Una película de Fernando Birri
(1959)
OTRAS PELICULAS COMPLETAS
Mi amigo Hugo | Cazadores de utopías | Operación Masacre | La batalla de Argel | El camino hacia la muerte del viejo Reales Resistir | Los inundados | Escuadrones de la muerte. La escuela francesa | Queimada | Las aguas bajan turbias | Ellos Pensaron | Mafalda Isidro Velázquez, el último sapucay | Esperando la carroza | Crónica de un niño solo ENLACE RELACIONADO Tire dié (un sueño con los ojos abiertos) LECTURA RECOMENDADA Descargar ficha de la película ![]() ![]() ![]() El niño corre agitadamente al costado del tren. Todo su rostro tiembla mientras el flequillo rubio golpea su frente. Prosigue su marcha estirando los brazos en dirección de las ventanillas. Por su vestimenta y su rostro que parece sucio, además de transpirado, podemos intuir que seguramente es pobre. Las cabezas curiosas de los pasajeros se asoman por las ventanas del tren que cruza el puente, casi a paso de niño. A paso de niño que corre. A ese hombrecito desconocido, el movimiento frenético de la carrera urgente, le hace perder el equilibrio cuando, luego de extender el brazo y abrir su mano consigue tomar las monedas que le tiran desde el tren que se apresta a dejar atrás el puente. TIRE DIÉ TIRE, TIRE DIÉ TIRE, repite la triste letanía de los chicos. Aún separada del cuerpo madre de la película a la que pertenece, el poder expresivo y emocional de la imagen sigue siendo elocuente; y cuando se comprende de qué se trata, cuando se vislumbra el mundo que se esconde detrás de ella, se vuelve desgarradora e inolvidable. Aparece también en una de las imágenes ajenas que -incorporadas a La Hora de los Hornos- le sirven a Fernando “Pino” Solanas para homenajear y señalar su ascendencia estética y moral. La conmoción emocional y la revelación artística que produce es irreproducible en palabras; es pues, revelar el misterio de esa imagen que retrata la condena de esos niños a una miseria casi infranqueable, el motivo de esta nota. Un sentido distinto del cine Tire Dié fue realizada entre los años 1956 y 1958, entre las cuatro y cinco de la tarde, por un equipo de alumnos de la Escuela de Cine de la Universidad del Litoral, organizado y dirigido por el cineasta Fernando Birri. Birri nació en 1925, en Santa Fe; entre 1950 y 1953 cursó estudios en el Centro Sperimentale de Cinematografìa de Roma, es decir en el corazón mismo de la escuela neorrealista, donde se enseñaba a sentir el cine como documento de una época, como recreación fidedigna de una circunstancia histórica y social. “La ternura que nos acercaban los filmes italianos, documentando humildemente lo cotidiano, fotografiando a los hombres y a los días de los hombres”. Eso, dice Birri, es lo que fue a buscar cuando partió para Italia. De regreso en el país en 1956, con la consigna y la necesidad interior de crear
“un cine realista, nacional y popular y crítico”, Birri fundó el Instituto de
Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral. La progresiva y rápida
ampliación de las actividades del Instituto, convertido en un verdadero
taller-escuela, lo transformó en el epicentro de lo que algunos llamaron “la
escuela documental del Litoral” cuya influencia se marcó fuertemente en el campo
del cortometraje y en algunos largometrajes, tanto nacionales como
latinoamericanos de los años sesenta.
La expresión “tire dié” pertenece a la jerga de los pobladores del barrio y
sobre todo de los niños; “tire dié guitas”, frase con la cual intimaban a los
pasajeros de los trenes que cruzaban el puente que sale de la capital
santafesina para cruzar el río Salado, a que les tiraran unas pocas monedas como
limosna.
Por Osvaldo Bayer Imagen: Alberto Gentilcore Acabo de viajar a Roma. Allí fui a verlo a Fernando Birri para filmar un diálogo acerca del ser humano y la humanidad. Un tema que sigue preocupándonos. El, con sus 90 años, yo con 88. Buscar una explicación después de tanta experiencia. Fernando Birri, santafesino como yo. Sí, los dos de esa ciudad. El cineasta por antonomasia dejó en su juventud Santa Fe para ir a estudiar cine en Roma. Yo dejé mi país para ir a estudiar Historia en la Alemania de la posguerra. Y nos volvimos a encontrar ahora, para hacer un resumen de nuestras vidas. ¿Qué aprendimos de esta humanidad? Fernando Birri regresó a Santa Fe cuando terminó sus estudios de cine en Italia y fundó la escuela de cine. Todo un acontecimiento, toda una institución de búsquedas en el nuevo arte. Allí, en 1960, realizó su primer film: Tire dié. Un documental sobre los niños pobres santafesinos. Yo cuando era chico había sido testigo de esa pobreza. Ya vivía en Buenos Aires, pero iba a pasar las vacaciones a Santa Fe. Y cuando el tren cruzaba el puente sobre las aguas a la entrada de esa ciudad se producía el acontecimiento. Llegaban corriendo los niños de los alrededores, pobrísimos, e iban acompañando el tren que disminuía su marcha. Ellos iban saltando por los durmientes, gritándoles a los pasajeros que abrían las ventanillas para mirarlos, “tire dié” para que les arrojaran una monedita de diez centavos con las cuales podían comprarse un pancito en aquellos tiempos. Los pasajeros hacían puntería con las monedas de manera que pudieran ser alcanzadas por las manos de esos arriesgados pedigüeños de pantaloncitos parchados. Como pasajero fui testigo de todo eso, muerto de miedo yo, pensando que esos niños podían tropezar con los durmientes y caer a las aguas profundas. Todo un espectáculo y Birri lo filmó para la eternidad de esos momentos argentinos. Luego de ese primer paso, Birri se convertirá en un cineasta famoso. Están allí sus decenas de filmes como testimonio. Aquí el título de algunos de ellos: El Fausto criollo, La primera fundación de Buenos Aires, Los inundados, La Pampa gringa, Mi hijo el Che, Diario de Macondo, Un señor muy viejo con alas enormes, Che, ¿muerte de la utopía?, El siglo del viento, El alquimista democrático, entre otras. Es autor además de los manifiestos: “Por un cine nacional realista, crítico y popular”, “Por un cine cósmico, delirante y lumpen”, “Por un nuevo, nuevo, nuevo cine latinoamericano”, “Por un cine teleasta de Tres Mundos con el 2000: trabajadores de la luz”. También están como testimonio de su talento literario sus libros de poesía: Horizonte de la mano, Inmóvil dure el alma y Condecoraciones del otoño. Es dibujante, pintor y escultor. Lo atestiguan sus exposiciones. La última, por ejemplo, Metáforas de la luz, de pintura, poesía y cine. Fue en Roma y como lema tenía: “La materia de nuestro arte es la luz. Nuestro arte se construye con la luz solar, volténica y electrónica que sean. Somos trabajadores de la luz”. Sobre trabajos políticos cuentan un gran número, como ejemplo nombramos el Remitente Nicaragua, que es un testimonio del proceso revolucionario después de tanto tiempo de dictadura política y de aislamiento cultural. Nuestro diálogo se desliza sobre nuestras experiencias. Esa Santa Fe de nuestra infancia, esa Europa de posguerra, lugar de nuestros estudios y luego las experiencias de vida, las luchas sociales, los fracasos, y la unión del arte con la vida y sus experiencias. En nuestro encuentro en Roma me di cuenta de que para él toda forma de arte es imagen y que la imagen es poesía. Aun en la imagen del horror existe poesía, porque está presente el dolor, y el dolor contiene un resto de poesía. Como esa que el gran poeta Rafael Alberti escribió sobre Fernando Birri, y aquí se transcribe ya que lo describe tal cual es:
Fernando Birri
Saliste de aquel río, 11/04/15 Página|12
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