Por Abel Bohoslavski y Daniel De
Santis (Homenaje a Santucho, 19/07/02)
Evocar a Mario Roberto Santucho
(1936-1976) -el Negro, el Roby- hoy tiene un profundo significado político y
moral. Fue un combatiente por la Revolución Socialista que cayó a los 39 años,
enfrentando al terrorismo de la última dictadura, el 19 de julio de 1976. La
clase dominante y todas sus versiones de historias oficiales, siempre ha intentado
presentarlo como un "demonio" para que las nuevas generaciones no puedan aprender
de su ejemplo y sus ideas.
Por eso hoy, cuando el pueblo se
moviliza contra el mismo régimen de explotación que Santucho enfrentó, rescatar
su trayectoria es un imperativo. Este homenaje es una apelación a la memoria
histórica, para contrarrestar tantas falsedades y tergiversaciones sobre su
trayectoria y su época. El juicio de valor está en manos de las actuales generaciones
de luchadores sociales y políticos sobre la base de la verdad histórica.
Santucho nació en Santiago del Estero,
de muy joven formó parte del Centro de Estudios e Investigaciones de Santiago
del Estero y participó en su revista Dimensión. Fue a estudiar Ciencias Económicas
a Tucumán, donde integró la agrupación Movimiento Independiente de Estudiantes
de Ciencias Económicas y fue electo representante al Consejo Académico. Se graduó
de Contador Público. Abrazó desde muy joven la causa de los trabajadores y las
etnias oprimidas, formando parte del Frente Revolucionario Indoamericano y Popular.
Al lado de los hacheros santiagueños
y los azucareros tucumanos, reafirmó un punto de vista clasista, siendo asesor
de sindicatos de la F.OT.I.A. En 1961 presenció la Segunda Declaración de La
Habana, cuando la Revolución Cubana proclamó su carácter socialista. A partir
de allí, Santucho asumió el marxismo-leninismo como su ideología. En 1963, integra
el frente único que el FRIP concreta con la agrupación Palabra Obrera, a la
sazón autodefinida como "corriente trotskysta del peronismo obrero revolucionario".
Ese frente, que el 31 de enero elige un Comité Central dejando constituido el
Partido Unificado de la Revolución, participa ese año de la experiencia electoral
consagrando dos candidatos obreros a la Legislatura como diputados provinciales.
La voz de Mario Roberto Santucho
El 25 de mayo de 1965, en Avellaneda,
Santucho es uno de los principales delegados al 1° Congreso del Partido Revolucionario
de los Trabajadores, nombre que adopta el Partido Unificado, que se plantea
la organización de la clase obrera para la lucha por el socialismo
Cuando en 1966 se instaura la dictadura
de Onganía y se impone el cierre de los ingenios azucareros lanzando a miles
de obreros al desempleo, Santucho participa en los cortes de ruta y enfrenta
la represión que asesina a Hilda Guerrero de Molina. En 1967 cae combatiendo
en Bolivia el Che Guevara y en el Lejano Oriente el pueblo de Vietnam resiste
en armas la agresión imperialista.
Santucho analiza la situación nacional
y mundial y escribe con otros compañeros El único camino hasta el poder obrero
y el socialismo (el Librito Rojo) que será la base teórica de la futura estrategia
revolucionaria. En ese ensayo, hace una reflexión histórica acerca del marxismo
y la cuestión del poder. Revaloriza el papel de León Trotsky como líder de la
insurrección de Octubre de 1917 y creador del Ejército Rojo; incorpora el pensamiento
y las experiencias de Mao Tse Tung en las guerras revolucionarias que llevaron
al triunfo a la Revolución China en 1949 y asume como perspectiva estratégica
el documento del Che "Crear dos, tres, muchos Vietnam". Se caracteriza a la
situación argentina como pre-revolucionaria, remarcando el contraste entre la
potencialidad de las luchas de la clase obrera contra la dictadura y la falta
de un rumbo político transformador. Por eso, se pone énfasis en la construcción
de un partido revolucionario y en la formación de los primeros destacamentos
insurgentes.
Ese
documento se convierte en la plataforma del 4º Congreso del PRT en 1968, que
funda el nuevo periódico El Combatiente. Santucho, que presencia en París el
mayo francés del ‘68, regresa y se pone al frente de las nuevas tareas. Encabeza
una gran expropiación al Banco de Escobar para financiar las publicaciones y
la educación militante con el Librito Rojo y los textos de los vietnamitas Nguyen
Giap, Ho Chi Min, Le Duan y Truong Chin.
En 1969 ocurren el
cordobazo en mayo y el rosariazo
en septiembre. Estas sublevaciones de masas hacen florecer los dos fenómenos
que Santucho y el PRT venían impulsando: el sindicalismo clasista y la insurgencia
armada.
En octubre de 1969 es apresado en Tucumán.
Desde la prisión, escribe sobre la nueva situación, resumiendo la trayectoria
del movimiento obrero y del PRT, instando a la militancia a dejar de lado las
vacilaciones para concretar la estrategia propuesta, conformando la tendencia
leninista. Expone el origen de lo que caracteriza como desviaciones economicistas
y reformistas dentro de la izquierda, reafirmando la lucha por el poder y un
gobierno revolucionario obrero y popular. También remarca que, para alcanzar
esos objetivos, es necesario construir simultáneamente un partido proletario,
un ejército popular y un frente de liberación. Allí esboza la idea de combinar
el desarrollo de fuerzas insurgentes rurales en el noroeste con los grandes
centros urbanos.- Se fuga meses después, y esos escritos son la base de las
resoluciones del 5º Congreso del PRT que, en julio del ‘70 funda el Ejército
Revolucionario del Pueblo y, en octubre su Comité Central lo elige Secretario
General.- Impulsa la creación de Escuelas de formación política de los militantes,
la apertura de nuevos frentes de trabajo sindicales, destacamentos armados y
de propaganda. Interviene durante un ayuno por una Navidad sin presos políticos
que realizan los obreros de FIAT, planteándoles a los dirigentes de SITRAC-SITRAM
la necesidad de la lucha revolucionaria.- En pocos meses promueve la edición
de boletines de fábrica y la incorporación de numerosos obreros a la organización.
Encabeza la expropiación de un camión de caudales en Yocsina para destinar esos
fondos a la educación y la propaganda.
Chacarera para Mario Roberto Santucho
- Peteco Carabajal
El 15 de marzo de 1971 participa
activamente del
Viborazo o segundo cordobazo, al frente de destacamentos del ERP en medio
de las movilizaciones. En abril, cuando el general Lanusse lanza la trampa del
Gran Acuerdo Nacional, Santucho promueve la unidad de los sindicatos independientes
liderados por Agustín Tosco con los clasistas encabezados por SITRAC-SITRAM.
Propone la gestación de un frente electoral obrero y popular para enfrentar
también en ese terreno la maniobra, remarcando la necesidad de combinar todas
las formas de lucha.- Dirige la liberación de prisioneras de la cárcel del Buen
Pastor en Córdoba.
Ese año, se publica el folleto El Peronismo, donde luego de hacer una severa
crítica al rol de sus directivos empresariales y burócratas y a la colaboración
de clases, exhorta a la unidad política y combatiente a las organizaciones armadas
peronistas FAP, Montoneros y FAR. Ese planteo sólo encuentra eco en forma ocasional
y aislada.
El 17 de setiembre del ‘71 es secuestrado en Buenos Aires y asesinado en la
tortura su compañero en la dirección partidista Luis Pujals. En agosto, Santucho
es capturado y torturado en Córdoba. Sus ausencias y las de otros compañeros
caídos o apresados, frustran la táctica propuesta por el PRT para enfrentar
el Gran Acuerdo, lo que dejará a la organización sin una presencia activa en
el fenómeno electoral que culminará dos años después.
El 15 de agosto de 1972 encabeza
la fuga de prisioneros de la cárcel de Rawson en acción conjunta con FAR y Montoneros.
El día 22 son fusilados en la base naval de Trelew 19 combatientes, entre ellos,
su compañera Ana María Villarreal. (Trezss sobrevivieron: María A. Berger, Ricardo
R. Aidar y Alberto Camps.)
De regreso, denuncia el futuro papel político de Perón para neutralizar el proceso
de convergencia entre el movimiento obrero y las organizaciones socialistas.
Prepara al PRT y al ERP para el nuevo momento, con mayor impulso a la incorporación
de obreros, la educación política y la extensión de la propaganda.- En 1973,
El Combatiente sale todas las semanas y Estrella Roja, órgano del ERP, cada
15 días. Se publican hasta 40 boletines fabriles y se promueve la gestación
de la Juventud Guevarista. El 19 de febrero, el ERP, toma el cuartel del batallón
141 de Córdoba capturando todo su armamento.
El 11 de marzo triunfa la fórmula
Cámpora-Solano Lima del Frente Justicialista y el día de su asunción, el 25
de mayo, la movilización del devotazo arranca cientos de presos políticos de
las cárceles. El 29 de mayo, en el aniversario del cordobazo, Santucho participa
en Córdoba de actos en las puertas de las fábricas Perkins y Fiat. En el multitudinario
acto central de la CGT encabezado por Tosco y el presidente de Cuba, Osvaldo
Dorticós, Domingo Menna -fugado junto a Santucho de Rawson- lleva la voz del
PRT.- El 20 de junio, ante el regreso de Perón, debuta la Triple A provocando
la masacre de Ezeiza, frustrando las expectativas de millones de trabajadores
que habían confiado en su líder.- El 8 de julio, se funda el Movimiento Sindical
de Base: allí, ante la ola macartysta lanzada desde el nuevo gobierno, Tosco
asume el desafío y propone "hacer de Córdoba la capital de la Patria Socialista".
El PRT denuncia el Pacto Social impuesto a los trabajadores por el nuevo gobierno,
como una política para incrementar la explotación.
El
13 de julio, apenas 44 días después de haber asumido, un autogolpe derroca al
presidente Cámpora, e impone el interinato de Raúl Lastiri, (yerno de José López
Rega, quien era secretario de Perón, ministro del gobierno y organizador de
la Triple A).- Santucho promueve la formación del Frente Antiimperialista y
por el Socialismo y la fórmula Agustín Tosco-Armando Jaime (éste, secretario
de la CGT-clasista de Salta y del Frente Revolucionario Peronista) para enfrentar
en el terreno electoral a la de Perón-Perón. El objetivo no se logra por falta
de unidad de los sectores revolucionarios y progresistas.- Días antes de las
nuevas elecciones del 23 de septiembre, el ERP ocupa el Comando de Sanidad del
Ejército en Buenos Aires.
Santucho replantea la estrategia
internacionalista. Se produce la separación del PRT de la IV Internacional a
cuyos directivos critica por su reformismo y conservadurismo. Funda la Junta
de Coordinación Revolucionaria (JCR) con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(Chile), el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (Uruguay) y el Ejército
de Liberación Nacional (Bolivia). La JCR se constituyó en febrero del ‘74, edita
el periódico Che Guevara y promueve la experiencia del intercambio de militantes
de un país con otro y escuelas internacionalistas. Es la primera gran experiencia
de organización de una Internacional a nivel regional, siguiendo las propuestas
del Che.
En enero de 1974, Santucho editorializa
sobre la crisis del capitalismo mundial a partir de la crisis del petróleo,
advirtiendo sobre las consecuencias para nuestro país.- Ese mes, el gobierno
impone una reforma al Código Penal para incrementar la represión, lo que provoca
la renuncia de algunos diputados de la Juventud Peronista. El ERP ocupa el cuartel
militar de Azul.- En febrero, un golpe policial derroca al gobierno peronista
de Córdoba (Obregón Cano-Atilio López) y el Congreso Nacional, con el acuerdo
del PJ y la UCR, aprueban la intervención fascista en la provincia.
En mayo, el frente rural del ERP
ocupa la ciudad de Acheral en Tucumán, provincia que es ocupada por tropas de
la Federal al mando del comisario Villar. Con esta acción se hace pública la
decisión de llevar a la práctica la concepción de dos regiones estratégicas:
el norte rural, proletario y campesino y el sur urbano proletario y popular.
Las luchas sociales son violentamente
reprimidas, como en Villa Constitución donde se militariza la ciudad y son encarcelados
Piccinini, Paulón y decenas de dirigentes metalúrgicos antiburocráticos. El
gobierno clausura el diario El Mundo, donde con frecuencia editorializaba Santucho
con el seudónimo de A. Bompla. También se allanan las sedes de la revista Nuevo
Hombre en Buenos Aires y Posición en Córdoba, dirigidas por militantes del PRT.
Homenaje de Montoneros. Clic para agrandar
El 1º de julio de 1974 fallece el general Perón. Santucho promueve una iniciativa
de tregua militar al régimen, lo que es rechazado por las autoridades. El 10
de agosto el ERP ocupa la fábrica militar de Villa María capturando todo su
armamento. Ese mismo día, otro destacamento del ERP es sorprendido cuando iba
a ocupar un cuartel en Catamarca y los 16 prisioneros son asesinados, entre
ellos, el dirigente azucarero Antonio del Carmen Fernández, miembro del Buró
Político del PRT. El ERP realiza represalias contra oficiales del Ejército.
En una de ellas, muere la hija de un militar y Santucho ordena la suspensión
de esas acciones.- La Triple A reinicia su acción terrorista: caen víctimas
de la represión el diputado peronista disidente Rodolfo Ortega Peña, el intelectual
y abogado de presos políticos Silvio Frondizi y el abogado de sindicatos clasistas
Alfredo Curutchet (ambos militantes del PRT), y el dirigente de la UTA de Córdoba
y vicegobernador derrocado Atilio López. Son asaltados por bandas de la triple
A y la policía el SMATA y Luz y Fuerza de Córdoba. René Salamanca (secretario
de SMATA) y Agustín Tosco son forzados a la clandestinidad. Son asesinados decenas
de activistas sindicales y militantes de las juventudes peronistas, del Peronismo
de Base, del PST, del PO y otros grupos de izquierda. El gobierno clausura el
diario Noticias dirigido por partidarios de Montoneros.
En esos meses de 1974, la profundización de las luchas abre una nueva situación.
Santucho escribe Poder burgués y poder revolucionario, donde plantea consolidar
las nacientes expresiones de poder obrero y popular a nivel territorial y fabril
y la necesidad de sostener las insurrecciones parciales con un ejército popular,
ampliando su perspectiva política con un frente antiimperialista. El PRT insiste
en una nueva instancia de unidad a las fuerzas del peronismo combatiente que
han pasado a la oposición, pero este anhelo no se concreta.
Nacen las Coordinadoras de Gremios en Lucha, nuevas formas de democracia directa
que en grandes movilizaciones en junio-julio del ‘75, enfrentan el plan ultraliberal
del ministro Rodrigo del gobierno de Isabel Perón. Las movilizaciones provocan
la huida del ministro José López Rega. El 20 de agosto, el ERP ocupa el centro
de la ciudad de Córdoba, atacando simultáneamente la jefatura de la Policía,
el comando Radioeléctrico y la Guardia de Infantería. Cae el interventor fascista
brigadier Lacabanne.
Santucho -que permanece un breve
período al frente de la guerrilla rural- caracteriza a la crisis como la antesala
del inicio de una situación revolucionaria. Propone acordar la unidad de los
destacamentos revolucionarios para derrocar al gobierno e instalar una Asamblea
Constituyente Libre y Soberana, pero esos objetivos no se alcanzan.
Actitudes
insólitas del ERP
El 8 de enero de 1971, mediante una encomienda remitida a la terminal
de ómnibus de Rosario, el ERP devolvió un paquete con armas de colección,
expropiadas anteriormente por error a un particular, ya que "son
muy antiguas y no sirven para la guerra revolucionaria".
Stanley Silvester, cónsul inglés y directivo del frigorífico Swift,
secuestrado en el marco de un conflicto con obreros de la carne
en 1970, operación mediante la cual el PRT-ERP adquirió notoriedad
y prestigio a nivel nacional e internacional, declaró alegre y lozano
luego de ser liberado, que sus secuestradores lo trataron "excelentemente"
durante su breve cautiverio, jugaba al ajedrez y "me daban de
comer bife y ensalada todos los días". Y hasta
le regalaron un pulóver.
"¡Vengan que hay carne gratis para todos!", se escuchaba
desde los megáfonos la noche del 20 de enero de 1971 en el barrio
de Saladillo (Rosario), donde militantes del ERP habían llevado
un camión con medias reses expropiado a un frigorífico, situación
que se repitirá el 2 de abril; el 1 de marzo el reparto de carne
había sido en la popular barriada de Pueblo Nuevo. La expropiacxión
y reparto de mercaderías fue una de las claves del prestigio del
ERP en los barrios marginales, en principio en Rosario y luego en
todo el país: el 27 de octubre de 1970 el comando "Paula Alarcón"
expropió un camión y distribuyó 27.000 botellas de leche
entre los pobladores de la villa de Godoy y Felipe Moré (Rosario).
"Muchas gracias por todo y… ¡Vuelvan más seguido!" Reparto
de útiles escolares en San Nicolás, 21 de agosto de 1972.
Noticia de Diario El Norte
Reparto de barriletes. A los chicos de barrios carenciados (foto Revista
Confirmado, 02/06/71)
Ante el aumento de la represión,
el PRT propone a las fuerzas de la oposición peronista, al PI, al PC y a las
fuerzas de izquierda, conformar un frente democrático antifascista, en un intento
de frenar el golpe militar que se avecina por el derrumbe del gobierno que ha
perdido toda legitimidad. Esta propuesta tampoco se logra. La situación está
madura, pero la unidad política no se concreta.- Santucho regresa a Buenos Aires.
El 5 de noviembre muere Tosco en la clandestinidad. Hay abandono de trabajo
en todas las fábricas de Córdoba el día 7, por su funeral. La manifestación
es atacada por la policía. El 23 de diciembre, el ERP ocupa el cuartel de Monte
Chingolo, en Lanús, en la más grande acción guerrillera en un centro urbano.
Caen 46 combatientes y son masacrados los vecinos de la villa lindera al cuartel.
La continuidad de la represión brutal provoca la retracción del movimiento de
masas y el 24 de marzo del ‘76, el golpe instala la dictadura militar terrorista.
Santucho convoca al pueblo a la
resistencia en la declaración Argentinos a las armas, pero ya es tarde. El Roby
hace una reflexión autocrítica sobre la insuficiencia en el conocimiento del
marxismo y la dirección política. En esos meses, está promoviendo la Organización
para la Liberación de Argentina con Montoneros y la Organización Comunista Poder
Obrero, pero su caída frustra este objetivo. El 19
de julio de 1976 es sorprendido en Villa Martelli. En desigual combate caen
heridos él y Benito Urteaga y capturados Liliana Delfino (su compañera), Fernando
Gértel, Ana Lanzillotto y Domingo Menna, siendo todos asesinados en Campo de
Mayo.
En su breve vida pero larga militancia Santucho se unió con los más destacados
obreros e intelectuales revolucionarios de su época. Los también santiagueños,
el fundador del FRIP Francisco René Santucho y el ya legendario Capitán Santiago
Hugo Alfredo Irurzún, los azucareros tucumanos, el Negrito Antonio Fernández,
el Chinqui Leandro Fote, el Zurdo Ramón Rosa Jiménez; los Comandantes del ERP,
el obrero de Fiat Juan Eliseo Ledesma y el Legendario Flaco Carrizo Juan Manuel
Carrizo; los cordobeses el Negro Mauro Carlos Germán, el Negrito Eduardo Castello
(todos de Fiat), el León Manso Víctor Hugo González y el Gallego Apontes (Perkins),
Sánchez y el Flaco Caña Juan Manuel Murúa (Luz y Fuerza), Hugo González y el
Petiso Sánchez (IKA-Renault), el Gordo Vera (Obras Sanitarias), el Perro Correa
(FOECyT); el Pampa Salvador Delaturi (Propulsora Siderúrgica-Ensenada), el Gordo
Luis Angelini (Rigolleau-Berazategui); el platense Eduardo Merbilháa, el cineasta
Raymundo Gleizer, los escritores Haroldo Conti y Cacho Humberto Constantini
(ambos Premios Casa de las Américas), Silvio Frondizi, Rodolfo Ortega Peña,
Mario Abel Amaya, Alicia Eguren, el médico Juan C. Risaud (presidente de la
Federación Argentina de Psiquiatras), el sociólogo Daniel Hopen, el físico Nelson
Becerra, el periodista Enrique Raab y miles más, muchos de los cuales compartieron
con él la dirección del PRT.
En una época distinta a la actual, fue uno de los precursores de la Revolución
Socialista. Hoy en día, en que el capitalismo adquiere características atroces,
en que el imperialismo incentiva las guerras y disuelve naciones, retomar sus
ideales socialistas es una necesidad de la memoria colectiva que debe florecer
en los movimientos de trabajadores desocupados y sus piquetes, en los movimientos
sindicales antiburocráticos, en la ebullición democrática de los movimientos
asamblearios.
La lucha político-militar y el enfrentamiento material con el enemigo –inevitables
en algún momento del proceso revolucionario, si es que no somos ingenuos y creemos
que la burguesía nos va a ceder graciosamente el poder- están siempre mediados,
es más, están siempre precedidos, por un análisis político y por un estudio
riguroso de nuestro país y de nuestro continente. Esta es la principal conclusión
que las nuevas generaciones no debemos nunca olvidar ni perder de vista. ¡La
política es lo que define el pensamiento revolucionario de Santucho y el pensamiento
del Che!
Clase pública en la Cátedra Ernesto Che Guevara
Buenos Noches. La idea de la clase
de hoy, que es también un modo de expresar nuestro homenaje cuando se cumple
un nuevo aniversario de su asesinato, contribuyendo a los muchos homenajes y
recordatorios que se van a realizar, consiste en tratar de discutir los núcleos
centrales del pensamiento teórico y político, y la práctica también, de Mario
Roberto Santucho [1936-1976]. Para no quedarnos en un mito.
Porque así como la derecha intenta convertir a nuestros mejores compañeros en
mitos - ya lo habíamos conversado y discutido en el caso del Che - también con
Santucho pasa algo análogo, aunque seguramente no al mismo modo del Che porque
nadie usaría remeras con la cara de Robi... ya que Santucho sigue siendo un
personaje endemoniado, digamos, para la sociedad oficial argentina. Pero un
poco, la derecha ha construido el mito de Santucho..., el "tira-bombas", el
"tira-tiros"..., y entonces a veces los sectores populares, para contrarrestar
y responder a esa visión derechista, terminan levantando esa misma imagen de
Santucho, aunque invertida, sin atender al conjunto de su obra y de su personalidad.
Nosotros pensamos que en la tradición
marxista, la lucha político-militar en la que Santucho entregó su vida es siempre
- o debería serlo - prolongación de una lucha política y de un pensamiento político,
y no al revés.
Entonces, hoy nos interesa discutir las categorías políticas que estructuraban
la visión del mundo de Robi y cómo fueron cambiando también... porque nadie
nace ni marxista, ni socialista, ni comunista, ni revolucionario, sino que se
va construyendo como tal.
Por eso nos interesaba discutir
el pensamiento real de Santucho y en ese sentido son tan útiles estos libros
de documentos reunidos por Daniel De Santis -realmente los recomendamos- porque
si no existieran, sería prácticamente imposible conseguir esos documentos de
la historia del PRT.
Y una aclaración más, antes de ir directamente al tema: la relación de Santucho
con el guevarismo en general, y con el Che en particular, no es una relación
directa, en el sentido que Santucho nunca conoció personalmente al Che.
Nosotros ponemos el énfasis en una relación política y en la continuidad de
una línea ideológica, no en la cuestión biográfica de si conversó o tomó café
con el Che. Porque en el mismo sentido, a Marx, Lenin no lo vio nunca, jamás
se sentó a tomar cerveza con Marx, ni con Engels. Sin embargo, pocos pondrían
en discusión que entre ellos existe una continuidad. En el caso de la relación
de Santucho con el Che pasa lo mismo, a nivel biográfico quizás nunca se cruzaron
pero hay una trayectoria político-ideológica...
Una de las hipótesis de trabajo que se podría plantear es que Santucho forma
parte del marxismo latinoamericano, es parte de su historia, de una historia
que - como venimos discutiendo en la Cátedra - no nace en los años '60 sino
que es muy anterior y se nota en la primera formación ideológica de Robi.
Entre los muchos hermanos de la
familia Santucho, uno de ellos, Amílcar, era del Partido Comunista. Otro de
ellos que tuvo mucha más influencia sobre Roberto, Francisco René, era indigenista,
"aprista", seguidor del APRA [Alianza Popular Revolucionaria Americana, organización
política peruana surgida en la década de 1920 que sigue existiendo en la actualidad].
¿Se acuerdan que habíamos visto entre los antecedentes del pensamiento del Che,
las polémicas de los años '20 entre José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya
de La Torre?
Biografía
de Mario Roberto Santucho
Por Manuel Justo Gaggero
Hijo del procurador judicial Francisco Rosario Santucho de la maestra
Manuela del Carmen Juárez, nació en la ciudad Santiago del Estero
el 12 de agosto de 1936. Don Francisco tuvo diez hijos, siete de
los cuales nacieron de sus primeras nupcias con El. mina Isabel
Juárez y los tres restantes -el mayor de los cuales era Mario Roberto-
del segundo matrimonio con una hermana de la fallecida primera esposa.
Desde muy joven, prácticamente en la adolescencia, comenzó a interesarse
por las ideas políticas como consecuencia permanente debate en el
seno de su familia en un momento trascendente de la vida nacional,
corno fue la década de los 50. El conflicto ideológico que se generalizaba
en al ámbito social ante la evidente caducidad de una forma de producción
y de vida -la fase premonopólica del capitalismo- conducía al cuestionamiento
de valores burgueses, generando contradicciones y la búsqueda de
nuevas formas de convivencia.
Los cuestionamientos no sólo se referían a lo económico y político,
sino que se extendían a lo ideológico. Los cambios que se producían
en el mundo al concluir la guerra contra el fascismo, exponían ante
los pueblos nuevas y promisorias experiencias al desmoronarse la
barrera de ocultamiento y desinformación erigida por el imperialismo.
El enfrentamiento bélico permitió conocer la realidad de la construcción,
del socialismo en la URSS, desenmascarando las patrañas que difundían
los confabulados en la defensa del ya agotado orden burgués.
En un hogar profundamente católico con sólidas raíces nacionales,
nivel económico y prácticas de vida de las capas más .populares
de la pequeña burguesía del interior, los nuevos vientos encontraron
inmediata receptividad, disipando confusiones, unificando puntos
de vista aparentemente opuestos y aportando procesos sintetizadores
que, repitiéndose en muchos otros casos similares, definen una tendencia
digna de un análisis más detenido.
Sus primeras inquietudes de participación se canalizaron a través
de su acercamiento al Centro de Estudios e Investigaciones Socio-Económicos
de la Provincia de Santiago del Estero y a la revista Dimensión,
donde desempeñaba un papel prominente su hermano Francisco René,
quien años después como dirigente del PRT, fuera secuestrado y desaparecido
en la ciudad de Tucumán durante el gobierno de: Isabel Perón (abril
de 1975). Ya comenzaba a interesarse por el marxismo aunque todavía
desde una posición crítica, que fue matizando en las relaciones
con militantes de izquierda e intelectuales que participaron en
las actividades culturales que se desarrollaron en esos círculos.
En esas circunstancias conoció, entre otros, a Bernardo Canal Feijoo,
Rodolfo Khun, Héctor Agosti, Miguel Angel Asturias, Hernández Arregui
y al intelectual polaco anticomunista Witold Gombrowicz, quienes
contribuyeron a fortalecer su aspiración de profundizar el conocimiento
de la problemática social y política.
Ya estudiante de Ciencias Económicas en la Universidad de Tucumán,
interviene activamente en las luchas universitarias participando
en la fundación del MIECE (Movimiento Independiente de Ciencias
Económicas) que -surge como alternativa entre el Movimiento Reformista
-constituido fundamentalmente por corrientes radicales, comunistas
y socialistas- y el Humanismo, que expresaba a sectores católicos
y a la derecha conservadora. Su bandera de lucha estaba en el cuestionamiento
a las vacilaciones y el abandono de las reivindicaciones del estudiantado
del Movimiento Reformista que dirigía el Centro de Estudiantes,
absorbido por una estéril polémica principista con el Humanismo.
Priorizó la lucha por las reivindicaciones principales del conjunto,
interesados fundamentalmente en encontrar motores condiciones para
avanzas en sus estudios , y el apoyo a la Revolución Cubana, aún
no definida como, socialista.
El MIECE triunfó en las elecciones de 1959 ganando el Centro de
Estudiantes y consagrando a Santucho como delegado estudiantil al
Consejo Tripartito. La experiencia se extendió a otras facultades,
con distintas denominaciones, alcanzando en varias de ellas importantes
éxitos generando el nacimiento de una tendencia distinta a las tradicionales
del estudiantado.
Comenzaban ya a definirse muchos de los atributos que caracterizaron
su personalidad en las luchas posteriores. Su pasión por el estudio,
muchas veces obstaculizado por las exigencias de una intensa militancia,
trataba de ser satisfecha con organización y constancia, robándole
horas al sueño y hasta utilizando métodos de lectura veloz, no siempre
acordes con una necesaria profundización. Una confianza ilimitada
en las masas lo dotaba de optimismo y una dinámica contagiosa, lo
que le permitió enfrentar ambiciosos objetivos generando energías
y despertando fuerzas, muchas veces ignoradas, en los que acompañaban
en sus esfuerzos.
A comienzos de 1961, y con la aspiración de llegar a Cuba, viaja
en compañía de su esposa Ana María Villarreal a través de varios
países de América latina; esa experiencia resulta determinante para
su futuro.
En Perú conoce al líder aprista Raúl Haya de la Torre, cuyas ideas
influenciaban en el naciente Frente Revolucionario Indoamericano
Popular (FRIP). Sale decepcionado de la entrevista. El propagandizado
antiimperialismo de Haya de la Torre, en esas circunstancias enmarcado
en la "guerra fría' de la potencia imperialista contra el campo
socialista, se ha transformado en un mero desarrollismo vergonzante
que lo desenmascara ante sus visitantes.
Llega a los EE.UU., participa en debates y da conferencias en algunas
universidades, conociendo desde adentro el bastión del capitalismo,
palpando las falencias del progresismo de su intelectualidad y las
increíbles limitaciones que manifestaban las individualidades más
contestatarias al sistema. Hace escala en México donde palpa el
descarnado rostro de la inicua explotación a la inmensa mayoría
del pueblo, en una democracia capitalista con estabilidad política,
presentada por la burguesía como modelo a imitar al resto del continente.
Desembarca en Cuba en un instante decisivo de su Revolución, cuando
se proclama el avance hacia el socialismo. El contacto esa realidad,
las conversaciones con los líderes fundamentales y el contraste
que advierte con todas las que conociera hasta ese momento -incluso
la de la Argentina peronista- definen sus aspiraciones revolucionarias
y su adaptación de la ideología marxista-leninista. Regresa convencido
y, con su característica decisión, impulsa los pasos para su plena
integración a la lucha por la revolución argentina.
En su ausencia, -el 9 de julio de 1961, se había fundado formalmente
el FRIP como materialización de la concepción americanista antiimperialista,
con reivindicaciones indigenistas que profesaban algunos de los
componentes, fundamentalmente Francisco René.
La opción que enfrentaba en esas circunstancias Mario Roberto, estaba
en incorporarse a alguna de las organizaciones que invocaban, el
marxismo o trabajar para construir una nueva organización con objetivos
definidamente revolucionarios. Se decide por la más arriesgada,
por la única que consideraba factible en ese momento a pesar de
las enormes dificultades que presentaba.
Visualiza al FRIP como el embrión a desarrollar hacia el objetivo
del partido revolucionario. Fue necesario un intenso debate ideológico
interno para superar las profundas diferencias existentes entre
su proyecto y las convicciones y metas de muchos de sus compañeros.
El poder de convicción del ya conocido "Roby", su ya mentada tenacidad
y una práctica conjunta con sectores marxistas en Santiago del Estero
(PC y PS) en apoyo a la Revolución Cubana, permitieron importantes
avances políticos en los principales componentes de la organización,
no sin que se produjeran dolorosas deserciones. Particular importancia
reviste, en ese paso, la evolución de Francisco René quien, desde
su visión filosófica idealista en un complejo proceso de profundo
análisis y debate, concluye enrolado en la concepción materialista
dialéctica, donde su producción no fue lo rica que era de esperar
al ser víctima, justamente en esa etapa, de la represión de la derecha
fascista.
Se lanza intensamente a la actividad de construcción política de
la organización. Por ese entonces, el FRIP se extendió a Tucumán,
volcándose Mario Roberto al trabajo entre los obreros azucareros.
Participando activamente en las luchas que libraban en defensa de
la fuente de trabajo y del nivel salarial, amenazados por el proceso
de concentración que impulsaban los grandes ingenios monopólicos
de Salta y Jujuy.
En la misma época, escribe un análisis marxista, estudiando la estructura
económica y de las clases sociales del norte del país, el peso en
su economía de la industria azucarera y el importante rol de los
trabajadores del ingenio y del surco por su concentración y experiencias
de luchas; en él se planteaba la necesidad de la alianza del proletariado
azucarero con el campesinado pobre y medio y la importancia de neutralizar
a otros sectores medios y pequeño burgueses para aislar a la gran
burguesía azucarera. Dicha investigación fue conocida como "Cuatro
Tesis sobre el Norte Argentino".
La permanente dedicación al estudio de los clásicos fue complementada
con una riquísima práctica social, en la que fue forjándose definitivamente
su personalidad, afirmándose sus convicciones y el temple revolucionario
que lo erigieron en el símbolo que hoy es.
Al mismo tiempo, su profundo internacionalismo caracterizó toda
su militancia. Ya vimos con qué inquietudes conoció la Cuba revolucionaria;
también fue un incansable estudioso y propagandizador de los procesos
de Vietnam y todo el sudeste asiático, además de la "Revolución
de los claveles" en Portugal que "Roby' miraba con particular esperanza.
De la misma manera, fue uno de los principales impulsores de la
unidad de los revolucionarios del cono sur de nuestro continente,
cristalizada en la Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR) que
agrupó al MIR de Chile, el MLN Tupamaros del Uruguay, al ELN de
Boliiia y a nuestro Partido.
Integra plenamente su militancia y sus luchas con su vida familiar
y de relación. No concebía la práctica política aislada y su confianza,
seguridad y poder de convicción influenciaron a todos los que lo
conocían. Su compañera Ana María fue erigiéndose en un importante
dirigente, lo que la convirtió en víctima de la represión, habiendo
sido herida de bala en un reparto de alimentos en un barrio obrero
y luego detenida dos veces. En la primera fue liberada en la fuga
del Buen Pastor en Córdoba y en la segunda oportunidad, luego de
la fuga de Rawson, fue asesinada junto con otros 15 revolucionarios
en la base naval de Trelew el 12 de agosto de 1972. Del matrimonio
nacieron tres hijas: Ana, Marcela y Gabriela, las que compartieron
casi todas las vicisitudes de la vida de sus padres.
Fortalecido el FRIP, Santucho se preocupa por establecer relaciones
y acercamientos con otras organizaciones marxistas, en la búsqueda
de un diálogo que permitiera acercar posiciones y tácticas diferentes.
Son conocidos los permanentes esfuerzos que impulsó para generar
un debate fecundo con el PCA a quien, pese a las vitales diferencias
que mantenía, calificaba como el aliado estratégico en vista a la
formación del partido del proletariado.
Los primeros intentos comenzaron antes del nacimiento del PRT, en
Santiago del Estero, pero se frustraron por la negativa de los dirigentes
comunistas locales a mantener relaciones con trotskistas. Con posterioridad
-y sobre todo a partir del desprendimiento de los grupos que seguían
a Nahuel Moreno- se produjeron avances, aunque con polémicas poco
constructivas por su antagonización. No obstante ello, en base a
las relaciones que fue estableciendo Mario Roberto en la cárcel,
se logró un buen nivel de discusión, materializado no sólo dentro
del penal sino también en la atención desde el exterior, a cargo
del responsable político del PC de Trelew, compañero Bel, que luego
fuera secuestrado y desaparecido durante el golpe de 1976.
Esas relaciones prosiguieron siempre polémicas, pero con pasos constructivos
(como la conmemoración conjunta del primer aniversario de la Masacre
de Trelew en agosto de 1973 ) hasta cortarse con la acción militar
en el Comando de Sanidad, el 6 de septiembre de 1973.
En el camino del acercamiento a otras corrientes marxistas, participando
en las luchas de los trabajadores tucumanos, comienza a establecerse
vínculos con militantes de Palabra Obrera, organización de tendencia
trotskista que desarrollaba el "entrismo" en el peronismo obrero
tucumano. Esas vinculaciones a niveles de base fueron facilitando
el acercamiento de ambas organizaciones en la región, donde incluso
se participa conjuntamente en una experiencia electoral que permite
incorporar a dirigentes obreros a la legislatura de la provincia
en 1964. En ese proceso y a pesar de las profundas diferencias que
advierte Santucho entre las posiciones de ambas organizaciones impulsa
la unificación en la Fundación del PRT (25 de mayo de 1965) alentado
por las grandes coincidencias que encuentra en la vinculación con
la base de P.O.
En la lucha interna que inmediatamente se desata en el PRT, Santucho
desempeña un rol prominente en el enfrentamiento a las fundamentales
posiciones del trotskismo. Su papel en el III, IIV y V Congreso
son vitales en las decisiones que se adoptan, rechazando la política
del "entrismo", definiendo el tipo de partido como marxista-leninista
e impulsando en la práctica la lucha en apoyo a la resistencia de
los trabajadores azucareros ante la violencia de la dictadura militar
de Onganía.
Durante ese período, Mario Roberto es detenido en dos oportunidades.
Primeramente en Tucumán donde es trasladado permanentemente en diversas
comisarías del interior para prevenir intentos de fuga o de liberación
por parte de sus compañeros. Finalmente es alojado en la Penitenciaría
de la ciudad de Tucumán, junto con todos los presos pertenecientes
al PRT. Mediante un ardid para lo cual, con la ingestión de un medicamento,
se provoca los síntomas de un ataque de hepatitis, logra su traslado
al Hospital Provincial; allí logra fugarse aprovechando un descuido
de la guardia, en un cambio de turno. Viaja inmediatamente a Buenos
Aires para participar en el V Congreso que estaba en preparación.
Posteriormente, en agosto de 1971, es nuevamente detenido en la
ciudad de Córdoba cuando se aprestaba a viajar junto con otros militantes
para apoyar la fuga de sus compañeros de la Penitenciaría de Villa
Urquiza de Tucumán, donde estuvo alojado. Inmediatamente trasladado
a la prisión de Villa Devoto en Buenos Aires, es mantenido bajo
un riguroso control. Poco tiempo después es detenida en Tucumán
su compañera Ana María, quedando sus tres hijas bajo la atención
de sus abuelos.
En la cárcel, Santucho impulsa el estudio la formación política
de los varios centenares de militantes de la organización, al mismo
tiempo que se esfuerza por mejorar las relaciones políticas conlos
prisioneros de otras organizaciones populares, especialmente PC,
Montoneros, FAR y FAP. Se destacan sus esfuerzo para unificar posiciones
-a veces notablemente enfrentadas- entre las diversas tendencias
políticas, sobre todo entre el PC y las organizaciones peronistas
que desarrollaban la lucha armada. Asimismo, establece sólidos vínculos
con destacados militantes políticos y sindicales como Raimundo Ongaro,
Armando Jaime, Pujadas y sobre todo Agustín Tosco, con quien mantuvo
una fecunda vinculación hasta el final de sus vidas.
Trasladado a Rawson, penal de máxima seguridad, prepara minuciosamente
el plan de la fuga que se efectiviza el 15 de agosto de 1972. En
su elaboración, prevé al máximo los diversos detalles de la operación,
viéndose precisado a insistir y argumentar reiteradamente, con las
dificultades naturales de su prisión, ante la indecisión y la falta
de confianza de los que ocupan transitoriamente la Dirección del
Partido.
La operación en el penal se consumó a la perfección, lográndose
el pleno control interno. Pero la falta de fe y las debilidades
de los que comandaban las fuerzas de apoyo exterior generó un serio
problema. Al intentar el grupo de vanguardia dominar la última guardia
externa, se produjo un breve intercambio de disparos que ocasionó,
en la jefatura de operaciones externas, la decisión de retirarse
con los vehículos para el traslado de los liberados ante la visión
de que habría fracasado el intento interno. Consecuencia de tan
nefasto error fue la tardía llegada del segundo contingente de liberados
al aeropuerto de Trelew (donde estaba copado y retenido el avión
regular de Austral), su obligada rendición y el ulterior asesinato
por fuerzas de la Marina de 16 de los 19 revolucionarios allí encerrados.
Los seis dirigentes principales de las organizaciones participantes
ERP y FAR en la planificación e implementación y Montoneros solamente
en la fuga de sus presos- lograron llegar en el avión secuestrado
a Chile, donde obtuvieron asilo del gobierno la Unidad Popular de
Allende para ser trasladados posteriormente a La Habana. Dichos
dirigentes fueron nuestros compañeros Santucho, Domingo Mena y A.
Gorriarán Merlo, además de Marcos Osatinsky y Roberto Quieto por
FAR y Fernando Vaca Narvaja por Montoneros.
Casi inmediatamente, en noviembre de 1971, retornó al país, poniéndose
al frente de la organización que pasaba por una situación crítica
a causa de la notable reducción cuantitativa de sus integrantes
(gran cantidad de militantes estaban en prisión) y por la debilidad
política de la Dirección transitoria. Se impulsa a partir de entonces
un proceso de incesante desarrollo y crecimiento de la organización.
La situación era sumamente compleja: el abandono por el peronismo
de su política nacionalista burguesa y las manifiestas divergencias
de las propuestas de las fuerzas populares, no obstante la combativa
resistencia de los trabajadores y distintos sectores del pueblo
a la política de concentración, van creando las condiciones para
el golpe fascista favorecido por la división de las fuerzas políticas
y el repliegue de las masas, sin conducción, frente a la agresión
del terrorismo de estado.
La instalación del gobierno constitucional de Cámpora inicia una
compleja coyuntura en la política del País, en la que la agudeza
que adquiere el enfrentamiento social y el acelerado desarrollo
del PRT y del ERP imponen un ritmo absorbente a la actividad. La
vida de Santucho se liga cada vez más indisolublemente a la lucha
partidaria, resultando casi imposible remarcar hechos personales
separados de la política del PRT, de sus análisis y de sus propuestas.
Participa en todas y cada una de las decisiones fundamentales, correspondiéndole
la fundamental cuota en los errores y en la trascendente presencia
que manifiesta en la decisiva fase de la vida nacional que transcurre
entre 1973 a 1976. Constituye pareja con Liliana Delfino, integrante
del CC de la organización y responsable de Propaganda Nacional,
que lo acompaña hasta su muerte, circunstancia en la cual es secuestrada
y desapareciera por las fuerzas militares que asaltaron su vivienda
de Villa Martelli. De esa unión nació Mario Antonio.
El PRT caracteriza correctamente las posibilidades del gobierno
de Perón desde el punto de vista de los intereses de clase que representaba
y del objetivo de contener la lucha de masas, para lo cual se vería
precisado a seguir el rumbo antipopular. La justeza de ese análisis
y la activa presencia del Partido y del Ejército en la lucha de
clases concita la confianza de las capas más politizadas -que comienzan
a participar en su lucha- y el respeto del conjunto de las masas.
Al mismo tiempo, desarrolla esfuerzos para el acercamiento con otras
organizaciones populares en procura de acuerdos unitarios que permitan
coordinar actividades conjuntas. Los pasos en ese sentido resultan
poco fructíferos, no solamente por las diferencias de propuestas
políticas sino por los profundos desacuerdos en el análisis de la
situación, lo que exacerba el tradicional sectarismo en la izquierda
argentina.
Además de ello, la incomprensión de la etapa democrática la subsistencia
le la visión en el PRT, determina la implementación de la táctica
de grandes operaciones militares para fortalecer el enfrentamiento
a los avances de la derecha fascista, después de la renuncia de
Cámpora.
Las falencias de esa política comienzan a advertirse al poco tiempo
y ello induce a Santucho a profundizar el análisis de las propuestas
que permitieran la participación de las grandes masas -que comenzaban
a desencantarse de las posibilidades del gobierno luego de la muerte
de Perón- en el ya generalizado enfrentamiento de las clases. "Poder
Burgués y Poder Revolucionario" constituye el producto de esa reflexión
y es aprobado en el Comité Central "Antonio del Carmen Fernández"
de septiembre de 1974.
Pero ya resulta irreversible la inercia del proceso, no solamente
por las dificultades, sino también por la dinámica de cada una de
las organizaciones, que limitaba las posibilidades de una modificación
táctica. Sin embargo Santucho persistió en sus objetivos de unificación
con las fuerzas afines, aún reduciendo la amplitud de las alianzas.
Hasta sus últimos momentos, bregó incansablemente por concretar
un acuerdo con Montoneros, Organización Comunista Poder Obrero (OCPO)
y Partico Comunista Marxista Leninista (La Plata), con el proyecto
de la Organización para la Liberación de Argentina (OLA).
En ese esfuerzo fue sorprendido por el ataque militar a su vivienda,
donde en esa circunstancia se encontraba junto a Liliaria Delfino,
la compañera Ana María Lancillotto de Mena y Benito Urteaga. Fiel
a sus convicciones y manteniendo la conducta de toda su vida, no
obstante la inferioridad numérica y de armamento, junto con Urteaga
enfrentó el ataque militar. Liliana Delfino y Ana Maria Lancillotto
fueron secuestrados. Era el día 19 de
julio de 1976.
Bueno, Francisco René dirigía una
librería en Santiago del Estero y publicaba una revista llamada "Dimensión".
Este hermano de Robi estaba muy influido por la ideología de Haya de La Torre,
en sus comienzos. Por ejemplo, en uno de sus textos iniciales [Francisco René
Santucho: Integración de América Latina. Santiago del Estero, Cuadernos Dimensión,
1959] él hablaba de nuestro continente llamándolo "Indoamérica" y no Latinoamérica.
En una nota al pie de ese trabajo, Francisco René explica porqué le llamaba
Indoamérica, del siguiente modo: "Preferimos indoamericano a latinoamericano
o hispanoamericano, por las mismas razones aducidas por los apristas peruanos
generalizadores del término. Creemos como ellos que así se define mejor una
peculiaridad que hoy se da en el hemisferio".
De este modo, el primer guía intelectual de Mario Roberto Santucho sigue casi
al pie de la letra a los discípulos de Haya de La Torre. Su razonamiento es
el siguiente: el componente fundamental de este continente es indígena, por
lo tanto vamos a hablar siempre de Indoamérica. De ahí que la primera organización
política en la que participan estos hermanos (Francisco René y Mario Roberto)
se llama Frente Revolucionario Indoamericanista Popular (FRIP). Francisco René
es el hermano - me parece a mí - que más influencia tiene sobre Roberto.
Esta tradición de pensamiento indoamericanista también está presente en otros
revolucionarios latinoamericanos de aquella época. El indoamericanismo se planteó
principalmente a nivel historiográfico, es decir, a la hora de explicarse la
propia historia de América Latina. Porque dejemos bien en claro que esta generación,
la generación de Robi Santucho y sus compañeros y compañeras, no se lanzó a
la pelea y a la lucha armada ni arriesgó la vida porque le surgió repentinamente
un "delirio mesiánico" - como nos dice toda la derecha -, o porque era "foquista"
–como nos dice alguna parte de la izquierda - , sino porque había hecho un meditado
análisis previo de la historia del continente y de sus condiciones políticas.
Entonces, tratando de ver qué herramientas utilizaban a nivel historiográfico
para explicarse la historia de Indoamérica, uno encuentra que, además de los
textos de Haya de La Torre, también utilizaban los libros de Juan José Hernández
Arregui, que era un escritor del interior de nuestro país, un hombre muy erudito,
especialista en la cultura griega.
Hernández Arregui tenía una hipótesis muy fuerte, era muy crítico de la ciudad
de Buenos Aires. Sostenía que Buenos Aires era una "ciudad-puerto de espaldas
al país y de cara a Europa", en cambio el interior era explotado, el interior...
era Indoamérica. Buenos Aires pertenece a Europa. Aunque, a diferencia de Haya
de la Torre, Hernández Arregui era muy hispanista, él defendía mucho la herencia
española (esa era una diferencia importante con los indoamericanistas). Muy
bien, en los orígenes del FRIP encontramos esta idea de que Buenos Aires está
de espaldas al país. No se dice que es "una ciudad burguesa" pero más o menos...,
y también nos encontramos con la idea que la vanguardia revolucionaria se encuentra
en el noroeste Argentino.
En esos primeros documentos del FRIP de inicios de los '60 y en esa primera
formación ideológica también se utilizaban categorías de Silvio Frondizi, un
sociólogo e historiador que al igual que el anterior era crítico del tipo de
desarrollo del capitalismo argentino. Pero a diferencia de Hernández Arregui,
Silvio Frondizi no era peronista. Cuestionaba muy duramente la supuesta "progresividad"
de la burguesía nacional y en consecuencia del peronismo.
El FRIP se unifica alrededor del año 1965 con un grupo político trotskista que
se llama "Palabra Obrera", encabezado por Hugo Miguel Bressano, que es el seudónimo
de Nahuel Moreno. Esta agrupación pertenecía a la Cuarta Internacional.
Ahí nace el PRT como organización, y a partir de ese momento -al menos eso me
parece a mí - en los escritos de Santucho y en su ideología hay un cambio, se
produce una transformación. La Cuarta Internacional tenía en aquella época como
principal dirigente al belga Ernest Mandel, el célebre economista. En aquellos
momentos Moreno estaba unido con Mandel, después rompen entre sí en una dura
polémica.
Entonces, a la hora de explicarse cómo fue y es nuestro continente, cómo es
la Argentina, también se produce un cambio en los escritos y en la ideología
de Santucho. Aparece la presencia de otro historiador, que era un militante
orgánico de Palabra Obrera vinculado a Moreno: Milcíades Peña.
Peña era un joven, muy joven - porque se suicidó a los 32 años -, pero dejó
una obra muy interesante, muy distinta de la historiografía tradicional, tanto
de la historiografía liberal burguesa como también de la historiografía oficial
del Partido Comunista en los escritos de Leonardo Paso, por ejemplo, o de la
izquierda peronista como Rodolfo Puiggrós. Entonces el joven Santucho adoptaba
de la obra historiográfica de Milcíades Peña y de la sociología de Silvio Frondizi
una idea central. Esa idea giraba en torno a la incapacidad de la burguesía
"nacional" argentina para emancipar nuestro país.
La burguesía nacional argentina no podía encabezar la independencia. Que nosotros
somos todavía hoy un país dependiente creo que está fuera de discusión. ¡Hoy
en día más que nunca!. Nosotros seguimos pensando que la dependencia constituye
una de las principales características de la formación social capitalista argentina,
a pesar de que el término "dependencia" ya no está de moda en la literatura
universitaria local (como sí lo estaba en los '60, los años de Santucho).
El problema central de la discusión política de aquella época, que también surge
- con otro ropaje y con otros personajes - en nuestra época, que vuelve hoy
en día, es si la burguesía local puede o no puede encabezar los cambios pendientes
y necesarios para resolver la crisis del país. A partir de la explicación que
demos de ese problema y de la respuesta que proporcionemos a esa pregunta política
se derivan un conjunto de posiciones políticas.
Entonces Robi Santucho, a partir de las tesis de Milcíades Peña, a partir de
los escritos de Silvio Frondizi, empieza a plantear que la burguesía nacional
no podía encabezar los cambios. No se podía entonces seguir pensando ingenuamente
en términos de un gran "frente nacional" con la burguesía a la cabeza...(fíjense
que aunque este debate está marcado a inicios de los '70 por el regreso de Perón
de su exilio en España y por la formación de un gran frente peronista que le
entrega el ministerio de economía a un sector "nacional" de la burguesía local
como es el caso de Gelbard –previo pacto social y freno a toda la movilización
de los trabajadores clasistas – ese mismo tipo de planteo reaparece ahora, en
el año 2002, con otros personajes, con otros políticos, con otros militares,
pero con la misma liturgia populista y con los mismos planteos...).
¿Qué diferencia había entre los escritos de Roberto Santucho y los de Milcíades
Peña? Principalmente que este último – Peña – mantenía un planteo totalmente
impregnado por el antiperonismo, ya que proponía la tesis que "Perón era un
agente inglés".
El PRT adopta cierto tipo de explicaciones
de Peña, pero no acepta completamente esa visión ya que en un escrito del PRT
- "El peronismo, ayer y hoy" [Ediciones El Combatiente, agosto de 1971]- se
plantea que se adopta la tesis de Peña, pero sin caer... en el "gorilismo de
izquierda".
En los escritos del PRT emerge también la presencia de otra historiografía.
Y esto sí llama poderosamente la atención. Es la historiografía de Bartolomé
Mitre. ¿Por qué llama la atención? Pues porque como sabemos, la versión de Mitre
constituye la versión oficial de la historia argentina, la que se enseña todavía
hoy en las escuelas. Pero ¿qué adoptaban los militantes del PRT de esta historiografía
tradicional?
Algo que, paradójicamente, resulta muy interesante: cómo estos historiadores
burgueses reaccionarios (principalmente Mitre, aunque también deberíamos agregar
a Vicente Fidel López, en el siglo XIX y Ricardo Levene en la primera mitad
del siglo XX) describen la campaña del ejército de San Martín, cómo describen...
la guerra de guerrillas. Realmente, si alguna vez lo pueden leer vale la pena,
es hasta muy entusiasmante. Cuando ellos hablan del Ejército de los Andes, cuando
San Martín envía a organizar una guerra de guerrillas en la retaguardia española,
digamos que era muy "atractivo" para esta izquierda revolucionaria que se planteaba
continuar la lucha inicial de San Martín y Bolívar..., y sobre todo el papel
jugado en la lucha guerrillera contra los colonialistas españoles por Martín
Miguel de Güemes, Juana Azurduy, y otros revolucionarios nuestros de principios
del siglo XIX. Seguramente estos historiadores burgueses, de tradición liberal,
todavía en el siglo XIX se podían dar el lujo de alabar aquellas campañas militares
independientistas porque la tarea por delante que esta burguesía tenía entonces
– segunda mitad del siglo XIX - era legitimar la construcción de un Estado-nación
y construir los relatos fundantes de un origen heroico. Luego, en el siglo XX,
sobre todo en su segunda mitad, ante le emergencia de una izquierda revolucionaria
que se planteaba en primera instancia la lucha por el poder, ya no podían darse
ese lujo...
Pero los compañeros del PRT supieron leer bien, leer entre líneas, en esa historiografía
burguesa, en esa historiografía tradicional y reaccionaria y encontrar los relatos
de aquel primer ejército continental de San Martín y sus compañeros.
Dicho como nota al pie: según recuerda Pombo [Harry Villegas Tamayo, sobreviviente
de la guerrilla del Che en Bolivia, hoy general de brigada de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Cuba], que luchó junto al Che Guevara en Cuba, en el Congo
y en Bolivia, Guevara – al igual que el PRT - también le daba para leer a sus
compañeros, a sus combatientes internacionalistas de Bolivia, los relatos de
las guerras independientistas sobre Juana Azurduy y sus guerrilleros. También
en esto Santucho fue un guevarista consecuente...
Otra fuente ideológica de la que
se nutrió Santucho fue Lenin. Como era obvio, ya habiendo cortado amarras definitivamente
con Haya de La Torre, Santucho empieza a tener una lectura mucho más leninista,
más "clásica", si se quiere, sobre el papel de América Latina. La crítica explícita
contra Haya de la Torre ya la formula Francisco René Santucho en su trabajo
"Lucha de los pueblos indoamericanos" [publicado en 1963 en el periódico Norte
Argentino]. Allí se plantea que los aciertos iniciales del APRA: "se ven traicionados
ahora por la debilidad de su propio líder que ha entrado en compromisos con
regímenes reformistas cómplices del imperialismo". A partir de esa ruptura con
el populismo aprista se abre en el horizonte ideológico de Robi la posibilidad
de apropiarse de la tradición teórico-política de Lenin.
Como ustedes saben, Lenin escribió en 1916 "El imperialismo fase superior del
capitalismo" y ahí habla de nosotros, de la Argentina. Dice textualmente: "No
sólo existen los dos grupos fundamentales de países – los que poseen colonias
y las colonias --, sino también, es característico de la época, las formas variadas
de países dependientes que, desde un punto de vista formal, son políticamente
independientes, pero que en realidad se hallan envueltos en las redes de la
dependencia financiera y diplomática. A una de estas formas de dependencia,
la semicolonia, ya nos hemos referido. Un ejemplo de otra forma lo proporciona
la Argentina [...] No es difícil imaginar qué sólidos vínculos establece el
capital financiero – y su fiel «amiga», la diplomacia – de Inglaterra con la
burguesía argentina, con los círculos que controlan toda la vida económica y
política de ese país".
¿En qué se basaba Lenin para proporcionar semejante descripción y explicación
de la Argentina? Pues una de sus tesis principales sostenía que el desarrollo
del capitalismo mundial nunca es chato, ni plano, ni liso ni homogéneo. Los
países y sociedades capitalistas no están en el mismo rango ni son equiparables
entre sí, como hoy sostiene erróneamente, por ejemplo, Toni Negri en su Imperio
cuando plantea que entre Estados Unidos y Brasil, la India e Inglaterra... "sólo
hay diferencias de grado". Por el contrario, Lenin tenía la hipótesis de que
el capitalismo a nivel mundial se expandía en forma asimétrica, según un desarrollo
desigual que generaba países y sociedades metropolitanas y dependientes, cuyas
diferencias no son sólo de grado – es decir: cuantitativas, mayor o menor cantidad
de capitalismo y desarrollo -- sino que son diferencias cualitativas.
El PRT adopta esta tesis de Lenin, y plantea que el desarrollo interno del capitalismo
argentino también es notoriamente desigual y origina zonas metropolitanas y
zonas periféricas y/o dependientes. O sea que no es lo mismo el desarrollo del
capitalismo en la Mesopotamia que en el Noroeste. Así, por ejemplo, en el folleto
"El proletariado rural detonante de la revolución argentina" [Tesis políticas
del FRIP, editado en 1964 en el periódico Norte Argentino] se sostiene que:
"El imperialismo, al introducirse como factor estructural en el desarrollo de
la economía argentina promoviendo la seudoindustrialización, ha acentuado los
desniveles regionales, al desarrollar unilateralmente la zona portuaria en detrimento
del Interior".
Obviamente, este tipo de caracterización se basaba en la teoría del desarrollo
desigual de Lenin. Pero le agregaba un matiz específico cuando hacía referencia
a la "seudoindustrialización". ¿De dónde tomaban esa visión tan crítica de la
industria argentina? Pues de las tesis historiográficas de Milcíades Peña. No
casualmente la primera de estas tesis políticas del FRIP, combinando la teoría
del imperialismo de Lenin con la visión de Peña, sostenía que "La República
Argentina es un país semicolonial seudoindustrializado". A continuación, la
segunda tesis agregaba: "La burguesía nacional en su conjunto es incapaz de
luchar por la liquidación de la dependencia de nuestra patria".
Así como Lenin defendía la tesis de que la explosión iba a surgir en "el eslabón
más débil de la cadena imperialista", Santucho planteaba por analogía que en
la revolución argentina el factor detonante era el proletariado azucarero, ya
que el capitalismo del noroeste era de alguna manera "el eslabón más débil"
dentro del capitalismo argentino.
Y también, junto a las categorías clásicas de Lenin, en el PRT se adoptaron
en determinado momento categorías de León Trotsky quien, como ya habíamos planteado
en las clases anteriores cuando analizábamos su influencia en la visión del
Che sobre el capitalismo latinoamericano, en su Historia de la Revolución Rusa,
plantea una hipótesis que denomina "ley del desarrollo desigual y combinado".
¿En qué consiste? Pues en que nunca existen países y sociedades capitalistas
absolutamente homogéneos, compactos, con un solo modo de producción, sino que
en realidad hay relaciones sociales de distintos modos de producción que están
combinadas entre sí. Algunas predominan sobre otras, pero están combinadas.
Puntualmente Trotsky sostiene que: "Azotados por el látigo de las necesidades
materiales, los países atrasados vense obligados a avanzar a saltos. De esta
ley universal del desarrollo desigual de la cultura se deriva otra que, a falta
de nombre más adecuado, calificaremos de ley del desarrollo desigual y combinado,
aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino y a la confusión
de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas". Trotsky la
denomina "ley" pero en realidad – pensamos nosotros – habría que denominarla
teoría del desarrollo desigual y combinado, ya que conjuga diversas hipótesis
sobre el desarrollo histórico.
Entonces,– una vez superada la influencia del APRA y el indigenismo, a los que
habría que agregar la influencia inicial de la Reforma Universitaria y de varios
intelectuales que realizan conferencias en la librería de Santiago del Estero,
dirigida por Francisco René -- en el pensamiento político de la dirección del
PRT en general y de Mario Roberto Santucho en particular, se conjugan las categorías
sociológicas de Silvio Frondizi, las historiográficas de Milcíades Peña, la
teoría del marxismo revolucionario clásico de Lenin y Trotsky y, por supuesto,
la enorme influencia de la revolución cubana y de la revolución vietnamita.
Sería muy largo de desarrollar y no tenemos tiempo, pero obviamente a todas
estas influencias las moldeó y las amalgamó en el caso del PRT el guevarismo
y el castrismo y también el pensamiento político de Ho Chi Minh y Giap.
Para adelantar y acortar –cronológicamente hablando- en nuestra exposición,
agregamos que luego viene la ruptura con Nahuel Moreno y la fundación del ERP
[Ejército Revolucionario del Pueblo], en el V Congreso en 1970, donde el PRT
se divide en el "PRT - La Verdad" (encabezado por Moreno) y el "PRT - El Combatiente"
(encabezado por Santucho),. Ambos grupos toman el nombre de acuerdo al periódico
de cada uno.
Aunque tenemos que ser breves, me parece interesante prestarle atención al documento
de la fundación del ERP. Las posiciones políticas de este documento se nutren
de toda la tradición clásica del marxismo, que a su vez provienen de Clausewitz
y de Maquiavelo.
Porque, a principios del siglo XVI, el teórico florentino Nicolás Maquiavelo
sostenía en El príncipe y en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio
que para unificar Italia como una nación moderna, había que derrotar el predominio
de Roma – El Vaticano – y también había que terminar con la proliferación de
bandas armadas locales, los célebres condottieri [combatientes mercenarios].
Maquiavelo propone la formación de una fuerza militar republicana completamente
subordinada al príncipe, es decir, al poder político. ¡Es la política, según
Maquiavelo, la que manda sobre lo militar y no al revés!.
Más tarde, a inicios del siglo XIX, el teórico prusiano Karl von Clausewitz
vuelve a prolongar aquel pensamiento defendiendo que "la guerra es la continuación
de la política por otros medios" [en su libro De la guerra]. A inicios del siglo
XX, más precisamente en su exilio suizo durante la primera guerra mundial [entre
1915 y 1916] Lenin, mientras estudia la Ciencia de la Lógica de Hegel, lee y
anota detenidamente De la guerra de K.v.Clausewitz. Lenin no es el único marxista
en este sentido. Antonio Gramsci, en sus Cuadernos de la cárcel, más precisamente
a inicios de la década de 1930, redacta "Análisis de situación y relaciones
de fuerza", un pasaje de los Cuadernos de la cárcel donde sostiene que la lucha
político-militar y la guerra constituyen un momento superior de las relaciones
de fuerzas políticas, que enfrentan en una situación a las clases y fuerzas
sociales.
Por lo tanto, en toda esta tradición de pensamiento político, que se remonta
a la herencia republicana de Maquiavelo y, a través de la reflexión de Clausewitz,
es adoptada por los clásicos del marxismo, LA LUCHA POLÍTICO-MILITAR ES LA PROLONGACIÓN
DE LA POLÍTICA, NO AL REVÉS.
En los documentos de la fundación del ERP también aparece en primer plano UN
ANÁLISIS POLÍTICO de donde se deduce la necesidad de LA LUCHA POLÍTICO-MILITAR
y no al revés.
Creo que luego de años de propaganda
burguesa que intentó demonizar a los revolucionarios argentinos y latinoamericanos,
remarcar ese tipo de pensamiento específicamente POLÍTICO resulta hoy impostergable.
Porque la generación de Santucho y sus compañeros y compañeras no se lanzaron
a la lucha político-militar de manera "irracional", "demencial" o "mesiánica"...como
acostumbran a escribir en los grandes medios de comunicación de masas. No estaban
deseosos de adrenalina. No eran "jóvenes loquitos y aventureros" deseosos de
vivir peripecias extrañas. Existía en ellos un tipo de análisis específicamente
POLÍTICO, asentado como vimos muy sumariamente en un tipo de reflexión sociológica
e historiográfica sobre las contradicciones del capitalismo argentino y la impotencia
histórica de sus clases sociales dirigentes y dominantes. Creo que para poder
desmontar la estrategia de descalificación de esa generación (a la que se le
puso un cartelito que decía más o menos así: "Demonios subversivos" o también
"Demonios terroristas"), tenemos que volver a pensar despacito, bien detenidamente,
estas cuestiones.
En algún lugar de Buenos Aires
(fecha desconocida) Envar El Kadri dirige unas palabras en homenaje
a Mario Santucho. Presenta Juan Carlos Aznarez de Resumen Latinoamericano.
Me parece entonces muy interesante focalizar la atención en una parte de esos
documentos de fundación del ERP. Porque los que no vivimos aquella época nos
sorprendemos cuando encontramos allí algo completamente inesperado... En esos
documentos políticos aparece una crítica muy fuerte contra el foquismo y contra
Regis Debray.
¿Quién es Regis Debray? Debray era un joven estudiante francés, discípulo del
filósofo Louis Althusser, que vino a Latinoamérica y después escribió un artículo
muy largo, en la famosa revista "Les Temps Modernes" de Jean Paul Sartre: "El
Castrismo: la larga marcha de América Latina" . Entonces, este artículo les
gustó mucho a los cubanos. Lo invitaron a Cuba, y ahí, en Cuba, escribe después
un texto que pretende ser, digamos, la "síntesis teórica" de la revolución cubana.
Un texto que hoy en día se utiliza para criticar a la revolución cubana y para
denostar al Che Guevara. El texto de Debray se titula: "¿Revolución en la Revolución?".
Allí Debray realiza una versión realmente caricaturesca de la revolución cubana.
Sostiene, entre otras cosas, que en Cuba no hubo casi lucha urbana, que solamente
hubo lucha rural, que la ciudad era burguesa mientras que la montaña era proletaria
y que, por lo tanto, la revolución surge de un foco, de un pequeño núcleo aislado.
Así, de este modo, Debray hace la canonización y la codificación de la revolución
cubana en una receta muy esquemática que se conoce como "la teoría del foco".
Esta versión de Debray de la revolución cubana es muy utilizada hoy en día para
ridiculizar la teoría política del guevarismo...aún cuando el mismo Debray ya
no tiene nada que ver con esta tradición, pues pasó a las filas de la socialdemocracia
– en el mejor de los casos y siendo indulgentes con él... -.
Es cierto que la temática del "foco" está presente en los escritos del Che pero
de una manera muy diferente a la receta simplificada que construye Debray. Nosotros
creemos que en el Che los términos "foco" y "catalizador" –con los que el Che
hace referencia a la lucha político-militar de la guerrilla, tienen un origen
metafórico proveniente de la medicina (la profesión original del Che). El "foco"
remite al...foco infeccioso que se expande en un cuerpo humano.
Pero,
más allá de su origen metafórico, está muy claro que en el pensamiento político
de Guevara la concepción de la guerrilla está siempre vinculada a la lucha de
masas. Concretamente el Che sostiene que: "Es importante destacar que la lucha
guerrillera es una lucha de masas, es una lucha del pueblo [...] Su gran fuerza
radica en la masa de la población" [Ernesto Che Guevara: La guerra de guerrillas
(1960)]. Más tarde, el Che vuelve a insistir con este planteo cuando reitera:
"La guerra de guerrillas es una guerra del pueblo, es una lucha de masas" [Ernesto
Che Guevara: "La guerra de guerrillas: un método", artículo publicado en Cuba
Socialista, septiembre de 1963]. Pero para Debray esos planteos del Che eran
sólo ...detalles insignificantes. No les dio ninguna importancia. Por eso construyó
una visión caricaturesca de la lucha armada que, lamentable y trágicamente,
fue posteriormente atribuida –post mortem- al Che...
Según recuerda el ya mencionado Pombo [Harry Villegas Tamayo] al Che Guevara
no le gustó ¿Revolución en la Revolución? de Debray. Lo leyó cuando estaba en
Bolivia (pues se publicó en 1967) y le hizo anotaciones críticas, reunidas en
una libreta que se apropió el ejército boliviano junto con su mochila, luego
de capturar al Che.
Pero, aún en el hipotético caso de que jamás puedan leerse o reconstruirse las
notas críticas del Che hacia Debray, ya en aquella época dos militantes cubanos
salieron públicamente a criticar la caricatura "foquista" de Debray [Simón Torres
y Julio Aronde (posiblemente dos seudónimos de colaboradores del comandante
Manuel Piñeiro Losada, alias "Barbarroja"): "Debray y la experiencia cubana".
En Monthly Review N° 55, año V, octubre/1968.p.1-21]. Estos dos compañeros cubanos
le critican abiertamente a Debray - ¡no ahora, en el año 2002, sino en 1968!
- el haber simplificado la revolución cubana, el haberla convertido en una simple
teoría del "foco" y el no haber visto en ella que junto a la guerrilla, en las
ciudades luchaba el movimiento obrero, el movimiento estudiantil, etc. En suma,
le cuestionaban - en particular - el total desconocimiento de la lucha urbana
y - en general - la total subestimación de la lucha política, base de sustentación
de toda lucha político militar. Esta es la principal crítica a la teoría del
"foco" realizada en aquella época por los propios cubanos.
Por supuesto que, en la derecha, nadie se toma el trabajo de reconstruir todas
esas críticas. Simplemente, se "entierra" rápidamente a los revolucionarios
por ser "foquistas"...
Muy bien, entonces, en los documentos de nacimiento del ERP en la Argentina,
encontramos una crítica muy inteligente y muy sugerente a Regis Debray y al
"foquismo", a la errónea subordinación de la lucha política a la lucha militar.
Me parece que esta crítica del PRT y de Santucho pasó desapercibida y, todavía
hoy, se le atribuyen "foquismo" y/o "militarismo" como si la decisión de desarrollar
en Argentina una lucha político-militar hubiese sido en la mente de Santucho
y sus compañeros un delirio irracional y mesiánico y una subestimación del análisis
específicamente político.
Piensen ustedes, que toda la tradición de Santucho siempre recibió esos ataques...
"foquistas" y "militaristas" - se les dijo -..., cada vez que se habla de Santucho,
se trata del... "foquismo". Lo mismo con el Che... "un gran revolucionario...,
pero...foquista".
Sin embargo, en la propia fundación del ERP se hace una crítica muy dura al
foquismo y se genera una crítica inteligente al militarismo. Porque una de las
tesis centrales de Regis Debray consiste en que no hace falta formar un partido
revolucionario. Solamente - plantea Debray -, hay que instalar un foco guerrillero...No
hace falta la lucha política ni la lucha ideológica, sino tan sólo la lucha
militar...Eso es el foquismo, eso es el militarismo.
Y, justamente, en estas tesis del
PRT de 1970 y en estos documentos de fundación del ERP ["Resoluciones del V
Congreso del PRT. Fundación del ERP" (29 y 30 de julio de 1970)] se plantea
que no, que el eje prioritario siempre debe ser construir una organización política
y de ahí, en todo caso, plantearse la lucha político-militar. Pero el eje debe
ser la política. No puede haber confrontación político-militar ni lucha político-
militar si no es a partir de un análisis específicamente POLÍTICO. Esta es la
tradición de los clásicos del marxismo que se remonta a Clausewitz y, más atrás,
a los escritos de Nicolás Maquiavelo.
Otra tesis que Santucho y el PRT le critican a Debray en este documento de la
fundación del ERP es la supuesta primacía que Debray atribuye al "factor geográfico".
Pensar que de la geografía se deduce una estrategia política...constituye un
enorme error. En realidad no es así..., ni fue así la revolución cubana ni ninguna
revolución latinoamericana. La geografía no determina la lucha política, es
un error gravísimo. Cuando uno lo encuentra escrito no pasa nada, pero en política
ese tipo de errores cuesta la vida de mucha gente, de muchos compañeros valiosos,
de muchos revolucionarios.
Después, siempre en términos de extrema síntesis, nos encontramos con otros
dos documentos. Uno se titula "Poder burgués, poder revolucionario" [Ediciones
El Combatiente, 23 de agosto de 1974], redactado por Santucho, y el otro es
"A los pueblos de América Latina" [publicado en Che Guevara N°1, Revista de
la Junta de Coordinación Revolucionaria, noviembre de 1974], un documento colectivo
firmado por el PRT-ERP en la Argentina, los Tupamaros en Uruguay, el MIR chileno
y el ELN boliviano. ¿Que encontramos en estos documentos a nivel teórico y político?
Nuevamente, aún a riesgo de repetir..., nos encontramos con un ANÁLISIS POLÍTICO.
A partir de ahí se plantea la lucha revolucionaria continental..., ¡no eran
"tira-tiros" irracionales ni "locos aventureros"!. Se plantea una visión de
cómo funciona el sistema de dominación política de las clases opresoras en América
Latina y se plantea también qué sucede en el seno del campo popular y sobre
todo, en LA CONCIENCIA política de las clases subalternas y explotadas.
Entonces, avanzando un poco más en detalle: el análisis político condensado
en "Poder burgués y poder revolucionario" se estructura a partir de una metáfora
espacial que dibujaría qué pasa "arriba" y qué sucede mientras tanto "abajo".
La reflexión de Santucho gira alrededor de un análisis político del arriba y
del abajo o, en otros términos, de las clases dominantes y de las clases subalternas.
Para analizar las clases dominantes aparece en los escritos de Santucho la categoría
de "bonapartismo". Esta es una tesis muy fuerte de Santucho, que - me parece
- en algún sentido está bastante vigente todavía hoy en día: La historia argentina
se mueve con un movimiento pendular entre dos formas políticas de dominación
burguesa: o la república parlamentaria o el bonapartismo militar.
Nuestra historia fue, lamentablemente,
así. No casualmente el Che Guevara reclamaba en uno de sus escritos "maduros"
- dentro de su corta vida política - que: "Hoy por hoy, se ve en América un
estado de equilibrio inestable entre la dictadura oligárquica y la presión popular.
La denominamos con la palabra oligárquica pretendiendo definir la alianza reaccionaria
entre las burguesías de cada país y sus clases de terratenientes [...] Hay que
violentar el equilibrio dictadura oligárquica- presión popular" [Ernesto Che
Guevara: Guerra de guerrillas: un método, septiembre de 1963]. Tengamos presente
que cuando el Che emplea la expresión "dictadura oligárquica", como él mismo
aclara, no está pensando en una dictadura de los terratenientes y propietarios
agrarios a la que habría que oponer una lucha "democrática" o un "frente nacional"
incluyendo dentro de ellos no sólo a los obreros, campesinos y capas medias
empobrecidas sino también a la denominada "burguesía nacional". No, por el contrario,
el Che es bien claro. Lo que existe en América Latina es una alianza entre los
terratenientes "tradicionales" y las burguesías "modernizadoras". La oposición
no pasa entonces por oponer artificialmente tradición versus modernidad, terratenientes
versus burguesía industrial, oligarquía versus frente nacional. Su planteo es
muy claro - se puede compartir o no, pero es muy claro -: "No hay más cambios
que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución" [Ernesto Che
Guevara: "Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental", en
Suplemento especial de Tricontinental, 16 de abril de 1967].
Pensemos detenidamente en la importancia de estas palabras del Che sobre el
equilibrio inestable entre ambos polos pendulares (la dictadura oligárquica,
basada en la alianza de terratenientes y burgueses "nacionales", por un lado,
y la presión popular, por el otro). Reflexionemos sobre la importancia de estas
categorías de Santucho acerca de las dos formas políticas alternativas de dominación
de la burguesía argentina.
Ninguno de los dos - Guevara y Santucho - dice "democracia o dictadura", como
rezaba la consigna de Raúl Alfonsín en 1983 [cuando se termina la dictadura
militar en la Argentina]. No. La alternativa es continuar bajo dominación burguesa
en sus diferentes formas o la revolución socialista. Pues para el Che: "No debemos
admitir que la palabra democracia, utilizada en forma apologética para representar
la dictadura de las clases explotadoras, pierda su profundidad de concepto y
adquiera el de ciertas libertades más o menos óptimas dadas al ciudadano. Luchar
solamente por conseguir la restauración de cierta legalidad burguesa sin plantearse,
en cambio, el problema del poder revolucionario, es luchar por retornar a cierto
orden dictatorial preestablecido por las clases sociales dominantes: es, en
todo caso, luchar por el establecimiento de unos grilletes que tengan en su
punta una bola menos pesada para el presidiario" [Ernesto Che Guevara: Guerra
de guerrillas: un método, septiembre de 1963].
Domingo
Menna, el "Mingo" - Cuando el
19 de julio de 1976 la dictadura anunció
que había dado muerte a Mario Roberto Santucho y Benito Urteaga,
ocultó que los militares capturaron a Domingo Menna - el Mingo -
a su compañera Ana María Lanzillotto (embarazada, cuyo hijo/a fue
robado y sigue siendo buscado por su familia) y a Liliana Delfino
(compañera de Santucho). Una sobreviviente del campo de concentración
de Campo de Mayo, Patricia Erb, contó que lo vio a Mingo engrillado,
quien le daba aliento a ella que estaba muy torturada y le hacía
relatos de la guerra de Vietnam. Además le dio los nombres de las
prisioneras y de otro traído después: Alberto Vega (que era el seudónimo
de Eduardo Merbilhá, otro miembro de la dirección del PRT). Estos
últimos testimonios de la vida de Mingo lo pintaban cabalmente cómo
fue en toda su vida de militante revolucionario.
Su conducta emulaba el temple de Julius Fucik, el comunista checoslovaco
de quien había leído su reportaje al pie del patíbulo, manuscrito
en una prisión nazi. Y la de los resistentes vietnamitas en los
pozos de Poulo Cóndor bajo las bayonetas de los colonialistas franceses,
cuya historia aprendió leyendo a Ho Chi Minh. Mingo se comportó
ante sus verdugos como esos obreros anarquistas italianos encarcelados
y ahorcados en Estados Unidos, otra historia que leyó del escritor
norteamericano Howard Fast en La pasión de Sacco y Vazetti. Mingo
alcanzó la estatura moral de Antonio Gramsci, muerto en las prisiones
fascistas de Mussolini. Del revolucionario italiano admiraba su
contribución al marxismo y La construcción del partido del proletariado.
Mingo también había nacido en Italia en 1947, en Casalánguida, en
la región del Abruzzo, desde donde emigraron sus padres, Irma y
Pánfilo, y su hermanita menor Raquel (secuestrada en 1977 siendo
también militante del PRT), e instalaron una sastrería en Tres Arroyos
en 1952, en el sudeste de la provincia de Buenos Aires.
En 1965, Mingo fue a estudiar Medicina a Córdoba y al poco tiempo
se incorporó al naciente Partido Revolucionario de los Trabajadores,
cuando apenas reunía un puñado de militantes que distribuían La
Verdad. En 1966 fue cofundador de la agrupación estudiantil Espartaco,
el frente único del PRT con la agrupación Felipe Valiese, uno de
cuyos integrantes era el entonces metalúrgico René Salamanca (elegido
secretario de SMATA en el '72, secuestrado el 24/3/76). Ese año
fue protagonista destacado de las luchas contra la dictadura de
Onganía. Fue detenido en la primera toma del Hospital de Clínicas
el 18 de agosto del '66, luego de liberar de las garras de cuatro
canas a su compañero de carrera Alberto Cerda (militante del PC),
herido de bala en el raje. Redactaba y repartía volantes, pintaba
paredes. Agitador callejero y orador infatigable en asambleas, organizó
los primeros grupos de resistencia a la represión en Barrio Clínicas,
ocupado el 7 de setiembre en respuesta al asesinato de Santiago
Pampillón el 7 de setiembre.
Estudioso incansable de textos de Marx, Engels, Lenin, Trotsky,
Mandel, Mao, Giap, Le Duan, Milcíades Peña, Silvio Frondia, asumió
como pocos los escritos del Che, que reproducía a mimeógrafo. Su
caída en Bolivia el 8 de octubre del '67, aceleró su entusiasta
participación en el IV Congreso del PRT, que tras intenso debate
ideológico contra el economicismo de la anterior dirección, dio
nacimiento al nuevo periódico El Combatiente.
Mientras estudiaba y hacía changas, fundó el Movimiento de Acción
Programática 7 de Setiembre entre los estudiantes y la Agrupación
1° de Mayo en el movimiento obrero. En 1969 estuvo en las barricadas
del cordobazo junto al naciente sindicalismo clasista. Poco después,
organizó los primeros grupos guerrilleros en los Comandos 29 de
Mayo y Che Guevara con el Negro Mauro (Carlos Germán, ex activista
de FIAT y FOECyT, y después, miembro del Buró del PRT), con Pichón
Foti, Ramiro Leguizamón (de quien tomó el nombre que puso a su primer
hijo), Pepe y Frichu Polti, Edy MacLean, Silvia Urdampilleta, Diana
Triay, Elda y Mima Fransischetti, Humberto Toschi, entre la pléyade
de militantes sumados por él a la organización. Ese año '69, intentó
sin éxito liberar a Santucho preso en una comisaría de Tucumán,
que después escapó solo.
En 1970, ante una crisis de definiciones estratégicas del PRT, Mingo
se alineó con Santucho, Pujals, Urteaga, Leandro Pote y Antonio
el negrito Fernández (estos dos dirigentes azucareros), Mauro, Jorge
Ulla, Francisco Carrizo, Angel Gertel, Ana María Villarreal, Sbédico
y otros, en la Tendencia Leninista, que en el V Congreso del PRT
en julio del '70, fundan el Ejército Revolucionario del Pueblo.
El 12 de enero del '71, Mingo es capturado y brutalmente torturado.
Tras los barrotes de la cárcel de encausados agitó a los manifestantes
de las movilizaciones previas al
viborazo del 15 de marzo encabezados por los obreros de SITRAC/SITRAM.
Ese segundo cordobazo precipitó la caída de Levingston (sucesor
de Onganía), la asunción de Lanusse y el lanzamiento de su "Gran
Acuerdo" con los partidos civiles para una salida electoral. En
prisión, Mingo mantuvo una polémica con guerrilleros peronistas,
acerca del rol de Perón y el populismo, a los que criticaba severamente.
Trasladado a la cárcel de Rawson, fue organizador de la fuga que
protagonizó con otros compañeros (Osatinsky y Quieto de FAR, Pujadas
de Montoneros y Santucho y Gorriarán del PRT-ERP) el 15 de agosto
del '72, llegando a Chile y Cuba.
Regresado al país, contribuyó desde el Buró Político del PRT a la
reorganización y crecimiento partidista. Fue lúcido e incisivo editorialista
de El Combatiente y redactor de documentos
políticos. En 1973 comenzó a escribir los borradores de un nuevo
Programa y textos para el VI Congreso del PRT (que no se llegó a
realizar), con énfasis en las propuestas del poder -Gobierno Revolucionario
Obrero y Popular- y las transformaciones socioeconómicas antimperialistas,
anticapitalistas y socialistas.
El 29 de mayo del '73 ocupó la tribuna en el acto masivo de homenaje
al cordobazo junto a Agustín Tosco y el presidente de Cuba, Osvaldo
Dorticós. No pudo concluir sus estudios de Medicina y en un breve
período, trabajó en Acindar, en Villa Constitución. En el '74 volvió
a la tribuna en el Córdoba Sport junto a Tosco, en un acto del Frente
Antimperialista y por el Socialismo, del que fue gran impulsor,
considerándolo una herramienta estratégica junto al PRT, al ERP
y a la internacionalista Junta de Coordinación Revolucionaria del
Cono Sur.
Militante de plenas convicciones marxistas, analista, polemista
y propagandista, organizador sindical, estudiantil y partidario,
guerrillero de primera línea; alegre, calentón y solidario hasta
en los pequeños detalles, mantenía todas sus características siendo
el Secretario de Organización del PRT. Mingo Menna es un ejemplo
más de esa generación de los '60 para las actuales generaciones
de luchadores sociales y políticos.
Fuente: www.prt-argentina.org.ar
Cuando Santucho quiere explicar
las DIVERSAS FORMAS POLÍTICAS DE DOMINACIÓN que emplea la clase dominante argentina,
su planteo específico es: o república parlamentaria (que no es lo mismo que
democracia...) o bonapartismo militar.
¿De dónde extrajo Santucho esta hipótesis? Obviamente su inspiración inmediata
es el Che Guevara, pero en su formulación más general, la extrae de un libro
de Carlos Marx. Por eso habíamos dicho la otra vez que para entender a fondo
al Che, además hay que estudiar al mismo tiempo a Marx. Nosotros creemos que
para entender a fondo a Santucho y sus planteos políticos, también hay que estudiar
a Marx.
Marx escribió entre diciembre de 1851 y marzo de 1852 un pequeño librito (brillante,
realmente vale la pena leerlo...) titulado "El 18 Brumario de Luis Bonaparte".
Allí Marx propone una hipótesis política: en Francia, luego de la derrota de
la revolución de 1848, un dictador da un golpe de Estado y se queda dos décadas
al frente del gobierno francés. Este dictador era un personaje secundario rodeado
de lúmpenes que gracias al liderazgo del ejército se convierte en determinado
momento de Francia en una especie de "árbitro" de los conflictos sociales. Una
especie de "juez equidistante", que viene a solucionar y a moderar los conflictos.
Entonces, como este personaje - que Marx detestaba - se llamaba Luis Bonaparte
(sobrino de Napoleón) la tradición marxista, empezando por Marx y de ahí en
adelante, convirtió en categoría teórica ese análisis político y lo transformó
en el concepto de "bonapartismo".
Este concepto teórico es muy útil. Porque muchos de los problemas que intenta
resolver y explicar vuelven a suceder hoy en día. Pensemos en la figura pretendidamente
"mítica" del coronel Seineldín [militar genocida carapintada, instructor en
las escuelas de contrainsurgencia en Centroamérica, reivindicado actualmente
por algunos grupos nacionalistas en Argentina], que está, supuestamente, "más
allá de los conflictos" y que vendría a resolver esta necesidad de la "figura
fuerte y con carisma"... Otra vez nos encontramos con el reclamo de un papel
que debería - supuestamente - cumplir el ejército... que vendría a "poner orden",
a "mediar entre las partes en pugna"...
Esta situación está presente en la situación argentina de hoy. Ese tipo de reclamos
vuelve a resurgir en importantes sectores del movimiento popular también, fuertemente
trabajados por el populismo nacionalista.
En su análisis de Luis Bonaparte y de la situación francesa de aquel período,
Marx plantea elementos fundamentales de su teoría política. Entre muchas otras
cosas allí sugiere que la lucha de clases nunca se da entre clases homogéneas,
como por momentos sugiere "El Manifiesto del Partido Comunista" [1848]. En realidad,
en una formación social concreta, las clases se fraccionan en la lucha, se realizan
alianzas entre ellas y se establecen formas de representación política cambiantes
según la coyuntura.
Por otra parte, en "El 18 Brumario" Marx plantea que la mejor forma de dominación
política de la burguesía es "la república parlamentaria". Para Marx república
parlamentaria no es sinónimo de democracia, como nos quiere hacer creer el liberalismo.
La república parlamentaria no garantiza "la libertad" sino que constituye una
FORMA DE DOMINACIÓN. A diferencia de la monarquía o de la dictadura militar
(donde un solo sector de la burguesía domina) en la república parlamentaria
es el conjunto de la burguesía el que domina a través del Estado. Digamos que,
según Marx, la república parlamentaria licúa los intereses particulares de las
distintas fracciones de la burguesía, alcanzando una especie de "promedio" de
todos los intereses de la clase dominante en su conjunto y, de este modo, logra
una DOMINACIÓN POLÍTICA GENERAL, esto es: anónima, impersonal y burocrática.
En "El 18 Brumario de Luis Bonaparte"
Marx también agrega que cuando la situación política "se desborda" por la indisciplina
y la rebelión popular, la vieja maquinaria republicana (con sus partidos, su
Parlamento, sus jueces, su prensa "independiente", etc.) ya no alcanza para
mantener la dominación. En esos momentos de crisis aguda, los viejos partidos
políticos de la burguesía ya no representan a esa clase social. Quedan como
"flotando en el aire" y girando en el vacío. Entonces emerge otro tipo de liderazgo
político para representar a la clase dominante: la burguesía deja de estar representada
por los liberales, los constitucionalistas o los republicanos y pasa a estar
representada por el Ejército y las Fuerzas Armadas que, de este modo, se constituyen
en "El Partido del Orden". El Ejército entonces aparece en la arena política
como si...fuera a equilibrar la situación catastrófica, pero en realidad...viene
a garantizar la reproducción de la DOMINACIÓN POLÍTICA de la burguesía.
Mario Roberto Santucho se apropia de este análisis político de Marx y trata
de utilizarlo para comprender la compleja historia política de nuestro país
y también la situación argentina de los años '70.
Podemos empezar destacando el modo cómo Santucho analiza a ese gran protagonista
de nuestra historia política: las Fuerzas Armadas. ¿Que dice Robi de las Fuerzas
Armadas?
Pues que son un Partido Militar. Esto es muy, pero muy, importante. En ningún
momento Santucho sostiene que son simplemente un grupo de "tira-tiros". ¡NO!,
las Fuerzas Armadas son... un partido político. Un partido que viene a reemplazar
al clásico partido político burgués, por definición. Esta hipótesis sociológica
e historiográfica ya está presente en los escritos de Silvio Frondizi, en los
de Abelardo Ramos, etc. (aunque en Frondizi y en Ramos esa misma hipótesis juega
un papel explicativo diametralmente opuesto entre sí).
Roberto Santucho se hace cargo de esa hipótesis y plantea que en la Argentina
las Fuerzas Armadas vienen a reemplazar ese partido burgués ausente..., porque
el partido burgués en Argentina no puede dar cuenta de la situación política...,
y entonces Robi analiza al peronismo como... "bonapartismo".
Pensemos bien la diferencia: sostener que el peronismo es bonapartismo (el peronismo
histórico de 1945 en adelante..., no el de Menem), es algo muy diferente a lo
que planteaba, por ejemplo, Victorio Codovilla [líder histórico del Partido
Comunista Argentino desde 1928 hasta su muerte en 1970]. Codovilla decía: "el
peronismo es fascismo", en un folleto del año 1946 titulado "Batir al Nazi-Peronismo".
Robi Santucho tiene una visión un poco distinta, mucho más matizada, por eso
decía que no cae en ese "gorilismo de izquierda", pero... tampoco acepta las
posiciones de Rodolfo Puiggrós [historiador comunista que se hace peronista
en la segunda mitad de los años '40 y que luego se convertirá en uno de los
principales intelectuales de la izquierda peronista durante los '60 y '70] ,
o de Abelardo Ramos [uno de los principales intelectuales - de origen trotskista
- que adhieren al peronismo constituyendo la corriente política e historiográfica
autobautizada como "izquierda nacional"], y otros. ¿Qué decían Puiggrós, Ramos,
Hernández Arregui y otros ensayistas peronistas? Pues que "el peronismo es «LA
Revolución» en la Argentina".
Entonces, según el análisis de Santucho...el peronismo no es ni revolución,
ni nazismo, sino... bonapartismo. Es decir: una figura militar fuerte, que aparece
como "árbitro" entre las clases sociales y que viene a "poner orden"...aunque,
siempre en última instancia, termina poniendo orden...para el mismo lado. Para
la derecha, para la burguesía.
Antonio Gramsci, que - según me parece - no aparece explícitamente en estos
análisis de Santucho, para explicar los mismos fenómenos de crisis económica
y política, pensando en situaciones donde las clases sociales se separan de
sus viejos partidos políticos y a la burguesía comienza a representarla el Partido
Militar, utilizaba una categoría emparentada con la de "bonapartismo". Gramsci
empleaba el concepto de "cesarismo".
Aunque en Marx la categoría de "bonapartismo"
siempre tiene un contenido negativo. Mientras que para Gramsci puede haber un
"cesarismo" progresivo o regresivo, según contribuya a hacer avanzar o no a
los sectores populares en las relaciones de fuerzas. A diferencia de Marx, León
Trotsky, en su exilio mexicano, utiliza en el mismo horizonte de Gramsci esta
visión donde puede haber un "bonapartismo progresivo" o "regresivo", según contribuya
o no a la lucha de clases. Explícitamente Trotsky utiliza la categoría de "bonapartismo
progresivo" para referirse al gobierno populista de Lázaro Cárdenas [presidente
de México a fines de los años '30], ya que a pesar de ser un gobierno burgués,
para enfrentar al imperialismo y nacionalizar el petróleo mexicano, Cárdenas
se apoya en los sectores populares y en la clase obrera mexicana. Abelardo Ramos
apela a este análisis de Trotsky para caracterizar como "bonapartismo" al peronismo
en un sentido positivo y apologético, mientras que Silvio Frondizi - mucho más
afín al análisis de Marx -emplea el término en su significado negativo, para
cuestionar el carácter supuestamente "progresista" de la burguesía nacional
argentina y del peronismo.
Mario Roberto Santucho utiliza la categoría de "bonapartismo" en la misma perspectiva
de Silvio Frondizi, con un fuerte contenido crítico, y recurriendo a un tipo
de análisis político que bebe directamente en "El 18 Brumario de Luis Bonaparte".
Pero no sólo lo emplea para explicar la aparición del peronismo histórico -
el del primer peronismo de la década del '40 - sino también para describir la
emergencia recurrente de los militares argentinos a lo largo de toda nuestra
historia como el "Partido del Orden", en tanto Partido Militar, es decir, en
tanto auténtico partido político de la burguesía argentina.
Todo esto vale para el análisis de Santucho sobre qué sucede con el bloque político
y social de "los de arriba"...
Ahora bien, ¿qué pasa con "los de abajo"?
Al mirar el capitalismo "desde abajo", desde su clases explotadas, Robi recorre
la historia del movimiento obrero argentino y plantea los orígenes del movimiento
obrero clasista en nuestro país, identificando tres corrientes: el anarquismo,
que fue la más importante, el socialismo y el comunismo. Santucho y el PRT se
hacen cargo de la tradición comunista. Es decir que Robi reivindica al comunismo
hasta un determinado período de la historia, a partir de ahí el comunismo pierde
la hegemonía sobre el movimiento obrero local, desdibuja su política revolucionaria,
diluye su clasismo y aparece en el seno de las clases subalternas este fenómeno
político que todavía nos marca hoy en día, que es el peronismo.
Entonces,
a partir de ahí, Santucho sostiene cuáles son los dos desafíos del movimiento
popular - a mí, personalmente, me parece que este desafío sigue pendiente hoy,
en 2002, aunque presente en nuestra época nuevos ropajes, nuevos personajes
y nuevos escenarios -:
a) Por un lado, el populismo (Santucho también lo denomina "nacionalismo burgués",
que consiste en confundir a toda la Nación como si fuera parte del pueblo, meter
a la burguesía nacional como parte del pueblo, y pensar que el enemigo está
solo fuera del país),
b) Por otro lado, el reformismo (Robi lo encuentra y lo identifica principalmente
en el partido comunista, así como el principal exponente del populismo, dentro
del campo popular, eran en su opinión de aquel momento, los Montoneros).
Aquí se torna importante pensar y reflexionar en qué medida este movimiento
pendular de diversas formas políticas con que se ejerce la dominación política
en nuestro país (república parlamentaria o bonapartismo militar), para explicar
el comportamiento de las clases dominantes; y este desafío (el de las variadas
y renovadas formas del populismo y/o el reformismo) para la experiencia y la
conciencia política de las clases populares, explotadas y subalternas, sigue
o no vigente en la actualidad. Eso hay que discutirlo a fondo.
Para nosotros, esta situación no se ha cancelado en el pasado. Adquiriendo nuevas
modalidades y ritmos diferentes, insertas ambas en el ciclo de la actual mundialización
del capital, sigue existiendo en nuestra sociedad la posibilidad latente de
que a la agonizante república parlamentaria -¡qué se vayan todos!, mediante-
la suceda una nueva forma de bonapartismo militar. Esa posibilidad no está sepultada,
depende de la relación de fuerzas y de la iniciativa de los piqueteros, de los
obreros que ocupan fábricas, de los asambleístas y de diversos sectores movilizados.
Por otra parte, dentro del campo popular, vuelven a aparecer los intentos reformistas
y/o populistas para encauzar la rebelión popular dentro de los moldes del sistema.
Por eso, como conclusión, pensamos que el mejor homenaje que hoy le podemos
hacer a Robi Santucho es intentar continuar ese tipo de mirada sobre nuestro
país, ese tipo de análisis y de intervención política para que su figura no
se convierta en nuevo mito inoperante, vacío, hueco, fantasmal.
Al rescatar para nuestro presente la figura de Santucho, no podemos volver a
cometer los errores en los que cayó Regis Debray cuando torpemente pretendió
esquematizar la revolución cubana subestimando la política. De la misma manera,
no podemos caer en la tentación de esquematizar la vida y la praxis de Robi
Santucho convirtiéndolo en una caricatura de lo que realmente fue, en un "tira-bombas"
irracional, demente, foquista y tristemente aventurero, como sostiene la derecha.
Si bien la historia nunca se repite, creemos que muchos de sus análisis siguen
siendo útiles para ubicarnos y para actuar en la movediza y cambiante situación
política actual. Para nosotros Robi no es un "cadáver prestigioso". No, por
el contrario, es alguien cuyo pensamiento y cuyo ejemplo están vivos y nos son
muy, pero muy útiles, en el presente.
Quedaría para otra oportunidad analizar la política cultural de Santucho y del
PRT, que la tuvieron, con tensiones, pero la tuvieron... aun cuando muchas veces
se desconoce. Aunque lo hemos hecho en algún trabajo ["Mario Roberto Santucho:
Del intelectual orgánico al cuadro combatiente". En De Ingenieros al Che. Bs.As.,
Biblos, 2000. p.275-288], hoy ya no queda tiempo.
Pero no quería terminar sin dejar de remarcar el eje que - desde nuestra humilde
opinión - vertebra toda la vida, todo el pensamiento y toda la praxis del Che
Guevara, de Robi Santucho y de los y las guevaristas de Argentina que dieron
su vida por la revolución socialista latinoamericana y mundial.
Esto es: que la lucha político-militar y el enfrentamiento material con el enemigo
–inevitables en algún momento del proceso revolucionario, si es que no somos
ingenuos y creemos que la burguesía nos va a ceder graciosamente el poder- están
siempre mediados, es más, están siempre precedidos, por un ANÁLISIS POLÍTICO
y por un estudio riguroso de nuestro país y de nuestro continente. Esta es la
principal conclusión que las nuevas generaciones no debemos nunca olvidar ni
perder de vista. ¡La política es lo que define el pensamiento revolucionario
de Santucho y el pensamiento del Che!.
Fuente: La Haine
[Ver Documentos del PRT]
La década de 1966 a 1976 se vio signada por una intensa actividad política,
un auge de masas, y el crecimiento de la izquierda marxista y peronista. Este
período se inició, a grandes rasgos, con la instauración de la dictadura del
General Juan Carlos Onganía, y se cerró con el fin del gobierno de María Estela
Martínez de Perón, en marzo de 1976. Estos fueron años de intensa conflictividad
social en la Argentina, a raíz de los intentos de los sectores dominantes de
cambiar el modelo social de acumulación de capital combinado con un ciclo de
permanente crisis de legitimidad e inestabilidad política debido, principalmente,
a la proscripción electoral de Juan Domingo Perón. A esto se le añade que durante
años se produjeron una serie de acontecimientos mundiales que impactaron en
la práctica política del momento: La Revolución Cubana y la extensión del proceso
revolucionario en América Latina, la guerra de Vietnam y el Mayo Francés.
Durante esos años surgieron nuevas organizaciones, tales como los grupos guerrilleros,
y agrupaciones que en 1965 eran pequeñas y que diez años más tarde habían incrementado
su caudal en adherentes y su influencia en la vida política y social. Cada una
de estas organizaciones fue producto de la época, y todas se esforzaron por
conectar las reivindicaciones populares a su visión del socialismo. Comunistas,
trotkistas, maoístas, guevaristas y peronistas revolucionarios atrajeron la
atención y la imaginación de una generación de jóvenes argentinos conocida hoy
como la Generación del '70.
Dos décadas más tarde el recuerdo de aquella época se ha resignificado, mezclando
hechos reales con ficción, vivencias propias con anécdotas de otros, sentimientos
actuales con la evocación del momento.
Esa fue una década de intensa politización
generalizada, donde el común de la población seguía cotidianamente los acontecimientos
internacionales, particularmente aquellos en América Latina y Vietnam.
En las organizaciones políticas se daba mucha importancia a estos hechos y su
vínculo con eventos y problemas locales. Se realizaban debates, cursos, foros
y la prensa se hacía eco de esta demanda. No fue casual que muchos jóvenes se
vieran marcados por todo ésto y que su politización tuviera mucho que ver con
el contexto internacional. Dentro de la realidad particular de la Argentina,
lo anterior se combinó con una clase obrera combativa en lo sindical, con un
notable nivel cultural y politizada por la memoria de los gobiernos peronistas
(1946-1955).
El
PRT después de 1976 - En "Hombres y Mujeres
del PRT-ERP", Arnold Kremer (Luis Mattini), quien había sucedido
a Mario Roberto Santucho en el secretariado general, afirma que
después de la primera reunión de la conducción en Roma (abril de
1977) se había agudizado la ola represiva y que "los golpes de mayo
de 1977 significaron la destrucción del PRT-ERP en la Argentina".
En consecuenciase se organizó la salida del país de los militantes
en la clandestinidad. La medida involucró al noventa por ciento
de los militantes en el territorio nacional. La idea era conformar
un plan de repliegue que estableciera una retaguardia con base en
Brasil, México e Italia con el objetivo de retornar a la lucha en
Argentina. Esa decisión "…se iba a transformar en un inesperado,
indeseado y largo exilio…" (Luis Mattini, Hombres y mujeres del
PRT).
El PRT en el exilio, de unos pocos cientos de personas, se distribuyeron
en varios países europeos y sudamericanos, donde constituyeron pequeñas
regionales. Sin embargo los grupos más numerosos se instalaron en
España, Italia y México. Por su parte el Buró Político se radicó
en Madrid. La conducción del PRT estableció dos actividades prioritarias
en el exterior: la formación de los militantes y la denuncia del
terrorismo de la dictadura en el exterior.
Pero la derrota en el terreno de las armas y la feroz represión
ejercida particularmente por el ejército argentino hacia los militantes
y simpatizantes del PRT-ERP, que prácticamente estaba diezmado hacia
fines de 1976, provocaron serias diferencias entre los sobrevivientes
en el exilio. Para fines de 1978 habían emergido dos posturas antagónicas
entre los sectores liderados por Arnold Kremer y
Enrique Gorriarán Merlo respectivamente.
Kremer, en función de secretario general del partido, convoca apresuradamente
a un VI Congreso en Italia, hecho que sellaría la fractura y atomización
del PRT en el exilio.
En mayo de 1979 unas pocas decenas de militantes se constituyeron
en un 6º congreso en zona de los Alpes italianos. Después de formular
severas críticas al secretariado general, dicho congreso decide
el traslado de la estructura del partido a México. Finalmente el
Comité Central, máxima autoridad partidaria, resuelve separar al
secretario general Arnold Kremer, quien tiempo después renunciaría
al partido.
Arnold Kremer, luego de su renuncia en México, parte a Suecia donde
retoma su oficio de metalúrgico y escribe Hombres y mujeres del
PRT-ERP. A mediados del 90 regresa al país y se incorpora a la militancia
en el PC, que luego también abandonaría. Desde el año 2003 se desempeña
como funcionario público. Gorriarán Merlo parte hacia Nicaragua
para incorporarse a la revolución sandinista, combatiiendo junto
al FSLN que ingresa triunfante en Managua el 20 de julio de 1979.
En 1980 organizó la ejecución del dictador nicaragüense Anastasio
Somoza, exiliado en Paraguay. De regreso en Argentina colabora en
la construcción del Movimiento Todos por la Patria, más tarde responsable
del asalto al cuartel de La Tablada.
Con el advenimirnto de la democracia en 1983 muchos de los antiguos
combatientes y militantes exiliados se reincorporaron a la vida
pública y política del país en distintas organizaciones y agrupaciones.
Varios sectores reclamaron el uso de las siglas del PRT, atribuyéndose
la herencia de la continuidad histórica. Se consolidaron dos sectores
que repudiaron la decisión de sacar al partido al exilio y desconocieron
a las direcciones posteriores a la caída en combate del Buró político
el año 1976.
Estudiantes, trabajadores y empleados
protagonizaron una amplia gama de luchas que se sintetizaron en el Cordobazo
(1969). A partir de ese año las luchas populares fueron acompañadas por una
creciente actividad de organizaciones guerrilleras que, hasta ese momento, habían
sido marginales a la política nacional. Entre 1969 y 1977, cuando la represión
militar logró aplastarlas, hubo numerosos grupos guerrilleros en la Argentina
que se nutrieron de la lucha popular, y al mismo tiempo contribuyeron a ella.
El PRT fue conformado por la fusión de dos grupos. Uno fue el FRIP (Frente Revolucionario
Indoamericano Popular), dirigido por Francisco Asdrúbal Santucho y su hermano
Mario Roberto. Este grupo organizaba a los hacheros y los obreros azucareros
del noroeste argentino, publicaba un periódico en castellano con expresiones
en quechua, y admiraba al APRA peruano y a la Revolución Cubana. El segundo
grupo fue Palabra Obrera, una organización trotkista en Buenos Aires, Córdoba,
Tucumán y Rosario dirigida por Nahuel Moreno, con trabajo entre estudiantes
universitarios y obreros industriales, y vínculos con la Resistencia Peronista.
Establecido en 1965, y a pesar de no ser una organización muy numerosa, el PRT
tenía influencia en once sindicatos azucareros pertenecientes a la FOTIA, y
eligió dos diputados provinciales en Tucumán en 1965. A partir de 1966 la dictadura
de Onganía cerró muchos ingenios azucareros y provocó una gran cantidad de despidos
entre los trabajadores del transporte.
Particularmente en Tucumán, el PRT
estuvo muy involucrado en las luchas contra los cierres de los ingenios. La
dura represión de las movilizaciones obreras, junto con los ejemplos del Che
Guevara en Bolivia, Camilo Torres en Colombia, la política de las OLAS en el
continente y la Guerra de Vietnam, dieron lugar a una profunda discusión en
torno a la necesidad de iniciar la lucha armada en la Argentina. Los alineamientos
internos no se correspondieron, necesariamente, con la posición ideológica sustentada
antes de la fusión de los dos grupos. Si bien los militantes del FRIP se sentían
más cercanos al Che y a la Revolución Cubana, la base de Palabra Obrera también
había sido influida por el guevarismo. En 1968 el PRT se dividió en dos.
El sector dirigido por Santucho comenzó a organizar y desarrollar la lucha armada,
fundando finalmente el ERP en 1970, y distanciándose definitivamente del trotskismo
en 1973. Entre 1970 y 1973 fue el grupo guerrillero más activo en la Argentina.
A partir de 1969 el PRT-ERP fue una organización marxista cuya fuerza, hasta
1974, se encontraba principalmente en las zonas más tradicionales del centro
y el noroeste del país. Si consideramos que la mayoría de los trabajadores argentinos
suscriben una cultura e ideología peronista, y tomamos en cuenta los escasos
recursos y militantes de los que disponía el PRT-ERP, su éxito en organizar
grupos en distintas fábricas, sindicatos y universidades es un tributo, no tanto
a su línea política, sino más bien a la capacidad de sus activistas de liderar
luchas y de representar a gente de la más variada extracción.
Así, durante los diez primeros años de su existencia (1959-1969), el grupo FRIP-PO-PRT
tuvo éxito en organizar a los trabajadores azucareros tradicionalmente peronistas
de Tucumán y Jujuy, así como a los hacheros de la empobrecida y conservadora
provincia de Santiago del Estero, a los estudiantes y obreros de la católica
y anti -peronista provincia de Córdoba, y a los estudiantes izquierdistas de
la Universidad de Rosario.
Aunque nunca fueron más que algunos centenares de militantes durante la década,
el PRT fue influyente en la cultura política del eje Tucumán-Córdoba-Rosario.
Una vez que se lanzó a la lucha armada, el PRT sufrió los efectos de la represión.
A mediados de 1972 varios cientos de sus activistas se encontraban en prisión,
junto con gran parte de sus miembros de dirección, unos cuantos habían sido
muertos, y sus organismos de masas habían sufrido serios golpes especialmente
en Rosario y Córdoba.
Según diversas fuentes, hacia 1975 el PRT tenía células en más de cuatrocientas
de las principales fábricas del Gran Buenos Aires; se mantenía fuerte en Tucumán,
Jujuy y Santiago del Estero; tuvo éxito en organizar grupos de obreros industriales
cordobeses, de los metalúrgicos, obreros de la carne y petroquímicos de Rosario;
y de los petroleros patagónicos. Además, tenía grupos muy activos en el movimiento
estudiantil, entre los arrendatarios algodoneros del Chaco, y entre los empleados
judiciales y docentes formoseños. Por último, había logrado establecerse en
muchas ciudades del interior tales como Río Cuarto, Rafaela, Ceres, San Francisco,
Gral. Roca, Neuquén, Junín, Mendoza, Metán, Clodomira, Bahía Blanca, Santa Fe
y Paraná. En su punto más alto de desarrollo, su periódico clandestino
El Combatiente distribuía 20.000 ejemplares de cada
número; tenía además publicaciones dirigidas a sectores obreros específicos;
y tres publicaciones legales, el diario El Mundo, el quincenario Nuevo Hombre
y la revista teórica Posición.
A la vez el ERP incrementaba su actividad militar. En 1975 estaba organizado
en numerosas escuadras locales y fabriles, además de un batallón urbano, dos
compañías urbanas, y una compañía rural reforzada.
Entre 1969 y 1977 el ERP realizó docenas de acciones armadas en la Argentina.
[De "Los perros", film de Adrián Jaime, guión Adrián Jaime y Cecilia Merchán,
Argentina 2004]
[Ver Documentos del PRT]
"Te digo la verdad, yo creo que no sabían que era Santucho (1).
"Te cuento lo que yo escuché por boca de los mismos que participaron en ese
operativo. Parece que la cosa empezó cuando una vecina se encontró con que cerca
de su casa, en el cruce de las avenidas Constituyentes y General Paz, gente
de la Escuela de Mecánica de la Armada estaba haciendo un control de vehículos.
Esta señora, una chusma de barrio, tipo la 'Tota', se acercó cargando la bolsa
de las compras hasta dónde estaban los efectivos y les dijo que en su edificio,
en Villa Martelli, todos los días se reunía gente rara.
"Como estaba fuera de su zona, los marinos le pasaron el dato al Ejército, y
Leonetti (2), que estaba de guardia, recibió el dato y se mandó para allá con
su patota, integrada por gente del Colegio Militar. Llegó hasta el grupo de
edificios en un Ford Falcón sin patente, al frente de un grupo de tres hombres
vestidos de civil que portaban fusiles 'Para', que son como los FAL (3) pero
con la culata rebatible. Lo de 'Para' viene porque eran los que usaban en ese
tiempo los paracaidistas. Buscaron al portero, que los guió hasta la entrada
del departamento (4). Y tocaron el timbre sin saber quiénes estaban del otro
lado (5).
"Liliana Delfino, que era la mujer de Santucho, abrió confiada la puerta como
si estuviera esperando la llegada de algún conocido. Apenas vio a los de la
patota se dio cuenta de cómo venía la mano y se puso a gritar: '¡Los milicos!,
¡Son los milicos!' Le pegó un empujón a la puerta como para volver a cerrarla.
Pero Leonetti ya había puesto un pie adentro, y la hoja rebotó en el borceguí
que tenía apoyado en el marco de la entrada. El portero se escabulló buscando
refugio en el codo de la escalera, en el interior del departamento las mujeres
gritaban que había que llevar a los niños a la bañadera, mientras que los hombres
no atinaron a tomar sus armas. La patota aprovechó el factor sorpresa para ingresar
en la casa y reducirlos a todos.
"Según comentaron en 'El Campito' los que estaban en los grupos de tareas, a
Santucho no le gustaba llevar armas. Era un especialista del pensamiento, de
la concentración; por eso se había entrenado en las artes marciales.
"Ese día en el departamento de Villa Martelli parece que no lo reconocieron;
él se había cambiado el aspecto. Lo acomodaron junto a los demás, con las manos
apoyadas en la pared y abiertos de piernas, para palparlos de armas. Leonetti
se puso la pistola en la cintura para revisar a los guerrilleros. Santucho esperó
a que llegara hasta él y cuando Leonetti estaba a punto de revisarlo se dio
vuelta, con una toma rápida lo agarró del cuello, le sacó la pistola y le disparó
al cuerpo. Los de la patota, apenas escucharon el primer tiro, empezaron a ametrallarlos
a todos. Algunos se tiraron al piso, otro se tiró por la ventana y cayó en una
especie de terraza que había en el segundo piso; lo agarraron con las piernas
quebradas.
Duro de matar
"Ese día yo estaba de guardia en la radio. Llegaron los autos y vi como de uno
de ellos bajaban a tres prisioneros. Después me pidieron ayuda para cargar al
que venía en otro de los autos, que estaba herido. Lo llevamos hasta el comedor
de la tropa, donde comíamos nosotros. Lo acostamos en una de esas mesas largas
de fórmica blanca. Un brazo le quedó colgando, lo tenía como quebrado por una
bala. Todavía respiraba.
"Por la radio le pidieron al Hospital de Campo de Mayo que enviaran con urgencia
a un médico. Mientras tanto el Gordo Dos, que era el jefe de los interrogadores,
con esa pronunciación que cortaba las palabras, como si fuera un intelectual,
con tono de locutor, le recitaba a Santucho -sin saber que era él- lo mismo
lo que le decía a cada prisionero que llegaba al campo: "Acá perdiste, con que
me digas el cien por cien de lo que sabés no me voy a conformar, quiero el ciento
diez por ciento de lo que tenés para decir..." Y seguía con el verso del hambre,
la tortura, el terror que tenía por delante mientras estuviera prisionero en
ese lugar; lo que era verdad.
"Después llegó el médico. Era un tipo grandote, de bigotes y que fumaba en pipa.
Ya tenía sus buenos años, creo que era teniente coronel. El Gordo Dos y los
otros del grupo de inteligencia que se habían juntado en el comedor le dijeron
que necesitaban salvar al herido para poder interrogarlo, que hiciera algo para
que no se muriera. Pero él parecía mantenerse ajeno a todo. Chupaba la pipa
junto a la ventana mientras miraba como bajaban a los que llegaron muertos del
operativo. Chupaba la pipa como si estuviera ido, como si quisiera mantenerse
ajeno a todo lo que estaba pasando en ese momento. 'Doctor -le dijo el Gordo
Uno-necesitamos que se presente ante el herido'. El tipo giró apenas la cabeza
y lo miró a Santucho, que tenía los ojos como dados vuela y apenas respiraba.
'Hay que llevarlo a cirugía', es todo lo que dijo.
"A mí me mandaron a buscar la ambulancia.
Cuando llegué al hospital de Campo de Mayo la única que estaba disponible era
una Ford nuevita, cero kilómetro. Una donación al Ejército que había hecho no
sé quién, y que estrenó Santucho. La llevé a los pedos hasta El Campito donde
lo cargamos en una camilla flamante; y volví a los pedos hasta el hospital.
"Cuando llegamos me llamó la atención el movimiento de coches y la cantidad
de custodios de oficiales que se iban juntando en la puerta del hospital, que
no había notado cuando fui a buscar la ambulancia. Se ve que en el ínterin,
por los papeles que encontraron en el departamento de Villa Martelli, o por
lo que pudieron deducir al identificar a los detenidos en ese operativo, cayeron
en la cuenta de que el hombre que yo llevé en la ambulancia y que murió apenas
ingresó en el hospital era Santucho, nada menos.
"Yo me quedé al volante de la ambulancia
unos quince minutos, esperando a que me dijeran que debía hacer. Mientras tanto
el desfile de coroneles que llegaban para comprobar la muerte del jefe del ERP
era incesante. 'Parece que es Santucho nomás', decían. 'Lo necesitábamos vivo,
¡qué cagada que esté muerto!', se lamentaban al salir del hospital.
"Cuando el 'pelotón mudanza', que se ocupaba de los botines saqueando las casas
de los secuestrados, trajo todo lo que había en el departamento de Villa Martelli,
yo me quedé con una copa que había sido de Santucho. Tenía un agujerito que
no se podía ver a simple vista, y cuando tomabas algo el líquido pasaba por
ese agujerito y te caía todo encima Se ve que al hombre le gustaban los chascos,
hacerle bromas a los amigos; medio Don Fulgencio. A esa copa la conservé hasta
hace poco, después la tiré.
El museo de la derrota
"En ese operativo, además de Santucho, también murió otro importante jefe del
ERP, Benito Urteaga. Y se detuvo a Domingo Menna; a la mujer de Santucho que
se llamaba Liliana Delfino, pero que era conocida como 'la alemana'; y a varios
más de la cúpula guerrillera.
"A Menna lo torturaron durante meses, y nunca dijo nada. Cómo se la bancó ese
hombre yo no lo sé. Lo dejaban con la picana automática mientras los interrogadores
se iban a comer, y no una vez, días y días. Al final los del GT terminaron por
tenerle respeto. Igual con tiempo lo 'trasladaron' como a todos los demás.
"Cuando Bussi se hizo cargo del Comando ordenó construir en un sector de Campo
de Mayo un museo de la subversión. A Bussi le gustaban los museos. Ya había
organizado uno en el Primer Cuerpo de Ejército, y otro en Tucumán. Ahí metía
libros, panfletos, objetos y armas incautadas a los guerrilleros. También armaba
como escenas que mostraban la actividad guerrillera personificadas con maniquíes,
vestidos según cada caso.
"Pero en el museo de Campo de Mayo, en vez de un maniquí de Santucho, Bussi
puso su verdadero cuerpo en exposición. No sé cómo habrán hecho para conservarlo
durante dos años, ni dónde lo mantuvieron escondido todo ese tiempo. Pero lo
cierto es que a Santucho lo usaron como maniquí de Santucho. Y Bussi estaba
satisfecho, a él le gustaba hacer como que todo lo que hacía era perfecto. Armaron
el museo en un lugar chiquito, aprovechando lo que antes había sido la casa
del intendente de la guarnición de Campo de Mayo. Y todos los días había un
desfile militar que terminaba en la puerta del museo en el que estaba el cuerpo
de Santucho, justo donde Bussi había ordenado construir un terraplén en el que
él se instalaba para que cada mañana los efectivos le rindan honores.
"Dentro del museo, en un subsuelo, Bussi hizo reproducir una cárcel del pueblo,
como las que tenía la guerrilla. El día de la inauguración, Bussi se ocupó personalmente
de acomodar en el sótano que estaba oculto por una losa, que se abría mediante
un sistema mecánico, todos los objetos que se encontraron en el departamento
en le que vivió Santucho. Ropa, cartas, documentación trucha, pelucas y bigotes
postizos; y los pasajes de avión que se encontraron en su poder, con los que
pensaba salir del país al día siguiente al de su captura. También bajó una silla
y sobre ella acomodó el cuerpo de Santucho, vestido con la misma ropa que tenía
puesta el día en que lo hirieron de muerte, manchada de sangre; tal como llegó
al El Campito.
"En la inauguración del museo no faltó ningún coronel, ningún obsecuente de
los jefes del Comando. Todos querían desfilar ante el cadáver de Santucho. Me
contaron que algunos oficiales llegaron a cuadrarse frente a él y gritaron:
¡Viva la Patria!
"No sé que hicieron después con los restos de Santucho. Habría que preguntarle
al jefe del Estado Mayor. Martín Balza fue quien se ocupó de demoler las instalaciones
que con tanto orgullo había construido el general Bussi. Así que él debe saber
cuál fue el destino final de su cuerpo."[Ver
Documentos del PRT]
A través del análisis de documentos
partidarios (fundamentalmente periódicos y boletines internos) y de testimonios
orales, encuentro que conviven en estos discursos al menos dos acepciones del
término "enemigo". Estas acepciones no necesariamente se excluyen entre sí,
sino que reconocen distintas dinámicas y espacios de articulación y retroalimentación.
El trabajo se centra, entonces, en la búsqueda - tanto en la dimensión colectiva
como en la dimensión de las subjetividades individuales - de las cadenas resignificativas
que dan origen a aquellas dos acepciones.
La razón de este recorte radica en la certeza de que toda experiencia política
colectiva - y más aún aquellas habitadas por la posibilidad de morir y matar
- necesita de un sistema de referencias cerrado capaz de dinamizar voluntades,
de otorgar efecto de sentido al acto, de conjurar la fuerza centrífuga de las
subjetividades individuales. Sospecho que es en el proceso de construcción de
este sistema referencial, así como en las innumerables conflictividades e implicancias
políticas y subjetivas de su materialización, donde se pueden encontrar nuevas
claves de lectura para el análisis del pasado reciente.
El "enemigo" es uno, y tan sólo
uno, de los componentes claves del universo referencial perretista.
La idea de indagar sobre el concepto de "enemigo" en el PRT-ERP surgió en el
transcurso de mi investigación al notar que en el discurso de mis entrevistados
convivían dos acepciones de la idea de "enemigo".
Una de ellas se vincula con definiciones teórico-ideológicas: "el enemigo" aparece
asociado a la estructura de poder económico de la sociedad argentina. En esta
acepción, "el enemigo" es "la burguesía", "la sociedad capitalista", el Estado:
"El enemigo era todo el sistema capitalista, con toda su superestructura ideológica,
política, militar…osea…la burguesía […] ese era el enemigo" (Miguel, 02-03-00)1
La otra acepción de la idea de "enemigo" se vincula con los efectos de ciertas
particularidades de la dinámica política de los años setenta: "el enemigo" aparece
clara y fundamentalmente identificado en los agentes represores del Estado:
"En concreto el enemigo nuestro de ese momento era la cana, que era con quien
nos enfrentábamos por ahí, viste [...] lo concreto…yo te digo por mi experiencia,
para mí el enemigo concreto era la cana" (Raúl, 12-03-00)2
Para dar cuenta de la dinámica a través de la cual se construye este concepto
de enemigo de doble acepción es necesario remitirse a la forma en que se articulan
y se retroalimentan la dimensión colectiva y la dimensión individual de la experiencia
perretista, puesto que si, por un lado, el discurso institucional-partidario
contiene y habilita esta doble acepción, el mundo de la experiencia individual,
por otro, es formador de sentido y marco a partir del cual se resignifica el
discurso partidario.
El discurso partidario: "guerra" y desplazamiento de sentido .
En junio de 1970 el PRT realiza su V Congreso que da carta de fundación al ERP.
Momento de redefiniciones ideológicas por excelencia, el V Congreso es un acontecimiento
fundamental en la historia de la organización, por las implicancias políticas
y simbólicas de las nuevas concepciones allí delineadas.
Es en este evento que el PRT declara que:
"la guerra civil revolucionaria ha comenzado en nuestro país desarrollada por
sectores de la vanguardia; que continuarán librándola la vanguardia obrera y
sectores del proletariado y el pueblo y que, por último, será la lucha de la
vanguardia obrera, la clase obrera y el pueblo, contra la burguesía y el imperialismo
"3 [el subrayado es mío]
La acepción de enemigo contenida en este párrafo es, sin lugar a dudas, aquella
que asocia al enemigo con la estructura del poder económico. Sin embargo, las
implicancias políticas y simbólicas de la nueva definición de la etapa como
"guerra revolucionaria" ya iniciada y el tono de urgencia contenido a lo largo
de todo el documento no se harán esperar.
En las mismas Resoluciones del Congreso podemos encontrar en distintos párrafos
ciertos desplazamientos de sentido que introducen en el discurso partidario
la otra acepción de la idea de enemigo, aquella vinculada a los agentes represores
del Estado:
"...en la guerra revolucionaria lo que se busca no es la destrucción física
de la masa enemiga: en todo caso podría interesarnos destruir una parte de sus
cuadros de dirección pues la fuerza en su totalidad está compuesta por una mayoría
de reclutas de igual origen de clase que nuestras propias fuerzas".4
Si en esta "guerra" que ya ha comenzado la "masa enemiga" está identificada
con las FFAA no es de extrañar que a los ojos de la dirección partidaria la
tarea urgente del momento sea la fundación de otro ejército, revolucionario
y popular, construido en oposición a ese otro identificado como "enemigo".
En las resolución de fundación del ERP leemos:
"Considerando:
Que en el proceso de guerra revolucionaria iniciado en nuestro país, nuestro
Partido ha comenzado a combatir con el objetivo de desorganizar a las FFAA del
régimen para hacer posible la insurrección victoriosa del proletariado y del
pueblo.
Que las Fuerzas Armadas del régimen sólo pueden ser derrotadas oponiéndoseles
un ejército revolucionario [...]
El V Congreso del PRT resuelve:
1° Fundar el Ejército Revolucionario del Pueblo y dotarlo de una bandera[...]
3° Construir un Ejército Revolucionario del Pueblo incorporando a él a todos
aquellos elementos dispuestos a combatir contra la dictadura militar y el imperialismo"
[el subrayado es mío]5
Fundado el nuevo ejército, cuyo objetivo principal es la desorganización de
las FFAA, queda por resolver el tipo de vínculo que éste mantendrá con el Partido.
La pregunta por el vínculo codificado entre Ejército y Partido no es más que
la pregunta por la relación entre la política y las armas o, mejor dicho, la
pregunta por la concepción de la política contenida en las formulaciones conceptuales
y sus implicancias tanto en las prácticas como en las subjetividades partidarias.
El momento fundacional del ERP es, también, el momento de la codificación del
vínculo entre Ejército y Partido. Allí, el PRT resuelve, citando y adhiriendo
al pensamiento del General vietnamita Giap, que el ejército revolucionario debe
estar bajo la dirección del Partido. En la argumentación de esta decisión leemos:
"Nuestra corta experiencia nos indica [...] que la cuestión no es sólo combatir,
sino que en la guerra revolucionaria es dominante la política, que el Partido
manda al fusil"6
Sin embargo, a pesar de estos recaudos y de los repetidos y explícitos esfuerzos
por establecer la jerarquía en esa relación, parece ya un lugar común referirse
a la "militarización" o a la "desviación militarista" del PRT-ERP. El mismo
Luis Mattini, refiriéndose al primer año de debut del flamante ejército revolucionario
(1971) protesta que, al caer presos los principales cuadros políticos de la
organización:
"...los Comités Militares Regionales y el Comité Militar Nacional, organismos
que teóricamente dependían del CC, o sea, del Secretario General del Partido,
se independizaron de hecho y pasaron a constituirse en direcciones paralelas.
Era la consumación más cruda del militarismo. [...] La desviación crudamente
militarista se manifestaba en el despliegue de la actividad armada, independientemente
del desarrollo político de la organización, de la situación política nacional
y alejada totalmente de los puntos de vista de clase..."7
¿Cuál es la razón de esta independización de los comités regionales? ¿Se la
puede atribuir a los azarosos avatares cotidianos del conflicto político-militar?
Y aún más importante, este militarismo ¿es una desviación? Entiendo que no.
Volvamos al momento fundacional del ERP, el V Congreso. Si bien allí quedaba
bien en claro, siguiendo al General Giap, que la política es quien manda al
fusil, lo cierto es que la urgencia de los tiempos de "guerra" impulsa mandatos
partidarios, difíciles de rechazar teniendo en cuenta el dramatismo con que
se enuncian:
"Un partido de combate se caracteriza por eso mismo, porque combate, y en esta
Argentina que está en guerra, la política se hace en lo fundamental armada,
por lo tanto, en cada lugar donde el Partido esté presente en las masas se debe
impulsar las tareas militares. Combatir, formar el ejército en la práctica de
la lucha armada: quien no pelea no existe"8. [el subrayado es mío]
Para Roberto Pittaluga la concepción de guerra revolucionaria que planteaba
el PRT-ERP posee un conjunto de características cuyos efectos sobre las formas
del pensar y el hacer políticos, sobre las subjetividades militantes y sobre
los dispositivos organizacionales, fueron más que relevantes. Coincido con él
en que lo que permite esta nueva argumentación de la guerra revolucionaria es
empalmar conceptualmente la dinámica sociopolítica con la construcción del ejército
revolucionario, y ésta es, para el PRT, la tarea fundamental. De este modo,
la militarización del PRT no es una desviación, sino el núcleo de las formulaciones
conceptuales y de las imaginaciones de la revolución como guerra.
Si "la política se hace en lo fundamental armada" es porque esta Argentina está
en guerra. De ahí, que quien quiera hacer política, deba empuñar un arma, o
al menos estar dispuesto a hacerlo si el partido así lo dispone. A partir de
entonces, toda persona deseosa de intervenir en el mundo de la política con
ansias transformadoras deberá ingresar primero al Ejército, y sólo a partir
de allí, luego de dar cuenta de la solidez de sus convicciones, de la entereza
de su moral, de su coraje y de su decisión de combate, podrá incorporarse al
Partido. Paralelamente todo "militante" del partido es recategorizado como "combatiente"
del Ejército. El lenguaje bélico coloniza la política y las implicancias subjetivas
de esta colonización y los mandatos de combate que contienen aparecen sorpresivamente
nítidas en los discursos de mis entrevistados, puesto que si la concepción de
guerra habilita e introduce en el discurso partidario la acepción de enemigo
vinculada a las fuerzas represoras del Estado, en el mundo de la experiencia
individual parece producirse un nuevo desplazamiento de sentido en la misma
dirección:
Los
nombres de los sueños
Por Pedro Cazes Camarero, 4 de marzo de 2006
"...ése es el rol que cumple la guerrilla, el de diluir el gorilismo
militar con el terror al socialismo: lograr que los generales admitan
que la clase obrera elija a los jefes políticos que mejor le cuadren,
siempre y cuando no sean obreros y socialistas...la fuerza del bloque
de clases dominantes era tan grande que los militares... a pesar
de su gorilismo ingénito, tuvieron que admitir lo inadmisible. Los
que le hicieron sorber la horrenda pócima del peronismo tienen nombre
y apellido: el ERP y los Montoneros." (1)
El presente artículo ha sido escrito en recuerdo del sanguinario
golpe militar de 1976. Pero los que tenemos unos años más, sabemos
que éste fue la renovación de la apuesta del realizado diez años
antes, en 1966. Se cumplen pues cuarenta años de uno y treinta del
otro, lapso suficiente para adquirir cierta perspectiva histórica.
Sin embargo, al tratar de analizarlos se nos produce cierto bloqueo,
cierta dificultad. Creo que esto se debe a que los problemas que
hoy afrontamos no se distinguen tanto de los que enfrentamos por
aquellos días, a pesar de los profundos cambios producidos en nuestra
realidad política y social.
Varias sorpresas nos tenía reservadas esa década que hoy es considerada
algo mitológica. . El comienzo de los años ’60 estuvo signado por
vertiginosos cambios culturales y renovación de las costumbres.
En la Argentina, a la represión del segundo plan "Conintes" se sumó,
después del triunfo del peronista Andrés Framini en las elecciones
a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, un minigolpe proscriptivo
que volteó al presidente Arturo Frondizi. El fantasma del regreso
del General Perón en un "avión negro" era la pesadilla de la derecha.
Tras el mazazo del golpe militar y la instauración nuevas formas
represivas mucho más duras, los diletantes de la izquierda se evaporaron
de entre nosotros con rapidez; la tortura y la cárcel son amenazas
demasiado desagradables. Tambaleando, manteniendo a duras penas
las redes desgarradas tantas veces de nuestras minúsculas organizaciones,
nos mantuvimos esos primeros meses del ‘66. De pronto se produjo
algo mágico. Aquella multitud en reflujo que venía rehusándose a
recibir nuestra prensa, con una sabiduría secreta que después descubrimos,
se lanzó a la resistencia frente a la dictadura. Cuando Onganía
intervino el puerto, el viejo burócrata Tolosa declaró la huelga
por tiempo indeterminado. En pocos días hubo treinta y seis núcleos
vecinales de coordinación para los comités de huelga. Cuando los
provocadores incendiaron dos barrios de emergencia y murieron varias
personas; cuando la policía con topadoras y tanquetas arrasaron
los comedores improvisados, las ollas populares que habíamos ayudado
a organizar, las escuelitas primarias de madera y cartón embreado
donde las compañeras alfabetizaban y los dispensarios montados en
las viviendas de los voluntarios, esa noche, cuando escondidos en
la villa de Retiro, en Budge y Ciudad Oculta, sollozábamos de impotencia,
un grupo de jóvenes portuarios, sin consultarnos, sin avisar, como
si fuéramos huépedes que por razones de cortesía no debían ser molestados,
o tal vez percibiendo ciertas vacilaciones entre tanto discurso
frenético, prendieron fuego a las topadoras de la policía. Tolosa
estaba preso, la huelga había sido derrotada, pero en esas topadoras
hechas ceniza había algo. Poco tiempo después la dictadura cerró
los viejos ingenios tucumanos, que eran la única fuente de trabajo
en esa provincia. Las movilizaciones de protesta fueron duramente
reprimidas y allí murió la militante Hilda Guerrero de Molina. Las
luchas tucumanas también menguaron; el silencio que reinó entonces
nunca llegó a ser absoluto pero por un momento el reflujo de la
lucha pareció retornar. Corría 1967: faltaban dos largos años para
que el Cordobazo diera a luz los niveles superiores de resistencia
que estuvieran a la altura de los niveles de represión que la dictadura
militar había generalizado. Justo entonces, ese año 67, cuando la
resistencia al viejo estilo lamía sus heridas y las nuevas formas
de lucha masiva no desafiaban aún al régimen, cuando levantamos
por un momento la cabeza de entre la tinta, los mimeógrafos atascados,
las resmas de papel penosamente adquiridas, los clavos "miguelito"
y las molotov cada vez más populares, apareció en Bolivia el Dios
de la Ira.
Sin embargo, la guerrilla boliviana del Che no era lo único que
estaba ocurriendo. Docentes, intelectuales, estudiantes, profesionales,
incluso comerciantes, quienes en otras circunstancias hubieran sido
miembros corrientes de la clase media, se lanzaron a realizar un
trabajo social entre los sectores más humildes, sindicatos, comisiones
vecinales, villas y barrios. Muchos, después de un tiempo de esa
experiencia, profundizaron su compromiso. Ese activismo político,
catalizado por la dictadura, tuvo una fuerte influencia sobre su
mentalidad como sector, incluyendo a sus relaciones sentimentales,
amistosas y familiares. Sus valores, en fin. Esa vorágine se tragó
también la alternativa "hippie" en nuestro país. Como generación
ya no serían los mismos. Además de recibir la poderosa influencia
del proletariado, desgorilizándose, influyeron por su parte sobre
los jóvenes obreros, contribuyendo a exorcizar el fantasma del macartismo,
que si bien era estimulado por la derecha de todo pelaje, constituía
una parte del discurso de la cúpula reaccionaria del peronismo y
de la burocracia sindical.
El ambiente era caótico, irrespetuoso, iconoclasta, con algo más
que un tufillo a mayo francés. Se cuestionaban las autoridades:
familiares, docentes, estatales, políticas, policíacas, militares.
Una deliciosa pérdida de respeto por lo constituído. Con justa razón,
esto produjo pánico en los ambientes autoritarios. Agravaba esa
percepción un clima de movilización permanente, sumamente dinámico,
en el que decenas y centenares de miles de personas estaban dispuestas
a sufrir quebrantos económicos, abandonar sus ocupaciones sin vacilar
con la finalidad de expresarse reivindicativa o políticamente, en
muchos casos por el llamado de las organizaciones más radicalizadas.
En tales condiciones, la teoría comenzó a cobrar una importancia
cada vez mayor. Se realizó una frenética relectura de la historia
del país, de su estructura de clases, de su configuración productiva.
La cuestión del poder político era objeto de discusiones muy serias,
porque no se lo consideraba como ingrediente de un futuro nebuloso,
sino algo al alcance de gente decidida. En la polémica sobre táctica
y estrategia tuvo un espacio fundamental la cuestión de la validez
de la lucha armada y de la violencia política en general. La oscura
perspectiva de un gran cambio era percibida de manera generalizada.
La voz del Che, en el fondo un discurso sobre las formas avanzadas
de la libertad, podía ser escuchada sin esfuerzo como una emanación
titánica del espíritu de la época.
Una de las leyes de la historia revolucionaria consiste en que el
proceso general de avance se produce de manera desigual. Pareciera
que, además de las fluctuaciones locales y de corto plazo, existe
un ritmo de larga duración, grandes pulsaciones ofensivas de las
mayorías, seguidas de lapsos de relativo reflujo de las luchas.
Una guerra, una sequía, una crisis cíclica de superproducción relativa,
logran cuestionar la hegemonía de las fuerzas sociales dominantes,
pone a la luz la fragilidad intrínseca del capitalismo. En tales
condiciones, un germen cualitativo de articulación de los explotados
puede diseminarse explosivamente. Los movimientos tornan a lanzarse
a la lucha. La cuestión del poder renace, en tales casos, bajo nuevas
formas.
Hay que decir que el carácter prolongado de tales ciclos objetivos
de flujo y reflujo revolucionario, dificulta su percepción desde
el punto de vista subjetivo, individual. De ahí la tendencia a contemplar
la pasividad o el dinamismo de las multitudes como hechos relativamente
estables, por supuesto que para una escala temporal no demasiado
prolongada. Pero esta sensación de movimiento uniforme es engañosa.
Así como hay largos lapsos de relativa pasividad, surgen momentos
de ruptura, en los que el estado de ánimo, las convicciones, opiniones
y dudas de las mayorías varían vertiginosamente, minuto a minuto.
Sin embargo, inicialmente, los indicadores de la ebullición distan
de ser inequívocos; evolucionan de modo desigual según las regiones
y los frentes de lucha. Esto puede llevar a evaluaciones erróneas.
Por ejemplo, la pasividad mantenida en las fábricas "fordistas"
durante los años que van del 2001 al 2006, por parte del proletariado
concentrado, puede llevar a la subestimación de los datos que, en
sentido contrario, proceden de otras fuerzas sociales que se han
considerado, tradicionalmente, menos significativas. Ello podría
llevar a los militantes a no prepararse para potenciales y dramáticos
acontecimientos venideros. Cuando el ritmo de la crisis se hace
frenético, lo que en otras etapas tarda lustros enteros en evolucionar,
madura en el lapso de horas. Si los movimientos no logran darle
respuesta, por imprevisión, la historia puede "entrar en putrefacción":
la posibilidad de tomar el cielo por asalto se evapora; la derecha,
momentáneamente desconcertada, cierra filas, recuperando la iniciativa
y evitando el desmoronamiento del estado y de su poder, usando éste
para ajustarle duramente las cuentas a los revolucionarios.
Por supuesto que el fenómeno simétrico también es posible. Eso ocurrió
en 1974 y 1975, cuando indicios falsamente positivos, ofrecidos
por algunos sectores excepcionalmente dinámicos, fueron mal interpretados.
En un contexto de creciente reflujo de la mayoría del cuerpo social,
las organizaciones revolucionarias de entonces, voluntariosas pero
inexpertas, confundieron esos indicios con señales de un nuevo auge
masivo, sólo existente en las esperanzas y deseos de los militantes.
Esto es muy peligroso, porque estimula a éstos a acometer combates
tardíos o prematuros, sin posibilidades de triunfo.
El énfasis hacia la "acción a toda costa", necesario para enfrentar
a las tendencias derrotistas y paralizantes de del denominado "centroizquierda",
presenta pues el riesgo del voluntarismo. El justificado desprecio
hacia los Partidos Comunistas "oficiales", por ejemplo, desarrollado
por los jóvenes militantes de los años ’60 y ’70, y la desconfianza
de muchos hacia la "vieja guardia" de la "Resistencia Peronista",
impidió que las experiencias de las décadas anteriores (y el conocimiento
de los errores y aciertos de esas generaciones) pudieran aprovecharse
y trasmitirse.
Así, la opinión generalizada de Montoneros y PRT-ERP, durante los
años siguientes a 1973, fue un optimismo exagerado, una fe loca
en la continuidad eterna del auge desencadenado a fines de los ’60.
Al producirse el reflujo de las luchas, las jóvenes organizaciones
lo tomaron al principio como una fluctuación natural. Luego de un
lapso de combates frontales con el aparato estatal, desarrollados
en la soledad más espantosa, diezmados, desmoralizados y perseguidos,
los colectivos revolucionarios sobrevivientes se clandestinizaron
a la espera de que cambiara el viento. Pero el costo había resultado
terrible.
Estas experiencias negativas no deberían servir, empero, como incitación
a la parálisis. La historia también es producto de la voluntad humana.
Las acciones firmemente ejecutadas acortan los plazos, abrevian
sufrimientos, acorralan al enemigo. No existe un determinismo: ni
la derrota ni la victoria están escritas en los astros.
El levantamiento antidictatorial acaecido entre 1969 y 1973, que
hizo naufragar a la autocracia de Onganía, Lévingston y Lanusse,
era heterogéneo, pero sus dos componentes más amenazadores estaban
constituidos, sin duda, por una parte, por el movimiento de los
trabajadores más concentrados, cuya cabeza visible era Tosco; y
por otro lado, la guerrilla, originalmente de dimensiones infinitesimales,
pero cuyos duros programas y sus acciones implacables obtuvieron
pronto consensos sorprendentes.
Hemos visto que las grandes mayorías veían a la dictadura como la
continuidad de otros regímenes represivos y autoritarios como la
autodenominada "Revolución Libertadora" (golpe de 1955) y el "Plan
Conintes"("CONmoción INterna del EStado", en realidad dos programas
sucesivos de represión antiperonista desencadenados por el presidente
Arturo Frondizi, 1959-62) y visualizaban a la resistencia como una
manera de reconquistar derechos cercenados. Las corrientes peronistas,
además, entendían la lucha como la continuación del combate contra
la proscripción. Incluso la clase media se acercaba con nuevo interés
al peronismo, abandonando su tradicional gorilismo. El PRT-ERP,
en cambio, afirmaba que la dictadura militar era el régimen que
adoptaría el estado hasta ser derrocado por la revolución. Como
se ve, la convergencia en la lucha contra la dictadura enmascaraba
visiones muy diversas. Previsiones como la presunción del naufragio
del estado y la intervención imperialista, la masificación de la
resistencia, la continentalización de la guerra, o proyectos programáticos
la federación socialista latinoamericana, todas hipótesis para el
futuro mediato formuladas por los colectivos revolucionarios de
izquierda, resultaba para los movimientos sociales algo poco entendible,
farfullado por "los montoneros del ERP", quienes, a la vez, desarmaban
a la odiada policía brava, repartían camiones de comestibles o de
materiales de construcción y, en suma, realizaban acciones justicieras
al estilo de Robin Hood, Isidro Velásquez o Mate Cosido, vividas
vicariamente por los más humildes como una venganza de los pobres
contra los oligargas.
Deberíamos haber percibido que la legitimación política de la guerrilla
descansaba en formar parte del gran movimiento popular y democrático,
que Perón seguidamente se encargó de escamotear. Concedidas las
elecciones por parte de Lanusse, no había atajo posible: la experiencia
del triunfo peronista y su ulterior gobierno debía ser transitada.
La política no podría quedar ya implícita en las acciones de la
guerrilla. Para existir, era preciso participar de lleno en una
realidad táctica que no nos gustaba en absoluto.
Dicho de otro modo: nosotros interpretábamos las elecciones de 1973
como un incidente en un proceso continuo y ascendente de guerra
revolucionaria. Pero lo que se dio en realidad fue que nuestra lucha
guerrillera constituyó un episodio dentro de la lucha democrática
que la subsumió. Fuera de tal contexto desapareció su consenso dentro
de los movimientos y su inteligibilidad revolucionaria.
Una explicación para nuestro error reside en el indicador más poderoso
que usábamos para medir la certeza de nuestras ideas, que era la
tasa de crecimiento de las organizaciones revolucionarias, en especial
el PRT-ERP. Una evaluación cuantitativamente precisa es difícil,
pero es probable que nuestro partido haya crecido cien por ciento
semestral desde 1970 hasta 1973, en condiciones de clandestinidad
y de una persecución suficientemente encarnizada como para hacer
vacilar a muchos aspirantes a ingresar en nuestro colectivo.
No es que fuera especialmente correcto lo que pensábamos o decíamos,
sino lo que hacíamos. Únicamente nuestras acciones constituían un
discurso de alcance masivo. Al margen de nuestras ideas sobre el
tema, nuestros actos fueron interpretados como parte de la resistencia
contra la dictadura. Pero su prestigio en el seno del pueblo, que
motivó el crecimiento vertiginoso de los primeros años, fue traducido
por nosotros como una confirmación acerca de lo correcto de nuestra
línea política, y no (como se demostró después) como fruto de una
coincidencia momentánea con los deseos y necesidades de las masas.
Como se dijo más atrás, en el momento en que tales coincidencias
se agotaron, la persistencia del PRT en la línea de la lucha armada,
en momentos en que este método se volvía incomprensible para las
amplias mayorías, con un gobierno como el de Perón e Isabel, que
gozaba de consenso, provocó el descrédito y el aislamiento de nuestro
partido.
A veces, la vida es generosa y nos concede otra oportunidad. En
un mundo como el actual, en el que hay que enfrentar la ofensiva
neoconservadora y una empedernida ideología de la resignación, aquella
apasionada epopeya nuestra podría aparecer como irremediablemente
anacrónica. En parte, por lo menos, no lo es, porque muchas de aquellas
viejas tareas permanecen incumplidas. Conforme el capitalismo asfixia
más a la humanidad, la necesidad de la revolución se hace más y
más acuciante.
Sí, las viejas tareas, los amados sueños siguen ahí, pero éste ya
no es el mundo que conocieron Mario Roberto Santucho ni el Che.
No fue la victoria, sino la derrota de la oleada revolucionaria
de hace treinta años, la que permite hoy el mantenimiento a la vez
del grueso barniz democrático de brocha gorda y las políticas económicas
que antes sólo dictaduras sanguinarias podían imponer. La Argentina
de las chimeneas y el proletariado concentrado y masivo hubo de
extinguirse para quebrar el espinazo de la contumaz resistencia
ofrecida al enemigo. Una nueva década infame, peor a la vivida en
los años ’30, intentó poner los cimientos de una ingeniería social
regresiva, lanzando a la más espantosa miseria, fuera del mercado
capitalista, a multitudes innumerables, condenándolas a la extinción
física sin posibilidades de sobrevivir.
Sin embargo, esas personas utilizaron los saberes y las experiencias
acumuladas para darse estrategias de supervivencia. El 19 y 20 de
diciembre de 2001 unieron sus fuerzas con los expropiados que todavía
se mantenían en el sistema y lograron voltear, en un proceso insurreccional
y al costo de decenas de muertos, a un gobierno empecinado en continuar
el camino del despojo. Han pasado más de cuatro años. La administración
de Kirchner y Cía. es hija de aquellas jornadas y no puede exhibirse
como continuidad de las condiciones salvajes generadas por el neoliberalismo
de Menem y de la Rúa, a su vez continuación del desplegado desde
hace décadas por las sucesivas dictaduras. La fachada desarrollista,
el discurso oficial que reivindica las epopeyas de los ’70, la propuesta
de reconstruir desde el poder del Estado a la extinguida burguesía
argentina, se verifica como una cosmética del mantenimiento, en
la práctica, de los más crueles rasgos del capitalismo periférico.
El gatillo fácil de la policía de Kirchner, por ejemplo, no es un
resabio del pasado dictatorial: constituye una necesidad constante
para el disciplinamiento social de los desposeídos. La esquizofrenia
de las declamaciones respecto de los derechos humanos de las víctimas
de antaño, mientras se victimiza masivamente a las nuevas generaciones
y se persigue penalmente la protesta social, nos muestra que el
enemigo de clase se ha vuelto más astuto: ya no necesita de una
dictadura fascistoide para llevar a cabo su cometido de garantizar
la renta monopólica de los grandes grupos económicos.
Sin embargo, son precisamente estas condiciones bárbaras las que
han hecho posible el surgimiento de infinidad de experiencias que
denominamos autónomas, las cuales derivan de las mencionadas estrategias
de supervivencia de los marginados del sistema, pero también de
las construcciones de resistencia de los todavía integrados en el
mismo. Los microemprendimientos productivos, los clubes de trueque,
las cooperativas, las mutuales y toda suerte de arquitecturas que
han surgido como hongos en los intersticios del sistema, generan
una fuente de poder alternativo al Estado y a la vez ofrecen una
alternativa a dejarse explotar mansamente por el gran capital monopólico.
Y las experiencias como las de los familiares de Cromagnon, la movilización
espontánea de Haedo, el rescate del dirigente petrolero en Las Heras
y la Asamblea ambientalista de Gualeguaychú, con sus prácticas de
democracia directa, constituyen núcleos temáticos que articulan
a la multitud de aquellos que, integrados o no al sistema, fijan
de hecho, al margen del Estado, una nueva política exterior, una
nueva política de derechos humanos, una nueva política de impuestos,
construyendo el germen de una nueva sociedad en el corazón mismo
del capitalismo tardío.
El despliegue paulatino de una inmensa red de colectivos autónomos
extremadamente variados constituye la gran novedad de nuestro tiempo.
Paulatinamente va nucleando a una fuerza social en formación, que
ha superado los alcances del antiguo proletariado industrial (incorporándolo
al mismo tiempo) y que comienza a disputarle pedazos de poder real
a las minorías hegemónicas. Sin embargo, el estado capitalista no
se extinguirá sin lucha, y aunque las viejas formas organizativas
de la vanguardia, tales como los partidos leninistas, se han vuelto
anacrónicas, es precisa la aplicación sabia del arte de la política
a fin de crear la red de los nodos revolucionarios que asista a
los movimientos sociales en el enfrentamiento final. "...brillará
un sol desconocido para iluminar la tierra que nos prometieron nuestros
héroes y mártires. Tierra con caudalosos ríos de leche y miel donde
florecerán todos los frutos, menos el fruto de la discordia, y donde
el hombre será hermano del hombre, y en la que reinará el amor,
la generosidad y el heroísmo, y a cuyas puertas nuestro pueblo será
un ángel guardián que con una espada de fuego impedirá el retorno
del egoísmo, la prepotencia, la soberbia, la corrupción, la violencia
y la explotación cruel y agresiva de unos hombres contra otros."(2)
(1) Alejandro Horowicz: "Los cuatro peronismos". Hyspamérica, Buenos
Aires, 1986.
(2) Tomás Borge: "Carlos, el amanecer ya no es una tentación". Ed.
Nueva Nicaragua, Managua, 1982.
Fuente: www.poderautonomo.com.ar
E: -Dentro de los cánones del Partido
¿cómo era el militante ideal?
-" …el militante que nosotros vivíamos …el más alto militante era el guerrillero,
ese que dejaba todo por enfrentarse a los militares. Eso era como nosotros lo
sentíamos."9 [el subrayado es mío]
E: ese enemigo que estaba "de la vereda de enfrente" ¿cómo era?
"¡Ah, no! Era…salvo los heladeros, eran todos los que llevaban uniforme. Claro,
era muy precario…" 10
El mundo de la experiencia individual. Apropiación, resignificación y nuevos
desplazamientos de sentido.
La dimensión de la experiencia individual es tanto un marco a partir del cual
se apropia el discurso partidario como una instancia formadora de sentido. Es,
en definitiva, un espacio de resignificación.
Las personas que componen la militancia perretista, nacidas en su mayoría en
la década del 50, han aprendido a lo largo de su historia personal previa al
ingreso partidario, a través de distintos espacios tanto privados como públicos,
una versión de la política fundada en el paradigma amigo-enemigo que excluía
la posibilidad de un espacio un negociación. Sus primeras aproximaciones al
mundo de la participación política asumían la forma de un enfrentamiento violento.
Tanto Carlos como Miguel participaron como estudiantes, antes de ingresar al
ERP, de la ola de movilización político-social de fines de la década del 60.
Sus recuerdos, dan cuenta de las implicancias políticas y subjetivas que esta
experiencia tendrá para sus vidas.
"Cuando ibas a una movilización,
como estudiante, te encontrabas con los otros, los de a caballo, a sablazo limpio
[…] te empiezan a manifestar que no ibas a vivir seguro, no vivías en democracia,
bueno, tampoco vivías seguro"11
"Y bueno, el enemigo, los malos, eran la policía y la represión, viste, y empezar
a constatar que era así, que la policía reprimía, que la policía no solamente
estaba para …poner presos a los ladrones…"
-¿Qué efectos políticos tuvo el Rosariazo para vos?
"Yo creo que es la cara de la represión, qué es la policía, qué es la represión,
lo que son los muertos, lo que más me podía convencer, dos años después por
qué la guerrilla…la fuerza bruta, digamos, la fuerza bruta […] y por el otro
lado la fuerza de la gente […] Ahí ya me quedó en claro algo: que entrar a la
facultad significaba entrar a luchar en contra de la dictadura"12 [el subrayado
es mío]
La política comenzaba a ser entendida así, no como un encuentro de voluntades
con resolución incierta sino más bien, como un enfrentamiento dramático y terminante
cuya resolución sólo podía consistir en la destrucción física de uno u otro.
Este aprendizaje inicial será, más tarde, el punto de articulación y confirmación
de la concepción de política implicada en el discurso institucional perretista:
la guerra.
El bautismo de fuego de estas primeras experiencias constituye, para gran parte
de la militancia perretista, el momento original de una construcción identitaria
conformada por un "nosotros" y un "ellos" enfrentados bajo la lógica de la violencia
material.
La identidad que comienza a construirse es, justamente en oposición a un otro
que son, en principio "los de a caballo", "la policía" y los militares. Un enemigo
enfáticamente vinculado a las fuerzas represivas, que actúa a "sablazo limpio"
y al cual sólo se lo puede interpelar con las armas:
-¿Y por qué el PRT-ERP?
"Bueno, yo ya te conté, la duda era entre el ERP y el peronismo. Estaba de acuerdo
con el tema de la lucha armada, osea que a los militares no se los iba a desalojar
con buenos modales, sino que había que enfrentarlos con un ejército…esa era
la idea"13
En tanto el mundo experiencial es una espacio formador de sentido, las definiciones
ideológicas y políticas del PRT-ERP que contenían una doble acepción de la idea
de enemigo serán resignificadas en el plano subjetivo provocando un nuevo desplazamiento
de sentido en favor de un enemigo básicamente uniformado. Si la concepción de
revolución entendida como guerra encerraba en el discurso partidario el núcleo
del militarismo, esta cadena resignificativa tendrá, como principal efecto una
nueva des-politización del enemigo. Éste aparecerá, cada vez más distanciado
de la estructura de clases que le da origen. Militarismo y despolitización se
despliegan a la par a través de una dinámica de retroalimentación entre el discurso
partidario y la experiencia subjetiva.
Ya para 1972 leemos en una publicación partidaria:
"ASÍ DE IDENTIFICA A LOS ENEMIGOS DEL PUEBLO"
Generalmente son policías, militares y delatores al servicio de nuestros explotadores
Son los que torturan y asesinan a nuestro pueblo
Son los que asesinaron a [...]
Son los defensores incondicionales de los amos de nuestras fábricas.
Son los que cuidan las fábricas con armas, garrotes y gases.
Son los que con la prepotencia y las balas nos quieren domesticar
Son los gusanos, parásitos de nuestro pueblo que no trabajan y se comen el presupuesto
nacional"14
Sólo la última de estas siete formas de identificación publicitadas a viva voz
por el órgano oficial del ERP alude a un enemigo vinculado a la estructura de
clase. La jerarquía explícita de este orden no resulta ser un detalle menor
por cuanto las repercusiones que provoca en la imaginería militante. La insistencia
enfática en la identificación de un enemigo uniformado obtura, cada vez más,
la posibilidad de internalización de la otra acepción de enemigo.
Si al enemigo se lo reconoce por los rasgos que aquí se le atribuyen no es sorprende
el estupor de Miguel cuando, al evocar su experiencia de custodio en las "cárceles
del pueblo" donde se encuentra frente a frente con su prisionero, recuerda:
"Eh…yo lo respetaba viste […] no trataba de asustarlo, nada de eso. […] No me
parecía tan malo como decían. Me parecía un tipo bastante parecido a mí…que
estaba ahí, viste. No era un militar […] era un empresario. Me daba la impresión
que era parecido a mí, viste. Osea, la sensación, más allá de lo teórico, era
decir bueno, no sé por qué este tipo está acá [risas] no es tan malo bah, no
lo veía como una persona mala, no lo veía como a un enemigo" 15
Mencionaba anteriormente los efectos que tienen sobre estas subjetividades personales
aquel aprendizaje político primario de jóvenes estudiantes bajo la dictadura
de Onganía, en el cual el enemigo tenía el rostro de la represión policial y
militar que caracterizaron las movilizaciones sociales de la época. Sin embargo,
el enfoque, aunque pertinente, resulta parcial o, mejor, insuficiente. Y esto,
porque encuentro en otros entrevistados con experiencias iniciales distintas
un movimiento paulatino que va desplazando al enemigo de clase por un enemigo
uniformado.
Pensemos en la historia de Raúl. Obrero metalúrgico desde los 16 años, comienza
su lucha política a través de la participación sindical por reivindicaciones
salariales y laborales. Sus broncas y sus odios crecieron en la fábrica al abrigo
de una experiencia de explotación extrema. Para él, que también había sido reprimido
en el rosariazo por las huestes policiales, el enemigo estaba constituido, al
inicio de su militancia, fundamentalmente, por la patronal. Se incorpora al
ERP a mediados del 1973. Exploremos sus recuerdos:
De las acciones armadas en las que participaste ¿cuál es la que recordás como
más importante?
"Y de por sí, la primera, donde
tomamos la fábrica donde yo estoy, que los patrones eran todos unos hijos de
puta y…verlos en ese momento todos cagados, temblando…era algo que yo me acuerdo
siempre como si fuera hoy, dónde estábamos parados cada uno…todo […]Te imaginás
que la gente siempre puteando contra la patronal que estos hijos de puta que
nos hacen esto, que hacen tal cosa y cuando vos llegabas y les juntabas los
patrones ahí adelante de todos y los apretabas y los tipos se cagaban todos
y te daban la llave del auto sin problema, no sabían en qué bolsillo buscar
para dártela más rápido y eso…qué sé yo, entonces, era el goce después de los
compañeros"16
Aquí, el enemigo es, sin duda alguna, un enemigo de clase y la gratificación
de "los compañeros" encuentra su significado en el efímero instante de reparación
justiciera a través del cual se invierte el sentido del miedo y la humillación.
En su experiencia cotidiana de explotación Raúl construyó un enemigo cuya acepción
implica, básicamente, la noción de clase. Lo que lo equipara en un inicio a
otras experiencias militantes es, en todo caso, su noción polarizada de la política,
la política entendida como espacio de confrontación con pocas o ninguna posibilidades
de negociación. Cuenta Raúl que en las reuniones entre los delegados y la patronal,
el dueño de la fábrica, "el turco", asistía con su inseparable escopeta de caño
recortado. En el caso de Raúl, esta primera aproximación al mundo político encierra
una noción bélica del conflicto de clase. Esta noción de enfrentamiento a un
enemigo-patrón hallará una articulación feliz, por un lado, con la acepción
perretista del enemigo-burgués y, por el otro, con la noción partidaria de la
revolución entendida como guerra:
-¿Cómo eran las acciones armadas?
"Bueno, en esa fábrica, todo compañero que ingresaba, debutaba tiroteándole
la casa al Turco, viste. Es más, él decía que estaba en guerra con el ERP, él
personalmente estaba en guerra con el ERP y andaba siempre con tres o cuatro
guardaespaldas. Además era presidente de la Cooperadora Policial de la provincia,
la cana siempre a su disposición " 17
Hasta aquí, está bien claro quién es el enemigo de Raúl. Sin embargo, me pregunto
por los efectos que sobre su memoria tuvieron la otra acepción de enemigo contendida
en el discurso partidario y sus años siguientes de experiencia militante. Cuando
en una entrevista posterior le pregunto quién era el enemigo contesta:
"Mirá, por ahí en los planes y en teoría, el enemigo sabíamos quién era: la
burguesía, el imperialismo, el Estado. Pero en concreto el enemigo nuestro de
ese momento era la cana que era con quien nos enfrentábamos por ahí, viste...Yo
te digo, por mi experiencia, para mí, el enemigo concreto era la cana"18
Efectivamente, en su vida cotidiana, y a medida que la represión se encrudece,
el militante del PRT-ERP se enfrenta, casi cotidianamente a un enemigo que aparece
cada vez más frecuentemente representable a través de un uniforme. No huye del
empresario, ni del burgués. En su experiencia clandestina, en los frentes de
masas, en las cárceles y en las calles, el militante se enfrenta casi exclusivamente
a los agentes represores del Estado. Éste es el enemigo para él, un enemigo
casi privado, desvinculado de la estructura del poder de clases, y por tanto,
despolitizado. Si la dimensión colectivo-partidaria había habilitado a través
de la coexistencia de las dos acepciones del término enemigo, la dimensión experiencial
permite una apropiación y resignificación del concepto que empuja, desde diversos
ángulos y razones a nuevos desplazamientos semánticos.
Leyendo las editoriales de El Combatiente, algunos
boletines internos o declaraciones extraordonarias del Partido, uno puede reconocer
algunos esfuerzos retóricos por invertir el sentido del desplazamiento semántico
y restituirle al enemigo su carácter de clase. Sin embargo, lo esporádico de
dichas intervenciones, la presencia siempre tangible tanto en el discurso partidario
como en la dimensión experiencial del enemigo como represor convierten a aquellos
esfuerzos en fallidos y pronto olvidables intentos. Los cuadros primarios de
dirección permanentemente perseguidos, asesinados o encarcelados son reemplazados
por entusiastas y nuevos compañeros que traen consigo la experiencia resignificadora
de su práctica militante en tiempos de guerra. En sus manos irá quedando la
formación política y militar de los nuevos ingresantes.
Luis, que comienza su militancia
en el ERP a comienzos del 74, recuerda muy bien haber sido "preparado" en las
"escuelas" del ERP para enfrentarse al enemigo:
"en cierta medida habíamos recibido cierta instrucción en cuanto a la operatividad
del enemigo …éramos conscientes de infiltrados, éramos conscientes de los servicios
de inteligencia, éramos conscientes de la policía común, del policía que anda
con el Comando Radioeléctrico por la calle, del vigilante que dirige el tráfico
o el vigilante que cuida un banco"19
Es cada vez más en oposición a este enemigo, que el PRT-ERP irá construyendo,
a partir de un movimiento casi especular, su propia identidad. Piénsese, por
ejemplo, en el uso casi obligatorio y ceremonial del uniforme verde oliva, que
se impondrá a los guerrilleros perretistas a partir de 1974. Y esta construcción
identitaria, involucra a su vez en una relación dialéctica la construcción del
otro. La afirmación e identificación de un "ellos" en la misma dinámica de afirmación
e identificación de un "nosotros".
-Antes de la cárcel ¿cómo te imaginabas que era ese enemigo?
"Yo me imaginaba nomás que me podían matar. No me imaginaba que me podían torturar,
pero…no me imaginaba el retorcimiento, no me imaginaba los desaparecidos, sabía
que torturaban pero…[…] Yo pensaba que era un Ejército de línea, con una ideología…osea
me lo imaginaba a imagen y semejanza nuestra pero al revés…"20 [el subrayado
es mío]
Por lo demás, esta especularidad excede con mucho las prácticas rituales y las
dimensiones subjetivas para encontrar también su espacio en el mundo material
de la línea y la praxis partidarias.
En septiembre de 1974, luego del asesinato de algunos guerrilleros en Catamarca
Santucho hace pública a través de los órganos oficiales del Partido y del Ejército
la siguiente decisión:
"Luego de 16 días de investigaciones, hemos tomado una grave determinación.
Nuestra organización ha decidido emplear la represalia: mientras el ejército
no tome guerrilleros prisioneros, el ERP, tampoco lo hará. Responderemos ante
cada asesinato con una ejecución de oficiales indiscriminada. Es la único forma
de obligar a una oficialidad cebada en el asesinato y la tortura a respetar
las leyes de la guerra"21
En última instancia, el PRT-ERP está en guerra. Y en esa guerra el principal
sujeto interpelado es ese enemigo-Ejército que a los ojos del PRT-ERP ha dejado
de respetar el mundo de códigos compartidos de combate que toda guerra delimita.
Abrumado a estas alturas por la acepción de un enemigo des-politizado, la única
respuesta posible es la militar, invadida a su vez ésta, por el móvil casi privado,
de la represalia.
En esta cadena de resignificación-despolitización el destino personal de cada
militante hará lo demás:
"en los ocho años preso yo adquirí algo que antes no tenía: que era el odio,
el odio a los represores [...] el odio al enemigo, a los militares, a todo lo
que viste uniforme lo adquirí en la cárcel.[...] yo cuando salí de la cárcel
los quería matar a todos, les tenía un odio terrible […] ya no porque se explota
a la clase obrera, no, no, odio contra este hijo de puta que me torturaba, que
me humillaba " 22 [el subrayado es mío]
Estado, clase y política en los años 70.
La convivencia de dos acepciones del concepto de enemigo - convivencia originada
y alimentada tanto en la concepción de la polítca entendida como guerra propia
de las formulaciones partidarias como en la dimensión experiencial - remite
a una pregunta que si bien escapa a las posibilidades de este trabajo no puede
dejar de plantearse.
Esa pregunta interpela, por un lado, a la forma en que el PRT-ERP piensa la
relación entre Estado y clase en la Argentina; por otro, busca cotejar esa mirada
con las particularidades de la realidad político-institucional de los tempranos
años '60 y '70.
Una de las primeras cuestiones a destacar es el rol, por momentos ambiguo, que
el PRT-ERP le atribuye en sus análisis políticos a las FFAA en relación con
la clase dominante. Pues si bien por un lado podemos ver que éstas aparecen
tan sólo como garantes necesarios de un orden capitalista dependiente, por otro
lado, ese rol parece desplazarse hacia una suerte de autonomización política
de las FFAA.
Veamos cómo aparecen cada una de estas caracterizaciones en dos resoluciones
del Comité Ejecutivo de 1971 y 1972:
Haciendo referencia a los intentos de acuerdos políticos entre Lanusse y los
partidos políticos para garantizar una salida "ordenada" de la dictadura militar,
se explica que: "sería el movimiento la Hora del pueblo, donde se concretaría
la alianza de la burguesía con el visto bueno del imperialismo, permitiendo
el retorno de los militares a los cuarteles, asegurada la estabilidad del régimen..."23
[el subrayado es mío]
Casi un año más tarde, leemos:
"La crisis actual de la Argentina capitalista no tiene ninguna posibilidad de
ser superada a corte o mediano plazo, por ningún gobierno burgués. El gobierno
que surja del proceso electoral próximo, lo mismo si es o no peronista, estará
incapacitado para concretar ni siquiera soluciones mínimas. (...) En el caso
de un gobierno peronista, este proceso no será más lento porque la posibilidad
de maniobra, producto de la confianza de las masas, será contrarrestada porque
esta confianza favorecerá también la movilización obrera y popular por reivindicaciones
inmediatas. Así, un nuevo gobierno parlamentario se encontrará con las masas
en la calle, con la ampliación de la lucha de masas, obligado desde bambalinas
por las FFAA a reprimir violentamente."24 [el subrayado es mío]
En la primera cita las FFAA aparecen tan sólo como garantes de un orden en crisis,
rol que les "permitiría" volver a los cuarteles una vez que la alianza de la
burguesía pudiera asegurar por sí misma la estabilidad del régimen. De lo cual
se deduce que la intervención de las fuerzas represivas del Estado en la conflictividad
política encuentra su razón de ser en la imposibilidad de la clase dominante
de garantizar un régimen político estable que permita llevar adelante su proyecto
de dominación.
En la segunda cita, la clase dominante aparece imposibilitada para cumplir con
ese objetivo por sí misma. Sin embargo, ya no es ella quien apela al aparato
militar del Estado para garantizar el disciplinamiento político-social necesario,
sino que son las propias FFAA las que "obligarían" al gobierno burgués a reprimir
violentamente. El giro discursivo no resulta menor, puesto que de ser el auxiliar
armado de un orden las FFAA pasan a ser el núcleo duro del poder, el bastión
del sistema, las beneficiarias últimas de un orden social desmovilizado.
Es indudable que la participación violenta de las FFAA en la vida institucional
argentina, al menos desde 1930 en adelante, no sólo viene a verificar esta mirada
sino que, en efecto, esta reiterada irrupción las constituye en factor de poder
determinante en el mapa político de la época,. Sin embargo, es menester detenerse
en el tipo de relación existente entre las FFAA y la clase dominante argentina.
Y es aquí donde intuyo que el PRT-ERP sobreestima a las FFAA en cuanto a la
posición que ocupan en el entramado de las relaciones de poder:
"Hoy en la Argentina, ante el embate de las masas, la persistencia de la guerrilla,
la agudización de la crisis económica, le es imperioso a la burguesía y a su
dirigente el Partido Militar, recurrir al engaño para reorganizarse"25 [el subrayado
es mío]
Aquí, para el PRT-ERP, las FFAA son, en definitiva, el grupo hegemónico de las
clases dominantes. Han dejado de ser custodios de un orden burgués para ocupar
el puesto de dirigencia de clase. Que la clase dominante de la Argentina de
la época se encuentre imposibilitada de resolver pacíficamente las pujas internas
de las distintas fracciones que la componen, es más que plausible. Pero sospecho,
y quiero recalcar el carácter tan sólo especulativo de estos párrafos, que atribuirles
el rol de dirigencia de clase es atribuirles, de alguna manera, un interés último
y autónomo que vendría a oscurecer la naturaleza intrínseca de su rol en el
entramado de un Estado.
Y esto nos envía a otra cuestión fundamental que es la forma en que el PRT-ERP
piensa al Estado.
En una declaración titulada: "Por qué el EJÉRCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO
no dejará de combatir. Respuesta al Presidente Cámpora", del 13 de abril de
1973 y firmada por el Comité Militar Nacional, leemos:
"El gobierno que el Dr. Cámpora presidirá representa la voluntad popular. Respetuosos
de esa voluntad, nuestra organización no atacará al nuevo gobierno mientras
éste no ataque al pueblo ni a la guerrilla. Nuestra organización seguirá combatiendo
militarmente a las empresas y a las fuerzas armadas contrarrevolucionarias [...]
En cuanto a la policía, que supuestamente depende del Poder Ejecutivo, aunque
estos últimos años ha actuado como activo auxiliar del ejército opresor, el
ERP suspenderá los ataques contra ella a partir del 25 de mayo y no la atacará
mientras ella permanezca neutral, mientras no colabore con el ejército en la
persecución de la guerrilla y en la represión a las manifestaciones populares
[...]
La experiencia nos indica que no puede haber tregua con los enemigos de la Patria,
con los explotadores, con el ejército opresor y las empresas capitalistas expoliadoras
[...] NO DAR TREGUA AL ENEMIGO [...]
¡Ninguna tregua al ejército opresor!
¡Ninguna tregua a las empresas explotadoras!" [El subrayado es mío]
Osatinsky, Quieto, Gorriarán Merlo,
Santucho, Mena
Para decirlo sencillamente, el PRT-ERP,
está fragmentando al Estado, y autonomizando las partes que lo componen: ejército,
poder ejecutivo, policía, aparecen en esta declaración como actores políticos
autónomos, independientes unos de otros.
Escapa a mis posibilidades y a los objetivos primarios de este trabajo ahondar
en la naturaleza y características del Estado argentino de la época. Baste tan
sólo afirmar que cualquier pregunta sobre la "militarización" de la política
de aquellos años necesita indagar una dimensión poco sencilla: aquella que remite
al complejo entramado de fuerzas articuladas a través de la coerción y el consenso.
Se trata, en definitiva, de desentrañar la radiografía y la dinámica del poder.
He intentado en este escrito dar cuenta de la compleja dinámica de construcción
de uno de los componentes claves del sistema de referencias perretista: el enemigo.
Las dimensiones involucradas en el análisis responden a la certeza de que la
conformación identitaria y las prácticas políticas de una organización como
el PRT-ERP debe pensarse como un complejo proceso que articula tanto el universo
de las formulaciones ideológicas, como el de la producción de subjetividades.
Y esto porque volver inteligible nuestro pasado reciente exige inmiscuirse,
una vez más, en las profundas razones de quienes acuñaron, con la fuerza de
un grito de guerra, el mandato último y dramático de "A vencer o morir".
Publicado en Revista Lucha Armada en la Argentina. Historia/Debates/Documentos.
Año1, número 1, buenos aires, diciembre 2004.
BIBLIOGRAFÍA:
DE SANTIS, Daniel: A vencer o morir. PRT-ERP documentos, Tomos I y II, Ed Eudeba,
Buenos Aires 1998 y 2000.
MATTINI, Luis: Hombres y mujeres del PRT-ERP. De Tucumán a la Tablada, Ed. de
la Campana, Buenos Aires, 1996.
OLLIER, María Matilde: La creencia y la pasión. Privado, público y político
en la izquierda revolucionaria, Ed. Ariel, Buenos Aires, 1998.
PITTALUGA, Roberto: "La historiografía sobre el PRT-ERP", en El Rodaballo, año
VI, N° 10, Buenos Aires, 2000.
PITTALUGA, Roberto: "Por qué el ERP no dejará de combatir", ponencia presentada
en las VIII Jornadas Interescuelas y Departamentales de Historia, Salta, septiembre
2001.
PRIETO, Helios: "Sobre la historia del PRT-ERP. Memorias volterianas con final
maquiavélico" en El Rodaballo, año VI, N° 11/12, Buenos Aires, 2000.
SEOANE, María: Todo o nada. La historia secreta y la historia pública del jefe
guerrillero Mario Roberto Santucho, Ed. Planeta, Buenos Aires, 1991.
TARCUS, Horacio: "La secta política" en El Rodaballo, año V, N° 9, Buenos Aires,1998-1999.
1 Archivo personal de la autora.
2 Archivo personal de la autora.
3 Resoluciones del V Congreso y Resoluciones posteriores. Pub. del PRT,1971,
pág. 66. Archivo CEDINCI.
4 Idem, pág, 77
5 DE SANTIS, Daniel: A vencer o morir. PRT-ERP documentos, Tomos I y II, Ed
Eudeba, Buenos Aires 1998 y 2000, pp. 167-168
6 DE SANTIS, Daniel: op.cit. pág. 171
7 MATTINI, Luis: Hombres y mujeres del PRT-ERP. De Tucumán a la Tablada, Ed.
de la Campana, Buenos Aires, 1996, pág. 113.
8 Resoluciones del V Congreso y Resoluciones posteriores. Pub. del PRT,1971,
pág. 72. Archivo CEDINCI
9 Miguel, 02-03-00. Archivo personal de la autora.
10 Carlos, 18-03-00. Archivo personal de la autora.
11 Carlos, 07-02-00. Archivo personal de la autora.
12 Miguel, 12-01-00. Archivo personal de la autora.
13 Miguel, 20-01-00. Archivo personal de la autora.
14 Estrella Roja N° 13, junio de 1972.
15 Miguel, 02-03-00. Archivo personal de la autora.
16 Raúl, 12-03-00. Archivo personal de la autora.
17 Raúl, 21-01-00. Archivo personal de la autora.
18 Raúl, 15-03-00. Archivo personal de la autora.
19 Luis, 14-05-00. Archivo personal de la autora.
20 Miguel, 02-03-00. Archivo personal de la autora.
21 El Combatiente N°136, 14-09-74 y Estrella Roja
N°40, 23-09-74.
22 Miguel, 20-01-00. Archivo personal de la autora.
23 Resoluciones del Comité Ejecutivo, abril de 1971, en DE SANTIS, Daniel, op.cit,
pág. 264.
24 Resoluciones del Comité Ejecutivo, enero de 1972, en DE SANTIS, Daniel, op.cit,
pp. 193-194.
25 Editorial de El Combatiente, 30-07-72, en DE SANTIS, Daniel, op.cit, pág.
201.
El 18 de julio de 1976 –un domingo que precedió a lo que sería el nefasto lunes
19– estábamos reunidos el resto del Buró Político del PRT, en el departamento
del Gringo Mena, en un cuarto piso de la calle Venezuela, en Villa Martelli,
frente al cruce del Acceso Norte con la Avenida General Paz: Mario Roberto Santucho,
Domigo Mena, Benito Urteaga y yo.
Santucho se despedía.
Al día siguiente, después de la reunión de constitución de la OLA (Organización
para la Liberación de Argentina, el muy original nombre que propuso Firmenich
para la unidad entre PRT, Montoneros y Poder Obrero), saldría para La Habana.
Ya le habían hecho algunos retoques para enmascarar su rostro, enrulado un tanto
el pelo y con algún matizador que suavizaba su tono renegrido.
Pasajes y pasaportes, todo listo. Saldría más o menos a las cinco de la tarde
junto con Liliana. Los esperaba un intrincado itinerario hasta llegar a Cuba.
Se instalaría en La Habana más o menos un par de años y cada dos meses viajaría
uno de nosotros para mantener el vínculo directo con el Buró Político. Benito
Urteaga sería el titular interino del organismo durante su ausencia.
Santucho no iría, precisamente, de descanso. En Cuba establecería un plan de
actividades que abarcaba todo el globo terrestre, principalmente estrechando
vínculos con el campo socialista y el tercer mundo. La misión fundamental era
conseguir entrenamiento a nivel de oficiales para un centenar de cuadros del
PRT-ERP
Aunque me resulte extraño ahora, al recordarlo, el ambiente en esa despedida
era de gran optimismo. Creíamos que habíamos pasado lo peor, que habíamos aprendido
mucho con los severos golpes recibidos. Entendíamos que la nueva política del
PRT de repliegue hacia el movimiento de masas, para consolidarse y estar en
condiciones de dirigir la próxima ofensiva del movimiento popular, implicaba
una enorme maduración política.
Ese domingo transcurría entre reunión formal del organismo y charlas informales
entre amigos. Una picada, algunos brindis, recomendaciones y más recomendaciones
de Roby. Ante todo cuidar, la unidad del partido, el funcionamiento aceitado
de sus organismos, la regularidad de la prensa, el incremento de la penetración
en el movimiento obrero y la dosificación de las operaciones armadas –en hostigamiento
permanente a la dictadura–, pero sin arriesgar grandes fuerzas hasta tanto no
empezara el nuevo auge de masas calculado en un par de años.
………….
El crepúsculo está cayendo.
Desde la semipenunbra de este cuarto piso, vemos el tránsito de la Panamericana,
mientras mantenemos la que será –y lo ignoramos– la última conversación de este
grupo.
El Gringo Menna ha salido, como siempre, como un ventarrón. Benito prepara sus
cosas canturreando tangos de la Rinaldi por lo bajo. Roby y yo quedamos hablando
de su misión en La Habana, de Fidel, de Ochoa y de Piñeyro, de cómo tratar con
cada uno de estos hombres claves en Cuba. Discutimos también la composición
del Buró Político. Yo sostengo que el mejor cuadro para cubrir la vacante es
Eduardo Merbilhá (quien funciona como adscrito, sin ser miembro pleno). Roby
insiste con Julio Oropel, un obrero de Córdoba, para mantener "el peso de clase",
que se ha debilitado mucho con las caídas.
…………….
Yo estaba participando –¡y lo ignoraba en ese momento!– de la última conversación
con Roby, el Comandante, el hombre a quien apenas seis años atrás había escuchado,
por primera vez y enmascarado, en un departamento del Barrio Norte.
"... Julio Oropel", "es importante el peso de clase, Luisito..."
Palabras más, palabras menos –hasta donde me es fiel la memoria–, me revisitan
cada tanto, al trasluz de ese crepúsculo final de Villa Martelli.)
Por la noche Benito y yo nos retiramos, conviniendo en que nos encontraríamos
al día siguiente, después del mediodía, cuando se suponía terminada la entrevista
de Santucho con Firmenich. Un encuentro breve, tan sólo para informarnos del
resultado de la reunión y darle a Roby el abrazo de despedida.
En el departamento quedaron Santucho, Liliana, Mena, su compañera Ani y el pequeño
Ramiro, hijo de Mena. Un piso más abajo vivía Eduardo Merbilhá con su mujer
y sus hijos.
En la casa no había guardia y no más armas que una pistola Browning de alza
y mira especial, que los cubanos le habían regalado a Roby, las Browning comunes,
que utilizábamos cada uno para autodefensa, y un pesado Magnum, orgullo del
Gringo Mena, que manejaba a dos manos.
Al día siguiente, 19 de julio de 1976, Santucho no salió de la casa como estaba
previsto porque la reunión con Firmenich abortó. Enrique Gelhter, secretario
de Santucho, fue a la cita previa con el delegado de los Montoneros y no apareció
nadie. Esas cosas solían suceder y no causó demasiada alarma.
A mediamañana, según parece, habría regresado Benito Urteaga con su pequeño
hijo. Mientras tanto, los dueños de casa, el Gringo y Ani, continuaban con citas
y otras actividades. En uno de esos encuentros habría sido detenido Mena, en
la estación Lisandro de la Torre, muy cerca de allí.
Entre las dos y la tres de la tarde de ese día, salía yo de una de las casas
de recambio para el Buró Político ubicada en Martínez. Iba acompañado por Guillermo,
con intención de dejarlo en la Panamericana y dirigirme a la casa.
Me detuve en una estación de servicio y llamé al departamento de Mena dando
mi santo y seña, para activar la señal de peligro, es decir la medida de precaución
que tomábamos siempre antes de ir a una casa. En este caso era el teléfono y
la palabra "Flores".
–Hola, habla Flores.
Del otro lado de la línea, una voz desconocida y muy suelta de cuerpo me respondió
más o menos así:
–¿Flores? ¿Qué dice, Flores, cómo anda? Lo estamos esperando.
Por una de esas jugarretas de la mente, pensé que los teléfonos se habían ligado.
Insistí un minuto más y después colgué porque teníamos la información de que
la Policía Federal podía llegar a cualquier teléfono en menos de diez minutos.
De inmediato instruí a Guillermo que suspendiera toda actividad y se concentrara
a la espera de órdenes, y me dirigí a cambiar de central telefónica para volver
a llamar.
Al acercarme a la Avda. General Paz por la Panamericana, miré hacia la ventana
del cuarto piso y la vi totalmente abierta, con una luz encendida. No necesitaba
más.
Pero, de todos modos, busqué otro teléfono en el barrio de Saavedra.
–Hola, habla Don Luis.
Y otra voz, también desconocida, me respondió. La catástrofe se confirmó.
Después supimos que una patrulla del Ejército, al mando del Capitán Leonetti,
había asaltado el departamento y que en el tiroteo murieron el propio capitán
y cayeron heridos de muerte Benito Urteaga y Mario Roberto Santucho. Liliana
Delfino, Domigo Mena y Liliana Lanciloto, su compañera, integran la larga lista
de detenidos-desaparecidos. En otro extremo de la región, por la tarde, era
secuestrado Enrique Gelther, también destinado a la nefasta lista.
Se me ha preguntado muchas veces que sentí en ese momento. No me es posible
responder. Mis sentimientos quedaron anulados, escondidos por la urgencia de
la acción inmediata. Fue como si la artillería enemiga hubiera hecho blanco
en el Estado Mayor y las trinchera hubieran cedido.
Asumí el mando, automáticamente, y me dediqué a cerrar las brechas.
Yo era un cerebro que pensaba y un cuerpo que actuaba.
La sensación de que el enemigo había llegado tarde es el único sentimiento que
registro de aquellos días subsiguientes, reorganizando la dirección con Eduardo
Merbilhá y otros compañeros. Así lo escribí, incluso, en el primer editorial
de nuestro periódico El Combatiente referido a los
hechos: "El enemigo llegó tarde con su golpe mortífero porque el Comandante
Santucho había logrado formar un cuerpo colectivo que era su herencia …". (Cito
de memoria)
Sé que hoy pueden sonar grandilocuentes o patéticas estas palabras, pero entonces
eran la expresión de un legítimo sentimiento consciente.
Y, si nos salimos de la visión lineal de "victoria" o "derrota" –más aun, "éxito"
o "fracaso", o de otros posibles desenlaces–, no me equivocaba. Todos los demás
dirigentes, y yo mismo, seguíamos siendo –como he dicho en otra parte– hombres
y mujeres con mayores o menores talentos. Santucho seguía siendo diferente.
Desde luego, también como él, habíamos aprendido mucho y acumulado experiencia,
y así la distancia con Roby se había ido diluyendo en un espíritu colectivo
que lo excedía y que trascendió la época.
Se ha dicho más de una vez que la ascendencia de Roby estaba dada porque él
era la síntesis de la conciencia colectiva del PRT por encima de la diversidad
de sus componentes.
Sin embargo, creo que –aun siendo lo anteriormente dicho parte de la verdad–
es al menos insuficiente hablar sólo de "conciencia".
Porque Mario Roberto Santucho –el sucesor del Che en Argentina–, más que la
conciencia, era la encarnación del deseo, la pasión colectiva inconsciente que,
por medio de una práctica peculiar –en este caso y por las circunstancias, la
lucha armada– pugnaba por transformarse en pensamiento consciente, en forma
de conciencia social que demanda a cada generación ser fiel a su época.
Las generaciones de precursores del movimiento revolucionario en América Latina
presentan –para los historiadores- ciertos problemas. Era tal la presión por
el cambio social y el ritmo que la situación política demandaba que los dirigentes
y las ideas se renovaban unos y otras. Cambios que, en tiempos pacíficos, llevan
generaciones enteras. La solución de problemas teóricos y prácticos, la respuesta
a las tácticas del enemigo, el afinamiento de las respuestas nacionales a los
problemas del cambio, están en la base de todas estas mutaciones. La teoría
de que las revoluciones eran exportadas se demuestra completamente falsa. Si
los partidos comunistas hubieran estado a la altura de las circunstancias y
no en un seguidismo estéril y mecánico la historia hubiera sido bien otra. Que
las revoluciones son las locomotoras de la historia se aplica perfectamente
en el caso latinoamericano.
Mario Roberto Santucho es uno de esos precursores en la Argentina, pero su acción
y su obra lo trasciende y tiene importancia y referencia para toda América Latina.
Nació el 12 de agosto de 1936, murió, en combate, el 19 de julio de 1976. Tenía
40 años de edad. Hasta el día de hoy una parte inmensa de la documentación sobre
su vida está oculta. De la misma manera sus restos físicos no tienen sepultura
legal y sólo se sabe que los paladines de la democracia, los hombres del uniforme,
los supuestos caballeros honorables, no se conformaron con la muerte de un adversario
sino que se ensañaron con los restos físicos, como los cobardes sin honor que
siempre han sido. Reclaman aún sus hijos los restos.
El silencio oficial –la terca voluntad de los oficiales superiores, todos con
escuela de Estado Mayor- les responde.
¿Qué es lo que motiva estos odios, tanta irracionalidad, la absoluta incapacidad
de los mandos superiores de actuar profesionalmente? –El odio de clase.
Los mismos militares que son capaces de rendirse como lo hicieron en las Malvinas
o de tomar prisioneros con respeto a las normas de la guerra, son capaces de
la caballerosidad con los extranjeros (que antes fueron amos), pero incapaces
del más mínimo respeto con sus compatriotas que los enfrentan con las armas
en la mano. La caballerosidad, en nuestras guerras civiles, siempre ha estado
por el lado de los insurrectos, los otros, los hombres del entorchado, se han
comportado siempre como bestias. Y como bestias que se olvidaron de los manuales
y de las convenciones deberán ser juzgados cuando el momento llegue. Por criminales
de guerra.
¿Hemos
reflexionado alguna vez sobre ese aparente comportamiento mecánico? Cómo era
posible que los civiles en armas, que aprendieron sus rudimentos militares en
los ejércitos, de su breve pasada por ellos, tomaran el espiritu de la caballerosidad
y del respeto al enemigo vencido? ¿Cómo es posible que los militares de escuela,
lo olvidaran? Hay algo que tiene que ver con la esencia humana, que perdura
más entre los civiles y que es más fuerte que el odio hacia el enemigo. Que
sabe distiguir entre adversario vencido y sus derechos humanos.
Todo militante, todo hombre o mujer honesto, dispuesto a impulsar un cambio
social, por una sociedad más humana y más justa, deberá tener presente este
antecedente que nos viene desde los mismos albores de nuestra historia. "No
escatime sangre de gauchos –decía epistolarmente Sarmiento- es lo único que
tienen de humano". Y aquellos pensamientos atroces, bestiales, fueron formulados
como teoría a una práctica que viene desde antes de 1811. Son el acerbo de la
denominada historiografía liberal argentina, lo que algunos denominan "El Eje,
Mayo-Caseros". Practicaron -todos estos "civilizadores" los Pueyrredones, los
Soler, los García, los Alvear, Lavalle, Mitre, el gacetillero Sarmiento y muchos
otros que vinieron después- como método constante el asesinato de sus enemigos,
la violación de sus mujeres, la violencia contra las familias (ni la madre de
Quiroga se salvó de que la pasearan en cadenas, como una fiera). Y esa tradición
se cultiva en las escuelas militares, en los cursos, en los Estados Mayores.
Videla y toda la patota de atorrantes de uniforme han mamado en esa escuela.
Los poquísimos oficiales que reconocen estas vergüenzas deben saber que son
sus propios compañeros de promoción las bestias y que cualquier regeneración
pasa por reconocer los hechos, condenar moralmente los excesos y someter los
individuos a la justica por los previstos penales en los que han incurrido.
Y debería ser agravante, la circunstancia, de que los delitos los practicaran
con sus propios compatriotas.
Y en cambio, cuánta nobleza en los caudillos populares, los "bárbaros", empezando
por el primero de todos ellos, nuestro oriental: Don José Gervasio Artigas!!!
De ellos viene el "Clemencia para los vencidos" de lo que se olvidaron en la
Banda Oriental, los denominados Tenientes de Artigas, esa liga miserable de
masones, que la juega a distribuir analisis entre la izquierda, a ver si "cazan",
cuando los cambios lleguen.
El revisionismo histórico, que en el Río de la Plata tiene a Luis Alberto de
Herrera como precursor reconocido por todos, se ha encargado muy mucho de levantar
a aquellos héroes que luchaban defendiendo las provincias, sus producciones,
el trabajo humano que en ellas se generaba y la sociedad civil a la que la actividad
económica daba lugar. Los liberales de entonces, eran los neo-liberales de ahora.
La misma raza maldita del sometimiento y del vasallaje. Absolutamente los mismos
cipayos al servicio entonces de Inglaterra, hoy de los Estados Unidos y mañana
de cualquier extranjero.
Mario Roberto Santucho viene, en la Argentina, desde ese mismo interior. Donde
entre el pueblo, al lado de la historia oficial que se enseña en los manuales
escolares, vive en la memoria popular la otra historia, la que oficialmente
no se reconoce nunca. La que es tabú, herejía y está proscripta. El indigenismo
es parte de ese caudal y a él estuvo ligado Santucho en sus primeros años. Pero
también el radicalismo. Cualquier análisis del origen político familiar de los
principales jefes y responsables de lo que después será el PRT-ERP lo muestra.
¿Y lo moderno, lo que produce la sociedad industrial? –También está presente
en el pensamiento socialista del cual el trotsquismo es una parte. Pero atención:
el trotsquismo de la lucha y de la resistencia, no el trotsquismo del aparatismo,
de la paja teórica y de los caudillejos y maniobreros con pretensiones de Gran
Bonete. El del "vasco" Bengochea, el de Luis Pujal, el de Pedro Bonet, el de
Lionel MacDonald, el de Clarisa Lea Place, el de Eduardo Raul Merbilhaá, porque
en el Río de la Plata no somos tantos que no nos conozcamos bien. Ni las palabras
de homenaje nos brotan de las circunstancias. Son más bien gritos que nos vienen
del corazón (el "soronca" como decimos los orientales).
Santucho, por méritos propios, fue el artífice principal de aquella organización
política. Y en los meses previos a su muerte, la figura más importante entre
los jefes revolucionarios argentinos.
¿Como medir, la vocación revolucionaria que sembraba entre los militantes de
su organización? -No la medirán nunca las palabras –ni las nuestras ni las de
otros- las mide el enemigo. Para los militantes del PRT-ERP había solamente
exterminio. El enemigo sabía perfectamente bien que eran completamente irrecuperables,
que habían atado su vida completamente a la revolución socialista en la Argentina.
Era el mayor compromiso de todos aquellos: los que murieron y los que -por azar-
salvaron sus vidas.
Mucho más habría para decir de este precursor, de este combatiente, de este
jefe destacado. Está el tema de la unidad con las otras corrientes del movimiento
popular, la creación de la JCR, los militantes chilenos y uruguayos que cayeron
en la Compañía del Monte, el tema del paralelo con Raul Sendic. Inclusive el
tema de la desviación militarista final, que en más de un aspecto es paradójico
y que exige un análisis.
Terminemos sin embargo estas notas recordatorias con las palabras de un adversario,
del general Fausto González, publicadas en el libro de María Seoane "Todo o
nada".
"Santucho era uno de los enemigos más notorios, más representativos, más tenaces.
En cómo terminó esa historia se pueden ver otros elementos: los dirigentes montoneros
en su mayoría escaparon del país. Los del ERP murieron combatiendo. Esto, marca
dos filosofías diferentes: en cuanto Montoneros ve que ha fracasado su intento
busca una salida hacia el exterior. Hay gente del ERP que también salió del
país, pero Santucho muere acá, en su ley. Su obsesión no le permitía ver que
todo estaba perdido. Eso sí, era un producto de esta sociedad. Virtuosos o equivocados,
todos ellos fueron un producto de la Argentina, como Rosas, Urquiza, Sarmiento.
A la larga, dentro de muchos años, Santucho será entendido como un producto
del país como lo fue Alejandro Lanusse. A lo mejor, fue mucho más representativo
de la sociedad argentina Santucho que el Che Guevara. Más aferrado a su tierra,
aunque estaba equivocado, dados los problemas del país, y por la situación internacional,
Santucho buscó la salida de la revolución. Entonces despreció la democracia
(¡?) fue antisistema. Veo improbable –porque estaba menos contagiado por el
poder económico que Firmenich- que Santucho hubiera aceptado un indulto. Era
más militar en ese sentido, tenía que morir peleando. Era como un héroe de la
tragedia griega. Curioso, porque a pesar de estar el ERP en contra de los fascistas,
su acción también derivó en un viva la muerte. Y a partir de 1974 comenzó una
lucha a muerte de ambos lados. La salida política estuvo ausente y triunfó la
lógica de la violencia y perdió la Nación porque desangra a una generación y
a las FF.AA. La muerte de Santucho fue sólo un acontecimiento porque existía
el convencimiento de que él era sólo la cabeza de un núcleo que iba a seguir
accionando Y justamente uno de los errores de las FF.AA. en esta guerra, que
fue fundamentalmente política, por el poder, fue quedarse con la derrota militar
de un sector y no establecer un pacto político con las otras fuerzas de la sociedad.
Por eso las consecuencias posteriores. Y el momento de sentarse con todas las
fuerzas políticas para discutir qué hacer con la Nación fue 1974, pero no se
hizo. En 1976 ya fue tarde"
Son palabras del enemigo –con todo lo que esto conlleva- pero también Mitre
escribió sobre su contemporáneo Artigas, su particular enemigo, palabras que
–palabra más, concepto menos- han soportado la prueba del tiempo.
El resto, lo que falta, el verdadero homenaje, lo escribirá la gente trabajadora
argentina, cuando derrote definitivamente a los parásitos que la explotan.
Argentina.- Uno de los rasgos políticos
más originales de Mario Roberto Santucho fue su persistencia en la necesidad
del Partido obrero como instrumento indispensable para una política de poder
revolucionario inscrita en la certeza de vivir la época del tránsito del capitalismo
hacia el socialismo.
Lo notable de Santucho, en este aspecto, consistía en que, siendo impulsor de
las líneas más radicalizadas de las concepciones político-militares de los años
sesenta, el más auténtico seguidor y recreador de Guevara, discrepara sustancialmente
con los elementos que distinguían el llamado «foquismo». Estos eran, en trazos
gruesos: Poner la fuerza militar como rectora del proceso; la formación de «columnas»
guerrilleras, surgidas de la inspiración de la experiencia cubana; el mando
único en base al «Comandante» y los «cuerpos de comandantes» a quienes se subordinaba
el «movimiento político» ; la búsqueda de apoyo social fundamental en el campesinado
o, en el caso de las regiones urbanas, el los sectores más excluidos , los cuales
por lo general consistían en éxodo campesino hacia la ciudad no incorporado
al proceso industrial y la baja clase media pauperizada.
Para Santucho, en cambio, el Partido de la clase obrera, como órgano colectivo
dirigente de la revolución, debía ser el mando supremo de la fuerza militar.
Y esto tenía una profundidad y consecuencias mayores que las sospechadas a simple
vista, pues el objetivo de Santucho no era el partido en sí, sino éste como
medio de formación del sujeto. Es decir, para el jefe del PRT-ERP, el problema
del sujeto era el problema fundamental de la revolución.
Esto tenía que ver, además, con la interpretación de Santucho acerca de los
«desgeneramientos» de los procesos revolucionarios que conformaron el llamado
socialismo real y la frustración de los movimientos «nacionales y populares»
cuyos objetivos fueron a la postre «traicionados». En el primer caso la burocratización
que desnaturalizaba el socialismo y en el segundo caso la subordinación a la
burguesía.
Frente a estos hechos, recorría Latinoamérica una tendencia bastante extendida
que intentaba poner como «antídoto» la base campesina, la cual por provenir
«de la tierra» no estaría corrompida por la ciudad como la clase obrera. A su
vez, el ejercicio de la lucha armada actuaria, no solo como «engendrador de
conciencia», sino hasta como «purificador» de la corrupción política. Era muy
fuerte la ingenua idea que la lucha armada impedía la burocratización.
Sin embargo, para Santucho - o quizas hoy podríamos decir la apuesta de Santucho
- consistía que la clase obrera por expresar la contradicción antagónica con
el capitalismo, por no tener «nada que perder, salvo sus cadenas», por su papel
en la producción, por su destino histórico, por su capacidad de organización
y disciplina; era la única garantía objetiva contra esas desviaciones. Pero
la "objetividad" de dicha garantía contenía al mismo tiempo una tendencia hacia
la consolidación del sistema capitalista (pacto social) en tanto y cuanto no
adquiriera el carácter de sujeto autónomo.
Hasta aquí solo se trataba del abc del marxismo de los cursos de Politzer, que
nos deja un seco determinismo «objetivista», el llamado «determinismo histórico»,
muy cerca de las posiciones de los partidos comunistas de pos guerra y no tan
lejos del ala izquierda de las socialdemocracia.
Por eso es que Santucho avanza en Lenin, lo profundiza y trata de zafar del
determinismo para encontrar en el jefe bolchevique aquello que, tanto él como
muchos de nosotros sosteníamos, fue su rasgo más original, con el cual se identifica
el Che a pesar de las evidentes diferencias de tiempos, espacios y estilo.
Se trata de la determinación, así como sustantivo, llamado a veces «‘determinismo
subjetivo» o «determinismo de la voluntad», el cual, dicho sea de paso, fue
reflotado por el «guevarismo tardío» de la década del ochenta bajo la expresión
«factor subjetivo», pero sin lograr aprehenderlo porque para ello se necesitaban
dos cosas: erradicar el determinismo histórico y asumir la determinación de
Santucho como paradigma de la radicalización política de la generación del setenta.
(De ahí el fracaso del 16 Congreso del PCA y otros intentos de recomponer la
izquierda revolucionaria en los años del alfonsinismo: falto determinación.)
El determinismo histórico originado en el iluminismo de la burguesía del siglo
XIX, junto con el mito del progreso y la absolutización del saber científico,
fue un lastre que arrastro el marxismo prácticamente hasta la década del ochenta.
Suponía que la historia de la humanidad era un camino de espiral ascendente
desde alfa a beta y en donde siempre el futuro seria mejor que el pasado.
Ciertamente todos compartíamos este mito teórico aparentemente confirmado por
los rotundos éxitos de la revolución en el mundo, sin percatarnos que el hecho
de que esas revoluciones se produjeran sistemáticamente en los países «atrasados»
(atrasados desde el punto de vista de la teoría del progreso) no era solo que
«la cadena se rompía por el eslabón más débil» sino que estaba cuestionando
precisamente ese determinismo.
Sin embargo, la paradoja de este siglo fue que la praxis de los revolucionarios
se llevo a cabo a pesar de la aceptación teórica del determinismo histórico
y la teoría del progreso. Dicho de otra manera, los hechos demostraron que entre
condiciones objetivas y condiciones subjetivas, las revoluciones o los actos
revolucionarios, triunfantes o no, se produjeron fundamentalmente por las condiciones
subjetivas y que las revoluciones,tanto en su estallido como consecuencias,
sorprendieron a los revolucionarios.
Desde luego, no los «sorprendieron», tomando café en los locales partidarios,
sino precisamente dedicados a la revolución. Fueron sorprendidos por su propia
obra.
Se puede observar, y sobre todo hoy día después de tantas experiencias, que
estas concepciones se deslizan por muy delicados equilibrios,ya que fácilmente
se cae en el idealismo filosófico y el tan condenado voluntarismo. Sin embargo,
la declinación actual del determinismo histórico como pretensión de prever el
futuro, ha dejado claro que el papel de los hombres y mujeres en la historia
no consiste en accionar con el conocimiento de un camino hacia un destino existente
objetivamente y por tanto previsibles por el análisis lógico racional (determinismo)
sino por la actitud teórica y practica de actuar con convicción ante las aporias
e incertidumbres sobre medios y fines a crear.
Prosiguiendo con Santucho podemos observar, más en su conducta que en su discurso
, que ese cuerpo de ideas «deterministas objetivas» que conformaban la teoría
y ese «determinismo subjetivo», se materializaban en un instrumento colectivo
llamado Partido cuya finalidad principal no consistía tanto en ser el «estado
mayor» de la clase obrera, como la transformación de esta de objeto en sujeto.
Insisto: el objetivo de Santucho no era el partido como fin, sino el instrumento
de la expresión de la determinación subjetiva de la clase obrera.
Siempre en esta lógica, los intelectuales aportarían efectivamente la «teoría»,
la cual consiste en saberes (saber no es sinónimo de pensar) de la praxis histórica
elaborando categorías conceptuales como «guía para la acción», pero los obreros
aportarían, además de la consabida «practica objetiva» (permítaseme esta irónica
redundancia) fundamentalmente la subjetividad en forma de nueva praxis política.
La confluencia de estos dos elementos conformarían el militante, el cual, dentro
del partido «pierde» su identidad como obrero o intelectual para una mutua elevación
y nueva identidad como sujetos revolucionarios: El «hombre nuevo» en autoformación
colectiva. Esta «perdida» es a la vez condición indispensable para el paso a
hombres libres, pues la primera condición de libertad es la eliminación del
divorcio entre el trabajo intelectual y el manual. Solo de esta reconciliación
puede salir el pensamiento,la accionó, la vida integral. Es verdad que esto
ultimo no solo no fue entendido y explicado así, ni siquiera por el propio Santucho,
y por el contrario, frecuentemente aparecía como un ingenuo obrerismo o un irritante
y estrecho antiintelectualismo que despilfarraba enormes recursos mandando a
escritores o artistas a repartir volantes o pintar paredes. Sin embargo, contradictoriamente,
se desprende en forma elocuente de la persistencia de Santucho en la formación
del militante multilateral (todos estábamos obligados a pensar en toda la problemática
de la revolución aun cumpliendo tareas más o menos especializadas) sus enojos
cuando alguien pretendiera lavarse las manos porque tal asunto «no era su mesa»
y su insistencia en «llenar de obreros» los órganos dirigentes del partido,
para que impregnaran a los mismos con los «puntos de vista de clase». Asimismo
en su negación a que los intelectuales elaboraran desde gabinetes estancos donde
se reproduce el saber pero se burocratiza el pensamiento.
Sin embargo en esta necesaria «perdida» puede estar una de las pistas esenciales
para la recreación del pensamiento emancipador. Porque de algún modo el militante
pasaba a ser un hombre libre en la medida que dejara de ser obrero (independientemente
si continuaba trabajando en la fabrica o no) pero la clase no se emancipaba
porque la supuesta praxis política pasaba por otro lado. En rigor, en tanto
clase asalariada, en tanto vigencia de la ley del valor, la praxis política
pasaba por el mejoramiento máximo de sus condiciones dentro de la sociedad capitalista
o del «capitalismo de estado» de aquel llamado socialismo real. Esta distancia,
es decir, este espacio de libertad entre el obrero-intelectual militante y los
demás, explica en parte porque que el PRT poseía una notable capacidad para
«extraer» obreros de las fabricas y una enorme impotencia para «llevar» el Partido
a las mismas.
En consecuencia, y como se vio claramente en 1973, el PRT no tuvo «política»
para aquel giro de los acontecimientos nacionales. Y en el fondo no podía tenerla.
No podía tener otra política que no fuera la que tenía. Esta era: el cambio
radical de la sociedad. Otra política, cualquiera fuera y por «justa» que fuere
significaba un retroceso en el carácter de sujeto autónomo de la clase obrera.(Sin
dudas aun que dentro de esa política hubo errores muy serios, pero es otro tema)
Esta es la gran contradicción que Santucho y el PRT no pudimos resolver (y que
nadie pudo resolver ) y en la que se encuadra toda la problemática del marxismo
revolucionario desde la Comuna de París hasta nuestros días.
Sin embargo, la experiencia del PRT de Santucho, no solo es insoslayable, sino
que, en su pequeñez y corto tiempo, se concentro uno de los nudos esenciales
a desatar para recomponer un pensamiento transformador. Pero no en el terreno
de la estrategias y métodos de lucha, las cuales son circunstanciales, sino
en el ámbito perenne del sujeto autónomo. Santucho no invento el Partido, ni
la teoría del poder, ni la estrategia de lucha armada. Santucho impulso un estilo
(la determinación) en la prosecución de esos objetivos que implicaron un enriquecimiento
en relación con el sujeto. Y este es el problema de hoy cuando se habla de «una
nueva forma de hacer política».
En efecto, Santucho usaba el vocablo «determinación» no solo en su segunda acepción
semántica (osadía, audacia) sino principalmente en su versión filosófica sartriana
del acto de voluntad. La determinación, para Santucho era el acto de tomar partido:
la decisión. No recuerdo que este concepto haya sido desarrollado en forma explícita
en los materiales del PRT_ERP, pero fue muy discutido en la sesiones del Buro
Político en las coyunturas decisivas (a juicio del PRT_ERP) entre 1973 y 1976.
El concepto es bien conocido en el arte militar. Todo buen general, sabe que,
una vez desarrollada la estrategia y la táctica, el destino de la batalla lo
define la determinación, formidable energía de la subjetividad, multiplicadora
de los recursos materiales.
Por eso para Santucho lo esencial del partido no era su organización en el sentido
«administrativo» del termino, sino su capacidad de determinación que debía expresar
la determinación atribuida a la clase obrera en los momentos decisivos.
Pero lo notable y lo vigente, es que este concepto en Santucho no era una simple
idea, sino que él era la determinación en persona o la personalización de la
determinación. La determinación = deliberación - determinación - ejecución lo
atravesaba como una pasión. Por eso, convencido que en la Argentina estaba planteada
la cuestión del poder, construyó un partido desde el «tronco carcomido de Palabra
Obrera», seleccionando no a los de más «labia» o los más sabedores ni a los
más capaces de trazar estrategias, balancear correlaciones de fuerzas, condiciones
objetivas y subjetivas y todo tipo de categorizaciones de la teoría, incluso
de la experiencia, sino a aquellos en los cuales veía marcada la determinación.
Y desde luego, no existe un «determinómetro» para medir este rasgo subjetivo,
por lo tanto el margen de error es grande como grande es la apuesta a la revolución.
He tratado de sintetizar en pocas líneas lo que, como puede percibirse, no eran
simples acciones, actos de heroísmo, geniales visiones, pueriles ultradas o
mezquinos sectarismos, sino estructuras lógicas sólidas que apuntaban a problemas
muy profundos del devenir social. Hoy aquellas estrategias de poder y sus instrumentos,
los cuales se habían deducido de la visión determinista de la historia y de
la seguridad de un progreso garantizado por la supuesta: ley objetiva y evidente
producto paradigmático de la civilización industrial, pueden cuestionarse,deben
cuestionarse, y enfrentar el desafío del presente pos - industrial con sus aporias
e incertidumbres.Pero hacerlo desde la base del rescate de la profunda determinación
subversiva frente a la excusa de los «fatalismos», sean estos históricos o geográficos.
Porque las estrategias, las tácticas, y los métodos cambian con los cambios
de la realidad, pero la accionó subjetiva, el sujeto, ese gran «descubrimiento»
supuestamente «objetivo» de la Modernidad, había existido con Espartaco, hubo
existido con los Macabeos, existía con Cuauthemoc, existió con el Che, ha existido
con Santucho y los setentistas, existe, existirá y habrá de existir en la rebeldía,
no como «ley objetiva», como clase predeterminada por la historia, sino como
determinación.
REPORTAJE A UN EX DIRIGENTE DEL
PRT-ERP. El diario Clarin publico el domingo 7 un reportaje a Arnold Kremer,
ex dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores y comandante de
su brazo militar, el Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP). Kremer (tambien
conocido como Luis Mattini), un obrero metalurgico nacido en Zarate en 1941,
es el unico sobreviviente del buró politico del PRT-ERP.
En 1976, luego de las muertes de Mario Roberto Santucho y Benito Urteaga y del
secuestro de Domingo Menna, asume la conduccion del PRT-ERP hasta que se distancia
del ala militarista dirigida por Enrique Gorriaran Merlo y en 1979 disuelve
al ERP. En 1980 se exilio en Suecia y renuncio al PRT.
Reproducimos en su totalidad el reportaje realizado por la periodista Maria
Seoane a Arnold Kremer:
Clarin: ¿Cual es hoy su autocritíca?
Kremer: A la luz de la historia, creo que el uso de la violencia como método
de acción política fue una tragedia. No hay nada que repare el dolor de las
victimas de aquellos enfrentamientos. Y hablo tanto de los civiles armados,
desarmados y de los militares. Solo la justicia y el conocimiento de la verdad
pueden traer paz.
C: ¿Por que sucedió la violencia?
K: Al ERP lo integró una generacion que nació en un pais que, a partir del golpe
del 55 contra Juan Peron, militarizó la politica en todos sus niveles.
Fuimos hijos de la violencia del Estado contra la Constitucion y contra los
partidos politicos.
C: ¿Todos los argentinos fuimos de alguna manera culpables?
Chile, 1972, luego de la fuga de Trelew.
Osatinsky (FAR), Santucho (ERP), Vaca Narvaja (Montoneros
K: No. La guerrilla tuvo una responsabilidad
en los atentados, que pagó con la derrota y el asesinato de sus miembros. Pero
el Estado terrorista inaugurado en 1976 tiene la mayor responsabilidad,porque
el Estado que protege a la sociedad de las cavernas, nos llevo a la caverna.
C: ¿Por que el ERP continuó combatiendo contra los gobiernos constitucionales
como los de Hector Campora e Isabel Peron?
K: Cierto. La mayoría de la gente que luchaba contra las dictaduras de Onganía
y Lanusse siguió en las fábricas y universidades un camino de oposición pacífica,
con distintos grados de violencia. Pero cuando los trabajadores avanzaban en
sus conquistas, intervenían los militares para garantizar los intereses de las
grandes empresas. Entonces la emprendimos contra las Fuerzas Armadas y fuimos
militaristas. Y sobre todo cometimos el error fatal que nos llevó a la derrota
politica: no dejar las armas en gobiernos constitucionales.
C: Kremer, ¿usted mató?
K: Sí, en combate. Le aclaro que no nos gustaba matar. La violencia para nosotros,
los civiles armados, era una fatalidad, algo inevitable pero indeseado.
C: ¿Y esas muertes no eran asesinatos?
K: Sin las razones políticas de esos años cualquier muerte es sin duda un asesinato.
C: ¿Qué le parecio la autocrítica del general Balza?
K: Es positiva. Ocurrió porque se rompió el pacto de silencio de los militares.
El general Balza tomò el toro por las astas e hizo un acto de alta política,
y decidió abrir el debate: pero también con la intención de cerrarlo.
C: ¿Qué le pareció la autocrítica de Mario Firmenich?
K: Comparto lo que dijo en líneas generales. No me parece bien, por razones
electorales, que el debate se restrinja a los ex guerrilleros y a los militares.
Es la dirigencia politica la que deberia tomarlo en sus manos, porque afecto
el pasado y afecta el presente y el futuro de los argentinos saber por que en
este pais la violencia politica fue un flagelo.
K: Luego que en un intento de copamiento de un regimiento en Catamarca, en 1974,
el Ejercito fusiló a 17 de los guerrilleros del ERP detenidos. En un impulso
del mas puro terrorismo, decidimos matar indiscriminadamente, en represalia,
a oficiales militares. Entonces ocurrió una tragedia: cuando un comando del
ERP atentó contra el capitán Humberto Viola, en Tucumán, y mató a su pequeña
hija. En ese momento pensamos que no nos alcanzaría toda la vida politica para
reparar esa muerte. Suspendimos las represalias, pero aun hoy siento vergüenza
y dolor.
C: ¿Usted volvería a empuñar las armas para combatir por sus ideas?
Julio Carreras (h) es más conocido como escritor y periodista que como militante
político. Sin embargo estuvo preso 7 años durante la dictadura militar argentina,
debido a su militancia en el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores)
una organización que impulsaba la lucha armada para obtener el socialismo. Pese
a que la mayor parte de su militancia se desarrolló en Córdoba, como periodista
en diarios y revistas de Izquierda, hemos enfocado las preguntas principalmente
sobre una realidad que también el escritor conocía mucho: la de Santiago del
Estero, poco analizada hasta hoy.
Copamiento
en Villa María
Por Julio Carreras (h)
El 10 de agosto de 1974 se realizó una de las acciones más exitosas
del ERP: el copamiento de la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos
de Villa María, Córdoba. Durante horas los guerrilleros tuvieron
dominada la guarnición con todos sus hombres adentro, y se fueron
llevando varios camiones cargados de armas y explosivos. En base
a parte de ese hecho histórico se escribió este capítulo de la novela
Ciclo de Antón Tapia, que entregamos a continuación.
Contra el cielo negro silbaban las balas trazadoras. Alguien había
comenzado a disparar con una punto 50, desde las casamatas.
-Hay que hacerlo callar- dijo el compañero Responsable-. ¿Te le
animas Antón?
Desde dentro del cuartel, los compañeros habían informado que todo
iba bien. Los milicos estaban danzando, en el casino de oficiales.
Era su fiesta de gala, por el 9 de Julio. Los compañeros los pescaron
reunidos; no tuvieron más que arrearlos hasta el fondo del salón.
Las mujeres chillaban, al principio. Era cómico ver las caras de
los «duros» oficiales pidiendo por favor: «muchachos, no disparen,
hay mujeres y ancianos».
El jefe del batallón se había ido a dormir, porque le dolía la cabeza.
Cuando se encontró con el caño de un Colt 44 apoyado en la sien
parece que se olvidó del dolor. Ni chistó. Daba la impresión de
no comprender qué pasaba. Los compañeros informaban por radio que
habían empezado a cargar las armas en los camiones. Hasta ahora
solamente había tiros en el destacamento de policía, dos quilómetros
a retaguardia. Había sido provocado exprofeso por el equipo parapetado
en la casa de enfrente, para hacer distracción. El resto de la columna
había seguido avanzando, hasta rodear el cuartel. El soldado guardián
del puesto 4 era un compañero. Por allí, habían entrado sin inconvenientes
cuatro equipos. Los milicos ni se habían soñado el copamiento. Esta
vez les habían fallado los Servicios.
-Voy- dijo Antón, descolgando una granada del cinto y empuñando
en la otra el 38.
-Cuando te diga, sales- dijo el compañero responsable-:¡ya!
El aire pareció estallar en tableteos y fogonazos; Antón saltó hacia
el costado y empezó a reptar lo más rápido que pudo, a la derecha
y adelante. Cuando alcanzó de nuevo la oscuridad de la roca, corrió.
Los estampidos y tableteos de ametralladoras no cesaban. Ahora,
a la punto 50 se le había sumado lo que parecía una Gussi, en la
misma casamata.
Antón se rasgó el pantalón al saltar por sobre el alambre de púas.
Nadie lo vio. Al fin, consiguió ubicarse al pie de la torre que
disparaba, por detrás. Subió uno a uno los escalones, con sus plantas
de goma. Los vio. Un cabo joven, tal vez de su edad, y un sargento
de bigotes. Estuvo mirándolos por un momento, concentrados ellos
en su tarea de disparar las armas. Cuando hicieron una pausa, les
habló:
-Bueno muchachos- les dijo-: ya está.
El cabito se quedó tieso y levantó las manos, dejando caer su metralleta.
El viejo se dio vuelta sorprendido, haciendo ademán de sacar la
pistola.
-No te mates, hermano- le dijo Antón, corriendo apenas el caño del
38 amartillado en dirección a su frente-: La cosa no es contra ustedes.
El bigotudo se quedó tranquilo, y levantó sus brazos. Antón los
hizo salir, enfilados, con los brazos en la nuca. Levantó la ametralladora
liviana y se la colgó en el cuello. Caminaron por entre las barracas
oscuras hacia la plaza de armas. Ahora no se escuchaba más ruido
que el de los motores.
Cuando llegaron, Antón los envió a reunirse con el resto de los
prisioneros. Bajo un alero, un grupo de oficiales y suboficiales-
los zumbos con ropa de dormir- mezclados con mujeres de largo y
hombres de traje oscuro y de esmóquin observaban, nerviosos, las
tareas de los compañeros. Una compañera y un compañero los vigilaban
de cada lado. Casi era innecesario, pues nadie se movía. Ni siquiera
se atrevían a hablar. Dos camionetas con carteles de Vino Arizu
y dos camionetas se habían acercado a la armería, para cargar. De
adentro salían guerrilleros con brazadas de fusiles, FAL, ametralladoras
pesadas, cajas de municiones y granadas... «Una verdadera fiesta»,
pensó Antón.
-Te hai dao el gusto de entrar, varón- le dijo el compañero Comandante,
guiñándole un ojo. Antón le sonrió.
Después de que hubieron cargado todo lo que cabía en los camiones
y las camionetas, encerraron con llaves a los prisioneros y se retiraron.
Se llevaron consigo solamente al jefe del batallón: un coronel.
Antón lo observó temblar. Estaba en pijama, y hacía un frío de perros.
Se sacó la campera con piel de corderito y se la alcanzó. El hombre
le miró a los ojos, agradecido. No parecía mal tipo.
El grueso de la columna se dispersó; los camiones partieron uno
para el norte y otro para el sur. Pronto esas armas estarían enterradas
o escondidas en cien lugares distintos, en Santiago, Tucumán, La
Rioja... Antón fue designado para ir con dos equipos y el médico
a ver a los compañeros que peleaban con la policía. Aquello era
un infierno. Abriendo fuego con bazucas consiguieron acercarse a
la casa y entrar.
¡Vamos compañeros! ¡Retirada!- gritó Antón.
Le respondió la carcajada de César:
-¡Yo de aquí ya no me muevo! ¡Y al carajo los milicos, que me maten
si se animan!
El corazón de Antón Tapia palpitó en falso: sobre la camisa verde
del César se extendía un machón oscuro, a la altura del estómago.
-¡Hermano¡ -gimió Antón- ¡estás herido!
César le miró orgulloso, los ojitos verdes brillando, los bigotazos
rubios más tiesos que nunca, los dientes, amarillos de mate, asomando
en la sonrisa. César no es sólo un combatiente es un poeta, pensó
Antón mirándolo jaranear y tomar vino de la botella en la peña,
recitar con voz potente los versos de Juan Carlos Dávalos, decir
yo soy santiagueño, intelectual, mecánico, revolucionario, enamorado
y camionero ¡qué carajo!, recopilando bibliografía de Lenín y Trotsky
para demostrarle a Antón que ningún buen revolucionario podría ser
también católico, ¡cómo se le ocurría! Tenía un boquete en el estómago,
se lo habían hecho al comenzar nomás el tiroteo.
La policía de la provincia rodeaba la casa; casi no se podía hablar
por el ruido de los disparos.
-Vamos dijo Antón-, apoyate en mí y vamos.
-Es al pedo- le contestó el César -yo estoy acabado. Vayan ustedes.
Yo me quedo a contenerlos un rato.
Antón vio que había puesto un cajón de manzanas para apoyar el brazo
con el arma, que sostenía con las dos manos. Estaba discutiendo
si se iba o se quedaba cuando, repentinamente, se desmayó. De nuevo
tuvieron que abrirse paso a bazucasos, hasta los vehículos. Antón
alzó el cuerpo flaco de César en sus dos brazos, y lo acomodó cuidadosamente
a su lado, sobre la colchoneta. La camioneta con cúpula se puso
en marcha.
Anduvieron largo rato. Cuando Antón preguntó qué pasaba, si no iban
a llegar nunca, le dijeron que todos los caminos a las ciudades
estaban bloqueados: no hallaban por dónde salir. Iban a tener que
huir hacia los cerros. Antón le tocó la frente al César: estaba
helado. Asustado, prendió la lucecita del techo. La cara de César
parecía una máscara de cera.
Lo bajaron en un pequeño descampado entre los cerros. Antón empezó
a cavar. Mas a poco de empezar no podía manejar las manos; la vista
se le nublaba. Vaciló. Se le acercó un compañero y le dijo: -descansá
Antón. Cavo yo.
Se apoyó contra un árbol. Amanecía. El llanto lo sacudió en estertores,
como una horrible carcajada
Notas
1. Ciclo de Antón Tapia (Novela, 145 Págs.) fue escrita entre 1980
y 1987. Publicada en Santiago del Estero por Quipu editorial, ese
tiraje de 500 ejemplares está actualmente agotado.
2. La fecha "9 de Julio" es un dato ficticio, pero no así la fiesta
de los oficiales.
3. "César", el personaje guerrillero que muere en el episodio, se
llamaba en realidad César Argañarás. Cordobés, era descendiente
de una familia santiagueña patricia. Primo hermano de Ana María
Lescano, una de las fundadoras del PRT-ERP (luego desaparecida)
y sobrino del prestigioso abogado Luis Alejandro Lescano, también
secuestrado y desaparecido por la dictadura militar en 1977.
Pregunta: ¿Cómo fue tu juventud
en Santiago y por ende, tus inicios hacia la política?
Respuesta: Mis comienzos han estado relacionados con las ideas revolucionarias
del peronismo puesto que, tanto mi abuelo como mi padre han sido militantes
peronistas y la conciencia política, de alguna manera vaga para mí, comienza
alrededor de los cinco años, en 1955, cuando sucede el golpe en contra del gobierno
de Perón. Allí lo veo a mi tío, un militante peronista que andaba escondido.
A él le llevaba la comida que mi abuela le mandaba a una casa dónde estaba escondido.
Me acuerdo claramente como me impresiona mi tío, uno de ésos días, cuando al
dejarle la comida tenía un revolver sobre la mesa, una pistola calibre 38 largo,
era imponente. Sin embargo, mi tío después niega que estuviera armado en la
actualidad. Yo creo que eso forma parte del miedo retrospectivo que nos lleva
a negar nuestra propia militancia o como sería el caso de Uriondo también, quién
le negó una entrevista a un amigo mío, a Juan Manuel Aragón. Se escondió y nunca
le pudo preguntar sobre su participación en los Uturuncos; Uriondo niega su
participación en los Uturuncos porque ahora es un hombre del sistema y sin embargo
para mí, que era un chico de 6 o 7 años, Uriondo era como un ejemplo, un personaje
heroico, yo lo recuerdo claramente; a lo mejor es un poco exagerado por la imaginación,
yo lo recuerdo porque mi tío y todos los peronistas de aquellos tiempos como
López Bustos, Abdulajad y mi viejo también, anduvieron tratando de conseguir
la libertad de los Uturuncos que estaban presos, y en el ámbito familiar hablando
bien de la guerrilla peronista como los llamaban ellos. Así que éstos son los
primeros esbozos de conciencia política que hacia la adolescencia se fue perfilando
más bien como un nacionalismo de derecha porque mi abuelo era un hombre con
ideas conservadoras -no en el sentido liberal sino en el sentido de ser un patriota
cuyo libro de cabecera era el Martín Fierro, cuya raza privilegiada era el gaucho,
mezcla de hispano con aborigen y que hacía un culto al amor por la patria. Admiraba
al nazismo, por ejemplo, o al fascismo pero principalmente al nazismo nada más
porque había sido un aliado del país en contra de los intereses norteamericanos
e ingleses. O sea que no lo veía con un sentido de movimiento antisionista o
imperialista, como en realidad fue el nazismo sino como el aliado natural que
tuvieron los movimientos nacionalistas e independentistas latinoamericanos en
contra de su principal opresor, y así por eso también, después mis tíos veían
a la U.R.S.S. con simpatía no porque fueran comunistas sino porque era un aliado
en contra de los norteamericanos. El verdadero peronista que en ése tiempo existía
y que todavía existe, nada más que ahora mienten mucho, dirigentes peronistas
que se han transformado o aggiornado, el verdadero peronista, digo, era un hombre
nacionalista y socialista al mismo tiempo, un tipo de socialismo dentro de un
capitalismo moderado y esto era lo que sustentaba aproximadamente mi familia.
Nunca habían sido ni marxistas ni un socialistas, pero no hace falta ser un
marxista para ser un revolucionario. Por entonces López Bustos junto con Abdulajad
eran los que mantenían viva la llama del peronismo en Santiago, cuando muchos
otros que después han sido funcionarios y gobernantes estaban con duda o directamente
se habían borrado de la militancia . En esa infancia y adolescencia yo conocí
a todos lo dirigentes peronistas de Santiago y de otras provincias, conocí también
a José Alonso, a Vandor si bien no hablé con ellos -yo era un niño-, fui a las
movilizaciones donde mis tíos me llevaban y hablaban ellos. Sobre todo, cuando
hubo conflictos, aquí en Santiago, con los maestros que hacían movilizaciones
en contra del plan CONINTES en la época de Frondizi. Esa fue la raíz de mi pensamiento
político.
Preg.: En ese momento Carlos A. Juárez qué papel jugaba si es que jugaba realmente
y qué posición empezó a adoptar...
Resp.: Yo recuerdo vagamente -vale repetir que era casi un niño, tenía 12 años
cuando los milicos lo voltearon también a Frondizi, en 1962-pero lo que tengo
en claro es que Juárez intentó hacer un movimiento por fuera de la línea del
peronismo siguiendo la línea de Vandor, él fue uno de los dirigentes peronistas
que quiso presentarse a las elecciones de 1963. Intentó con Sapag, Bittel y
Vandor hacer un peronismo sin Perón; eso le costó que muchas organizaciones
como la 62 organizaciones lo declararan persona no grata y se alejaran de él
(esto me lo contó Cárdenas, un dirigente sindical que luego fue vicegobernador
de Juárez). Con mucha habilidad y con inteligencia también, me parece que logró
reinsertarse en la sociedad porque en los 70 ya estaba de nuevo integrado, aunque
después fue por líneas separadas con el peronismo institucional y las organizaciones
revolucionarias. En las elecciones del regreso de Perón, Juárez fue a elecciones
con el lema de la Democracia Cristiana, aliada con el Partido Comunista, en
contra del peronismo, y ganó. Por eso es que Cerro fue senador, o diputado,
no recuerdo bien, ese fue el negocio de Cerro, alquilarle el partido a Juárez
a cambio de algunos puestos -porque si iban solos la Democracia Cristiana y
el Partido Comunista juntos no sacaban ni para un concejal.
Preg. : Cómo se vivían las luchas de los estudiantes en el 69 y 71, en Santiago...
Resp.: En Santiago no tenían gran repercusión; aquí había entrado la provincia
en una etapa de cierta anestesia política. Yo era un chico de clase media que
quería ser un niño bien argentino, un chico de aquellos que se peinaban a la
gomina, que admiraban al gaucho porque era una onda sustentada por una parte
de las clases dominantes en la Argentina, también porque cultivaba un antiimperialismo
más bien de derecha en lo que se refiere a las costumbres, por lo tanto era
un anticomunista. Para mí el comunismo era una fuerza oscura, rara, de individuos
complejos y exóticos, que fumaban en pipa y asumían actitudes presuntuosas.
Así me parecían los pocos miembros del Partido Comunista que había llegado a
conocer algo porque eran amigos de mi papá. Entonces cuando surge el gobierno
de Onganía creo que a todos los que tenemos una raíz nacionalista nos pasa lo
mismo, mi padre por ejemplo en la época de Onganía -que aquí ponen como gobernador
a un general, Uriondo, pariente del otro Uriondo que fue Uturunco, ponen como
ministro de gobierno a un Tte. Coronel Cáceres que era amigo de mi papá, a éste
lo designan funcionario del gobierno; ellos hacen una hábil diplomacia política
con respecto al peronismo prometiéndole participación y prácticamente en Santiago
lo neutralizan por completo. Los sectores de izquierda por entonces eran muy
pequeños -aunque en un par de años crecerían como hongos-; los únicos que se
solidarizaban y lograban algún tipo de apoyo en conjunto con los movimientos
estudiantiles eran estos sectores de izquierda; pero eran muy pequeños, así
que desde el punto de vista colectivo pasaban casi desapercibidas aquí las movilizaciones
nacionales y más aún otras como las del Mayo Francés. No para mí, a mí me impactó
mucho El Cordobazo, por ejemplo, y me hizo pensar. Porque yo venía ya desde
los 16 0 17 años en un proceso de reflexión, empezando por la guerra de Biafra
que se da en el año 1967 aproximadamente, lo que se estaba empezando a conocer
sobre la guerra de Vietnam todo eso va haciéndome reflexionar y ya venía con
una creciente radicalización aunque era muy suave. Como te digo mi padre leía
mucho, tenía amigos de gran nivel intelectual, como el Dr. Acuña, el Lic. Pedro
Luna o el gran pintor Alfredo Gogna, con ellos discutía con frecuencia sobre
política y yo escuchaba. También por esos tiempos salió la revista Planeta -que
aunque con cierta pereza empecé a leer cada vez más. Era una revista hecha por
un marxista y un católico franceses, los mismos autores de El Retorno de los
Brujos. Allí se abría un panorama muy amplio donde se incluía por cierto las
movilizaciones juveniles, los grandes movimientos culturales de ruptura que
se iniciaban, Vietnam...
Preg.: Digamos que los hechos internacionales
tienen mucho que ver en el pensamiento de una generación, puesto que como vos
dices Vietnam, Biafra, el Mayo Francés son de alguna manera los referentes a
nivel internacional con los cuales la juventud va tener como hitos. Ahora bien,
tu decisión hacia la militancia política a qué se debe y cuándo se produce,
porque tengamos en cuenta también que durante ése período, finales de los 60
y principios de los 70, otra parte de la juventud estuvo volcada al rock; porque
recordemos que desde 1966 al 1970 se dio en EE.UU. todo un movimiento social
que fue el movimiento Hippie, que indudablemente no pasó desapercibido en ésta
parte del continente, incluso aquí dicho movimiento tuvo sus adherentes. Entonces
podemos encontrar a dos tipos de adolescentes que enfocan o que tratan de dar
respuestas de diferentes ángulos. Uno desde la vertiente de la cultura y el
otro desde lo político. Cómo ves vos el tema de los adolescentes y por ende
cuándo fue el momento en el que optaste por la vertiente política.
Resp.: Bueno a mí se me dio una situación privilegiada porque cuando aparecen
los Beatles yo tenía 14 años más o menos, vivía como te digo en el seno de una
familia que tenía una militancia política pero también leía mucho. Mi padre
compraba todas, aunque suene exagerado, todas las publicaciones que salían.
Esto te da una idea del poder adquisitivo, puesto que él era un empleado público
que tenía dos puestos, pero con sueldos normales. Trabajaba en ese tiempo en
Salud Pública como simple oficinista y por la tarde, trabajaba en la casa Spaini
llevando la contabilidad; con eso mi padre pudo comprar todas las revistas del
momento, incluso brasileñas, como una que recuerdo bien: O´Cruzeiro. Que tenía
un página de chistes, muy simpática y bien hecha, perdoná la digresión, que
se llamaba "El amigo de la onÇa", muy graciosa y bien dibujada (también yo dibujaba
historietas). Así es que tenía acceso a un material de primera mano. Por otra
parte, cuando tenía 14 años, también estaba en la vertiente del rock puesto
que tocaba la guitarra eléctrica. Yo desde los 14 años empecé a trabajar como
músico, no a tocar por Hobbie sino ganar plata con la música. La escuela me
parecía estúpida y estéril, incluso mi propio padre, tiene parte de culpa en
eso, porque él vivía diciendo que los sistemas educacionales eran caducos, que
no se enseñaba nada, que aparte todo era mentira, tanto desde el punto de vista
histórico como de la supuesta democracia que proclamaban los radicales de Illia,
ya que en un país donde estaba proscrito el movimiento mayoritario era absurdo
hablar de democracia. La politización para mí vino en tres etapas. El primer
golpe fuerte que recibí fue a los 18 años cuando en la TV, que era nueva en
Santiago, en un noticiero, vi la guerra de Biafra, vi la miseria en que vivían
los pueblos africanos. Recuerdo claramente esa noche. De repente en el televisor
apareció un niño que era imposible, no podía haber en el mundo alguien tan desnutrido,
con tanta desolación en los ojos, con la pancita hinchada por el hambre, y el
cuerpo arrugado como el de un viejo, a pesar que no debía de tener más de siete
u ocho años. Entonces eso me chocó muchísimo, y yo que era un chango gordo,
lleno de comodidades, repantigado en un cómodo sillón frente al televisor me
puse a llorar, me salieron las lágrimas solas y me sentí lleno de vergüenza
y dije "yo tengo que hacer algo". No sabía entonces qué, pero me dije no puedo
ir a las reuniones de la acción católica y misas todos los días solamente para
encontrarme con los boludos y las minitas del centro, aquí hay problemas más
importantes para un cristiano. Y empecé a tomar conciencia de la pobreza en
mi propia provincia por lo tanto pensé que mi ubicación debía estar al lado
de ésa gente como cristiano, aunque por esos tiempos aún no se me presentaba
muy claramente la noción de la lucha armada. Es cierto que había ocurrido la
muerte del Ché en Bolivia, y me había conmovido mucho eso. Recuerdo que yo pensé
en el acto, cuando lo vi al Ché tendido con los ojos abiertos, luego de ser
asesinado, pensé "pero es la misma cara que tenía Jesús" (en un cuadro del Tintoretto,
creo). Eso y que el Ché era argentino. Me sentía muy orgulloso de que alguien
tan generoso y grande fuera argentino. El segundo choque fue el cordobazo, cuyas
imágenes las ví por TV y me dio otra opción, si bien no lo procesé en el acto
pero me quedó grabado en la mente y después cuando entré al servicio militar
actuó como el segundo de dos factores. Yo por una cuestión familiar tenía mucha
simpatía por lo militar. Un oficial del ejército que me probó verdugueándome
mucho y era evidente que me observaba desde que entré a la colimba, un día al
ver mi resistencia física y agilidad mental me dijo que yo tenía "madera de
militar", así me dijo, que termine el bachillerato -pues no lo había terminado-y
siguiera la carrera de oficial. Ese militar era un Tte. Coronel al cual habían
dado de baja por peronista y después dieron trabajo de nuevo, yo me hice amigo
de él, lo visitaba aún luego de terminar el servicio militar, lo visitaba con
mi novia, Clara, quien era una chica muy hermosa y sensible, junto con quien
andábamos buscando la manera de hacer algo muy grande por nuestra patria, a
la que sentíamos tan intensamente dentro de nosotros. Conversábamos bastante
sobre política con este militar, pero yo ya me estaba yendo hacia la izquierda
y a él lo asustaba esa posición mía. Una de las cosas que me contó, durante
una de estas visitas con Clara, fue su nuevo alejamiento del ejército porque
no lo había querido torturar a Robi Santucho cuando lo detuvieron, aquí en Santiago.
Paradójicamente mi posición definitiva hacia finales del año 71 vino a través
de la admiración que empecé a sentir hacia los revolucionarios negros de los
EE.UU. y por la lectura de un libro que llegó a ser la piedra angular de mi
ideología: el libro se llamaba Alma encadenada de Eldridge Cleaver. Este era
un dirigente político negro que en la cárcel había conocido a los seguidores
de Malcom X y a través de sus seguidores, cuando salió de la cárcel junto con
otros compañeros de militancia musulmana, orgullosos de su raza, fundó el partido
"Pantera Negra". Para entonces Eldridge Cleaver ya había leído Lenin y al Ché
Guevara, entonces el partido fue revolucionario y propenso a la lucha armada.
Este partido fue una respuesta, porque ellos planteaban que la única forma de
luchar a favor de los oprimidos, que eran los negros, era a través del marxismo-leninismo
que indicaba un camino correcto para la organización de la sociedad y la resistencia.
Con esto ya se perfilaba emocionalmente cual iba a ser mi decisión.
Preg.: Para el año 71 las organizaciones armadas ya habían salido a la luz,
en Santiago cual de las dos tuvo más peso, teniendo en cuenta que Santucho era
el fundador de una de ellas.
Resp.: Aquí en Santiago hay dos aspectos de la cuestión: desde el punto de vista
de lo que es una organización armada el ERP era mucho más poderoso que Montoneros...
EL DÍA 23 DE DICIEMBRE DE 2003 EN EL PORTÓN DEL EX CUARTEL DE ARSENALES DE MONTE
CHINGOLO
Hace exactamente 28 años, a esta misma hora, en este mismo lugar, alrededor
de doscientos combatientes del Batallón Urbano General San Martín del Ejército
Revolucionario del Pueblo iniciaban, no sólo la mayor batalla de la guerrilla
sino, la mayor batalla en la lucha de clases en la Argentina.
¿Quiénes se enfrentaron en esa batalla?
De un lado estaba la gran burguesía
nativa, aliada y socia menor del imperialismo, con sus instituciones de poder:
El sistema parlamentario, los medios de comunicación de masas, la jerarquía
de la iglesia y las fuerzas armadas y policiales.
Del otro el pueblo argentino, la clase obrera, el campesinado pobre, los estudiantes
e intelectuales revolucionarios, la clase media urbana y rural, quienes de lo
pequeño a lo grande, de lo simple a lo complejo, de la filosofía a la acción
política, había ido construyendo, también, sus organizaciones de poder: las
organizaciones políticas revolucionarias, el sindicalismo clasista, las coordinadoras
de gremios en lucha, las ligas agrarias, el movimiento de sacerdotes para el
tercer mundo, los cristianos por el socialismo, las fuerzas armadas de la revolución,
sus organizaciones guerrillera y en particular el Partido Revolucionario de
los Trabajadores dirección política y militar del Ejército Revolucionario del
Pueblo.
Porqué, en la actualidad, la burguesía
y los reformistas tratan de ocultar al ERP, porqué tratan de que no quede siquiera
su recuerdo, igual que como hicieron con la sublevación de los esclavos en el
imperio Romano, en el siglo II antes de Cristo, quienes durante años mantuvieron
la lucha contra los esclavistas, y cuando estos lograron derrotarlos el emperador
de Roma ordenó que fueran destruidas todas las construcciones que habían levantado
los esclavos, que no quedara de ellas piedra sobre piedra, para que no dejar
ningún rastro de esa ejemplar lucha por la libertad, pero aunque no quedó nada
material no pudieron ocultarla, durante dos mil años el nombre de Espartaco
fue levantado por las clases oprimidas cada vez que la idea de la libertad se
afirmó en la conciencia de los pueblos. Del mismo modo las clases dominantes
han intentado enterrar la historia del PRT y del ERP y en particular de su acción
más audaz, más decidida, más emblemática en la lucha por el poder y por la construcción
del socialismo en la Argentina. Que no se hable de su grandeza, que no recordemos
la pujanza de aquellos combatientes, que no relatemos el desinterés y el altruismo
de aquellos jóvenes patriotas, que no veneremos a nuestros héroes y mártires.
Y si ello no fuera posible, al menos, que nos avergoncemos ante nuestros hijos
y ante nuestro pueblo de haber luchado, de haber tenido la valentía de disputarle
el poder al amo imperialista.
Pero cómo se explica que los trabajadores y la juventud argentina hayan hecho
una gesta tan gloriosa, que para encontrar otras de tamaña magnitud tengamos
que remontarnos a las batallas fundadoras de nuestra nacionalidad en la guerra
por la independencia de Argentina y América Latina. Cómo se explica que en una
misma jornada se dieran cita jóvenes heroicos como el tambor de Tacuarí y las
niñas de Ayohuma, aguerridos soldados como los infernales gauchos de Güemes,
y oficiales revolucionarios como la Capitana Juana Azurduy o el Sargento Cabral.
A fines de la década de 1960 la acumulación de fuerzas y experiencias desde
el golpe gorila de 1955, con el consiguiente debilitamiento de la alternativa
parlamentaria como forma de dominación burguesa, y del triunfo de la Revolución
Cubana en 1959, con sus vientos de renacer revolucionario, comenzaban a dar
sus frutos organizativos y a extender la conciencia socialista en miles de hombres
y mujeres de nuestro pueblo. Es así que el pueblo de Córdoba a fines del julio
de 1969 y el de Rosario en setiembre del mismo año se levantaron en contra de
la dictadura de Onganía y dieron curso al nacimiento de poderosas fuerzas revolucionarias
en nuestra patria.
Derrotada la dictadura militar, por el pueblo movilizado, retrocede y llama
a elecciones para desviar y contener el torrente revolucionario, favoreciendo
la extensión en la conciencia del socialismo y la consolidación de una vanguardia
combatiente. Pero no todas las fuerzas populares tuvieron cabal comprensión
de la situación histórica y muchas apoyaron la alternativa burguesa encabezada
por Perón. El PRT intentó responder, también, en el terreno de lucha que proponía
la burguesía, organizando un partido electoral y disputar en ese terreno, también,
la conciencia de las masas populares. No lo logró por sus propias limitaciones
y porque estuvo casi sólo en esta batalla contra la burguesía argentina que
se unían ante el terror a la Revolución Social.
Este momento histórico fue rico en enseñanzas para los militantes populares.
Allí vimos cómo la clase dominante que hasta poco antes estaba acorralada por
las masas logró rehacerse y sobretodo cooptar, para su política, a miles y miles
de militantes populares. Este escenario fue propicio para que la derecha, hasta
ayer acorralada, iniciara su contraofensiva con la masacre de Ezeiza el 20 de
junio de 1973.
Pero la pujanza del movimiento de masas era tan grande que un puñado de militantes
revolucionario, destacados de su seno fundamentalmente por la clase obrera industrial
dieran batalla, encabezaran la mayor y más profunda contienda de clases en nuestra
patria, la que por primera vez en nuestra historia puso frente a frente a las
dos clases extremas: a la gran burguesía y al proletariado industrial, en disputa
por la conciencia y la voluntad de las demás clases y sectores intermedios.
En el marco de esta cruenta lucha por el poder el PRT, como dirección política
y militar del ERP, decidió intentar la toma del Batallón de Arsenales 601 de
Monte Chingolo, con el objeto de apropiarse de 20 toneladas de armamento para
dar un vuelco en la relación de fuerzas político militares y demorar la consumación
de un nuevo golpe militar que ya estaba en preparación.
Ese día a las 19:45 hs. se iniciaban las acciones con el corte de los nueve
puentes que unen la Capital y el Oeste con el Sur del gran Buenos Aires, se
hostigaba al Regimiento 7 de La Plata y las brigadas de la policía provincial
de Quilmes, Avellaneda y Lomas de Zamora, se interrumpía el tránsito en los
dos caminos que unen La Plata con el Sur de Gran Buenos y se tendían dos anillos
de contención alrededor del cuartel de Monte Chingolo.
El
combate fue encarnizado en muchos de esos puntos, algunos con particular éxito
como el de la Avenida Pasco y en el puente de la Noria. En nuestro caso nos
tocó cortar el puente del camino de Cintura sobre el río Matanza. Allí una escuadra
del ERP, mal armada, cruzó muchos automóviles particulares y un gran camión
tanque y derramó el gasoil que contenía, provocando con él un enorme incendio.
A las 19:15 hs. Una columna de camiones y carrier del Regimiento 3 de La Tablada
rompió la contención y se dirigió hacia Lanús. La enorme diferencia de fuerzas
evitó que entráramos en combate.
Recuerdo que en la contención de la calle Montevideo estaba un compañero del
Secretariado de la Regional Sur al que le decíamos Juancito, ese nombre se lo
habíamos puesto porque era muy delgado, blanquito, casi trasparente. Alejandro
Bulit, que así se llamaba Juancito, intentó tirar una granada de fabricación
casera -la granada había sido alterada en su funcionamiento correcto por un
agente enemigo infiltrado en nuestras filas-, entonces Alejandro acciona el
encendido de la granada y aparentemente este no funciona, Alejandro mira el
mecanismo y en ese momento explota la granada destrozándole el rostro y una
mano. Debido a una reciente investigación sabemos que sus compañeros, dándolo
por muerto e inmersos en el combate, lo dejaron allí. Luego el enemigo lo recogió
moribundo y lo tiró al Riachuelo para que se ahogara, Alejandro reaccionó con
el agua y, pese a su estado, comenzó a nadar. Le tiraron varias ráfagas acribillándolo
a balazos. Alejandro Bulit o Juancito era un muchacho de 25 años que no aparentaba
gran fuerza muscular, parecía debilucho, pero una vez más demostró que su fortaleza
provenía de su mente, de su ideología, de su convicción en la revolución y del
amor a su pueblo.
A esa misma hora 70 aguerridos combatientes al mando del Capitán del ERP Abigail
Attademo iniciaban el asalto al cuartel. Ni bien entraron se encontraron con
nutrido fuego de ametralladoras antiaéreas y fusilería desde varios puntos,
haciendo evidente la preparación previa y con ella la pérdida del factor sorpresa.
De todas maneras el empuje de los asaltantes era tan grande que tomaron parcialmente
el cuartel, la guardia central, varios puestos de la guardia y la compañía Servicios.
Era tal el empuje de los combatientes del pueblo que las fuerzas del ejercito
burgués, que los doblaban en número y multiplicaban varias veces su poder de
fuego, sintieron que perdían el control de la situación y que el Cuartel caería
en las manos insurgentes. Ello no se pudo concretar por la llegada de los refuerzos
del Regimiento 3 de La Tablada y el Regimiento de Infantería 1 de Palermo. Pese
a la enorme superioridad del ejercito opresor los combatientes del pueblo se
reorganizaron y provocaron un contraataque para favorecer su propia retirada.
Cómo se explica tanto coraje, tanto heroísmo, tanto despliegue de preparación
combativa y combatividad. Cómo explicar que habría que remontarse a las batallas
de la guerra de nuestra primera independencia contra el colonialismo español
para encontrar hechos que se le puedan comparar. La única explicación es que
los combatientes revolucionarios del ERP estaban conscientes de ser protagonistas
de una batalla decisiva por la segunda independencia nacional, esta vez en contra
del imperialismo norteamericano, principal enemigo de la humanidad y de los
pueblos argentino y de toda América Latina.
Compañeros, ¿Yo les estoy proponiendo que vayamos a tomar un cuartel? ¿Yo les
estoy proponiendo que es la hora de tomar las armas? No. Yo les estoy diciendo
que es la hora de organizarnos, de prepararnos para reiniciar la lucha por el
poder con la misma determinación que lo hicieron nuestros hermanos hace 28 años.
Pero para lograr nuestros objetivos tenemos que ser millones, no alcanza con
la bronca de algunos cientos o de varios miles.
Entonces a todas las tareas de organización tenemos que agregarle una muy importante,
aprender a disputarle la conciencia de los hombres y mujeres del pueblo a la
burguesía, esa es la lucha fundamental en este momento. Hoy aquí somos trescientos
compañeros, cada uno de nosotros debe acercarse a su vecino, a su compañero
de trabajo o de estudio, a su amigo y convencerlo de lo que nosotros ya estamos
convencidos, y para lograrlo tenemos que partir de su nivel de conciencia y
no de nuestro estado de ánimo, porque nosotros ya estamos convencidos y si vamos
con toda la bronca que tenemos por todas las injusticias quizás el compañero
no nos comprenda y no nos acompañe. Entonces tenemos que aprender a ser maestros
de nuestros compañeros, y para eso es bueno no olvidarse de cómo pensábamos
nosotros antes de estar concientizados de la necesidad de la revolución. Entonces
así encontraremos la paciencia necesaria, las palabras adecuadas, las propuestas
justas y mañana seremos miles y esos miles serán nuevos educadores de su pueblo
para pasar a ser cientos de miles y, luego, millones. Nuestras propuestas, nuestras
ideas deben lograr enderezar la voluntad del 75 o quizás del 80 % de la población
detrás del objetivo revolucionario.
Nuestra lucha no debe ser sólo por objetivos aislados: un bolsón de comida,
un plan trabajar, un puesto de trabajo, un salario justo, o una salita y una
calle de asfalto, o agua potable y cloacas para el barrio. Tenemos que pelear
por eso y por mucho más. Pero además nos tenemos que preparar para ser poder,
para saber y poder gobernar este país. Tenemos que prepararnos para dirigir
la economía, la salud y la educación, para organizar al pueblo en su participación
en una democracia directa, tenemos que aprender a defender ese poder conquistado.
En síntesis, tenemos que prepararnos para sustituir el poder de la burguesía
y el imperialismo por el poder del pueblo revolucionario.
La disputa de la conciencia de las masas es una lucha ideológica, pero en cierto
punto comienza a ser una lucha política, es parte de la lucha política. Entonces
tenemos que aprender a hacer política, de la buena, la nuestra, una política
revolucionaria. En la izquierda argentina no sabemos hacer política, pasamos
de la lucha reivindicativa a la lucha ideológica y nos salteamos, porque no
sabemos y porque no tenemos fuerza suficiente, la lucha política.
Y, ¿qué es la lucha política? Es saber valorar las relaciones de fuerza entre
las clases enfrentadas y de acuerdo a esas relaciones de fuerza dirigir nuestras
acciones para que después de cada una de ellas nuestras fuerzas sean mayores
y las del enemigo de clase menores. Pero para hacer política es necesario tener
fuerza, si no tenemos fuerza lo que hacemos es ideología, que está bien que
la hagamos porque es parte de nuestra lucha, pero no alcanza. Es por esto que
la política es lo que más nos cuesta aprender a las fuerzas revolucionarias
porque para hacerla hay que tener fuerza, es como el problema del huevo y la
gallina y allí radica, hoy, la sabiduría de los militantes revolucionarios,
resolver ese "misterio", ¿cómo comenzar, con las pocas fuerzas que contamos,
a hacer política revolucionaria.
Nuestros compañeros, a quiénes hoy estamos recordando, estaban aprendiendo a
hacer política a disputarles espacios de poder a la burguesía. Eso también hemos
perdido en estos años y tenemos que recuperarlo. Y la política no se hace siempre
en el terreno que nosotros elijamos. El terreno de la lucha política, las más
de las veces, lo elige el que tiene más poder, en este caso la burguesía, si
no aceptamos esta parte de la verdad no aprenderemos a desarrollar la lucha
política de la clase obrera y del pueblo. A veces podremos, con inteligencia
y audacia, determinar el terreno de esa lucha, pero, repito, las más de las
veces el más fuerte elige el terreno de la lucha, es por ello que las fuerzas
revolucionarias deben desarrollar la astucia.
Nos han arrebatado la idea de que nosotros, el pueblo, los que trabajamos con
nuestras manos, los que hacemos todos los bienes que se ven sobre la tierra,
los que hemos sido empujados a la pobreza, a todos nosotros nos han arrebatado
la idea de que tenemos derecho al disfrute de los avances de la técnica, a la
idea de ser feliz en nuestra vida cotidiana. Compañeros nosotros también tenemos
derechos, nuestros chicos también tienen derecho a jugar en libertad, a tener
algo más que un plato de comida, tenemos que soñar con un mundo en el que el
pueblo alcance la felicidad colectiva y ese mundo hasta ahora se llamó un mundo
socialista, un mundo constituido y construido por hombres y mujeres con una
nueva consciencia solidaria y socialista. Ese mundo es por el que lucharon y
murieron nuestros compañeros. Desde aquí les decimos una vez más:
PorJulio Carreras
(h) ...Los Santucho son por lo general parcos, reflexivos,
metódicos. Roby era brillante, hiperactivo, apasionado: estas características
lo convirtieron en el "niño mimado" de la familia. Francisco René era parco,
metódico... y extremadamente generoso, humilde, autocrítico. Tengo para mí que
fue cediendo palmo a palmo ante su fogoso hermano como lo puede hacer un padre
amante ante un hijo pródigo y talentoso (aunque en el fondo no esté de acuerdo
con elementos esenciales de algunos de sus actos). Pero eso no se manifestó
en la vida pública de ambos (es decir, el funcionamiento interno del Partido)
donde todos los Santucho que militaron acataban a rajatabla la disciplina militar
de la Organización.
1973. Mario Roberto Santucho, Benito Urteaga, Enrique
Gorriarán Merlo y Carlos Molina
...Lo que sí percibí, por el diálogo,
el afecto, la solidaridad personal que me unía con FR, es un sentimiento de
congoja, desazón, un poco de cansancio, por lo que interpreté (yo interpreté,
no me lo dijo él) que su relegación a tareas relativamente secundarias era algo
muy injusto que a la vez lo deprimía. También es cierto que Francisco René se
ocupaba de muchísimas tareas en la ciudad de Tucumán, pues en aquél tiempo ningún
militante (menos los de dirección) efectuaba únicamente tareas específicas,
sino debía ser al mismo tiempo un obrero, un agitador barrial, así como ocuparse
de las tareas del hogar y si tenía compañera cocinar, lavar platos, lavar pañales,
pues se consideraba eso parte de la disciplina antimachista y revolucionaria
que debíamos efectuar para construir "hombres nuevos", comenzando por nosotros
mismos. El Negro (FR) no tenía a su compañera consigo, pero estoy seguro que
vivía "en equipo" (en ese tiempo todos vivíamos así) con otros compañeros y
compañeras, por lo cual estoy seguro de que también emprendía tales tareas.
...Sin duda Francisco René estaba entre los mejores marxistas leninistas que
había en el Partido, pues evidentemente él cuando emprendía algo buscaba llevarlo
hasta la máxima perfección y compromiso con lo que decidía hacer. Todos aceptábamos
el marxismo leninismo -incluyéndome, como lo sigo haciendo hoy: no he dicho
para nada que repudie al marxismo leninismo, por el contrario. Para ilustrar
esto puedo esgrimir varios artículos publicados en diferentes medios, pero sólo
transcribiré fragmentos de uno más o menos reciente, publicado en el periódico
La Verdad (de las Madres del Dolor):
[...]"La primera vez que Lenin subió
a un improvisado palco para dirigirse a la inmensa multitud que había tomado
Rusia, aquello debe de haberle parecido un hermoso sueño. Hasta algunas horas
atrás, era un pobre desterrado; su vida con su familia había transcurrido subsistiendo
en miserables pensiones europeas, con el riesgo de ser asesinado en cualquier
momento por la pervertida policía secreta del imperio. Un hombre para el cual
desde el espantoso linchamiento de su querido hermano, presenciado siendo un
niño, casi todo había sido sufrimiento, privaciones económicas, zozobra espiritual.
Decidido a tomar la antorcha de ese hermano amado, en quien los asesinos habían
castigado su militancia socialista, Lenin adoptó la lucha por esa utopía como
la razón de su vida. Y fue premiado con el maravilloso triunfo que convirtió
a su país en la primera nación socialista del mundo."
El
día que mataron a Santucho
Por: Víctor O. García Costa
Siempre tuve una especial valoración por la gente del PRT-ERP y
especialmente por su jefe, Mario Roberto Santucho. El PRT-ERP y
sus dos escisiones: PRT Fracción Roja, que editaba Combate desde
el 15-08-1973 en que apareció el Nº 1 y ERP 22 de agosto mantenían
contacto –supongo que también con otros partidos- con el Partido
Socialista Popular, cuya Secretaría General yo ejercía. El PRT-ERP
lo hacía a través de un militante muy serio y responsable al que
sólo conocí por el sobrenombre de Tito. A la vez, Tito me acercaba
las publicaciones del PRT-ERP, Estrella Roja, volantes y trabajos
doctrinarios que hoy están en mi biblioteca entre ellos Poder burgués
y poder revolucionario, que sintetiza el pensamiento de su autor;
Mario Roberto Santucho. Tito solía concurrir a la Sede del Partido,
Sarandí 56 de la Capital Federal, dejaba sus publicaciones, llevaba
las nuestras e intercambiábamos opiniones sobre la situación nacional,
que era grave.
Producido el golpe militar, Tito dejó de venir a la sede partidaria,
constantemente vigilada por la Policía, pero organizaba los contactos
en los lugares más extraños. Recuerdo uno de los últimos, a título
de ejemplo: en una calle de tierra en la zona de quintas de la localidad
de Antonio del Viso, donde nos esperaba leyendo un diario del día,
sentado en la entrada de una casa, con toda la apariencia de un
simple vecino. Luego, en medio de la mayor represión, Tito debió
salir del país y, creo, se radicó en Italia. Aunque no supe nada
más de él, me hubiera gustado saber cuál fue su destino. Nunca he
dejado de destacar el grado de responsabilidad con que se movían
para tratar de evitar problemas a sus entrevistados. Recuerdo, también,
su preocupación para que se restaurara, ofreciendo para ello la
colaboración del PRT, la colección de La Vanguardia, muy deteriorada
por el traqueteo a que había sido sometida durante la confiscación
de los bienes partidarios dispuesta por el gobierno militar de Juan
Carlos Onganía en 1966.
Más tarde continué recibiendo El Combatiente,
desde México, por correo. Venía en un sobre de avión, tamaño oficio,
unas veces membretado con el nombre de una Televisora, otras de
una Federación de Colegios y, también, de Universidades. Dentro
de cada sobre conteniendo la revista también venía un volantito
que decía: El presente envío del Combatiente
tiene por objeto difundir la posición de nuestro Partido en la lucha
contra la dictadura. Su dirección fue tomada de la guía telefónica,
por lo tanto lo eximimos de toda responsabilidad con respecto a
la recepción de este material. Así seguí recibiendo los materiales
del PRT-ERP hasta la vuelta a la democracia. Nunca esa correspondencia
me fue interceptada y creo que, de haber ello ocurrido, de poco
habría servido el volantito.
El lunes 19 de julio de 1976, a las 15:00 horas, aproximadamente,
un grupo militar irrumpió en el departamento B, del segundo piso
de una casa en la calle Venezuela 3145 de Villa Martelli donde,
entre otros, mató a Benito Urteaga e hirió al líder guerrillero
Mario Roberto Santucho, al que luego mataron o dejaron morir, desconociéndose
hasta hoy dónde fue escondido su cuerpo
Estaba yo en contacto más o menos asiduo con el profesor José Luis
Romero al que había llevado el borrador del documento que, redactado
y firmado por mí, dio el Partido Socialista Popular pocas días después
del golpe militar del 24 de marzo de 1976, para conocer su opinión.
Conservo la copia que le facilité y recuerdo que le pareció bien,
pero lo calificó de “muy ortodoxo”. Solía llevarle, también, algunas
publicaciones que llegaban a mis manos. De entre ellas, tenía un
especial interés en ver las publicaciones del PRT-ERP: Primero fue
Estrella Roja y, después El Combatiente.
Para ello, me trasladaba hasta su casa en la calle Cerretti de Adrogué.
Lo hacía en tren, primero normalmente y, producido el golpe militar,
atento a cualquier movimiento extraño o control de tropas, preparado
para tirar las revistas por la ventanilla que levantaba apenas un
poco, dejando una pequeña hendija.
Ese 19 de julio de 1976, llegué a casa de Romero poco antes de las
17:00 horas. Su esposa me abrió la puerta y me hizo pasar al escritorio,
un salón enorme, de techos altos, que yo bien conocía, rodeado de
estanterías colmadas de libros y de mapas de ciudades medievales
colgados, no sobre las paredes sino que descendían al lado de su
mesa de trabajo. Estaba muy excitado e indignado porque había oído
a un vecino, al que definió como un socialdemócrata, que le comunicaba
a otro vecino, por sobre la pared medianera, su alborozo por la
muerte de Mario Roberto Santucho. Así se había enterado él de lo
sucedido en Villa Martelli y por él me enteraba yo, que había estado
viajando en tren por más de una hora, de la muerte del líder guerrillero.
Al día siguiente, martes 20, la prensa destacaba en su primera página
tres hechos. En tipografía catástrofe la muerte de Mario Roberto
Santucho y sus compañeros a lo que calificaba, casi con satisfacción,
como “la mayor derrota de la subversión” y, también, la llegada
a Marte de la sonda Viking I y el pase al Sevilla de España del
futbolista de San Lorenzo de Almagro, Héctor Scotta, La relectura
de los diarios de esos días nos pone frente a una suerte de cambalache
discepoliano en el que se mezclaba la Biblia con el calefón.
Fuente: www.argenpress.info
[...]"La monstruosa estampida, planificada
hasta en sus últimos detalles por el imperialismo capitalista, levantó como
uno de sus sonsonetes más caros el supuesto "arcaísmo" de las ideas socialistas,
"demostrada" según sus ideólogos por «el fracaso de la Unión Soviética».
"Que esta es una rústica mentira queda en evidencia sólo con mirar las estadísticas
del producto interno del inmenso territorio ruso durante el zarismo junto a
las de ese mismo país en los años 50. O comparar la realidad miserable de los
millones de andrajosos habitantes de principios de siglo, con la ordenada participación
en los miles de obreros en las gigantescas estructuras productivas gestionadas
colectivamente en las ciudades y el campo. Gracias al socialismo -aún imperfecto-
la Unión Soviética había logrado convertirse en la segunda potencia mundial,
muy adelante de Japón, Inglaterra, Canadá o Alemania. Sólo EEUU estaba delante
de ella, en los años 50... debido a los incalificables crímenes cometidos sobre
Japón con sus bombas infernales y a su manipulación infrahumana de la guerra,
permitiendo que Europa cayera en la peor carnicería para convertir a sus países
en rehenes de la banca sionista norteamericana.
"Decir hoy que el socialismo "ha
demostrado su fracaso" porque una burocracia corrupta lo haya malogrado en Rusia,
es como sostener que el matrimonio se convirtió en una institución inviable
porque algún esquizofrénico haya asesinado a su esposa y sus hijos."
[...](Subtítulo)"Nuestros niños vivirán un mundo mejor
"Cuba es hoy el país más avanzado del mundo. Su sistema es un faro para la humanidad,
como lo fue desde que a mediados del siglo XX tomaran el poder ese puñado de
gloriosos idealistas conducidos por Fidel Castro y nuestro querido hermano Ernesto
Ché Guevara.
"Las estupideces intentando probar que Cuba es un fracaso, señalando su humildad
económica, son tan válidas como decir que Soros es para la humanidad un modelo
mejor que San Francisco de Asís.
"La espantosa calamidad que agitan sobre el mundo los salvajes -quienes llevan
como mascarón horrendo a George W. Bush- es el resultado de haberse convertido
el capitalismo en un cáncer. Como tal debe ser extirpado en un periodo próximo,
so pena de convertirse de otro modo en el destructor del planeta.
"Muerto a finales del siglo XIX, este sistema superado por sus propios mecanismos
sociales, ha logrado mantenerse en vigencia sólo por el perverso ejercicio del
crimen, la estafa, la mentira convertida en razón de estado. Inyectándole elementos
artificiales, han convertido al cadáver putrefacto del capitalismo en una horrenda
anomalía gobernante, igual que los tom-tom macutes del macumbero haitiano Duvalier.
"El socialismo ha resucitado en el inconsciente colectivo de toda la humanidad,
hoy. Con Cuba llevando su luminosa bandera a la vanguardia, es la única posibilidad
sensata para que nuestra especie siga evolucionando, hacia realidades cada vez
superiores y más felices... como lo ha venido haciendo, hasta ahora, desde sus
orígenes." (Fin de la cita)*
Entonces, el marxismo sigue siendo para mi criterio la herramienta más eficaz
que existe para analizar la realidad, en sus aspectos social e histórico. Lejos
de mis intenciones está el intentar desautorizarlo. Sí digo que muchos convierten
al marxismo (siempre incomprendido por ellos) en un resumen sectario que termina
por aislarlos de la realidad que dicen interpretar.
Es cierto que lo mismo sucede con los cristianos (generalmente con peores consecuencias).
¿Por qué me atribuyes el no repudiarlo? Por el contrario, los repudio en primer
lugar, porque la mayor parte de esos "cristianos" (en realidad no lo son, como
los fanaticos fundamentalistas tampoco son verdaderos marxistas), esos pseudocristianos
suelen disponer de grandes segmentos de poder (a veces de todo el poder, como
el generalísimo Francisco Franco). Repudio en primer lugar las acciones del
papa Juan Pablo II, a quien jamás consideré un lider cristiano, sino un vil
agente del imperialismo internacional. Lo hice también por medio de artículos
publicados, por ejemplo, "Carta abierta a la iglesia argentina"...
Ni golpe ni elección
Vamos ahora a la etapa que considero
clave para el problema que discutimos. La del interregno democrático del presidente
Cámpora, y los meses inmediatamente previos y posteriores. Cuando nos preparábamos
para las elecciones yo era militante de base del ERP en Santiago del Estero,
en un equipo integrado por Mario Giribaldi, Juan Mignani, la compañera de Mario
(una chica de La Banda, excelente compañera, cuyo nombre no recuerdo) y María
Rosa Di Chiara. Mario era responsable político, yo militar. La dirección del
Partido bajó instrucciones precisas que para la "farsa burguesa" que se avecinaba,
nuestra consigna debía ser "Ni golpe ni elección: Revolución". Tomando para
esta circunstancia una consigna ultraizquierdista de los grupos más sectarios
y pequeños de la Universidad, como Espartaco o el FAUDI, de raíz trotskista
(que compartíamos por entonces, ya que el PRT formaba parte de la IV Internacional).
Pronto -hacia enero de 1973- empezó a cambiar la postura partidaria, lo cual
se comunicaba en Boletines Internos (BI) y los editoriales de El Combatiente, así como en la "prensa legal" (Posición
y Nuevo Hombre). Pues se analizaba la posibilidad de un frente amplio (es decir,
entre sectores revolucionarios) para participar de las elecciones, pues era
impresionante el crecimiento de nuestro partido entre el pueblo, al punto de
que cada semana se verificaban nuevas incorporaciones o sectores políticos interesados
en aliarse con el PRT, especialmente en las regionales Córdoba, Tucumán y Buenos
Aires. Había mucho entusiasmo entre los compañeros. Extraoficialmente, se conversaba
de que el Partido le había propuesto a Agustín Tosco la candidatura a presidente,
llevando como vicepresidente a Armando Jaime, un peronista revolucionario de
Salta. Esta propuesta evoluciona y desde el Partido se lanza una orden general
que lleva a extraordinarios esfuerzos para conformar un Frente Popular con miras
a participar en las elecciones: ya es demasiado tarde, estamos en febrero, faltan
menos de 30 días para la votación. No se logran acuerdos de importancia con
otros sectores, Tosco prefiere no comprometerse con algo que parece muy improvisado...
a la postre, el Partido termina dejando a sus militantes en libertad para votar
a conciencia, por quien le parezca mejor. Pero reparte unas calcomanías -del
ERP- y unos volantecitos a color, con la bandera del ERP y algunas consignas.
Se instruye en los equipos para que pongamos esos volantecitos en el sobre y
los depositemos en las urnas, a manera de "encuesta", para ver cuántos están
dispuestos a votar al ERP.
El 11 de marzo de 1973 voté a Cámpora. "Que me perdonen los compañeros" -pensé-
pero yo era la primera vez que votaba (me había criado prácticamente bajo dictaduras
militares) y no iba a tirar, a los 22 años, mi voto poniendo estampitas en las
urnas, aunque fuesen de una estrella roja.
La situación general desató intensas discusiones en el Partido, que además sufría
otros profundos desgarramientos, como su separación de la IV Internacional bajo
durísimas acusaciones mutuas, y la escisión del ERP 22 de Agosto, grupo de compañeros
conducidos por cuadros del PRT, como el Gallego Fernández Palmeiro o Vicente
Zito Lema, que consideraban lo correcto aliarse con el peronismo, en esta circunstancia,
y votar a Cámpora. **
Nosotros estábamos indecisos (me refiero a uno u otro compañero o compañera
que conversábamos amigablemente aquí o allá, sin atrevernos a plantear nuestras
dudas abiertamente, pues nos considerábamos "perejiles" o cuadros menores).
Ya en el periodo democrático se produce el desastre del Comando Sanidad (junio
de 1973) y el inesperado copamiento del Regimiento de Azul, enero de 1974, que
agudizan las contradicciones tanto en el seno de la sociedad como entre nosotros
mismos. Quien era mi novia en ese entonces fue luego mi esposa y sigue siéndolo
hasta hoy; me acompañó en la cárcel y la posterior continuidad de una vida en
común. Es una cordobesa, con quien discutíamos este asunto: ella puede testimoniar
la furia con que recibí ambas acciones del ERP, diciéndole "Estos estúpidos
-aunque sean nuestros compañeros- ¿No se dan cuenta que estamos creciendo extraordinariamente
entre las masas, y con eso le dan argumentos al enemigo para que nos aniquilen?".
Pues bien, para ir al tema central del debate, mencionaré una conversación a
solas con Francisco René Santucho, una noche de Enero de 1974, en una plazoleta
que hay al lado de la Terminal de Córdoba, en un banco de cemento, a las once
menos diez, mientras lo acompañaba a esperar el colectivo que debía llevarlo
de regreso a Tucumán. Allí fue donde expuse mi profunda disconformidad con la
línea partidaria que impulsaba acciones armadas de gran envergadura y alto riesgo,
cuando el momento político que vivíamos, a todas luces, alentaba a poner todos
los esfuerzos en el desarrollo y consolidación de una estructura de masas (el
"agua" de los vietnamitas) que nos permitiera volver, cuando fuese necesario,
a combatir en la clandestinidad pero con gran inserción nacional en todos los
sectores de nuestro pueblo, lo cual dotaría al Partido de infinitos recursos
para tener éxito en su lucha revolucionaria. El me dijo coincidir con ese análisis.
Entonces le pregunté, respetuosamente, dado su lugar en la Dirección del Partido,
por qué no planteaba él esos cuestionamientos. Textualmente me contestó: "No
nos van a dar bola. Estamos en minoría".
No puedo decir más que eso. Fue la última vez que lo vi. La guerra se intensificaba.
En mayo de 1974 allanaron la revista Posición, donde trabajaba, y nos detuvieron
por 48 horas a Rodolfo Mattarollo, Nelso del Vechio y a mí. En agosto de 1974,
mi concuñado, José Luis Boscarol, médico y uno de los jefes del ERP en Córdoba,
murió en combate con una patrulla policial, poco después de copar el cuartel
militar de Villa María. Su esposa -hermana de Gloria, mi compañera- obviamente
no podía retirar el cadáver, por lo cual decidimos ir nosotros a hacerlo. De
nuevo nos meten presos. Increíblemente (Córdoba era un batifondo tremendo, había
combates a cada rato), nos sueltan dos días después, pero una semana más tarde
lanzan el pedido de captura para ambos. Desde entonces no podemos detenernos
mucho en ningún lugar, y luego de pasar por varias casas de Córdoba y Santiago,
debimos alejarnos lo más que pudiéramos de esos lugares donde nos buscaban para
liquidarnos. 1975 me tomó en San Francisco de Córdoba, donde trabajé primero
como albañil, luego como encargado de personal en una gran fábrica metalúrgica,
efectuando las agotadoras tareas del Partido y el ERP además, hasta que nos
capturaron -a mi esposa, mi hijita Anahí de 5 meses y a mí-, el 13 de enero
de 1976.
En el invierno de 1977 llevaron a Sierra Chica un compañero del ERP que había
sido responsable militar de una zona de Tucumán. Le pregunté si sabía algo de
mi amigo. Me miró en silencio por un instante. ¿No te habías enterado? Me dijo.
No, contesté. Lo han secuestrado. Algunos compañeros dicen que lo han visto
con vida, por última vez, en "La Escuelita" de Famaillá. Estaba muy torturado.
Hablábamos de Francisco René (el Negro) Santucho, fundador del FRIP y por entonces
-según me dijo el compañero- Responsable del Area Legal del PRT en la ciudad
de Tucumán.
No había experiencia ni voluntad de acción política pública
Volviendo al periodo peronista antes del golpe, el crecimiento del PRT y sus
simpatizantes, que se canalizaba a través del FAS, sigue de un modo extraordinario.
En todos los barrios -especialmente los más humildes- se movilizaban cantidades
de gente en acciones solidarias, cooperativas, asociaciones vecinales, etcétera,
liderados por compañeros. Pero también seguían los combates y acciones militares
de gran envergadura, algunos muy exitosos como el de Villa María, otros desafortunados,
como el de Catamarca. Aunque sin que haya una relación directa, pero en tal
contexto se incrementan de un modo brutal las acciones de represalia por parte
de las "Tripe A" y el "Comando Libertadores de América" (su versión cordobesa).
Recuerdo no sin espanto que una mañana me levanté, salí de la pensión donde
por entonces nos alojábamos con mi esposa, en un barrio de Córdoba (era un viernes),
y en la portada de los diarios vi: 44 muertos durante esta semana. ¡44 muertos
en manos de los parapoliciales! Y, ¿quiénes eran sus víctimas? Esos dirigentes
vecinales, sindicales, villeros, que nosotros estábamos reclutando para la actividad
política legal de nuestro partido. Estaban a mano, pues a diferencia de nosotros,
no poseían armamento ni instrucción militar, ni sistemas de comunicación rápida
que les permitiera eludir las acciones depredadoras repentinas del enemigo.
Esto me desasosegaba (creo que a todos) cada vez más. No tenía mucho tiempo
para pensarlo, sin embargo. Muy pronto, a principios de 1975, el PRT decretó
nuevamente el abandono virtual del trabajo político público, y se concentró
estrictamente en el fortalecimiento del aparato interno. Ello a través de Escuelas
de Cuadros, prácticas clandestinas, etcétera.
De tal manera nos deslizamos con gran sigilo durante meses muy intensos, hasta
que... de repente, hacia fines de 1975... ¡otra vez salió una orden de la dirección
invitando a una "tregua" a las fuerzas enemigas, y llamando a los militantes
para establecer vínculos democráticos con todos los sectores políticos!... Debíamos
esforzarnos en realizar reuniones con "todos los sectores democráticos", para
"solicitar al gobierno una Asamblea Constituyente". Esta decisión (que según
mi criterio se debía a que nos estaban diezmando aceleradamente) no tuvo gran
eco. Me recuerdo haciendo el ridículo durante una reunión efectuada en San Francisco
de Córdoba (cabecera del departamento San Justo) en el sindicato de la Sanidad,
a la hora de la siesta, con un calor de 40 º... todos encapuchados... habíamos
puesto como condición que los otros sindicalistas (de la UOM, UOCRA, etcétera,
y miembros de la UCR, PC, Partido Socialista, etcétera), con quienes queríamos
iniciar un "diálogo político" estuvieran encapuchados también, pues era demasiado
peligroso que conocieran las caras de los militantes de un movimiento perseguido
a muerte como lo éramos en ese momento. ¿Cómo podríamos llegar a acuerdos políticos
profundos en esas condiciones? Fue la primera y última reunión que hicimos,
creo que muchos de los dirigentes legales que aceptaron participar lo hicieron
únicamente por curiosidad.
Los
jóvenes del PRT
No quiero alejarme de los ejes que marcas en tu nota, por ello expresaré lo
que creo respecto de dos último puntos:
a) la resposabilidad de Roby Santucho en el desastre de Monte Chingolo.
b) Los militantes marxistas leninistas del PRT y su comparación con los militantes
cristianos.
Respecto de si Roby sabía o no que el combate de Monte Chingolo estuvo entregado,
no caben dudas. Existen abundantes testimonios documentales sobre ello. No hace
mucho la revista Estrella Roja -editada por uno de los grupos que pretende continuar
al PRT en la actualidad- publicó la copia de un BI de aquella época, donde se
expresa claramente que el Comandante Roby ordenó continuar con los planes previstos,
pese a conocer que había grandes riesgos de que el enemigo los conociera, dado
que había sido descubierto un infiltrado policial, quien fuera juzgado por un
Tribunal Revolucionario y ejecutado en esos días. Hay varios compañeros que
ocupaban puestos de dirección y ellos podrían dar testimonio irrefutable en
tal sentido hoy. Me limitaré a citar textualmente un fragmento del excelente
libro de Luis Mattini *** sobre este asunto:
(luego del descubrimiento del infiltrado policial)"...Por una elemental regla
de seguridad Santucho y el Buró Político deberían haber "levantado" la acción
planeada y el no haberlo hecho no tiene la más mínima justificación. Sólo se
explica entendiendo que a esta altura estaban perdiendo totalmente la conciencia,
la iniciativa y entraban en la desesperación.
"En sesión del Buró Político, Santucho afirmó que había hecho "un examen minucioso
de los hechos [...] y del mismo se desprendía que la operación no estaría detectada".
Por lo tanto insistió en llevarla a cabo para lo cual era necesario reemplazar
al jefe caído (Juan Ledesma y gran parte del aparato logístico del ERP, entregados
por el parapolicial). Esta cuestión no era fácil, el ERP no tenía demasiados
jefes militares capaces de encarar operaciones de esa envergadura. Finalmente
optó por Benito Urteaga. El personal que se emplearía serían las compañías de
las regionales del Gran Buenos Aires reforzadas por un numeroso grupo que estaba
acuartelado esperando para marchar al monte. Asimismo militantes del PRT que
no revistaban como guerrilleros del ERP en Buenos Aires deberían colaborar para
bloquear los posibles accesos a la zona del arsenal por las fuerzas represivas."
c) Durante la militancia en Santiago
del Estero y en Córdoba conocí a muchas de las mejores personas que hubiese
tratado en mi vida. Compañeros extraordinarios, sigo considerando hasta el día
de hoy que eran lo mejor de la juventud de entonces, por talento, capacidad
de trabajo, inteligencia, generosidad, imaginación. Todos ellos eran marxistas
leninistas, y apenas uno o dos cristianos. De estos últimos, el que más recuerdo
era un sacerdote católico, a quien llamábamos "Cura Gringo" (no podíamos conocer
nuestros nombres verdaderos). Me contaron que su último destino fue en los cerros
tucumanos, donde los militares de Bussi lo capturaron y, sabiendo que era cura,
lo clavaron en una cruz, cabeza abajo, y lo torturaron salvajemente hasta que
expiró. Eso cuando aún mi esposa Gloria y yo estábamos en libertad.
Más tarde, en la cárcel, nos separaron, pues las mujeres -luego de un período
terrible de aniquilamiento en el Campo de Concentración de la UP1, en Córdoba
y otras- fueron a parar todas a Villa Devoto. Mientras los varones fuimos depositados
finalmente en Rawson, Sierra Chica y La Plata. A mí me tocó habitar las dos
últimas.
Durante los siete años (menos dos meses) que me tocó estar en prisión, conocí
a los mejores compañeros que tuve oportunidad de tratar en mi vida entera. Y
los mejores de los mejores, eran los del PRT. Entre nosotros hubo un porcentaje
tan mínimo de traiciones, que no sé si llegan a los dedos de las manos para
contarlos entre cerca de unos dos mil compañeros del PRT presos durante ese
periodo. Mientras no podemos decir lo mismo de otras organizaciones, de donde
se desprendían pelotones enteros para ofrecer mayor o menor grado de colaboración
a un enemigo que ya parecía omnipotente.
Mi conocimiento de la vida partidaria interna se acrecentó enormemente, y pude
reconstruir grandes huecos oscuros que tenía sobre la historia del PRT, gracias
al diálogo con numerosos compañeros provinientes de las diferentes regionales.
Así como otros que militaron en el ERP, en la Compañía del Monte (donde estuvo
también la hermana de mi esposa) en los sindicatos del Cordón Industrial de
Buenos Aires, etcétera. Quiero decir con todo esto que nada me separó ni me
separa de los compañeros marxistas leninistas auténticos con quienes guardé
y guardo un compañerismo y afecto fraternos. Mi convicción es que tanto se puede
ser marxista como cristiano, lo que importa es ser alguien que aspira a ser
bueno y por lo tanto, buen revolucionario. Lo demás, se va solucionando en la
práctica común, como lo hicimos entonces y ahora, durante el desarrollo de la
militancia en el seno mismo de los sectores trabajadores, de los más humildes
y necesitados...
Julio Carreras (h)
NOTAS
* LA PAZ AVANZA DE LA MANO CON EL SOCIALISMO. Por Julio Carreras (h) Periódico
LA VERDAD. De las Madres del Dolor. La Banda, Santiago del Estero, agosto de
2002.
** De marzo a octubre de 1973, período signado en lo político por la renuncia
de Cámpora y el nuevo llamado a elecciones, nuestro Partido lanza otra vez su
convocatoria a desarrollar el FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo)
donde confluyen los más revolucionarios sectores de izquierda y algunas franja
del peronismo del interior, como la Columna Sabino Navarro de Montoneros, el
Frente Peronista Revolucionario y una fracción del Peronismo de Base. En agosto
del 1974 se llama al II Congreso del FAS en Tucumán (el primero se había efectuado
antes de las elecciones de marzo, en Córdoba). Esto sirve para mostrar la inmensa
capacidad de movilización del PRT, compartiendo el mérito con el Peronismo Revolucionario
de Salta y Jujuy, que en un estadio de futbol logra reunir una inmensa multitud,
ante la cual Tosco pide disculpas por no aceptar la candidatura a presidente
ofrecida. La razón de esta renuncia -luego de una semiaceptación pública a través
de los medios- aunque Tosco no la dice, es la imposibilidad de llegar a un acuerdo
entre el PRT, sectores del radicalismo (Alfonsín) y el PC, este último de gran
importancia estructural para Tosco. La piedra de la discordia era la exigencia
de ambas fuerzas legalistas, en el sentido de que el ERP dejara de actuar militarmente.
*** Luis Mattini (nombre de guerra de Arnold Kremer, miembro de la dirección
del PRT durante los años 73-76). El párrafo citado pertenece al libro Hombres
y Mujeres del PRT. Ediciones De la Campana. Buenos Aires, abril de 1996.
[Ver Documentos del PRT]
El 19 de julio de 1976, junto a Santucho, cayó combatiendo Benito Jorge Urteaga
y en las cercanías fue secuestrado Domingo Menna. Eran ellos, junto a Mario
Roberto, los más destacados miembros de la dirección del PRT. También fueron
secuestrados y desaparecidos los importantes cuadros partidarios: Liliana Delfino,
Ana María Lanzillotto y Fernando Gértel. El estupor que causó la muerte de Santucho
y los homenajes posteriores postergaron el reconocimiento hacia los demás compañeros.
Hoy queremos recordar a quién fue no sólo uno de los más importantes dirigente
de nuestro Partido y sino de la Revolución en la Argentina.
Benito, o Mariano como lo llamábamos en la clandestinidad, era oriundo de la
ciudad de San Nicolás. Su padre era diputado radical, durante la presidencia
de Arturo Illía, cuando éste fue derrocado por el golpe militar encabezado por
el dictador Onganía, el 28 de junio de 1966. Ese día Benito, que tenía alrededor
de 19 años y trabajaba como secretario de su padre, se había dirigido junto
a sus compañeros a las inmediaciones del Congreso para reunirse en la confitería
El Molino. La leyenda cuenta que durante la reunión, mientras sus compañeros
rumiaban la impotencia, él fue el más decidido del grupo: “ante esta situación
–dijo- lo que tenemos que hacer es empuñar las armas”.
No conocemos las circunstancias de su ligazón e incorporación al PRT, pero es
evidente que inmediatamente se puso a concretar la propuesta hecha en la confitería
El Molino. Es así que los documentos partidarios ya lo mencionan jugando un
papel destacado en la lucha interna desatada en el Partido a mediados de 1969.
Leemos en el documento del Vto Congreso que fue “la carta de Mariano, primera
reacción del ala leninista” la que alertó sobre la inoperancia de la dirección
en aplicar las resoluciones del IV Congreso partidario, convirtiéndose, de esta
manera, en uno de los más firmes dirigentes de la Tendencia leninista.
Participó en el V Congreso del PRT que fundó el ERP el 29 y 30 de julio de 1970,
y fue electo miembro del Comité Central y decidido combatiente en las primeras
acciones armadas. En noviembre de ese año fue detenido por su participación
en la expropiación del Banco Comercial del Norte. En la cárcel se destacó en
la preparación de la fuga del Penal de Villa Urquiza, la que se concretó el
6 de septiembre del año siguiente. En cruento combate se abrió camino hacia
la libertad junto a 17 compañeros. Las fuerzas represivas tendieron un cerco
sobre la ciudad de Tucumán, recapturando algunos de los evadidos, pero él junto
a otros logró evadirlo y reincorporarse a la lucha.
Después de la detención de Santucho y Gorriarán en agosto de 1971 y del secuestro
y desaparición de Pujals el 16 de septiembre, Mariano asumió la máxima dirección
del Partido, y se instaló en Buenos Aires y, posteriormente, en La Plata. En
esa época lo conocí. Entre otras tareas estaba impulsando la formación de los
Comités de Base. Apoyándose en los mismos el PRT proponía construir un partido
electoral con vistas a ampliar nuestra respuesta a la táctica contrarrevolucionaria
del Gran Acuerdo Nacional. Un día, a principios de 1972, me citó y me designó,
bajo la responsabilidad de la entrañable compañera Susana Gaggero, para que
iniciáramos el trabajo del Frente Legal partidario en la Regional Sur de Buenos
Aires. Cuando el 22 de agosto de 1972 nos enteramos de los fusilamientos de
Trelew nuestro ánimo era de dolor por los compañeros asesinados y odio y furia
contra los militares asesinos. Yo pesaba: “ahora vamos a salir a reventar milicos”.
Con ese ánimo llegué a la casa de una compañera y me encontré a Mariano quién
había terminado de escribir un largo documento al pueblo argentino donde denunciaba
los crímenes, analizaba la situación política y llamaba a redoblar la lucha
para terminar de derrotar a la dictadura, también alertaba al pueblo sobre la
táctica del engaño que significaba el GAN. Pero lo que más me llamó la atención,
y que reflejaba su maduración como dirigente revolucionario, fue la serenidad
de Benito y del documento, el cual finalizaba con esta consigna: “Ante esta
provocación respondemos serenamente ¡Han muerto dieciséis revolucionarios! ¡Viva
la revolución!
Además de dirigir al Partido y al ERP, en esos momentos de brusco viraje en
la situación política y de extrema debilidad de la estructura organizativa del
Partido, por los golpes de la represión, debió asumir nuevamente la lucha interna
en contra de dos corrientes que se oponían al leninismo que encarnaba el PRT.
Una orientada por el trotskysmo de la 4ta. Internacional y, la otra influenciada
por el rebrote populista en las filas de la izquierda, debido a que en algunos
compañeros generó expectativas la táctica confrontativa de Perón con la dictadura
de Lanusse. También, por esta época, Mariano me encargó que organizara una reunión
en mi casa de la que participaron él y Silvio Frondizi. Mientras yo cebaba mates
escuchaba como Mariano le proponía a Silvio integrar la formula presidencial
junto al ya legendario Agustín Tosco. Silvio aceptó inmediatamente y dijo estar
“muy de acuerdo, incluso con el orden”, y agregó algo que le escuché decir otras
veces, que él era un traidor a su clase, la burguesía, ya que luchaba del lado
de los obreros.
Después del 25 de mayo de 1973, Benito jugó un extraordinario papel en la tarea
de construcción del Partido en el proletariado industrial de las grandes fábricas.
Se conserva su conferencia sobre la formación multilateral de los cuadros de
un partido revolucionario. En ella puso énfasis en la fusión del Partido con
la vanguardia obrera y en la que se refleja la experiencia que personalmente
estaba realizando. Por esa época además de sus responsabilidades en el Buró
Político partidario – jefe de inteligencia, de allí su grado de Capitán del
ERP, dirigir la Regional Buenos Aires y luego las tres regionales en las que
se dividió esta- fue designado, para completar su formación, responsable del
Frente partidario en la fábrica automotriz Ford. A esta tarea le imprimió un
extraordinario dinamismo. Edición de volantes, boletín fabril. Organización
de las células de militantes partidarios, etc. El papel dirigente en las jornadas
de junio y julio de 1975 que los jóvenes y poco experimentados militantes obreros
jugaron en las movilizaciones de esa fábrica, y de toda la zona norte del Gran
Bs As, no fue ajena a su intervención. Benito fue así uno de los protagonistas
de la columna Norte de las Coordinadoras en lucha.
Después de la caída del Comandante Juan Eliseo Ledesma, jefe del Estado Mayor
del ERP, Mariano fue designado al mando de la operación de asalto y copamiento
del Batallón de Arsenales 601 de Monte Chingolo. El 23 de diciembre el ERP emprendió
la acción más grande y más ambiciosa; en ella participaron trescientos combatientes
las tres compañías y el Pelotón especial que formaban el Batallón General San
Martín de Buenos Aires. Nos vimos al otro día, no parecía haber entrado en la
desesperación, como ha dicho un ingrato ex compañero suyo, más vale era tranquilidad
y firmeza lo que trasmitía a sus subordinados. Me entregó un montó de papelitos
de control de los participantes en el asalto y de los informes y me pidió que
ordenara los nombres de los compañeros que no habían regresado, eran 45, luego
supimos de alguno más. De los informes extrajimos los más interesante y los
pasamos a la redacción de la Estrella Roja.
La dura derrota sufrida en esta acción no doblegaron su extraordinario optimismo
y su voluntad de seguir firmemente en la lucha. De las reuniones del Secretariado
de la Regional Sur, que tuvimos en los meses siguientes, recuerdo algunas anécdotas
que reflejan su carácter y entusiasmo. Una ves nos dijo: “en el Buró Político
calculamos que en cinco años más es posible que tomemos el poder”. Otro compañero,
Luís Angelini, el Gordo Horacio dirigente de los obreros de la fábrica Rigolleau,
me pasó un papelito por debajo de la mesa en el que decía: Horacio, Jefe de
la Cheka, Roberto, o sea yo, Comisario de Chivilcoy. En otra oportunidad, cuando
la represión arreciaba sobre el pueblo y sobre las organizaciones revolucionarias
nos dijo, sin formalismos, en tono coloquial, lo cual no le quitó gravedad a
sus palabras logrando que todos lo sintiésemos como un juramento, que: “Así
quede vivo uno sólo de nosotros el PRT va a seguir existiendo”.
Mariano, o Benito, era un muchacho alegre, dicharachero. En las muchas reuniones
que compartimos, pese a no abandonar su función de dirigente partidario, no
podía ocultar su picardía y su buen humor, siempre dispuesto a contar un chiste
que disfrutaba contagiosamente, tomar un vino, tocar la guitarra y cantar con
sus amigos. Una anécdota que cuenta Pola Augier lo pinta tal como era. Como
no podían casarse legalmente, un día que caminaban por Avellaneda le dijo a
Pola que ya era hora de que se casaran. : “Se metió en una joyería y compró
dos anillos de compromiso. Salió muy contento y detuvo a una viejita que pasaba.
Sin vacilar y con esa sonrisa compradora que conseguía todo, le dijo: ‘Linda
señora, hemos observado a todos los que pasan por esta calle y creemos que usted
es la más respetable. Ella y yo nos queremos mucho y no podemos casarnos por
razones poderosas. Quisiera que usted nos casara, ahora, aquí mismo’...ella
dejó las bolsas y con una gran sonrisa preguntó a Mariano si teníamos anillos.
Los tomó en sus manos, les dio un beso y mientras nos colocábamos mutuamente
los anillos, dijo algo así como: ‘Deberán amarse y respetarse hasta que la muerte
los separe. Dios los Bendiga’. Nos dio un beso. Levantó las bolsas y retomó
su camino”. De su matrimonio con Pola Augier nació su hijo José.
El 19 de julio, el PRT sufrió su golpe más duro del cual no pudo reponerse,
no sólo Robi y el Gringo Menna cayeron combatiendo sino sus compañeras Liliana
Delfino, miembro del Comité Ejecutivo, y Ana María Lanzillotto y Fernando Gértel,
también perdimos a nuestro jefe y querido compañero Benito Urteaga, Mariano.
Pese a todo sus enseñanzas y su ejemplo no se han perdido, permanecen vigentes
en la voluntad de las nuevas generaciones de revolucionarios quienes las llevaran
como bandera hacia la victoria.
BENITO URTEAGA
HÉROE DE LA REVOLUCIÓN
ANTIIMPERIALISTA LATINOAMERICANA Y SOCIALISTA
HASTA LA VICTORIA, SIEMPRE
El análisis debe hacerse a partir de la ruptura del PRT con el sector morenista,
cuando comienza a hacerse una rectificación en la línea perretista, en especial
de los hermanos Santucho que provenían del nacionalismo popular del FRIP. Sin
duda que todo eso gira en torno a la maduración política de Mario R. Santucho,
impactado por el avance de la lucha de clases en
nuestro país y por la victoria de la revolución
cubana que apreció personalmente.
De las mejores virtudes del PRT, haremos una apretada síntesis de la que se
desprende, como principal, el planteo de la necesidad de un partido que apunte
a ser un partido del proletariado, el no haber vacilado en empuñar las armas
y llamar a conformar el «Ejército Popular» (verdadero objetivo de la creación
del ERP, y no tomar a éste como el brazo armado del PRT más allá de la pertenencia
orgánica de los combatientes al PRT), e iniciar la lucha armada producida la
situación de crisis revolucionaria a partir del Cordobazo.
El PRT tuvo una estructura partidaria propia del partido de cuadros, celularizado
y compartimentado, con una dirección centralizada, basando además la democracia
interna en el centralismo democrático. Fue un partido de acción que ganó el
respeto del pueblo con la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Para avanzar en los frentes de trabajo conformó distintas comisiones nacionales
que no cayeron en el formalismo (comisiones de prensa, frente de propaganda,
organización y finanzas, comisión de solidaridad con los presos y comisión gremial,
etc).
Tuvo el objetivo de conformar organizaciones más amplias como la Juventud Guevarista,
que organizó a jóvenes simpatizantes y aliados en secundarios y universitarios
como filtro al Partido. También existieron comités sindicales de base en los
principales centros fabriles y se impulsó al FAS como núcleo del frente y tercera
«varita mágica».
También interesa ver los déficits de esta rica experiencia del partido dirigido
Santucho. Sin
duda los errores fueron de origen político, a saber:
-Mantener resabios trotskistas de la «revolución permanente», que se expresaban
en su mismo programa, resumidos en su consigna «por la revolución antiimperialista
y socialista» en vez de la que hubiera sido correcta: «Revolución Democrática,
Popular y Antiimperialista dirigida por la clase obrera y en marcha al socialismo».
El PRT no tenía bien en claro el problema nacional de la revolución planteado
por Stalin, si bien fue la organización que mejor supo rescatar los símbolos
y las fechas de la guerra anticolonialista en nuestro país. Fue un error entrar
y mantenerse adentro de la IV Internacional trotskista que, en el fondo contraria
a la línea de lucha armada, le formó fracciones como la «Fracción Roja» del
ERP con Joe Baxter.
-A consecuencia de errores políticos también hubo una desviación militarista
y al mismo tiempo o desprendido de la mal concepción de la formación del Estado,
ya que al inicio del gobierno peronista de 1973, mientras ofrecían una tregua
al gobierno de Héctor Cámpora, comprometiéndose a no tocar ningún funcionario
del gobierno, seguía sus operaciones militares con la consigna de «Ninguna tregua
al ejército opresor y las empresas imperialistas». Estas acciones armadas llevaron
al intento de copamiento del cuartel de Sanidad en setiembre de ese año, cuando
las masas populares aún tenían bastante expectativa en el gobierno que habían
votado tras la dictadura. Allí cometieron un doble error: equivocada táctica
hacia las masas y separación artificial de gobierno-Estado.
-Una vez consumado este error (materializado en el asalto al comando de Sanidad)
también se aprecian errores tácticos militares muy gruesos.
Al considerar correctamente al Ejército como una fuerza de elite del estado,
subestimó al resto de las fuerzas represivas creyendo que se desbandarían.
No contaron con la experiencia del EGP de Jorge Masetti en Salta, que fue aniquilada
en abrilde 1964 por la Gendarmería. En la propia lucha rural del ERP en Tucumán
hubo un primer cerco tendido por la Policía Federal, que Santucho debió romper
en una dura semana de marchas forzadas en plena etapa de entrenamiento del primer
contingente rural.
-A medida que el PRT-ERP se fortalecía y desarrollaba cayó en el formalismo-militarismo
de formar grandes unidades de combate, el formalismo de completar las plantillas
de oficiales y si estas unidades no tenían esa forma administrativa, no entraban
en combate.
Este error llevó al desastre de Regimiento de Catamarca, ya que se suspendió
una importante acción en Rosario, porque la compañía «Combate de San Lorenzo»
aúnestaba completando la plantilla.
Se decidió entonces el asalto a la unidad del ejército en Catamarca para el
cual se disponían dos compañías: la «Decididos de Córdoba» y la de Monte «Ramón
Rosa Jiménez». Se optó por ésta, que debió trasladarse a un terreno desconocido
y atacar a una compañía acantonada y descansada (lo que el Che Guevara siempre
desaconsejó).
Indudablemente obnubilados Santucho y el resto del ERP con el éxito de la «Decididos
de Córdoba» en el ataque al Destacamento 141 de Córdoba y en menor medida a
la Fábrica Militar de Villa María, se encaró mal lo de Catamarca.
Si bien en principio no se pretendía entrar en operaciones en el monte tucumano
(el traslado allí de combatientes experimentados era para prepararlos para el
monte), el movimiento fue detectado.
El reaccionario gobierno de Isabel Perón inventó un conflicto policial en Tucumán
y envió a la Federal a la provincia. Esta se quedó e inició el cerco ya mencionado.
Quedaban dos opciones para el ERP: desaparecer, descubierto el foco antes de
tiempo, o presentar batalla.
Se optó por lo segundo sin una decisión tomada en el colectivo del Comité Central,
violándose el centralismo democrático y cayendo en el «ordeno y mando» de Santucho.
Fue un error táctico entrar en combate sin una fuerza con asentamiento político
en la zona. Se dió certeza al enemigo de su existencia y no se buscó despistarlo
buscando otro rumbo para el funcionamiento de la Escuela de monte.
Otro error fue la subestimación del enemigo. Tal vez por autosuficiencia, se
informó en el periódico «Estrella Roja» del «exitoso ensayo de la Subametralladora
JCR». Sin querer, se estaba dando información a la inteligencia enemiga diciendo
«tenemos una fábrica de armas».
Uno de los mayores errores de tipo militaristas fue medir la acumulación de
fuerzas principalmente en número de combatientes, bajas producidas al enemigo,
armas ocupadas, cantidad de prensas vendidas y no privilegiar la acumulación
de fuerzas en la dirección del movimiento de masas.
Así no se vio el repliegue del movimiento de masas a partir del Rodrigazo, en
1975. En vez de acompañar a las masas y refugiarse ahí para moverse como «pez
en el agua», el PRT-ERP -ya muy golpeado-, se quedó solo tratando de mantener
«la ofensiva». Se cayó en cierto modo en la guerra de aparatos, sin tener en
cuenta la correlación de fuerzas y el retroceso de masas.
En diciembre de 1975 se sufrió la durísima derrota de Monte Chingolo, al intentar
tomar el Batallón de Arsenales 601 en diciembre de 1975, que debilitó enormemente
al PRT-ERP en vísperas del golpe de Estado de marzo de 1976.
Ese traspie, más los asesinatos y desapariciones de Santucho, Benito Urtega
y Domingo Menna en julio del año siguiente, de alguna manera sellaron la posterior
desaparición de la organización.
Los dirigentes como Luis Mattini y Enrique Gorriarán Merlo, que pasaron a dirigir
el Buró Político, cometieron gruesos errores como ordenar el exilio masivo de
la militancia. Tampoco fueron capaces de elaborar una correcta política ni un
balance unificado de las causas de la derrota política, que terminó siendo global.
Esquemáticamente se puede decir que hubo una historia con aciertos y errores
del PRT entre 1965 y 1970. Que en ese año con el V Congreso y la fundación del
ERP comienza el tramo más positivo y prometedor de la organización. Y que en
1974, aproximadamente, se inicia -aún con Santucho vivo- un período de más errores
y crisis. La represión de 1976 acentuó el problema al segar el núcleo de la
dirección.
Para 1977-1979, el PRT había colapsado definitivamente por causa de errores
políticos y militares, más las divisiones internas, lo que impidió todo intento
de reconstrucción.
Fuente: http://www.pl.org.ar
El hermano de Mario Roberto Santucho hace autocrítica de las acciones guerrilleras
de los años '70
Por Eduardo Barcelona
Hermano del fundador del desaparecido grupo guerrillero Ejército Revolucionario
del Pueblo (ERP), Julio Santucho considera, en su libro "Los últimos guevaristas",
que fue un error grave "salir a la lucha armada contra Perón", a raíz de lo
cual la organización cayó en el aislamiento social y político a partir de 1973.
Santucho, que fue integrante del Comité Central de Partido Revolucionario de
los Trabajadores (PRT), dijo que el ajusticiamiento de varios militares durante
aquel período fue consecuencia del momento en que "los dirigentes del PRT-ERP
perdieron la cabeza".
Publicado por Ediciones B, el libro es un repaso crítico de las décadas del
60 y del 70, años en los que tuvo lugar el fenómeno de la lucha armada en la
Argentina.n corregida y aumentada de la primera versión.
-Visto a la distancia, ¿no parece demasiado grandilocuente el proyecto del ERP
frente a las posibilidades reales que hubo?
-Sí, ¿cómo puede ser que en aquella época se pensara que un grupito pudiera
tomar el poder en la Argentina? Parecía una idea alocada, sin pie ni cabeza.
Yo creo que hubo un proceso de gran movilización hasta el 73. Desde su regreso
Juan Domingo Perón, empieza a apoyar a la derecha peronista y aísla a los movimientos
revolucionarios. Esto provoca que grupos como el nuestro queden pedaleando en
el vacío.
El PRT-ERP en las calles en 1973,
cuando aún no había sido declarado fuera de la ley
-¿Por qué faltó esa lucidez? Eso
que dice del ERP, también se dice de Montoneros y de otros partidos de izquierda:
el hecho de no haber sabido replantear la estrategia política ante la vuelta
de Perón.
-A eso lo llamo guevarismo, es el mensaje de Guevara. El Che se encuentra en
una situación similar y escribe, dice que hay que poner la voluntad del hombre
nuevo. Es la concepción que lo hace internarse en la selva boliviana, donde
fracasa. Abrazamos ese mensaje como una obligación con el Che. En el último
período, cuando se prepara el golpe de Estado a finales de 1975, en vez de replegarse,
el ERP hace Monte Chingolo. Intenta con un acto de heroísmo, como es tomar un
cuartel militar tan importante, parar el Golpe de Estado. Apelar al heroísmo,
al esfuerzo de la voluntad; eso para mí es la esencia del guevarismo.
-El PRT-ERP supo que iba a una emboscada, según un documento del partido. ¿Por
qué no levantaron la acción militar si sabían que iban a una trampa?
-No estaban seguros, había indicios fuertes de que la operación era una trampa,
pero había señales opuestas, como que el día de navidad de 1975 le habían dado
franco a los conscriptos. Parecía que no era tan cierto que estaban avisados,
había dudas.
-¿El planteo de hacer guerrilla urbana o rural fue un intento equivocado o correcto?
-Creo que al principio fue correcto. En especial porque la lucha armada tenía
una dinámica distinta. Los primeros años hasta el 72-73 fueron una forma de
combate de las masas, como decíamos nosotros.
-Ustedes hicieron la toma del cuartel de Azul en enero de 1974, cuando se discutía
la Ley de Seguridad en el Congreso. ¿Por qué la organización no tuvo en cuenta
el factor político para realizar acciones militares?
-Es un buen ejemplo. El ERP tenía otra lógica, distinta, difícil de compartir
y explicar. Se trataba de hostigar a Perón para que mostrara realmente su política.
Esa era la estrategia. Provocarlo, digamos, para que se sacara la máscara. Lo
que pasó con Azul se repitió con el "Navarrazo" y ahí no estuvo la guerrilla
para justificar la acción golpista de la derecha. Perón quería eliminar los
elementos de izquierda y progresistas de su gobierno. En ese momento usó el
pretexto que el ERP había asaltado Azul, pero cuando intervinieron Córdoba no
tuvieron ningún pretexto.
-¿A qué condujo esta lógica del ERP?
-Al PRT-ERP le hubiera convenido preservarse. Denunciar a Perón, hacer todas
las críticas que hizo, pero no entrar en el terreno de la violencia armada en
un período en el que Perón tenía el consenso de la gente. O sea, esperar que
se desgastara. Los propios peronistas de izquierda se desencantaron... Hubiera
sido mucho mejor no salir a la lucha armada contra Perón. Esto al ERP lo aisló
más. El PRT advirtió cuál era el camino que había elegido Perón. Montoneros
lo veía, pero no lo decía.
-Hacia finales de 1974 hubo muchos ajusticiamientos a militares. ¿Cuál fue la
justificación política para aquellos atentados?
-Yo creo que fue uno de los momentos en que los dirigentes del PRT-ERP perdieron
la cabeza. Yo menciono en el libro el episodio de la muerte de (Luis) Pujals,
que desató esos hechos. Yo lo había hablado con mis hermanos, entrar en ese
juego de la provocación, el uno por uno, era la condena de muerte para la guerrilla.
La guerrilla no podía entrar en ese juego de enfrentamiento con una fuerza superior.
Era suicida y mi hermano terminó por aceptarlo.
-Ahora, ¿hay condiciones para pedir disculpas por el ajusticiamiento de personas?
En especial por la muerte de la hija del capitán Viola, durante la dictadura,
que usted reconoce en el libro como un hecho "desafortunado".
-Por supuesto. Uno está diciendo que esos fueron errores, pero yo no puedo representar
a ese movimiento que no existe más. Lo importante es analizar con la mayor objetividad
y sinceridad aquellos hechos. Ese es el esfuerzo mío. No sé que pasa con Montoneros,
que tiene otro estilo. Pero los dirigentes del ERP han hecho autocrítica.