La doctrina francesa y el terror en América Latina

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Entrevista a Marie Monique Robin

Radio Nacional, 29/06/25, programa Todos en cuero, Jorge Halperin.

Marie Monique Robin afirmó que los mejores alumnos de los escuadrones de la muerte de la escuela francesa, fueron los militares argentinos de la última dictadura.

En diálogo con Jorge Halperín, la periodista, escritora e investigadora francesa, autora de “Escuadrones de la muerte, la escuela francesa” se refirió a la metodología utilizada por los genocidas de la última dictadura cívico-militar en nuestro país.

Robin contó que las “técnicas anti-subversivas” se exportaron “hacia distintos países pero el mejor alumno de los franceses fueron los militares argentinos” que irrumpieron en el poder en marzo de 1976.

El sistema de represión implementado en nuestro país fue una enseñanza que los franceses utilizaron durante la guerra contra Argelia que duró desde 1950 a 1957.

En la nota, brindó detalles de la la relación de la metodología de la desaparición de personas durante la ultima dictadura cívico-militar en nuestro país y lo que popularmente se conoce como “la escuela francesa”.

Robin explicó que esta nueva concepción de la guerra llaman “la guerra moderna” y “en este caso el enemigo, decían ellos, era interno y por eso desarrollan una técnica en la cual había que detener mucha gente, torturarlos y desaparecerlos”.

Según relató, se cree que un militar francés, que vino a nuestro país, habría participado del secuestro de las monjas francesas en diciembre de 1977, cuando un grupo de militares bajo el mando de Alfredo Astiz secuestró a un grupo de 12 personas vinculadas a las Madres de Plaza de Mayo. Entre ellas se encontraba Léonie Duquet, junto con la fundadora de Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor y su compañera también monja francesa Alice Domon.

“En Francia nunca se juzgó a nadie” por esta metodología que implementó el país galo en Argellia. Robin relató que hubo una amnistía y no hubo ningún juicio.

Se calcula que en Argelia hubo 3 mil desaparecidos.
 


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Cómo nace el terror en América Latina

Entre los años 60 y 70, Paul Aussaresses y los especialistas franceses en guerra antisubversiva instruían a los militares estadounidenses y argentinos. Cuando estos últimos se instalaron con su Junta en 1976, aplicaron las lecciones francesas.

El 21 de mayo de 2001, en la oficina del juez de instrucción parisino Roger Leloire se encontraba un invitado reconocido y súbitamente célebre: el general Paul Aussaresses, a quien el Presidente de la República, por razones disciplinarias, pasará a retiro el próximo 6 de junio.

Sus recientes revelaciones sobre las prácticas de tortura que aplicara en Argelia están todavía frescas. Pero no fue para referirse a eso que lo convocó el juez Leloire.

Para estupefacción del viejo oficial, la pregunta del juez estaba referida al papel que los militares franceses en general, y el suyo en particular, desempeñaron en la formación de quienes mas tarde serían los dictadores y torturadores argentinos.

Un asunto enterrado, olvidado, ultra secreto.

Los especialistas franceses de la 'guerra psicológica', de regreso de Argelia, pusieron sus siniestros talentos al servicio de las peores dictaduras sudamericanas, en nombre de Francia.

Nuestra investigación demuestra que existían dirigentes políticos franceses informados. ¡Y que eso funcionó durante veinte años !

Una memoria selectiva

Los recuerdos del general octogenario sobre la tortura en Argelia son inagotables. Su memoria asusta por su precisión, igual que las notas personales que conservó a lo largo de su carrera. Sus declaraciones son de un cinismo sin nombre.

El juez Leloire no siente la menor inquietud. El general va a contarle todo, a decirle cual fue su papel en América latina en esa época, a él, cuyo trabajo empezó con la denuncia de familias de desaparecidos franceses en Chile y Argentina, a principios de los años 70. Aussaresses no paso su vida en los servicios secretos por nada. Si habla o si escribe, es porque lo decidió. Pero en el Palacio de justicia, su memoria vacila. ¡No sabe - afirma al juez - qué es un 'servicio de inteligencia', el servicio de información de que dispone un Estado Mayor ! Admite apenas, de la lengua para afuera, que es efectivamente un especialista en lucha anti subversiva. Y sobre todo, confirma lo que el juez ya sabe: fue agregado militar en Brasil entre 1973 y 1975. El Point (Revista francesa) está hoy en condiciones de atizar la memoria del general, y revelar aspectos íntegros de la historia militar francesa.

Volvamos de nuevo al joven Aussaresses. Durante diez años, después de la segunda Guerra Mundial, fue un as de los servicios especiales, el SDECE, aureolado por su heroica conducta durante el conflicto, en particular, en una mítica unidad de paracaidistas, precursora de todas las fuerzas especiales del mundo : los comandos 'Jedburgh'. Durante la guerra de Indochina, se incorporo al GCMA (Agrupación de los Comandos Mixtos Aerotransportados), una unidad del SDECE, dirigida por el teniente coronel Roger Trinquier, quién después de una carrera de funcionario colonial en Asia, ha sido gracias a este conflicto el principal teórico de la guerra revolucionaria. El primero sin duda, que leyó a Mao Zedong en el ejército francés y descubrió en su Estrategia de la guerra revolucionaria en China, el método con el cual Indochina enfrentaba a Francia

Casi sin medios, en particular de transmisión, Trinquier obtiene en esa época la ayuda de la CIA, que decide afectar, a su unidad, dos funcionarios de enlace. Para los estadounidenses las lecciones aprendidas en el GCMA no serán inútiles. Para Aussaresses tampoco. En 1957 encontrará a Trinquier en otro terreno: la batalla de Argel... Para los jóvenes oficiales que vuelven de Indochina, se trata de una guerra de la misma naturaleza: revolucionaria, no anticolonialista. El ejército de Argelia se toma por la única defensa contra la ola comunista que se anuncia. Y todo el ejército francés se convierte a las teorías de la guerra anti-subversiva o 'psicológica'. Los militares encuentran un oído atento en el Ministro de Defensa, Maurice Bourgès-Maunoury, que acepta crear en 1956 un Servicio de acción psicológica y de información, vinculado a los 'Cinquièmes bureaux' (5° Sección (especial) de los Estados Mayores encargados de las mismas tareas. El Coronel Jean Guardias, responsable del 'Cinquième bureau' de Argel dirá más tarde: 'libramos en Argelia nuestro último combate de hombres libres'.

En 1957, 'Trinquier-la cabeza-y-Aussaresses-las piernas' son auxiliares del general Jacques Massu, que obtuvo plenos poderes en Argel. Trinquier teorizó sobre la represión en zonas urbanas: división de la ciudad en zonas, fichaje, allanamientos, extorsión para la obtención de información incluidas las torturas. Se inaugura la práctica de la desaparición de personas destinada a aterrorizar a la población. Aussaresses la aplica.


Ver La batalla de Argel

En otra región, muy lejos de Africa del Norte, otro ejército se apasiona por los métodos franceses: el ejército argentino, que acaba de derrocar a Juan Perón. En 1957, recién egresado de la Escuela Superior de Guerra de París, el coronel Carlos Rosas, que se ha convertido en subdirector de la Escuela de Guerra de la Argentina introduce un ciclo de estudios sobre la 'guerra revolucionaria comunista'. Futuro jefe de la policía federal bajo la dictadura del general Videla, que tomará el poder en marzo de 1976, el general Ramón Camps, transmitió a los 'jefes del ejército francés', la petición presentada por Rosas y el envío a la escuela de guerra argentina de los tenientes coroneles Patrice de Naurois y François-Piedra Badie. Camps escribe que 'sus cursos son el resultado directo de la experiencia francesa en Indochina, aplicada en esos momento en Argelia'. El 11 de septiembre de 1958, nace el idilio. El Ministro de Defensa, Jacques Chaban-Delmas, autoriza a sesenta cadetes pertenecientes a la primera promoción 'francesa' del ejército argentino a realizar un viaje de estudios a Argel. Otros sesenta viajarán directamente a Francia continental. (Porque en esa época Argelia era Francia). Este noviazgo se consolida lógicamente con el establecimiento en la Argentina de una misión militar francesa permanente en febrero de 1960. Esta misión incluye tres oficiales superiores calificados de 'asesores' cuya misión es 'acrecentar la eficacia técnica y la preparación del ejército argentino'.

Durante este período, Aussaresses está en la sombra pero un hombre de peso, Pierre Messmer, aparece en escena. Este oficial legionario, combatiente de la primera hora de la Francia libre, se convierte en febrero del 60 en Ministro de Ejércitos. Quince días antes, servía todavía en el 'Djebel', el regimiento que Roger Trinquier acababa precisamente de dejar. Lo menos que puede decirse de él, es que es enemigo de los conceptos de guerra contra-revolucionaria. Actualmente presidente del Instituto de Francia y dotado de una temible memoria a pesar de sus 85 años, no se hace de rogar para referirse al mal ocasionado ¡'Imbéciles' !

Nombrado Ministro, manda a Buenos Aires nada menos que al general André Demetz, jefe de Estado Mayor del ejército de tierra, acompañado del teniente coronel Henri Grand d'Esnon, para instalar la misión, Este último pronuncia, el 26 de mayo de 1960, en la Escuela de Guerra argentina una conferencia donde describe todos los aspectos de la guerra subversiva y hace especial hincapié, sobre el lugar central del ejército en el control social de la población y en la destrucción de las fuerzas revolucionarias. Su texto de 22 páginas, de las que dispone Le Point, se publica en el estudio de la Escuela de Guerra Argentina; un preludio, con el correr de los años, de la publicación de otros textos teóricos franceses.

En París, Pierre Messmer no anda con pruritos. Los anti-gaulistas más o menos implicados en el Golpe de Estado de Argel de abril de 1961 -que no es el caso de Aussaresses-, los adeptos de la guerra antisubversiva van a pasar un mal rato. De entrada, Messmer disuelve los 'Cinquièmes bureaux' y de regreso de Argentina, despide a Demetz. No obstante, se lamenta hoy Messmer, 'no se podía condenar a estos hombres por sus ideas'; no existían sanciones posibles. Entonces, aún a sabiendas, decide alejarlos. A Aussaresses lo envían a los Estados Unidos para formar a los estadounidenses en la guerra antisubversiva (leer más abajo). Y Messmer reconoce con agrado que la misión francesa en Argentina persigue sus objetivos iniciales.

La doctrina francesa se impone en toda las Américas (La doctrine française s'impose à toute l'Amérique).

La victoria en 1959 de Fidel Castro en Cuba había provocado a los norteamericanos en su patio trasero. Con sus aliados, prepara entonces una organización de combate anticomunista a escala continental. La reciente experiencia de los argentinos les será muy útil. La de los franceses también.

En 1961, con motivo de una misión de la Escuela de Guerra argentina en Perú, uno de los miembros de la misión militar francesa, que participaba del viaje, imagina un curso de lucha anticomunista destinado al conjunto de las fuerzas armadas americanas. Ya existe, por iniciativa de los Estados Unidos, desde un año antes, instalada una estructura, en Fuerte Amador (Panamá): la Conferencia de los Ejércitos Americanos (CEA).


Fosa común (Equipo Argentino de Antropología Forense)

Esta organización típica de la Guerra fría, reúne secretamente cada año a los responsables militares latinoamericanos, con sus homólogos del Pentágono. Allí trabajan juntos con un único objetivo : la interconexión de los servicios de información y la formación homogénea de las fuerzas armadas del continente.

En la reunión de julio de 1961, el general Spirito, jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra argentino, propone la idea francesa a sus colegas y de allí surge el Curso Interamericano de Lucha Antimarxista, dirigido por el coronel Lopez Aufranc, antiguo cursillista de la Escuela de guerra francesa. Concurren y participan en los cursos treinta y nueve oficiales representantes de trece países de América latina y de los Estados Unidos: todo un éxito para el ejército francés.

El embajador de Francia en Argentina escribe en un mensaje al Quai d'Orsay que el papel de los asesores militares franceses -en la concepción y la preparación de este curso fue determinante (...) y se debe destacar la presencia de militares de Estados Unidos entre los participantes a esta pasantía, donde se reserva un lugar importante al estudio de la lucha antimarxista en un espíritu y según métodos que se benefician ampliamente de la experiencia adquirida en este ámbito por el ejército francés.

Razón de más para felicitarse porque los militares norteamericanos evidenciaron recientemente ciertos celos con respecto a la influencia de los asesores franceses en los Estados Mayores argentinos y en su escuela de guerra.

Es el preludio a una labor de varios años que culminará con la Operación Cóndor.

La misión militar de Buenos Aires sigue abasteciéndose de oficiales especializados.

Uno de ellos es la estrella de la escuela de guerra: el comandante Boulnois, autor de numerosos textos sobre la guerra revolucionaria.

De él, vale la pena rescatar lo siguiente: "Es mejor matarle al adversario un hombre por día que lanzar una operación con importantes medios que en el mejor de los casos matará diez veces más, pero que, nueve de cada diez veces caerá en el vacío más absoluto, bajo la mirada irónica de la población." 1

Los cursos contra-insurrecciónales franceses están en todas partes.

En la Escuela militar, el joven Rafael Videla los aprecia y los enseña. En 1976, dirigirá la junta militar.

A partir de las teorías francesas, los militares argentinos tejen un plan bautizado CONINTES (Conmoción Interna del Estado) destinado a prevenir todo movimiento de lucha civil contra el Estado, una circular doctrinal en tres volúmenes, en uso hasta el golpe de Estado de 1976 : el -RC-8-2/operaciones contra fuerzas irregulares.

Entre 1956 a 1963, los franceses habrán formado toda la generación en ascenso de los militares argentinos.

En 1963, los instructores franceses enfrentan sin embargo un eclipse, luego de que un Golpe de Estado lleva al poder a una franja pro norteamericana del ejército.

A pesar de todo, la misión militar francesa se mantiene 2 pasando de la lucha antisubversiva a la venta de armas. Hasta principios de los años 70.

En 1973, se reanudan las actividades.

La vuelta del general Perón después de 20 años de exilio, luego su muerte el año siguiente, señalan el principio del caos político en Argentina. El ejército que se considera como el garante de la seguridad del Estado prepara su guerra contra los opositores y las guerrillas de izquierda.

En 1973, los soldados argentinos participan en períodos de prácticas de lucha antisubversiva, en particular, en el sur del país. Se les difunden películas sobre la guerra de Argelia. -Solamente las escenas de torturas dirá uno de ellos. ¡Se trata seguramente de la película de Gillo Pontecorvo, la Batalla de Argel de la que Trinquier hizo elogio público, aplaudiendo a su veracidad documental!

En París, se recibe la solicitud del Ejército argentino para que la misión militar francesa retome su función original.

Pierre Messmer, que se ha convertido en el Primer Ministro de Georges Pompidou, sabe que los argentinos desean la vuelta de los instructores franceses especializados en guerra antisubversiva. Lo confirma hoy: los querían, los tuvieron... Argentina es un país independiente, no había razón de negarles lo que pedían.

El nuevo jefe de misión 'tenía el perfil adecuado', admite. Se trata del coronel Robert Servant, que viaja a Buenos Aires el 15 de abril de 1974. Es el hombre que conviene: ex combatiente de Indochina, encargado en Argel, del Cinquième bureau del interrogatorio a los simpatizantes del FLN conoce en misión en Madrid, al teniente coronel argentino Reynaldo Bignone, uno de los futuros hombres-clave de la junta en el poder en 1976.

Centenares de jóvenes desaparecen diariamente.

En Buenos Aires, el coronel Servant se instala... ¡en el Estado Mayor del Ejército entonces dirigido por el general Videla! En el piso 12 exactamente, frente al mar. Depende de lo Jefatura n° 3 Operaciones, encargada de las operaciones (de la formación dirá Servant al juez Leloire, en forma minimalista).

Según la comisión de los derechos humanos en Argentina en 1977, la misión francesa está allí para hacer 'inteligencia', traducido quiere decir: delación, tortura e infiltración'. 3

Interrogado por Le Point, Servant se negó a hablar pero, ante el juez, niega vehementemente esta versión declarando que su papel se limitaba a responder a las cuestiones de tipo militar de los argentinos, en ámbitos tan variados como la intendencia, la salud, la Gendarmería, o distintas cuestiones sobre el desarrollo de nuestra guerra en Indochina. Daba conferencias en la sede del Ejército de tierra o en unidades de provincia. Servant, mantiene distancia con la embajada -lo que confirma el embajador François del Gorce- si ocurren problemas se contacta con el SGDN (Secretaría General de Defensa Nacional), dependencia directa del Primer Ministro, Jacques Chirac que sucedió a Messmer en 1974. Está también en contacto con un jefe del SDECE para Brasil y Argentina, el capitán Pedro Latanne. Quién depende del agregado militar en Brasil, un veterano llegado a Brasilia en 1973. ¿Quién es? ¡Paul Aussaresses !

América Latina se halla en el infierno.

El ejército argentino estableció en 1974 con sus homólogos chileno y uruguayo una cooperación para el secuestro y el asesinato. Los cadáveres se amontonan en Buenos Aires. ¡Gracias a las lecciones de Argelia!

Tal situación no puede escaparle ni al jefe responsable del SDECE, ni a Servant, ni a fortiori a un viejo profesional como Aussaresses. ¡Cuando el juez Leloire, lo interroga no sabe nada, no vio nada, no oyó nada! Sin embargo, se encontraba como los demás en las primeras localidades para poder apreciar, a principios de 1975, la primera gran operación antiguerrillera llevada a cabo en Argentina en la provincia de Tucuman. El general Antonio Bussi que logrará, un año más tarde, una amplia victoria sobre la guerrilla izquierdista mediante el reagrupamiento de poblaciones, la tortura y las ejecuciones sumarias etc., es también un antiguo alumno de los franceses.

Su antecesor a comienzos del operativo, el general Vilas, reconocerá más tarde: "aplicamos los métodos establecidos por los franceses en Indochina y Argelia." Dirá incluso que la obra de Trinquier: Guerra, Subversión, Revolución, es su libro de cabecera.

En la primavera de 1975, por otra parte, las ediciones militares tradujeron todas las obras de los expertos franceses, Trinquier, Lacheroy, etc y es en base a esas mismas fuentes que los militares argentinos diseñan en parte el orden de batalla que darán a luz en marzo de 1976, para instalar su dictadura.

Es indudable que combinaron sabiamente las teorías americanas sobre la guerra clásica, la teoría francesa de la contra subversión y el Esquema Trinquier: división en zonas, fichaje, allanamientos, tortura y desapariciones.

La batalla de Buenos Aires es la copia fiel de la Batalla de Argel.

El que nos lo dice hoy no es otro que el general Bignone, último jefe de la junta militar, en su época adjunto de Videla en el Estado Mayor del Ejército donde trabajaba Servant, que es por otra parte su amigo íntimo. Servant se relaciona también con Albano Jorge Hargindeguy que será desde marzo de 1976, Ministro de Interior de la Junta.

La partida de Aussaresses.

Aussaresses deja América Latina en 1975 para chancletear entre los vendedores de armas. Sin embargo, apenas llegado a Thomson (hoy Thales), lo contacta su amigo el agregado militar argentino en París, el coronel Parada, para hacerle un pedido de material para las operaciones de Tucumán que continúan. El negocio se hará con intermediación británica.

¡En cuanto a Servant, deja la Argentina en octubre de 1976 -o sea siete meses después del putsch- pero durante este período, no esta al corriente de nada! Su sucesor, el coronel L'Henoret se muestra muy sorprendido de que no se le hubiera confiado ninguna misión. "Se me pagaba por hacer nada, exactamente solo por mantener la presencia francesa hasta que llegaran días mejores" nos dice. Lo que sucede en realidad es que se pone en hibernación a la misión militar. París, al parecer, ya no quiere tener nada que ver con torturar argentinos a través de sus métodos. 35.000 desaparecidos en total, decenas de miles torturados, encarcelados sin juicio es lo que se llamaría la guerra sucia.


Una guerra en la que participaron los franceses

Aussareses, instructor en los Estados Unidos.

Existe también otro país interesado en los militares franceses y sus teorías.

Los Estados Unidos sienten verdadera debilidad por la guerra revolucionaria.

Ellos solo contaban en ese entonces con un único manual de instrucción elaborado a partir de la guerra en Yugoslavia contra los Alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.

Por lo tanto buscan expertos cuando la guerra de Vietnam vuelve a entrar en su segunda fase. Aussaresses está precisamente como observador en los Estados Unidos, en la escuela de paracaidistas de Fuerte Benning en Alabama. Afirma que es su antecesor quién le aconsejó ir al centro de formación de las Fuerzas Especial en Fuerte Bragg en Georgia con el objeto de lograr un brevet de instructor -sin que sus superiores jerárquicos lo sepan-.

Pierre Messmer dice, que es un pedido de los americanos que buscan 'instructores con perfil indochino' y de acuerdo con sus servicios. En cualquier caso, Aussaresses llega a Fuerte Bragg en plena reorganización de las Fuerzas Especiales.

El Presidente John F. Kennedy está convencido de la utilidad de estas unidades de elite con boina verde. Recomienda su empleo, en especial, en Vietnam. El centro de Fuerte Bragg se convierte entonces en la escuela de Guerra Especial donde se forman a la vez los militares y la CIA.

La primera misión secreta de las Fuerzas Especiales tiene por meta Laos, la operación White STAR, se inspira directamente en los métodos utilizados por el GCMA de Trinquier durante la guerra francesa en Indochina. Algunos de los oficiales de la White STAR vuelven de nuevo a Fuerte Bragg y conocen a Aussaresses.

Dicen hoy que Aussaresses hizo traducir los escritos de Trinquier en inglés para que sirvan de bases a sus cursos de guerra antisubversiva.

¡Para la historia menor: los primeros licenciados formados, en especial, por Aussaresses son afectados a una unidad bautizada MATA (Military Advisory Training Assistance) que llamarán "los matadores"

Uno de los alumnos de Aussaresses se llama Robert Komer. Es un analista de la CIA que en 1964, forma parte del gabinete del Presidente Lyndon B. Johnson. Es entonces cuando Trinquier, retirado ya del ejército pero famoso teórico de la guerra revolucionaria, recibe en París a un enviado del presidente estadounidense quién le propone reanudar la dirección de sus guerrillas de Indochina bajo una cualquier forma, pero esta vez por cuenta de los Estados Unidos. Trinquier se niega.

Con todo, a pesar de este aparente interés por las teorías francesas, los antiguos camaradas de Aussaresses en Fuerte Bragg se acuerdan perfectamente de la negativa global del Estado Mayor estadounidense de considerar tales métodos.

Pierre Messmer recuerda varias conversaciones mantenidas con Robert Mac Namara, secretario de Defensa, en las cuales pudo apreciar la evolución del pensamiento estadounidense con respecto a la guerra contrarrevolucionaria.

Al principio, estaban en contra basándose solo en la superioridad material, luego a medida que fracasa esta estrategia, comienzan a aceptar la utilización de la guerra psicológica. Messmer sabe que Trinquier ha sido solicitado. Alerta a los norteamericanos en contra. -de todas maneras, iban a perder y se lo he dicho a Mac Namara dice hoy, irónicamente.

Tiene, en todo caso, perfectamente claro que el espíritu de las teorías de Trinquier sumadas a la de los Ingleses (una misión militar británica está en Vietnam) sirven de base a las Fuerzas Especiales norteamericanas.

En 1967, se nombra a Komer embajador en Vietnam.

Bajo su autoridad, se inventa lo que más tarde se llamará la Operación Fénix (Opération Phoenix). Una excesiva guerra contra-subversiva destinada a vaciar el agua en la que se desplazan los peces según la famosa fórmula de Mao.

Más de 20.000 muertes, decenas de millares de arrestos, detenidos sin juicio, torturados, etc.

Los expertos se preguntarán durante mucho tiempo cual fue la génesis de esta operación. Es posible responder hoy que fue en parte la resultante de las enseñanzas de Aussaresses basadas en los escritos de Trinquier.

Francia y el Plan Cóndor.

La operación Cóndor nació secretamente en las reuniones de la Conferencia de los Ejércitos Americanos llevadas a cabo entre 1960 y 1974.

Durante este período los ejércitos latinoamericanos pusieron a punto un extenso sistema de intercambio de información sobre sus respectivos opositores entre países vecinos. La interconexión informativa se realizaba a través de los agregados militares por medio de lo que se llamaría la red AGREMIL (Agregados militares).

El sistema evoluciona luego poco a poco hasta establecer el intercambio de presos.

En 1974, se celebra a Buenos Aires una reunión secreta entre los representantes de las policías políticas y los servicios de información militares de varios países de América latina, en especial de Chile, Argentina y Uruguay. Allí se decide pasar a una fase superior: el secuestro y a veces la ejecución de refugiados por los servicios de represión de los respectivos países allí donde se encuentren. La más fuerte proporción de refugiados políticos se encuentra aún en Argentina debido a que este país, aunque preso de una terrible violencia política, es aún oficialmente un estado democrático.

Las primeras muertes que se producen en esto que se llamara más tarde la Operación Cóndor se cuentan por decenas en las calles de Buenos Aires.

En agosto de 1975, el jefe de la policía política chilena (la DINA), el coronel Manuel Contreras empieza una gira latinoamericana para formalizar un acuerdo de represión continental cuya fase tres incluye la ejecución de objetivos elegidos incluso fuera de América Latina, en particular, en Europa. Contreras hará incluso un pasaje por la CIA el 25 de agosto del mismo año.

El 25 de noviembre, se organiza la primera reunión multinacional de información y se establece el plan Cóndor. Los países miembros son Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y un poco más tarde Brasil. Serán Cóndor 1, Cóndor 2 etc.

Contreras, que dispone de una red ya operativa en Europa basada en terroristas de extrema derecha italianos, comete el error de hacer asesinar sobre suelo norteamericano a doscientos metros de la Casa Blanca, al antiguo Ministro de Asuntos Exteriores de Chile anterior al golpe, Orlando Letellier.

Los chilenos pierden a favor de los argentinos.

Según la CIA, el centro operativo de la fase tres del Cóndor tiene sede en Buenos Aires donde se habría conformado un equipo especial, organizado como una unidad de las Fuerzas Especiales norteamericanas con un médico, un experto en sabotajes, un interrogador, etc.

En julio de 1976, la CIA describe una conferencia Cóndor en Santiago de Chile en la que se habla de operaciones en París: en un acuerdo separado, los servicios uruguayos de inteligencia (...) aceptaron operar con sus homólogos argentinos y chilenos contra grupos de izquierda, bajo cobertura de París.

El mismo mes, el Secretario de Estado Henri Kissinger lo confirma en un texto distribuido a varias embajadas americanas en Europa, en particular, en París, en el que informa que este tipo de Murder Inc. (Asesinatos y asociados) desarrollará actividades en la capital francesa.

En septiembre de 1976, la CIA se hace eco de lo que llama un particular ataque a la seguridad. Los servicios de información franceses se enteran de la existencia de la Operación Cóndor. ¿Servant? ¿Latanne?

De todas maneras, según la CIA, el hecho de que los franceses estén informados provoca a la vez el despido del jefe de la policía política argentina y la consiguiente información a los servicios franceses: 'los servicios de seguridad argentinos y/o chilenos informaron a sus homólogos franceses que Cóndor podría funcionar en Europa pero no en Francia'.

¿Quiénes son los 'homólogos' franceses de los servicios de seguridad latinoamericanos?

Nadie lo sabe pero algunos meses más tarde, se envía a un equipo uruguayo a París -con el fin de efectuar operaciones no especificadas, seguramente localizaciones para ejecutar a opositores pese a las seguridades convenidas. ¡Y sobre todo, los argentinos instalan en 1977 el Cóndor en París, en un Anexo de la embajada argentina,.... avenida Henri-Martin 83!

¡Sin que nadie se preocupara, las dictaduras latinoamericanas instalaron en consecuencia un centro terrorista destinado a ejecutar en toda Europa objetivos previamente determinados, a infiltrar grupos de opositores, a ubicar a los que seguían viajando aún a América latina y a hacerlos detener in situ, etc. No oso imaginar la existencia de un acuerdo referente por ejemplo a la neutralidad de las autoridades francesas a cambio de paz en nuestro territorio!

Marcel Chalet, antiguo director del DST, no solamente afirma hoy no haber sabido nada, aunque acusa el SDECE y al ejército de haber montado una operación paralela.

Es cierto que a Alexandre de Marenches, director de la los servicios de espionaje franceses (hoy fallecido), le gustaban los golpes torcidos según el antiguo embajador argentino en París, Tomas de Anchorena, el centro de París cesaría sus actividades hacia fines del año 1980.

En cuanto al plan Cóndor propiamente dicho, los torturadores argentinos, lo fueron desplazando progresivamente hacia el Norte y Centroamérica, nuevo lugar de confrontación entre las fuerzas armadas y los opositores. Enviaron varias misiones a Centroamérica con el objeto de ayudar a la represión y comenzaron a organizar períodos de prácticas de lucha contra la subversión a partir de la primavera y el otoño 1979 en Buenos Aires con el fin de formar a todos los que no están aún a escala continental, en particular, los de Centroamérica.

La caída de la dictadura somocista en julio de 1979 fomentó obviamente en latinoamericanos la adopción de normas comunes en la lucha anti subversiva y en particular, gracias a los argentinos y a sus teóricas bases francesas.

Formalmente, el Cóndor desaparece en las selvas de Centroamérica cuando los Estados Unidos asumen por cuenta propia la lucha contra la Nicaragua sandinista. Más aún, el final de la guerra fría y la suma de sus excesos les asestan un golpe fatal.

El balance general de la represión solo para el Cono Sur en el período en que las Juntas imaginaron la Operación Cóndor es de alrededor 50.000 asesinados, 35.000 desaparecidos y 400.000 presos. Sólo la Cóndor propiamente dicha representa sin duda varias decenas o varias cientos de víctimas elegidas como objetivo.

Notas:
1 Desfile y contraría a la guerra subversiva, Escuela Superior de Guerra, 12 de enero de 1959. en François Géré, la guerra psicológica, Ediciones Económica, 1997
2 Los jefes de las misiones serán los funcionarios sucesivamente de Naurois, Bentresque, Garderes, Boulnois, Cazaumayou, Ossent, Badie y Durieux.
3 Comisión de los derechos humanos en Argentina. En Argentina: Proceso al genocidio. Elias Quejeteras ediciones. Madrid 1977.
(*) Pierre Abramovici es autor de -Un rocher bien occupé, Editions du Seuil, París, septiembre de 2001.


Fuente: Argenpress.info
 


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Escuadrones de la muerte. La escuela francesa
 



La escuela francesa

Entrevista a Marie-Monique Robin, directora de "Escuadrones de la muerte"

Marie-Monique nos cuenta su investigación, las estrategia del ejército argentino en la agencia supranacional del crimen que era la Operación Cóndor. Nos cuenta también, cómo Francia, a la vez que defendía los derechos humanos, en tinieblas asesoraba a las dictaduras con una perfecta maquinaria paramilitar: la temible OAS.

Por Raúl Favella y Silvia Rodulfo

"¡Gracias señora, ahora lo han dicho, lo han reconocido, y puedo empezar el duelo por la pérdida de mi hijo que nunca va a aparecer!" Estas últimas palabras pertenecen a una Madre de Plaza de Mayo, y fueron dichas cuando la mujer tuvo oportunidad de conversar en directo con Marie-Monique Robin, la documentalista e historiadora francesa que acaba de estrenar en Buenos Aires su filme Escuadrones de la Muerte, la escuela francesa. Una mujer, una madre de desaparecido, le agradece a Marie-Monique que su obra narre la tragedia a través de la boca de los verdugos. Nadie más, a partir de ahora, podrá llamar locas a las mujeres del pañuelo blanco. Allí están los dueños de vidas y haciendas Reinaldo Bignone, Albano Harguindegy y Ramón Genaro Díaz Bessone (ver cuadro), confesando lo que hasta ahora sus voces habían sabido callar en los tribunales de justicia y ante la prensa. Para ello contaban con una siniestra elaboración intelectual: el eufemismo. Errores, excesos, últimamente daños colaterales para estar más a la moda, toda una gama de expresiones que brotaban de sus bocas de mando como un acto de ilusionismo, al que invariablemente recurrían en postreros intentos de agregar a la historia el capítulo exculpatorio de sus crímenes.

Marie-Monique nos contó los comienzos de su investigación a partir de la estrategia que el ejército argentino puso en práctica en 1974 junto a sus homólogos chileno y uruguayo, a través de ejercicios coordinados de cooperación –en la llamada Operación Cóndor– que consistían en el intercambio de información de los desplazamientos de los militantes opositores que huían de un país a otro, esperando salvar sus vidas en algunos casos, y en otros colaborar desde zonas más o menos cercanas con la resistencia de sus países de origen. Entre esas circunstancias, Francia aparece como una metáfora del Templo de Jano, el dios romano de dos caras. Mientras a la luz del día reivindica su tradicional defensa de los derechos humanos, en tinieblas asesora a las dictaduras mediante las teorías elaboradas por el ejército francés como consecuencia de las guerras coloniales de Indochina y Argelia, y en ésta última la creación de su perfecta maquinaria paramilitar: la temible OAS.

"Me interesaba saber", nos dijo Marie-Monique en la entrevista que nos concedió, "cómo los gobiernos de facto habían creado la agencia supranacional del crimen que era la Operación Cóndor, y cómo era su mecánica tan feroz. Empecé a leer libros sobre el tema, todos escritos por latinoamericanos –ahora hay también uno de un norteamericano, John Dinges– y leyéndolos me di cuenta de que siempre se mencionaba a los franceses como parte de la cuña ideológica. Eso me llamó la atención porque nunca había oído hablar de esto, como nadie en Francia, ni siquiera los historiadores, ya que ellos también lo descubrieron viendo mi documental. Entonces traté de entender el por qué de hablar de Francia en este cuadro. Porque trabajando sobre la Operación Cóndor pensé que iba a llegar a Estados Unidos, por supuesto, pero nunca a Francia. Y tuve que hacer un trabajo de archivo, de testigos, desde la guerra colonial de Indochina, que está al principio de esta historia".

Argentina fue la cabecera del ejército francés en el Cono Sur de América, desde donde extendió su influencia hasta Brasil y Chile. En nuestro país una misión francesa permaneció durante más de veinte años, hasta promediar la última dictadura, con la sola interrupción impuesta en 1973 por el breve gobierno del Presidente Héctor Cámpora. Todo comenzó en 1957, a pedido del general Carlos Rosas, seguido del primer viaje de instrucción a Francia de oficiales argentinos entre los que se encontraba el general Alcides López Aufranc, quién permaneció allí durante dos años y luego desempeñó un activo rol como instructor y en la coordinación de la misión, tal como él mismo da testimonio en Escuadrones de la muerte: la escuela francesa.

Desaparecidos

"Cuando teníamos a un tipo que ponía una bomba lo apretábamos para que diera toda la información. Una vez que había contado todo lo que sabía, terminábamos con él. Ya no sentiría nada. Lo hacíamos desaparecer." General Aussaresses

El ritmo informativo vertiginoso del filme encierra al espectador entre los márgenes de la vasta cuota de dolor que la historia le depara a la conciencia humana. Pero, ¿basta recordar el pasado para evitar que se repita, como parece afirmar Santayana cuando dice que quienes lo olvidan "están condenados a repetirlo"? La gran potencia del filme de Marie-Monique radica en la transparencia del pasado, que permite entrever las prioridades de la política internacional del momento. Uno de los puntos más altos es el testimonio del inmutable general Paul Aussaresses, refiriendo sin cargo alguno de conciencia las torturas y desapariciones cometidas en Argelia, y su periplo por Estados Unidos junto a un grupo de veteranos para instruir al ejército de ese país en las técnicas que luego se aplicarían en Vietnam, y casi tres décadas después en Afganistán, Guantánamo e Irak.

Tu película demuestra que lo que da lugar a la represión en nuestro país es una coyuntura internacional, y hoy en día hay una coyuntura de legitimación de la represión y la tortura. El filme es un toque de alerta sobre ese círculo infernal universal.

Marie-Monique Robin: La teoría de los franceses es una concepción militar apoyada en la experiencia de Indochina. Llegaron allí después de terminada la Segunda Guerra Mundial, que era una guerra clásica, con un frente y con soldados en uniforme. Pero cuando llegan a Indochina se dan cuenta de que son muy numerosos y están muy bien equipados, de que no pueden acabar con el viet minh y se preguntan por qué. Así nace la teoría de la guerra contrarrevolucionaria, porque el viet minh anda sin uniformes, escondido en la población que les presta apoyo, dándoles comida. La llaman una guerra moderna. ¿Por qué es moderna? Porque no hay frente, es una guerra de superficie, el enemigo está escondido en todo el terreno, no se sabe dónde está. El enemigo es interno, no está afuera, todo el mundo se vuelve sospechoso, hay que controlar a toda la población y hay que buscar nuevas formas militares para luchar contra esta nueva forma de guerra. Por eso la cuadriculación territorial, que fue tomada aquí al pie de la letra, o la división en zonas y sub-zonas para que el ejército controle todo el territorio. Entonces la inteligencia se vuelve muy importante, y quien dice inteligencia dice interrogatorio, y quien dice interrogatorio dice también tortura. Es muy lógico. El problema es qué hacer con los torturados cuando están muy mal: hacerlos desaparecer. Pero al mismo tiempo no es solamente una cuestión de técnicas militares. Se trata de un modelo dictatorial de poder. Esto es interesante porque cuando llega aquí la misión de los militares franceses, en 1959, ellos traen técnicas militares pero también una concepción ideológica, teórica, del poder del ejército, que deriva en el terrorismo de estado.

¿Cualquiera del pueblo, un obrero, un estudiante... podría ser un terrorista?

Argentina se interesaba por la guerra revolucionaria cuando no había todavía guerrilla ni subversión, Fidel Castro no había llegado al poder en Cuba y, si lo comparás con Chile, el Partido Comunista no significaba nada aquí por la historia propia del país con el peronismo. Cuando le pregunté por qué a López Aufranc me respondió que se estaban "preparando para la tercera guerra mundial que estaba por llegar, y estábamos convencidos de que Argentina iba a ser un frente importante". Tenían una concepción virtual del enemigo. Balza me dijo que esta idea fue lo peor que trajeron los franceses, más que la tortura, que ya había sido utilizada aquí como el propio Ernesto Sábato lo denunció en 1950 en el diario Mundo Argentino. Después, los franceses convirtieron a la tortura en el arma principal de la guerra antisubversiva para sacar información. Balza me dijo que fue una contaminación de toda una generación de oficiales, a la cual él pertenecía, los que poco a poco se apartaron de la sociedad argentina, viéndola como un peligro, y olvidándose de que ellos eran parte de la propia nación. Te das cuenta que lo que ocurrió en el ´76 fue un proceso muy lento pero bien calculado. Poco a poco. Cuando llega Isabel al poder, la viuda de Perón, los decretos de aniquilamiento dan la base para que cuando llegue (Jorge Rafael) Videla esté todo listo. Es muy distinto de Pinochet que hace un golpe de verdad y mata a Salvador Allende, en Argentina ni siquiera fue una ruptura institucional. Por eso fue tan feroz, porque tenían todos los medios. Una preparación intelectual e ideológica, te imaginas lo que significa, se lanzan a la calle y es tremendo.

Algo de fuerte impacto en la película es, por un lado, el arrepentimiento de dos militares norteamericanos que participaron de la guerra de Vietnam... Y en Argentina la decisión de los oficiales de marina Urien y Acosta, que en 1972, bajo fuertes presiones del gobierno militar de entonces, deciden pasar a la otra orilla, con toda la valentía que eso requiere.

En los Estados Unidos la ejecución de la tortura es pública. Ahora lo sabemos porque la prensa descubrió algo que para mí es una gran hipocresía, porque cuando en abril 2003 yo estaba filmando para mi documental al general John Jones y el coronel Carl Bernard, dos norteamericanos que fueron alumnos de los franceses, la guerra llevaba ya un mes. Y ellos me dijeron que se sabía que se torturaba en Guantánamo, que iban a utilizar de nuevo la famosa doctrina francesa, y que se estaban estudiando los libros de Aussaresses, por ejemplo. Cuando los encontré estaban deprimidos y completamente en contra de la guerra de Irak. Yo que siempre tengo mis problemas con los EEUU por saber tantas cosas de su política, quedé asombrada de encontrar dos generales diciendo que la tortura no sirve para nada, sino todo lo contrario, que es una solución a corto plazo que genera odio y finalmente genera más terroristas. Fue muy interesante verlos. La presencia de Urien y Acosta se dio por una casualidad, porque yo buscaba testigos, actores de esta historia, y me di cuenta de que dos ex oficiales de la Armada de la misma promoción de (Alfredo) Astiz, uno de los símbolos de la represión, habían sido capacitados con la película de Gilo Pontecorvo La batalla de Argel, con el fin contrario para el que fue filmada, que era denunciar la práctica de la tortura con todo detalle. Dice Acosta que la presentaron en 1967 "para prepararnos psicológicamente en estas técnicas que todavía no eran sistemáticas como de 1976 en adelante; nos preparaban a librar una guerra interna contra nuestros propios ciudadanos, para actuar como un ejército de ocupación, porque lo que hizo Francia en Argelia e Indochina fue eso". Fue muy interesante porque nunca se habla de esta gente, igual que de los dos oficiales norteamericanos. Porque si tu piensas en los jóvenes, son ejemplos que hay que subrayar. Esa gente dijo que no. Algunos de sus amigos murieron por eso. A Urien casi lo mataron. Eso quiere decir que siempre es posible decir que no; como lo dijo muy bien (Martín) Balza cuando hizo su autocrítica: si uno obedece órdenes inmorales delinque.

Ése es el límite...

Para ellos el fin justifica los medios. Díaz Bessone, por ejemplo, escribe mucho justificando los medios que utilizaban para conseguir sus fines. Y esta es una concepción que sigue vigente. Si tú entras nada más que en la lógica militar, lo que hicieron los franceses en Indochina y Argelia es muy lógico. Si no buscas una solución política al problema de una guerra colonial es lógico que lleguen a hacer esto. Y la lógica es implacable. No para justificarlo, pero me interesaba saber cómo entraron en esa lógica. Los franceses como Aussaresses por ejemplo, que no era un racista, que se la había jugado de verdad contra los nazis y contra la tortura, pasó a ser torturador. Yo quería entender cómo fue posible este cambio de muchos de ellos, y fue la ideología lo que los llevó a esto. Estaban completamente convencidos de que la tercera guerra mundial iba a empezar o ya había empezado, que los movimientos de independencia eran manipulados por Moscú. Eran ferozmente anticomunistas. Poco a poco, como el poder político los dejó, pensaron que la solución era militar, y así fue.

¿Cambió tu visión de Francia después de hacer el filme?

¡Si cómo no!, eso fue lo más duro para mí. Al principio no quería creerlo. Poco a poco avanzando en la historia desde Indochina, donde descubrí la famosa teoría de la guerra revolucionaria que fue desarrollada por algunos militares franceses, y pasando a la guerra de Argelia, vi cómo los franceses desarrollaron técnicas de la ahora famosa guerra antisubversiva, y me di cuenta de que eso de verdad lo exportaron, sobre todo aquí a Argentina, donde por muchos motivos la influencia fue muy fuerte, mucho más fuerte que en Chile o que en Brasil. Yo me di cuenta de que Francia tenía una doble fachada. Una que permitió que llegaran muchos argentinos y chilenos y pudieran quedarse, aunque te cuentan también que no fue un exilio tan fácil; me acuerdo bien que cuando estaba en la sala de edición invité a dos amigos chilenos para que vieran la película y me dieran su opinión y una amiga mía se puso a llorar y me dijo: ¡Ahora entiendo por qué una vez volví a mi casa y encontré que la habían revuelto toda! Habían escapado del infierno pero por otro lado fue complicado, con mucho control. Eso tampoco lo sabía. Creo que Francia tiene esa doble fachada que no sospechaba. De un lado es el país de los derechos humanos, tierra de auxilio que recogió a muchos refugiados, eso es cierto, y por otro lado, a un nivel secreto, apoyando en su saber hacer, a las dictaduras más duras que hubo en este continente.

¿En qué medida éstas cosas siguen ocurriendo en los problemas actuales como el de Irak, aunque Francia se haya opuesto al envío de tropas que decidió la coalición invasora en 2003?

Es una pregunta muy difícil de responder, habría que seguir investigando. Lo que sí es cierto es que las condiciones son las mismas de hace treinta años; existe el desafío –como llaman los políticos al terrorismo– de Al Qaeda, y la respuesta que se dio en Francia siempre fue una respuesta militar, porque nunca se trató de buscar una solución política a lo que era el problema de Indochina y de Argelia, y da igual hoy. Francia está un poco aparte porque estuvo en contra de la guerra en Irak, pero lo que es cierto es que todos los gobiernos actuales tratan de resolver el problema del terrorismo de Al Qaeda con una solución militar, con todo lo que esto significa en el terreno propio y también de control interno de las sociedades en las que estamos viviendo. Lo que estamos viendo en Estados Unidos es terrible, para mí es un país que se está volviendo fascista, donde no puedes moverte sin temer que te pase algo. A mí me detuvieron durante varias horas por una tontería. Si seguimos pensando que la única solución es la militar vamos al muro como los franceses hicieron en Argelia o Estados Unidos en Vietnam, o aquí los militares argentinos. La única solución posible es la política, pero eso es mucho más a largo plazo. Por eso la película es muy actual. Cuando empecé a trabajar investigué Indochina, Argelia, me metí de verdad en la historia del Cono Sur, pensaba que todo eso era el pasado, pero finalmente me di cuenta de que no, porque lo que trajeron los franceses sigue válido. La batalla de Argelia fue presentada el año pasado en el Pentágono a oficiales que iban a la guerra de Irak, donde sigue válida la famosa doctrina francesa ¿Por qué? Porque lo que hizo el coronel Trinquier escribiendo su libro La guerra moderna, que aquí también fue traducido y se encuentra en la Biblioteca de la Escuela Militar donde lo vi, fue teorizar un estatuto del terrorista –y lo que está haciendo Bush en Guantánamo es lo mismo– diciendo: "el terrorista por su modo de actuar, sin uniforme, poniendo bombas, matando a civiles, no respeta las leyes de la guerra. Entonces como él no las respeta, no hay necesidad de aplicarle las convenciones de Ginebra". Eso es fundamental, porque es ver al terrorista como una persona aparte, que no es un combatiente, y eso significa la tortura. El estatuto especial de Guantánamo establece que los presos no tienen derecho alguno, ni de defensa, y ni siquiera se sabe por qué están ahí. Finalmente los sueltan sin que se sepa porque estuvieron dos años ahí presos. Eso es el numen de la teoría francesa y sigue válida por completo. Esto te da miedo porque treinta años después no hemos aprendido nada, siguiendo con las mismas técnicas y sin pensar nunca en la solución política para resolver el problema de Al Qaeda. Pero si nunca nos ponemos a pensar en lo que está pasando en Palestina nunca vamos a arreglar esto, seguro.

En Argentina entrevistaste a cuatro generales, los cuatro formados en la escuela francesa y los cuatro muy prácticos en la tarea de inteligencia. No demostraron nada de eso cuando vos los abordaste (Risas).

Una cosa increíble, porque yo estoy en Internet y cuando estuve en casa de Bignone vi que tiene conexión. Era simplemente buscar quién era yo. Siempre me preguntan por qué me hablaron a mí. Yo siempre cuento los mismos argumentos que usé: que soy francesa, historiadora, que no me importaba el problema de los derechos humanos sino la lucha concreta contra el terrorismo, las técnicas, el papel de los franceses; y yo creo que de verdad pensaron que estaba de su lado.

Algunas de las expresiones más fuertes las obtuviste mediante cámara oculta. Querríamos conocer tu opinión acerca del uso de este recurso.

Bueno, yo la uso con mucho cuidado porque hay que tener bien en claro por qué se hace. En este caso no tuve ninguna duda, no me costó ningún problema de ética profesional. Ese señor, Bignone, es el responsable junto con otros de la muerte de mucha gente inocente, y si es la única manera de grabar lo que dicen lo hago. En otro documental que hice sobre el tráfico de órganos también lo hice. Estamos viviendo un mundo donde el derecho a la imagen es un negocio. No hay que confundirse. Una cosa es una estrella de cine que protege su imagen privada y otra un verdugo, un victimario. ¡Por favor! Un diario muy conocido aquí me dijo que es algo que está en contra de la ética profesional. ¿Y no está mal matar a miles de personas y que anden por la calle sin problemas?

¡Acción!

por Fernando Varea

En mayo de 1985, Néstor Tirri escribía en Clarín, a propósito del estreno de Contar hasta diez, el film de Oscar Barney Finn que aludía a la dictadura militar: "Esta y otras películas nacionales sobre la misma cuestión revelan, de distintas maneras, que los argentinos hemos vivido inmersos en una gigantesca y monstruosa trama policial". Precisamente uno de los méritos de De "La fuga" a "La fuga" – El policial en el cine argentino, al recorrer casi setenta años de cine policial realizado en nuestro país, es recordarnos que la delincuencia, la corrupción, la violencia legal o ilegal, los secuestros y las persecuciones, acompañaron siempre la historia cotidiana de los argentinos.

Otra de las virtudes de este libro es la abundancia de datos sabrosos. Si una película está basada en un texto conocido, se nombran las otras versiones de la misma obra, tanto nacionales como extranjeras, cinematográficas como televisivas. Las fichas técnicas de cada una de las 349 películas comentadas, incluyen el orden en el que aparecen los actores en los títulos y las locaciones donde fueron filmadas. De las que se exhibieron en otros países, se informan los títulos con los que se conocieron. Y si algunas abordan casos policiales reales, entonces se dan detalles de dichos casos. También hay datos biográficos de 126 actores y directores, y una buena cantidad de fotografías. No faltan curiosidades: que Con el dedo en el gatillo despertó polémicas por la presunta matanza de un perro durante su rodaje, o que el candidato para protagonizar La parte del león era Luis Politti, por ejemplo. Y, entre tantos datos, se cuelan por ahí válidas observaciones, como que Garage Olimpo fue ignorada en la entrega anual de premios de los cronistas cinematográficos argentinos.

En tan nutrido libro es posible hallar, también, informaciones discutibles: la inclusión de ciertos títulos (El reñidero, Patapúfete, Los chicos de la guerra) y la no mención de otros (Invasión, La Raulito), la elección -para las biografías- de algunas figuras de dudosa trascendencia (como Cacho Castaña o Cristina del Valle), alguna omisión histórica en el comentario referido a la Guerra de Malvinas. Asimismo, podrían haberse evitado algunas redundancias y ciertos errores de ortografía, redacción o impresión, y no le hubiera venido mal reforzar un apoyo teórico sobre las características del cine policial.

Pero, como los anteriores trabajos de la dupla Pazos-Clemente (sendos diccionarios de actores y actrices), De "La fuga" a "La fuga" resulta no sólo un útil material de consulta, sino también un disfrutable entretenimiento para cinéfilos y lectores curiosos.

Queremos que nos expliques cómo hiciste la cámara oculta.

Hay dos tipos de cámara oculta. Una cuando Bignone me recibe diciéndome "no quiero ser filmado" y entro sin cámara. Oculta por completo. Y la otra es cuando terminamos la entrevista a Díaz Bessone y seguimos grabando con la betacam, la cámara grande que estaba situada frente a un espejo donde se le veía reflejado. Eso fue muy importante porque cambió por completo, se relajó y apareció como es. Con Harguindeguy hicimos la misma cosa y continuó igual, no cambió de personaje. Pero Díaz Bessone sí; esta ruptura del personaje que había dado frente a la cámara y después fue algo notable.

Estamos en un sistema que puede justificar la tortura y no el uso de la cámara oculta con los torturadores. ¿Sería ésa la síntesis?

Exactamente. Esto también es una gran duplicidad mental y también una manera de no querer ver la realidad. Finalmente como fue el caso de Francia cuando el general Aussarenses empezó a hablar y escribió su libro sobre lo que había hecho en Argelia, eso molestó mucho al poder, a los políticos, al ejército mismo, que había guardado todo en silencio. Y yo como periodista no voy a ser cómplice de ese silencio, no, no, no, porque yo pienso que ese silencio y la negación de los casos de crímenes importantes es como una gangrena que debilita a la democracia. No solamente aquí sino en Francia también; tuvimos un silencio de cuarenta años sobre lo que pasó en Argelia y ahora lo estamos descubriendo. A mi papá por ejemplo, que ahora tiene sesenta y siete años y tenía veinticuatro cuando tuvo que cumplir su servicio militar, lo mandaron un año y medio a Argelia. Cuatrocientos mil jóvenes hicieron su servicio militar allí, al mismísimo infierno. Ellos no hablaron porque todo el mundo quedó mudo, hubo amnistía general en 1962 y la consigna era no hablar. Y mi papá nunca habló. Empezó a hablar hace poco, como otros de su generación. Lo que pasa es que esos hombres tienen 67, 70 años, sus hijos se fueron de la casa y empiezan a tener problemas de sueño...

¿Ni siquiera familiarmente lo hablaron...?

No, no, no, empiezan a ir al psicólogo, te das cuenta en qué medio viven. Hay muchos de ellos que fueron violentos con su mujer, con sus niños. Por eso te digo que la gangrena está. Si todos hablan ampliamente, Aussarres habla en Francia y estos señores de aquí hablan por todo un trabajo sobre lo que pasó, personal o colectivo, y por eso si la única manera es hacerlo con una cámara oculta, bueno, se hace. En estos casos de violaciones a los derechos humanos es terrible el silencio, a nivel global, colectivo y a nivel personal.

Los verdugos tienen la palabra

"Es un tema tabú, es una exageración lo que dicen acá. Es un tema muy difícil de explicar. La esencia es que los primeros que optan por desaparecer son ellos. No es como en el caso de Argelia. En el caso nuestro, ellos pasan a la clandestinidad, desaparecen. Se ponen nombres de guerra, tienen documentos falsos y obran en la clandestinidad. O sea, para la sociedad no existen. ¿Nos vamos a preocupar después nosotros por identificarlos? Llevaban una pastilla de cianuro en el bolsillo. En la guerra clásica también hay desaparecidos". Reinaldo Bignone

"Hicimos lo que correspondía, en cumplimiento del deber militar. Empezamos bajo un gobierno constitucional y seguimos en un gobierno de facto. Las Fuerzas Armadas deben decirle al pueblo argentino: nosotros los libramos de ser un país marxista. Tengo que reconocer que cometimos errores. Si no cometiéramos errores seríamos dioses. Qué aburrido sería un país gobernado por los dioses, sin pecado, sin delito". Albano Eduardo Harguindeguy

"¿Cómo puede sacar información (a un detenido) si usted no lo aprieta, si usted no tortura? (…) ¿Usted cree que hubiéramos podido fusilar 7000? Al fusilar tres nomás, mire el lío que el Papa le armó a Franco con tres. Se nos viene el mundo encima. Usted no puede fusilar 7000 personas".
Ramón Genaro Díaz Bessone

El silencio construye imágenes. Es muy impactante en el filme la referencia a John Kennedy, cuya figura en Latinoamérica tenía dimensiones míticas. Su asesinato, siendo nosotros muy jóvenes, nos hizo llorar como si se hubiera apagado un faro de la humanidad

Él estuvo en Argelia cuando era senador, leyó las revistas militares francesas; no hay que olvidar que él hizo la invasión militar a Cuba en Playa Girón. Hasta Kennedy la Escuela de las Américas de Panamá no tenía la función de enseñar la lucha antisubversiva. Él pidió a Francia el envío de expertos. Porque era muy anticomunista. Él, y no otro, fue quien pidió que un tipo como Aussarres llegara a Fort Bragg, a las fuerzas especiales de ejército americano. Yo también descubrí esto. Fue él.

¿Qué fue lo que más te impactó haciendo la película?

La colaboración política de Francia con las dictaduras, como lo dice Harguindeguy que era ministro del interior. Michel Poniatowsky era ministro del interior (del gabinete de Valery Giscard D Estaing) y era un hombre de la OAS. Harguindeguy me comentó que Poniatowsky vino acá con una cita para intercambiar información sobre los subversivos y yo lo verifiqué; vino en 1978, y conseguí los artículos de La Nación de aquella época, un diario que apoyó aquí a las dictaduras, donde él dice que está de todo corazón con los militares, que el enemigo común es el terrorismo. Después cuando estuve en Chile con el general Manuel Contreras (Jefe de los Servicios Secretos) tuve otra confirmación. Él me dice que la DINA colaboraba con 37 servicios de inteligencia del mundo, que con Francia se colaboró mucho con la DST Dirección de Seguridad de Territorio, y que cuando ocurrió la Operación Retorno de los chilenos que volvían a Chile para seguir con la resistencia armada contra la dictadura, la DST les avisaba cada vez que uno de ellos subía al avión. Cuando hice mi libro traté de verificar esto, porque Contreras es muy conocido por ser un mentiroso, y entonces hay que tener cuidado. Hablé con dos miembros de la DST, uno era el número dos de aquella época, y me dijo "si, puede ser. No fui yo personalmente pero puede ser. Recibíamos cada dos o tres meses los attaché militares de las embajadas; el encargado de aquella época no era cualquiera, era el general Ituriaga, que era la mano derecha de Contreras, encargado de las operaciones militares de la DINA en el marco de la Operación Cóndor; él fue nombrado attaché militar en París. Del mismo modo que llegaron los peores de la ESMA a Paris para hacer el Centro Piloto. Entonces me dice "si un chileno viene y nos pide un servicio como la lista de los chilenos que suben al avión rumbo a Chile cada semana es algo muy fácil de hacer: basta con llamar a la Policía Aeronáutica para que nos provean la lista". Cuando le pregunté por qué se hizo me contestó que eran servicios amigos. Además vendíamos armas a Chile. Aussarres termina como attaché militar en Brasil y pasa a la empresa de venta de armas de Francia y sigue trabajando allí con su amigo el coronel Legain, del que también hablo en la película, que hizo un discurso donde dice lo bien que piensa de las dictaduras. Es él quien vende los Exocet de la guerra de Malvinas. Y Aussarres me dijo que la empresa nacional francesa siguió vendiéndole armas a Chile después del embargo internacional. Estaban en la misma concepción ideológica del mundo, no les molestaba hacerlo. Estoy muy contenta de que la película se dé aquí de manera completa, no solamente los pedazos de los militares argentinos; no es para defenderlos, no les quita la culpa a ellos, pero hay que entender que todo eso fue una responsabilidad colectiva, en donde cada uno tiene su parte. Por eso en esta película por primera vez no hay ninguna víctima, yo quería nada más que las palabras de los actores para desmenuzar su mecánica.

Es impactante el testimonio de los militares, que siempre muestran un dejo de orgullo por lo que hicieron en esta historia.

Harguindeguy y Díaz Bessone lo dicen muy bien. Eso se verá cuando salga aquí la versión en DVD, que tiene media hora más de duración. Harguindeguy dice que no tiene ningún arrepentimiento: "cometimos errores pero si no hubiera sido así habríamos sido Dios. Argentina habría terminado como una nueva Cuba". Díaz Bessone dice en la parte oficial de la entrevista que "en todas las guerras hay daños colaterales; en la guerra clásica son los civiles que mueren bajo las bombas, y en la guerra antisubversiva son los desaparecidos. Mientras se verifica si un sospechoso tiene o no que ver con la subversión, este puede morir siendo inocente, pero si se comparan los daños colaterales de la guerra clásica con la guerra antisubversiva, en esta última hay menos inocentes muertos. ¿Cuánta gente murió, y qué? Nosotros no matamos a tanta gente". ¡Así lo dice, así!

Fuente: www.revistalote.com.ar


El concepto de subversión

"La doctrina que la dictadura aplicó en la guerra sucia nació en las selvas de Indochina y las calles escarpadas de Argel. Fue concebida por el ejército francés para sus guerras coloniales e importada por sus discípulos argentinos sin reflexión sobre sus consecuencias. Hasta el concepto de subversión fue importado. Los franceses también instruyeron al ejército de los Estados Unidos, que aplicó las mismas técnicas en Vietnam. Durante la Operación Fénix, 20.000 personas desaparecieron en Saigón."

Por Marie-Monique Robin

Fueron los años más negros de América Latina. El 24 de marzo de 1976, cuando el general Videla tomó el poder en la Argentina, todos los países del Cono sur estaban ya bajo la férula militar. Ejecuciones sumarias, torturas, desapariciones. Stroessner en Paraguay, Pinochet en Chile, todos ejercen una represión feroz en nombre de la lucha contra el comunismo. ¿Cómo se llegó a ello? Sin duda, la sombra de los Estados Unidos planea sobre las dictaduras latinoamericanas.

Menos se conoce el rol jugado por Francia en su juventud, especialmente en la Argentina. La investigación comienza en Théoule-sur-Mer, al sur de Francia. Noviembre de 2002. Ex legionarios, paracaidistas, pieds noirs, o miembros de la OAS, los nostálgicos de la Argelia francesa se reúnen.

El decano del agrupamiento es el coronel Lacheroy, de 96 años, quien fue condenado a muerte por su participación en el putsch de los generales de Argelia. Es un testigo fundamental, porque para comprender la influencia de los franceses sobre las dictaduras latinoamericanas es preciso remontar el hilo del tiempo e internarse en la historia de las guerras coloniales. Todo comenzó en 1951, durante la guerra de Indochina. Designado al mando de un regimiento, Lacheroy fue fascinado por la organización del Vietminh, que tenía a raya a los más numerosos y mejor equipados franceses.

Coronel Charles Lacheroy: –Llegué a Indochina y enseguida leí de punta a punta el Libro Rojo de Mao Tse Tung. Fue el primero que me hizo comprender que lo que llamaban la retaguardia es más importante que la tropa y que antes de la tropa hay que ocuparse de la retaguardia. El enemigo que tenía enfrente en Indochina era hábil para servirse de la población. Era imposible llegar a un lugar sin que el enemigo lo supiera.

Así se conoció la teoría de la guerra revolucionaria. Para Lacheroy, el Vietminh era un agente del comunismo internacional que operaba bajo la máscara del independentismo.

Su arma era el adoctrinamiento de la población.

En consecuencia, en la guerra revolucionaria no hay más línea del frente porque el enemigo está en todas partes.

El 7 de mayo de 1954 los vietnamitas ganan la batalla de Dien Bien Phu, y con ella la independencia. Para los franceses es una humillación.

Ex resistente, el capitán Paul Aussaresses asiste al colapso.

General Aussaresses: –La derrota fue un shock. La mayoría de los militares franceses descubrieron que había que extraer las lecciones de esa derrota para evitar la misma desilusión en Argelia.

Durante la guerra de Argelia el Estado Mayor del Ejército adhirió definitivamente a la doctrina de la guerra revolucionaria, llamada aún guerra subversiva. Su obsesión, cortar al Frente de Liberación Nacional de su retaguardia, es decir de la población. Para eso los franceses innovan. Cuatrocientos mil soldados son desplegados sobre el territorio argelino. Es la técnica de la cuadriculación, primera aplicación concreta de la teoría de Lacheroy.

En enero de 1957, el ministro Robert Lacoste toma una decisión que tendría graves consecuencias. Delega el poder de policía en el coronel Massuh, que comanda la X División de Paracaidistas. Objetivo: aniquilar a la organización político-militar del FLN que multiplica los atentados terroristas en la capital argelina.

Comienza así la Batalla de Argel, en la que los paracaidistas cercan el barrio árabe la Casbah pararastrear a los colocadores de bombas. Ya son los únicos que mandan. Su jefe, el coronel Marcel Bigeard, un ex resistente que ganó sus galones en Indochina.

–Usted dijo que al principio el rol de cana no le gustaba mucho...

Coronel Bigeard: –Por supuesto, hubiera preferido enfrentar a combatientes. Está más en nuestra naturaleza que hacer un trabajo de cana. Pero lo aprendimos rápido, éramos paracaidistas.

–¿Por qué le llamaron la Batalla de Argel?

Paul Aussaresses: –Era una acción para capturar personas armadas y matarlas.

La Batalla de Argel llegará a ser un modelo de la guerra contrarrevolucionaria. De enero a setiembre de 1957 los franceses inventan o sistematizan técnicas militares que permanecerán largo tiempo en secreto. No hay imágenes de archivo. Sólo las imágenes de una película de ficción ítalo-argelina realizada en 1965 permite reconstruir sus métodos. Boicoteada por las grandes redes de distribución, fue muy poco vista en Francia.

–¿Vio la película La Batalla de Argel?

Aussaresses: –Sí. Es magnífica. Muy próxima a la verdad. No se puede hacer mejor, está muy bien interpretada.

–¿Quién es el coronel Mathieu de la película?

Aussaresses: –Bigeard.

Mathieu/Bigeard, en la película: –Es una organización piramidal compuesta por una serie de secciones. Cada militante sólo conoce a tres miembros como máximo. Su responsable, que lo eligió a él, y sus dos subordinados, que él mismo elige. Debemos realizar las investigaciones necesarias para reconstruir toda la pirámide para llegar al Estado Mayor. La base de este trabajo es la inteligencia. El método es el interrogatorio. Y el interrogatorio se convierte en un método cuando se ejecuta de modo de obtener siempre una respuesta.

La Inteligencia

Bigeard: –Todas las tardes a las seis se reunían los capitanes en mi oficina, cinco comandantes de unidades. Para llegar al jefe había que seguir el hilo hacia arriba y dibujábamos el organigrama en el pizarrón. Como resultado, obteníamos la información e íbamos a donde estaba el tipo.

Aussaresses: –Había que quebrar la capacidad del FLN para cometer atentados y para eso era necesario obtener información, a cualquier precio.

–¿Para ustedes eso incluía el uso de la tortura?

Aussaresses: –¡Qué pregunta! Incluida la tortura, claro.

Bigeard: –Yo di la orden: ustedes deben actuar en forma contundente contra los que colocaban las bombas, interrogarlos duramente, no sacarles los ojos ni cortarles las orejas pero aplicarles la picana, electrodos para pasarles corriente eléctrica. La llamábamos -la gehgene. No lo hice yo sino los hombres a mis órdenes, pero como jefe del regimiento yo soy el responsable.

Aussaresses: –Los escuadrones de la muerte eran suboficiales que Masssuh puso a mi disposición, cuyo número y nombre no revelaré nunca. Recorría toda la noche los regimientos preguntando a sus jefes y a los oficiales de informaciones qué habían hecho y qué habían conseguido. Cuando teníamos a un tipo que ponía una bomba lo apretábamos para quediera toda la información. Una vez que había contado todo lo que sabía, terminábamos con él. Ya no sentiría nada. Lo hacíamos desaparecer.

Escuadrones de la muerte, desaparecidos. El método fue inventado en Argelia. En aquel momento el prefecto de policía de Argel, Paul Teitgen, fue el único que denunció la desaparición de 3024 prisioneros entre los 24.000 registrados oficialmente.

Teitgen: –En la cárcel no estaban. Preguntaba por alguno y me decían que desapareció. Los habían enviado a Bigeard. La gente de Bigeard les ponían los pies en cemento y los tiraban al mar desde helicópteros. Un método sucio. Así no se hace la guerra.

Sin embargo, desde mayo de 1958 las técnicas de la Batalla de Argel comenzaron a enseñarse en un Centro de Entrenamiento en Guerra Subversiva creado por el ministro de Defensa, Jacques Chaban-Delmas?, a iniciativa de Bigeard. Pronto formaría a oficiales franceses, pero también portugueses e israelíes. La Batalla de Argel tuvo su manual, titulado La guerra moderna, escrito por el jefe de Aussaresses, el coronel Roger Trinquier, quien justificó en forma abierta la tortura como arma de la guerra antisubversiva. La transmisión se realizó en la Escuela de Guerra de París. Los primeros alumnos fueron argentinos. Entre ellos, el general Alcides López Aufranc, quien participaría en el golpe de Estado de 1976. En 1957 fue seleccionado por el Estado Mayor argentino para iniciarse en lo que ya se llamaba la doctrina francesa. La clave del curso era un mes de práctica en Argelia.

López Aufranc: –Los profesores tocaban siempre el tema de la guerra revolucionaria. Era algo totalmente nuevo para nosotros. En América Latina no conocíamos ese tipo de problemas. Había luchas políticas, a veces violentas, pero no subversivas. No conocíamos la importancia de la población en ese tipo de guerra. Para nosotros sólo existía la guerra clásica, con infantería, fusil, carros, cañón. Jamás habíamos imaginado un enemigo capaz de matar con un cuchillo o de estrangular a alguien con una cuerda. Con la sangre se aprende mucho.

Los métodos de la Batalla de Argel fueron exportados por primera vez a la Escuela Superior de Guerra de Buenos Aires. En 1959 los ejércitos de Francia y la Argentina firman un acuerdo que prevé la creación de una misión militar francesa permanente, cuyos asesores se instalan en Buenos Aires, en la sede del Estado Mayor. Todos son veteranos de Argelia que actúan en el mayor secreto. Hasta hoy el tema es tabú. Ninguno aceptó hablar ante una cámara del rol de la misión.

Coronel Bernard Cazaumayou, quien integró la misión entre 1962 y 1965:

–Viajamos a pedido del Ejército argentino para enseñar la guerra revolucionaria. La misión cumplió esa tarea y ninguna otra. No me interesa hablar.

Pagados por el Ejército argentino, los franceses hacen traducir los libros del coronel Trinquier, dirigen cursos y publican artículos en la Revista Militar. El tema es siempre la guerra antisubversiva, como lo reconoce de inmediato el coronel Robert Bentresque.

Coronel Bentresque: –La guerra antisubversiva es una guerra secreta.

–Frente a un enemigo que...

–No son tipos con los que usted pueda salir a tomarse un whisky.

La influencia de los franceses culmina en 1961 con la organización del Primer Curso Interamericano de Guerra Contrarrevolucionaria, en el que participan militares de 14 países. Su director fue López Aufranc, quien confió la planificación a los militares franceses.

–¿Había oficiales de todo el continente?

López Aufranc: –Sí, de todo el continente, inclusive de los Estados Unidos. Todos los oficiales de América del Norte y del Sur se reunieron en nuestra Escuela Superior de Guerra. Bentresque fue mi más directo colaborador.

A Bentresque siempre le costó asumir ese rol.

Bentresque: –Lo hicieron técnicos argentinos. Digamos que ellos usaron nuestro curso para elaborar el propio.

–¿Es cierto que los Estados Unidos estaban celosos?

López Aufranc: –Claro, querían que los franceses se fueran. Veían con mal ojo el rol de Francia. Pero los americanos no sabían nada de la guerra revolucionaria. Aprendieron al mismo tiempo que nosotros.

En un oficio dirigido a su cancillería, el embajador francés Blanquet de Chaillat confirma los celos de los estadounidenses. Ironía de la historia. Aunque había sido realizada para denunciar la guerra sucia desarrollada por los franceses, la película La Batalla de Argel se usó en la Argentina para entrenar a los militares en la lucha antisubversiva. ¿Quién suministró la copia de la película? Misterio. Marie-Monique? Robin entrevista a los ex cadetes de la Armada Julio César Urien y Aníbal Acosta, a quienes se les proyectó la película en 1967. Cinco años después los dos oficiales fueron apresados y dados de baja de la Armada por denunciar el uso de la tortura.

Julio César Urien: –No son recuerdos agradables, porque todo eso lo viví en carne propia.

–¿Quién les proyectó esa película en la Escuela Naval?

Urien: –El director de estudios y el capellán naval, que la acompañaba con un punto de vista religioso.

–¿El capellán justificaba los métodos de la Batalla de Argel?

Aníbal Acosta: –Absolutamente.

–¿Incluso la tortura?

Urien: –Sí. La tortura no era considerada un problema moral sino un arma de combate.

Acosta: –Un sector de la jerarquía católica sostuvo ese tipo de práctica. Nos presentaron esa película para prepararnos para un tipo de guerra que no era la que nos llevó a entrar a la Escuela Naval, la guerra regular. Nos preparaban para una guerra irregular, nos iban acostumbrando de a poco a esos métodos que se emplearían más adelante. Nada que ver con la guerra contra un enemigo exterior. Nos preparaban en misiones policiales contra la población civil que pasó a ser el nuevo enemigo.

Escuela de las Américas, en Panamá.

Su nombre siempre se ha asociado a la historia de las dictaduras latinoamericanas. Creada en 1946 por los Estados Unidos, a mediados de la década de 1960 se especializó en la guerra antisubversiva. En nombre de la lucha contra el comunismo, 60.000 oficiales latinoamericanos serán entrenados en la que se llamará Escuela para dictadores.

Es una historia conocida.

Lo que se conoce menos es el rol de los franceses en la formación de los instructores norteamericanos. Todo comenzó en 1960, cuando Pierre Messmer es nombrado ministro de Defensa. Fue contactado por los norteamericanos cuando se perfilaba la guerra de Vietnam.

Pierre Messmer: –Les interesaba la teoría de la guerra revolucionaria. Pidieron asesores. Enviamos gente que tenía experiencia. Era sobre todo cuestión de experiencia.

–Y Aussaresses, ¿cómo llegó a ser instructor en Fort Bragg?

Messmer: –Porque era un especialista. Cuando los norteamericanos pidieron asesores técnicos supongo que el Estado Mayor del Ejército consultó sus listas y designó gente que hubiera estado en Argelia y hubiera tenido la misión de interrogar prisioneros.

–Y Aussaresses era uno de los mayores especialistas en la guerra revolucionaria.

Messmer: –Aussaresses me parece que no es un pensador, es un ejecutor.

1961. El teniente coronel Aussaresses es nombrado en la agregaduría militar en Washington, de la que dependen diez oficiales de enlace. Todos eran veteranos de Argelia. Fueron distribuidos en distintas escuelas militares estadounidenses. Aussaresses fue destinado a Fort Bragg, sede de las fuerzas especiales que intervendrían masivamente en Vietnam.

–¿Qué enseñó allí?

Aussaresses: –Enseñé las condiciones en las que hice un trabajo que no era el normal en una guerra clásica, las técnicas de la Batalla de Argel, arrestos, inteligencia, torturas.

El general John Jons y el coronel Carl Bernard son dos ex alumnos de Aussaresses en Fort Bragg. Veteranos de Vietnam, hoy militan contra el uso de la tortura. Confirman que a principios de la década de 1960 ni habían oído hablar de guerra subversiva.

General John Jons: –No teníamos ninguna experiencia, por eso hicimos venir instructores de Francia y leímos artículos y libros sobre la experiencia francesa.

Coronel Carl Bernard: –Leímos La guerra moderna, de Trinquier. Aussaresses, que había trabajado con Trinquier, nos trajo las pruebas de imprenta a Fort Bragg en 1961. Lo leímos en detalle y por desgracia yo fui uno de quienes lo estudió a fondo. A partir de ese libro se concibió la Operación Fénix. Envié el libro a Robert Comer, que trabajaba en la Casa Blanca.

En 1967 ese agente de la CIA fue designado jefe de la oficina en Saigón. Dirigió una unidad de escuadrones de la muerte, acusado de eliminar las redes del Vietcong dentro de la población. Fue una guerra muy sucia, bautizada Operación Fénix.

Coronel Bernard: –Fue una copia de la Batalla de Argel. El resultado fue trágico y estoy usando un eufemismo. Hubo un mínimo de 20.000 personas asesinadas, civiles. Paul Aussaresses nos enseñó en Fort Bragg la importancia capital de la inteligencia en ese tipo de guerra, cómo obtenerla y cómo explotarla. Y nos explicó la tortura. Tomaba un prisionero. En general lo convencía de hablar. La mayoría hablaba. Pero al que no quería, lo sometía a sufrimientos físicos, sufrimientos mortales que hacían que terminara por hablar. Explicaba que si otro prisionero asistía a la sesión de tortura se convencía de hablar porque sabía que sería el siguiente. El problema adicional era qué hacer con el prisionero torturado. La respuesta de Aussaresses es que debían ser ejecutados.

–¿La mayoría de sus alumnos fueron enviados a Vietnam?

Aussaresses: –Sí, fueron al trabajo, en Vietnam. Volví a encontrar a algunos cuando fui agregado militar en Brasil en 1973. Tuve una relación muy estrecha con los militares brasileños. Era una dictadura militar. Brasil ayudó considerablemente la acción del general Pinochet contra Allende.

En 1973 la represión se abate sobre la izquierda chilena. Los sobrevivientes contaron que oficiales brasileños dirigían las sesiones de tortura.

¿Fueron formados por Aussaresses?

El ex jefe de la DINA, Manuel Contreras, responde en su lugar de detención en la base militar en donde comenzó el golpe de 1973. Puede decirse que está en familia, rodeado de sus custodios y su equipo médico: -Eramos admiradores de la OAS dentro del ejército, por su valentía y combatividad. Era un modelo.

–¿Conoció al general Aussaresses?

Manuel Contreras: –No lo conocí pero envié a muchos oficiales chilenos para que los entrenara, en Manaos. Cada dos meses le mandaba un nuevo contingente de oficiales para que los entrenara. El trabajaba habitualmente en la sede del Servicio de Inteligencia, pero viajaba a Manaos para el entrenamiento.

Fuente: Página/12 (2005)


Todo lo que admitió Díaz Bessone

[Causa Díaz Bessone, declaración de Marie Monique Robin, 17 de mayo 2011]

"Ramón Genaro Díaz Bessone me dijo que participó en entrenamiento en la guerra contra la subversión con franceses presentes en Rosario", dijo la periodista francesa Marie Monique Robin (imagen), autora del documental "Escuadrones de la muerte en la escuela francesa", quien ayer declaró vía teleconferencia ante el Tribunal Oral Federal N° 2 en el marco de la causa Díaz Bessone. El trabajo muestra al ex general del Ejército reconociendo la instrucción de militares franceses, método con el que se llevó adelante la represión en Argentina. "En él se inscribe acabadamente la influencia de la escuela francesa en la metodología del terror aplicada en Latinoamérica", señaló Robin, quien además remarcó otra confesión militar. "Los generales argentinos me confesaron que no pensaron que después de la guerra iban a encontrarse con los familiares por la calle", afirmó la periodista.

"Me entrevisté con Díaz Bessone el 13 de mayo de 2003 en el Círculo Militar de Buenos Aires, aunque en el documental dieron su testimonio los argentinos (Reynaldo) Bignone, (Albano) Harguindeguy y López Aufranc, además de militares franceses, norteamericanos y chilenos, así como víctimas de la guerra sucia de Argentina y Chile. El documental empieza por la historia de Francia durante la guerra de Indochina en los años 50. Al final de la Segunda Guerra Mundial hubo una guerrilla que luchaba por la independencia. Mi país mandó a militares para terminar con la guerrilla del Viet Mihn y empezó la guerra que duró siete años", expresó la investigadora durante la teleconferencia.

"La lección más importante de los franceses fue la necesidad de un buen aparato de inteligencia. Están en todos los lugares..", reconoce Díaz Bessone. La división del territorio en zonas, subzonas. Todas las fuerzas armadas participaron, sin excepción. En cuanto a los desaparecidos, ¿qué podíamos hacer? ¿Fusilarlos? Se nos venía el mundo encima, ¿Encerrarlos? Un gobierno constitucional los liberaría.." dice Díaz Bessone en el documental.

Robin manifestó ante el TOF 2 que ha ganado "cinco premios internacionales gracias al video". Asimismo, la testigo detalló que, "en esta guerra moderna hay una concepción del enemigo que ya no es un soldado sino cualquiera, es el enemigo interno, como dice Díaz Bessone puede ser cualquiera, un alumno, tu vecino. El blanco es la población. Eso significa que la inteligencia es el arma fundamental. O sea, tortura para sacar la información".

Robin afirmó que "Díaz Bessone dice que cómo iban a sacar información si no se apretaba, se torturaba. La inteligencia es el arma principal. Eso se enseñó en las escuelas militares. Es un modelo de represión urbana. Secuestro, tortura y desaparición. Esto me dolió como francesa".

Comparando la represión en Argelia y Argentina confesó que vio "muchos documentos de archivo, el poder político entregó los poderes especiales al ejército en el caso de Argelia. No procedían los habeas corpus, las familias no sabían donde estaba el desaparecido. Muy pocos intelectuales franceses denunciaron esto y un solo general. Argentina fue el cuarto país en utilizar el método, los nazis, los franceses, Chile y Argentina", agregó.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/9-28730-2011-05-18.html

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