, América Latina, cuyo embate victorioso contra "los bárbaros del siglo XX" abrirá al planeta el camino de una libertad y una cultura puestas al servicio del hombre, y, por eso mismo, auténticas.

LA OFENSIVA CONTRA EL PARTIDO OBRERO

Podemos ahora intentar una evaluación global del nacionalismo oligárquico, que a pesar de sus novísimos ropajes, a tono con las profundas modificaciones experimentadas en la última década por la sociedad argentina, persiguen los mismos fines antiobreros de la Legión Patriótica, antidemocráticos de la conspiración contra Yrigoyen, fascistas de la "década infame".
La polémica entre "liberales" y "nacionalistas", suscitada al día siguiente del 16 de septiembre, no enfrenta dos concepciones capitales', dos fuerzas históricas de las cuales una pugna por renovar lo que otra pretende mantener, sino, para emplear las palabras del viejo Yrigoyen, "variantes de una misma ignominia".
Están los que pretenden, lisa y llanamente, retrotraernos a la década infame. Son los emigrados del "ancien régime" que nada han visto y nada han aprendido. Estos señores quieren continuar la dictadura oligárquica que el país padece con alguna forma de gobierno fraudulento. A través de una oportuna reforma constitucional, por ejemplo, sueñan con reemplazar la voluntad del pueblo en el gobierno, por la voluntad de las camarillas de políticos burgueses profesionales. Si esa combinación no da resultados, quedan mil otras para reemplazarla o reforzar sus efectos.
Como semejante proceder vulnera las aspiraciones y necesidades del pueblo argentino, ascendido a un nivel material y a un estado de conciencia incompatibles con el abismo en que se lo quiere sumergir, planteos como los ensayados por los héroes del 13 de noviembre sólo agravan la formidable crisis argentina e incuban la solución revolucionaria que, precisamente, ellos querían evitar.
Pero otro sector, el desplazado con la caída del general Lonardi, ha dado la voz de alerta. Los liberales oligárquicos, dice, con su ceguera, empujan el país al, caos. A más de un siglo de distancia preparan un nuevo brote de anarquía, como la que sucede a la aventura unitaria de 1819, al zarpazo rivadaviano de 1826, al ignominioso crimen de Navarro. Este sector llama a los triunfadores del 16 de septiembre a una política de concordia con los vencidos. No por ello renuncia a las "conquistas" del golpe militar; pero debe darse a los sindicatos obreros y en general a las fuerzas desplazadas por el pronunciamiento un lugar en la nueva situación creada.
¿Es ello posible? La crisis argentina podría resolverse en los términos del acuerdo si no respondiera a profundas causas que afectan la economía mundial en su conjunto, y en lo que respecta a nuestro país, el equilibrio de su presente estructura social.
La propia declinación y caída del peronismo lo pone de manifiesto. El ímpetu de las masas salvó al país de una nueva década infame, el 17 de Octubre de 1945. El gobierno surgido de las elecciones de 1946 realizó un serio intento de establecer las bases del bienestar obrero y de una economía nacional libre de la tutela imperialista, sin modificar las formas de la propiedad burguesa. Antes bien, las respetó aún en aspectos típicamente parasitarios, como el latifundio terrateniente y el capital imperialista colonizador, al par que favorecía el desarrollo y enriquecimiento de la clase media industrial. Este compromiso entre el pasado y el presente fue viable mientras subsistían las condiciones de post-guerra. Luego vino la crisis y la agudización de todos los conflictos. Se abría entonces --y la analogía con el yrigoyenismo es en muchos aspectos notable—una época esencialmente revolucionaria. Las fuerzas oligárquicas estrecharon filas y pasaron al ataque, con el objeto de impedir que las masas completaran su experiencia histórica e impusieran una superación por la izquierda de la crisis de estancamiento.
En el mejor de los casos, toda pretensión de repetir la experiencia de los últimos diez años como si las circunstancias fueran idénticas, no pasa de ingenua utopía.
Más modestos, sin embargo, son nuestros "nacionalistas". Ellos pretenden un régimen a mitad de camino entre Perón y Aramburu. Una sólida clase dirigente, fuerzas armadas dispuestas a tirar contra la democracia, cuando ella se haga "totalitaria", puertas abiertas a la educación clerical, a la propaganda clerical, a las ideas clericales. Con este triple cordón de seguridad, bien se puede ensayar un acuerdo con cierta burocracia neoperonista que castre al movimiento obrero de su potencia revolucionaria.
Pero la vida sigue su curso, mal que les pese a los doctrinarios. Los enlevitados líderes "populares", despliegan prodigiosa dialéctica sin conseguir el objetivo que los mueve a todos, aunque distintos sean los métodos. La liquidación histórica del peronismo está cada vez más lejana. El gobierno de la "revolución" ha aprendido a dividir a sus amigos' y cohesionar a sus enemigos. Estos ganan en prosélitos lo que hace dos años era imposible imaginar. Contra lo que Amadeo y su tendencia opinan, no es' ceguera lo que trasluce semejante política, sino la imposibilidad creciente de conciliar a la vieja Argentina oligárquica con la nueva Argentina, que las violencias, los fraudes y las entregas no hacen más que ayudar a nacer.
¿ Significa esto que los trabajadores quieren volver al 15 de septiembre? Sería como añorar la presencia de Teissaire, Apold y los incontables vivillos y traidores de la burocracia partidaria, administrativa y sindical del gobierno caído. La derrota abrió profunda huella en la conciencia del proletariado. Hoy nadie concibe un gobierno popular asentado sobre estructuras ajenas a la voluntad del pueblo. La soberanía empieza por el control democrático sobre las instituciones armadas. De la actual jerarquía castrense a un régimen de milicia popular va un salto decisivo que ya han recorrido mentalmente centenares y miles de cuadros sindicales argentinos.
Otro tanto puede decirse de la planificación económica, del control obrero de la producción, de la expropiación global de la clase terrateniente, de la necesidad de una ideología revolucionaria acorde con el desenvolvimiento histórico del país.
Se trata de una conciencia en gestación, que no reniega del pasado, antes bien lo proclama con legítimo orgullo, y se afinca en él para proyectarse, superada, en el porvenir.
Es la conciencia del partido obrero, expresión política de la nueva realidad sindical, instrumento combativo del liderazgo proletario en el próximo e irreversible triunfo de la revolución nacional antiimperialista.
Y ese fantasma, ese fantasma de carne y hueso que se incuba y toma forma en el corazón de las masas argentinas, hoy oprimidas y humilladas por el puño de hierro de la dictadura oligárquica, es lo que no deja dormir a quienes postulan un lugarcito bajo la constelación del 16 de septiembre.
Los nacionalistas oligárquicos salen a la lucha con el fin fundamental de tronchar in ovo esta superación ideológica del proletariado argentino, que lo capacitará para espléndidas victorias de proyección continental. Todo su esfuerzo tiende a convencerlo de que cambie su misión histórica por tristes migajas que queden del festín. "¡Renegad de vuestro ayer, pasad "con condiciones" al bando de la "libertad", que tendréis en nosotros mesurados tribunos, mentores paternales!" Felizmente las masas, conocen más teoría política que todos los matices de la "revolución" septembrina. Se moverán para dar un paso al frente. ¡Pero no hay fuerza humana ni divina que las obligue a retroceder! Bien lo saben los desairados adalides del nacionalismo septembrino.. Tampoco ignoran, que paralelamente a este proceso en que la clase trabajadora adquiere conciencia de si misma y de su papel histórico, una nueva generación revolucionaria enarbola la bandera del marxismo como expresión ideológica del nuevo movimiento.
Por ley inexorable, ambas fuerzas buscan su punto de unión. La síntesis del movimiento de masas y de su ideología dará el impulso arrollador para, barrer a los pigmeos que quieren alzarse con los destinos del país.
Impedir que se unan: a eso convergen todos los intentos. Desde la delegación policial al elegante análisis de Amadeo, no queda resorte sin mover y como no hay mejor prueba que la que suministra el enemigo cuando tiene penetración política y su causa está condenada por historia, cerremos este ensayo con las siguientes palabras de " Ayer-Hoy-Mañana" que son el memento mori de quienes pretenden remendar el podrido andamiaje del capitalismo oligárquico argentino:
"Muchos proclaman ya, a lo largo del Continente, la unidad política y espiritual de Iberoamérica... Una corriente poderosa ha levantado la bandera de la unidad iberoamericana bajo el signo ideológico del marxismo y con el incentivo de la revolución social. Esta corriente es mucho más peligrosa para nosotros que el comunismo oficial porque asume con autenticidad los más graves problemas que deben soportar en la hora presente los pueblos iberoamericanos... Ha captado la tremenda realidad que significa la existencia de pueblos miserables y desesperados y moviliza sus resentimientos para hacerlos servir a su causa. Ha registrado la presencia de recelos raciales y afirma un indigenismo negador de la cultura tradicional. Presenta a la Iglesia como aliada de los opresores... Utiliza el rencor... de la riqueza próxima e inaccesible y promueve un odio implacable contra los Estados Unidos. Dice Karl Schmidt que en política lo importante es saber quién es el enemigo y por eso nosotros, señalando a esa corriente, decimos con toda la fuerza de nuestra voz: he ahí al enemigo. La izquierda liberal... no nos preocupa como posibilidad de futuro... En cambio la izquierda revolucionaria y marxista tiene temibles posibilidades... No nos preocupa que los mineros bolivianos y los salitreros chilenos puedan sentirse atraídos por el lema: "Mayo y Caseros". Pero nos inquieta profundamente la posibilidad de un gran alzamiento de masas bajo el signo conjugado de la doctrina marxista y de la revolución mundial de color".

NOTAS
(1) “Ayer-Hoy-Mañana”, pág. 107
(2) “ Los elementos autóctonos del nacionalismo fueron mucho más decisivos que los importados para configurar la fisonomía del movimiento”. Ob. Cit. pág. 114. Mal se combinan estas líneas con las que Marcelo Sánchez Sorondo escribía en 1945: “Nuestra convicción comenzó siendo religiosa. Después fuimosla extendiendo con intemperancia de la verdad, también a la política. Y fuimos en política por su lado estético partidarios de la monarquía, y por su lado, digamos cinegético—movido--, fascistas, acérrimos fascistas”. ¿Qué cataclismo ha traído semejantes cambios? La huelga general del 17 de Octubre y 10 años de régimen popular.
(3) Esto parecen olvidarlo los que creen compatible asumir en la Argentina banderas populares y de renovación social, manteniendo el culto de las antiguas “glorias” y embelleciendo el papel del nazismo y el fascismo, baluartes de la contrarrevolución europea. No se puede protestar contra la agresión francesa en África del Norte y olvidar simultáneamente la conquista de Abisinia por Mussolini. El carácter imperialista de los regímenes fascistas apenas si merece probarse. No lo ignoraba Hitler cuando decía, en uno de sus discursos: “Nosotros no pudimos presentar a tiempo nuestras pretensiones en el mundo a causa de la importancia del Imperio (alemán)... En esta época en que la tierra fue repartida –en el transcurso de uno o dos siglos--, nuestro pueblo estuvo ocupado en luchas intestinas... Mientras tanto Inglaterra se procuraba un imperio mundial y Rusia se facilitaba el camino hacia el Asia Oriental. Por ultimo, también Francia conquisto un imperio mundial”. ( Henry Picker, “Adolfo Hitler, conversaciones…”, Pág. 435). Ésto fundamentaba el plan imperialista: “Hay que organizar el Reich conforme al modelo de Esparta, para prepararlo para la hegemonía europea... Sólo el pueblo alemán será un pueblo de guerreros, el sólo tendrá el derecho de llevar armas; las otras naciones servirán de ilotas y trabajaran para la casta de los guerreros germanos. Una gran potencia existirá: Alemania. Lograremos hacer de nuestro sistema político-social una realidad mundial, que impondremos a todas las naciones”. (“Hitler m’a dit”, Pag. 50 y ss. Citado por Henry Valloton: “Bismark et Hitler”).
(4) El carácter socialmente reaccionario del fascismo se liga estrechamente a su política exterior imperialista. “El corporativismo –expresaba Aurel Kolnai, uno de sus teóricos— se preocupa de asegurar el funcionamiento sin obstáculos del capitalismo, logrando en cada rama, una harmonización benévola, una renuncia a la lucha de clases entre las asociaciones de patrones y los sindicatos obreros”. Dicho de otra manera: el fascismo pretendió burocráticamente y apelando al terror policial, suprimir la lucha de clases, perpetuar el capitalismo sobre la base de una agresiva política colonial. Claro que para lograr su admirable "paridad" entre sindicatos obreros y sindicatos patronales hubo que suprimir aquéllos, supliéndolos con organismos estatizados, y desarrollar éstos, favoreciendo la concentración monopólica. "Con sujeción tan solo a la autoridad superior de los síndicos de Trabajo (funcionarios administrativos), la ley concede al patrono el derecho y las facultades para determinar: 1) las horas de trabajo, las pausas de descanso, etc.; 2) la fecha, las cantidades y la naturaleza del pago. 3) la base para el cómputo de salarios; 4) el carácter, importe y método de cobrar las multas; 5) la terminación del empleo (salvo lo que determinen las reglas estatutarias)... dentro de los muros de la fábrica, la ley considera al director o a su delegado como el "jefe", y a los empleados como sus "seguidores". Su poder formal se extiende a todas las actividades de los obreros y a todas las relaciones con ellos en cuanto al trabajo". (Brady, "La riqueza tras el poder", págs. 64 y 68). El fascismo y el nazismo impusieron un rígido principio jerárquico en el que todo poder iba de arriba a abajo, y toda responsabilidad de abajo a arriba: "Se considerará como principio primordial y elevado para la conducción del pueblo que éste no está capacitado para resolver sus problemas vitales... Sólo puede hacerse cargo de todas las responsabilidades el elegido entre los de arriba y no entre los de abato... (El elegido) debe tener una incondicional autoridad hacia abajo y una absoluta responsabilidad hacia arriba". (Hitler, discurso del 23 de noviembre de 1937, Henry Pickert. Ob. cit. pág. 26). En la cumbre de esa jerarquía hallábase el jefe-duce o Fuehrer.
Pero la jefatura formal de éste se asentaba o su vez en el estamento burocrático-capitalista, síntesis de gran capital, por un lado, y del funcionariado civil, militar, eclesiástico y partidario, por el otro. De ambos términos, es el primero el que, en última instancia, domina la situación. La caída de Mussolini, se produjo en el momento en que la gran. Burguesía, le retiró su apoyo. La jerarquía partidaria abandonó entonces --salvo casos excepcionales-- a su jefe, para convertirse en servidora directa de industriales y banqueros, a los que siempre habían representado de un, modo u otro. Ver a este respecto "Italia fuera de combate", del periodista franquista Ismael Herráiz.
(5) Abundan en Amadeo frases como ésta: La tendencia marxista nacional, "junto con ese afán legítimo de una, vida mejor, asume todas las formas del resentimiento" (ob. cit. pág. 111 ). Hemos de entender la última palabra conforme a su significado corriente en la Argentina: rencor envidioso, gula por Quitar a otro lo Que por derecho le pertenece. Es legítimo, para Amadeo, pretender una vida mejor. ¿A qué se aplica, entonces, el "resentimiento", la pretensión injusta y rencorosa? ¿Quizás a la lucha del proletariado con conciencia, de clase para arrebatar "el auténtico mando" a los "sectores naturalmente dirigentes"? (pág. 97). Nos parece más exacto suponer que los sectores "naturalmente dirigentes", es decir, los zánganos de la, colmena, son los "auténticos" resentidos, no ya cuando el movimiento popular plantea su expropiación, sino cuando se trata -como bajo el peronismo-- de cercenarles ciertos privilegios. Resentimiento de las "señoras" por falta de mucama; de los importadores, frente a la industria nacional; del patrón ante la comisión interna; del terrateniente, por la congelación de arrendamientos y el estatuto del peón. Lo que ha dado en llamarse "gorilismo" es flor y nata del resentimiento. El odio ante la injusticia y la convicción de que la sociedad estará mejor organizada sin los privilegios que la ahogan, no son resentimientos, salvo para los abogados del privilegio. También Ernesto Sábato, en su respuesta a Amadeo, emplea el término, lo que es más grave. El resentimiento de Sábato procede de que, como intelectual, se siente desplazado ante el desarrollo de la lucha de masas. Lamentamos no poder ofrecerle una solución intelectual para intelectuales.
(6) Mientras eso ocurría en el campo proto-nacionalista, Manuel Ugarte, socialista argentino, precursor del nacionalismo democrático y de la unidad latinoamericana, planteaba desde "La Patria", diario que apareció durante tres meses, el apoyo a la neutralidad irigoyeniana, la defensa de la industria y de los trabajadores. Manuel Ugarte afirmaba, con toda corrección, que la lucha entre las potencias europeas no nos concernía y que era un suicidio tomar partido por alguna de ellas cuando todas se habían ocupado tan poco de nosotros, salvo para explotarnos.
(7) Juan Carulla en " Al filo del medio siglo" narra la historia del primer grupo "nacionalista", que ilustra desde el vamos el carácter "foráneo" que esterilizó a esta corriente: "Fue en el aquel medio que tuve ocasión de estrechar relaciones con el doctor Roberto Acosta, quien, a, las pocas palabras mías, hizo suyos mis proyectos y quiso darles forma práctica proponiendo la fundación de un semanario... Un 'buen día me dijo:: "¡Ya está, he alquilado un local para, la redacción del diario... He citado a un grupo de simpatizantes...!" No poca fue mi sorpresa y hasta diría desilusión, cuando al, llegar al citado local me encontré con un heterogéneo grupo de personas, la mayoría, de avanzada edad. Lo componían la marquesa de Wágner, dama sesentona, anquilosada por una afección reumática, aunque muy culta y de profunda versación en materia de política y literatura francesas; dos condes italianos, los señores Bondini y Puppo, también senectos; un capitán del ejército italiano, gran mutilado de la guerra, el que se acompañaba de un señor Stappa, especialista, según él, en corporativismo"; un periodista de "La Fronda", a Quien oí designar por "el gordo". Sólo Roberto Acosta,, Domingo de Muro y yo éramos hijos del país. No cabía, sin embargo, desmoralizarse... "La Voz nacional", que así se denominó nuestro órgano periodístico, apareció en marzo de 1925... " El general Uriburu y el presidente Figueroa Alcorta fueron suscriptores del mismo.
(8) "Política británica en el Río de la Plata " Naturalmente, Scalabrini Ortiz no explica el por qué de la puntillosidad legal de Yrigoyen, que no estribaba, tanto en los prejuicios políticos del caudillo como en la impotencia y cobardía histórica de la clase a la cual representaba
(9) Resulta evidente que este movimiento (el uriburismo) --no obstante el aparato doctrinario, influido por el momento histórico- coincidía' estrictamente en sus finalidades con el radicalismo tradicional y obedecía a idénticos móviles" (Ernesto Palacio, "Historia de la Argentina 1515-1938", pág. 619).
(10) Así, los hermanos Irazusta manifiestan en "La Argentina y el imperialismo británico" que ellos no están contra el régimen aristocrático como principio de gobierno sino contra el mal empleo que de él hace la oligarquía argentina, La última parte del libro --"Historia de la oligarquía argentina"-- es por muchos conceptos digna de leerse;' pero también de criticarse. Porque la idea que los Irazusta tienen de la oligarquía es puramente superestructural: se refieren a la burguesía comercial, a los políticos profesionales a los abogados del capital extranjero, pero pasan por alto Que todos esos sectores se apoyan en la estructura latifundista y pastoril-ganadera de la República. Olvidan, en una palabra, a la, burguesía terrateniente, a la, cual, dicho sea de paso, ellos pertenecen.
(11) El energúmeno democrático Noble escribía en, 1938: "Mussolini es el modelo viviente del moderno hombre de Estado... El sueño anheloso de Nietzsche, que predecía para el futuro la implantación de una estirpe directora de superhombres... parece concretarse en este espléndido retoño de los grandes de la antigua Roma. Nosotros, los argentinos..., vemos en el surgimiento incontrastable de la madre latina, el documento fiel y preciso de la influencia ejercida por el genio de Mussolini. Una vez más, Roma ha detenido la irrupción del bárbaro en el umbral de Occidente. Los argentinos nos regocijamos Con alegría de hermanos por la gloria de Italia y Mussolini". Tras haber rendido pleitesía, a César, durante la década 1946-1955, Noble se hizo Bruto el 20 de septiembre. Los dividendos de "Clarín" son más sólidos que los cinco mil pilotos de la guerra... Así, cualquiera "elige la libertad".
(12) Deslindar confusiones es en este punto imprescindible. La ideología liberal correspondió en Europa ala burguesía revolucionaria, que al régimen de los gremios opuso la "libertad de trabajo", es decir, la posibilidad de obtener obreros en cantidad para la gran industria; a la servidumbre campesina, y con el mismo fin, el libre tránsito; a la multiplicidad de pesas, medidas, aduanes interiores, leyes, etc., dentro de una misma nación, el mercado único; a las barreras aduaneras de los países atrasado, el librecambio la universalización del régimen mercantil. Liberales fueron los industriales ingleses para abaratar el trigo, importándolo, con el objeto de disminuir el costo de manutención, de la clase obrera. El liberalismo político pretendía barrer con el Estado feudal dominado por una nobleza parasitaria, en beneficio, no del pueblo, sino de la burguesía. Una tendencia no se define por su forma, que es variable, según las circunstancias de tiempo y lugar, sino por su función dinámica. El liberalismo significaba en la Argentina desarrollo nacional independiente mediante estructuras políticas modernas que aseguraran el progreso económico salvaguardándonos simultáneamente de la enajenación. Copiar las formas, pero invertir el signo, tal fue la tarea de Rivadavia. Pero en cambio Moreno, el cerebro más claro, de la generación emancipadora, comprendía que en un país atrasado y primitivo, como la Argentina de las primeras décadas del s. XIX, sólo el Estado podio suplir la inexistencia de una burguesía industrial, impidiendo que nuestra vinculación con el mercado europeo nos convirtiera, como nos convirtió, en provincia agraria de ultramar. EI odio a, Moreno de Federico lbarguren (" Así fue Mayo") y la pretensión de presentarlo como agente inglés o algo por el estilo (achacándole, de paso, barbaridades como el armisticio con Elio, que firmaron los enemigos de Moreno, la Junta Grande, a quienes Ibarguren defiende); el de los Irazusta a Carlos III (antecesor, según ellos, de Rivadavia, lo que es el colmo del disparate), prueban que el medievalismo ideológico suscita extrañas aventuras mentales entre sus discípulos del siglo XX. Al contrario de lo que ellos opinan, la tradición política argentina (la popular, se entiende) es liberal. Léanse las instrucciones de Artigas a sus diputados, Asamblea del año 13. Recuérdense los intentos de los caudillos de organizar constitucionalmente a la República, contra las opiniones de Rivadavia (1821 ), Rosas, Valentín Alsina y demás gobernantes porteños. El segundo equívoco consiste en confundir liberalismo y democracia, porque en ciertas épocas hayan marchado juntos. Que son cosas distintas lo demuestra, el actual régimen, que es liberal, pero no es democrático. Tiene que implantar su liberalismo mediante la dictadura, porque democráticamente sería barrido del mapa. Contra la opinión de Rousseau y otros teóricos de la democracia moderna el liberalismo -ideología de comerciantes, industriales y financistas--" ha pretendido excluir al pueblo de la Cosa pública, mediante el censo electoral, (solo votan los ricos), la división de poderes (establecida expresamente con el propósito de que la mayoría sufragase, pero no gobernase), el control financiero de la prensa, y el soborno directo o indirecto de los parlamentarios profesionales. Lógico es que quienes permanecen prisioneros del clericalismo ultramontano asuman la hostilidad eclesiástica frente a la Revolución Francesa confundiendo en un mismo saco a la democracia, el liberalismo popular y el liberalismo colonialista de los entregadores. No se trata de renegar de la "igualdad, libertad y fraternidad" proclamadas por la gran Revolución, sino de hacerlas posibles, destruyendo el imperialismo y todas las formas de privilegio económico.
(13) “La buena voluntad de Pío XI y de Benito Mussolini se concreta primero en la visita oficial del Duce al Pontífice el 11 de febrero de 1932, y en la absoluta integración del clero italiano en la guerra contra Etiopía. Fue una entusiasta adhesión a la empresa; el clero ofreció el oro, y el arzobispo de Milán, cardenal Schuster, dio una interpretación religiosa a la campaña, defendiéndola como cruzada católica" (Ismael Herráiz, ob. cit. pág. 166). En cuanto a las relaciones entre Mussolini y el Vaticano, "el período... de 1922 a 1931, podría dividirse, a su vez, en dos intervalos:: un período de pugna parcial y a veces enconada entre la Iglesia y el Estado, que se extiende desde la inauguración del fascismo hasta e acuerdo de Letrán en 1929, y otro, desde el acuerdo de Letrán, que reconoció el catolicismo como religión oficial a cambio del apoyo del Papa a la dirección fascista para la reconstrucción del nuevo Imperio Romano, hasta la recomendación por el papado de las ideas corporativas como solución de la "cuestión social" en general (Cuadragesimo Anno). El más notable de sus éxitos ha sido el "fascismo clerical" de los infortunados totalitarios Dollfus y Schuschnigg, y el sistema del genera Franco que surgió de la guerra civil española (Robert A. Brady, ob. pág. 83). El apoyo del Vaticano a fascismo está en las raíces mismas del pensamiento social-católico. Un sector, en el que figuraban emigrados franceses vueltos a su patria después de 1815, pretendía el retorno a un orden medieval corporativamente organizado (Phillippe Buchez, Lamenais, etc. ). La revolución de 1848 los convenció a todos de que el socialismo era el principal enemigo. Entonces, los condes De Mun y La Tour du Pin desarrollaron la idea del "sindicalismo mixto" destinado a ganar el alma del obrero y a inducirlo a colaborar espontáneamente con el patrón.. Jefe natural de sus trabajadores. León XIII, en "De rerum novarum", tras afirmar que "está ordenado por la naturaleza que en un Estado estas dos clases (los ricos y los pobres) deben existir en concierto y armonía" (lo que no solo condenaba la lucha de clases, sino que erigía en norma, la desigualdad social) ofrecía como modelo de organización la de los gremios medioevales. Esto empujó a los núcleos de la Acción Social Católica a organizar sindicatos de patrones y obreros, "sindicatos mixtos", también llamados "colaterales", Que son el antecedente inmediato de las corporaciones fascistas. Firmado el pacto de Letrán, Pío XI, en "Cuadragésimo Anno", otorga el apoyo oficial del papado al régimen corporativo: "no hace falta meditar mucho para comprender las ventajas de la institución (fascista), que puede describirse sucintamente como sigue: colaboración pacífica de las clases, represión de las organizaciones y los esfuerzos socialistas, influencia moderadora de un ministerio especial". En otro lugar, manifiesta la encíclica con lenguaje propio del Ministerio de Propaganda de Italia fascista: "las corporaciones están formadas por representantes de los sindicatos de obreros y patrones del mismo gremio o profesión, y, en su calidad de órganos genuinos y verdaderos y de instituciones de Estado, dirigen y coordinan las actividades de los sindicatos en todas las cuestiones de interés común". Toda esa fraseología, tiende, como hemos visto, a imponer con métodos policiales el capitalismo a las masas, disolviendo sus sindicatos, creando otros de carácter ficticio, y alentando la concentración monopólica a través de las organizaciones nacionales de industriales. "La mayor parte de los líderes obreros -afirma Brady- no son, en realidad, obreros, pues proceden típicamente de la clase media. En todo caso, deben pertenecer al partido fascista, son designados sobre la base de las listas que el partido recomienda y que han sido seleccionadas por la jerarquía del partido, y no deben responsabilidad alguna a los sindicatos, a los cuajes no representan, sino mandan".
(14) Las reivindicaciones "nacionalistas" de Pavelic pretendían enfrentar la nación croata con la serbia, impidiendo la única salida nacional posible en esa, región de los Balcanes: la unidad yugoeslava, paso intermedio hacia la Federación Balcánica. Un nacionalismo croata independiente sólo puede surgir (y el caso es formalmente al de Bélgica, Israel, Uruguay), apoyándose en un imperialismo extranjero, en este caso, el alemán. Como siempre, detrás de Pavelic estaba la Iglesia, pugnando por atomizar soberanías e impedir la constitución de Estados poderosos.
(15) Bueno es recordar la voz de alarma que en 1949 diera el cura Menvieille, mentor de más de un nacionalismo oligárquico, denunciando el carácter "materialista de la constitución votada ese año.
(16) Nos referimos aquí al nacionalismo oligárquico o seudo-nacionalismo. El nacionalismo estaba en Yrigoyen, no en quienes lo voltearon. Durante la década del 30, FORJA intentó revitalizar la tradición yrigoyenista contra la fracción de Alvear, que había copado la U. C. R. Entre ambos polos se extiende toda una serie de matices intermedios, que no es el caso examinar aquí.
(17) El mito "dialéctico" del 16 de septiembre opuesto al 13 de noviembre es totalmente inadmisible, los septembrinos trajeron a Prébisch. Las opiniones económicas de Lonardi eran éstas: "Facilitará el gobierno en lo posible el libre intercambio. Londres, 15 A.P. Pregunta,: ¿Se contempla hacer volver ala Argentina a una economía libre, poco a poco, y permitir la importación de artículos de consumo, p.ej., tejidos ingleses, whisky escocés y cigarrillos ingleses, o se contempla postergar esta cuestión para después de las próximas elecciones? Respuesta: No hay inconveniente en anticipar decisiones económicas, aún en materia fundamental, por el gobierno provisional. Soy partidario de un intercambio lo más libre posible, finalidad que buscaremos con prudencia, gradualmente. Es uno de los más vivos deseos el que nuestro pueblo pueda adquirir los magníficos productos de la industria británica a que tan acostumbrado estuvo en un pasado no muy lejano" ("Clarín", 15 de octubre de 1955). Veinte días después se anunciaba con bombos y platillos la liquidación del IAPI. Por lo demás, el capital financiero internacional comprendía mejor que los nacionalistas septembrinos la función que estos cumplían, en el primer gobierno provisional: "Washington, 1 , AP.: Por un instante hubo en ésta alguna, sorpresa por la designación del Dr. Mario Amadeo como Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Lonardi. Amadeo se opuso vigorosamente a la ruptura de relacionas con las potencias del Eje durante la guerra mundial última. La neutralidad de Amadeo se atribuyó a su odio al comunismo y a la falta de confianza en Rusia Soviética, más bien que a cualquier antagonismo hacia Estados Unidos, Gran Bretaña u otro aliado occidental" ("EI Mercurio" de Chile, 2 de octubre de 1955).
(18) Un escritor del campo reaccionario ha formulado con notable acierto el problema: "Tal razonamiento (el de equilibrar las clases) sería plenamente valedero si las dos fuerzas sociales de que se trata fueran legítimas, vale decir, correspondieran a, factores necesarios y asociados de la vida y el trabajo comunitarios. Pero no hay nada de eso. La burguesía capitalista, en cuanto detentadora de los instrumentos de la producción, es una clase sin papel eficaz en el proceso de la producción. Por tanto, no se puede resolver el conflicto de dos clases, una de las cuales es parasitaria, poniéndolas a ambas en el mismo plano" (Jaime de Mahieu, "Evolución y porvenir del sindicalismo", pág. 78).
(19) Advierta el lector, y esto le evitará muchísimos peligros, que cuando un burgués siente apretársele el nudo de la bolsa, las palabras celestiales vuelan a sus labios: santo divino cristiano sagrado y otras del repertorio.
(20) Suministraremos otro ejemplo de "realismo": "El general Bengoa --dice Amadeo en la, página 38-- contestó que comprendía la preocupación patriótica que inspiraba a los promotores del movimiento... Ahora bien, continuó diciendo, para que un movimiento militar tenga máximas posibilidades de éxito, es necesario contar con apoyo de un numero decisivo de elementos... Tal apoyo sólo podrá lograrse... porque la existencia de un clima de agitación pública y de inquietud colectiva traspusiera los cuarteles y gravitara decisivamente en el ánimo de los militares... Acaso no había llegado todavía esa situación de desorden callejero y ostensible capaz de provocar la intervención del. Ejército". En 1954, al relatar la caída de Yrigoyen, afirmábamos: "La gestación del golpe de setiembre documenta lo que decimos: "Los señores Juan E. Carulla y Daniel Videla Dorna --manifiesta el uriburista Beresford C'rawkes se apersonaron al general (Uriburu) pidiéndole aceptara para dicho movimiento el cargo de jefe de la revolución. Luego de hablarse ampliamente sobre el punto, se convino de que era prematuro el estallido, puesto que no había en el pueblo agravios tales que lo justificaran... Fue así que se pensó (en crear) agrupaciones patrióticas encargadas de hacer una vasta campaña derrotista del gobierno, difundiendo cautelosamente en el pueblo la idea revolucionaria". Nuestro comentario era el siguiente: "Merece amplias reflexiones esta típica maniobra oligárquico-imperialista, que acecha constantemente a las revoluciones populares. La pequeña burguesía nacional, a. la que Yrigoyen representaba frente a la oligarquía... no fue capaz entonces, ni lo es ahora, de llevar a sus últimas consecuencias la, revolución del pueblo... El estancamiento del proceso revolucionario produce todos los síntomas de la putrefacción... La inconsecuencia de la pequeña burguesía deja intactas las bases económico-políticas de la contrarrevolución oligárquica... La podredumbre burocrática subraya cuanto hay de antipopular en el aparato burgués del Estado y lo torna, impotente frente a sus enemigos reaccionarios. La demagogia "izquierdista" del imperialismo solivianta los ánimos e impide el surgimiento de una auténtica izquierda revolucionaria que continúe el proceso, superando dialécticamente su primitiva jefatura burguesa y elevando al proletariado a la conducción política de la revolución liberadora. A falta de un auténtico partido obrero que lo superara por la izquierda... La revolución yrigoyenista fue inevitablemente derrotada por la restauración oligárquica, e imperialista. Tal es la principal enseñanza que se deriva de este importante periodo de la política argentina:'. A la que hay que agregar (y para eso emparejamos el episodio de Bengoa con el de Carulla y Videla Dorna) lo que podría denominarse "técnica oligárquica de la preparación civil de un golpe de Estado".
(21) Ciertos nacionalistas, como Ramón DoII, han vislumbrado parte de la verdad. Sobre la, falacia de aplicar a nuestro país categorías políticas del parlamentarismo europeo, dice en " Acerca de una política nacional" (pág. 165): "Oligarquías liberales sin base popular, y gobiernos fuertes con apoyo democrático, han sido alternativamente habituales en América; ni unas ni otros pueden adscribirse, sin faltar a la verdad, a las dos líneas históricas europeas que forman el zig-zag revolucionario y reaccionario". Esto es una verdad a medias. Las masas repudian a la pseudo-izquierda socialista, y comunista, pues ésta, en realidad, sirve a los intereses del liberalismo oligárquico. Pero, por otra parte, ningún gobierno con apoyo popular, está en condiciones de mantenerse y derrotar, al adversario sin ir a las raíces de la crisis social argentina. La revolución no puede limitarse a desplazar políticamente a las fuerzas oligárquicas: debe expropiarlas, liquidando la propiedad terrateniente y el gran capital parasitario. La insuficiencia de nuestros "gobiernos fuertes" con apoyo de masas (Rosas, Yrigoyen, Perón) para producir transformaciones de estructura acordes con las necesidades de cada época, histórica, explica el desdichado fin de todos ellos. Más adelante dice Doll: " ¿Acaso un jefe de masas o un grupo oligárquico no pueden igualmente salvar o vender a la nación, en, un momento determinado?" (ob,. pág. 179). Nueva confusión. Que un jefe de masas venda a la nación es posible, aunque difícil. Pero resulta seguro que ninguna política de salvaguardia nacional logrará imponerse sin el apoyo de las masas; o sea que, en realidad, no existe nacionalismo oligárquico. Sólo que el simple apoyo de las masas es insuficiente, si el movimiento no está animado de un impulso renovador que bata al enemigo en el corazón de su poder, impidiendo las hasta aquí periódicas restauraciones. De esto surge la, necesidad de la izquierda nacional, única capaz de tender el puente ideológico y organizativo entre el movimiento espontáneo de las masas y la revolución que el país necesita. Del cesarismo democrático pasaremos así a la, época del partido obrero y de la hegemonía proletaria en la revolución nacional.
(22) "Luego que el triunfo de las armas de Venezuela, complete la obra de su independencia, o que circunstancias más favorables nos permitan comunicaciones más frecuentes y relaciones más estrechas, nosotros nos apresuraremos, con e más vivo interés, a entablar, por nuestra parte el pacto americano que, formando de todas nuestras repúblicas un cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La América así unida... podrá llamarse la reina de las naciones, la madre de las repúblicas..." (Carta de 1818 a Juan Martín de Pueyrredón). "Sin duda, Venezuela, consagrada toda a la santa libertad, considera sus sacrificios como triunfos... Hoy está cubierta de luto: pero mañana, cuando, cubierta de laureles, haya extinguido los últimos tiranos que profanan su suelo, entonces os considerará a una, sola sociedad, para que nuestra divisa sea: “Unidad en, la América Meridional”, Sí, una sola debe ser la patria de todos los americanos" (Bolívar. Proclama al pueblo argentino del 12 de junio de 1818).
(23) El cristianismo, para los romanos contemporáneos de los primeros discípulos de Jesús, era una secta enemiga de la "tradición occidental" y Tácito, en las palabras que transcribo, reaccionaba -valga el anacronismo-- como un discípulo de Amadeo: "El autor de esta secta, Cristo, había sido condenado a muerte bajo el reinado de Tiberio, por el procurador Poncio Pilatos, pero la funesta superstición, reprimida por un momento, se había difundido no solamente por la Judea, donde el mal tuviera nacimiento, sino también en Roma, donde las atrocidades y las afrentas llegan de todas partes y se practican".
(24) Pero cuando una civilización no ha logrado evitar que la satisfacción de un cierto número de sus partícipes tenga como premisa la opresión de otros, de la mayoría quizás --y así sucede en todas las civilizaciones actuales-- es comprensible que los oprimidos desarrollen una intensa hostilidad contra la civilización que ellos mismos sostienen con su trabajo, pero de cuyos bienes no participan, sino muy pocos. En este caso, no puede esperarse, por parte de los oprimidos, una asimilación de las prohibiciones culturales, pues, por el contrario, se negarán a reconocerlas, tenderán a destruir la civilización misma, y eventualmente a suprimir sus premisas. La hostilidad de estas clases sociales contra la civilización, es tan patente que ha monopolizado la atención de los observadores, impidiéndoles ver la que latentemente abrigan también las otras capas sociales más favorecidas. No hace falta decir que una cultura que deja insatisfecho a un núcleo tan considerable de sus partícipes y les incita a la rebelión no puede durar mucho tiempo, ni tampoco lo merece" (Sigmund Freud. Obras completas. T. XIV. pág. 18).

* El prólogo de este libro de Spilimbergo escrito a la caída del segundo gobierno de Juan Domingo Perón ya lo hemos publicado en nuestro Cuaderno de la IN, se puede encontrar en: http://www.elortiba.org/in_prod.html#Nacionalismo_oligárquico_y_nacionalismo_revolucionario

 


La "destrucción de las Indias"*

Por Jorge Abelardo Ramos

Los tres siglos de dominación colonial española, salvo las alteraciones de la política borbónica a fines del siglo XVIII, se fundan en la encomienda y en la mita, esto es, en la esclavización virtual del indio americano, allí donde podía ser sometido, y de los negros africanos. En la realidad social, ya que no en la legislación formalista, el régimen de las encomiendas concebido originalmente como forma de "proteger" al indio y a su familia, recién decae a fines del siglo XVIII. Este régimen parecía esencial "para la perpetuación en América de una sociedad aristocrática organizada en la misma forma que la del Viejo Mundo".

Quien no tenía encomiendas, no tenía recursos y quien no contaba con éstos, no podía "desarrollar comercio". En aquellos lugares de América en que no hubo indios domesticables, como el Río de la Plata, estalló un escándalo recogido por los cronistas. Los ediles de Buenos Aires se quejaron al Rey "que la situación era tan mala que los españoles tenían que cavar la tierra y sembrarla para poder comer".8

¡Había que trabajar! En 1536 algunos hidalgos se morían de hambre en Honduras. Un testigo estupefacto, declara haber visto a caballeros españoles echar la simiente "con sus propias manos", para no morir de inanición. A mediados del siglo XVIII, Juan de Delgado escribía: "¿Quiénes son los que nos sustentan en estas tierras y los que nos dan de comer? ¿Acaso los españoles cavan, cogen y siembran en todas estas islas? No, por cierto: porque en llegando a Manila, todos son caballeros".

El palurdo de España ascendía de situación social al llegar a América: se ennoblecía dejando de trabajar. A lo largo de trescientos años, con el desarrollo de la minería, la agricultura y las industrias, la situación de los indios no había cambiado. En el Perú, los caciques indios se convertían en cómplices de la explotación española. Un ordenanza de 1601 prohíbe expresamente en las tejedurías la mano de obra indígena, que debe ser reemplazada por negros, pues los nativos estaban en vía de extinción.

Los productos exportados al mercado mundial desde las Indias, que ciertos autores consideran expresión característica de la producción capitalista, eran manifestación directa del régimen esclavista-servil instaurado por los españoles durante la era feliz del capital mercantil.

La condición de "obrero" en la América española, sólo tenía existencia real en la ordenanzas, lo mismo que el cobro de salarios y la libertad personal. Al desenvolverse la economía española y comenzar el siglo XVIII, la situación en América Hispánica tiende a reflejar el cambio. Junto a la mano de obra servil o semi-esclava aparece una clase de trabajadores asalariados libres, que se ocupan de sus oficios en las ciudades, y que como es natural, constituyen una parte ínfima de la población trabajadora. Lentamente, a medida que aumentaba el mestizaje, aparece en Chile, por ejemplo, el "inquilino" de los grandes establecimientos rurales.

Cuando Ulloa viaja por América, a principios del siglo XVIII, observa que las leyes de Indias no se cumplen. Se cobraba tributo a indios menores de 18 años y mayores de 50, y aún a los inválidos y deformes.
Durante el primer período de la conquista y colonización, se procedió a la "destrucción de las Indias", según la expresión célebre del Padre Bartolomé de las Casas. La pasión áurea, largo tiempo contenida, por un lado, y la torpeza de un sector de los frailes evangelizadores, por el otro, equivalen al arrasamiento virtual de las religiones autóctonas, con sus templos e imágenes y al despojo de todos los metales preciosos elaborados con fines de culto o lujo de las aristocracias nativas. Posteriormente, se impuso la necesidad de organizar la explotación de las minas, allí donde las hubiera. La exigencia de una mano de obra servil o esclava se impuso, a pesar de todas las disposiciones legales previstas por los Reyes de España. De este modo apareció el servicio personal forzoso, llamado en el Perú mita y en México quatequil.11 Las condiciones monstruosas del trabajo en las minas y los cambios climáticos (en el Perú se transportaba a los indios de la sierra a la costa o viceversa, provocando su tuberculización), redujeron la población a cifras de mortalidad trágicas.12 Por lo demás, al arrancar a la población nativa de sus seculares labores agrícolas y sumergirla en el horror minero, destruían sus vínculos familiares. Así, la "familia cristiana" de los evangelizadores, era sustituida por la mano de obra esclava para alimentar el Tesoro real y las arcas de los grandes mineros españoles. La primera manifestación de la política de servidumbre fue dada por los "repartimientos de indios". En México se llamaron "congregas". La Corona, después de muchas vacilaciones, autorizó a los encomenderos a emplear en el trabajo agrícola o minero a los nativos: "Podrán valerse de negros, mestizos y mulatos, de que tanta canalla hay ociosa... así como de los españoles de condición servil que hubiere".
No podría decirse que España exportó a las Indias su feudalismo putrefacto, puesto que el feudalismo español era un régimen social filantrópico, si se lo compara con el capitalismo mercantil-colonial con fuertes rasgos de parasitismo señorial que implantó el Imperio hispánico en el Nuevo Mundo.

Si el encomendero se comprometía a "proteger" al indio y su familia, a cambio del trabajo prestado por éste y si el régimen del salario figura en la Legislación de Indias, para consuelo de todos los juristas, y aún de algunos historiadores, el régimen de encomiendas otorgado por el Rey a sus fieles vasallos que organizaban el Imperio de las Indias, fue la designación, de la explotación y succión más brutal y cínica. "Las obligaciones del encomendero como patrón y protector se convirtieron en mera fórmula. Los salarios eran nominales y la instrucción se limitaba a las formalidades del bautismo".

La avidez española por el oro era tan intensa, que los indios de Cuba y de México llegaron a creer al principio que el Dios adorado por los extranjeros barbudos era el oro. Los españoles hacían transportar sus caballos en hamacas a hombro de indio, dice Miguel Luis Amunátegui: "Marcaban a éstos en la cara y contramarcaban para registrar su donación, venta, etc. Generalmente morían abandonados, agotados, en el campo. Cerca de las minas había un fétido olor de muerte, con aves de rapiña revoloteando. Muchos se mutilaban o suicidaban".

Considerados "vasallos libres" por las burlescas ordenanzas del Rey en España, y bestias de trabajo por los españoles en América, humillados, exprimidos, vejados y castigados hasta la desesperación, muchos hijos de Moctezuma o Atahualpa bebían, al fin, unos sorbos de yuca amarga para liberarse por la muerte del yugo español. Doscientos años después del descubrimiento, América parecía un desierto.17 En el siglo XVIII escribe Ulloa: "Es constante que en América no existe la octava parte de población que había cuando se descubrió".

A todo lo dicho, la mortandad indígena tenía otro agravante: las enfermedades, viruela entre ellas, traídas a América por los españoles y que diezmaron la población.

El pago de los salarios era una ficción, los horarios horriblemente extensos. En las fábricas se obligaba a trabajar, contra las reglamentaciones vigentes, a niños de 6 a 8 años de edad. Un siglo más tarde, la Inglaterra industrial y "civilizada" exterminaba a miles de niños de la misma edad, más exactamente, de 5 a 6 años, menos aún que en las colonias españolas del siglo XVII, en sus talleres infernales. La "acumulación" capitalista ya estaba en marcha, así como la eficaz campaña inglesa sobre la crueldad española. Y ya pululaban los anglófilos en el mundo entero.

Como los indios se fugaban, eran frecuentes las prácticas de organizar pequeñas expediciones para cazarlos. Claro que el implacable pillaje no logró establecer una paz perpetua. Baste señalar que tres siglos más tarde del descubrimiento, cuando la sociedad colonial parecía definitivamente arraigada y estructurada y las razas americanas irremediablemente vencidas, una formidable sublevación, encabezada por Tupac Amarú en 1780, sólo 30 años antes de la emancipación americana, puso de pie a decenas de miles de indios peruanos.

*Fragmento de “Historia de la Nación Latinoamericana”, de Jorge Abelardo Ramos


Historia del gorilismo. Desde 1810*

Por Javier Prado

Fragmento 6

La dictadura consigue apoyo intelectual

Borges también hizo una incursión en la economía y dijo del gobierno peronista: “El descalabro económico de la dictadura dejo exhausto al país”585. Luego agregó “Aramburu y Rojas podrán estar equivocados, pero nunca serán culpables”586.

El mal disimulado elitismo de Borges emergió en toda su decadencia al hacerse cargo de la Biblioteca Nacional. Anunció las reformas edilicias para “que la sala de niños no sea un corredor de engendros de pulmonía”587. La “libertadora” no tardó en mostrar sus garras, pero allí estaban los in-telectuales consagrados para socorrerla: “ante la persistente campaña de sospechas y acusaciones que en estos días tratan de agitar la opinión, los escritores que firman esta nota reiteran su plena confianza en el gobierno de la Revolución Libertadora. Entendemos que los hombres de este gobierno prosiguen juiciosamente en la paz la obra iniciada con las armas en septiembre de 1955 y van encaminando la patria hacia un porvenir sereno y honroso. Juzgar y censurar la cosa pública es un derecho inalienable, al que no renunciamos, pero no podemos olvidar que el país sale de una zona de infamia y que nuestra discordia favorecerá fatalmente a los opresores de ayer. Por eso nos vemos obligados a condenar a quienes perturban el afianzamiento de la Revolución”588. Firmaban este apoyo: Horacio Armani, Adolfo Bioy Casares, J. L. Borges, A. Capdevila, Nicolás Cocaro, C. Mastronardi, Mujica Láinez, Silvina Ocampo, F. Romero. Por supuesto la Federación Económica del Chubut se adelantó a presentar sus servicios de colaboración con la dictadura mediante una serie de comunicados. En el telegrama, expresa: “Los organismos que representamos reiteran ante el señor ministro de Interior y Justicia el ofrecimiento de amplia colaboración expuesto al gobierno provisorio constituido en esta provincia”589. El Vaticano también manifestaba su alegría por el golpe. La dictadura de Lonardi designaba embajador en Uruguay al “socialista” Alfredo Palacios...y él aceptaba. El diario de Feldman no dejó de aprovechar cualquier ocasión para chupar las medias de la dictadura y cualquier oportunidad era buena para hablar pestes de Perón: “El ex presidente predicó la humildad como base de su llamada doctrina. Hubieron muchos que le creyeron y se constituyeron en sus fieles soldados pero la realidad ahora dice que la humildad no era practicada por el predicador. Al menos así lo demuestran estos datos del inventario realizado en su residencia particular y que son, a saber: 400 trajes, 260 pares de zapatos”590 y Jornada publicaba esto: “El pueblo se educó en el miedo, en el miedo a hablar, en el miedo a expresar ideas, en el miedo a participar de actos (...) Corresponde ahora una tarea de gran magnitud al maestro, al periodismo, a la radio, al político y al universitario. Esa tarea no puede ser otra que la de educar en la libertad. El pueblo suizo, educado en la libertad para la libertad, no teme a los tiranos ni acepta a los déspotas”591. Después se quejaba de los últimos 25 años de historia “salvo el gobierno del doctor Ortiz, que intentó colocarnos en la corriente democrática”592, con el “incómodo” detalle de haber sido electo por el fraude. El diario de Feldman les pide a los maestros que nunca más sean “propagadores de doctrinas que no condicen con nuestra tradición y con nuestros sentimientos (…) Entonces aprenderemos a leer, a pensar más profundamente en los beneficios de la libertad y a comprender que sin ella nada es digno, nada es justo, nada es posible.
El reciente ensayo totalitario en el país, así lo demuestra”593...Este era el tipo de “prensa libre” a la que debió enfrentar el peronismo. A este tipo de medios debió superar el peronismo para volver al poder, y así lo hizo. Ni la mentira ni la exageración ni la difamación pudieron con el líder de los trabajadores, porque Perón volvió al poder con el 61 % de los votos...Pero sigamos con Feldman y su diario: “se perfila más nítidamente el propósito del gobierno de poner orden en el desorden (...) Poner orden en el desorden, será tarea paciente. Mucha gente no se ha dado cuenta todavía que se ha operado una gran revolución; mucha gente no admite aun que ha desaparecido el sistema anterior y espera la voz de su Mesías, para retomar el gobierno y para retomar esa senda tortuosa que el pueblo acaba de condenar tan virilmente y tan unánimemente”594. Esta falsedad se puede comprobar fácilmente...Si era “mayoritario” el rechazo por el peronismo, ¿por qué hizo falta la proscripción del partido?...Tan falso es lo del “rechazo” de la “sociedad” como lo prueban todas las elecciones posteriores en las que los ganadores no obtuvieron nunca ni la mitad de los votos. Pero lo repudiable es lo que publica Feldman que (en plena dictadura producto del golpe militar) afirmaba: “Ahora, con el imperio de la ley, es decir con un gobierno de derecho, todos somos argentinos”595. Hay más todavía. El diario de Feldman editorializa acerca de los dichos del Ministro de Comercio de la dictadura, doctor Morixe. Y comentaba: “Una palabra más agregó el doctor Morixe. Consultará a los gremios y obreros en toda cuestión fundamental. Las organizaciones existen y deben actuar libremente. Se mostró partidario de la libre competencia y de la iniciativa privada, pero considera que el paso de una política a otra, llevará tiempo, porque “nada resultaría más peligroso que adoptar de golpe un sistema de libre economía” frente al dirigismo que era la característica de los últimos doce años”596. El problema del dirigismo no es tal.

Todo el tiempo hay dirigismo, lo que pasa es que a algunos les molesta el dirigismo del Estado y no el dirigismo privado que saquea a los trabajadores.

El partido Comunista deliraba mucho y pensaba que había dos tendencias muy diferentes dentro del golpe. Irónicamente creían que Rojas “se inclina hacia posiciones democráticas y de cierta resistencia al imperialismo”597. Lonardi confirmaba que la Iglesia había tenido un importante papel en el golpe: “En cuanto al Clero, sin perjuicio de la ayuda que individualmente prestaron sus miembros, le cupo un papel de primer orden en la preparación del ambiente revolucionario, por la defensa brillante de la religión y de las piadosas tradiciones del pueblo argentino”598. De esto podemos concluir que a la Iglesia católica le cupo la tarea de desestabilizar al gobierno y no solo desde los púlpitos sino desde la calle (como fue la Marcha de Corpus Christi). Esta actitud colaboracionista de la Iglesia católica con un golpe antinacional no sería la última. En 1976, su cúpula apoyaría la represión liderada por Videla.

La “libertadora” realizaba consultas con los “gremios”. Las consultas las hacían con los interventores que habían asaltado los sindicatos y habían sido puestos allí a punta de pistola. Cabe recordar que después del golpe de 1955, en la fundación Eva Perón, se quemaron las sábanas porque tenían las iniciales de la entidad y se molió a martillazos toda la vajilla. Se intervino la CGT, se proscribió al partido peronista. Rojas presiona dentro del golpe y logra que se designe una junta consultiva integrada por Oscar Alende, Miguel Ángel Zavala Ortiz, Juan Gaun y Oscar L. Serrot (radicales) , Aguirre Cámara, Reynaldo Pastor, Rodolfo Corominas Segura y Adolfo Mugica (conservadores), Luciano Molinas, Díaz Arana, Horacio Thedy y Julio Noble (demócratas progresistas), Manuel Ordóñez y Rodolfo Martínez (democracia cristiana), Alicia Moreau de Justo, Américo Ghioldi, Ramón Muñiz y Nicolás Repetto (socialistas), Horacio Storni y Enrique Ariotti (Unión Federal). Por el sur del país se decía: “Para posibilitar una nueva organización con base democrática, se ha hecho indispensable intervenir a los gremios para eliminar influencias ajenas a la entidad (...) A los gremios de Chubut, corresponderá una tarea muy importante.

Cuenta la provincia con tres secciones: la de Comodoro Rivadavia organizaciones muy aguerridas y fogueadas que saben lo que quieren y tienen experiencia en el manejo del gremio. Allí, con eliminar actores perturbadores, se podrá conseguir directivos capaces (...) La zona del Valle Inferior (…) No será difícil dar con obreros capacitados, patriotas, dispuestos a entregarse a la causa nacional (...) En la zona cordillerana (…) Existía un sindicato de “oficios varios”, amorfo y fuera de reglamento, que servía exclusivamente fines políticos y nunca gremiales”599.

El diario La Nación no se quedó atrás en sus practicas antipopulares y fue, es y seguramente seguirá siendo, un férreo defensor de los privilegios de la oligarquía, por eso decía en 1955: “Tras un decenio de oscurantismo, en que toda manifestación intelectual o artística debió estar impregnada de una supuesta doctrina nacional y al servicio de la propaganda de su único inspirador, la vida espiritual se mueve ahora en el ambiente de libertad de concepción y de expresión propicio para que de sus mejores frutos”600. La revista Sur, que jamás estuvo prohibida durante el gobierno de Perón, tuvo además una hija pródiga y esa hija fue ASCUA (Asociación Cultural para la Defensa y Superación de Mayo). Por supuesto sus integrantes eran los mismos de la Revista Sur y seguían siendo los mismos escritores ligados al campo, pero no al trabajo sino simplemente a la renta, como Bioy Casares, Ocampo, Guido, etc. Carlos Alberto Erro, en la línea de los anteriores, dijo: “esas mismas masas mostráronse increíblemente dóciles a la demagogia y al oscurantismo y dispuestas a enajenar su voluntad a los dictados de un amo todopoderoso. Nada pareció significar para ellos la pérdida de valores que nos habían permitido disfrutar de un grado de civilización política no común en América”601. Toda acción emancipadora de las masas les parecían el fruto de la demagogia, y lo que añoraban disfrutar era la capacidad de comprar importado mientras la industria nacional agonizaba. Ciertos in-telectuales piensan en las masas sólo para verlas ahí como una foto, quietitas, en un cuadro. Cuando esas masas van y votan por Perón se convierten en una monstruosidad.

Aramburu y Rojas, los íconos del gorilismo

El factor económico fue el principal motor del golpe de la “libertadora” (fusiladora).
El objetivo era terminar con el estado benefactor, terminar con la redistribución del ingreso nacional y hacer más grande la brecha entre ricos y pobres. Se implementa lo que más tarde se llamará economía de mercado. La idea era restaurar el modelo agro exportador...

Lonardi, duró poco, porque según sus sucesores era demasiado “blando”. Le sucedieron en noviembre de 1955 Aramburu y Rojas que vienen a ser la ultra gorila línea de Mayo -Caseros. Se interviene a la CGT y son encarcelados en Ushuaia los dirigentes peronistas más notorios y en todo el país son miles los que van presos. En la Universidad (esa burbuja) el ambiente pro golpe era evidente. Aramburu designó al “socialista” José Luis Romero interventor de la Universidad de Buenos Aires (cargo que aceptó con orgullo): “El Poder Ejecutivo ha querido confiarme la ímproba labor de colaborar con el gobierno de la Revolución Libertadora en la misión de devolver a los claustros de la universidad de Buenos Aires su dignidad y libertad.

Agradezco profundamente la confianza que el señor Ministro ha depositado en mí y declaro que no he de escatimar esfuerzos para justificarla y seguir mereciéndola”602. Y con total caradurismo e ignorancia decía: “El tiempo del desprecio ha pasado y ha comenzado el de la solidaridad”603... Alguno cándidos hablaban de la “libertad” que el golpe llevó a las Universidades. Curiosa forma de ser libres. Las mayorías presas y los “democráticos” de la F.U.A. “libres” dentro de esa burbuja. Romero no estaba solo. Su secretario fue Ismael Viñas. Entre los profesores echados de sus cátedras estaban José María Rosa, Juan José Hernández Arregui y John William Cooke. Y la frutilla del postre es la designación del ultraderechista Jorge Luis Borges al mando de la Biblioteca Nacional (cargo que mantuvo hasta 1973, cuando renunció ante el triunfo del peronismo). Unos meses después serían asesinados los muchachos peronistas en José L. Suárez.

El diario Jornada hablaba acerca del confinamiento de personas en el sur (los presos políticos que eran mandados de Buenos Aires hacia la Patagonia). Feldman publicaba: “Bien entendemos la necesidad que tiene el país de eliminar todos los motivos que puedan significar perturbaciones y que van en contra de la tranquilidad que el pueblo necesita para recobrar su ritmo de vida y entregarse por entero a la obra constructiva que ha de sacarnos del marasmo en que nos colocaron quienes usaron la demagogia, el robo y la ineptitud para gobernar”604. En la columna “Panorama del país” se hacían alabanzas a uno de los capos gorilas, el infaltable Américo Ghioldi. Esto decía el diario de Feldman: “Américo Ghioldi, revolucionario de verdad, que no aprovecha estos momentos difíciles para el país, para llevar agua a su molino”605. Era aceptado el “socialismo” de Ghioldi, pues resultaba inofensivo y funcional a la dictadura. Por decreto 4161 de 1956 se prohíbe la palabra “Perón”, “Evita”, “peronista”, “peronismo”. El decreto decía así: “El Presidente Provisional de la Nación Argentina, en ejercicio del poder Legislativo, decreta con fuerza de ley Art.1ro. Queda prohibida en todo el territorio de la Nación a) La utilización, con fines de afirmación ideológica peronista, efectuada públicamente, o propaganda peronista, por cualquier persona, ya se trate de individuos aislados o grupos de individuos, asociaciones, sindicatos, partidos políticos, sociedades, personas jurídicas publicas o privadas de las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrina, artículos y obras artísticas, que pretendan tal carácter o pudieran ser tenidas por alguien como tales pertenecientes o empleados por los individuos representativos u organismos del Peronismo.

Se considerará especialmente violatoria de esta disposición, la utilización de la fotografía retrato o escultura de los funcionarios Peronistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente depuesto o el de sus parientes, las expresiones “Peronismo”, “peronista”, “justicialismo”, “justicialista”, “tercera posición”, la abreviatura PP, las fechas exaltadas por el régimen depuesto, las composiciones musicales “Marcha de los Muchachos Peronistas: y “Evita capitana” o fragmentos de las mismas, y los discursos del presidente depuesto o sus esposa o fragmentos de los mismos.

b) La utilización, por las personas y con los fines establecidos en el inciso anterior, de las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrina artículos y obras artísticas que pretendan tal carácter o pudieran ser tenidas por alguien como tales creados o por crearse, que de alguna manera cupieran ser referidos a los individuos representativos, organismos o ideología del Peronismo.

c) La reproducción por las personas y con los fines establecidos en el inciso a), mediante cualquier procedimiento, de las imágenes símbolos y demás objetos señalados en los dos incisos anteriores. Firman el presente Aramburu, Rojas, Busso, Podestá, Costa, Landaburu, Migone, Dell’Oro Maini, Martínez, Ygartúa, Menediondo, Bonnet, Blanco, Mercier, Alsogaray, Llamazares, Alizón García, Ossorio, Arana, Hartung, Krause”607.

Ghioldi volvía a la carga en 1956 ya en plena “revolución libertadora”: “para lograr la desperonización de un veinte por ciento de la población a fin de equilibrar así en favor de las democracias, el paralelo existente entre las dos grandes masas de opinión”608, y otra más: “El país ha sufrido más de veinte años de denigración histórica. Esto llegó a su colmo con el tirano desaprensivo que calumnió sistemáticamente a los constructores de la nacionalidad. No se respetó una sola gran figura”609.

En el ministerio de economía fue designado un viejo conocido de la oligarquía: Raúl Prebisch, quien elaborando un fraudulento informe dijo que el país estaba en la peor crisis de su historia y por eso procede a “abrir” la economía a los inversores extranjeros... Se desnacionalizó el Banco Central, se devaluó la moneda y se liquidó al IAPI. A principios de año muere el diputado socialista Enrique Dickman. El diario de Luis Feldman entonces declaraba esto: “Sólo en los últimos años cuando su mente perdió fortaleza y la demagogia del ex presidente logró envolverlo, Enrique Dickman cometió el grave error de pasarse a sus filas”610. Muchos intelectuales no dudaron un instante en succionar las botas de la dictadura de Aramburu y Rojas, como Carlos Estrada que decía de los peronistas y de Perón: “Sus partidarios, alienados en un pasado que no volverá, siempre a la espera del retorno del “héroe” en el “avión negro” (que pobre es la imaginación del populacho, que no el verdadero pueblo) todavía viven nostálgicos de los “diez años de felicidad”, es decir, de la época en que, entregados al más torpe hedonismo, eran aspirantes a burguesitos, “descamisados”, con camisas de seda, zapatos de gamuza y ostentoso reloj pulsera, que ya no le son asequibles”611. Lo que más le molestaba era que el pobre hubiera ascendido y se hubiera comprado el reloj.
Por supuesto delata el carácter antipopular de la “libertadora” cuando dice que ese reloj ya no lo podría comprar. Leonidas Barletta era otro gorila que decía que Perón: “cargó de impuestos a la clase media”612 y finalmente el historiador Tulio Halperín Donghi agrega: “Perón, ante la experiencia de los hechos, estableció el “fascismo posible”, es decir, estableció la máxima dosis de fascismo que la Argentina de la segunda postguerra era capaz de soportar”613.

En Trelew, Feldman publicaba esto en su diario: “El país ha retomado la senda clara de su historia (...) Doce años de dictadura no pudieron quebrar la esencia de la nacionalidad, aunque es menester reconocer que en ese lapso quedaron seriamente afectados instituciones y hombres; el daño fue más grande en los jóvenes, cuyo espíritu fue saturado de una prédica negativa y colmado de malos ejemplos por quienes se titulaban asimismo conductores de la patria (...) han perdido la facultad de pensar y de accionar (...) El espíritu argentino heredado de los forjadores de la nacionalidad, se diluyó en el latrocinio y el acomodo, en el enriquecimiento sin esfuerzo, en la dádiva oprobiosa, en el agradecimiento genuflexo y en la adoración de figuras que eran un verdadero escarnio. La aurora de la libertad y de la democracia asoma su rayo de luz sobre ese panorama y la luz proviene de quienes quedaron intactos, los que no pudieron ser vencidos por las salpicaduras del régimen, no obstante haber sido alcanzados por ellas, porque el país había sido llevado a un estado de lodazal donde era

NOTAS
587 Imperialismo y cultura, p. 218
588 Ídem
589 Jornada 29/09/55, p.2
590 Jornada 29/09/55
591 Jornada 30/09/55, p. 2
592 Jornada 30/09/55, p. 2
593 Jornada 30/09/55, p. 2
594 Jornada 04/10/55, p. 2
595 Jornada 04/10/55, p. 2
596 Jornada 06/10/55 p. 2
597 Vittorio Codovilla, en Revista Nueva Era, citado en “La Revolución Libertadora”, N. Galasso, p. 4
598 Lonardi en entrevista con Raúl Morales Álvarez, Revista Ahora, en www.elhistoriador.com.ar
599 Editorial de Jornada, 03/01/56 p.1
600 Imperialismo y cultura, ob. cit., p. 224
601 Ibídem, p. 239
602 José Luis Romero. La experiencia argentina, p. 353
603 Ibídem, p. 355
604 Jornada 05/01/56
605 Jornada 05/01/56
607 Roberto Bardini. “La patria Fusilada” en www.proas2003.com.ar/prhoibperonismo.htm
608 Jornada 05/01/56
609 El dilema argentino: Civilización o barbarie, ob. cit., p. 257
610 Jornada 06/01/56 p. 1
611 Revolución y contrarrevolución en la Argentina, Volumen II, ob. cit., p. 355
612 Ídem
613 Ídem
614 Jornada 06/01/56 p.
615 El otro rostro del peronismo, p. 11
616 Ibídem, p. 12
617 Ídem, p. 12
618 Ídem, p. 12
619 Ibídem, p. 14
620 Ibídem, p. 17
621 IBídem, p. 17 imposible dar un paso sin salpicarse” 614. Estas cosas publicaba complacientemente Feldman en su diario, menospreciando al pueblo y adulando a la dictadura de Aramburu.


¿Capitalismo o feudalismo? *

Por Jorge Abelardo Ramos

La disputa sobre el carácter de la colonización española en América reviste un particular interés histórico y político.24 Por supuesto, el tema en discusión no reviste un carácter académico ni de "pura doctrina". Se trata de saber, en" esencia, las consecuencias políticas que se inferirían si, en efecto, el pasado colonial de Hispanoamérica ha dejado tareas nacionales y democráticas por resolver en nuestro tiempo o si, por el contrario, el avanzado carácter de la colonización de tipo capitalista, los ha resuelto todos y en consecuencia, en el presente, América Latina enfrentaría una lucha de clases de acuerdo al modelo clásico de Europa: burguesía y proletariado.

Si realmente la colonización hispano-portuguesa revistió un carácter feudal, cabría discutir cuándo América Latina perdió ese carácter, pues es obvio que actualmente carece de él. Por otra parte, si esa colonización poseía rasgos capitalistas en el siglo XVI, XVII y XVIII, podría desprenderse lógicamente que el capitalismo como modo de producción ha terminado en el siglo y medio siguiente por imponerse en la sociedad latinoamericana. Los problemas políticos y las soluciones emergentes están vinculados, como es natural, a la realidad de tales enjuiciamientos histórico-económicos.

A nuestro juicio aún hoy el capitalismo nacional no ha triunfado plenamente en esta parte del mundo, de donde no se infiere en modo alguno el carácter feudal de la colonización. En ese hecho reside justamente su carácter semicolonial. Los españoles no podían traer al Nuevo Mundo sino las instituciones y los modos de producción que conocían y en cuyo seno se habían formado. Naturalmente que ya en el siglo XVI el "feudo" no existía en España. Sólo sobrevivían en proceso de desintegración, bajo el absolutismo de los Austria, caracteres del feudalismo heredados de la guerra secular contra los moros. El descubrimiento de América prorrogó esa decadencia y lejos de robustecer la influencia burguesa en la sociedad española, la redujo a su mínima expresión. La historia de España es explícita a este respecto.

Pero América española ya no era un asunto puro y simple de España. Se elevaba en el mundo a partir del siglo XVI un "sistema mundial", esto es, el capitalismo. En el centro de este sistema estaba Inglaterra. España se convierte, a partir del siglo XVII, en el intermediario ruinoso entre el Nuevo Mundo y el capitalismo pujante de Gran Bretaña, que absorbe, industrializa y distribuye gran parte de las riquezas latinoamericanas, seguido por Holanda y Francia.25

Los terratenientes, ganaderos, fazendeiros, mineros o dueños de plantaciones con productos exportables destinados al mercado mundial, eran españoles o americanos enriquecidos, que con mano de obra esclava o servil se insertaban en el nuevo mercado internacional controlado por Inglaterra. El azúcar, los minerales diversos, el tasajo, el sebo, las astas, los cueros, el tabaco, el trigo, el cacao o el café o algodón de los Virreynatos del Perú, Río de la Plata, Nueva España, Nueva Granada o el Imperio portugués en América o las Antillas, eran extraídos con la sangre y el sudor del trabajo forzado y se transformaban en capital comercial.

¿Cómo se distribuía ese capital comercial? Parte de él quedaba en manos de los propietarios señoriales, españoles o americanos; en su mayor caudal se volcaba al proceso de acumulación primitiva del capitalismo europeo, en particular del capitalismo inglés. ¿Qué destino tenía el capital mercantil que permanecía entre las uñas de los plantadores o propietarios negreros de América? ¿Generaba, acaso, un proceso análogo de acumulación primitiva, al que se verificaba en Europa? Al contrario, ese capital no se reinvertía Sino en los gastos suntuarios propios de clases parasitarias o improductivas. La inmovilidad de la tierra en "manos muertas", como en España y la indivisibilidad de las grandes propiedades por la institución del mayorazgo, creaba un obstáculo para las transacciones. Asimismo debe señalarse que las prohibiciones y limitaciones, por lo menos formales, de la Corona, quitaban a los grandes plantadores o hacendados toda veleidad de una reinversión productiva en la industria. Ese mismo capital comercial permanecía en "manos muertas" y se derivaba a la construcción de grandes palacios, casas de campo, adquisición de joyas, mantenimiento de una numerosa servidumbre y todo género de boato muy poco "burgués".

6. Las clases rentistas.

En el siglo XVIII las colonias hispanoamericanas habían alcanzado un desarrollo relativamente importante. El hecho de que México, Lima o Potosí disfrutaran de un lujo esplendoroso, de grandes iglesias y residencias imperiales, en comparación con Nueva York y Filadelfia en la misma época, debe buscarse en el carácter señorial e improductivo de la sociedad española en América.28 Es "una sociedad aristocrática que mira con desdén el trabajo manual y lo confía a su abundante servidumbre negra, india o mestiza".

Pero en América del Norte no había mano de obra abundante. Por lo demás, aquellos puritanos procedían de una sociedad capitalista, con sus propios hábitos y relaciones de producción. Aún en nuestro siglo, cuando la esclavitud y las condiciones de trabajo servil o forzado han desaparecido casi por completo, sustituidas por el "trabajador libre" y asalariado, los mismos plantadores, gamonales, hacendados, ganaderos o productores de azúcar, algodón o productos tropicales de América Latina, cuando no se trata de empresas imperialistas extranjeras, conservan una conducta de consumo oligárquica y una psicología rentística no burguesa. Si en nuestros días podemos calificar a esta clase social en América no como "feudal" sino como "capitalista agraria", sin duda que no podríamos incurrir en el error de juzgarla como "clase burguesa".

En definitiva, el rasgo diferencial de los diversos núcleos de clases dominantes en la América de la colonización hispánica no era feudal, sin duda, pero aunque conservaba toda la psicología de una clase ya en lenta disolución en España, y muchos de' sus hábitos, normas jurídicas e instituciones, debe ser considerada como parte de un capitalismo mercantil fundado en la esclavitud y el trabajo servil, natural agente hispanoamericano del verdadero capitalismo en formación, el capitalismo europeo.

Si bien es cierto que la creación del capitalismo industrial europeo se nutrió en gran parte de las riquezas de América Latina, ese crecimiento capitalista del Viejo Mundo frustró el desarrollo autónomo del capitalismo en el mundo nuevo. La relación interna de América Latina con Europa en el "sistema mundial" reside en esa distribución desigual de funciones. De otra manera, no existiría el antagonismo entre naciones oprimidas y naciones opresoras, la ley del desarrollo desigual sería una licencia poética y América Latina la metrópoli de la tecnología.

*Fragmento de “Historia de la Nación Latinoamericana”, de Jorge Abelardo Ramos


Historia del gorilismo. Desde 1810*

Por Javier Prado

Fragmento 7

Martínez Estrada. El racismo argentino

Pero además de Sábato hubo otro “grande” (gorila), que en 1956 salió a pegar duro a los peronistas y a dar su apoyo a la dictadura de Aramburu. Ese fue Ezequiel Martínez Estrada, otro gorila in-telectual que escribió un libro reaccionario llamado “¿Qué es esto?”, un despliegue de racismo. Del pueblo dijo: “En la figura de Perón y en lo que el representó y sigue representando, he creído ver personalizados si no todos, la mayoría de los males difusos y proteicos que aquejan a mi país desde antes de su nacimiento”646, o sea: el pueblo. Martínez Estrada agrega con rabia: “Perón se dirigió a un sector numeroso del pueblo, el de los resentidos, el de los irrespetuosos, el de los iconoclastas. Sector de individuos sin nobleza, con una opinión peyorativa de los grandes hombres y de los intelectuales en general y en bloque (…) esa turba despreciaba al país que ambos harían bien pronto en verdad despreciable; no reconocía dioses, héroes, sabios ni santos. A ese populacho, desdichadamente mayoritario y dueño de un poder destructor antes nunca ejercido ni exhibido, se dirigió Perón. Se ofreció en camisa a que lo manosearan; y al noli me tangere opuso el “mano a mano” de los villanos; confirmó a la turba resentida que tenía razón en despreciar a los prelados, los militares y los políticos porque él encarnaba, en una versión inferiorizada, a otros cuatro representantes de las glorias nacionales. El populacho no conocía otros-en el caso de que hayan existido-y Perón les aseguro que estaban en lo cierto. Fue su legislador como según Sarmiento, Rosas lo había sido “de esta sociedad tártara””647. Desprecia en este libro a todos los movimientos populares y a través de su ataque a Yrigoyen (más adelante) y a Perón, aprovecha para insultar a las masas. Dice de Perón: “Llegó a constituir un ejército de mulatos antropomorfos, analfabetos juramentados, cuerpo montado que formaba parte de su corte”648. No hay dudas, es furia racial lo que más movía a Martínez Estrada y a eso se le suma su odio a las ideas políticas del pueblo. Estas otras cosas escribió: “Perón organizó, reclutó y reglamentó los elementos retrógrados en nuestra historia, las fuerzas inertes reincidentes, que he denominado residuos sociales e invariantes históricos (…) Lisa y llanamente le prometió trabajar el domingo y descansar el resto de la semana”649. Eso es lo que más le molestaba a Martínez Estrada: el hecho de que los obreros no fueran explotados salvajemente en jornadas de 16 horas. Le molestaba que los obreros tuvieran derechos y a eso le llamaba vagancia. Según este in-telectual, el pueblo argentino “podrá ser llevado a cualquier parte tras un manojo de zanahorias”650. Más adelante, Martínez Estrada con actitud propia de oligarca, agregaba: “Perón nos reveló, no al pueblo sino a una zona del pueblo que, efectivamente, nos parecía extraño y extranjero. El 17 de octubre Perón volcó en las calles céntricas de Buenos Aires un sedimento social que nadie habría reconocido. Parecía una invasión de gentes de otro país, hablando otro idioma, vistiendo trajes exóticos, (…) y Perón tuvo más que la bondad y la inteligencia, la habilidad de sacarlo a la superficie y de exhibirlo sin avergonzarse de él, no en su calidad de pueblo sino en calidad de una fuerza tremenda y agresiva que hacía peligrar los cimientos mismo de una sociedad constituida con sólo una parte del elemento humano”651. Según Estrada, ese pueblo era “el Lumpenproletariat. Era asimismo la Mazorca, pues salió de los frigoríficos como la otra salió de los saladeros. Eran las mismas huestes de Rosas, ahora enroladas en la bandera de Perón, que a su vez era sucesor de aquel tirano (...) Sentimos escalofríos viéndolos desfilar en una verdadera horda silenciosa, con carteles que amenazaban con tomarse una revancha terrible (...) No sólo dio a ese infraproletariado de trabajadores pobres un lugar al sol, sino que en muchos conceptos lo colocó sobre el empleado, el maestro y aun el profesional. La clase media libre y la burocracia quedaron detrás o debajo de ellos”652, otra vez la molestia por el ascenso social, por tener que codearse en el mercado o en el teatro con gente morocha. El escritor manifiesta sus temores de clase. Después viene el típico desquite racista y hablando de Perón dijo: “recogió con prolija minuciosidad de hurgador en los tachos de basura, los residuos de todas las actividades nacionales, en los órdenes espiritual y material (…) También recolectó las limaduras del radicalismo, del comunismo, del socialismo y de los demás partidos políticos”653, de manera que ve a Perón como un basurero y al pueblo como basura. Pero más adelante continúa la descalificación de las masas con odio, diciendo que el pueblo que votaba por Perón era “la rebaba de la civilización”(...)“También Mussolini y Hitler reclutaron los residuos de un pueblo engañado”654. En definitiva le molestaba a Estrada que hubiera justicia social. Según él hubo, por parte de Perón, “un plan sistemático de deprimir la cultura y enaltecer la barbarie. Tampoco era simplemente afición deportiva lo que llevaba al Presidente a presenciar todos los domingos el más importante partido de fútbol y a inaugurar el juego dando el primer puntapié a la pelota. Muy pocos vieron que el puntapié se lo daba a una clase entera que por lo regular no asistía a esos espectáculos, como tampoco a los de box, a los que era tan aficionado él”655. Este argumento es falso, ya que durante el gobierno de Perón se construyeron 8.000 escuelas y los pibes iban a estudiar porque la comida la tenían en la casa.

También le da palos a Yrigoyen diciendo: “habilitó una forma muy del gusto de la chusma, una paracultura con órganos de pseudoculturación. Perón consumó la exquisitez de esa barbarie: cambió el orden de colocación de los valores, enalteció los trabajos pedestres de los que era asistente la alpargata, y al libro de dio la misión de calzar las patas desparejas de los muebles. Los libros bajo las patas y las patas sobre las cabezas (…) quien conozca nuestra literatura además que la de otros países, nuestro periodismo y el extranjero; nuestras ciencias y artes y las otras, comprenderá con evidencia inequívoca que quiero significar al decir una cultura bárbara”656. Y arremete otra vez: “Cuanto más se le demuestre que Perón ha sido una ponzoña que aun beberán los nietos de nuestros nietos, más se adherirá a él, como represalia contra una exigencia de vida superior que le impone no sólo el trabajo honrado sino la conducta correcta. Seguirá amando a quien encubrió la holgazanería con la palabra y la escenografía del trabajo y al que confundió justicia social con bandolerismo”657. Del peronismo expresa: “agravó la connatural indolencia nativa del país”658. Luego sigue con el racismo: “Perón ha encendido en la chusma, que el llamaba “los descamisados” y que algunos tontos y necios confundieron con el proletariado, un orgullo de clase dominante. Si el socialismo marxista hubiera triunfado realmente en cualquier parte del mundo, el estado de ánimo ensoberbecido del obrero y del campesino habría sido el mismo de las chusmas peronizadas (...) permitiendo al trabajador libre -no al artesano ni al especializado porque no hay que confundir estas especies con la del bracero sin especialización, que piensa que se nace sabiéndolo todo-la fijación ad libitum de su salario o el pago ocasional de changas, salario que vino a quedar equiparado al de un profesional o médico a domicilio. Creó un cuerpo domiciliario de haraganes estafadores. Un changador, un taximetrista, un mecánico de radios o de básculas que no entiende su oficio, un plomero, un lustrador de pisos, que hasta ayer fueron repartidores de almacén, cobran su trabajo a razón de treinta pesos la hora. Y están tan infatuados que nos humillan con su arrogancia de analfabetos cuando les preguntamos por sus honorarios.”659. Acerca de las reformas laborales y la legislación obrera de Perón: “Implantó una legislación de bandidos (...) un código en que bajo el nombre de Vélez Sársfield se ocultaba Juan Moreira. A las costumbres laxas agregaba las costumbres relajadas y a esa infamia se le llamó justicialismo”660. Este era el pensamiento de Estrada: a las ganas de vivir mejor que tienen los obreros las calificaba de rapiña. Estas eran las ideas de Estrada acerca de lo que es un obrero: “Tampoco había obreros, ni proletarios, ni campesinos, ni soldados; había jornaleros, trabajadores desclasados, pobres, desamparados, reclutas, rateritos sin domicilio”661. Respecto de las mejoras durante el gobierno de Perón, Estrada denigra al pueblo otra vez diciendo: “Y el pueblo le lamió las manos, agradecido, como hace el perro famélico o castigado si se le da alimento o se le acaricia el lomo”662.

A Estrada le parecía que estaba mal que los trabajadores tuvieran dinero, pero no le pareció mal que lo tuvieran los terratenientes como él. La redistribución del ingreso que acortó la brecha entre ricos y pobres fue otra de las cosas irritaron a los sectores de más dinero. Es que de esa forma tenían que ir a restaurantes, rotiserías, teatros y cines donde también iban albañiles, gasistas y empleados de comercio, y compartir con ellos el mismo lugar los hacía sentir mal. Intelectuales como Estrada despreciaban al pueblo con toda su furia de clase. Respecto del proceso de industrialización dijo: “una ley de aparcería que es una ley de cuatrerismo, en desnaturalizar los sindicatos agrarios, en expoliar con mano de asaltante al agricultor, hurtándole más que estafándole en la compra de sus productos, que por el I.A.P.I. vendía al extranjero en cinco y seis veces el valor que les pagaba”663. El I.A.P.I. fue el medio para evitar que Bunge y Born se quedaran con todo el dinero. Noten que para Martínez Estrada “conciencia de clase” obrera significaba que los obreros debían asumir su “inferioridad”. Los obreros tenían verdadero sentido de clase, porque peleaban por su dignidad como personas. Sigue protestando contra la industrialización diciendo: “el campo quedó desmantelado; y en Córdoba, Santa Fe, y parte de la provincia de Buenos Aires, los agricultores tuvimos que repoblar los campos con hacienda, disminuyendo el sembradío, debido entre otras razones (...) a la escasez y exigencia de la mano de obra (…) En cambio al proletariado, o sea al obrero, al empleado y al profesional, en pocas palabras a los integrantes de la clase media, los redujo a servidumbre con aguinaldo y vacaciones. A cada especie de acémila su adecuado manojo de zanahorias. Al verter en las ciudades a la población rural y en las fábricas a los peones de campo -en las fábricas y en los arsenales-, injertó en un cuerpo de por si anémico, como era nuestro proletariado urbano, un elemento retardatario y estabilizador, como lo es el campesinado en todas partes del mundo”664. ¡Cuanto odio hacia el pueblo acumulado en un sólo hombre!… Califica a la política peronista de “socialismo neo -rosista (…) dictadura de la plebe mulata”665. Pero hay más: “A mi pueblo le ha gustado siempre la música de charanga más que la orquesta de cámara y el carnaval de las fiestas patrias más que el silencioso camino del trabajo”666.

Estrada dijo que el peronismo acudió “a las grandes masas resentidas e insatisfechas para triturar a la clase media”667, la misma diatriba de Sábato. Acerca de la personalidad de Perón dijo: “Sus ideas, magnificadas por las investiduras y el arte de encantar serpientes que poseyó en grado superlativo, son las mismas de un boyero de dieciséis años o de una mucama de treinta y tres”668...Para Estrada la mejor forma de atacar a Perón era compararlo con un boyero y una mucama, porque esas eran las cosas que Estrada detestaba. Del pueblo dijo: “permanece como masa inorgánica y sin disciplina ni ideas. No tiene arraigado ningún ideal, de ninguna clase. Esa masa es un protoplasma inmenso, sin forma ni función (...) Hoy el verdadero partido revolucionario es el partido conservador”669. Pero lo que también molestaba a Martínez Estrada era que el pueblo participara en política: “La política reemplaza otras vocaciones nobles y altruistas; por falta de centros y sociedades de interés cultural y social”670.

Para Estrada Buenos Aires “es el foco de las peores epizootias entre ellas el Yrigoyenismo y el peronismo. Debe considerarse estos males políticos como males urbanos del suburbio”671. Luego “reparte” sus maldiciones diciendo: “el comunismo es una religión y no una política ni un sistema económico”672, pero esto no le impedía después ir a Cuba para “lavar” sus culpas. Ya a esta altura su rechazo por el pueblo es más que evidente: “El gobierno de la chusma u oclocracia tiene en América su nido y su residencia indígenas (...) lo infraplebeyo o el Lumpenproletariat es la fuerza democrática típica de esta parte de América”673.

Se quejaba de la cultura Peronista porque dice que “invirtió la pirámide de los valores y de los precios”674. Esto le molestó mucho a Estrada, porque cuando la cultura y los precios estuvieron al alcance de todos, se acabó la “importancia” de los intelectuales y las reverencias que son tan comunes cuando llega un “escritor” o un “doctor”. Hay lugar para un poco más de odio racial (hablando de Perón): “Hizo un mestizaje de laboratorio con los cromosomas inferiores de la barbarie campesina y los cromosomas de la barbarie metropolitana”675, y sobre ese pueblo dijo que era: “podredumbre que había amontonado en los hogares y en las calles la democracia de establo preconizada por Rosas y revalidada por Yrigoyen”676.

Hace una defensa de la oligarquía: “Oligarca quiere decir: capitalista, burgués, intelectual, limpio, ocioso, hijo de alguien. La plebe descamisada condensó en esa voz todo su rencor y como en los maleficios, a esa imagen verbal simbólica le clavó sus puñales”677. Estrada dice que ser oligarca es ser “hijo de alguien” queriendo significar que los pobres y los obreros son hijos de nadie. A ese nivel llegaba su odio. De Perón dijo “halló una nueva fórmula genética -una nueva combinación de “códigos”-de la barbarie suramericana y argentina realizando un cultivo en gran escala de esa fauna montaraz y le dio carta de ciudadanía y acceso a las altas funciones publicas. Yrigoyen había hecho diputados a los capataces de chacra y Perón hizo ministros a los limpiadores de cloacas (…) con el excremento ideológico de Mussolini, le germinó las semillas de la Mazorca que esperaban brotar y florecer para presentarse en sociedad sin chiripa ni facón”678. Hombres como este son lo que algunos llaman “nuestros intelectuales”.

Al hablar de los pobres dice que lo hace “sin concederle los mismos derechos de ciudadanía, de responsabilidad y de tarea en una reconstrucción nacional. El peronismo recolectó esos residuos sociales, como también los llamé, e hizo de ellos su fuerza de izquierda. Con ellos nada tengo yo que ver, porque los considero mis desdichados hermanos pero fuera de juego, desplazados y cuyo regreso al seno de la familia que procura el enaltecimiento de la sociedad, la justicia por derecho y no por el despojo, debe hacerse por los métodos de rehabilitación o reeducación. Hay métodos científicos para que los inválidos y los tarados puedan sumarse al esfuerzo común por el mejoramiento de la vida social”679. De Evita dijo: “Y no podemos decir que ella era el mal y él el bien, pues los dos eran aspectos alotrópicos de Satanás (…) Era ella una sublimación de lo torpe, ruin, abyecto, infame, vengativo, ofídico y el pueblo vio que encarnaba atributos de los dioses infernales. Su resentimiento contra el género humano, propio de la actriz de terceros papeles, se conformó con descargarse contra un objeto concreto: la oligarquía o el público de los teatros céntricos. El pueblo de los descamisados y grasitas había sido antes su público”680. Finalmente cierra este decálogo del racismo: “el peronismo catequizó a los ciudadanos todavía inculturados (...) Ya el yrigoyenismo había fijado afiches con el grabado y la leyenda de “Yrigoyen en el corazón del pueblo””681. Le daba miedo que “En Córdoba he visto, en casas humildes, altarcitos con el retrato en colores de Eva Perón, dos velas encendidas y un ramito de colores. Era para arrodillarse a rezar con la familia. Si Yrigoyen despertó una adoración fanática de rango religioso, ¿Qué decir del fervor místico-patriótico que encendió Perón y su monaga?”682. Un desprecio final contra el pueblo hace Estrada cuando dice: “Perón creó una nobleza o corte pontificia a cuyo rango elevó, no por cierto a miembros de la clase superior o adinerada, como Napoleón, sino a genuinos representantes de la chusma. En las fotografías tomadas en las fiestas de gala oficiales veíamos las jetas de sargentos y cocineras de empanadas con frac y escote en el palco presidencial y en los primicerios (…) Sólo mediante toda esta mescolanza de superstición, servilismo al amo ungido, fastos de una restaurada monarquía de los mapuches y no de los incas, acceso de la plebe al Capitolio, condicionaron el inmenso poder de Perón”683. Estrada no deja en ningún momento de marcar su desprecio de tipo racial además del desprecio de clase que ya era obvio y por eso dice del pueblo que “muy tristes fueron los orígenes de su estirpe, nacida de la cruza del colono y de la india”684. La tristeza del pueblo no era por sus orígenes, porque no es una vergüenza ser hijo del indio o del colono; la tristeza la trajeron los que lo fusilaron, lo encarcelaron, lo discriminaron y lo proscribieron por ser peronistas (como antes, por ser indio, federal o yrigoyenista). Esa era otra “pesadilla” que acompañaba a los Estrada y a los que piensan y pensaron como él. Les aterroriza saber que el peronismo ya cambió la historia y hagan lo que hagan, el pueblo jamás perderá conciencia de sus derechos, aunque lo persigan y lo fusilen. “El peronismo ha sido podado, no arrancado.

Puede reverdecer. Quedan en sus puestos numerosísimos jefes, directores, administradores de toda laya, inclusive la burocracia (...) El peronismo no está corporizado, para usar una imagen evangélica, por cerdos en que se han aposentado los demonios; no tiene cuerpo ni pace en rebaños, no ocupa lugar ni tiene tiempo; es menos que la coqueluche, el paludismo y la parálisis infantil: no existe, para decirlo de una vez”685. El racismo es el centro del discurso de Estrada: “El peronismo llegó a ser una epidemia continental, especie de viruela que atacó más intensamente a los negros, quiero decir “los residuos sociales””686.

Para Estrada no hay proceso histórico ni nada parecido sino que el peronismo “Se trata, incuestionablemente, de un estado de fetichismo aborigen o mestizado, con vestigios de la necesidad continental de adoración de las razas sometidas, que en nuestros pueblos y en nuestras elites es todavía poderosísimo”687. Y esto es increíble, el peronismo, según Estrada: “es un brote vergonzante de la homosexualidad”688.
Desde el sur la represión recibía el “aliento” del diario Jornada y de su director, quien escribió editoriales como esta, haciendo una encendida defensa de la dictadura de Aramburu y Rojas: “Pero no es posible hacer todo de una vez, ni atropelladamente (...) Por ahora, lo más importante es cimentar la revolución. Existen muchos peligros y hay gente agazapada que lucha en la sombra y que aprovechará cualquier circunstancia para asestar un golpe contra la democracia”689. ¿De cual democracia hablaba Feldman en plena dictadura militar y con el peronismo perseguido y encarcelado?...Pero sigue: “Hay muchos peligros y contra todos ellos la democracia debe luchar. La juventud, las fuerzas armadas, el estudiantado, están alerta para acudir en defensa de la revolución”690.

Otro libro gorila fue el que escribió Manuel Peyrou, que recibió fervorosos elogios de La Nación. En su libro “Se vuelven contra nosotros”, aprovecha para derramar su gorilismo: “El pueblo fue feliz en la época de Perón porque el pueblo lo que quiere es dinero y algún fanatismo para entretenerse (...) El problema principal es el pueblo. Está siempre en contra de algo (…) Han pasado cincuenta años y el pueblo no ha aprendido a votar...Perón aprovechó con maligna inventiva las condiciones existentes y también en la sicología del pueblo, que carece de ideales y sólo aspira a tener dinero para el bolsillo y a llegar con plata a fin de mes¿Entonces que solución hay?-No sé...quizá quinientos años de educación”691.

Y no puede faltar otro “marxista” (si Marx lo viera hoy...), que recientemente formó parte del equipo de López Murphy en su campaña electoral por el quinto puesto...

¿quien otro que Juan José Sebreli?, amargo profesional, quien decía: “Cuando se vive en una cloaca, la rata es la mejor equipada para subsistir. El peronismo hizo que se volcara en las calles, que buscara un lugar todo ese mundo de resaca...El peronismo fue su gran oportunidad (...) Pero las historias clínicas del laboratorio experimental no explican por qué razón Perón y Evita eligieron ese modo peculiar de sublimación y no otro cualquiera. Tampoco nos explican -al mostrarnos en Perón y Evita a dos paranoicos, exhibicionistas e histrionescómo esos dos seres grotescos, dignos de lástima, han podido cambiar el curso de la historia de su país y definir con su nombre toda una época. ¿Por qué extraña razón un pueblo eligió para su conducción a un aventurero y una mundana? ¿Será tal vez que el pueblo entero se había vuelto loco?”692.

649 ¿Qué es esto? p. 23
650 Ibídem, p. 27
651 Ibídem, p. 27
652 Ibídem, p. 28
653 Ibídem, p. 29
649 ¿Qué es esto? p. 23
650 Ibídem, p. 27
651 Ibídem, p. 27
652 Ibídem, p. 28
653 Ibídem, p. 29
659 “¿Qué es esto?”, ob. cit., p. 61
660 Ibídem p. 63
661 Ibídem p. 67
662 Ídem p. 67
663 Ibídem p. 80
664 ¿Qué es esto?, ob. cit., p. 84
665 Ibídem p. 86
666 Ibídem p. 95
667 Ibídem, p. 104
668 Ibídem, p. 150
669 Ibídem, p. 159
670 Ibídem, p. 179
671 Ibídem, p. 185
672 “¿Qués es esto?”, ob. cit., p. 188
673 Ibídem, p. 193
674 Ibídem, p. 221
675 Ídem
676 Ibídem p. 224
677 Ibídem p. 225
678 Ibídem p. 222
679 ¿Qué es esto?, ob. cit., p. 228
680 Ibídem, p. 241
681 Ibídem, p. 248
682 Ibídem, p. 249
683 Ibídem, p. 250
684 Ibídem, p. 257
685 ¿Qué es esto? p. 260
686 Ibídem p. 277
687 Ídem
688 Ídem
689 Jornada 10/01/56 p.1
690 Jornada 10/01/56 p.1
691 En “Libros y alpargatas. Civilizados o bárbaros”, ob. cit., p. 124
692 Jorge Lanata. Argentinos, Siglo XX, desde Yrigoyen hasta la caída de De la Rúa, t. 2, Ediciones B, 2003, Bs. Aires, p. 89
693 Jornada 16/01/56
694 Jornada 16/01/56 p.1
695 Jornada 16/01/56 p.2
696 Jornada 16/01/56 p.2


Historia del gorilismo. Desde 1810*

Por Javier Prado

Fragmento 8

Frondizi traiciona el pacto con Perón

En 1958 con el peronismo proscrito es elegido presidente Arturo Frondizi, quien tardó sólo unos días en traicionar el apoyo que el pueblo peronista le había dado con su voto (en base al acuerdo con Perón, quien pensaba que Frondizi era el mal menor). Frondizi obtuvo el 44,79 % de los votos. Pronto empezó un plan privatizador del que ya hemos tenido muchas muestras. Frondizi fogoneó la teoría del imperialismo industrializador.
En tanto David Viñas ante la llegada de Frondizi dijo “Al fin un político que entendía la realidad del país y tenía libros en su casa”750.

Nuevas devaluaciones para ganancia del grupo exportador. La agencia UPI traía la noticia de que en la Cámara de Diputados se rindió homenaje al golpe de 1955.

¡Increíble! “El homenaje fue propuesto por el señor Gómez Machado, presidente del sector de la UCRI”751. Ese “legislador” habló del “significado profundo del pronunciamiento en contra de un régimen opresivo de la libertad”752. No fue un pronunciamiento, fue un golpe revestido de crímenes y persecuciones. Después llega la hora de la denigración del pueblo. En actitud gorila, Machado hablaba también de: “la sangre que se derramó en este país por hombres que sin comprender ese minuto histórico cayeron en las calles de Buenos Aires”753... No, esos hombres (peronistas) cayeron porque sabían lo que estaba sucediendo: estaba en marcha la contrarrevolución y el comienzo de la cacería oligárquico – imperialista. El legislador de la UCRI, finalizaba diciendo del golpe “la aceptamos, sin vacilaciones como una jornada de gloria para la República que pone fin a una tiranía y recobra a la nación para la vida en normalidad dentro del orden constitucional y de respeto”754 ¿Qué respeto?, ¿cuál orden constitucional con la mayoría proscripta?

Por su parte el criminal Isaac Rojas declaraba: “Un pueblo en mangas de camisa no es el ideal de democracia”755. En 1959 Reynaldo Pastor (político conservador que fue parte de la década infame integrando ese Congreso fraudulento) escribió un librejo que buscaba, como tantos otros, desprestigiar al fenómeno peronista. Ese libro se llamó “Frente al totalitarismo peronista”. Ante al fenómeno de la ocupación plena y buenos salarios de la época peronista este “político” escribió: “Es que cuando la muchedumbre ha sido corrompida sólo quiere divertirse y alimentarse gratis, sin realizar ningún esfuerzo, ningún trabajo y sin tener que pensar en obligaciones a cumplir el día siguiente. Y por eso se siente satisfecha y contenta, halagada y feliz con el pan dulce y la sidra, con el juguete y la diversión, que le vienen desde lo alto y considera la retribución enviada por sus benefactores, en premio a su holganza y a su obsecuente fanatismo. Después alguien pregunta ¿por que en este país hay tanta gente que no quiere trabajar?”756. Pastor se emocionaba recordando la década infame cuando la oligarquía porteña le brindaba buenos dividendos y así dijo: “El pasado argentino, maravillosa y equilibrada síntesis del progreso científico, cultural, político, económico e institucional fue negado y desvirtuado en todos los ámbitos...Para coincidir con el turbión peronista era necesario pensar que se habría producido una monstruosa mutación de valores y de dignidad, en la mentalidad nacional y que los argentinos creían que todo lo que en la República había sido y era clase dirigente, superioridad, ilustración, saber, talento, cultura, gobierno y poder...súbitamente se había convertido en un hato encanallecido”757. Y sigue su descarga oligárquica diciendo “En el más bajo fondo del peronismo, la soberbia, la grosería y el desparpajo se expandieron como el reguero de aceite sobre la placa de mármol. Una ola de guaranguería y brutalidad cubrió hasta el más remoto rincón del país, sin respetar nada y sin que nada la contuviese...El personal de campo, la sirvienta de la casa, el repartidor de comercio, el taxista, el guardia del tranvía o del tren, la telefonista, el empleado público del comercio o la industria, en las grandes y en las pequeñas ciudades, se conducían con altanería e insolencia inusitadas, su lenguaje era soez y sus gestos torpes, inamistosos y soberbios. A veces llegaban a vías de hecho, sobre todo cuando se trataba de mujeres ancianas o de mujeres que iban bien vestidas”758. Es necesario que las nuevas generaciones sepan el desprecio que los in-telectuales y las clases acomodadas sintieron por el peronismo (y aun sienten). Ese desprecio se transmitió luego (y aun sigue siendo transmitido) a diversos grupos intelectualoides.

No es extraño que el discurso racista de tipos como Pastor haya prendido en la derecha, ya que desde esa esquina es imposible que surja algo con calor popular. Lo más preocupante es que desde el sector llamado “progre” se halla hecho el mismo esquema y se digan las mismas pavadas, lo que demuestra que su aparente “progresismo” no es más que una pose, para calmar su conciencia de “caretas” que no pueden llegar a ser aristócratas. Y es más doloroso desde ese sector, porque es del que uno puede llegar a esperar algo, un acompañamiento, o comprensión de los dramas sociales que la oligarquía conoce y que niega que existan. Nada podemos esperar de los sectores reaccionarios, pero si el “progresismo” sigue en esa burbuja de libros sin prácticas, entonces no será más que la izquierda de la corporación. Pastor descarga luego todo su odio contra el peronismo quejándose del acceso al turismo social que fomentó Perón. El turismo antes era privilegio de unos pocos y con el gobierno de Perón también los obreros pudieron ir a Mar del Plata o cualquier otro punto del país.

Pastor reiteraba sus maldiciones a la clase obrera: “El turismo oficializado para holgorio de unos cuantos privilegiados, fue un azote descargado sobre el rostro de los pueblos del interior, que tenían el atractivo maravilloso de una vegetación acogedora y de una singular belleza panorámica. Hombres y mujeres de todas las edades, de las más variadas siluetas y tipos, con abundante superávit de oscura pigmentación, fisgoneadoras e impertinentes, llegaban a los modestos pueblitos del interior, se instalaban durante días en los ámbitos de mayor transito, en las márgenes de los arroyuelos cristalinos y rumorosos haciendo alarde de sus desnudeses y excrecencias adánicas, que, para peor de todos los males, eran la contrapartida estética y el sentido del pudor con que la belleza suele abonar a la criatura humana. Así convivían día y noche, en una tremenda promiscuidad; hacían sus necesidades al aire libre, bailaban y escandalizaban durante noches enteras, prendían fogones sin cuidar la vida de las plantas y, por fin, cuando levantaban vuelo, quedaban los emplastos de excrementos, sobras de comidas, papeles sucios, latas y botellas rotas, y, sobre todo, quedaba herido el sentimiento de los sobrios y cultos pueblos, tan apegados a las tradiciones solariegas y tan impregnados de costumbres de natural recato y una llana concepción moral de la vida”759. A esto se enfrentó el peronismo, y venció. No podía faltar, por esa época (y en todas) el aporte de José L. Romero.

Acerca de la participación política de las masas, Romero trata de explicar por qué el socialismo no contaba con el sujeto histórico (el pueblo): “Esta virginidad política permitió que el nuevo proletariado se atara al peronismo. Mezcla de totalitarismo nazifascista, de nacionalismo reaccionario y de política de Estado Mayor, el peronismo encadenó al nuevo proletariado a una torpe aventura dictatorial desprovista de gloria, carcomida por la venalidad y, en lo más puro de su concepción, vagamente destinada a acelerar la industrialización del país para asegurar su hegemonía latinoamericana bajo la dirección del ejército”760.

Enfoque gorila, ya que las masas no se “ataron” al peronismo, las masas son quienes dieron forma al peronismo. Romero trataba de hacer creer que millones de personas se habían tirado al vacío siguiendo los pasos de una secta. El peronismo fue el resultado de la acción política de las masas. No la causa. El peronismo, como idea de verdadera libertad y democracia popular, ya existía antes de Perón...Por eso las masas no son “externas” al peronismo, sino que son su esencia y su origen. Romero, igual que Germani, creía que las masas estaban disponibles para cualquier cosa. Entonces llega Perón y según ellos las “engaña”...Si las masas estaban disponibles ¿por qué no se fueron detrás de ese “socialismo” o de Aramburu? Del pueblo y su vocación política, dijo Romero: “instrumentalizó a Perón en nombre de remotos planes en los que honestamente nadie podía creer y otras veces se sometió a él aceptando la corrupción de una dictadura vulgar a cambio de la protección del Estado”761.

Romero pensaba que si las masas estaban con Perón era para “someterse” y por “protección”. Y ¿qué creía Romero que debía hacer el Estado?...o ¿acaso debía esperarse la “protección privada”?. Son tan increíbles los desvaríos de Romero que se hace evidente que su “socialismo” fue cartón pintado y en todo caso, el ala “socialista” de la dictadura.
En 1960 cuando Eisenhower visitó nuestro país, los comunistas, en vez de repudiarlo, decían: “si Eisenhower llega a la Argentina imbuido del espíritu de la conversaciones que tuvo en Camp David con Kruschev, entonces los comunistas le damos la bienvenida”762. Frondizi buscaba protección bajo el ala maternal del águila yanki. Integraba el elenco de Frondizi el viejo y nunca popular Álvaro Alsogaray.

Privatización del frigorífico Lisandro de la Torre (y de las Universidades), desencadenan la lucha peronista. Es Frondizi quien pone en vigencia el tristemente celebre Plan Con.int.es763. Poco después se comentaba que el Che Guevara podría reunirse con 189

Frondizi. Aparentemente Frondizi, para “posicionarse” mejor ante Estados Unidos, iba a ofrecerse como mediador entre los Estados Unidos y Cuba (¿?). Pero este posible encuentro movilizó a toda la cúpula militar ante el “peligro comunista”.
Presionado por el ejército, el 8 de febrero de 1962 Frondizi rompió relaciones con Cuba. En las elecciones del 18 de marzo a pesar de todas las prohibiciones y de no poder usar su propio nombre, triunfaron los candidatos peronistas. Frondizi anuló las elecciones, el ejército le dio el golpe final y se fue. Por una serie de artimañas jurídicas y políticas, el poder quedó en manos de José María Guido. Era algo formal. En el ministerio de economía se instala Álvaro Alsogaray quien deja su famosa frase “hay que pasar el invierno”. El ex ministro de defensa de Frondizi, Rodolfo Martínez pasa a ocupar el cargo de Ministro del Interior y le ofrecen un puestito de subsecretario a Mariano Grondona.

Mariano Grondona y el comunicado Nº 150

“En el 62, cuando estaba en el gobierno de Guido, me di cuenta de que teníamos que reincorporar al peronismo, llegar a un entendimiento” (…) “Dejé de ser antiperonista para ser un no-peronista. Yo nunca había hablado con uno de ellos, y tenía una imagen terrible de lo que eran. Un día lo invité a dialogar a Antonio Cafiero, a mi casa. Y cuando se fue le dije a mi mujer: ¿Viste que estos tipos no son tan monstruosos? Hasta parecen tipos normales”764. Así recordaba Grondona su pasado (¿pasado?) gorila.

El ejército se dividía en: azules (antiperonistas “legalistas”) y colorados (más gorilas que los azules). Los azules le temían al comunismo y pretendían transar un “peronismo sin Perón”. Los colorados querían terminar con los peronistas y también con los comunistas. Ministro de economía fue Pinedo, quien dispuso una devaluación sorpresiva de la que sólo estaban enterados sus “amigos” (cualquier parecido con De la Rúa, ¿es pura coincidencia?) y el país perdió el 20 % del valor de su moneda. Se produjo el enfrentamiento entre azules y colorados. Grondona simpatizaba con los azules y por eso colaboró con el ministro Rodolfo Martínez (y con el profesor José Miguens) en la Sección de Acción Psicológica, a cargo del Cnel. José M. Díaz. En medio de la disputa le piden a Grondona que elabore una proclama con el “programa” de intenciones que tenía el grupo azul para usurpar el gobierno y ejercerlo. Entre una cosa y la otra los militares emiten 149 comunicados que mantienen “informada” a la población. El nuevo día trae el famoso comunicado Nº 150, que no era otra cosa que la proclama escrita por Grondona. El comunicado decía esto: “Propiciamos la realización de elecciones mediante un régimen proporcional que asegure a todos los sectores la participación en la vida nacional; que impida que alguno de ellos obtenga, por medio de métodos electorales que no responden a la realidad del país el monopolio artificial de la vida política; y que exija a todos los partidos organización y principios democráticos y que asegure la imposibilidad del retorno a épocas ya superadas; que no ponga al margen de la solución política a sectores auténticamente argentinos que, equivocada y tendenciosamente dirigidos en alguna oportunidad, pueden ser hoy honestamente incorporados a la vida institucional”765. En otras palabras, la idea seguía siendo limitar el círculo electoral de manera tal que el peronismo (o sea la mayoría del pueblo) no pudiera ganar nunca y, de paso, cederle el control de toda la vida política e institucional a la secta de la que Mariano Grondona era parte: el ejército oligárquico. Y sigue: “Creemos que las Fuerzas Armadas no deben gobernar. Deben, por lo contrario, estar sometidas al poder civil. Ello no quiere decir que no deben gravitar en la vida institucional. Su papel es, a la vez, silencioso y fundamental: ellas garantizan el pacto institucional que nos legaron nuestros antecesores y tienen el sagrado deber de prevenir y contener cualquier empresa totalitaria que surja en el país, sea desde el Gobierno o desde la oposición”
766. De manera que las fuerzas armadas iban a tener el poder, pero desde de las sombras, y un gobierno títere iba a cumplir con las obligaciones “legales”, ese era el sueño de Grondona.

754 Jornada 17/09/58
755 Noticias Graficas 06/11/58 en Que al salir salga cortando. Segunda parte de las polémicas de Arturo Jauretche. Por Norberto Galasso. Los Nacionales Editores, B. Aires, 1982, p. 29 +
756 Ibídem, p. 162
757 Ibídem, p. 163
758 Que al salir salga cortando, ob. cit., p. 164
759 Ibídem, pgs. 165 y 166
760 José Luis Romero. La experiencia argentina, p. 482
761 Ídem
762 Imperialismo y pensamiento colonial, ob. cit., p. 221
763 Conmoción Interior del Estado. Este Plan era apoyado por Estados Unidos. En sí, se trataba de la vieja represión de siempre.
764 Revista Noticias, noviembre de 2002, citada en www.eldescamisado.org
765 Fermín Chávez, Juan C. Cantoni, Enrique Manson, Jorge Sule. Historia argentina. Homenaje a José María Rosa, tomo XVII, Oriente, Buenos Aires, 1993, p. 228
766 Historia argentina. Homenaje a José María Rosa, tomo XVII, ob. cit., p. 228
767 Pregón, 20/3/64, en Libros y alpargatas. Civilizados o bárbaros, ob. cit., p. 129

* Autor del texto: Javier Prado Responsable de su digitalización: Javier Prado Responsable de su publicación original en Internet: Cuaderno de la Izquierda Nacional (http://www.elortiba.org/in.html)


Las expropiaciones mexicanas del petróleo

Por León Trotsky

Un desafío al Partido Laborista británico

23 de abril de 1938

Al director del Daily Herald

Londres

Estimado señor:

En el vocabulario de todas las naciones civilizadas existe la palabra “cinismo”. La defensa que hace el gobierno británico de los intereses de una camarilla de explotadores capitalistas debería introducirse en las enciclopedias como un ejemplo clásico de cinismo descarado. Por lo tanto, no estoy equivocado al decir que la opinión pública mundial espera oír al Partido Laborista británico respecto al escandaloso papel de la diplomacia inglesa sobre la cuestión de expropiación de la Eagle, sociedad anónima petrolera, por el gobierno mexicano.

El aspecto jurídico de la cuestión es claro hasta para un niño. Con el objetivo de explotar la riqueza natural de México, los capitalistas británicos se colocaron bajo la protección y al mismo tiempo bajo el control de las leyes y las autoridades mexicanas. Nadie obligó a los señores capitalistas a hacer esto, ni por medio de la fuerza militar ni con notas diplomáticas. Actuaron voluntaria y conscientemente. Ahora el señor Chamberlain [2] y Lord Halifax desean forzar a la humanidad a creer que los capitalistas británicos se han comprometido a reconocer las leyes mexicanas solo dentro de aquellos límites que ellos consideran necesarios. Además, ocurre incidentalmente que la interpretación totalmente “imparcial” de las leyes mexicanas de Chamberlain -Halifax coinciden exactamente con la interpretación de los capitalistas interesados.

Sin embargo, el gobierno británico no puede negar que sólo el gobierno mexicano y la Corte Suprema del país están capacitados para interpretar las leyes de México. A Lord Halifax, quien tiene una calurosa simpatía por las leyes y cortes de Hitler, las leyes y cortes mexicanas le parecerán injustas. ¿Pero quién le dio al gobierno británico el derecho de controlar la política interna y los procedimientos legales de un estado independiente? Esta pregunta contiene ya parte de la respuesta: el gobierno británico, acostumbrado a mandar a cientos de millones de esclavos y semiesclavos coloniales, está tratando de aplicar esos mismos métodos a México. Habiendo encontrado una resistencia valerosa, instruye a sus abogados para que rápidamente inventen argumentos en los cuales la lógica jurídica es reemplazada por el cinismo imperialista.

El aspecto económico y social del problema es tan claro como su aspecto jurídico. En mi opinión, el Comité Ejecutivo de su partido actuaría correctamente, si crease una comisión especial que estudie la medida en que el capital británico y en general el capital extranjero, han aportado a México y han extraído de él. Tal comisión podría, en un corto período, presentarle al público británico, ¡el balance sorprendente de la explotación imperialista!

Una pequeña camarilla de magnates extranjeros succiona, en todo el sentido de la palabra, la savia vital tanto de México como de otra serie de países atrasados o débiles. Los discursos solemnes acerca de la contribución del capital extranjero a la “civilización”, su ayuda al desarrollo de la economía nacional, y demás, representan el más claro fariseísmo. La cuestión, en realidad, concierne al saqueo de la riqueza natural del país. La naturaleza requirió muchos millones de años para depositar en el subsuelo mexicano oro, plata y petróleo. Los imperialistas extranjeros desean saquear estas riquezas en el menor tiempo posible, haciendo uso de mano de obra barata y de la protección de su diplomacia y su flota.

Visiten cualquier centro de la industria minera: cientos de millones de dólares, extraídos por el capital extranjero de la tierra, no le han dado nada, nada en absoluto a la cultura del país; ni autopistas, ni edificios, ni un buen desarrollo de las ciudades. Aún las instalaciones de las mismas compañías a menudo parecen barracas. Ciertamente, ¿por qué hay que gastar el petróleo mexicano, el oro mexicano, la plata mexicana en las necesidades de un México lejano y extraño cuando, con los beneficios obtenidos, es posible construir palacios, museos, teatros en Londres o en Mónaco? ¡Así son los civilizadores! En lugar de las riquezas históricas, dejan agujeros en la tierra mexicana y enfermedades en sus trabajadores.

Las notas del gobierno británico se refieren a la “ley internacional”. Aún la ironía deja caer las manos impotentes ante este argumento. ¿Sobre qué clase de ley internacional estamos hablando? Evidentemente acerca de la ley que triunfó en Etiopía y que el gobierno británico se prepara ahora a sancionar.
Evidentemente de la misma ley que los aeroplanos y tanques de Mussolini y Hitler están anunciando en España desde hace dos años, con el invariable apoyo del gobierno británico.

Este último sostuvo interminables conversaciones acerca de la evacuación de España de los “voluntarios” extranjeros. La opinión pública, ingenua por largo tiempo, pensó que esto significaba el retiro de los bandidos fascistas extranjeros. Realmente el gobierno británico sólo le pidió a Mussolini una cosa: que retirara sus tropas de España únicamente después de garantizar el triunfo de Franco. En este caso, como en todos los demás, el problema consistía no en defender la “ley internacional” o la “democracia”, sino en salvaguardar los intereses de los capitalistas británicos en la industria minera de España de posibles amenazas por parte de Italia.

En México, el gobierno británico realiza básicamente la misma política que en España, pasivamente con relación a España, activamente con relación a México.

Ahora estamos presenciando los primeros pasos de esta actividad. ¿Cuál será su posterior desarrollo? Todavía nadie lo puede predecir. Chamberlain mismo aún no lo sabe. Una cosa podemos afirmar con seguridad: el posterior desarrollo de los atentados del imperialismo británico contra la independencia de México dependerá, en gran parte, de la conducta de la clase obrera británica. Aquí es imposible evadir el asunto recurriendo a fórmulas indefinidas. Es necesaria una decisión firme para paralizar la mano criminal de la violencia imperialista. Por lo tanto, termino como empecé: ¡la opinión pública mundial espera la voz firme del Partido laborista británico!.
1. León Trotsky

Fuente: http://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/latin/13.htm


La leyenda negra y la leyenda rosa *

Por Jorge Abelardo Ramos

La violencia de la conquista y colonización españolas en América originó dos tesis antagónicas: aquélla que condena esa conquista en nombre de los principios humanitarios y la que elogia su misión evangelizadora. En cuanto a la primera, fundada sobre todo en la denuncia del Padre Las Casas y su famoso debate con Juan Ginés de Sepúlveda, fue utilizada por los competidores políticos y comerciales de España para desacreditarla, en particular por Inglaterra y Holanda. Parecería redundante explicar las piadosas razones británicas para asumir la defensa de los indios americanos.
De las 66 factorías de esclavos establecidas en las costas de África en esa época, 40 eran propiedad de los ingleses, cuya experimentada venalidad y feroz dominio en las colonias sólo admiten un paralelo con el demostrado por los holandeses. Ni Las Casas ni los indios necesitaban ese tipo de defensores.
El juicio objetivo que merecen los métodos de colonización española en América debe incluirse en todo el proceso sangriento de expansión del capitalismo moderno en el mundo colonial, cuyo centro fue justamente Inglaterra. Sólo así es posible considerar el problema. La leyenda rosa pretende, por el contrario, envolver la colonización en una niebla místico-imperial. Sus sostenedores son los mismos apologistas de la funesta dinastía de los Habsburgo, cuando no los refinados admiradores de la legislación de Indias, cuya realidad no pasó nunca del papel apergaminado de la época. Esta versión curialesca de la colonización abstrae todo el proceso social de España, su estructura económica, las causas de su decadencia interna y la particularidad de la penetración y arraigo en América. Así, un autor justifica la expoliación y defiende a los conquistadores contra el rey, "frente a la legislación defensora del indio, poco menos que despojados de riquezas que habían conquistado con su esfuerzo, con su sangre y sin apoyo alguno de la Corona".

8. Aristóteles auxilia a los encomenderos.
Un gran debate se desenvuelve desde el descubrimiento de América hasta la Ilustración. Este debate sirve de prólogo, por decir así, al sistema de valores que Europa y Estados Unidos opondrán luego desde su altura imperial al pueblo de América Latina. Es revelador recordarlo. Al día siguiente del descubrimiento, el Padre Bartolomé de Las Casas asombra a Europa con su denuncia elocuente de la conquista española. Ya sabemos el empleo que de su protesta harán los habilidosos británicos, seguidos de cerca por holandeses y franceses. La acusación de Las Casas ponía en tela de juicio, en la metrópoli, la naturaleza y los fines de la conquista. Esta tormenta doctrinaria divide a los mejores espíritus españoles y esconde, en
realidad, el mismo antagonismo que enfrentará históricamente a las dos Españas.
No resulta ocioso anotar que no apareció en Inglaterra un Padre Las Casas inglés, ni en Holanda un Padre Las Casas holandés. En su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, y luego en su Historia General de las Indias, el Padre Las Casas ofreció una versión, exagerada por su pasión y frecuentemente plagada de inexactitudes dictadas por los peores recursos polémicos, de la crueldad española en la Conquista. La destrucción crítica de su Brevísima es sencilla y los hispanófilos ya la han realizado. Pero la esencia de su acusación es indesmentible. Importa reiterar aquí que los rivales europeos de España, famosos genocidas y vampiros de pueblos enteros, como los ingleses y holandeses, se lanzaron sobre la obra de Las Casas como moscas sobre la miel. En las prensas de Alemania, Holanda y Gran Bretaña, se difundieron enseguida las traducciones. Al parecer, España en sus conquistas empleaba métodos sangrientos. Sus rivales, en cambio, eran filántropos rebosantes de piedad. La refinada perversidad inglesa en Irlanda, la India o los mercados de esclavos, para no hablar de los esquilmadores holandeses en las Indias Orientales, vuelve inútil hoy toda disgresión sobre el tema. En cuanto a la "intolerancia católica" de los españoles y la "tolerancia protestante" de sus rivales, es justo señalar que toda Europa pasaba por un período de caza de brujas, inmolaciones, persecuciones religiosas y hogueras que envuelven en sus llamas siniestras a unos y a otros. Un apologista de la España imperial ofrece interesantes testimonios de la persecución religiosa anticatólica en la democrática Inglaterra, para no mencionar el suplicio de Miguel Servet en manos de los pulcros calvinistas de Suiza.
El propio clero se divide ante el problema. Juan Ginés de Sepúlveda, teórico de los encomenderos, sale al encuentro de la denuncia de Las Casas. Sepúlveda eleva a las alturas del pensamiento aristotélico el dilema de si los españoles en América debían o no considerar a los indios como seres humanos. Con su recta mano puesta sobre los textos del Estagirita, reformula la teoría aristotélica de la "esclavitud natural". El griego había sostenido la existencia de esclavos por naturaleza: "Todos aquéllos que difieren de los demás tanto como el cuerpo del alma o el animal del hombre (y tienen esta disposición todos aquéllos cuyo rendimiento es el uso del cuerpo, y esto es lo mejor que pueden aportar) son esclavos por naturaleza".
A pesar de ser casi una herejía, Las Casas se atrevió a cuestionar la inmaculada autoridad de Aristóteles que "no era sino un pagano que se estaba asando en el infierno".
El Padre Oviedo, historiador de las Indias y adversario de Las Casas, argüía despreciativamente que los españoles debían cuidarse en sus escaramuzas con los indios, pues éstos tenían una cabeza tan dura que podían mellárseles las espadas. Sepúlveda sentenciaba: "Los que sobresalen por su prudencia y por su ingenio, pero no por sus fuerzas corporales, éstos son señores por naturaleza; al contrario, los tardos y torpes de entendimiento, pero corporalmente robustos para llevar a cabo las tareas necesarias, éstos son siervos por naturaleza".33
¡Peligrosa distinción, si se considera el hato de soldados cerriles y hercúleos delincuentes que derramó España por sus puertos atlánticos hacia el continente de los astrónomos mayas y de los ingenieros incaicos! Sea como fuere, la polémica discurrió sobre un mar de equívocos. Las Casas, para rebatir a Sepúlveda y sus tesis aristotélicas, contribuyó a crear en Europa la idea del indio débil, apocado y digno de protección, lo que por una vía humanitaria conducía a la generalizada convicción de su inferioridad.
Sepúlveda, el famoso defensor de los encomenderos y de la esclavitud indígena fundaba en Aristóteles, no sólo tenía preocupaciones filosóficas, como podría suponerse. Según su biógrafo, Sepúlveda era "un hombre entregado con alma y vida a los negocios". De acuerdo a las constancias que obran en el Archivo de Protocolos de Córdoba, los esclavistas tenían el mejor abogado posible: "no hizo otra cosa en su vida que comprar, vender, arrendar y acumular sobre sí beneficios eclesiásticos".34
La marcha de la colonización y la integración parcial de los indios al sistema económico-social creado por los españoles, si debilita el ardor inicial de la polémica, no la concluye. La supuesta inferioridad de América y del indio americano habrá de rebrotar en el siglo XVIII. Pero el debate ya no se entablará entre teólogos e invocando la autoridad de los antiguos, sino entre los filósofos de la Ilustración bajo el solemne amparo de las Ciencias Naturales.

9. La época de la calumnia científica.
De siglo en siglo, en realidad, la cuestión tiende a formularse de diversas maneras. De un modo u otro, los argumentos se modifican y modernizan, pero no cambian su íntima esencia. La España que recién abandona el Medioevo, la Francia, Alemania o Inglaterra de la Ilustración, la Europa burguesa del siglo XIX y los Estados Unidos del siglo XX, manejarán la idea de la inferioridad de América Latina con análogo designio político al que perseguían los caballeros del viejo Sur cuando juzgaban inferiores a los negros de Virginia. Esclavo de plantación, jornalero del tabaco e guarda de tren, ese negro del Norte constituye para sus explotadores, la viva prueba de la idea aristotélica.
La tradición del "buen salvaje" americano permanecía para Europa fijada en aquel Sur desdeñado por Hegel y que carecía de historia. Buffon abrirá el fuego contra los naturales de América: "El salvaje es dócil y pequeño por los órganos de la generación; no tiene pelo ni barba, y ningún ardor para con su hembra, quitadle el hambre y la sed, y habréis destruido al mismo tiempo el principio activo de todos sus movimientos; se quedará estúpidamente descansando en sus piernas o echado durante días enteros".35
Por lo demás, todo en América es monstruoso. Los grandes animales feroces son de pequeña talla; en cambio, los reptiles son enormes, los insectos descomunales, lo mismo que gigantescas las ranas y los sapos. Los pantanos y la humedad cubren todo el continente; así, esa tierra lúgubre no puede sino engendrar "hombres fríos y anímales endebles".
América es un inundo de aguas putrescentes, donde las especies europeas degeneran y se corrompen. Dice Gerbi que "con Buffon se afirma el europeocentrismo en la nueva ciencia de la naturaleza viva. Y no es ciertamente mera casualidad que esto haya ocurrido en los momentos mismos en que la idea de Europa se estaba haciendo más plena, más concreta y orgullosa".36
10. El continente de los leones calvos.
Pero, detrás de Buffon, avanza el abate De Paw, un ambiguo alsaciano de lengua acida y de soberbia ingenua. Va mucho más allá que Buffon. Afirma sin cautela que en el clima americano muchos animales pierden la cola, que los perros ya no saben ladrar, que la carne de vaca es incomible y, sobre todo, que el camello se vuelve impotente. Este ejemplo lo transporta de júbilo analógico, pues le impulsa a añadir que lo mismo ocurre con los peruanos, que son impúberes, "muestra de su degeneración, como ocurre con los eunucos".
El tema de los Incas lo muestra igualmente certero. Rechaza las aserciones del Inca Garcilaso sobre el papel desempeñado por los "amautas". Dice que en Cuzco había una casucha "donde ciertos ignorantes titulados, que no sabían leer ni escribir, enseñaban filosofía a otros ignorantes que no sabían hablar". Este abate divagador era célebre en Europa, es preciso decirlo, y sus obras aún se comentan.
Voltaire, por su parte, es tributario de la teoría climática de Hume: ("Hay alguna razón para pensar que todas las naciones que viven más allá de los círculos polares o entre los trópicos son inferiores al resto de la especie"), cuando afirma que "los pueblos alejados de los trópicos han sido siempre invencibles, y que los pueblos más cercanos a los trópicos han estado sometidos a monarcas",37
También para Voltaire, con su volubilidad característica, en América hay pocos habitantes, en virtud de los pantanos que hacen malsano el aire y porque sus naturales son perezosos y estúpidos. No le asombraría, dice, enterarse que en América hay más monos que hombres. Su indignación es patética cuando informa al mundo que en América no se ha encontrado sino un solo pueblo dotado de barba.
Su ciencia aún sorprende: en México, los puercos tenían el ombligo en el espinazo. Aunque cuenta con corderos grandes y robustos, los leones de América en cambio son enclenques, cobardes y calvos. De este modo, Voltaire presenta una América fantástica, pero cuyo mínimo común múltiplo será la regla de oro de la ignorante fatuidad europea en los dos siglos próximos. Al escéptico Voltaire, sucede el piadoso abate Raynal: "La ruina de este mundo está grabada todavía en la frente de sus habitantes. Es una especie de hombres degradada y degenerada en su constitución física, en su estatura, en su género de vida, en su ingenio poco avanzado para todas las artes de la civilización".38
La lista es interminable: Bacon, De Maistre, Montesquieu, Hume, Bodin, también se "negaron a reconocer como semejantes a los hombres degradados que poblaron el Nuevo Mundo".
Para resumir este debate con una frase concluyente, que sólo podía provenir de un abate como el abate Galiani, he aquí lo que en sustancia se discutía, según Galiani se lo hace saber a su amante, Madame D'Epinay: "Mi opinión es que prosigamos nuestros estragos en las Indias mientras esto nos resulte bien, a reserva de retirarnos cuando nos peguen".
Los teólogos católicos del siglo XVI o los naturalistas escépticos del siglo XVIII, todos ellos veían en el hijo de América un útil objeto de dominio. Esa gran tradición intelectual de los países opresores ha dejado en ellos hondas huellas. Aunque esas huellas no pueden registrarse en la estadística, poseen una persistente fuerza y actúan como un estereotipo psicológico que ha sobrevivido siglos en la conciencia de los dominadores europeos. En definitiva, la cuestión se resolverá como decía el abate Galiani. Todos los conquistadores de la historia desaparecieron cuando los pueblos sometidos resolvieron terminar con su prehistoria.

*Fragmento de “Historia de la Nación Latinoamericana”, de Jorge Abelardo Ramos.


¿Qué es la Izquierda Nacional? Presentación en América Criolla de su edición 2010 (1)

Por Alberto J. Franzoia

Cuando a uno lo invitan a participar de un panel en el que todos los compañeros expondrán sobre el mismo tema, como ocurre esta noche, lo primero que surge es la duda: ¿qué puedo decir que no se superponga con los posibles discursos de los compañeros del panel? En circunstancias similares suelo recurrir a una enseñanza de ese gran sociólogo estadounidense que fue C.W. Mills. En la “Imaginación sociológica” él decía que uno de los mayores aportes que puede realizar la sociología a la comprensión de nuestra sociedad pasa por vincular siempre biografía e historia. Y esto es así porque nunca las biografías de los sujetos podrán ser comprendidas si se las divorcia de la historia en la que se han desarrollado; y, a su vez, nunca la historia de una sociedad podrá ser entendida si no se consideran las biografías que la nutren.

Por lo tanto esta noche intentaré narrarles cuál fue mi vínculo personalísimo con el libro que presentamos en su nueva edición 2010. Corría el año 1983 cuando, al regreso de mis forzadas vacaciones en España, decido retomar la actividad militante. Era un año de extraordinaria efervescencia política, ya que después de diez años nuestro pueblo podría elegir democráticamente a su nuevo presidente. La última vez lo había hecho en septiembre de 1973, cuando Perón triunfo por más del 60% de lo votos. Luego ya se sabe, el terrorismo de Estado nos impidió elegir a nuestros representantes, aunque eso no fue lo único y tampoco fue lo peor.

Claro que retomar la actividad política en mi Patria significaba buscar el espacio adecuado en el que se expresaran las dos banderas que defendí desde la adolescencia: el nacionalismo democrático-popular y el socialismo. Esa extraordinaria síntesis desde luego no era una creación mía sino que la había mamado en enormes pensadores y políticos argentinos. Dos fueron los que más influyeron en mí formación de aquellos años: Juan José Hernández Arregui y Jorge Abelardo Ramos. En mi adolescencia creí como Arregui que el socialismo nacional sólo se podría realizar desde adentro del peronismo, de allí aquello de “porque soy marxista soy peronista”. Ahora, al regreso de España y de una gran frustración política tras la muerte de Perón y el debacle del gobierno peronista, en la cuestión planteada me sentía más cerca de Ramos: para construir un socialismo latinoamericano “es necesario cabalgar junto al peronismo pero en distintos caballos”. Se lo había escuchado decir en un acto político en La Plata durante 1973.

Por esos años Ramos conducía uno de los partidos que fundó a lo largo de su vida, el FIP (Frente de Izquierda Popular), pero yo no lograba encontrar ningún local en La Plata. Un día viajando a Buenos Aires en micro veo a la altura de Constitución una enorme pintada del FIP con su dirección porteña. Más que feliz por el hallazgo realicé los trámites que habían originado mi viaje y luego me fui apresurado al encuentro de dicho local.

Recuerdo que estaba en Once, muy cerca de una vieja Terminal de micros. Justamente de allí partían los que se dirigían de regreso a La Plata. Era una tarde de marzo y el calor de un verano cerca de fenecer aún se hacía sentir. En el local a esa hora no había casi nadie. Sólo dos compañeros se encontraban charlando en una de las salas. Yo no los conocía, pero luego supe que resultaban muy identificables en las filas de la Izquierda Nacional. Uno era el hijo mayor de Ramos, llamado Víctor, y el otro un periodista que poco después adquirió bastante notoriedad por algunas investigaciones realizadas, sobre todo una sobre la secta Moon, Alfredo Silleta. Para mi satisfacción me informaron que en La Plata se estaba por abrir un local partidario, y una semana después estaba yo en el asado inaugural.

Esa misma noche, entre chorizos, vacíos y vino, conocí al Secretario General del FIP de La Plata que era Néstor Fredes. Fue entonces, a fines de marzo de 1983, cuando comenzó mi militancia en esa Izquierda Nacional que cabalgaba junto al peronismo pero en distintos caballos. A los pocos meses Néstor consideró que por mis lecturas en el campo de la sociología, historia y política lo más adecuado era que desempeñara una tarea de formación política con los muchos jóvenes que se acercaban al partido. Desde ya acepté y gocé la propuesta.

Sin embargo en la preparación del lanzamiento de dicha experiencia me encontré con una primera dificultad: ¿qué texto era el apropiado para introducir con sencillez a los compañeros en un socialismo claramente imbricado en nuestra historia nacional y popular? Una suerte de ACB de la Izquierda Nacional. Y el Negro Fredes, con toda su experiencia militante, me dijo algo así: mirá Flaco, el libro que te va a sacar de ese apuro es Introducción al socialismo de Madariaga.

Y así fue. Yo no conocía dicho texto, pero en cuanto comencé a leerlo comprobé que era el texto ideal para introducir a los nuevos militantes en un abordaje sintético y a la vez muy claro acerca de cuestiones esenciales para el campo nacional-popular en general, y para la Izquierda Nacional en particular. Lo primero que descubrí en sus palabras iniciales o “Advertencia”, es que yo tenía entre mis manos una reedición de 1974 con el título ya mencionado, pero en realidad el trabajo había sido gestado en 1968 y se tituló originalmente ¿Qué es la Izquierda Nacional?

El texto aborda cuestiones tan diversas y a la vez vinculadas como qué cosa es el capitalismo, cómo se insertó nuestra tierra en dicho sistema internacional, cuáles son las clases sociales más significativas en argentina, cuáles los movimientos nacionales del siglo XX, qué es el socialismo, que expresa una izquierda nacional y cuáles son sus banderas. Debo aclarar que la edición que yo estaba leyendo, y que aún conservo en mi biblioteca, incluye además un conjunto de documentos que no estaban en la primera edición. Documentos sobre el Cordobazo, la formación del FIP, las elecciones de 1973 y los casi 900.000 votos obtenidos por el FIP en septiembre de 1973 cuando apoyó la fórmula Perón-Perón desde la izquierda.

Cuando los compañeros me informaron que ahora, en 2010, se volvería a publicar la primera edición del libro (1968) con su título original, más una introducción de Norberto Galasso en la que se refiere al autor y la génesis de su obra, y un epílogo de Néstor Gorojovsky sobre la vigencia del texto, sentí una inmensa felicidad porque considero que era una necesidad de nuestro tiempo. Desde luego hay conceptos que merecen una actualización a pesar de que conservan en lo esencial plena vigencia. Pero una cosa es actualizar y otra muy distinta vaciar de contenidos y hasta desaparecer conceptos fundamentales para el bloque nacional-popular. Durante la posmodernidad, que alcanzó su apogeo en nuestra Patria con los dos gobiernos menemistas y se continuó hasta la explosión del modelo neoliberal en 2001, fue común asistir al vaciamiento y aún a la desaparición de conceptos centrales en la lucha teórica contra el bloque oligárquico-imperialista. Tomaré como ejemplo sólo uno de los conceptos para no extenderme demasiado: el concepto oligarquía

Dicho concepto es uno de los que debe ser actualizado porque si bien el comportamiento de clase de ese grupo sigue siendo el mismo (capitalista pero no burgués, especulativo y antinacional, siempre vinculado al imperialismo), además de la oligarquía comercial y terrateniente han surgido nuevas fracciones (industrial y financiera) que actúan en nuevos escenarios y complementan el accionar de las fracciones iniciales. Pero reitero que una cosa es actualizar y otra muy distinta vaciar de contenidos y hasta desaparecer conceptos. En Argentina el concepto oligarquía primero fue vaciado de contenido. Recuerdo que en 1989, antes de las elecciones que consagraron a Carlos Menem, participé en un panel en la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata. El mismo estaba integrado por radicales y diversos representantes de la izquierda clásica, es decir de la que históricamente ha combatido a los movimientos populares de América Latina. Del campo nacional y popular sólo había dos representantes, un compañero peronista y quien habla, en nombre de la Izquierda Nacional, aunque yo ya no estaba en el FIP sino en el Partido de la Izquierda Nacional con Spilimbergo. De pronto, en el debate, un estudiante preguntó que entendíamos por oligarquía. Respondió en primer lugar el compañero del peronismo, y sin sonrojarse dijo que la oligarquía es “un estado de ánimo”. Yo casi me caigo de la silla, y pensé: ¡caramba, entonces mi vecino, que no tiene donde caerse muerto pero sueña con ser un potentado, es el enemigo! Allí comprendí que algo andaba mal. Después Menem ganó las elecciones, con nuestro apoyo incluido, y al poco tiempo de iniciar su mandato comprobamos que las cosas venían definitivamente muy mal.

Sin embargo el problema no concluyó allí. Poco tiempo más tarde el concepto comenzó a ser presentado como un concepto demodé que debía retirarse de la circulación, porque la oligarquía, nos decían tanto reaccionarios de la derecha liberal como “progresistas” socialdemócratas, ya no existe. Claro que lo grave no era que esto lo expresaran los intelectuales orgánicos del bloque oligárquico-imperialista, sino que no pocos intelectuales del campo nacional-popular hubieran comprado semejante teoría, que apesta.

Seguramente por eso asistimos en medio del conflicto por la Resolución 125, en 2008, a una enorme debilidad teórica, incluso por parte de integrantes del gobierno que defendemos, como ocurrió con el ahora hipercrítico Alberto Fernández. En esas circunstancias era frecuente escuchar el concepto “campo” en boca de no pocos militantes de nuestro bloque (Fernández entre otros) para identificar al adversario del gobierno. Pero ese concepto da cuenta en el mejor de los casos de una realidad geográfica y demográfica donde se practica un tipo de actividad económica. Lo que no dice el concepto campo es qué clases lo conforman, cuáles son sus conflictos, y lo fundamental: cuál de todas esas clases es realmente dominante en lo económico y hegemónica en lo ideológico. Es decir, el concepto campo no da cuenta acerca de la existencia de un enemigo histórico llamado oligarquía agraria. Grueso favor que algunos le hacen a dicho enemigo entregándole en bandeja clases y sectores sociales que pueden ser nuestro aliados si son identificados correctamente y se lleva una política acorde con dicha identificación.

En definitiva, este breve ejemplo lo traigo a colación sólo para señalar de la manera más clara posible la importancia que adquiere, no sólo para la Izquierda Nacional, sino para el conjunto del campo nacional y popular, la reedición de este tipo de trabajos teóricos. Porque es una muy buena manera de reforzar nuestra conceptualización de la realidad para dar la batalla cultural en la que estamos empeñados, tan necesaria para profundizar el actual proceso político que vive nuestra Patria. Sabemos que América Latina será transformada sólo mediante una práctica revolucionaria que modifique sustancialmente las estructuras en las que anida la dependencia y el subdesarrollo histórico (proceso que ya se ha iniciado), pero también sabemos que esa práctica necesita de una teoría realmente alternativa, una teoría revolucionaria que la guíe. ¿Qué es la Izquierda Nacional? es un texto que tiene el mérito de devolvernos repletos de contenido y bien visibles, conceptos que en algunos casos deben ser actualizados, pero que en lo esencial conservan una enorme vigencia para nutrir dicha teoría.

La Plata, octubre de 2010

(1) Esta es una síntesis de una de las conferencias desarrolladas en la presentación del libro ¿Qué es la Izquierda Nacional? el 2 de octubre de 2010 en el Centro Cultural América Criolla de La Plata. Luego disertaron sobre el tema los compañeros Néstor Gorojovsky y Norberto Galasso, mientras que el moderador del debate fue Raúl Isman


Los intelectuales y la liberación de la Patria Grande

Por Alberto J. Franzoia

Intelectual es todo trabajador que se ha especializado en la producción, desarrollo y o difusión de ideas. No hay hombre que no desarrolle actividad intelectual pero no todos los hombres cumplen la función de trabajador intelectual. Según Gramsci:
“Cuando se distingue entre intelectuales y no-intelectuales se refiere uno en realidad y exclusivamente a la función social inmediata de la categoría profesional de los intelectuales, o sea, se piensa en la dirección en que gravita el peso mayor de la actividad profesional específica; en la elaboración intelectual o en el esfuerzo nervioso-muscular

Así como la clase dominante, tanto en los países imperialistas como en los dependientes, produce sus propios intelectuales o los importa de otras clases y grupos sociales (sobre todo de las capas medias), para que cumplan con la función de garantizar la producción y reproducción de las condiciones superestructurales (políticas, jurídicas e ideológicas) que aseguren su dominio económico y social, la clase dominada y sus aliados naturales (otras clases y grupos que sufren las trágicas consecuencias del sistema) deben producir e importar los suyos para que el cambio sea posible. Los intelectuales han adquirido una especialización que resulta indispensable para llevar adelante la construcción de un consenso alternativo al existente, ya que sin este consenso no es posible gestar una sociedad en la que democráticamente los múltiples sectores que componen el campo popular alcancen su realización plena. Subestimar o despreciar la tarea de los intelectuales (enfrentándolos con los trabajadores manuales), constituye un error político no menor al de los que le asignan el status de elegidos. Los dos extremos de la opción resultan perjudiciales para la liberación, de allí que resulte esencial encontrar un equilibrio.

La producción de ideas y conocimientos necesarios para desarrollar la conciencia posible de los sectores populares (proceso que siempre se ve obstaculizado por la acción de las clases dominantes y sus intelectuales) y para que dicha conciencia alcance la hegemonía (o conducción cultural de la sociedad), es una tarea nada menor, mucho más compleja por cierto que buscar líderes, los que si bien pueden iniciar un proceso revolucionario (y por lo tanto digno de nuestro apoyo como fue el caso de Perón en Argentina)), no lograrán garantizar la continuidad y profundización del mismo a no ser que se propicie una participación creciente de los sectores populares.

En los países dependientes de gran parte de nuestra América Latina la liberación nacional constituye el primer paso hacia la liberación social. Pero no son etapas autónomas, primero una y luego la otra, por el contrario forman parte de una unidad dialéctica. La liberación nacional favorece grados crecientes de liberación social, pero ésta a su vez es la única que puede profundizar y consolidar a la misma liberación nacional. Por supuesto todo tiene un comienzo, no negamos la importancia de iniciar la transformación a través de la constitución de un gran frente nacional antiimperialista, pero la misma sólo se podrá completar (y la historia nos proporciona ejemplos muy ilustrativos al respecto) si simultáneamente se desencadena un proceso que favorezca la creciente autonomía de los sectores populares. Esto implica la necesaria construcción de un partido de los trabajadores independiente para conducir el frente y trascender, en un momento histórico dado, los límites que impone la tradicional conducción burguesa de los procesos de liberación nacional.

El papel de los intelectuales que adoptan como posición de clase la identificación con los intereses objetivos de la clase obrera, sin olvidar a sus naturales aliados (campesinos y asalariados rurales, trabajadores desocupados, capas medias empobrecidas y pequeña burguesía en vías de extinción), resulta esencial porque por sus funciones específicas favorecen un mayor desarrollo de la conciencia. Sólo desde un materialismo mecanicista se puede concebir que la situación económico-social habrá de generar por sí misma las condiciones para el cambio. Estas condiciones si bien son necesarias no resultan suficientes, ya que entre las condiciones objetivas y la conciencia popular de ellas se interponen las ideas que representan los intereses de la alianza entre la burguesía de los países dominantes y la oligarquía de los países dependientes. Esa es la razón por las que las sociedades tienden a reproducir las ideas dominantes, que son las de las clases dominantes.

En el capitalismo globalizado del siglo XXI se han vuelto muy complejos los mecanismos y medios que la clase dominante utiliza para universalizar sus intereses (presentados como intereses de toda la sociedad). Gran parte de la nueva tecnología incorporada en el campo de las comunicaciones cumple la función de perfeccionar la dominación a través de las ideas, completando la tarea habitualmente desempeñada por las instituciones de la educación formal (como escuela y universidad). Las distintas disciplinas sociales (sociología, economía, psicología, politología, historia, y otras) han sido incorporadas con sus aportes técnicos específicos para responder a esta visión de mundo, cuyos intereses mezquinos pueden acabar con la humanidad. Los grandes oligopolios que dominan el mundo en el plano económico-financiero, en la producción de armas de destrucción masiva, en la explotación de los recursos naturales o en el campo de las comunicaciones más sofisticadas, tienen como interés estratégico la maximización del beneficio, para lo cual es imprescindible mantener sometidas a las mayorías.

Un sector de los intelectuales está integrado en este proceso devastador del capitalismo mundial y logran con sus aportes técnicos que lo obvio resulte invisible para muchos. La técnica más difundida pasa por asignarle un carácter natural (“es la naturaleza de las cosas”) a procesos basados en la explotación, marginación y alienación de los sectores dominados. Pero aún así, cuando la situación se torna insoportable para los sectores populares, pueden manifestarse reacciones que van desde el simple malestar a la rebelión por parte de los más perjudicados. Sin embargo, ninguna política con perspectiva de futuro puede construirse sólo con estos componentes primarios. De allí que las alianzas de los sectores populares, y sobretodo en los países dominados (por ser las principales víctimas del capitalismo internacional), deben construirse y desarrollarse con la presencia de intelectuales que desempeñen su función específica. La conciencia de los intereses estratégicos y la producción de un consenso alternativo no brota espontáneamente, requiere de un trabajo especializado, sobretodo en el capitalismo global, en el que los mecanismos de ocultamiento y deformación de la realidad son cada vez más sutiles. Es por esto que en países como Venezuela, Bolivia o Argentina asistimos a un fuerte impulso de la batalla de ideas desde los mismos gobiernos que se han instalado en los últimos años. Desarrollar una visión de mundo propia de las clases y sectores sociales históricamente oprimidos es tarea de esta primera etapa del siglo XXI.

Un grave error al que se exponen los intelectuales del campo popular es subestimar la capacidad de sus adversarios, apelando a la descalificación como arma fundamental de lucha, o dando por ganadas batallas que recién han empezado. Los intelectuales del campo nacional-popular deben estar siempre alerta, no caer en el triunfalismo y cuidarse mucho del oportunismo que es moneda corriente en el campo de las ideas. Deben además de informarse en el plano teórico, perfeccionarse en el uso de métodos y técnicas para estudiar y responder con idoneidad a los problemas específicos que exigen urgente resolución en los distintos campos de la realidad. Los espacios en los que se desarrolla la batalla de ideas son múltiples, la política es tan sólo uno de ellos; pero la producción de un consenso alternativo, que garantice la participación democrática de todos los sectores involucrados en el mismo, sólo puede ser el resultado de una práctica amplia:
? con actitud crítica en los distintos niveles de la educación y formación técnico-científica ya constituidos (como universidades e instituciones dedicadas a la investigación);
? creando otros lugares de formación paralelos (como centros culturales, foros de debate, partidos políticos);
? dando debate en los medios de comunicación existentes cada vez que la oportunidad lo permita (atentos a utilizar el medio y no que el medio nos utilice a nosotros como ocurre con no pocos “progresistas”);
? generando nuevos medios de comunicación alternativos (en Internet, cable, a partir de la ley de medios en Argentina, etc.);
? insertándose en los nuevos espacios en los que se construye lo popular, como el barrio (lugar de encuentro entre trabajadores ocupados y desocupados);
? participando en la resolución de diversas problemáticas actuales (femenina, sexual, étnica, etc.) con una visión seria, atendiendo a las necesidades del otro, pero sin descuidar nunca la integración de la demanda particular en un proyecto colectivo.

Todo esto desde una perspectiva no sectaria dentro del campo nacional y popular, pero simultáneamente clara, responsable y ética a la hora de forjar alianzas, que obviamente no pueden ser el producto de una mirada nostálgica hacia el pasado, porque el pasado no se repite y si lo hace sólo puede presentarse como una pobre caricatura. Hay organizaciones e instituciones que han sido arrolladas por la historia, inclusive en algunos casos puntuales son responsables directos del drama que vive nuestra América Latina. Cómo obviar por ejemplo en Argentina el papel cumplido por un sector de la dirigencia sindical (los gordos) en la década menemista. Un discurso que excluya este dato sustancial no es explicativo de la realidad, ni representa una opción confiable para los desocupados y trabajadores precarios (como los terciarizados) que generó esa complicidad con el proyecto de las clases dominantes; mas bien constituyen caso de claro oportunismo político Los protagonistas reales de la historia están en las calles, en los barrios, en las fábricas, en los sectores sindicales no corrompidos ni cómplices de la destrucción nacional vivida no hace mucho, en los espacios de la cultura popular, y junto a sectores políticos consecuentes con un proyecto de liberación. Sólo allí podrán forjarse las condiciones para profundizar el proceso de cambio iniciado en varias provincias de la Patria Grande, y sólo allí los intelectuales del campo popular lograrán cumplir su función coparticipando como agentes del cambio real, asumiéndose como educadores que deben ser permanentemente educados por ese sujeto que integran: el pueblo de la Nación Latinoamericana.

La Plata, Octubre de 2010

    

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