Jornadas Cultura
y Medios en Dictadura y Democracia 7, 8 y 9 de mayo de 2008 Biblioteca Nacional - Auditorio Jorge Luís Borges
Capítulo 2 - Cómo operó la dictadura
Moderador: Martín Becerra - Panelistas: Raúl Timerman, César
Gerbasi y Juan Carlos Cernadas Lamadrid
Martín Becerra: En esta Mesa expondrán César Gerbasi, que trabaja
en la gerencia de ingeniería de Canal 7, especialista en temas
técnicos del medio audiovisual. También Juan Carlos Cernadas
Lamadrid, dramaturgo, fue director del teatro Alvear y trabajó
en agencias de publicidad. Como autor ha escrito obras para
televisión como “Los Miedos”. Raúl Timerman, quien en la actualidad
tiene un programa en Radio El Mundo llamado “El hormiguero”,
también ha trabajado y trabaja en publicidad y porta un apellido
que es ineludible a la hora de referirse a la relación entre
medios y dictadura militar.
Raúl Timerman: Mi apellido es Timerman. Jacobo Timerman era
hermano de mi padre, y eran los únicos dos hermanos, o sea una
familia muy chica. Y Jacobo Timerman era, además, uno de los
dueños y director del diario La Opinión. Durante el proceso,
lo que yo sentía era miedo, ése era el sentimiento dominante.
Había situaciones en las que el miedo se me aliviaba. Era cuando,
por motivos de trabajo, tenía que viajar al exterior, que sucedió
con mucha frecuencia. Y sólo se me aliviaba el miedo cuando
el avión empezaba a corretear y levantaba vuelo. Ahí sentía
alivio, no antes. Uno de los primeros viajes que yo hice -esto
es algo que mi esposa no sabe- fue a Europa, por un período
relativamente largo. Nosotros acabábamos de tener nuestro primer
hijo, que tenía dos o tres meses. A los dos o tres días de llegar
a Bruselas, la llamé por teléfono y le dije que se venga. Recién
ahora comprendí por qué la llamé por teléfono y le dije que
se venga. Y que se venga con Jerónimo, que era nuestro primer
hijo. Es porque tenía miedo por ellos. Ella para poder hacer
el permiso de salir del país, tuvo que falsificar mi firma,
porque no había otra manera de sacar a un chico. Ahora escucho
hablar de la inseguridad y dialogando con el actual secretario
de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, me decía que en la
historia de los secuestros, desde que empezaron, hubo 1.000
secuestros y 3 muertes. Durante el Proceso hubo más de 30.000
secuestros y 30.000 muertes. Yo ahora no me siento inseguro,
como sí me sentía inseguro durante el Proceso militar. Una vez,
una periodista de France Press le hace una entrevista a Mao
(Tse Tung) y empieza a recorrer la historia china -3.000 añosa.c.-
junto a la historia de las dinastías, y Mao le va contando.
Después de 2 ó 3 horas de entrevista, le pregunta a Mao qué
opina de la Revolución Francesa. Mao se queda pensando y dice:
“Nohay perspectiva histórica, sucedió hace demasiado poco tiempo”.
El Proceso, que sucedió hace mucho menos años, tiene, posiblemente,
desde el punto de vista de la interpretación, sólo visiones
parciales.
No hay una visión totalizadora del Proceso. Hay visiones parciales.
Sin embargo, para poder ver cómo operó el Proceso, hice una
síntesis.La dictadura operó secuestrando, torturando, matando,
desapareciendo y robando bebes. ¿Por qué operó de esa manera?
Porque necesitaba crear un estado de miedo. Yo tenía miedo porque
me impusieron un estado del miedo. ¿Y para qué era necesario
que la gente tuviera miedo? Era necesario que la gente tuviera
miedo para que se inmovilice. La dictadura militar fue congeladora
de la protesta social para poder aplicar un plan económico.
Creo que ahí no hay una visión parcial, creo que hay un punto
mínimo sobre el que hay que ponerse de acuerdo. Se aplicó un
plan económico, y ese plan económico siguió vigente hasta que
el modelo se hizo trizas el 19 y 20 de diciembre de 2001. Se
cayó solo, pero duró 25 años. La ideología que aplicaron para
poder generar ese estado de miedo fue la doctrina de la seguridad
nacional. ¿Podían haber hecho otra cosa? Sí y no. Podían haber
combatido la guerrilla con la ley. Pero entonces no hubiera
habido miedo social. Porque a ley la gente no le tiene miedo.
Y a eso, la gente le tiene miedo. El primer día del golpe, el
24 de marzo de 1976, sale el famoso comunicado número 19. Ese
comunicado dice que habrá penas de hasta diez años de reclusión
al que difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados
o imágenes con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar
la actividad de las Fuerzas Armadas, de Seguridad o policiales.
Penas de diez años de reclusión. Hubo diarios cerrados, expropiados,
medios clausurados, periodistas desaparecidos; pero a nadie
le aplicaron este comunicado número 19. Nadie fue juzgado y
le dieron 10 años de prisión. La práctica era secuestrar, torturar,
matar, desaparecer, robar bebés. Acá ya contaron y hubo una
pregunta de una persona con respecto al tema del Ente Autárquico
Mundial 78 (EAM 78). Una de las cosas que hicieron fue con los
medios del Estado. Los intervinieron y los dividieron. Canal
9 para el Ejército, el 11 para la Aeronáutica, el 13 para la
Marina y el 7 dependía de Presidencia, que era del Ejército.
Los programas de Canal 7 eran culturales -ballet, ópera en concierto-,
es decir, una cultura insípida, y sobre fútbol y automovilismo
ya que de eso el Estado tenía el monopolio. Canal 7 funcionaba
en el edificio Alas, no existía el actual edificio de ATC. Eso
se construyó con el EAM 78.
Costó
700 millones de dólares, de los cuales 100 millones se destinaron
al Centro Producción Buenos Aires, que es hoy ATC. Terminado
el Mundial, se produjo la mudanza, empezó a funcionar ATC ahí,
y llamaron a alguien para que presente una propuesta de cómo
debería ser el canal. El interventor era un coronel, Enrique
Santos Paradelo, y le preguntaron a Montero, un productor que
presentó una propuesta, lo siguiente: ”Montero, usted qué recomienda
¿salir a pelear el rating o aprovechar la entrada de camiones
que tiene ATC y hacer un supermercado?”. Y decidieron salir
a pelear el rating. Lo primero que hizo Montero, es contratar
una agencia de publicidad, Lautrec, que fue la que inventó ATC
y su imagen ¿A quién contrató Montero? A Mirtha Legrand, para
hacer los almuerzos; a Hugo Moser, para hacer “Los hijos de
López”, y a Andrea del Boca, para hacer “Andrea Celeste”, con
libro de Abel Santa Cruz. A Horacio Larrosa le dio la dirección informativa. Él inventó
el noticiero “60 minutos”, que tenía como conductor a José Gómez
Fuentes, a María Larreta y a Silvia Fernández Barrio. Durante
la guerra de Malvinas, tenían como corresponsal en las islas
a Nicolás Kasanzew. Durante la guerra, Canal 7 organizó el programa
“24 horas de Malvinas”, con Cacho Fontana y Pinky donde se dedicaban
a juntar cosas para enviar a los soldados. Ese programa tuvo
52 puntos de rating. Nunca se supo qué pasó con todo lo que
se juntó en ese programa. A algunos medios gráficos, el Proceso
militar los expropió. Y al resto de los medios los compraron
entregándoles Papel Prensa. Estaba anunciado: el 3 de noviembre
de 1976 se realizaría una asamblea de Papel Prensa donde se
iba a regularizar una transferencia accionaria. Los dueños de
las acciones eran los Gravier. David Gravier había sido socio
capitalista de La Opinión. El día anterior había habido una
reunión en el diario La Nación, donde quedó claro que el Estado
no iba a permitir el traspaso de los testaferros a los Gravier
y que éstos tenían que vender sus acciones. Estaban presentes:
Máximo Gainza Paz, por el diario La Prensa; Héctor Magnetto,
por Clarín; Bartolomé Luis Mitre, por La Nación y Patricio Peralta
Ramos, por La Razón.
El único ingenuo fue Máximo Gainza Paz, que pensó que había
que pagar por esas acciones, y entonces excusó a La Prensa de
participar porque no estaba en condiciones financieras. “Estamos
haciendo el nuevo edificio, nosotros no vamos a participar de
esto”, dijo. El resultado fue que Clarín, La Nación y La Razón
se quedaron con Papel Prensa. Nunca se pagó. Y hoy se sospecha
que tiene un solo dueño, posiblemente éste sea el momento de
mayor concentración de la prensa gráfica en el país. Sucedieron
algunas cosas que a uno le llaman la atención, como la conducta
de alguna gente que intervino en los medios durante y después
del Proceso. Hay gente que mantuvo una línea. Si uno habla de
Mariano Grondona o de Bernardo Neustadt mantuvieron una línea.
A lo mejor si uno le pregunta a Grondona si había más libertad
de prensa durante el Proceso que ahora es capaz de contestar:
“Durante el proceso yo invitaba a un ministro y venía al programa,
ahora no viene ningún ministro a mi programa”.Pero hubo gente
que tuvo contradicciones. Si uno toma el programa que fue hecho
por la Aeronáutica en Canal 11-programa que marcó una apología
del Proceso-, llamado “Vídeo Show”, ese programa tuvo cuatro
conductores a lo largo de sus tres años. Los conductores fueron
Bernardo Neustadt, que no llama la atención; Cacho Fontana,
que no llama la atención; Enrique Llamas de Madariaga, que no
llama la atención, y Magdalena Ruiz Guiñazú, que sí llama la
atención.
Pero bueno, como alguien dijo acá, es muy difícil exigirle a
la gente que sea valiente. La gente se defendió y trató de sobrevivir
como pudo en esas circunstancias y hay gente que empezó a ver
las cosas después. Ernesto Sábato empezó a ver las cosas después.
Magdalena empezó a ver las cosas después. Jorge Luis Borges
empezó a ver las cosas después, mucha gente. A lo mejor, Jacobo
Timerman también empezó a ver las cosas después. Porque no era el mismo diario La Opinión antes del golpe o el
primer período, que cuando empezó a publicar habeas corpus,
o cuando matan a Edgardo Sajón, ex secretario de Prensa y Difusión
de la Presidencia, o finalmente, lo secuestran a él. Pero hubo
gente que la misma conducta la sigue teniendo hoy. Cuando a
Jacobo Timerman la Universidad de Columbia le entrega el premio
María Moors Cabot, hay un listado de gente en la Argentina como
Claudio Escribano o Ernestina de Noble, propietaria del diario
Clarín, que escribieron notas repudiando esa entrega. Algunos
de ellos renunciando al premio que habían recibido años anteriores.
Entrevistado en ese momento el decano de la Universidad de Columbia,
dijo: “Me llama mucho la atención, ninguno de ellos devolvió
los mil dólares de premios”.
Es decir, renunciaban al honor, pero no al dinero. Quería agregar
algo más. Alguien mencionó aquí que se había establecido un
mecanismo de censura y, efectivamente, se estableció un mecanismo
de censura. Había un servicio de lectura previo gratuito que
era para los editores de diarios, para que enviaran las notas
y funcionaba en la casa de gobierno.
Para
poder entender cómo operaba el sistema respecto a los medios,
déjenme leerles una breve crónica de Ariel Delgado, en esa época
periodista en radio Colonia, una radio argentina ubicada en
la República del Uruguay, famosa por aquellos años por relatar
muchas de las cosas que en Argentina no podían decirse. Delgado
comienza diciendo: “Voy a contar la experiencia que tuve a partir
del 24 de marzo de 1976 con el golpe de Videla, Massera y los
otros. En esa época yo era director de radio Colonia y, además,
tenía a cargo los principales informativos. Los tres panoramas
informativos de la radio. El dueño de la radio en aquella época
era Héctor Ricardo García, el mismo del diario Crónica. El 23
de marzo al medio día, 12 ó 13 horas antes de que se produjera
el golpe, lo fueron a ver a García al diario Crónica, en Azopardo
y Garay, dos militares, dos marinos. El capitán Carlos Carpintero,
que estaba a cargo de lo que sería hoy la Secretaría de Medios
de la Presidencia, y el capitán Carlos Alberto Busser. Hablaron
con García, le dijeron que el golpe ya era inminente. Le dijeron
que el golpe era cuestión de horas y que todas las radios argentinas
iban a entrar en cadena, como era costumbre en aquellos años,
y que la única radio que quedaba fuera del control de los militares
era radio Colonia por lo cual le pedían colaboración. García
me avisó. De cualquier modo ya todos lo sabíamos. Las radios
argentinas entraronen cadena a las 3:21 a.m. del 24 de marzo
de 1976. Ese mismo día, en el panorama de las 7 de la mañana,
leí una noticia de la agencia norteamericana The Associated
Press, la más grande del mundo, lo cual era absolutamente legal.
La noticia decíaque Isabel Perón resistía ante el golpe -vale
aclarar que era una resistencia verbal- y que un militar la
zamarreó y se la llevaron. A los militares argentinos no les
gustó que yo leyera esa noticia y para manifestar su disgusto,
pues simplemente, secuestraron a García. Lo encapucharon y lo
subieron a empujones al buque “33 Orientales” que estaba amarrado
en el puerto. Ahí estaban también, Diego Ibáñez, Jorge Triaca,
Carlos Menem y Lorenzo Miguel, entre otros. A García lo tuvieron
11 días encerrado en un camarote del barco, lo soltaron después
y le explicaron que había que tener mucho cuidado”. Así operó
el Proceso.
César Gerbasi: Voy a intentar desarrollar una supervivencia
de la dictadura, como prueba de estas cosas que se formulaban
aquí acerca de cuáles fueron los intereses económicos a los
que respondió. Esto todavía es algo que en términos de la polémica
y del debate intelectual habrá que desarrollar en algún momento.
A esa idea de que la dictadura fue la cabecera de un puente
para consolidar un sistema económico todavía le faltan nombres
y apellidos. Estos nombres y apellidos en algún momento habrá
que ponerlos sobre la mesa. Intentaré caracterizar cómo funcionó
esto en la televisión, que es mi especialidad. Y cómo hoy la
estructura de medios televisivos que existe en la Argentina,
particularmente en el interior de la Argentina, es un edificio
sólidamente montado por los conceptos de la dictadura y cuya
estructura, en general, es la Ley de Radiodifusión, que hoy
está vigente y que, salvo algunas modificaciones, es la ley
de televisión de la dictadura. Los gobiernos democráticos, por
diversas razones -pero particularmente para no irritar a los
medios de comunicación, a los canales de televisión, o mejor
dicho a los propietarios de los canales de televisión-, no han
modificado aquella ley. Parece increíble que hoy tengamos una
ley que ni siquiera tiene los alcances tecnológicos incorporados,
como el satélite o la retransmisión directa al domicilio. Todo
eso no está incorporado porque la ley que hoy rige los medios
de comunicación en la Argentina es la misma ley de la dictadura.
Quiere decir que, además de dejar un campo minado, podemos decir
que en algunos aspectos dejó una estructura tan sólidamente
montada que aún hoy no ha podido ser destruida. Cuando uno piensa
en la televisión como medio, más allá de los contenidos y de
las polémicas que puede generar su oposición a cuestiones tales
como la lectura o la profundidad que pueden tener otras expresiones
artísticas, a mí me gustaría señalar un hecho que no ha sido
suficientemente comprendido. La televisión es uno de los conceptos
tecnológicos modernos tal vez más complejos, y que ha resultado
gratuito para quienes lo consumen. Esto ha sido algo bastante
novedoso si pensamos en el cine o si pensamos en cualquier otro
desarrollo tecnológico ligado al medio audiovisual. De una u
otra manera la televisión se introdujo sin necesidad de que
el que la consumía tuviera que pagar mensualmente.
Amenaza
"La guerra sucia había terminado incluso antes de
comenzar. Cuando la Junta tomó eI poder el Ejercito
Revolucionario del Pueblo había sido aniquilado
y los montoneros, domados, quebrados y posiblemente
infiltrados en el nivel más alto. La guerra de la
Junta no era una guerra; era pura y simplemente
represión. De 1969 a 1979, según La Nación, los
terroristas de izquierda habían matado a 790 personas.
De 1971 a 1979 las fuerzas del gobierno o los paramilitares
asesinaron o hicieron desaparecer al menos a 10.413
personas, la suma de lo casos reportados en Nunca
Más v las muertes en supuestas batallas reportadas
en los diarios. Sólo en el mes de noviembre de 1976
poco menos de veinte personas fueron asesinadas
por la izquierda, mientras que seiscientas fueron
asesinadas o desaparecidas por la derecha. En lodo
el periodo de la guerra sucia, la Marina perdió
once hombres: seis oficiales y cinco alistados.
En la ESMA, donde cerca de 4.500 prisioneros murieron,
el grupo de tareas 3.2.2 perdió un marino La izquierda
nunca fue una amenaza seria, y los militares lo
sabían. Una directiva escrita por Videla seis meses
ames del golpe estimaba los miembros del Ejército
Revolucionario del Pueblo entre 430 y 600. En abril
de 1977 la Junta estimaba que la tuerza de Montoneros
estaba entre las 2843 y las 2883 personas. Un año
más urde un memorándum interno de la Junta se refería
a la 'virtual aniquilación de las organizaciones
subversivas con la pérdida de aproximadamente el
noventa por ciento de sus cuadros'. Y la represión
continuaba. La Junta exageró la amenaza montonera
para tener una excusa para aniquilar a la izquierda
argentina no violenta."
Tina Rosemberg, periodista norteamericana, en "Astiz,
la estirpe de Caín", Documentos Página|12, marzo
de 1998.
Esto por lo menos
fue al inicio. En Estados Unidos la financiación por publicidad
permitió que la gente no tenga que pagar para ver televisión.
En Europa los canales fueron del Estado y el sistema de que
el estado financiara la televisión, también permitía que nadie
tuviera que pagar por ver televisión. Resulta que en la Argentina
llegamos a un nivel de penetración de la televisión paga del
50%, ya sea la televisión de cable o la televisión directa vía
satélite. Es una cifra que se da en pocas ciudades del mundo.
Solamente es equiparable al número de Estados Unidos. De hecho,
en las estadísticas de penetración de televisión por cable -en
cantidad de abonados- viene primero Estados Unidos y después
la República Argentina. Esto es lo que, en mi opinión, está
ligado con la política de la dictadura. En este sentido es una
supervivencia que aún hoy no ha podido ser atacada y que resulta
difícil destruir. En general, las democracias se caracterizan
por poner al servicio de todas las personas la misma cantidad
de bienes básicos, independientemente de si esas personas son
o no rentables. Ahora en la Argentina nos resulta muy difícil
-después del proceso intelectual que comenzó con la dictadura
pero no acabo allí- entender por qué en Europa hay trenes estatales.
Es simple. En Europa hay trenes estatales porque la premisa
es que el suizo que vive allá lejos, en la montaña, tiene los
mismos derechos que el suizo que vive en los lugares urbanos
de poder viajar a un precio razonable a su casa. Ése es un concepto
absolutamente democrático. Las privatizaciones en la Argentina
terminaron con este concepto. Lo repito porque a veces uno piensa:
¿por qué el Estado tiene que tener estas cosas? El Estado tiene
que tener algunas de estas cosas para ponerlas al servicio igualitario
del que los pueda tener, independientemente de cuál sea su condición
económica, dónde vivan y cuáles sean sus hábitos. Esto fundamentó
también la televisión. Cuando uno habla de la televisión pública
en el mundo hay conceptos realmente diversos, pero hay un eje
central: la televisión pública, en todos los países del mundo,
tiene la obligación de llegar hasta el último habitante. Es
eso lo que la define. Ni sus contenidos, ni su carácter cultural
o de entretenimiento. Eso no está en juego. Con la televisión
pública es el Estado quien brinda el servicio,y tiene la obligación
de llegar hasta poblaciones insignificantes. La televisión privada
no tiene esa obligación. Llega hasta aquellos puntos donde le
resulta rentable. Empiezo por decir, entonces, que contrariamente
a lo que se piensa de que el uso del aparato estatal de la dictadura
era férreamente estatista, el artículo de la ley de Radiodifusión
que hoy esta vigente es un párrafo bastante claro.
El Estado está para tapar los baches; allí donde sea negocio,
donde haya actividad comercial, allí va la actividad privada
y hace su negocio. O sea, de contenidos ni se habla aquí. El
objetivo de la televisión es que haya televisión. Y el Estado
la podrá prestar en aquellos lugares donde no decida prestarla
la actividad privada. Este es uno de los pilares en que se basa
la estructura de la televisión industrialmente en la Argentina.
Esto es lo que se llama el principio de subsidiaridad del Estado,
es decir, el Estado no está obligado a asegurar -según nuestros
conceptos- la igualdad de la televisión para todos sus habitantes.
Según estos conceptos, que son de la dictadura, el Estado tiene
que prestar estos servicios solamente donde no puede prestarlo
la actividad privada. Esto es una cosa gravísima, y también
llama la atención que en los tres breves años de democracia,
entre 1973 y 1976, y desde que se derrocó la dictadura hasta
el día de la fecha, esto no haya sido modificado. Entonces más
que un campo minado, nos dejaron un campo bastante robusto.
Otra de las cuestiones que plantea el sistema de radiodifusión
argentino -también único en el mundo- es que no puede haber
redes. Es decir, la televisión estatal europea cuando comenzó
se nutrió de redes. Lo mismo que veían los habitantes de Madrid
lo ven en Barcelona con agregados locales. Estas son las redes
públicas de televisión de todo el mundo, donde el canal de televisión
estatal cubre todo el territorio nacional. Lo mismo ocurre en
Estados Unidos, contrariamente a lo que se piensa. La televisión
pública en Estados Unidos es muy poderosa. Es un sistema que
se llama Public Broadcasting System y que, entre otras cosas,
hace programas de una gran importancia cultural, y algunos de
ellos muy conocidos. En Estados Unidos, más allá de las redes
privadas de televisión, el mismo canal que está en Nueva York,
está en Birmingham. Los canales estatales están en todos los
Estados Unidos. En la Argentina, por esta misma ley, fueron
prohibidas las redes. ¿Cuáles eran los argumentos que se esgrimían
para prohibir las redes? Lo que se decía era que lo que se buscaba
era fomentar la propiedad y la producción local. Si hubiera
redes, la posibilidad de producción local sería muy insignificante
porque todos los contenidos serían centrales. En rigor de verdad,
se prohibían. Esto nunca dio resultados. Al día de hoy, en la
mayor parte de las provincias argentina, el que no está abonado
al cable puede ver un solo canal de televisión.
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Estos canales de
televisión eran manejados por empresarios locales y estos empresarios
locales armaban su programación, no concontenidos locales, obviamente,
sino con parches de lo que más le convenía del canal de Buenos
Aires. Con lo cual, aquel objetivo de la televisión regional,
federal, donde toda la gente pudiera aportar contenido desde
su propio lugar, no existió nunca. Lo único que le importaba
a la dictadura de este proceso era no monopolizar los medios
para que no haya poder informativo. Y por eso sustituyeron de
esta manera. Crearon un sistema mediante el cual haya un sólo
empresario por lugar, en la mayor parte de los lugares, que
se mantiene inclusive hasta hoy. Muchas de las provincias argentinas
solamente tienen un canal de televisión estatal porque a los
privados no les interesa poner un canal en Rawson; entonces
hoy hay una estructura mínima de televisión. Mientras el mundo
tenía tres o cuatro opciones, acá se creó el fundamento de la
televisión por cable porque el señor de San Juan que hoy no
se abona al cable tiene como único recurso ver lo que un canal
de televisión dictamina que él vea. Entonces ahora aparece esta
estructura, esta es la razón y la causa del crecimiento de la
televisión por cable. Esto, que en cualquier país del mundo
es un sistema complementario, donde aquellos que tienen más
recursos y quieren mayor información, mayor programación segmentada,
entretenimientos, etc. se abonan a un sistema que es complementario
de sus gustos. Pero aquí el sistema de televisión por cable,
en el interior de la República Argentina, no es complementario,
es obligatorio. Si alguien quiere estar informado verdaderamente
tiene que estar asociado a un sistema de televisión por cable.
Porque el déficit informativo que tenía y tiene esta ley, fue
provocado por la dictadura. Por dos razones: para crear un déficit
informativo, y para crear un vacío de poder de difusión, con
lo cual era muy fácil discutir de mano a mano con un empresario
en San Juan, con otro en Mendoza, con otro en Salta y con otro
en Jujuy, y someterlos en forma individual. Esto hoy, algo más
o algo menos, está intacto. Prácticamente no se han llamado
a licitaciones en ninguna de las provincias.
Un
elefante ocupa mucho espacio
"Las prohibiciones se
instalaron en todo el ámbito educativo y cultural.
Las famosas “listas” con los nombres de escritores,
compositores y artistas “no autorizados” circulaban
por radio, TV, diarios, librerías y escuelas. Se
los hacía “invisibles”, “no audibles”, “no estaban”.
En un libro de reciente aparición se relata
la quema de la colección del
Centro Editor de América Latina, (CEAL), una
de las mayores del país. Otro ejemplo es sobre la
prohibición de literatura infantil. En 1976 se edita
el libro para niños, Un elefante ocupa mucho espacio,
de Elsa Bornemann que gana premios internacionales.
Un año después era prohibido en la Argentina por
relatar una huelga de animales."
Es más, hasta el
año 2003, Canal 7 no podía instalar repetidoras de su propia
programación donde hubiera canales privados. Esto es: el Estado
estaba impedido, aunque tuviera los recursos y las posibilidades,
de llegar a aquellos lugares donde la actividad privada estaba
funcionando, y esto incluía a Canal 7. Hay un decreto modificatorio
de la ley, que ahora permite que el Estado pueda poner Canal
7 y tener repetidoras de televisión donde hay actividad privada.
Por eso, esa cosa de “Canal 7, en todo el país”, es bastante
relativa. Porque recién ahora Canal 7 va a poder estar en todo
el país. Y es curioso que la democracia argentina, durante aquel
período, no se haya ocupado de esto. Es curioso y no, porque
en realidad aquellos poderíos y aquellos empresarios que fueron
hijos de la dictadura, fueron respetados después por la democracia
argentina que no atinó a poner los límites suficientes como
para poder crear este crecimiento. Me pareció interesante agregar
esta cosa de que la dictadura no es una rémora, ni es una cosa
relativa al pasado como ahora nos quieren hacer creer toda esta
posición de la derecha. Que haya tanta gente tan joven que no
ha vivido esa época y se interese en estos temas, en realidad,
a mí me hace pensar que recién estamos empezando a hablar de
esto.
Juan Carlos Cernadas Lamadrid: Obviamente yo puedo hablar desde
otro ángulo, el de la televisión de aquella época, desde mi
función autoral, aquello que me ha ocupado fundamentalmente
en la televisión. Yo creo que -como decía Raúl Timerman- nos
impusieron un miedo atroz con esta serie de matanzas, desapariciones,
expropiaciones, etc. Es absolutamente así. Pero en aquel momento
también sucedía que había quienes teníamos un lugar de pertenencia
muy fuerte -y quizás mucha inconsciencia- y nos largábamos igual
a obrar, a hacer, a decir, a expresarnos, pese a ese miedo que
estaba. Quiero decir también que ese miedo no es nuevo. Y nuestra
historia tiene muchos antecedentes de esto, y los siguió teniendo
en forma posterior. Sólo quiero citar, como un ejemplo paradigmático,
la carta de Sarmiento a Domingo de Oro, en junio de 1857, en
la que le dice lo siguiente: “La noche anterior a las elecciones
fue tal el terror que sembramos en Buenos Aires, matando a presuntos
mazorqueros, arrestando presuntos complotados -entre ellos extranjeros–
que, como comprenderás, al día siguiente ganamos las elecciones
sin ningún tipo de problemas”. Y le agregaba en forma bastante
terrible por lo cierto: “Buenos Aires siempre va a ser manejada
por la palanca del miedo”. Y creo que hemos tenido varias pruebas
de esto. Durante la dictadura, ni hablar, pero incluso posterior,
la segunda elección ganada por Menem, fue ganada a través del
miedo económico de los créditos y demás. Con respecto a lo autoral
-que fue lo que uno vivió más de cerca- había en aquellos años
dos tiempos dentro de la dictadura militar. Es decir, yo no
soy periodista, no he trabajado como periodista vinculado así
a los medios, aunque sí como francotirador desde programas de
ficción, y para mí, hubo dos momentos. Uno durísimo, donde prácticamente
todos aquellos que podíamos esgrimir un pensamiento -actores,
autores, directores- fuimos borrados, que fue en el primer tiempo
de la dictadura. Pero hubo un segundo tiempo, que se origina
más o menos por el fin de 1979 y principios de 1980, en el que
hay como un espacio que se abre, por supuesto con conceptos
muy rígidos de cómo debía encararse la ficción. Pero lo que
sucedió fue que, en esos momentos, se realizaron programas que
fueron paradigmáticos. Yo tuve dos con participación directa:
“Nosotros y los miedos”, donde los miedos era la dictadura,
y “Compromiso”, ya sobre el final. También programas como el
de Nelly Fernández Tiscornia, con la dirección de Alejandro
Doria. Por supuesto había un censor que leía los libros en cada
canal pero, más allá de lo atroz que significa toda censura,
ésta fue indudablemente, además de obvia, imbécil. Yo recuerdo
el libro de un personaje mío que decía: “No, no, yo soy judío”.
Me sacaron la palabra “judío” y me pusieron “israelí”, como
si ambas fueran sinónimos. Curiosamente -y de esto hay miles
de anécdotas- los libros venían como semi tachados, palabras
censuradas y demás. Pero ningún director de los que a mí me
tocó, Diana Álvarez, Rodolfo Cope, Alejandro Doria, etc., les
hacían caso. “Bueno no importa”, decían. Lo grababan y lo emitían
igual. Y no había rebote de esto.
Septiembre 2011, FATPREN
homenajeó a periodistas desaparecidos durante la
dictadura militar 1976-1983.
Ciertas reglas morales
no se podían transgredir, es decir, por ejemplo, infidelidades
no. Había pautas concretas. Recuerdo haber hecho una alta comedia,
una adaptación de una magnifica obra de teatro de Graham Green,
“Living room”, donde el personaje se termina suicidando. Entonces,
me tacharon lo del suicidio, porque no se podía suicidar. Y
yo dije “Bueno, es Graham Green” y me respondieron: “Bueno está
bien, si no ocurre en el país pude ir. ”Es decir, este imperio
de las series extranjeras que había, la mayoría yanquis, transgredían
todas las normas que para nosotros regían. Pero no era acá,
era allá. Problema de ellos, no de acá. Lo que sucede con esta
censura es que no entendían la metáfora con que nosotros jugamos.
Si estos programas tuvieron la repercusión que tuvieron fue
precisamente porque tomábamos metafóricamente los conflictos.
Y parecía que no hablábamos de lo que a ellos podía rozarles
o implicarlos. Y sí, efectivamente, hablábamos de esto. Y así
caíamos en las distintas etapas. Que de pronto uno podía trabajar
y de pronto estábamos grises, es decir prohibidos. Lo mismo
sucedía en cine y lo mismo sucedía en teatro. El tema era cuando
se daban cuenta. Pero se daban cuenta después. Y venía el peligro. Porque detrás
de eso, no sólo podía venir la prohibición, sino la desaparición,
el ser chupado, etc. Hubo un programa de televisión, “Compromiso”,
donde toqué concretamente el tema de una olla, que me valió
una amenaza directa. En la calle me pararon a la salida del
ISER dos tipos que yo creía que eran encargados, porteros, a
esa hora de la noche. Efectivamente mis alumnos se corrieron
un poco, dejándome solo y lo primero que me dice uno de ellos
es: “Muy lindo el programa de anoche, muy lindo”. “Gracias”,
le digo yo. Y me responde: “Bueno, pero cuídate, y cuida sobre
todo a tus hijas, Carolina, María Pía y Magdalena”, y se metió
en el coche. Se pueden imaginar como quedaba uno con todo esto.
Y el programa no era tocado, sino que la amenaza venía en forma
concreta sobre este rubro.
Para sintetizar quiero decir lo siguiente: durante la dictadura
no hubo un proyecto cultural ni en teatro, ni en cine, ni en
televisión. No lo hubo. Pero sí tenían en forma concreta -como
desgraciadamente sucedió después y sigue sucediendo- una estrategia
de logro de un objetivo. El objetivo es el proceso de “desculturarización”,
es decir, de crear vacío de contenido, vacío de pensamiento
y de que nadie pueda identificarse con lo que sucede en la ficción.
Esto no lo querían ellos, no se quiso después, y no se quiere
hoy. Seamos claros en esto. Este terror tiene sus antecedentes,
en forma multiplicada y terrible con los 30.000 desaparecidos,
en el bombardeo en Plaza de Mayo de 1955. Ahí ya mostraron las
cartas. Lo que hicieron después fue bajarlas totalmente. Pero
lo que más les importaba era el proyecto económico que sí tenían.
Y para eso tenían que lavar y vaciar todo de contenido. Ese
era el objetivo fundamental. Ahí estaba. Yo recuerdo cuando
hice -ni bien terminada la dictadura- en el programa “Yo fui
testigo”, con la conducción de Arturo Bonín, el Juicio a las
Juntas.
Los
aportes del periodismo en el proceso de memoria,
verdad y justicia.
En el marco de la Jornada sobre Comunicación y Derechos
Humanos, que se realizó en el predio de la ex Esma
(22/11/11) se analizaron los aportes del periodismo
de investigación al proceso de memoria, verdad y
justicia en la región, su tratamiento informativo
y la búsqueda de una identidad regional. De la mesa participaron los periodistas Horacio
Verbitsky (Argentina), Mónica González (Chile),
Iván Marsiglia (Brasil) y Roger Rodríguez (Uruguay). Verbitsky recordó a la agencia de noticias Ancla,
fundada durante la dictadura por Rodolfo Walsh y
aseguró, "los grandes medios argentinos fueron cómplices
de la dictadura". Por su parte Mónica González fue
tajante, "bajo dictadura se está contra como periodista
o eres cómplice de ella".
Recuerdo que uno
de los fiscales en aquel momento me dijo a mí en Tribunales:
“Lalo, esto no va ningún lado, porque no se ha abierto ningún
juicio por corrupción económica, que ha habido y mucha”. Claro
después esto se multiplicó en las décadas posteriores. Esto
es triste, pero creo que hay que hablar realmente y enfrentar
nuestra historia como fue. Al mismo tiempo quiero decir que
ellos no tenían un pensamiento monolítico. Tenían sus puntos
de desacuerdos en la práctica de los medios televisivos. Recuerdo,
por ejemplo, al coronel Clodoveo Batesti. En 1977 o 1978, ya
estaba en el canal y yo estaba prohibido. Me hace llamar y me
dice: “Se viene el aniversario de la Conquista del Desierto
y quiero que usted escriba una miniserie. Quiero que la escriba
usted”. Le dije: “Bueno, ¿y por qué yo, si usted sabe como pienso?”.
Me responde: “Yo quiero que lo haga usted, no que lo haga otro”.
Y efectivamente lo hice y no me cortaron absolutamente nada.
Después se mostró el programa al Comando en Jefe de las tres
Fuerzas. Y el final era que un Roca triunfante, que no había
tenido ninguna batalla, pasaba de largo por el fortín Quieto,
los soldados esperaban delante de éste, y Roca se fue sin darles
bolilla. Era un microcine muy chiquito en el canal donde vimos
esto y entonces siento la voz de uno de estos generales que
le dice a Batesti: “Coronel, esto no puede ir”. Entonces Batesti
dice: ”¿Por qué?” Y el tipo le responde: “Porque Roca no puede
pasar por delante de un fortín, ignorando a los soldados”. A
lo que Batesti, les dijo: “¿Por qué? Si es lo que siguen haciendo”.
Sin embargo, no tocaron al programa. Claro, esto era ya en la
declinación de la dictadura y había como un quiebre. Creo que
el plan fundamental de ellos, fue vaciar la televisión de contenidos,
así como lo fue vaciarnos en lo económico. Y pienso que todas
estas muertes tan terribles, las desapariciones de bebés y demás
atrocidades fueron para crear el miedo en la sociedad, pero
no sólo a los que participábamos políticamente, sino a la sociedad
toda precisamente para imponer un plan económico. Incluso en
aquellas partes de la sociedad, de clase media, que no veían
con tan mala cara el golpe militar. Tampoco nos engañemos con
esto.
Pregunta del público: La pregunta es para Raúl Timerman. Cuando
en el año 1962 -luego del combate faccioso entre militares,
entre azules y colorados- Jacobo Timerman
fundó la revista Primera Plana, lo hace apoyando muy fuertemente
al sector azul, cuyo máximo representante era Juan Carlos Onganía.
Luego en 1966, hicieron una campaña muy fuerte para lo que fue
el derrocamiento de Arturo Illia. Una vez que Onganía estuvo
en el poder, es como que se desencanta con Onganía, y Onganía
termina por cerrar las revistas que él había fundado: Primera
Plana y Confirmado. Luego en 1975, apoya otra vez a los militares,
como lo hicieron la mayoría de los diarios y tan pronto como
éstos llegan al poder, pareciera que Timerman se desencanta
otra vez con los militares y hace cosas de cierta valentía.
¿Qué reflexión tiene usted acerca de esta actitud de Timerman
de apoyar a quienes luego, a la postre, terminarían siendo sus
verdugos?
Raúl Timerman: A lo mejor es el destino del pueblo judío. Jacobo
era un hombre muy controversial. Era un hombre de gran talento,
especialmente para hacer un medio. El derrocamiento de Illia
lo apoya desde Confirmado y no desde Primera Plana. Ya se había
ido de Primera Plana. Se arrepiente después de eso y dice: “Me
equivoqué”, en el caso de Illia. Tenía la visión siempre de
que había líneas en el Ejército. Así como los azules más democráticos
y los colorados menos democráticos, él pensaba que en el Proceso
había generales duros y generales blandos. Y había que tratar
de apoyar a los blandos para evitar que los duros tuvieran prevalencia.
Pero terminó como terminó. Él pensó que a él no le podía pasar
lo que le pasó, cuando todo el mundo le advertía que a él también
podía pasarle. Y le pasó. La noche que le cayeron al departamento
de él, le robaron un reloj Rolex y otros objetos, era común
que robaran objetos. Y la primera persona que le ponen enfrente
es Camps y si uno lee los interrogatorios que le hace Camps
uno dice: ¿Es lo mismo Camps que Viola? A lo mejor no eran iguales,
pero nadie lo paró a Ramón Camps. A un año del proceso, hay
un suplemento en La Opinión con la opinión de los políticos
a un año del golpe militar. Hay que leer lo que declaraba Raúl
Alfonsín en ese momento. Hay que leer lo que decía Fernando
Nadra, del Partido Comunista argentino.
Yo he leído las impactantes declaraciones que hacían y lo contemplativos
que eran con el Proceso militar. Jacobo era un tipo terriblemente
difícil, muy polémico, tenía ideas propias, y yo creo que sí,
efectivamente, sabía lo que iba a pasar, no sé si lo apoyó abiertamente,
pero sabía lo que iba a pasar. Recuerdo en una cena familiar
dijo: “No piensen que esto va a ser como en Chile, esto va a
ser mucho peor”. Sabía cuál era el plan. Los militares, cuando
producen el golpe, tienen dos alternativas: o legalizar la lucha
contra la guerrilla, o profundizar la metodología de la Triple
A. Y eligen estatizar la metodología de la Triple A. A lo mejor,
Jacobo Timerman pensaba que había cosas que se podían negociar.
Le salvó la vida muchos periodistas. Les dio asilo, fue muy
generoso, sacó gente del país y pensó que a él no le iba a pasar.
Cuando fue expulsado del país en un operativo de la Marina,
que lo fue a buscar a su casa para custodiarlo hasta Ezeiza,
a los 20 minutos, cayó gente de la Policía de la Provincia de
Buenos Aires que lo venía a liquidar. Se daban cosas de ese
tipo. Él fue expulsado, se fue a Israel y a España. Estuvo en
una conferencia de prensa, en una asamblea de la Sociedad Interamericana
de Prensa, en octubre de 1980, en San Diego, California, donde
uno de los temas era la violación a la libertad de prensa en
la República Argentina.
El presentador dijo:
“En la República Argentina, donde hay un gobierno antimarxista…”
Entonces Jacobo pide la palabra y dice: “Le quiero hacer una
aclaración. No hay un gobierno antimarxista, hay un gobierno
fascista, que persigue y mata a la gente. Hay miles y miles
de desaparecidos”. Y deja sentada una posición. Los editores
argentinos hacían cola para pegarle. Habló Jorge Annuar, de
El Pregón, de Jujuy; habló David Kraiselburd, de El Día , de
La Plata; Máximo Gainza Paz, de La Prensa; y José Claudio Escribano,
de La Nación. Todos el Proceso a muerte y agrediéndolo a Timerman.
Cuando terminaron de hablar los cuatro, Jacobo les dijo: ”Muchachos
nadie les pide tanto, no se arrastren”. Cuando le entregan a
Timerman el Premio Moors Cabot, Escribano escribe una nota editorial
-que no se anima a firmar- en La Nación, titulada “Andá a cantarle
a Gardel”, escrita con una bronca terrible. Sólo volví a ver
esa bronca de Escribano, el miércoles 15 de mayo del 2003, cuando
Menem renuncia a la posibilidad del ballotage. Les recomiendo
que lean esa nota.
Pregunta del Público: Cuando usted, Timerman, se refiere a esa
época dice “Proceso” y no “dictadura”. Durante mucho tiempo
se nos quedó pegado ese término, e incluso hay generaciones
mayores que nos dicen que no digamos “Proceso” sino “dictadura”.
Raúl Timerman: Uso el nombre con el que se habían autodenominado
la Junta Militar: Proceso de Reorganización Nacional. A lo mejor
si yo uso la palabra “dictadura”, recuerdo a Roberto Levinsgton
o a Juan Carlos Onganía. Viví otras dictaduras. Digo “El Proceso”
porque siento que está bien identificado con esa palabra . Podría
decir “Proceso asesino”, y siento el mismo grado de incomodidad
al decirlo.
Pregunta del Público: Ya que nombramos periodistas y medios
que tuvieron sus acciones en la dictadura y que hoy en día siguen
vigentes e informándonos día a día, quería saber acerca de Clarín.
¿Qué reflexión hacen acerca de que un diario que fue socio del
Estado en la dictadura, cuya dueña está acusada de apropiarse
de hijos de desaparecidos, sea el que rige nuestras vidas y
el que decide la agenda de todos los días de la Argentinadel
2004?
César Gerbasi: A mí se me ocurre contestar con una frase muy
simple: “La culpa no la tiene el chancho, sino el que le da
de comer”. Esa es la cuestión. Clarín hace lo que hace en defensa
de sus intereses monopólicos. Lo que hay que preguntarse es
por qué del otro lado -a lo largo de tanto tiempo- se fomentan
esos intereses y no se toma una acción mayor. ¿Por qué lo hace
Clarín? Creo que es muy claro para todo el mundo.
Martín Becerra: No es menos cierto que uno de cada dos diarios
que se venden en el área metropolitana de Buenos Aires es Clarín.
Es un fenómeno social y económico.
Pregunta del público: Sé que hay un proyecto de ley que modifica
la Ley de Radiodifusión. Siempre se ha llegado a debates pero
nunca se ha elevado al Congreso. ¿En qué estado está?
César Gerbasi: Recientemente aparecieron algunos atisbos, por
un lado, de cambios parciales en la Ley de Radiodifusión y,
por el otro, en torno a una ley integral. Algunas de las reformas
que se proponen son muy obvias. El diputado Miguel Bonasso propone
sacar de la ley que el Comité Federal de Radiodifusión -que
regula toda la actividad del medio- tenga que estar formado
por integrantes de las Fuerzas Armadas. Eso lo dice la ley,
y todavía sigue vigente. Por lo cual el COMFER está intervenido.
Esto es para que no sea manejado por tres integrantes de las
Fuerzas Armadas, como correspondería por ley. Hay muchos puntos
polémicos, pero creo que el que más está teniendo por estos
días un alto grado de polémica es el que establece que no solamente
los titulares de los servicios de información tengan que ser
personas físicas, sino que puedan ser cooperativas, sociedades,
etc. Esto ha sido resistido por los monopolios informativos
por mucho tiempo. Siendo presidente, Roberto Viola, cuando le
preguntaron si tenían que ser personas físicas para identificarlos
y en caso de que se tratara de amigos les dieran los servicios
de radiodifusión dijo: “De ninguna manera, no de amigos, de
muy amigos”. Éste es uno de los puntos que está en discusión.
Todo el mundo cree que es imprescindible, pero a la hora de
tocar los puntos neurálgicos, es muy difícil encontrar a gente
que se quiera enfrentar abiertamente con los medios informativos.
Hace mucho tiempo un senador por Entre Ríos, el radical Ricardo
Laferrierre, había planteado que había que establecer el derecho
a réplica, es decir, que los medios que publicaban noticias
sobre alguien, se vieran obligados a tener que publicar la desmentida
o la opinión de quien estaba siendo aludido. Esto nunca prosperó
y trajo como consecuencia que el senador Laferrierre desapareciera
de los medios por un período suficiente como para que no se
volviera a ocupar más del tema.