Radio Nacional, 29/06/25, programa Todos en cuero,
Jorge Halperin.
Marie Monique Robin afirmó que los mejores alumnos
de los escuadrones de la muerte de la escuela francesa, fueron los militares
argentinos de la última dictadura.
En diálogo con Jorge Halperín, la periodista, escritora e investigadora
francesa, autora de “Escuadrones de la muerte, la escuela francesa” se refirió a
la metodología utilizada por los genocidas de la última dictadura cívico-militar
en nuestro país.
Robin contó que las “técnicas anti-subversivas” se exportaron “hacia distintos
países pero el mejor alumno de los franceses fueron los militares argentinos”
que irrumpieron en el poder en marzo de 1976.
El sistema de represión implementado en nuestro país fue una enseñanza que los
franceses utilizaron durante la guerra contra Argelia que duró desde 1950 a
1957.
En la nota, brindó detalles de la la relación de la metodología de la
desaparición de personas durante la ultima dictadura cívico-militar en nuestro
país y lo que popularmente se conoce como “la escuela francesa”.
Robin explicó que esta nueva concepción de la guerra llaman “la guerra moderna”
y “en este caso el enemigo, decían ellos, era interno y por eso desarrollan una
técnica en la cual había que detener mucha gente, torturarlos y desaparecerlos”.
Según relató, se cree que un militar francés, que
vino a nuestro país, habría participado del secuestro de las monjas francesas en
diciembre de 1977, cuando un grupo de militares bajo el mando de Alfredo Astiz
secuestró a un grupo de 12 personas vinculadas a las Madres de Plaza de Mayo.
Entre ellas se encontraba Léonie Duquet, junto con la fundadora de Madres de
Plaza de Mayo Azucena Villaflor y su compañera también monja francesa Alice
Domon.
“En Francia nunca se juzgó a nadie” por esta metodología que implementó el país
galo en Argellia. Robin relató que hubo una amnistía y no hubo ningún juicio.
Se calcula que en Argelia hubo 3 mil desaparecidos.
Entre los años 60 y
70, Paul Aussaresses y los especialistas franceses en guerra antisubversiva
instruían a los militares estadounidenses y argentinos. Cuando estos
últimos se instalaron con su Junta en 1976, aplicaron las lecciones
francesas.
El 21 de mayo de 2001, en la oficina del juez de instrucción parisino
Roger Leloire se encontraba un invitado reconocido y súbitamente
célebre: el general Paul Aussaresses, a quien el Presidente de la
República, por razones disciplinarias, pasará a retiro el próximo
6 de junio.
Sus recientes revelaciones sobre las prácticas de tortura que aplicara
en Argelia están todavía frescas. Pero no fue para referirse a eso
que lo convocó el juez Leloire.
Para estupefacción del viejo oficial, la pregunta del juez estaba
referida al papel que los militares franceses en general, y el suyo
en particular, desempeñaron en la formación de quienes mas tarde
serían los dictadores y torturadores argentinos.
Un asunto enterrado, olvidado, ultra secreto.
Los especialistas franceses de la 'guerra psicológica', de regreso
de Argelia, pusieron sus siniestros talentos al servicio de las
peores dictaduras sudamericanas, en nombre de Francia.
Nuestra investigación demuestra que existían dirigentes políticos
franceses informados. ¡Y que eso funcionó durante veinte años !
Una memoria selectiva
Los recuerdos del general
octogenario sobre la tortura en Argelia son inagotables. Su memoria
asusta por su precisión, igual que las notas personales que conservó
a lo largo de su carrera. Sus declaraciones son de un cinismo sin
nombre.
El juez Leloire no siente
la menor inquietud. El general va a contarle todo, a decirle cual
fue su papel en América latina en esa época, a él, cuyo trabajo
empezó con la denuncia de familias de desaparecidos franceses en
Chile y Argentina, a principios de los años 70. Aussaresses no paso
su vida en los servicios secretos por nada. Si habla o si escribe,
es porque lo decidió. Pero en el Palacio de justicia, su memoria
vacila. ¡No sabe - afirma al juez - qué es un 'servicio de inteligencia',
el servicio de información de que dispone un Estado Mayor ! Admite
apenas, de la lengua para afuera, que es efectivamente un especialista
en lucha anti subversiva. Y sobre todo, confirma lo que el juez
ya sabe: fue agregado militar en Brasil entre 1973 y 1975. El Point
(Revista francesa) está hoy en condiciones de atizar la memoria
del general, y revelar aspectos íntegros de la historia militar
francesa.
Volvamos de nuevo al
joven Aussaresses. Durante diez años, después de la segunda Guerra
Mundial, fue un as de los servicios especiales, el SDECE, aureolado
por su heroica conducta durante el conflicto, en particular, en
una mítica unidad de paracaidistas, precursora de todas las fuerzas
especiales del mundo : los comandos 'Jedburgh'. Durante la guerra
de Indochina, se incorporo al GCMA (Agrupación de los Comandos Mixtos
Aerotransportados), una unidad del SDECE, dirigida por el teniente
coronel Roger Trinquier, quién después de una carrera de funcionario
colonial en Asia, ha sido gracias a este conflicto el principal
teórico de la guerra revolucionaria. El primero sin duda, que leyó
a Mao Zedong en el ejército francés y descubrió en su Estrategia
de la guerra revolucionaria en China, el método con el cual Indochina
enfrentaba a Francia
Casi sin medios, en particular de transmisión, Trinquier obtiene
en esa época la ayuda de la CIA, que decide afectar, a su unidad,
dos funcionarios de enlace. Para los estadounidenses las lecciones
aprendidas en el GCMA no serán inútiles. Para Aussaresses tampoco.
En 1957 encontrará a Trinquier en otro terreno:
la batalla de Argel... Para los jóvenes
oficiales que vuelven de Indochina, se trata de una guerra de la
misma naturaleza: revolucionaria, no anticolonialista. El ejército
de Argelia se toma por la única defensa contra la ola comunista
que se anuncia. Y todo el ejército francés se convierte a las teorías
de la guerra anti-subversiva o 'psicológica'. Los militares encuentran
un oído atento en el Ministro de Defensa, Maurice Bourgès-Maunoury,
que acepta crear en 1956 un Servicio de acción psicológica y de
información, vinculado a los 'Cinquièmes bureaux' (5° Sección (especial)
de los Estados Mayores encargados de las mismas tareas. El Coronel
Jean Guardias, responsable del 'Cinquième bureau' de Argel dirá
más tarde: 'libramos en Argelia nuestro último combate de hombres
libres'.
En 1957, 'Trinquier-la cabeza-y-Aussaresses-las piernas' son auxiliares
del general Jacques Massu, que obtuvo plenos poderes en Argel. Trinquier
teorizó sobre la represión en zonas urbanas: división de la ciudad
en zonas, fichaje, allanamientos, extorsión para la obtención de
información incluidas las torturas. Se inaugura la práctica de la
desaparición de personas destinada a aterrorizar a la población.
Aussaresses la aplica.
Ver La batalla de Argel
En otra región, muy
lejos de Africa del Norte, otro ejército se apasiona por los métodos
franceses: el ejército argentino, que acaba de derrocar a Juan Perón.
En 1957, recién egresado de la Escuela Superior de Guerra de París,
el coronel Carlos Rosas, que se ha convertido en subdirector de
la Escuela de Guerra de la Argentina introduce un ciclo de estudios
sobre la 'guerra revolucionaria comunista'. Futuro jefe de la policía
federal bajo la dictadura del general Videla, que tomará el poder
en marzo de 1976, el general Ramón Camps, transmitió a los 'jefes
del ejército francés', la petición presentada por Rosas y el envío
a la escuela de guerra argentina de los tenientes coroneles Patrice
de Naurois y François-Piedra Badie. Camps escribe que 'sus cursos
son el resultado directo de la experiencia francesa en Indochina,
aplicada en esos momento en Argelia'. El 11 de septiembre de 1958,
nace el idilio. El Ministro de Defensa, Jacques Chaban-Delmas, autoriza
a sesenta cadetes pertenecientes a la primera promoción 'francesa'
del ejército argentino a realizar un viaje de estudios a Argel.
Otros sesenta viajarán directamente a Francia continental. (Porque
en esa época Argelia era Francia). Este noviazgo se consolida lógicamente
con el establecimiento en la Argentina de una misión militar francesa
permanente en febrero de 1960. Esta misión incluye tres oficiales
superiores calificados de 'asesores' cuya misión es 'acrecentar
la eficacia técnica y la preparación del ejército argentino'.
Durante este período,
Aussaresses está en la sombra pero un hombre de peso, Pierre Messmer,
aparece en escena. Este oficial legionario, combatiente de la primera
hora de la Francia libre, se convierte en febrero del 60 en Ministro
de Ejércitos. Quince días antes, servía todavía en el 'Djebel',
el regimiento que Roger Trinquier acababa precisamente de dejar.
Lo menos que puede decirse de él, es que es enemigo de los conceptos
de guerra contra-revolucionaria. Actualmente presidente del Instituto
de Francia y dotado de una temible memoria a pesar de sus 85 años,
no se hace de rogar para referirse al mal ocasionado ¡'Imbéciles'
!
Nombrado Ministro, manda a Buenos Aires nada menos que al general
André Demetz, jefe de Estado Mayor del ejército de tierra, acompañado
del teniente coronel Henri Grand d'Esnon, para instalar la misión,
Este último pronuncia, el 26 de mayo de 1960, en la Escuela de Guerra
argentina una conferencia donde describe todos los aspectos de la
guerra subversiva y hace especial hincapié, sobre el lugar central
del ejército en el control social de la población y en la destrucción
de las fuerzas revolucionarias. Su texto de 22 páginas, de las que
dispone Le Point, se publica en el estudio de la Escuela de Guerra
Argentina; un preludio, con el correr de los años, de la publicación
de otros textos teóricos franceses.
En París, Pierre Messmer
no anda con pruritos. Los anti-gaulistas más o menos implicados
en el Golpe de Estado de Argel de abril de 1961 -que no es el caso
de Aussaresses-, los adeptos de la guerra antisubversiva van a pasar
un mal rato. De entrada, Messmer disuelve los 'Cinquièmes bureaux'
y de regreso de Argentina, despide a Demetz. No obstante, se lamenta
hoy Messmer, 'no se podía condenar a estos hombres por sus ideas';
no existían sanciones posibles. Entonces, aún a sabiendas, decide
alejarlos. A Aussaresses lo envían a los Estados Unidos para formar
a los estadounidenses en la guerra antisubversiva (leer más abajo).
Y Messmer reconoce con agrado que la misión francesa en Argentina
persigue sus objetivos iniciales.
La doctrina francesa se impone en toda las Américas (La doctrine
française s'impose à toute l'Amérique).
La victoria en 1959 de Fidel Castro en Cuba había provocado a los
norteamericanos en su patio trasero. Con sus aliados, prepara entonces
una organización de combate anticomunista a escala continental.
La reciente experiencia de los argentinos les será muy útil. La
de los franceses también.
En 1961, con motivo de una misión de la Escuela de Guerra argentina
en Perú, uno de los miembros de la misión militar francesa, que
participaba del viaje, imagina un curso de lucha anticomunista destinado
al conjunto de las fuerzas armadas americanas. Ya existe, por iniciativa
de los Estados Unidos, desde un año antes, instalada una estructura,
en Fuerte Amador (Panamá): la Conferencia de los Ejércitos Americanos
(CEA).
Fosa común (Equipo Argentino de Antropología Forense)
Esta organización típica
de la Guerra fría, reúne secretamente cada año a los responsables
militares latinoamericanos, con sus homólogos del Pentágono. Allí
trabajan juntos con un único objetivo : la interconexión de los
servicios de información y la formación homogénea de las fuerzas
armadas del continente.
En la reunión de julio de 1961, el general Spirito, jefe de Estado
Mayor del Ejército de Tierra argentino, propone la idea francesa
a sus colegas y de allí surge el Curso Interamericano de Lucha Antimarxista,
dirigido por el coronel Lopez Aufranc, antiguo cursillista de la
Escuela de guerra francesa. Concurren y participan en los cursos
treinta y nueve oficiales representantes de trece países de América
latina y de los Estados Unidos: todo un éxito para el ejército francés.
El embajador de Francia en Argentina escribe en un mensaje al Quai
d'Orsay que el papel de los asesores militares franceses -en la
concepción y la preparación de este curso fue determinante (...)
y se debe destacar la presencia de militares de Estados Unidos entre
los participantes a esta pasantía, donde se reserva un lugar importante
al estudio de la lucha antimarxista en un espíritu y según métodos
que se benefician ampliamente de la experiencia adquirida en este
ámbito por el ejército francés.
Razón de más para felicitarse porque los militares norteamericanos
evidenciaron recientemente ciertos celos con respecto a la influencia
de los asesores franceses en los Estados Mayores argentinos y en
su escuela de guerra.
Es el preludio a una labor de varios años que culminará con la Operación
Cóndor.
La misión militar de Buenos Aires sigue abasteciéndose de oficiales
especializados.
Uno de ellos es la estrella de la escuela de guerra: el comandante
Boulnois, autor de numerosos textos sobre la guerra revolucionaria.
De él, vale la pena rescatar lo siguiente: "Es mejor matarle al
adversario un hombre por día que lanzar una operación con importantes
medios que en el mejor de los casos matará diez veces más, pero
que, nueve de cada diez veces caerá en el vacío más absoluto, bajo
la mirada irónica de la población." 1
Los cursos contra-insurrecciónales franceses están en todas partes.
En la Escuela militar, el joven Rafael Videla los aprecia y los
enseña. En 1976, dirigirá la junta militar.
A partir de las teorías francesas, los militares argentinos tejen
un plan bautizado CONINTES (Conmoción Interna del Estado) destinado
a prevenir todo movimiento de lucha civil contra el Estado, una
circular doctrinal en tres volúmenes, en uso hasta el golpe de Estado
de 1976 : el -RC-8-2/operaciones contra fuerzas irregulares.
Entre 1956 a 1963, los franceses habrán formado toda la generación
en ascenso de los militares argentinos.
En 1963, los instructores franceses enfrentan sin embargo un eclipse,
luego de que un Golpe de Estado lleva al poder a una franja pro
norteamericana del ejército.
A pesar de todo, la misión militar francesa se mantiene 2 pasando
de la lucha antisubversiva a la venta de armas. Hasta principios
de los años 70.
En 1973, se reanudan las actividades.
La vuelta del general Perón después de 20 años de exilio, luego
su muerte el año siguiente, señalan el principio del caos político
en Argentina. El ejército que se considera como el garante de la
seguridad del Estado prepara su guerra contra los opositores y las
guerrillas de izquierda.
En 1973, los soldados argentinos participan en períodos de prácticas
de lucha antisubversiva, en particular, en el sur del país. Se les
difunden películas sobre la guerra de Argelia. -Solamente las escenas
de torturas dirá uno de ellos. ¡Se trata seguramente de la película
de Gillo Pontecorvo, la Batalla de Argel de la que Trinquier hizo
elogio público, aplaudiendo a su veracidad documental!
En París, se recibe la solicitud del Ejército argentino para que
la misión militar francesa retome su función original.
Pierre Messmer, que se ha convertido en el Primer Ministro de Georges
Pompidou, sabe que los argentinos desean la vuelta de los instructores
franceses especializados en guerra antisubversiva. Lo confirma hoy:
los querían, los tuvieron... Argentina es un país independiente,
no había razón de negarles lo que pedían.
El nuevo jefe de misión 'tenía el perfil adecuado', admite. Se trata
del coronel Robert Servant, que viaja a Buenos Aires el 15 de abril
de 1974. Es el hombre que conviene: ex combatiente de Indochina,
encargado en Argel, del Cinquième bureau del interrogatorio a los
simpatizantes del FLN conoce en misión en Madrid, al teniente coronel
argentino Reynaldo Bignone, uno de los futuros hombres-clave de
la junta en el poder en 1976.
Centenares de jóvenes desaparecen diariamente.
En Buenos Aires, el coronel Servant se instala... ¡en el Estado
Mayor del Ejército entonces dirigido por el general Videla! En el
piso 12 exactamente, frente al mar. Depende de lo Jefatura n° 3
Operaciones, encargada de las operaciones (de la formación dirá
Servant al juez Leloire, en forma minimalista).
Según la comisión de los derechos humanos en Argentina en 1977,
la misión francesa está allí para hacer 'inteligencia', traducido
quiere decir: delación, tortura e infiltración'. 3
Interrogado por Le Point, Servant se negó a hablar pero, ante el
juez, niega vehementemente esta versión declarando que su papel
se limitaba a responder a las cuestiones de tipo militar de los
argentinos, en ámbitos tan variados como la intendencia, la salud,
la Gendarmería, o distintas cuestiones sobre el desarrollo de nuestra
guerra en Indochina. Daba conferencias en la sede del Ejército de
tierra o en unidades de provincia. Servant, mantiene distancia con
la embajada -lo que confirma el embajador François del Gorce- si
ocurren problemas se contacta con el SGDN (Secretaría General de
Defensa Nacional), dependencia directa del Primer Ministro, Jacques
Chirac que sucedió a Messmer en 1974. Está también en contacto con
un jefe del SDECE para Brasil y Argentina, el capitán Pedro Latanne.
Quién depende del agregado militar en Brasil, un veterano llegado
a Brasilia en 1973. ¿Quién es? ¡Paul Aussaresses !
América Latina se halla en el infierno.
El ejército argentino estableció en 1974 con sus homólogos chileno
y uruguayo una cooperación para el secuestro y el asesinato. Los
cadáveres se amontonan en Buenos Aires. ¡Gracias a las lecciones
de Argelia!
Tal situación no puede escaparle ni al jefe responsable del SDECE,
ni a Servant, ni a fortiori a un viejo profesional como Aussaresses.
¡Cuando el juez Leloire, lo interroga no sabe nada, no vio nada,
no oyó nada! Sin embargo, se encontraba como los demás en las primeras
localidades para poder apreciar, a principios de 1975, la primera
gran operación antiguerrillera llevada a cabo en Argentina en la
provincia de Tucuman. El general Antonio Bussi que logrará, un año
más tarde, una amplia victoria sobre la guerrilla izquierdista mediante
el reagrupamiento de poblaciones, la tortura y las ejecuciones sumarias
etc., es también un antiguo alumno de los franceses.
Su
antecesor a comienzos del operativo, el general Vilas, reconocerá
más tarde: "aplicamos los métodos establecidos por los franceses
en Indochina y Argelia." Dirá incluso que la obra de Trinquier:
Guerra, Subversión, Revolución, es su libro de cabecera.
En la primavera de 1975, por otra parte, las ediciones militares
tradujeron todas las obras de los expertos franceses, Trinquier,
Lacheroy, etc y es en base a esas mismas fuentes que los militares
argentinos diseñan en parte el orden de batalla que darán a luz
en marzo de 1976, para instalar su dictadura.
Es indudable que combinaron sabiamente las teorías americanas sobre
la guerra clásica, la teoría francesa de la contra subversión y
el Esquema Trinquier: división en zonas, fichaje, allanamientos,
tortura y desapariciones.
La batalla de Buenos Aires es la copia fiel de la Batalla de Argel.
El que nos lo dice hoy no es otro que el general Bignone, último
jefe de la junta militar, en su época adjunto de Videla en el Estado
Mayor del Ejército donde trabajaba Servant, que es por otra parte
su amigo íntimo. Servant se relaciona también con Albano Jorge Hargindeguy
que será desde marzo de 1976, Ministro de Interior de la Junta.
La partida de Aussaresses.
Aussaresses deja América Latina en 1975 para chancletear entre los
vendedores de armas. Sin embargo, apenas llegado a Thomson (hoy
Thales), lo contacta su amigo el agregado militar argentino en París,
el coronel Parada, para hacerle un pedido de material para las operaciones
de Tucumán que continúan. El negocio se hará con intermediación
británica.
¡En cuanto a Servant, deja la Argentina en octubre de 1976 -o sea
siete meses después del putsch- pero durante este período, no esta
al corriente de nada! Su sucesor, el coronel L'Henoret se muestra
muy sorprendido de que no se le hubiera confiado ninguna misión.
"Se me pagaba por hacer nada, exactamente solo por mantener la presencia
francesa hasta que llegaran días mejores" nos dice. Lo que sucede
en realidad es que se pone en hibernación a la misión militar. París,
al parecer, ya no quiere tener nada que ver con torturar argentinos
a través de sus métodos. 35.000 desaparecidos en total, decenas
de miles torturados, encarcelados sin juicio es lo que se llamaría
la guerra sucia.
Una guerra en la que participaron los franceses
Aussareses, instructor en los Estados Unidos.
Existe también otro país interesado en los militares franceses y
sus teorías.
Los Estados Unidos sienten verdadera debilidad por la guerra revolucionaria.
Ellos solo contaban en ese entonces con un único manual de instrucción
elaborado a partir de la guerra en Yugoslavia contra los Alemanes
durante la Segunda Guerra Mundial.
Por lo tanto buscan expertos cuando la guerra de Vietnam vuelve
a entrar en su segunda fase. Aussaresses está precisamente como
observador en los Estados Unidos, en la escuela de paracaidistas
de Fuerte Benning en Alabama. Afirma que es su antecesor quién le
aconsejó ir al centro de formación de las Fuerzas Especial en Fuerte
Bragg en Georgia con el objeto de lograr un brevet de instructor
-sin que sus superiores jerárquicos lo sepan-.
Pierre Messmer dice, que es un pedido de los americanos que buscan
'instructores con perfil indochino' y de acuerdo con sus servicios.
En cualquier caso, Aussaresses llega a Fuerte Bragg en plena reorganización
de las Fuerzas Especiales.
El Presidente John F. Kennedy está convencido de la utilidad de
estas unidades de elite con boina verde. Recomienda su empleo, en
especial, en Vietnam. El centro de Fuerte Bragg se convierte entonces
en la escuela de Guerra Especial donde se forman a la vez los militares
y la CIA.
La primera misión secreta de las Fuerzas Especiales tiene por meta
Laos, la operación White STAR, se inspira directamente en los métodos
utilizados por el GCMA de Trinquier durante la guerra francesa en
Indochina. Algunos de los oficiales de la White STAR vuelven de
nuevo a Fuerte Bragg y conocen a Aussaresses.
Dicen hoy que Aussaresses hizo traducir los escritos de Trinquier
en inglés para que sirvan de bases a sus cursos de guerra antisubversiva.
¡Para la historia menor: los primeros licenciados formados, en especial,
por Aussaresses son afectados a una unidad bautizada MATA (Military
Advisory Training Assistance) que llamarán "los matadores"
Uno de los alumnos de Aussaresses se llama Robert Komer. Es un analista
de la CIA que en 1964, forma parte del gabinete del Presidente Lyndon
B. Johnson. Es entonces cuando Trinquier, retirado ya del ejército
pero famoso teórico de la guerra revolucionaria, recibe en París
a un enviado del presidente estadounidense quién le propone reanudar
la dirección de sus guerrillas de Indochina bajo una cualquier forma,
pero esta vez por cuenta de los Estados Unidos. Trinquier se niega.
Con todo, a pesar de este aparente interés por las teorías francesas,
los antiguos camaradas de Aussaresses en Fuerte Bragg se acuerdan
perfectamente de la negativa global del Estado Mayor estadounidense
de considerar tales métodos.
Pierre Messmer recuerda varias conversaciones mantenidas con Robert
Mac Namara, secretario de Defensa, en las cuales pudo apreciar la
evolución del pensamiento estadounidense con respecto a la guerra
contrarrevolucionaria.
Al principio, estaban en contra basándose solo en la superioridad
material, luego a medida que fracasa esta estrategia, comienzan
a aceptar la utilización de la guerra psicológica. Messmer sabe
que Trinquier ha sido solicitado. Alerta a los norteamericanos en
contra. -de todas maneras, iban a perder y se lo he dicho a Mac
Namara dice hoy, irónicamente.
Tiene, en todo caso, perfectamente claro que el espíritu de las
teorías de Trinquier sumadas a la de los Ingleses (una misión militar
británica está en Vietnam) sirven de base a las Fuerzas Especiales
norteamericanas.
En 1967, se nombra a Komer embajador en Vietnam.
Bajo su autoridad, se inventa lo que más tarde se llamará la Operación
Fénix (Opération Phoenix). Una excesiva guerra contra-subversiva
destinada a vaciar el agua en la que se desplazan los peces según
la famosa fórmula de Mao.
Más de 20.000 muertes, decenas de millares de arrestos, detenidos
sin juicio, torturados, etc.
Los expertos se preguntarán durante mucho tiempo cual fue la génesis
de esta operación. Es posible responder hoy que fue en parte la
resultante de las enseñanzas de Aussaresses basadas en los escritos
de Trinquier.
Francia y el Plan Cóndor.
La operación Cóndor nació secretamente en las reuniones de la Conferencia
de los Ejércitos Americanos llevadas a cabo entre 1960 y 1974.
Durante este período los ejércitos latinoamericanos pusieron a punto
un extenso sistema de intercambio de información sobre sus respectivos
opositores entre países vecinos. La interconexión informativa se
realizaba a través de los agregados militares por medio de lo que
se llamaría la red AGREMIL (Agregados militares).
El sistema evoluciona luego poco a poco hasta establecer el intercambio
de presos.
En 1974, se celebra a Buenos Aires una reunión secreta entre los
representantes de las policías políticas y los servicios de información
militares de varios países de América latina, en especial de Chile,
Argentina y Uruguay. Allí se decide pasar a una fase superior: el
secuestro y a veces la ejecución de refugiados por los servicios
de represión de los respectivos países allí donde se encuentren.
La más fuerte proporción de refugiados políticos se encuentra aún
en Argentina debido a que este país, aunque preso de una terrible
violencia política, es aún oficialmente un estado democrático.
Las primeras muertes que se producen en esto que se llamara más
tarde la Operación Cóndor se cuentan por decenas en las calles de
Buenos Aires.
En agosto de 1975, el jefe de la policía política chilena (la DINA),
el coronel Manuel Contreras empieza una gira latinoamericana para
formalizar un acuerdo de represión continental cuya fase tres incluye
la ejecución de objetivos elegidos incluso fuera de América Latina,
en particular, en Europa. Contreras hará incluso un pasaje por la
CIA el 25 de agosto del mismo año.
El 25 de noviembre, se organiza la primera reunión multinacional
de información y se establece el plan Cóndor. Los países miembros
son Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y un poco más tarde
Brasil. Serán Cóndor 1, Cóndor 2 etc.
Contreras, que dispone de una red ya operativa en Europa basada
en terroristas de extrema derecha italianos, comete el error de
hacer asesinar sobre suelo norteamericano a doscientos metros de
la Casa Blanca, al antiguo Ministro de Asuntos Exteriores de Chile
anterior al golpe, Orlando Letellier.
Los chilenos pierden a favor de los argentinos.
Según
la CIA, el centro operativo de la fase tres del Cóndor tiene sede
en Buenos Aires donde se habría conformado un equipo especial, organizado
como una unidad de las Fuerzas Especiales norteamericanas con un
médico, un experto en sabotajes, un interrogador, etc.
En julio de 1976, la CIA describe una conferencia Cóndor en Santiago
de Chile en la que se habla de operaciones en París: en un acuerdo
separado, los servicios uruguayos de inteligencia (...) aceptaron
operar con sus homólogos argentinos y chilenos contra grupos de
izquierda, bajo cobertura de París.
El mismo mes, el Secretario de Estado Henri Kissinger lo confirma
en un texto distribuido a varias embajadas americanas en Europa,
en particular, en París, en el que informa que este tipo de Murder
Inc. (Asesinatos y asociados) desarrollará actividades en la capital
francesa.
En septiembre de 1976, la CIA se hace eco de lo que llama un particular
ataque a la seguridad. Los servicios de información franceses se
enteran de la existencia de la Operación Cóndor. ¿Servant? ¿Latanne?
De todas maneras, según la CIA, el hecho de que los franceses estén
informados provoca a la vez el despido del jefe de la policía política
argentina y la consiguiente información a los servicios franceses:
'los servicios de seguridad argentinos y/o chilenos informaron a
sus homólogos franceses que Cóndor podría funcionar en Europa pero
no en Francia'.
¿Quiénes son los 'homólogos' franceses de los servicios de seguridad
latinoamericanos?
Nadie lo sabe pero algunos meses más tarde, se envía a un equipo
uruguayo a París -con el fin de efectuar operaciones no especificadas,
seguramente localizaciones para ejecutar a opositores pese a las
seguridades convenidas. ¡Y sobre todo, los argentinos instalan en
1977 el Cóndor en París, en un Anexo de la embajada argentina,....
avenida Henri-Martin 83!
¡Sin que nadie se preocupara, las dictaduras latinoamericanas instalaron
en consecuencia un centro terrorista destinado a ejecutar en toda
Europa objetivos previamente determinados, a infiltrar grupos de
opositores, a ubicar a los que seguían viajando aún a América latina
y a hacerlos detener in situ, etc. No oso imaginar la existencia
de un acuerdo referente por ejemplo a la neutralidad de las autoridades
francesas a cambio de paz en nuestro territorio!
Marcel Chalet, antiguo director del DST, no solamente afirma hoy
no haber sabido nada, aunque acusa el SDECE y al ejército de haber
montado una operación paralela.
Es cierto que a Alexandre de Marenches, director de la los servicios
de espionaje franceses (hoy fallecido), le gustaban los golpes torcidos
según el antiguo embajador argentino en París, Tomas de Anchorena,
el centro de París cesaría sus actividades hacia fines del año 1980.
En cuanto al plan Cóndor propiamente dicho, los torturadores argentinos,
lo fueron desplazando progresivamente hacia el Norte y Centroamérica,
nuevo lugar de confrontación entre las fuerzas armadas y los opositores.
Enviaron varias misiones a Centroamérica con el objeto de ayudar
a la represión y comenzaron a organizar períodos de prácticas de
lucha contra la subversión a partir de la primavera y el otoño 1979
en Buenos Aires con el fin de formar a todos los que no están aún
a escala continental, en particular, los de Centroamérica.
La caída de la dictadura somocista en julio de 1979 fomentó obviamente
en latinoamericanos la adopción de normas comunes en la lucha anti
subversiva y en particular, gracias a los argentinos y a sus teóricas
bases francesas.
Formalmente, el Cóndor desaparece en las selvas de Centroamérica
cuando los Estados Unidos asumen por cuenta propia la lucha contra
la Nicaragua sandinista. Más aún, el final de la guerra fría y la
suma de sus excesos les asestan un golpe fatal.
El balance general de la represión solo para el Cono Sur en el período
en que las Juntas imaginaron la Operación Cóndor es de alrededor
50.000 asesinados, 35.000 desaparecidos y 400.000 presos. Sólo la
Cóndor propiamente dicha representa sin duda varias decenas o varias
cientos de víctimas elegidas como objetivo.
Notas:
1 Desfile y contraría a la guerra subversiva, Escuela Superior de
Guerra, 12 de enero de 1959. en François Géré, la guerra psicológica,
Ediciones Económica, 1997
2 Los jefes de las misiones serán los funcionarios sucesivamente
de Naurois, Bentresque, Garderes, Boulnois, Cazaumayou, Ossent,
Badie y Durieux.
3 Comisión de los derechos humanos en Argentina. En Argentina: Proceso
al genocidio. Elias Quejeteras ediciones. Madrid 1977.
(*) Pierre Abramovici es autor de -Un rocher bien occupé, Editions
du Seuil, París, septiembre de 2001.
Entrevista a Marie-Monique
Robin, directora de "Escuadrones de la muerte"
Marie-Monique nos cuenta
su investigación, las estrategia del ejército argentino en la agencia
supranacional del crimen que era la Operación Cóndor. Nos cuenta
también, cómo Francia, a la vez que defendía los derechos humanos,
en tinieblas asesoraba a las dictaduras con una perfecta maquinaria
paramilitar: la temible OAS.
Por Raúl Favella y Silvia Rodulfo
"¡Gracias señora, ahora lo han dicho, lo han reconocido, y puedo
empezar el duelo por la pérdida de mi hijo que nunca va a aparecer!"
Estas últimas palabras pertenecen a una Madre de Plaza de Mayo,
y fueron dichas cuando la mujer tuvo oportunidad de conversar en
directo con Marie-Monique Robin, la documentalista e historiadora
francesa que acaba de estrenar en Buenos Aires su filme Escuadrones
de la Muerte, la escuela francesa. Una mujer, una madre de desaparecido,
le agradece a Marie-Monique que su obra narre la tragedia a través
de la boca de los verdugos. Nadie más, a partir de ahora, podrá
llamar locas a las mujeres del pañuelo blanco. Allí están los dueños
de vidas y haciendas Reinaldo Bignone, Albano Harguindegy y Ramón
Genaro Díaz Bessone (ver cuadro), confesando lo que hasta ahora
sus voces habían sabido callar en los tribunales de justicia y ante
la prensa. Para ello contaban con una siniestra elaboración intelectual:
el eufemismo. Errores, excesos, últimamente daños colaterales para
estar más a la moda, toda una gama de expresiones que brotaban de
sus bocas de mando como un acto de ilusionismo, al que invariablemente
recurrían en postreros intentos de agregar a la historia el capítulo
exculpatorio de sus crímenes.
Marie-Monique nos contó los comienzos de su investigación a partir
de la estrategia que el ejército argentino puso en práctica en 1974
junto a sus homólogos chileno y uruguayo, a través de ejercicios
coordinados de cooperación –en la llamada Operación Cóndor– que
consistían en el intercambio de información de los desplazamientos
de los militantes opositores que huían de un país a otro, esperando
salvar sus vidas en algunos casos, y en otros colaborar desde zonas
más o menos cercanas con la resistencia de sus países de origen.
Entre esas circunstancias, Francia aparece como una metáfora del
Templo de Jano, el dios romano de dos caras. Mientras a la luz del
día reivindica su tradicional defensa de los derechos humanos, en
tinieblas asesora a las dictaduras mediante las teorías elaboradas
por el ejército francés como consecuencia de las guerras coloniales
de Indochina y Argelia, y en ésta última la creación de su perfecta
maquinaria paramilitar: la temible OAS.
"Me interesaba saber", nos dijo Marie-Monique en la entrevista que
nos concedió, "cómo los gobiernos de facto habían creado la agencia
supranacional del crimen que era la Operación Cóndor, y cómo era
su mecánica tan feroz. Empecé a leer libros sobre el tema, todos
escritos por latinoamericanos –ahora hay también uno de un norteamericano,
John Dinges– y leyéndolos me di cuenta de que siempre se mencionaba
a los franceses como parte de la cuña ideológica. Eso me llamó la
atención porque nunca había oído hablar de esto, como nadie en Francia,
ni siquiera los historiadores, ya que ellos también lo descubrieron
viendo mi documental. Entonces traté de entender el por qué de hablar
de Francia en este cuadro. Porque trabajando sobre la Operación
Cóndor pensé que iba a llegar a Estados Unidos, por supuesto, pero
nunca a Francia. Y tuve que hacer un trabajo de archivo, de testigos,
desde la guerra colonial de Indochina, que está al principio de
esta historia".
Argentina fue la cabecera del ejército francés en el Cono Sur de
América, desde donde extendió su influencia hasta Brasil y Chile.
En nuestro país una misión francesa permaneció durante más de veinte
años, hasta promediar la última dictadura, con la sola interrupción
impuesta en 1973 por el breve gobierno del Presidente Héctor Cámpora.
Todo comenzó en 1957, a pedido del general Carlos Rosas, seguido
del primer viaje de instrucción a Francia de oficiales argentinos
entre los que se encontraba el general Alcides López Aufranc, quién
permaneció allí durante dos años y luego desempeñó un activo rol
como instructor y en la coordinación de la misión, tal como él mismo
da testimonio en Escuadrones de la muerte: la escuela francesa.
Desaparecidos
"Cuando
teníamos a un tipo que ponía una bomba lo apretábamos
para que diera toda la información. Una vez que había
contado todo lo que sabía, terminábamos con él. Ya no
sentiría nada. Lo hacíamos desaparecer." General Aussaresses
El ritmo informativo
vertiginoso del filme encierra al espectador entre los márgenes
de la vasta cuota de dolor que la historia le depara a la conciencia
humana. Pero, ¿basta recordar el pasado para evitar que se repita,
como parece afirmar Santayana cuando dice que quienes lo olvidan
"están condenados a repetirlo"? La gran potencia del filme de Marie-Monique
radica en la transparencia del pasado, que permite entrever las
prioridades de la política internacional del momento. Uno de los
puntos más altos es el testimonio del inmutable general Paul Aussaresses,
refiriendo sin cargo alguno de conciencia las torturas y desapariciones
cometidas en Argelia, y su periplo por Estados Unidos junto a un
grupo de veteranos para instruir al ejército de ese país en las
técnicas que luego se aplicarían en Vietnam, y casi tres décadas
después en Afganistán, Guantánamo e Irak.
Tu película demuestra que lo que da lugar a la represión en nuestro
país es una coyuntura internacional, y hoy en día hay una coyuntura
de legitimación de la represión y la tortura. El filme es un toque
de alerta sobre ese círculo infernal universal.
Marie-Monique Robin: La teoría de los franceses es una concepción
militar apoyada en la experiencia de Indochina. Llegaron allí después
de terminada la Segunda Guerra Mundial, que era una guerra clásica,
con un frente y con soldados en uniforme. Pero cuando llegan a Indochina
se dan cuenta de que son muy numerosos y están muy bien equipados,
de que no pueden acabar con el viet minh y se preguntan por qué.
Así nace la teoría de la guerra contrarrevolucionaria, porque el
viet minh anda sin uniformes, escondido en la población que les
presta apoyo, dándoles comida. La llaman una guerra moderna. ¿Por
qué es moderna? Porque no hay frente, es una guerra de superficie,
el enemigo está escondido en todo el terreno, no se sabe dónde está.
El enemigo es interno, no está afuera, todo el mundo se vuelve sospechoso,
hay que controlar a toda la población y hay que buscar nuevas formas
militares para luchar contra esta nueva forma de guerra. Por eso
la cuadriculación territorial, que fue tomada aquí al pie de la
letra, o la división en zonas y sub-zonas para que el ejército controle
todo el territorio. Entonces la inteligencia se vuelve muy importante,
y quien dice inteligencia dice interrogatorio, y quien dice interrogatorio
dice también tortura. Es muy lógico. El problema es qué hacer con
los torturados cuando están muy mal: hacerlos desaparecer. Pero
al mismo tiempo no es solamente una cuestión de técnicas militares.
Se trata de un modelo dictatorial de poder. Esto es interesante
porque cuando llega aquí la misión de los militares franceses, en
1959, ellos traen técnicas militares pero también una concepción
ideológica, teórica, del poder del ejército, que deriva en el terrorismo
de estado.
¿Cualquiera del pueblo, un obrero, un estudiante... podría ser un
terrorista?
Argentina se interesaba por la guerra revolucionaria cuando no había
todavía guerrilla ni subversión, Fidel Castro no había llegado al
poder en Cuba y, si lo comparás con Chile, el Partido Comunista
no significaba nada aquí por la historia propia del país con el
peronismo. Cuando le pregunté por qué a López Aufranc me respondió
que se estaban "preparando para la tercera guerra mundial que estaba
por llegar, y estábamos convencidos de que Argentina iba a ser un
frente importante". Tenían una concepción virtual del enemigo. Balza
me dijo que esta idea fue lo peor que trajeron los franceses, más
que la tortura, que ya había sido utilizada aquí como el propio
Ernesto Sábato lo denunció en 1950 en el diario Mundo Argentino.
Después, los franceses convirtieron a la tortura en el arma principal
de la guerra antisubversiva para sacar información. Balza me dijo
que fue una contaminación de toda una generación de oficiales, a
la cual él pertenecía, los que poco a poco se apartaron de la sociedad
argentina, viéndola como un peligro, y olvidándose de que ellos
eran parte de la propia nación. Te das cuenta que lo que ocurrió
en el ´76 fue un proceso muy lento pero bien calculado. Poco a poco.
Cuando llega Isabel al poder, la viuda de Perón, los decretos de
aniquilamiento dan la base para que cuando llegue (Jorge Rafael)
Videla esté todo listo. Es muy distinto de Pinochet que hace un
golpe de verdad y mata a Salvador Allende, en Argentina ni siquiera
fue una ruptura institucional. Por eso fue tan feroz, porque tenían
todos los medios. Una preparación intelectual e ideológica, te imaginas
lo que significa, se lanzan a la calle y es tremendo.
Algo
de fuerte impacto en la película es, por un lado, el arrepentimiento
de dos militares norteamericanos que participaron de la guerra de
Vietnam... Y en Argentina la decisión de los oficiales de marina
Urien y Acosta, que en 1972, bajo fuertes presiones del gobierno
militar de entonces, deciden pasar a la otra orilla, con toda la
valentía que eso requiere.
En los Estados Unidos la ejecución de la tortura es pública. Ahora
lo sabemos porque la prensa descubrió algo que para mí es una gran
hipocresía, porque cuando en abril 2003 yo estaba filmando para
mi documental al general John Jones y el coronel Carl Bernard, dos
norteamericanos que fueron alumnos de los franceses, la guerra llevaba
ya un mes. Y ellos me dijeron que se sabía que se torturaba en Guantánamo,
que iban a utilizar de nuevo la famosa doctrina francesa, y que
se estaban estudiando los libros de Aussaresses, por ejemplo. Cuando
los encontré estaban deprimidos y completamente en contra de la
guerra de Irak. Yo que siempre tengo mis problemas con los EEUU
por saber tantas cosas de su política, quedé asombrada de encontrar
dos generales diciendo que la tortura no sirve para nada, sino todo
lo contrario, que es una solución a corto plazo que genera odio
y finalmente genera más terroristas. Fue muy interesante verlos.
La presencia de Urien y Acosta se dio por una casualidad, porque
yo buscaba testigos, actores de esta historia, y me di cuenta de
que dos ex oficiales de la Armada de la misma promoción de (Alfredo)
Astiz, uno de los símbolos de la represión, habían sido capacitados
con la película de Gilo Pontecorvo La batalla de Argel, con el fin
contrario para el que fue filmada, que era denunciar la práctica
de la tortura con todo detalle. Dice Acosta que la presentaron en
1967 "para prepararnos psicológicamente en estas técnicas que todavía
no eran sistemáticas como de 1976 en adelante; nos preparaban a
librar una guerra interna contra nuestros propios ciudadanos, para
actuar como un ejército de ocupación, porque lo que hizo Francia
en Argelia e Indochina fue eso". Fue muy interesante porque nunca
se habla de esta gente, igual que de los dos oficiales norteamericanos.
Porque si tu piensas en los jóvenes, son ejemplos que hay que subrayar.
Esa gente dijo que no. Algunos de sus amigos murieron por eso. A
Urien casi lo mataron. Eso quiere decir que siempre es posible decir
que no; como lo dijo muy bien (Martín) Balza cuando hizo su autocrítica:
si uno obedece órdenes inmorales delinque.
Ése es el límite...
Para ellos el fin justifica los medios. Díaz Bessone, por ejemplo,
escribe mucho justificando los medios que utilizaban para conseguir
sus fines. Y esta es una concepción que sigue vigente. Si tú entras
nada más que en la lógica militar, lo que hicieron los franceses
en Indochina y Argelia es muy lógico. Si no buscas una solución
política al problema de una guerra colonial es lógico que lleguen
a hacer esto. Y la lógica es implacable. No para justificarlo, pero
me interesaba saber cómo entraron en esa lógica. Los franceses como
Aussaresses por ejemplo, que no era un racista, que se la había
jugado de verdad contra los nazis y contra la tortura, pasó a ser
torturador. Yo quería entender cómo fue posible este cambio de muchos
de ellos, y fue la ideología lo que los llevó a esto. Estaban completamente
convencidos de que la tercera guerra mundial iba a empezar o ya
había empezado, que los movimientos de independencia eran manipulados
por Moscú. Eran ferozmente anticomunistas. Poco a poco, como el
poder político los dejó, pensaron que la solución era militar, y
así fue.
¿Cambió tu visión de Francia después de hacer el filme?
¡Si cómo no!, eso fue lo más
duro para mí. Al principio no quería creerlo. Poco a poco avanzando
en la historia desde Indochina, donde descubrí la famosa teoría
de la guerra revolucionaria que fue desarrollada por algunos militares
franceses, y pasando a la guerra de Argelia, vi cómo los franceses
desarrollaron técnicas de la ahora famosa guerra antisubversiva,
y me di cuenta de que eso de verdad lo exportaron, sobre todo aquí
a Argentina, donde por muchos motivos la influencia fue muy fuerte,
mucho más fuerte que en Chile o que en Brasil. Yo me di cuenta de
que Francia tenía una doble fachada. Una que permitió que llegaran
muchos argentinos y chilenos y pudieran quedarse, aunque te cuentan
también que no fue un exilio tan fácil; me acuerdo bien que cuando
estaba en la sala de edición invité a dos amigos chilenos para que
vieran la película y me dieran su opinión y una amiga mía se puso
a llorar y me dijo: ¡Ahora entiendo por qué una vez volví a mi casa
y encontré que la habían revuelto toda! Habían escapado del infierno
pero por otro lado fue complicado, con mucho control. Eso tampoco
lo sabía. Creo que Francia tiene esa doble fachada que no sospechaba.
De un lado es el país de los derechos humanos, tierra de auxilio
que recogió a muchos refugiados, eso es cierto, y por otro lado,
a un nivel secreto, apoyando en su saber hacer, a las dictaduras
más duras que hubo en este continente.
¿En qué medida éstas cosas siguen ocurriendo en los problemas actuales
como el de Irak, aunque Francia se haya opuesto al envío de tropas
que decidió la coalición invasora en 2003?
Es una pregunta muy difícil de responder, habría que seguir investigando.
Lo que sí es cierto es que las condiciones son las mismas de hace
treinta años; existe el desafío –como llaman los políticos al terrorismo–
de Al Qaeda, y la respuesta que se dio en Francia siempre fue una
respuesta militar, porque nunca se trató de buscar una solución
política a lo que era el problema de Indochina y de Argelia, y da
igual hoy. Francia está un poco aparte porque estuvo en contra de
la guerra en Irak, pero lo que es cierto es que todos los gobiernos
actuales tratan de resolver el problema del terrorismo de Al Qaeda
con una solución militar, con todo lo que esto significa en el terreno
propio y también de control interno de las sociedades en las que
estamos viviendo. Lo que estamos viendo en Estados Unidos es terrible,
para mí es un país que se está volviendo fascista, donde no puedes
moverte sin temer que te pase algo. A mí me detuvieron durante varias
horas por una tontería. Si seguimos pensando que la única solución
es la militar vamos al muro como los franceses hicieron en Argelia
o Estados Unidos en Vietnam, o aquí los militares argentinos. La
única solución posible es la política, pero eso es mucho más a largo
plazo. Por eso la película es muy actual. Cuando empecé a trabajar
investigué Indochina, Argelia, me metí de verdad en la historia
del Cono Sur, pensaba que todo eso era el pasado, pero finalmente
me di cuenta de que no, porque lo que trajeron los franceses sigue
válido. La batalla de Argelia fue presentada el año pasado en el
Pentágono a oficiales que iban a la guerra de Irak, donde sigue
válida la famosa doctrina francesa ¿Por qué? Porque lo que hizo
el coronel Trinquier escribiendo su libro La guerra moderna, que
aquí también fue traducido y se encuentra en la Biblioteca de la
Escuela Militar donde lo vi, fue teorizar un estatuto del terrorista
–y lo que está haciendo Bush en Guantánamo es lo mismo– diciendo:
"el terrorista por su modo de actuar, sin uniforme, poniendo bombas,
matando a civiles, no respeta las leyes de la guerra. Entonces como
él no las respeta, no hay necesidad de aplicarle las convenciones
de Ginebra". Eso es fundamental, porque es ver al terrorista como
una persona aparte, que no es un combatiente, y eso significa la
tortura. El estatuto especial de Guantánamo establece que los presos
no tienen derecho alguno, ni de defensa, y ni siquiera se sabe por
qué están ahí. Finalmente los sueltan sin que se sepa porque estuvieron
dos años ahí presos. Eso es el numen de la teoría francesa y sigue
válida por completo. Esto te da miedo porque treinta años después
no hemos aprendido nada, siguiendo con las mismas técnicas y sin
pensar nunca en la solución política para resolver el problema de
Al Qaeda. Pero si nunca nos ponemos a pensar en lo que está pasando
en Palestina nunca vamos a arreglar esto, seguro.
En Argentina entrevistaste a cuatro generales, los cuatro formados
en la escuela francesa y los cuatro muy prácticos en la tarea de
inteligencia. No demostraron nada de eso cuando vos los abordaste
(Risas).
Una cosa increíble, porque yo estoy en Internet y cuando estuve
en casa de Bignone vi que tiene conexión. Era simplemente buscar
quién era yo. Siempre me preguntan por qué me hablaron a mí. Yo
siempre cuento los mismos argumentos que usé: que soy francesa,
historiadora, que no me importaba el problema de los derechos humanos
sino la lucha concreta contra el terrorismo, las técnicas, el papel
de los franceses; y yo creo que de verdad pensaron que estaba de
su lado.
Algunas de las expresiones más fuertes las obtuviste mediante cámara
oculta. Querríamos conocer tu opinión acerca del uso de este recurso.
Bueno, yo la uso con mucho cuidado porque hay que tener bien en
claro por qué se hace. En este caso no tuve ninguna duda, no me
costó ningún problema de ética profesional. Ese señor, Bignone,
es el responsable junto con otros de la muerte de mucha gente inocente,
y si es la única manera de grabar lo que dicen lo hago. En otro
documental que hice sobre el tráfico de órganos también lo hice.
Estamos viviendo un mundo donde el derecho a la imagen es un negocio.
No hay que confundirse. Una cosa es una estrella de cine que protege
su imagen privada y otra un verdugo, un victimario. ¡Por favor!
Un diario muy conocido aquí me dijo que es algo que está en contra
de la ética profesional. ¿Y no está mal matar a miles de personas
y que anden por la calle sin problemas?
¡Acción!
por Fernando Varea
En mayo de 1985, Néstor Tirri escribía en Clarín, a propósito del
estreno de Contar hasta diez, el film de Oscar Barney Finn que aludía
a la dictadura militar: "Esta y otras películas nacionales sobre
la misma cuestión revelan, de distintas maneras, que los argentinos
hemos vivido inmersos en una gigantesca y monstruosa trama policial".
Precisamente uno de los méritos de De "La fuga" a "La fuga" – El
policial en el cine argentino, al recorrer casi setenta años de
cine policial realizado en nuestro país, es recordarnos que la delincuencia,
la corrupción, la violencia legal o ilegal, los secuestros y las
persecuciones, acompañaron siempre la historia cotidiana de los
argentinos.
Otra de las virtudes de este libro es la abundancia de datos sabrosos.
Si una película está basada en un texto conocido, se nombran las
otras versiones de la misma obra, tanto nacionales como extranjeras,
cinematográficas como televisivas. Las fichas técnicas de cada una
de las 349 películas comentadas, incluyen el orden en el que aparecen
los actores en los títulos y las locaciones donde fueron filmadas.
De las que se exhibieron en otros países, se informan los títulos
con los que se conocieron. Y si algunas abordan casos policiales
reales, entonces se dan detalles de dichos casos. También hay datos
biográficos de 126 actores y directores, y una buena cantidad de
fotografías. No faltan curiosidades: que Con el dedo en el gatillo
despertó polémicas por la presunta matanza de un perro durante su
rodaje, o que el candidato para protagonizar La parte del león era
Luis Politti, por ejemplo. Y, entre tantos datos, se cuelan por
ahí válidas observaciones, como que Garage Olimpo fue ignorada en
la entrega anual de premios de los cronistas cinematográficos argentinos.
En tan nutrido libro es posible hallar, también, informaciones discutibles:
la inclusión de ciertos títulos (El reñidero, Patapúfete, Los chicos
de la guerra) y la no mención de otros (Invasión, La Raulito), la
elección -para las biografías- de algunas figuras de dudosa trascendencia
(como Cacho Castaña o Cristina del Valle), alguna omisión histórica
en el comentario referido a la Guerra de Malvinas. Asimismo, podrían
haberse evitado algunas redundancias y ciertos errores de ortografía,
redacción o impresión, y no le hubiera venido mal reforzar un apoyo
teórico sobre las características del cine policial.
Pero,
como los anteriores trabajos de la dupla Pazos-Clemente (sendos
diccionarios de actores y actrices), De "La fuga" a "La fuga" resulta
no sólo un útil material de consulta, sino también un disfrutable
entretenimiento para cinéfilos y lectores curiosos.
Queremos que nos expliques cómo hiciste la cámara oculta.
Hay dos tipos de cámara oculta. Una cuando Bignone me recibe diciéndome
"no quiero ser filmado" y entro sin cámara. Oculta por completo.
Y la otra es cuando terminamos la entrevista a Díaz Bessone y seguimos
grabando con la betacam, la cámara grande que estaba situada frente
a un espejo donde se le veía reflejado. Eso fue muy importante porque
cambió por completo, se relajó y apareció como es. Con Harguindeguy
hicimos la misma cosa y continuó igual, no cambió de personaje.
Pero Díaz Bessone sí; esta ruptura del personaje que había dado
frente a la cámara y después fue algo notable.
Estamos en un sistema que puede justificar la tortura y no el uso
de la cámara oculta con los torturadores. ¿Sería ésa la síntesis?
Exactamente. Esto también es una gran duplicidad mental y también
una manera de no querer ver la realidad. Finalmente como fue el
caso de Francia cuando el general Aussarenses empezó a hablar y
escribió su libro sobre lo que había hecho en Argelia, eso molestó
mucho al poder, a los políticos, al ejército mismo, que había guardado
todo en silencio. Y yo como periodista no voy a ser cómplice de
ese silencio, no, no, no, porque yo pienso que ese silencio y la
negación de los casos de crímenes importantes es como una gangrena
que debilita a la democracia. No solamente aquí sino en Francia
también; tuvimos un silencio de cuarenta años sobre lo que pasó
en Argelia y ahora lo estamos descubriendo. A mi papá por ejemplo,
que ahora tiene sesenta y siete años y tenía veinticuatro cuando
tuvo que cumplir su servicio militar, lo mandaron un año y medio
a Argelia. Cuatrocientos mil jóvenes hicieron su servicio militar
allí, al mismísimo infierno. Ellos no hablaron porque todo el mundo
quedó mudo, hubo amnistía general en 1962 y la consigna era no hablar.
Y mi papá nunca habló. Empezó a hablar hace poco, como otros de
su generación. Lo que pasa es que esos hombres tienen 67, 70 años,
sus hijos se fueron de la casa y empiezan a tener problemas de sueño...
¿Ni siquiera familiarmente lo hablaron...?
No, no, no, empiezan a ir al psicólogo, te das cuenta en qué medio
viven. Hay muchos de ellos que fueron violentos con su mujer, con
sus niños. Por eso te digo que la gangrena está. Si todos hablan
ampliamente, Aussarres habla en Francia y estos señores de aquí
hablan por todo un trabajo sobre lo que pasó, personal o colectivo,
y por eso si la única manera es hacerlo con una cámara oculta, bueno,
se hace. En estos casos de violaciones a los derechos humanos es
terrible el silencio, a nivel global, colectivo y a nivel personal.
Los
verdugos tienen la palabra
"Es un tema tabú,
es una exageración lo que dicen acá. Es un tema muy
difícil de explicar. La esencia es que los primeros
que optan por desaparecer son ellos. No es como en el
caso de Argelia. En el caso nuestro, ellos pasan a la
clandestinidad, desaparecen. Se ponen nombres de guerra,
tienen documentos falsos y obran en la clandestinidad.
O sea, para la sociedad no existen. ¿Nos vamos a preocupar
después nosotros por identificarlos? Llevaban una pastilla
de cianuro en el bolsillo. En la guerra clásica también
hay desaparecidos".Reinaldo Bignone
"Hicimos lo que correspondía, en cumplimiento del
deber militar. Empezamos bajo un gobierno constitucional
y seguimos en un gobierno de facto. Las Fuerzas Armadas
deben decirle al pueblo argentino: nosotros los libramos
de ser un país marxista. Tengo que reconocer que cometimos
errores. Si no cometiéramos errores seríamos dioses.
Qué aburrido sería un país gobernado por los dioses,
sin pecado, sin delito". Albano Eduardo Harguindeguy
"¿Cómo puede sacar información (a un detenido) si
usted no lo aprieta, si usted no tortura? (…) ¿Usted
cree que hubiéramos podido fusilar 7000? Al fusilar
tres nomás, mire el lío que el Papa le armó a Franco
con tres. Se nos viene el mundo encima. Usted no puede
fusilar 7000 personas".
Ramón Genaro Díaz Bessone
El silencio construye
imágenes. Es muy impactante en el filme la referencia a John Kennedy,
cuya figura en Latinoamérica tenía dimensiones míticas. Su asesinato,
siendo nosotros muy jóvenes, nos hizo llorar como si se hubiera
apagado un faro de la humanidad
Él estuvo en Argelia cuando era senador, leyó las revistas militares
francesas; no hay que olvidar que él hizo la invasión militar a
Cuba en Playa Girón. Hasta Kennedy la Escuela de las Américas de
Panamá no tenía la función de enseñar la lucha antisubversiva. Él
pidió a Francia el envío de expertos. Porque era muy anticomunista.
Él, y no otro, fue quien pidió que un tipo como Aussarres llegara
a Fort Bragg, a las fuerzas especiales de ejército americano. Yo
también descubrí esto. Fue él.
¿Qué fue lo que más
te impactó haciendo la película?
La colaboración política
de Francia con las dictaduras, como lo dice Harguindeguy que era
ministro del interior. Michel Poniatowsky era ministro del interior
(del gabinete de Valery Giscard D Estaing) y era un hombre de la
OAS. Harguindeguy me comentó que Poniatowsky vino acá con una cita
para intercambiar información sobre los subversivos y yo lo verifiqué;
vino en 1978, y conseguí los artículos de La Nación de aquella época,
un diario que apoyó aquí a las dictaduras, donde él dice que está
de todo corazón con los militares, que el enemigo común es el terrorismo.
Después cuando estuve en Chile con el general Manuel Contreras (Jefe
de los Servicios Secretos) tuve otra confirmación. Él me dice que
la DINA colaboraba con 37 servicios de inteligencia del mundo, que
con Francia se colaboró mucho con la DST Dirección de Seguridad
de Territorio, y que cuando ocurrió la Operación Retorno de los
chilenos que volvían a Chile para seguir con la resistencia armada
contra la dictadura, la DST les avisaba cada vez que uno de ellos
subía al avión. Cuando hice mi libro traté de verificar esto, porque
Contreras es muy conocido por ser un mentiroso, y entonces hay que
tener cuidado. Hablé con dos miembros de la DST, uno era el número
dos de aquella época, y me dijo "si, puede ser. No fui yo personalmente
pero puede ser. Recibíamos cada dos o tres meses los attaché militares
de las embajadas; el encargado de aquella época no era cualquiera,
era el general Ituriaga, que era la mano derecha de Contreras, encargado
de las operaciones militares de la DINA en el marco de la Operación
Cóndor; él fue nombrado attaché militar en París. Del mismo modo
que llegaron los peores de la ESMA a Paris para hacer el Centro
Piloto. Entonces me dice "si un chileno viene y nos pide un servicio
como la lista de los chilenos que suben al avión rumbo a Chile cada
semana es algo muy fácil de hacer: basta con llamar a la Policía
Aeronáutica para que nos provean la lista". Cuando le pregunté por
qué se hizo me contestó que eran servicios amigos. Además vendíamos
armas a Chile. Aussarres termina como attaché militar en Brasil
y pasa a la empresa de venta de armas de Francia y sigue trabajando
allí con su amigo el coronel Legain, del que también hablo en la
película, que hizo un discurso donde dice lo bien que piensa de
las dictaduras. Es él quien vende los Exocet de la guerra de Malvinas.
Y Aussarres me dijo que la empresa nacional francesa siguió vendiéndole
armas a Chile después del embargo internacional. Estaban en la misma
concepción ideológica del mundo, no les molestaba hacerlo. Estoy
muy contenta de que la película se dé aquí de manera completa, no
solamente los pedazos de los militares argentinos; no es para defenderlos,
no les quita la culpa a ellos, pero hay que entender que todo eso
fue una responsabilidad colectiva, en donde cada uno tiene su parte.
Por eso en esta película por primera vez no hay ninguna víctima,
yo quería nada más que las palabras de los actores para desmenuzar
su mecánica.
Es impactante el testimonio
de los militares, que siempre muestran un dejo de orgullo por lo
que hicieron en esta historia.
Harguindeguy y Díaz Bessone lo dicen muy bien. Eso se verá cuando
salga aquí la versión en DVD, que tiene media hora más de duración.
Harguindeguy dice que no tiene ningún arrepentimiento: "cometimos
errores pero si no hubiera sido así habríamos sido Dios. Argentina
habría terminado como una nueva Cuba". Díaz Bessone dice en la parte
oficial de la entrevista que "en todas las guerras hay daños colaterales;
en la guerra clásica son los civiles que mueren bajo las bombas,
y en la guerra antisubversiva son los desaparecidos. Mientras se
verifica si un sospechoso tiene o no que ver con la subversión,
este puede morir siendo inocente, pero si se comparan los daños
colaterales de la guerra clásica con la guerra antisubversiva, en
esta última hay menos inocentes muertos. ¿Cuánta gente murió, y
qué? Nosotros no matamos a tanta gente". ¡Así lo dice, así!
"La doctrina que
la dictadura aplicó en la guerra sucia nació en las selvas de Indochina
y las calles escarpadas de Argel. Fue concebida por el ejército
francés para sus guerras coloniales e importada por sus discípulos
argentinos sin reflexión sobre sus consecuencias. Hasta el concepto
de subversión fue importado. Los franceses también instruyeron al
ejército de los Estados Unidos, que aplicó las mismas técnicas en
Vietnam. Durante la Operación Fénix, 20.000 personas desaparecieron
en Saigón."
Por Marie-Monique Robin
Fueron los años más negros de América Latina. El 24 de marzo de
1976, cuando el general Videla tomó el poder en la Argentina, todos
los países del Cono sur estaban ya bajo la férula militar. Ejecuciones
sumarias, torturas, desapariciones. Stroessner en Paraguay, Pinochet
en Chile, todos ejercen una represión feroz en nombre de la lucha
contra el comunismo. ¿Cómo se llegó a ello? Sin duda, la sombra
de los Estados Unidos planea sobre las dictaduras latinoamericanas.
Menos se conoce el rol jugado por Francia en su juventud, especialmente
en la Argentina. La investigación comienza en Théoule-sur-Mer, al
sur de Francia. Noviembre de 2002. Ex legionarios, paracaidistas,
pieds noirs, o miembros de la OAS, los nostálgicos de la Argelia
francesa se reúnen.
El decano del agrupamiento es el coronel Lacheroy, de 96 años, quien
fue condenado a muerte por su participación en el putsch de los
generales de Argelia. Es un testigo fundamental, porque para comprender
la influencia de los franceses sobre las dictaduras latinoamericanas
es preciso remontar el hilo del tiempo e internarse en la historia
de las guerras coloniales. Todo comenzó en 1951, durante la guerra
de Indochina. Designado al mando de un regimiento, Lacheroy fue
fascinado por la organización del Vietminh, que tenía a raya a los
más numerosos y mejor equipados franceses.
Coronel Charles Lacheroy: –Llegué a Indochina y enseguida leí de
punta a punta el Libro Rojo de Mao Tse Tung. Fue el primero que
me hizo comprender que lo que llamaban la retaguardia es más importante
que la tropa y que antes de la tropa hay que ocuparse de la retaguardia.
El enemigo que tenía enfrente en Indochina era hábil para servirse
de la población. Era imposible llegar a un lugar sin que el enemigo
lo supiera.
Así se conoció la teoría de la guerra revolucionaria. Para Lacheroy,
el Vietminh era un agente del comunismo internacional que operaba
bajo la máscara del independentismo.
Su arma era el adoctrinamiento de la población.
En consecuencia, en la guerra revolucionaria no hay más línea del
frente porque el enemigo está en todas partes.
El 7 de mayo de 1954 los vietnamitas ganan la batalla de Dien Bien
Phu, y con ella la independencia. Para los franceses es una humillación.
Ex resistente, el capitán Paul Aussaresses asiste al colapso.
General Aussaresses: –La derrota fue un shock. La mayoría de los
militares franceses descubrieron que había que extraer las lecciones
de esa derrota para evitar la misma desilusión en Argelia.
Durante la guerra de Argelia el Estado Mayor del Ejército adhirió
definitivamente a la doctrina de la guerra revolucionaria, llamada
aún guerra subversiva. Su obsesión, cortar al Frente de Liberación
Nacional de su retaguardia, es decir de la población. Para eso los
franceses innovan. Cuatrocientos mil soldados son desplegados sobre
el territorio argelino. Es la técnica de la cuadriculación, primera
aplicación concreta de la teoría de Lacheroy.
En enero de 1957, el ministro Robert Lacoste toma una decisión que
tendría graves consecuencias. Delega el poder de policía en el coronel
Massuh, que comanda la X División de Paracaidistas. Objetivo: aniquilar
a la organización político-militar del FLN que multiplica los atentados
terroristas en la capital argelina.
Comienza así la Batalla de Argel, en la
que los paracaidistas cercan el barrio árabe la Casbah pararastrear
a los colocadores de bombas. Ya son los únicos que mandan. Su jefe,
el coronel Marcel Bigeard, un ex resistente que ganó sus galones
en Indochina.
–Usted dijo que al principio el rol de cana no le gustaba mucho...
Coronel Bigeard: –Por supuesto, hubiera preferido enfrentar a combatientes.
Está más en nuestra naturaleza que hacer un trabajo de cana. Pero
lo aprendimos rápido, éramos paracaidistas.
–¿Por qué le llamaron la Batalla de Argel?
Paul Aussaresses: –Era una acción para capturar personas armadas
y matarlas.
La Batalla de Argel llegará a ser un modelo de la guerra contrarrevolucionaria.
De enero a setiembre de 1957 los franceses inventan o sistematizan
técnicas militares que permanecerán largo tiempo en secreto. No
hay imágenes de archivo. Sólo las imágenes de una película de ficción
ítalo-argelina realizada en 1965 permite reconstruir sus métodos.
Boicoteada por las grandes redes de distribución, fue muy poco vista
en Francia.
–¿Vio la película La Batalla de Argel?
Aussaresses: –Sí. Es magnífica. Muy próxima a la verdad. No se puede
hacer mejor, está muy bien interpretada.
–¿Quién es el coronel Mathieu de la película?
Aussaresses: –Bigeard.
Mathieu/Bigeard, en la película: –Es una organización piramidal
compuesta por una serie de secciones. Cada militante sólo conoce
a tres miembros como máximo. Su responsable, que lo eligió a él,
y sus dos subordinados, que él mismo elige. Debemos realizar las
investigaciones necesarias para reconstruir toda la pirámide para
llegar al Estado Mayor. La base de este trabajo es la inteligencia.
El método es el interrogatorio. Y el interrogatorio se convierte
en un método cuando se ejecuta de modo de obtener siempre una respuesta.
La Inteligencia
Bigeard: –Todas las tardes a las seis se reunían los capitanes en
mi oficina, cinco comandantes de unidades. Para llegar al jefe había
que seguir el hilo hacia arriba y dibujábamos el organigrama en
el pizarrón. Como resultado, obteníamos la información e íbamos
a donde estaba el tipo.
Aussaresses: –Había que quebrar la capacidad del FLN para cometer
atentados y para eso era necesario obtener información, a cualquier
precio.
–¿Para ustedes eso incluía el uso de la tortura?
Aussaresses: –¡Qué pregunta! Incluida la tortura, claro.
Bigeard: –Yo di la orden: ustedes deben actuar en forma contundente
contra los que colocaban las bombas, interrogarlos duramente, no
sacarles los ojos ni cortarles las orejas pero aplicarles la picana,
electrodos para pasarles corriente eléctrica. La llamábamos -la
gehgene. No lo hice yo sino los hombres a mis órdenes, pero como
jefe del regimiento yo soy el responsable.
Aussaresses: –Los escuadrones de la muerte eran suboficiales que
Masssuh puso a mi disposición, cuyo número y nombre no revelaré
nunca. Recorría toda la noche los regimientos preguntando a sus
jefes y a los oficiales de informaciones qué habían hecho y qué
habían conseguido. Cuando teníamos a un tipo que ponía una bomba
lo apretábamos para quediera toda la información. Una vez que había
contado todo lo que sabía, terminábamos con él. Ya no sentiría nada.
Lo hacíamos desaparecer.
Escuadrones de la muerte, desaparecidos. El método fue inventado
en Argelia. En aquel momento el prefecto de policía de Argel, Paul
Teitgen, fue el único que denunció la desaparición de 3024 prisioneros
entre los 24.000 registrados oficialmente.
Teitgen: –En la cárcel no estaban. Preguntaba por alguno y me decían
que desapareció. Los habían enviado a Bigeard. La gente de Bigeard
les ponían los pies en cemento y los tiraban al mar desde helicópteros.
Un método sucio. Así no se hace la guerra.
Sin embargo, desde mayo de 1958 las técnicas de la Batalla de Argel
comenzaron a enseñarse en un Centro de Entrenamiento en Guerra Subversiva
creado por el ministro de Defensa, Jacques Chaban-Delmas?, a iniciativa
de Bigeard. Pronto formaría a oficiales franceses, pero también
portugueses e israelíes. La Batalla de Argel tuvo su manual, titulado
La guerra moderna, escrito por el jefe de Aussaresses, el coronel
Roger Trinquier, quien justificó en forma abierta la tortura como
arma de la guerra antisubversiva. La transmisión se realizó en la
Escuela de Guerra de París. Los primeros alumnos fueron argentinos.
Entre ellos, el general Alcides López Aufranc, quien participaría
en el golpe de Estado de 1976. En 1957 fue seleccionado por el Estado
Mayor argentino para iniciarse en lo que ya se llamaba la doctrina
francesa. La clave del curso era un mes de práctica en Argelia.
López Aufranc: –Los profesores tocaban siempre el tema de la guerra
revolucionaria. Era algo totalmente nuevo para nosotros. En América
Latina no conocíamos ese tipo de problemas. Había luchas políticas,
a veces violentas, pero no subversivas. No conocíamos la importancia
de la población en ese tipo de guerra. Para nosotros sólo existía
la guerra clásica, con infantería, fusil, carros, cañón. Jamás habíamos
imaginado un enemigo capaz de matar con un cuchillo o de estrangular
a alguien con una cuerda. Con la sangre se aprende mucho.
Los métodos de la Batalla de Argel fueron exportados por primera
vez a la Escuela Superior de Guerra de Buenos Aires. En 1959 los
ejércitos de Francia y la Argentina firman un acuerdo que prevé
la creación de una misión militar francesa permanente, cuyos asesores
se instalan en Buenos Aires, en la sede del Estado Mayor. Todos
son veteranos de Argelia que actúan en el mayor secreto. Hasta hoy
el tema es tabú. Ninguno aceptó hablar ante una cámara del rol de
la misión.
Coronel Bernard Cazaumayou, quien integró la misión entre 1962 y
1965:
–Viajamos a pedido del Ejército argentino para enseñar la guerra
revolucionaria. La misión cumplió esa tarea y ninguna otra. No me
interesa hablar.
Pagados por el Ejército argentino, los franceses hacen traducir
los libros del coronel Trinquier, dirigen cursos y publican artículos
en la Revista Militar. El tema es siempre la guerra antisubversiva,
como lo reconoce de inmediato el coronel Robert Bentresque.
Coronel Bentresque: –La guerra antisubversiva es una guerra secreta.
–Frente a un enemigo que...
–No son tipos con los que usted pueda salir a tomarse un whisky.
La influencia de los franceses culmina en 1961 con la organización
del Primer Curso Interamericano de Guerra Contrarrevolucionaria,
en el que participan militares de 14 países. Su director fue López
Aufranc, quien confió la planificación a los militares franceses.
–¿Había oficiales de todo el continente?
López Aufranc: –Sí, de todo el continente, inclusive de los Estados
Unidos. Todos los oficiales de América del Norte y del Sur se reunieron
en nuestra Escuela Superior de Guerra. Bentresque fue mi más directo
colaborador.
A Bentresque siempre le costó asumir ese rol.
Bentresque: –Lo hicieron técnicos argentinos. Digamos que ellos
usaron nuestro curso para elaborar el propio.
–¿Es cierto que los Estados Unidos estaban celosos?
López Aufranc: –Claro, querían que los franceses se fueran. Veían
con mal ojo el rol de Francia. Pero los americanos no sabían nada
de la guerra revolucionaria. Aprendieron al mismo tiempo que nosotros.
En un oficio dirigido a su cancillería, el embajador francés Blanquet
de Chaillat confirma los celos de los estadounidenses. Ironía de
la historia. Aunque había sido realizada para denunciar la guerra
sucia desarrollada por los franceses, la película La Batalla de
Argel se usó en la Argentina para entrenar a los militares en la
lucha antisubversiva. ¿Quién suministró la copia de la película?
Misterio. Marie-Monique? Robin entrevista a los ex cadetes de la
Armada Julio César Urien y Aníbal Acosta, a quienes se les proyectó
la película en 1967. Cinco años después los dos oficiales fueron
apresados y dados de baja de la Armada por denunciar el uso de la
tortura.
Julio César Urien: –No son recuerdos agradables, porque todo eso
lo viví en carne propia.
–¿Quién les proyectó esa película en la Escuela Naval?
Urien: –El director de estudios y el capellán naval, que la acompañaba
con un punto de vista religioso.
–¿El capellán justificaba los métodos de la Batalla de Argel?
Aníbal Acosta: –Absolutamente.
–¿Incluso la tortura?
Urien: –Sí. La tortura no era considerada un problema moral sino
un arma de combate.
Acosta: –Un sector de la jerarquía católica sostuvo ese tipo de
práctica. Nos presentaron esa película para prepararnos para un
tipo de guerra que no era la que nos llevó a entrar a la Escuela
Naval, la guerra regular. Nos preparaban para una guerra irregular,
nos iban acostumbrando de a poco a esos métodos que se emplearían
más adelante. Nada que ver con la guerra contra un enemigo exterior.
Nos preparaban en misiones policiales contra la población civil
que pasó a ser el nuevo enemigo.
Escuela de las Américas, en Panamá.
Su nombre siempre se ha asociado a la historia de las dictaduras
latinoamericanas. Creada en 1946 por los Estados Unidos, a mediados
de la década de 1960 se especializó en la guerra antisubversiva.
En nombre de la lucha contra el comunismo, 60.000 oficiales latinoamericanos
serán entrenados en la que se llamará Escuela para dictadores.
Es una historia conocida.
Lo que se conoce menos es el rol de los franceses en la formación
de los instructores norteamericanos. Todo comenzó en 1960, cuando
Pierre Messmer es nombrado ministro de Defensa. Fue contactado por
los norteamericanos cuando se perfilaba la guerra de Vietnam.
Pierre Messmer: –Les interesaba la teoría de la guerra revolucionaria.
Pidieron asesores. Enviamos gente que tenía experiencia. Era sobre
todo cuestión de experiencia.
–Y Aussaresses, ¿cómo llegó a ser instructor en Fort Bragg?
Messmer: –Porque era un especialista. Cuando los norteamericanos
pidieron asesores técnicos supongo que el Estado Mayor del Ejército
consultó sus listas y designó gente que hubiera estado en Argelia
y hubiera tenido la misión de interrogar prisioneros.
–Y Aussaresses era uno de los mayores especialistas en la guerra
revolucionaria.
Messmer: –Aussaresses me parece que no es un pensador, es un ejecutor.
1961. El teniente coronel Aussaresses es nombrado en la agregaduría
militar en Washington, de la que dependen diez oficiales de enlace.
Todos eran veteranos de Argelia. Fueron distribuidos en distintas
escuelas militares estadounidenses. Aussaresses fue destinado a
Fort Bragg, sede de las fuerzas especiales que intervendrían masivamente
en Vietnam.
–¿Qué enseñó allí?
Aussaresses: –Enseñé las condiciones en las que hice un trabajo
que no era el normal en una guerra clásica, las técnicas de la Batalla
de Argel, arrestos, inteligencia, torturas.
El general John Jons y el coronel Carl Bernard son dos ex alumnos
de Aussaresses en Fort Bragg. Veteranos de Vietnam, hoy militan
contra el uso de la tortura. Confirman que a principios de la década
de 1960 ni habían oído hablar de guerra subversiva.
General John Jons: –No teníamos ninguna experiencia, por eso hicimos
venir instructores de Francia y leímos artículos y libros sobre
la experiencia francesa.
Coronel Carl Bernard: –Leímos La guerra moderna, de Trinquier. Aussaresses,
que había trabajado con Trinquier, nos trajo las pruebas de imprenta
a Fort Bragg en 1961. Lo leímos en detalle y por desgracia yo fui
uno de quienes lo estudió a fondo. A partir de ese libro se concibió
la Operación Fénix. Envié el libro a Robert Comer, que trabajaba
en la Casa Blanca.
En 1967 ese agente de la CIA fue designado jefe de la oficina en
Saigón. Dirigió una unidad de escuadrones de la muerte, acusado
de eliminar las redes del Vietcong dentro de la población. Fue una
guerra muy sucia, bautizada Operación Fénix.
Coronel Bernard: –Fue una copia de la Batalla de Argel. El resultado
fue trágico y estoy usando un eufemismo. Hubo un mínimo de 20.000
personas asesinadas, civiles. Paul Aussaresses nos enseñó en Fort
Bragg la importancia capital de la inteligencia en ese tipo de guerra,
cómo obtenerla y cómo explotarla. Y nos explicó la tortura. Tomaba
un prisionero. En general lo convencía de hablar. La mayoría hablaba.
Pero al que no quería, lo sometía a sufrimientos físicos, sufrimientos
mortales que hacían que terminara por hablar. Explicaba que si otro
prisionero asistía a la sesión de tortura se convencía de hablar
porque sabía que sería el siguiente. El problema adicional era qué
hacer con el prisionero torturado. La respuesta de Aussaresses es
que debían ser ejecutados.
–¿La mayoría de sus alumnos fueron enviados a Vietnam?
Aussaresses: –Sí, fueron al trabajo, en Vietnam. Volví a encontrar
a algunos cuando fui agregado militar en Brasil en 1973. Tuve una
relación muy estrecha con los militares brasileños. Era una dictadura
militar. Brasil ayudó considerablemente la acción del general Pinochet
contra Allende.
En 1973 la represión se abate sobre la izquierda chilena. Los sobrevivientes
contaron que oficiales brasileños dirigían las sesiones de tortura.
¿Fueron formados por Aussaresses?
El ex jefe de la DINA, Manuel Contreras, responde en su lugar de
detención en la base militar en donde comenzó el golpe de 1973.
Puede decirse que está en familia, rodeado de sus custodios y su
equipo médico: -Eramos admiradores de la OAS dentro del ejército,
por su valentía y combatividad. Era un modelo.
–¿Conoció al general Aussaresses?
Manuel Contreras: –No lo conocí pero envié a muchos oficiales chilenos
para que los entrenara, en Manaos. Cada dos meses le mandaba un
nuevo contingente de oficiales para que los entrenara. El trabajaba
habitualmente en la sede del Servicio de Inteligencia, pero viajaba
a Manaos para el entrenamiento.
[Causa Díaz Bessone, declaración
de Marie Monique Robin, 17 de
mayo 2011]
"Ramón Genaro Díaz Bessone me dijo que participó en entrenamiento
en la guerra contra la subversión con franceses presentes en Rosario",
dijo la periodista francesa Marie Monique Robin (imagen), autora
del documental "Escuadrones de la muerte en la escuela francesa",
quien ayer declaró vía teleconferencia ante el Tribunal Oral Federal
N° 2 en el marco de la causa Díaz Bessone. El trabajo muestra al
ex general del Ejército reconociendo la instrucción de militares
franceses, método con el que se llevó adelante la represión en Argentina.
"En él se inscribe acabadamente la influencia de la escuela francesa
en la metodología del terror aplicada en Latinoamérica", señaló
Robin, quien además remarcó otra confesión militar. "Los generales
argentinos me confesaron que no pensaron que después de la guerra
iban a encontrarse con los familiares por la calle", afirmó la periodista.
"Me entrevisté con Díaz Bessone el 13 de mayo de 2003 en el Círculo
Militar de Buenos Aires, aunque en el documental dieron su testimonio
los argentinos (Reynaldo) Bignone, (Albano) Harguindeguy y López
Aufranc, además de militares franceses, norteamericanos y chilenos,
así como víctimas de la guerra sucia de Argentina y Chile. El documental
empieza por la historia de Francia durante la guerra de Indochina
en los años 50. Al final de la Segunda Guerra Mundial hubo una guerrilla
que luchaba por la independencia. Mi país mandó a militares para
terminar con la guerrilla del Viet Mihn y empezó la guerra que duró
siete años", expresó la investigadora durante la teleconferencia.
"La lección más importante de los franceses fue la necesidad de
un buen aparato de inteligencia. Están en todos los lugares..",
reconoce Díaz Bessone. La división del territorio en zonas, subzonas.
Todas las fuerzas armadas participaron, sin excepción. En cuanto
a los desaparecidos, ¿qué podíamos hacer? ¿Fusilarlos? Se nos venía
el mundo encima, ¿Encerrarlos? Un gobierno constitucional los liberaría.."
dice Díaz Bessone en el documental.
Robin manifestó ante el TOF 2 que ha ganado "cinco premios internacionales
gracias al video". Asimismo, la testigo detalló que, "en esta guerra
moderna hay una concepción del enemigo que ya no es un soldado sino
cualquiera, es el enemigo interno, como dice Díaz Bessone puede
ser cualquiera, un alumno, tu vecino. El blanco es la población.
Eso significa que la inteligencia es el arma fundamental. O sea,
tortura para sacar la información".
Robin afirmó que "Díaz Bessone dice que cómo iban a sacar información
si no se apretaba, se torturaba. La inteligencia es el arma principal.
Eso se enseñó en las escuelas militares. Es un modelo de represión
urbana. Secuestro, tortura y desaparición. Esto me dolió como francesa".
Comparando la represión en Argelia y Argentina confesó que vio "muchos
documentos de archivo, el poder político entregó los poderes especiales
al ejército en el caso de Argelia. No procedían los habeas corpus,
las familias no sabían donde estaba el desaparecido. Muy pocos intelectuales
franceses denunciaron esto y un solo general. Argentina fue el cuarto
país en utilizar el método, los nazis, los franceses, Chile y Argentina",
agregó.