COMO OPERÓ LA DICTADURA

Jornadas Cultura y Medios en Dictadura y Democracia 2008

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Jornadas Cultura y Medios en Dictadura y Democracia
7, 8 y 9 de mayo de 2008
Biblioteca Nacional - Auditorio Jorge Luís Borges

Capítulo 2 - Cómo operó la dictadura

Moderador: Martín Becerra - Panelistas: Raúl Timerman, César Gerbasi y Juan Carlos Cernadas Lamadrid

Martín Becerra: En esta Mesa expondrán César Gerbasi, que trabaja en la gerencia de ingeniería de Canal 7, especialista en temas técnicos del medio audiovisual. También Juan Carlos Cernadas Lamadrid, dramaturgo, fue director del teatro Alvear y trabajó en agencias de publicidad. Como autor ha escrito obras para televisión como “Los Miedos”. Raúl Timerman, quien en la actualidad tiene un programa en Radio El Mundo llamado “El hormiguero”, también ha trabajado y trabaja en publicidad y porta un apellido que es ineludible a la hora de referirse a la relación entre medios y dictadura militar.

Raúl Timerman: Mi apellido es Timerman. Jacobo Timerman era hermano de mi padre, y eran los únicos dos hermanos, o sea una familia muy chica. Y Jacobo Timerman era, además, uno de los dueños y director del diario La Opinión. Durante el proceso, lo que yo sentía era miedo, ése era el sentimiento dominante. Había situaciones en las que el miedo se me aliviaba. Era cuando, por motivos de trabajo, tenía que viajar al exterior, que sucedió con mucha frecuencia. Y sólo se me aliviaba el miedo cuando el avión empezaba a corretear y levantaba vuelo. Ahí sentía alivio, no antes. Uno de los primeros viajes que yo hice -esto es algo que mi esposa no sabe- fue a Europa, por un período relativamente largo. Nosotros acabábamos de tener nuestro primer hijo, que tenía dos o tres meses. A los dos o tres días de llegar a Bruselas, la llamé por teléfono y le dije que se venga. Recién ahora comprendí por qué la llamé por teléfono y le dije que se venga. Y que se venga con Jerónimo, que era nuestro primer hijo. Es porque tenía miedo por ellos. Ella para poder hacer el permiso de salir del país, tuvo que falsificar mi firma, porque no había otra manera de sacar a un chico. Ahora escucho hablar de la inseguridad y dialogando con el actual secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, me decía que en la historia de los secuestros, desde que empezaron, hubo 1.000 secuestros y 3 muertes. Durante el Proceso hubo más de 30.000 secuestros y 30.000 muertes. Yo ahora no me siento inseguro, como sí me sentía inseguro durante el Proceso militar. Una vez, una periodista de France Press le hace una entrevista a Mao (Tse Tung) y empieza a recorrer la historia china -3.000 añosa.c.- junto a la historia de las dinastías, y Mao le va contando. Después de 2 ó 3 horas de entrevista, le pregunta a Mao qué opina de la Revolución Francesa. Mao se queda pensando y dice: “Nohay perspectiva histórica, sucedió hace demasiado poco tiempo”. El Proceso, que sucedió hace mucho menos años, tiene, posiblemente, desde el punto de vista de la interpretación, sólo visiones parciales.

No hay una visión totalizadora del Proceso. Hay visiones parciales. Sin embargo, para poder ver cómo operó el Proceso, hice una síntesis.La dictadura operó secuestrando, torturando, matando, desapareciendo y robando bebes. ¿Por qué operó de esa manera? Porque necesitaba crear un estado de miedo. Yo tenía miedo porque me impusieron un estado del miedo. ¿Y para qué era necesario que la gente tuviera miedo? Era necesario que la gente tuviera miedo para que se inmovilice. La dictadura militar fue congeladora de la protesta social para poder aplicar un plan económico. Creo que ahí no hay una visión parcial, creo que hay un punto mínimo sobre el que hay que ponerse de acuerdo. Se aplicó un plan económico, y ese plan económico siguió vigente hasta que el modelo se hizo trizas el 19 y 20 de diciembre de 2001. Se cayó solo, pero duró 25 años. La ideología que aplicaron para poder generar ese estado de miedo fue la doctrina de la seguridad nacional. ¿Podían haber hecho otra cosa? Sí y no. Podían haber combatido la guerrilla con la ley. Pero entonces no hubiera habido miedo social. Porque a ley la gente no le tiene miedo. Y a eso, la gente le tiene miedo. El primer día del golpe, el 24 de marzo de 1976, sale el famoso comunicado número 19. Ese comunicado dice que habrá penas de hasta diez años de reclusión al que difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar la actividad de las Fuerzas Armadas, de Seguridad o policiales. Penas de diez años de reclusión. Hubo diarios cerrados, expropiados, medios clausurados, periodistas desaparecidos; pero a nadie le aplicaron este comunicado número 19. Nadie fue juzgado y le dieron 10 años de prisión. La práctica era secuestrar, torturar, matar, desaparecer, robar bebés. Acá ya contaron y hubo una pregunta de una persona con respecto al tema del Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78). Una de las cosas que hicieron fue con los medios del Estado. Los intervinieron y los dividieron. Canal 9 para el Ejército, el 11 para la Aeronáutica, el 13 para la Marina y el 7 dependía de Presidencia, que era del Ejército. Los programas de Canal 7 eran culturales -ballet, ópera en concierto-, es decir, una cultura insípida, y sobre fútbol y automovilismo ya que de eso el Estado tenía el monopolio. Canal 7 funcionaba en el edificio Alas, no existía el actual edificio de ATC. Eso se construyó con el EAM 78.

Costó 700 millones de dólares, de los cuales 100 millones se destinaron al Centro Producción Buenos Aires, que es hoy ATC. Terminado el Mundial, se produjo la mudanza, empezó a funcionar ATC ahí, y llamaron a alguien para que presente una propuesta de cómo debería ser el canal. El interventor era un coronel, Enrique Santos Paradelo, y le preguntaron a Montero, un productor que presentó una propuesta, lo siguiente: ”Montero, usted qué recomienda ¿salir a pelear el rating o aprovechar la entrada de camiones que tiene ATC y hacer un supermercado?”. Y decidieron salir a pelear el rating. Lo primero que hizo Montero, es contratar una agencia de publicidad, Lautrec, que fue la que inventó ATC y su imagen ¿A quién contrató Montero? A Mirtha Legrand, para hacer los almuerzos; a Hugo Moser, para hacer “Los hijos de López”, y a Andrea del Boca, para hacer “Andrea Celeste”, con libro de Abel Santa Cruz.
A Horacio Larrosa le dio la dirección informativa. Él inventó el noticiero “60 minutos”, que tenía como conductor a José Gómez Fuentes, a María Larreta y a Silvia Fernández Barrio. Durante la guerra de Malvinas, tenían como corresponsal en las islas a Nicolás Kasanzew. Durante la guerra, Canal 7 organizó el programa “24 horas de Malvinas”, con Cacho Fontana y Pinky donde se dedicaban a juntar cosas para enviar a los soldados. Ese programa tuvo 52 puntos de rating. Nunca se supo qué pasó con todo lo que se juntó en ese programa. A algunos medios gráficos, el Proceso militar los expropió. Y al resto de los medios los compraron entregándoles Papel Prensa. Estaba anunciado: el 3 de noviembre de 1976 se realizaría una asamblea de Papel Prensa donde se iba a regularizar una transferencia accionaria. Los dueños de las acciones eran los Gravier. David Gravier había sido socio capitalista de La Opinión. El día anterior había habido una reunión en el diario La Nación, donde quedó claro que el Estado no iba a permitir el traspaso de los testaferros a los Gravier y que éstos tenían que vender sus acciones. Estaban presentes: Máximo Gainza Paz, por el diario La Prensa; Héctor Magnetto, por Clarín; Bartolomé Luis Mitre, por La Nación y Patricio Peralta Ramos, por La Razón.

El único ingenuo fue Máximo Gainza Paz, que pensó que había que pagar por esas acciones, y entonces excusó a La Prensa de participar porque no estaba en condiciones financieras. “Estamos haciendo el nuevo edificio, nosotros no vamos a participar de esto”, dijo. El resultado fue que Clarín, La Nación y La Razón se quedaron con Papel Prensa. Nunca se pagó. Y hoy se sospecha que tiene un solo dueño, posiblemente éste sea el momento de mayor concentración de la prensa gráfica en el país. Sucedieron algunas cosas que a uno le llaman la atención, como la conducta de alguna gente que intervino en los medios durante y después del Proceso. Hay gente que mantuvo una línea. Si uno habla de Mariano Grondona o de Bernardo Neustadt mantuvieron una línea. A lo mejor si uno le pregunta a Grondona si había más libertad de prensa durante el Proceso que ahora es capaz de contestar: “Durante el proceso yo invitaba a un ministro y venía al programa, ahora no viene ningún ministro a mi programa”.Pero hubo gente que tuvo contradicciones. Si uno toma el programa que fue hecho por la Aeronáutica en Canal 11-programa que marcó una apología del Proceso-, llamado “Vídeo Show”, ese programa tuvo cuatro conductores a lo largo de sus tres años. Los conductores fueron Bernardo Neustadt, que no llama la atención; Cacho Fontana, que no llama la atención; Enrique Llamas de Madariaga, que no llama la atención, y Magdalena Ruiz Guiñazú, que sí llama la atención.

Pero bueno, como alguien dijo acá, es muy difícil exigirle a la gente que sea valiente. La gente se defendió y trató de sobrevivir como pudo en esas circunstancias y hay gente que empezó a ver las cosas después. Ernesto Sábato empezó a ver las cosas después. Magdalena empezó a ver las cosas después. Jorge Luis Borges empezó a ver las cosas después, mucha gente. A lo mejor, Jacobo Timerman también empezó a ver las cosas después.
Porque no era el mismo diario La Opinión antes del golpe o el primer período, que cuando empezó a publicar habeas corpus, o cuando matan a Edgardo Sajón, ex secretario de Prensa y Difusión de la Presidencia, o finalmente, lo secuestran a él. Pero hubo gente que la misma conducta la sigue teniendo hoy. Cuando a Jacobo Timerman la Universidad de Columbia le entrega el premio María Moors Cabot, hay un listado de gente en la Argentina como Claudio Escribano o Ernestina de Noble, propietaria del diario Clarín, que escribieron notas repudiando esa entrega. Algunos de ellos renunciando al premio que habían recibido años anteriores. Entrevistado en ese momento el decano de la Universidad de Columbia, dijo: “Me llama mucho la atención, ninguno de ellos devolvió los mil dólares de premios”.

Es decir, renunciaban al honor, pero no al dinero. Quería agregar algo más. Alguien mencionó aquí que se había establecido un mecanismo de censura y, efectivamente, se estableció un mecanismo de censura. Había un servicio de lectura previo gratuito que era para los editores de diarios, para que enviaran las notas y funcionaba en la casa de gobierno.

Para poder entender cómo operaba el sistema respecto a los medios, déjenme leerles una breve crónica de Ariel Delgado, en esa época periodista en radio Colonia, una radio argentina ubicada en la República del Uruguay, famosa por aquellos años por relatar muchas de las cosas que en Argentina no podían decirse. Delgado comienza diciendo: “Voy a contar la experiencia que tuve a partir del 24 de marzo de 1976 con el golpe de Videla, Massera y los otros. En esa época yo era director de radio Colonia y, además, tenía a cargo los principales informativos. Los tres panoramas informativos de la radio. El dueño de la radio en aquella época era Héctor Ricardo García, el mismo del diario Crónica. El 23 de marzo al medio día, 12 ó 13 horas antes de que se produjera el golpe, lo fueron a ver a García al diario Crónica, en Azopardo y Garay, dos militares, dos marinos. El capitán Carlos Carpintero, que estaba a cargo de lo que sería hoy la Secretaría de Medios de la Presidencia, y el capitán Carlos Alberto Busser. Hablaron con García, le dijeron que el golpe ya era inminente. Le dijeron que el golpe era cuestión de horas y que todas las radios argentinas iban a entrar en cadena, como era costumbre en aquellos años, y que la única radio que quedaba fuera del control de los militares era radio Colonia por lo cual le pedían colaboración. García me avisó. De cualquier modo ya todos lo sabíamos. Las radios argentinas entraronen cadena a las 3:21 a.m. del 24 de marzo de 1976. Ese mismo día, en el panorama de las 7 de la mañana, leí una noticia de la agencia norteamericana The Associated Press, la más grande del mundo, lo cual era absolutamente legal. La noticia decíaque Isabel Perón resistía ante el golpe -vale aclarar que era una resistencia verbal- y que un militar la zamarreó y se la llevaron. A los militares argentinos no les gustó que yo leyera esa noticia y para manifestar su disgusto, pues simplemente, secuestraron a García. Lo encapucharon y lo subieron a empujones al buque “33 Orientales” que estaba amarrado en el puerto. Ahí estaban también, Diego Ibáñez, Jorge Triaca, Carlos Menem y Lorenzo Miguel, entre otros. A García lo tuvieron 11 días encerrado en un camarote del barco, lo soltaron después y le explicaron que había que tener mucho cuidado”. Así operó el Proceso.

César Gerbasi: Voy a intentar desarrollar una supervivencia de la dictadura, como prueba de estas cosas que se formulaban aquí acerca de cuáles fueron los intereses económicos a los que respondió. Esto todavía es algo que en términos de la polémica y del debate intelectual habrá que desarrollar en algún momento. A esa idea de que la dictadura fue la cabecera de un puente para consolidar un sistema económico todavía le faltan nombres y apellidos. Estos nombres y apellidos en algún momento habrá que ponerlos sobre la mesa. Intentaré caracterizar cómo funcionó esto en la televisión, que es mi especialidad. Y cómo hoy la estructura de medios televisivos que existe en la Argentina, particularmente en el interior de la Argentina, es un edificio sólidamente montado por los conceptos de la dictadura y cuya estructura, en general, es la Ley de Radiodifusión, que hoy está vigente y que, salvo algunas modificaciones, es la ley de televisión de la dictadura. Los gobiernos democráticos, por diversas razones -pero particularmente para no irritar a los medios de comunicación, a los canales de televisión, o mejor dicho a los propietarios de los canales de televisión-, no han modificado aquella ley. Parece increíble que hoy tengamos una ley que ni siquiera tiene los alcances tecnológicos incorporados, como el satélite o la retransmisión directa al domicilio. Todo eso no está incorporado porque la ley que hoy rige los medios de comunicación en la Argentina es la misma ley de la dictadura. Quiere decir que, además de dejar un campo minado, podemos decir que en algunos aspectos dejó una estructura tan sólidamente montada que aún hoy no ha podido ser destruida. Cuando uno piensa en la televisión como medio, más allá de los contenidos y de las polémicas que puede generar su oposición a cuestiones tales como la lectura o la profundidad que pueden tener otras expresiones artísticas, a mí me gustaría señalar un hecho que no ha sido suficientemente comprendido. La televisión es uno de los conceptos tecnológicos modernos tal vez más complejos, y que ha resultado gratuito para quienes lo consumen. Esto ha sido algo bastante novedoso si pensamos en el cine o si pensamos en cualquier otro desarrollo tecnológico ligado al medio audiovisual. De una u otra manera la televisión se introdujo sin necesidad de que el que la consumía tuviera que pagar mensualmente.

Amenaza
 
"La guerra sucia había terminado incluso antes de comenzar. Cuando la Junta tomó eI poder el Ejercito Revolucionario del Pueblo había sido aniquilado y los montoneros, domados, quebrados y posiblemente infiltrados en el nivel más alto. La guerra de la Junta no era una guerra; era pura y simplemente represión. De 1969 a 1979, según La Nación, los terroristas de izquierda habían matado a 790 personas. De 1971 a 1979 las fuerzas del gobierno o los paramilitares asesinaron o hicieron desaparecer al menos a 10.413 personas, la suma de lo casos reportados en Nunca Más v las muertes en supuestas batallas reportadas en los diarios. Sólo en el mes de noviembre de 1976 poco menos de veinte personas fueron asesinadas por la izquierda, mientras que seiscientas fueron asesinadas o desaparecidas por la derecha. En lodo el periodo de la guerra sucia, la Marina perdió once hombres: seis oficiales y cinco alistados. En la ESMA, donde cerca de 4.500 prisioneros murieron, el grupo de tareas 3.2.2 perdió un marino La izquierda nunca fue una amenaza seria, y los militares lo sabían. Una directiva escrita por Videla seis meses ames del golpe estimaba los miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo entre 430 y 600. En abril de 1977 la Junta estimaba que la tuerza de Montoneros estaba entre las 2843 y las 2883 personas. Un año más urde un memorándum interno de la Junta se refería a la 'virtual aniquilación de las organizaciones subversivas con la pérdida de aproximadamente el noventa por ciento de sus cuadros'. Y la represión continuaba. La Junta exageró la amenaza montonera para tener una excusa para aniquilar a la izquierda argentina no violenta."

Tina Rosemberg, periodista norteamericana, en "Astiz, la estirpe de Caín", Documentos Página|12, marzo de 1998.

Esto por lo menos fue al inicio. En Estados Unidos la financiación por publicidad permitió que la gente no tenga que pagar para ver televisión. En Europa los canales fueron del Estado y el sistema de que el estado financiara la televisión, también permitía que nadie tuviera que pagar por ver televisión. Resulta que en la Argentina llegamos a un nivel de penetración de la televisión paga del 50%, ya sea la televisión de cable o la televisión directa vía satélite. Es una cifra que se da en pocas ciudades del mundo. Solamente es equiparable al número de Estados Unidos. De hecho, en las estadísticas de penetración de televisión por cable -en cantidad de abonados- viene primero Estados Unidos y después la República Argentina. Esto es lo que, en mi opinión, está ligado con la política de la dictadura. En este sentido es una supervivencia que aún hoy no ha podido ser atacada y que resulta difícil destruir. En general, las democracias se caracterizan por poner al servicio de todas las personas la misma cantidad de bienes básicos, independientemente de si esas personas son o no rentables. Ahora en la Argentina nos resulta muy difícil -después del proceso intelectual que comenzó con la dictadura pero no acabo allí- entender por qué en Europa hay trenes estatales. Es simple. En Europa hay trenes estatales porque la premisa es que el suizo que vive allá lejos, en la montaña, tiene los mismos derechos que el suizo que vive en los lugares urbanos de poder viajar a un precio razonable a su casa. Ése es un concepto absolutamente democrático. Las privatizaciones en la Argentina terminaron con este concepto. Lo repito porque a veces uno piensa: ¿por qué el Estado tiene que tener estas cosas? El Estado tiene que tener algunas de estas cosas para ponerlas al servicio igualitario del que los pueda tener, independientemente de cuál sea su condición económica, dónde vivan y cuáles sean sus hábitos. Esto fundamentó también la televisión. Cuando uno habla de la televisión pública en el mundo hay conceptos realmente diversos, pero hay un eje central: la televisión pública, en todos los países del mundo, tiene la obligación de llegar hasta el último habitante. Es eso lo que la define. Ni sus contenidos, ni su carácter cultural o de entretenimiento. Eso no está en juego. Con la televisión pública es el Estado quien brinda el servicio,y tiene la obligación de llegar hasta poblaciones insignificantes. La televisión privada no tiene esa obligación. Llega hasta aquellos puntos donde le resulta rentable. Empiezo por decir, entonces, que contrariamente a lo que se piensa de que el uso del aparato estatal de la dictadura era férreamente estatista, el artículo de la ley de Radiodifusión que hoy esta vigente es un párrafo bastante claro.

El Estado está para tapar los baches; allí donde sea negocio, donde haya actividad comercial, allí va la actividad privada y hace su negocio. O sea, de contenidos ni se habla aquí. El objetivo de la televisión es que haya televisión. Y el Estado la podrá prestar en aquellos lugares donde no decida prestarla la actividad privada. Este es uno de los pilares en que se basa la estructura de la televisión industrialmente en la Argentina. Esto es lo que se llama el principio de subsidiaridad del Estado, es decir, el Estado no está obligado a asegurar -según nuestros conceptos- la igualdad de la televisión para todos sus habitantes. Según estos conceptos, que son de la dictadura, el Estado tiene que prestar estos servicios solamente donde no puede prestarlo la actividad privada. Esto es una cosa gravísima, y también llama la atención que en los tres breves años de democracia, entre 1973 y 1976, y desde que se derrocó la dictadura hasta el día de la fecha, esto no haya sido modificado. Entonces más que un campo minado, nos dejaron un campo bastante robusto. Otra de las cuestiones que plantea el sistema de radiodifusión argentino -también único en el mundo- es que no puede haber redes. Es decir, la televisión estatal europea cuando comenzó se nutrió de redes. Lo mismo que veían los habitantes de Madrid lo ven en Barcelona con agregados locales. Estas son las redes públicas de televisión de todo el mundo, donde el canal de televisión estatal cubre todo el territorio nacional. Lo mismo ocurre en Estados Unidos, contrariamente a lo que se piensa. La televisión pública en Estados Unidos es muy poderosa. Es un sistema que se llama Public Broadcasting System y que, entre otras cosas, hace programas de una gran importancia cultural, y algunos de ellos muy conocidos. En Estados Unidos, más allá de las redes privadas de televisión, el mismo canal que está en Nueva York, está en Birmingham. Los canales estatales están en todos los Estados Unidos. En la Argentina, por esta misma ley, fueron prohibidas las redes. ¿Cuáles eran los argumentos que se esgrimían para prohibir las redes? Lo que se decía era que lo que se buscaba era fomentar la propiedad y la producción local. Si hubiera redes, la posibilidad de producción local sería muy insignificante porque todos los contenidos serían centrales. En rigor de verdad, se prohibían. Esto nunca dio resultados. Al día de hoy, en la mayor parte de las provincias argentina, el que no está abonado al cable puede ver un solo canal de televisión.


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Estos canales de televisión eran manejados por empresarios locales y estos empresarios locales armaban su programación, no concontenidos locales, obviamente, sino con parches de lo que más le convenía del canal de Buenos Aires. Con lo cual, aquel objetivo de la televisión regional, federal, donde toda la gente pudiera aportar contenido desde su propio lugar, no existió nunca. Lo único que le importaba a la dictadura de este proceso era no monopolizar los medios para que no haya poder informativo. Y por eso sustituyeron de esta manera. Crearon un sistema mediante el cual haya un sólo empresario por lugar, en la mayor parte de los lugares, que se mantiene inclusive hasta hoy. Muchas de las provincias argentinas solamente tienen un canal de televisión estatal porque a los privados no les interesa poner un canal en Rawson; entonces hoy hay una estructura mínima de televisión. Mientras el mundo tenía tres o cuatro opciones, acá se creó el fundamento de la televisión por cable porque el señor de San Juan que hoy no se abona al cable tiene como único recurso ver lo que un canal de televisión dictamina que él vea. Entonces ahora aparece esta estructura, esta es la razón y la causa del crecimiento de la televisión por cable. Esto, que en cualquier país del mundo es un sistema complementario, donde aquellos que tienen más recursos y quieren mayor información, mayor programación segmentada, entretenimientos, etc. se abonan a un sistema que es complementario de sus gustos. Pero aquí el sistema de televisión por cable, en el interior de la República Argentina, no es complementario, es obligatorio. Si alguien quiere estar informado verdaderamente tiene que estar asociado a un sistema de televisión por cable. Porque el déficit informativo que tenía y tiene esta ley, fue provocado por la dictadura. Por dos razones: para crear un déficit informativo, y para crear un vacío de poder de difusión, con lo cual era muy fácil discutir de mano a mano con un empresario en San Juan, con otro en Mendoza, con otro en Salta y con otro en Jujuy, y someterlos en forma individual. Esto hoy, algo más o algo menos, está intacto. Prácticamente no se han llamado a licitaciones en ninguna de las provincias.

Un elefante ocupa mucho espacio

"Las prohibiciones se instalaron en todo el ámbito educativo y cultural. Las famosas “listas” con los nombres de escritores, compositores y artistas “no autorizados” circulaban por radio, TV, diarios, librerías y escuelas. Se los hacía “invisibles”, “no audibles”, “no estaban”. En un libro de reciente aparición se relata la quema de la colección del Centro Editor de América Latina, (CEAL), una de las mayores del país. Otro ejemplo es sobre la prohibición de literatura infantil. En 1976 se edita el libro para niños, Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann que gana premios internacionales. Un año después era prohibido en la Argentina por relatar una huelga de animales."

[ Fortunato Mallimaci - La dictadura argentina: Terrorismo de Estado e imaginario de la muerte ]

Es más, hasta el año 2003, Canal 7 no podía instalar repetidoras de su propia programación donde hubiera canales privados. Esto es: el Estado estaba impedido, aunque tuviera los recursos y las posibilidades, de llegar a aquellos lugares donde la actividad privada estaba funcionando, y esto incluía a Canal 7. Hay un decreto modificatorio de la ley, que ahora permite que el Estado pueda poner Canal 7 y tener repetidoras de televisión donde hay actividad privada. Por eso, esa cosa de “Canal 7, en todo el país”, es bastante relativa. Porque recién ahora Canal 7 va a poder estar en todo el país. Y es curioso que la democracia argentina, durante aquel período, no se haya ocupado de esto. Es curioso y no, porque en realidad aquellos poderíos y aquellos empresarios que fueron hijos de la dictadura, fueron respetados después por la democracia argentina que no atinó a poner los límites suficientes como para poder crear este crecimiento. Me pareció interesante agregar esta cosa de que la dictadura no es una rémora, ni es una cosa relativa al pasado como ahora nos quieren hacer creer toda esta posición de la derecha. Que haya tanta gente tan joven que no ha vivido esa época y se interese en estos temas, en realidad, a mí me hace pensar que recién estamos empezando a hablar de esto.

Juan Carlos Cernadas Lamadrid: Obviamente yo puedo hablar desde otro ángulo, el de la televisión de aquella época, desde mi función autoral, aquello que me ha ocupado fundamentalmente en la televisión. Yo creo que -como decía Raúl Timerman- nos impusieron un miedo atroz con esta serie de matanzas, desapariciones, expropiaciones, etc. Es absolutamente así. Pero en aquel momento también sucedía que había quienes teníamos un lugar de pertenencia muy fuerte -y quizás mucha inconsciencia- y nos largábamos igual a obrar, a hacer, a decir, a expresarnos, pese a ese miedo que estaba. Quiero decir también que ese miedo no es nuevo. Y nuestra historia tiene muchos antecedentes de esto, y los siguió teniendo en forma posterior. Sólo quiero citar, como un ejemplo paradigmático, la carta de Sarmiento a Domingo de Oro, en junio de 1857, en la que le dice lo siguiente: “La noche anterior a las elecciones fue tal el terror que sembramos en Buenos Aires, matando a presuntos mazorqueros, arrestando presuntos complotados -entre ellos extranjeros– que, como comprenderás, al día siguiente ganamos las elecciones sin ningún tipo de problemas”. Y le agregaba en forma bastante terrible por lo cierto: “Buenos Aires siempre va a ser manejada por la palanca del miedo”. Y creo que hemos tenido varias pruebas de esto. Durante la dictadura, ni hablar, pero incluso posterior, la segunda elección ganada por Menem, fue ganada a través del miedo económico de los créditos y demás. Con respecto a lo autoral -que fue lo que uno vivió más de cerca- había en aquellos años dos tiempos dentro de la dictadura militar. Es decir, yo no soy periodista, no he trabajado como periodista vinculado así a los medios, aunque sí como francotirador desde programas de ficción, y para mí, hubo dos momentos. Uno durísimo, donde prácticamente todos aquellos que podíamos esgrimir un pensamiento -actores, autores, directores- fuimos borrados, que fue en el primer tiempo de la dictadura. Pero hubo un segundo tiempo, que se origina más o menos por el fin de 1979 y principios de 1980, en el que hay como un espacio que se abre, por supuesto con conceptos muy rígidos de cómo debía encararse la ficción. Pero lo que sucedió fue que, en esos momentos, se realizaron programas que fueron paradigmáticos. Yo tuve dos con participación directa: “Nosotros y los miedos”, donde los miedos era la dictadura, y “Compromiso”, ya sobre el final. También programas como el de Nelly Fernández Tiscornia, con la dirección de Alejandro Doria. Por supuesto había un censor que leía los libros en cada canal pero, más allá de lo atroz que significa toda censura, ésta fue indudablemente, además de obvia, imbécil. Yo recuerdo el libro de un personaje mío que decía: “No, no, yo soy judío”. Me sacaron la palabra “judío” y me pusieron “israelí”, como si ambas fueran sinónimos. Curiosamente -y de esto hay miles de anécdotas- los libros venían como semi tachados, palabras censuradas y demás. Pero ningún director de los que a mí me tocó, Diana Álvarez, Rodolfo Cope, Alejandro Doria, etc., les hacían caso. “Bueno no importa”, decían. Lo grababan y lo emitían igual. Y no había rebote de esto.


Septiembre 2011, FATPREN homenajeó a periodistas desaparecidos durante la dictadura militar 1976-1983.

Ciertas reglas morales no se podían transgredir, es decir, por ejemplo, infidelidades no. Había pautas concretas. Recuerdo haber hecho una alta comedia, una adaptación de una magnifica obra de teatro de Graham Green, “Living room”, donde el personaje se termina suicidando. Entonces, me tacharon lo del suicidio, porque no se podía suicidar. Y yo dije “Bueno, es Graham Green” y me respondieron: “Bueno está bien, si no ocurre en el país pude ir. ”Es decir, este imperio de las series extranjeras que había, la mayoría yanquis, transgredían todas las normas que para nosotros regían. Pero no era acá, era allá. Problema de ellos, no de acá. Lo que sucede con esta censura es que no entendían la metáfora con que nosotros jugamos. Si estos programas tuvieron la repercusión que tuvieron fue precisamente porque tomábamos metafóricamente los conflictos. Y parecía que no hablábamos de lo que a ellos podía rozarles o implicarlos. Y sí, efectivamente, hablábamos de esto. Y así caíamos en las distintas etapas. Que de pronto uno podía trabajar y de pronto estábamos grises, es decir prohibidos. Lo mismo sucedía en cine y lo mismo sucedía en teatro. El tema era cuando se daban cuenta.
Pero se daban cuenta después. Y venía el peligro. Porque detrás de eso, no sólo podía venir la prohibición, sino la desaparición, el ser chupado, etc. Hubo un programa de televisión, “Compromiso”, donde toqué concretamente el tema de una olla, que me valió una amenaza directa. En la calle me pararon a la salida del ISER dos tipos que yo creía que eran encargados, porteros, a esa hora de la noche. Efectivamente mis alumnos se corrieron un poco, dejándome solo y lo primero que me dice uno de ellos es: “Muy lindo el programa de anoche, muy lindo”. “Gracias”, le digo yo. Y me responde: “Bueno, pero cuídate, y cuida sobre todo a tus hijas, Carolina, María Pía y Magdalena”, y se metió en el coche. Se pueden imaginar como quedaba uno con todo esto. Y el programa no era tocado, sino que la amenaza venía en forma concreta sobre este rubro.

Para sintetizar quiero decir lo siguiente: durante la dictadura no hubo un proyecto cultural ni en teatro, ni en cine, ni en televisión. No lo hubo. Pero sí tenían en forma concreta -como desgraciadamente sucedió después y sigue sucediendo- una estrategia de logro de un objetivo. El objetivo es el proceso de “desculturarización”, es decir, de crear vacío de contenido, vacío de pensamiento y de que nadie pueda identificarse con lo que sucede en la ficción. Esto no lo querían ellos, no se quiso después, y no se quiere hoy. Seamos claros en esto. Este terror tiene sus antecedentes, en forma multiplicada y terrible con los 30.000 desaparecidos, en el bombardeo en Plaza de Mayo de 1955. Ahí ya mostraron las cartas. Lo que hicieron después fue bajarlas totalmente. Pero lo que más les importaba era el proyecto económico que sí tenían. Y para eso tenían que lavar y vaciar todo de contenido. Ese era el objetivo fundamental. Ahí estaba. Yo recuerdo cuando hice -ni bien terminada la dictadura- en el programa “Yo fui testigo”, con la conducción de Arturo Bonín, el Juicio a las Juntas.


Los aportes del periodismo en el proceso de memoria, verdad y justicia.

En el marco de la Jornada sobre Comunicación y Derechos Humanos, que se realizó en el predio de la ex Esma (22/11/11) se analizaron los aportes del periodismo de investigación al proceso de memoria, verdad y justicia en la región, su tratamiento informativo y la búsqueda de una identidad regional.
De la mesa participaron los periodistas Horacio Verbitsky (Argentina), Mónica González (Chile), Iván Marsiglia (Brasil) y Roger Rodríguez (Uruguay).
Verbitsky recordó a la agencia de noticias Ancla, fundada durante la dictadura por Rodolfo Walsh y aseguró, "los grandes medios argentinos fueron cómplices de la dictadura". Por su parte Mónica González fue tajante, "bajo dictadura se está contra como periodista o eres cómplice de ella".

Recuerdo que uno de los fiscales en aquel momento me dijo a mí en Tribunales: “Lalo, esto no va ningún lado, porque no se ha abierto ningún juicio por corrupción económica, que ha habido y mucha”. Claro después esto se multiplicó en las décadas posteriores. Esto es triste, pero creo que hay que hablar realmente y enfrentar nuestra historia como fue. Al mismo tiempo quiero decir que ellos no tenían un pensamiento monolítico. Tenían sus puntos de desacuerdos en la práctica de los medios televisivos. Recuerdo, por ejemplo, al coronel Clodoveo Batesti. En 1977 o 1978, ya estaba en el canal y yo estaba prohibido. Me hace llamar y me dice: “Se viene el aniversario de la Conquista del Desierto y quiero que usted escriba una miniserie. Quiero que la escriba usted”. Le dije: “Bueno, ¿y por qué yo, si usted sabe como pienso?”. Me responde: “Yo quiero que lo haga usted, no que lo haga otro”. Y efectivamente lo hice y no me cortaron absolutamente nada. Después se mostró el programa al Comando en Jefe de las tres Fuerzas. Y el final era que un Roca triunfante, que no había tenido ninguna batalla, pasaba de largo por el fortín Quieto, los soldados esperaban delante de éste, y Roca se fue sin darles bolilla. Era un microcine muy chiquito en el canal donde vimos esto y entonces siento la voz de uno de estos generales que le dice a Batesti: “Coronel, esto no puede ir”. Entonces Batesti dice: ”¿Por qué?” Y el tipo le responde: “Porque Roca no puede pasar por delante de un fortín, ignorando a los soldados”. A lo que Batesti, les dijo: “¿Por qué? Si es lo que siguen haciendo”. Sin embargo, no tocaron al programa. Claro, esto era ya en la declinación de la dictadura y había como un quiebre. Creo que el plan fundamental de ellos, fue vaciar la televisión de contenidos, así como lo fue vaciarnos en lo económico. Y pienso que todas estas muertes tan terribles, las desapariciones de bebés y demás atrocidades fueron para crear el miedo en la sociedad, pero no sólo a los que participábamos políticamente, sino a la sociedad toda precisamente para imponer un plan económico. Incluso en aquellas partes de la sociedad, de clase media, que no veían con tan mala cara el golpe militar. Tampoco nos engañemos con esto.

Pregunta del público: La pregunta es para Raúl Timerman. Cuando en el año 1962 -luego del combate faccioso entre militares, entre azules y colorados- Jacobo Timerman fundó la revista Primera Plana, lo hace apoyando muy fuertemente al sector azul, cuyo máximo representante era Juan Carlos Onganía. Luego en 1966, hicieron una campaña muy fuerte para lo que fue el derrocamiento de Arturo Illia. Una vez que Onganía estuvo en el poder, es como que se desencanta con Onganía, y Onganía termina por cerrar las revistas que él había fundado: Primera Plana y Confirmado. Luego en 1975, apoya otra vez a los militares, como lo hicieron la mayoría de los diarios y tan pronto como éstos llegan al poder, pareciera que Timerman se desencanta otra vez con los militares y hace cosas de cierta valentía. ¿Qué reflexión tiene usted acerca de esta actitud de Timerman de apoyar a quienes luego, a la postre, terminarían siendo sus verdugos?

Raúl Timerman: A lo mejor es el destino del pueblo judío. Jacobo era un hombre muy controversial. Era un hombre de gran talento, especialmente para hacer un medio. El derrocamiento de Illia lo apoya desde Confirmado y no desde Primera Plana. Ya se había ido de Primera Plana. Se arrepiente después de eso y dice: “Me equivoqué”, en el caso de Illia. Tenía la visión siempre de que había líneas en el Ejército. Así como los azules más democráticos y los colorados menos democráticos, él pensaba que en el Proceso había generales duros y generales blandos. Y había que tratar de apoyar a los blandos para evitar que los duros tuvieran prevalencia. Pero terminó como terminó. Él pensó que a él no le podía pasar lo que le pasó, cuando todo el mundo le advertía que a él también podía pasarle. Y le pasó. La noche que le cayeron al departamento de él, le robaron un reloj Rolex y otros objetos, era común que robaran objetos. Y la primera persona que le ponen enfrente es Camps y si uno lee los interrogatorios que le hace Camps uno dice: ¿Es lo mismo Camps que Viola? A lo mejor no eran iguales, pero nadie lo paró a Ramón Camps. A un año del proceso, hay un suplemento en La Opinión con la opinión de los políticos a un año del golpe militar. Hay que leer lo que declaraba Raúl Alfonsín en ese momento. Hay que leer lo que decía Fernando Nadra, del Partido Comunista argentino.

Yo he leído las impactantes declaraciones que hacían y lo contemplativos que eran con el Proceso militar. Jacobo era un tipo terriblemente difícil, muy polémico, tenía ideas propias, y yo creo que sí, efectivamente, sabía lo que iba a pasar, no sé si lo apoyó abiertamente, pero sabía lo que iba a pasar. Recuerdo en una cena familiar dijo: “No piensen que esto va a ser como en Chile, esto va a ser mucho peor”. Sabía cuál era el plan. Los militares, cuando producen el golpe, tienen dos alternativas: o legalizar la lucha contra la guerrilla, o profundizar la metodología de la Triple A. Y eligen estatizar la metodología de la Triple A. A lo mejor, Jacobo Timerman pensaba que había cosas que se podían negociar. Le salvó la vida muchos periodistas. Les dio asilo, fue muy generoso, sacó gente del país y pensó que a él no le iba a pasar. Cuando fue expulsado del país en un operativo de la Marina, que lo fue a buscar a su casa para custodiarlo hasta Ezeiza, a los 20 minutos, cayó gente de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que lo venía a liquidar. Se daban cosas de ese tipo. Él fue expulsado, se fue a Israel y a España. Estuvo en una conferencia de prensa, en una asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, en octubre de 1980, en San Diego, California, donde uno de los temas era la violación a la libertad de prensa en la República Argentina.

El presentador dijo: “En la República Argentina, donde hay un gobierno antimarxista…” Entonces Jacobo pide la palabra y dice: “Le quiero hacer una aclaración. No hay un gobierno antimarxista, hay un gobierno fascista, que persigue y mata a la gente. Hay miles y miles de desaparecidos”. Y deja sentada una posición. Los editores argentinos hacían cola para pegarle. Habló Jorge Annuar, de El Pregón, de Jujuy; habló David Kraiselburd, de El Día , de La Plata; Máximo Gainza Paz, de La Prensa; y José Claudio Escribano, de La Nación. Todos el Proceso a muerte y agrediéndolo a Timerman. Cuando terminaron de hablar los cuatro, Jacobo les dijo: ”Muchachos nadie les pide tanto, no se arrastren”. Cuando le entregan a Timerman el Premio Moors Cabot, Escribano escribe una nota editorial -que no se anima a firmar- en La Nación, titulada “Andá a cantarle a Gardel”, escrita con una bronca terrible. Sólo volví a ver esa bronca de Escribano, el miércoles 15 de mayo del 2003, cuando Menem renuncia a la posibilidad del ballotage. Les recomiendo que lean esa nota.

Pregunta del Público: Cuando usted, Timerman, se refiere a esa época dice “Proceso” y no “dictadura”. Durante mucho tiempo se nos quedó pegado ese término, e incluso hay generaciones mayores que nos dicen que no digamos “Proceso” sino “dictadura”.

Raúl Timerman: Uso el nombre con el que se habían autodenominado la Junta Militar: Proceso de Reorganización Nacional. A lo mejor si yo uso la palabra “dictadura”, recuerdo a Roberto Levinsgton o a Juan Carlos Onganía. Viví otras dictaduras. Digo “El Proceso” porque siento que está bien identificado con esa palabra . Podría decir “Proceso asesino”, y siento el mismo grado de incomodidad al decirlo.

Pregunta del Público: Ya que nombramos periodistas y medios que tuvieron sus acciones en la dictadura y que hoy en día siguen vigentes e informándonos día a día, quería saber acerca de Clarín. ¿Qué reflexión hacen acerca de que un diario que fue socio del Estado en la dictadura, cuya dueña está acusada de apropiarse de hijos de desaparecidos, sea el que rige nuestras vidas y el que decide la agenda de todos los días de la Argentinadel 2004?

César Gerbasi: A mí se me ocurre contestar con una frase muy simple: “La culpa no la tiene el chancho, sino el que le da de comer”. Esa es la cuestión. Clarín hace lo que hace en defensa de sus intereses monopólicos. Lo que hay que preguntarse es por qué del otro lado -a lo largo de tanto tiempo- se fomentan esos intereses y no se toma una acción mayor. ¿Por qué lo hace Clarín? Creo que es muy claro para todo el mundo.

Martín Becerra: No es menos cierto que uno de cada dos diarios que se venden en el área metropolitana de Buenos Aires es Clarín. Es un fenómeno social y económico.

Pregunta del público: Sé que hay un proyecto de ley que modifica la Ley de Radiodifusión. Siempre se ha llegado a debates pero nunca se ha elevado al Congreso. ¿En qué estado está?

César Gerbasi: Recientemente aparecieron algunos atisbos, por un lado, de cambios parciales en la Ley de Radiodifusión y, por el otro, en torno a una ley integral. Algunas de las reformas que se proponen son muy obvias. El diputado Miguel Bonasso propone sacar de la ley que el Comité Federal de Radiodifusión -que regula toda la actividad del medio- tenga que estar formado por integrantes de las Fuerzas Armadas. Eso lo dice la ley, y todavía sigue vigente. Por lo cual el COMFER está intervenido. Esto es para que no sea manejado por tres integrantes de las Fuerzas Armadas, como correspondería por ley. Hay muchos puntos polémicos, pero creo que el que más está teniendo por estos días un alto grado de polémica es el que establece que no solamente los titulares de los servicios de información tengan que ser personas físicas, sino que puedan ser cooperativas, sociedades, etc. Esto ha sido resistido por los monopolios informativos por mucho tiempo. Siendo presidente, Roberto Viola, cuando le preguntaron si tenían que ser personas físicas para identificarlos y en caso de que se tratara de amigos les dieran los servicios de radiodifusión dijo: “De ninguna manera, no de amigos, de muy amigos”. Éste es uno de los puntos que está en discusión. Todo el mundo cree que es imprescindible, pero a la hora de tocar los puntos neurálgicos, es muy difícil encontrar a gente que se quiera enfrentar abiertamente con los medios informativos. Hace mucho tiempo un senador por Entre Ríos, el radical Ricardo Laferrierre, había planteado que había que establecer el derecho a réplica, es decir, que los medios que publicaban noticias sobre alguien, se vieran obligados a tener que publicar la desmentida o la opinión de quien estaba siendo aludido. Esto nunca prosperó y trajo como consecuencia que el senador Laferrierre desapareciera de los medios por un período suficiente como para que no se volviera a ocupar más del tema.

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