Por Juan Carlos Gómez


 Mariano Betelú, Miguel Grinberg, Witold Gombrowicz, Jorge Franquet, Ada Lubomirska, Roberto Cebreli y Juan Carlos Gómez (1963) en el puerto de Buenos Aires el día de la despedida de Gombrowicz
 

LA OBRA DE GOMBROWICZ

Escribir sobre la totalidad de la obra artística de Gombrowicz no es una tarea fácil, es una empresa más grande que la que emprendí cuando me puse a garabatear sobre sus diarios en "Gombrowicz, este hombre me causa problemas"", y sobre su epistolario con los argentinos y la relación personal que tuvo con nosotros en "Gombrowicz, y todo lo demás". Trasponer las ideas y el idioma literario de sus obras artísticas a otro lenguaje sin malograr la inspiración original es un propósito difícil de alcanzar.

En este libro hago reflexiones sobre la creación y la persona de un escritor acerca del cual vale la pena poner la atención siguiendo las historias que se relatan en los trece cuentos, las tres piezas de teatro, las cuatro novelas y el diario. Gombrowicz nunca reconoció como sus obras a "Historia" y a "Los hechizados" así que no forman parte de este elenco.

La curiosidad que tienen las personas cultas por saber cuáles han sido las lecturas de los hombres de letras eminentes es análoga al deseo de conocer sus antecedentes familiares, es una necesidad que se manifiesta en todos los campos del conocimiento humano, la necesidad de clasificar y de darle una estructura lo más simple posible al desorden. Pero ni de sus antecedentes familiares ni de sus lecturas podemos deducir la naturaleza de Gombrowicz.

El arte es siempre algo más que los comentarios que se hacen sobre las obras y la vida del autor, la obra de Gombrowicz se encuentra en otra parte, es algo más que una visión del mundo y del hombre, su creación es más bien un juego sin ninguna intención precisa, sin plan ni objeto.

Esta ausencia me impulsó a escribir un resumen de toda su obra, cuento por cuento, pieza de teatro por pieza de teatro, novela por novela y, finalmente, sobre los diarios. Tuve que transponer la barrera del idioma polaco que yo no conozco y del leguaje de Gombrowicz.

En este resumen se asoma un hombre inexplicable, como todos los hombres lo somos, que nos cautiva con la lógica perversa de una existencia deformada en un lecho de Procusto que maltrecha y degradada busca en la noche un camino hacia lo humano.

"¿Cuántas páginas he escrito a lo largo de mi vida? Unas tres mil. ¿Con qué resultado, si nos referimos a mí personalmente? He abordado estas conversaciones con la intención de ligar mi literatura a mi vida (...)"

En verdad el problema más grande que tuve cuando emprendí este trabajo fue el de meter las tres mil páginas que había escrito Gombrowicz en ciento catorce, y es lo que hice en LOS CUENTOS, EL TEATRO, LAS NOVELAS, EL DIARIO y LA FILOSOFIA.
 


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EL TEATRO

Ya conocemos la importancia que le daba Gombrowicz al erotismo, las pulsiones sexuales aparecen traspuestas en su obra, pero no para ocultarlas sino para que estén presentes con mayor intensidad. Sus afroditas son muy atractivas, salvo la desdichada Ivona, una joven tarada a más no poder que carece en forma absoluta de gracia. Gombrowicz sexualiza el pensamiento y las ideas para que la conciencia se realice en un cuerpo erotizado que cautive y atraiga. Las partes del cuerpo funcionan aparte de la actividad psíquica con una estructura diferente. Acerca de este asunto Kot Jelenski afirma que Gombrowicz estaba realizando una de las primeras incursiones en un dominio desdeñado por Freud: el inconsciente físico. Aunque estos dos vocablos son contradictorios expresan con claridad y precisión la importancia que Gombrowicz le da a la sexualidad en la creación artística al punto de imaginar a la concentración y a la tensión de Bruno Schulz, a su manera insólita de identificarse con el destino y a la fuerza demoníaca de su pasión, como surgidas de algún lugar de su esfera sexual
"La presión sexual me llevaba hacia lo bajo, hacia las aventuras secretas y solitarias en los barrios lejanos de Varsovia con mujeres de la peor especie. No, no se trataba de putas, en esas aventuras desgraciadas yo buscaba justamente la salud, algo elemental, lo que lo hacía más bajo aún, y, sin embargo, más auténtico"
La popularidad de las indagaciones de Sastre sobre la mirada y de Freud sobre la participación de la sexualidad en la conducta humana facilitaron la comprensión de su obra un tanto hermética, a pesar de la desconfianza que le tenía a ambos:
"Mordería la mano del psiquiatra que pretendiera destriparme privándome de mi vida interior; no se trata aquí de que el hombre no tenga complejos, sino de que sepa transformar el complejo en un valor cultural"
No era lector de Freud, pero ésta es justamente la definición que hace el austriaco sobre la sublimación. Gombrowicz, igual que Freud, le daba una gran importancia a la sexualidad y a los sueños. Sobre los sueños pensaba que nada en el arte, ni siquiera los más inspirados misterios de la música, puede igualar al sueño. El sueño nos parte en trozos la vigilia y la vuelve a armar de otra manera, y esta sombra de la vigilia está cargada de un sentido terrible e inescrutable. El artista tiene que penetrar la vida nocturna de la humanidad y buscar en ella sus mitos y sus símbolos. El arte debe imitar al sueño, tiene que destruir la realidad, partirla en trozos y construir un mundo nuevo y absurdo. Cuando destruimos el sentido exterior de la realidad nos internamos en nuestro sentido interior: una oscuridad con la claridad de la noche.
Ivona carece de los atributos de las otras afroditas de Gombrowicz y de cualquier otra condición que esté en línea con las reflexiones que acabamos de hacer, lo que resulta verdaderamente extraño. Hasta el labio deforme de la Katasia de "Cosmos" tiene características sexuales pues lo presenta como si fuera vulva, pero Ivona no tiene naturaleza sexual en ninguna de sus variantes. Esta pieza de teatro es una transición entre "Memorias del tiempo de la inmadurez" y "Ferdydurke". Ivona, según parece, fue un juego humorístico y una forma de ganar tiempo. Se convirtió en la obra de teatro más atractiva para el público por su humor ligero y cruel y porque su puesta en escena le permite al regisseur la libertad de movimientos en todos los niveles y planos dramáticos.
Una de las ocupaciones principales que tenía Gombrowicz en la época en la que escribió Ivona era decir sandeces en forma reiterada, sandeces que, sin embargo, le permitían mantener y desarrollar lo que siempre fue para él la ley suprema: el estilo. La risa y el estilo son pues los dos cánones de Ivona, la rebelión del príncipe contra la ley de la naturaleza que lo obliga a gustar tan sólo de mujeres atractivas introduce un factor de descomposición que se manifiesta en vicios y degeneraciones de todo tipo al punto que la corte se convierte en una incubadora de monstruos.
"(...) en primer lugar, Ivona procede más de la biología que de la sociología; y en segundo lugar, nace en esa región de mi interior donde me asaltaba la anarquía ilimitada de la forma, de la forma humana, de su desenfreno y de su desvergüenza. Seguía pues estando en mí…, y yo me hallaba dentro"
Gombrowicz acostumbra a descomponer el mundo en elementos de forma, pero también recrea la reacción del hombre frente a este proceso de descomposición, en Ivona esta reacción es poco intensa y por eso tiene ese tono de juego y ligereza. La sexualidad está presente sólo en la ausencia casi total del objeto sexual y el lenguaje erótico. En los escritos de Gombrowicz hay tres cosas que nunca faltan: la sexualidad, el humor y los sueños. Estos componentes pesan de una manera diferente en cada una de sus obras, los sueños y la sexualidad, por ejemplo, tiene poca importancia en Ivona porque Gombrowicz aún no había definido con fuerza su combate con la forma, batalla que libra en todos los frentes en su obra siguiente, "Fedydurke". Podemos afirmar que entre su primera y su última obra la sexualidad sigue una línea ascendente, el humor una descendente y los sueños una constante. Esta configuración de los componentes nos inclina a pensar que Gombrowicz se fue convirtiendo poco a poco en un viejo verde.



 

IVONA, PRINCESA DE BORGOÑA

La acción comienza en una época indefinida en la que hay reyes, príncipes y chambelanes. Los reyes y su hijo Felipe entran a un paseo arbolado anunciados por el son de las trompetas. La reina y el chambelán se complacen con la belleza del crepúsculo y el rey piensa en la partida de bridge que jugará a la noche. Un mendigo pide limosna y el rey ordena que le den cinco centavos para que el pueblo sepa que no es indiferente a sus problemas, la reina duplica la limosna inspirada en la puesta de sol, y el rey la sube a quince para que el pordiosero sienta todo el peso del presente regio; los cortesanos hacen gestos de admiración.
Los reyes se retiran, el príncipe se queda en el paseo con dos amigos y entre los tres consultan el horóscopo del que el príncipe deduce que las horas eran favorables para una aventura galante. Cipriano los anima a que desempeñen la función de la alegre animalidad juvenil como muchachos jóvenes, para que los curas tengan trabajo y funcionen como curas según el principio de la división del trabajo. Felipe siente que empieza a recorrer el camino de siempre, buscar unas buenas piernas y la dulzura de unos labios diciéndole que sí. Cada uno representa un papel, su padre forja el alma de los súbditos y él seduce el corazón de las súbditas. Los amigos miran a una rubia que pasa y él a Ivona que entra al paseo con dos tías.
Como la joven carece de gracia uno de los amigos empieza a burlase y el otro a ladrar, el príncipe los interrumpe y se presenta a las tías como el hijo del rey. Las tías le cuentan que están fastidiadas con Ivona, que tiene una tara fisiológica, en el invierno se hincha, en el verano se congestiona, en el otoño le salen los sabañones y en la primavera le vienen los flujos, que se podría curar si la sangre le circulara más rápido pues se pondría más alegre, pero no se puede poner alegre porque tiene la sangre espesa, un círculo vicioso.
El príncipe se dirige a Ivona y le dice que le vienen ganas de pincharla con una aguja para burlarse de ella, que le ha puesto los nervios de punta, y como la joven se calla empieza a construir a partir de ese callar el porte y la conducta soberbia de una reina ofendida, en ese momento decide que será de él y se la presenta a sus amigos. Cipriano se anuncia como el conde de la mierda y Cirilo como el marqués de la colitis mientras la dama de honor de la reina les pide piedad para la pobre muchacha. Y pobre muchacha es el disparador final de la rebeldía de Felipe, decide casarse con ella y pedirle el consentimiento a las tías. ¿Una broma?, si ella misma es una broma, si ella puede bromear, él también puede bromear, sí él es príncipe ella es una reina orgullosa y ofendida a la que le pide el honor de que le conceda la mano. Cuando las tías le están agradeciendo la generosidad y la filantropía y los amigos, que no lo pueden creer, lo maldicen, las trompetas anuncian la llegada del rey, la tías se escapan.
El rey se complace con la naturaleza donjuanesca de su hijo que heredó del padre, según dice, y la reina lo reprende. Le pregunta qué clase de bicho es esa doncella a lo que Felipe le responde que es su prometida. El chambelán y la dama de honor le aclaran que es un chiste y el rey lo acepta como broma, esa broma lo hace sentir más joven. El príncipe le explica que tiene bastante fortuna como para someterse a los peores sacrificios, no está obligado a elegir la belleza, puede también elegir un mamarracho, no acepta nada que pretenda esclavizarlo.
El rey le recuerda que si una chica es linda, está bien, y si es fea, buenas noches, es una ley de la naturaleza pero el hijo le responde que es una ley vulgar e injusta. El chambelán comenta que es vulgar pero sabrosa; al rey todo eso le parece un síntoma del hastío que le producen los estudios universitarios en el Instituto Oficial de Construcción de Altos Hornos y sus ocupaciones en el dominio cívico y social, para el chambelán el hastío proviene de la facilidad que existe en los tiempos que corren para la práctica de juegos eróticos. La reina le recuerda que si sus juegos juveniles han dejado de gustarle y el bridge y el polo no tienen atractivo para él le quedan todavía el fútbol y el dominó.

El príncipe exclama que se casa y listo, el rey se ofende y lo trata de mocoso insolente, que como lo está ofendiendo en su propia casa se verá obligado a lanzarle el anatema, mientras la reina le ruega que no lo haga porque es el buen corazón del hijo el que lo arrastra. El chambelán le observa al rey que, necesariamente, la acción debe ser noble pues si no lo fuera el casamiento sería un escándalo. El rey aprecia la nobleza desproporcionada de la acción pero el hijo le aclara que no es por nobleza que lo hace; Margarita, la reina, le ruega a su Fitito que no los contradiga, que lo autoriza a que les presenta a la prometida, el chambelán y los cortesanos lanzan suspiros de admiración.
En el momento que el príncipe presenta a Ivona el chambelán le pide a la joven en voz baja que haga una reverencia, como no la hace se lo pide Felipe, después la madre, después el rey y otra vez el príncipe, pero Ivona permanece impávida. La reina le manifiesta al príncipe que están en el cenit de la emoción y a la joven que en adelante serán padres para ella, que el espíritu evangélico los colma de felicidad y que la belleza se encuentra en la cimas más elevadas del espíritu. El rey, a solas con Margarita y el chambelán, se desespera, fueron ellos los que tuvieron que hacerle la reverencia al monstruo horrible y no ella a los reyes, la reina le recuerda que a pesar de esa falta de modales la acción es bella. El chambelán concluye que cuanto más horrible es la novia más bella debe ser la acción, que él tratará de descubrir las verdaderas intenciones del príncipe y que no conviene exacerbar su rebeldía.

 
Yvonne - Fragmento teatro (polaco)

Felipe entra a su aposento con Cirilo, Ivona y un criado, echa al criado y le dice al amigo que habría que atarla a la pata de la mesa para que no se escape. Piensa que su novia es un monstruo al que hay que cazar del mismo modo que los cazadores solitarios y nocturnos cazan a los búfalos, Cirilo protesta pues no se puede entender con él, entonces Felipe le dice que es justamente por el hecho que ella no tiene derecho a gustarle a nadie que se siente príncipe hasta la médula de los huesos, que uno nunca conoce su propia superioridad hasta que encuentra a alguien inferior, que ser príncipe para los demás no vale nada, que él quiere ser príncipe para él.
Ivona responde con el silencio a todas las preguntas que le hacen probablemente porque está asustada y ofendida, pero como les dice que no está asustada ni ofendida empiezan a investigar cómo funciona ese mecanismo. Es apática porque es dejada y es dejada porque es apática, una dialéctica monstruosa, un sistema cerrado, tiene miedo porque es tímida y es tímida porque tiene miedo, mientras tanto Ivona permanece impávida. Le buscan desesperadamente una virtud, por más pequeña que fuere, cuando le preguntan si cree en Dios les responde que sí con un gesto de desprecio. Se les ocurre que utiliza a Dios como una pantalla para ocultar sus enfermedades, es una pena que no se la pueda curar con vitaminas pues no asimila los remedios. El príncipe descubre que lo está devorando con los ojos con una debilidad libidinosa y desvergonzada y decide asarla al fuego como si fuera una babosa.
El chambelán les pide a los cortesanos y a las damas que no se rían. El príncipe les presenta a Ivona, le responden con admiración y asombro, le ruega a su prometida que les dirija la palabra y le advierte a los invitados que es delicada, orgullosa y tímida. Cuando la invita a que se siente ella hace un ademán para sentarse en el suelo, una de las damas le susurra al príncipe que se han dado cuenta de que el golpe teatral que está dando es contra ellas, que se compromete con esa infeliz para ponerlas en ridículo, a Yolanda con sus ungüentos y máscaras faciales, y sigue luego una cadena interminable de los reproches que se hacen unas damas, de las dentaduras y de los pechos postizos, de las espaldas torcidas, de los zapatos ortopédicos.
Se ríen de los defectos de las damas, el chambelán le advierte al príncipe que ha hecho cundir el pánico entre el bello sexo. Un cortesano, después de muchas dudas, les confiesa que ama a Ivona, que todo lo que estaba ocurriendo le parecía una infamia, que en un principio tenía ganas de protestar pero después le pareció mejor desistir de la protesta. Felipe se atormenta, de golpe el momento se vuelve sagrado, le pide perdón a su prometida pues de repente descubre que puede despertar amor. Ivona llora. Inocencio confiesa que las chicas mejores le resultaban terriblemente difíciles mientras que con ella no había problemas. Ni ella ni él podían encontrar algo peor, basta de remates al mejor postor, que de esa manera se respira tranquilidad, pero está celoso y le habla con pasión. Ivona le grita que se vaya.
A partir de ese momento el príncipe siente que Ivona está enamorada de él, a pesar de que la humilla y la atormenta lo ama, lo ama porque no la puede tolerar. Ivona calla. Si es su bienamado no podrá dejar de quererla, es necesario que la ame y la amará. Le pide a Ivona que se ponga el sombrero para ir de paseo, y mientras caminan intentará amarla. El chambelán le dice a Cirilo que una mujer joven realmente desagradable puede obligar al joven que se le acerca confiado y entusiasmado a llevar por delante las cosas, a realizar actos horriblemente atroces que un gentleman no puede conocer, pues si los conociera no sería gentleman.
Entran Ignacio y Margarita, el rey se caga en Dios y se pregunta qué mierda habrá inventado Felipe para que las damas estén tan alborotadas y se quejen a la reina de que se comprometió con ese mono para burlarse de los dientes y de los senos postizos de las señoras, y la reina se queja de que los caballeros están haciendo bromas fuera de lugar. El chambelán les advierte que es mucho más que eso, que el príncipe la ama, que el hecho tiene algo de explosivo, que hay que desconfiar y tener cuidado, que puede provocar un estallido general.
En una sala del palacio el príncipe habla con Cirilo, está susceptible, piensa que ahora es él el hazmerreír de la gente, no está acostumbrado a que la chusma se burle de él. El rey y la reina le preguntan a Ivona si está satisfecha, si le gustan las peritas con azúcar y crema fresca. Ivona calla. El criado anuncia la llegada del médico que va a revisar a la novia antes del compromiso. La reina le dice al hijo que la decencia exige que Ivona salga del mutismo absoluto en el que ha caído, que le ha brindado su corazón de madre y pasado por alto sus defectos, el príncipe le responde amenazante que debe amarla, que nadie puede atreverse a dejar de amarla.
La reina y el chambelán le insinúan al rey que, quizás, en vez de inspirarle amor le inspira miedo; el rey no encuentra motivos para que le tenga miedo pero sí los encuentra para el hastío que le deben producir a la joven los cargoseos de Margarita. La reina y el chambelán insisten, le piden que se familiarice con ella para que se habitúe a la corte, que se la van a mandar con cualquier pretexto. El chambelán le aconseja que le sonría, el ir y venir de las sonrisas traerá la afabilidad. Ignacio se imagina que tendrá que sonreírle y hacerle las reverencias, y la tarada estará cagada de miedo, le pide la chambelán que no lo deje solo.
Empieza la conversación preguntándole por las novedades, ella le contesta que hay un ovillo de lana y se calla. El rey se acerca unos pasos y le pregunta si tiene un poco de julepe, ella retrocede, se le aproxima más aún y le dice que es padre como un hombre cualquiera, ella retrocede bruscamente y deja caer el ovillo de lana, el rey aúlla de rabia y el chambelán le dice que así no. El rey empieza a putear y la joven se escapa. El chambelán comenta que Ivona no sabe asustarse de una manera elegante y picante como algunas damas, tiene un miedo desnudo, un miedo en pelotas. El rey se acuerda que hace mucho tiempo, cuando todavía no era rey, en ese mismo desván que están mirando ahora tuvieron una aventura con una costurera, también tenía miedo, después se suicidó, tenía el mismo aire de maltratada, la asociación se le apareció con una fuerza infernal.
Entra la reina y el rey le pide que no se le acerque, que tiene derecho a tener un capricho, que si no salió bien la cosa es porque se acordó de algo que le concernía a ella, que cuando miraba la forma de moverse, de temblequear y de rumiar de la tarada pensaba en cierto abandono de ella, en su dejadez, en su descuido y en su asquerosidad. La reina le pide que no le falte el respeto. Cuando el rey se va la reina sermonea a la dama de honor por hacer monerías frente al espejo como lo estaban haciendo todas las señoras desde que la desdichada apareció en la corte. Intrigada por lo que le dijo el rey se le ocurre que alguien puede haberle mostrado el cuaderno donde escribe poesías, que pudiera ser que exista una relación entre el abandono y la asquerosidad de Ivona y sus poemas demasiado líricos, y entonces empieza a maldecir sus ensoñaciones, sus éxtasis, sus delirios y sus confesiones.
El príncipe le pregunta a la madre por qué el rey espanta a su prometida, por qué se abalanza sobre su novia para injuriarla, por qué Ivona le recuerda al padre algunos pecados de ella, Felipe está confundido, ¿así que el padre se arroja sobre Ivona porque la madre tiene pecados? Entra el rey y otra vez le pide a la reina que no lo mire, la madre le dice al hijo que no haga tonterías, entonces el príncipe termina confesando que no la ama, que se siente estúpido y que se comporta de una manera idiota con Ivona. Felipe empieza a saludar a los padres, el rey le pregunta qué bicho lo picó, el príncipe le dice que con Ivona uno puede permitirse cualquier cosa, y lo saluda al chambelán que retrocede disgustado, que todo el mundo puede tocarla y hacer lo que quiera porque ella no va a protestar.
Cuando se retira la dama de honor el príncipe le besa la nuca y después le besa la boca, Isabel le dice que es un atrevido, él la abraza y la besa otra vez, tiene el propósito de hacerla sufrir a Ivona y pide que se la traigan mientras le declara su amor a Isabel. Le confiesa a Ivona que la engaña con Isabel, que ya no es más su prometida, le besa la mano a la dama de honor, le pide a Ivona que no se quede plantada delante de él y le comunica a Isabel que anunciará de inmediato su compromiso con ella. Como Ivona no se mueve le pide a Cirilo que traiga de inmediato a Inocencio, su amante anterior, le dice a Ivona que no tiene ningún remordimiento, que es frívolo y no tiene piedad, que si no se va ella se pueden ir ellos. Ivona se inclina y levanta del suelo un pelo de Isabel.
Inocencio protesta pero el príncipe lo obliga a callarse y la pide a Ivona que le devuelva el pelo, Isabel le recuerda que tiene otros pelos. Felipe insiste en que le devuelva el pelo porque tiene el presentimiento que es a ellos a quienes lleva en ese pelo. Da órdenes de que no la dejen salir del palacio y demora el anuncio de la ruptura de su compromiso. Cirilo sospecha que todo va a empezar de nuevo pero el príncipe le asegura que la historia terminó haciéndole un gesto con la mano de que la va a decapitar. Cuando el amigo le dice que devolviéndola a su casa ella desaparece le contesta que prefiere matarla, está enamorado de Isabel, no le preocupan los sufrimientos de Ivona, pero sí le preocupa que si se va los lleva con ella, a él y a Isabel, tiene que matarla y le pide ayuda a Cirilo.
El canciller le pregunta al rey qué vestimenta debe llevar el embajador en su viaje a Francia, el rey le contesta que vaya en pelotas, pide disculpas y le da libertad para que se vista como a él le dé la gana pero que pague de su bolsillo. El mariscal le pregunta que desearía comer en el compromiso del príncipe con Ivona, le responde que cagadas y escupidas, se disculpa enseguida. Cuando el juez supremo le pide gracia para un viejo servidor, vocifera que nada de indultos, que le corten la cabeza, les exige a todos que no lo miren y los echa.
El rey escondido detrás de un sillón le dice al chambelán que le gustaría saber qué cosas hace Margarita cuando nadie la ve, está empezando a sospechar que lo engaña. Le habla de la prosperidad de la inmoralidad, el cinismo y la desvergüenza, de que si pasara por ahí Ivona podría matarla, que ya otra vez lo habían hecho. El chambelán lo previene de que es necesario, debido a los momentos que se viven, conservar la urbanidad y el tacto pero que en el banquete se podría servir un plato de pescado con muchas espinas como la corvina. Ivona se pone nerviosa delante de la gente, casi se ahoga con una papa, la corvina es un pescado difícil. El rey lo aprueba, esa idiotez es tan grande que no puede despertar sospechas.
Entra la reina y el rey se esconde tras el sillón otra vez. Margarita saca un cuaderno de poemas de amor y recita. Se siente humillada por la semejanza que encontró el rey entre sus escritos e Ivona y está decidida a matarla con un veneno volcando unas gotas en su medicina. Pero la tiene que matar con otro aspecto, se desordena el cabello, se pintarrajea y cuando está por entrar al cuarto de Ivona el rey se le echa encima y la detiene. Le dice que es un monstruo, una infame y ella se desmaya. Cuando Margarita se despierta el rey le dice que ellos saben como matarla, que hace mucho tiempo habían ahogado a otra tarada. La reina no está de acuerdo, el rey le dice que la asesinará con estilo y majestad y de una manera tan idiota que nadie podrá pensar mal, que en el banquete de la noche se iba a manducar una corvinita a la crema exquisita.
Margarita le dice que ni loca piensa servir corvina, entonces el rey le pide al chambelán que le alcance la corona, la reina retrocede aterrada mientras Ignacio la amenaza con pegarle y le exige que prepare y sirva la corvina. El rey se tranquiliza y le ruega que invite a los dignatarios más snob, a los viejos profesionales de la arrogancia capaces de paralizar a cualquiera. No quiere ver más emociones ni éxtasis, le pide que termine con su poesía, que ella es más que esos versitos, que es la reina. A la noche todas sus chicas deberán exhibir su elegancia hasta reventar, quiere una recepción brillante, le ordena que vaya a cocinar.
El rey y el chambelán escuchan pasos y se esconden, entra el príncipe con un cuchillo en la mano y Cirilo con una bolsa. Desde fuera del cuarto ven como Ivona bosteza y caza moscas, Felipe aprieta el cuchillo y se prepara, cuando Ivona se queda dormida le pide a Cirilo que lo haga por él porque es tan fácil como degollar un pollo, Cirilo no se anima, entonces le pide que se vaya, que lo hará solo. Ivona suspira, entra Isabel, se espanta y les recrimina a los dos que se estén preparando para ser asesinos. El rey escondido desea que la mate, Isabel le dice qué es de él en cuerpo y alma, que se ocupe de ella, pero el príncipe siente que todos están en el interior de Ivona, que los arrastra por el barro y hace de ellos lo que quiere.
Isabel le ruega que la bese, el príncipe la observa a Ivona que ronca y traga saliva, Cirilo le pide que bese a Isabel, el rey en silencio también lo anima, Isabel ofendida se niega a mendigar besos, Felipe le implora que se quede, que no quiere perderla, que el beso será la salvación, la abraza y le pide que le diga que lo ama, Isabel se niega. Ivona aparece en la puerta restregándose lo ojos. El rey sale de su escondite y lo azuza al hijo para que la mate, le dice que hay que darle duro a la tarada, el chambelán lo contiene e Isabel los convoca a una huida general mientras el rey lo exhorta al hijo para que la degüelle viva con ánimo y valor.
Entra la reina vestida de gala con los invitados, los criados traen las mesas del banquete, entonces el rey se acuerda de la corvina y le pide al hijo que se detenga, que se arregle la corbata y que se pase un peine, y al chambelán que le alcance la corona. El rey le ruega a todos los invitados que se ubiquen y que sienten frente a los reyes a la futura nuera. Los invitados hacen reverencias, el rey les explica que se celebra la comida en honor a Ivona a la que condecora con el título de Princesa de Borgoña. Los invitados aplauden y se deleitan con la corvina. El rey y el chambelán la estimulan para que coma, Ivona comienza a comer, Ignacio le dice que tenga cuidado con las espinas. Ivona se ahoga.
La reina y los invitados se lamentan de la pobre desdichada y se van retirando poco a poco mirando el cadáver de Ivona. Mientras el príncipe y el chambelán constatan que se murió atragantada con una espina la reina piensa en el luto, acaricia los cabellos del príncipe y le dice que está con él. El chambelán le ordena a los criados que la preparen para las pompas fúnebres y se pone de rodillas, todos se arrodillan excepto el príncipe. El chambelán y la reina le piden que se arrodille. El príncipe se arrodilla.

 


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Gombrowicz empezó "El casamiento" durante la guerra con el propósito de escribir la parodia de un drama genial. Se propuso mostrar a la humanidad en su paso de la iglesia de Dios a la iglesia de los hombres, pero esta idea no le apareció al comienzo, en la mitad del segundo acto todavía no sabía bien lo que quería. "El casamiento" es la teatralidad de la existencia, una realidad creada a través de la forma que se vuelve contra Henri y lo destruye. En esta obra Gombrowicz les abre la puerta a sus percepciones proféticas. Es el sueño sobre una ceremonia religiosa y metafísica que se celebra en un futuro trágico en el que el hombre advierte con horror que se está formando a sí mismo de un modo imprevisible; un acorde disonante entre el individuo y la forma.
Si no hay Dios, los valores nacen entre los hombres. Pero el reinado de Henri sobre los hombres tiene que hacerse real, las necesidades formales de la acción para hacerlo rey terminan por derrumbarlo y toda la transmutación fracasa; ha recibido un zarpazo de Dios. Gombrowicz incorpora en "El casamiento" una teatralidad que aspira a la genialidad de Hamlet y Fausto, pero antes controla que este deseo de genialidad no tenga origen en la ingenuidad. No. Es que la adoración por la juventud le había destruido todo el valor de la grandeza y de todos los otros valores, menos el valor de la juventud misma; no le importaba la grandeza, así que la usó a su antojo.
"El casamiento" produjo una gran confusión a la que no poco contribuyó el mismo Gombrowicz. De ahí sacó una enseñanza que vale para la interpretación de toda su obra: la primera aproximación a un texto no debe ser demasiado profunda, sólo de a poco se busca lo profundo, si es necesario. Hay que tener como principio que si se puede acceder a una obra mediante una interpretación simple, se debe prescindir de la difícil: "Metafísica, de acuerdo, pero hay que empezar con la física".
Mientras la aproximación a "Ferdydurke" fue para nosotros, la barra del Rex, una empresa más o menos normal, "El casamiento", aun después de los procesos de simplificación al que lo sometía Gombrowicz para facilitar su comprensión, se constituyó en una especie de elemento rítmico que colaboraba con nuestra relación. El TEMPLO POCO CLARO alcanzó alturas inconmensurables y servía para cualquier cosa, tanto para delimitar algún principio filosófico como para dar cuenta de alguna ambigüedad erótica. Y los versos: ¡Qué agradable en el five o’clock del rey/ Llevar un flirt liviano en forma discrecional!/ Embriaga y fascina de las mujeres el dorso/ ¡Y de los hombres el torso!, fueron usados como una coda brillante que nos servía para pasar de un tema a otro, no de "El casamiento" por supuesto.
Gombrowicz nos da su opinión sobre el trabajo del régisseur y sobre los comentarios de los críticos: "(...) asesinó el texto y su alto sentido espiritual-artístico" (...) "nadie comprende nada" A pesar de las dudas que tenía el ascenso de "El casamiento" fue vertiginoso, tanto que no puede ocultar en las cartas que nos escribe la exaltación que le producía su estreno en París y la hazaña que resultó su puesta en escena. Lucien Goldmann, un profesor de la Sorbona que Gombrowicz menciona en la correspondencia, había enloquecido y sacaba consecuencias drásticas sobre la pieza teatral a la que consideraba como un ataque contra el estalinismo. Con posterioridad escribió dos estudios sobre el teatro de Gombrowicz: "Estructuras mentales y creación cultural", pero el pobre profesor, después de esta experiencia gombrowicziana, nunca recuperó del todo la cordura. "El casamiento" produjo una gran confusión a la que no poco contribuyó el mismo Gombrowicz; observemos, por ejemplo, la conversación que mantuvo con Diego Masson, el compositor de la música para el estreno de la pieza teatral en París, un diálogo que contiene algunas apreciaciones estéticas que no están hechas tan en broma como parece:
–He oído que el decorado estaba hecho con restos de coches viejos; –Sí, era excelente; –¡Oh, qué feliz me siento de no haberlo visto, esos restos de coches!, me hubiera gustado mucho más un lindo decorado gótico con muchos colores. Usted compuso además la música para la batería, ¿no es cierto?; –Sí, es verdad, la música fue escrita para dos bateristas, detrás de las cortinas había un gran número de instrumentos de percusión; –¡Oh, qué feliz estoy de no haberlo escuchado!, sabe usted, a mí me hubiera venido mucho mejor algo como Beethoven o Chopin.
A pesar del drama negro que se forma en ese Casamiento en el que el hombre cambia a Dios y al padre por el hijo, esta obra se convirtió para nosotros en un acontecimiento rítmico, en un teatro bailable.

EL CASAMIENTO

En esta pieza de teatro se cuenta el sueño de un soldado polaco alistado en el ejército francés que está peleando contra los alemanes en algún lugar de Francia. Durante el sueño se le abren paso las preocupaciones que tiene por su familia perdida en alguna de las provincias profundas de Polonia y se le despiertan los temores del hombre contemporáneo a caballo de dos épocas. Henri ve surgir de ese mundo onírico a su casa natal en Polonia, a sus padres y a su novia. El hogar se ha envilecido y transformado en una taberna en la que su novia es la camarera y su padre el tabernero, y ese padre miserable y degradado en una posada miserable, perseguido por unos borrachos que se mofan de él, grita al cielo que es intocable, y alrededor de esta exclamación se empieza a hilar toda la trama de la obra.
Los borrachos cantando y bailando a su alrededor con risas beodas y sarcásticas lo señalan con el dedo como si fuera un rey intocable. Pero, entonces, el hijo le rinde homenaje al padre con toda la seriedad de una consagración real, y el padre se transforma en rey. Ya como rey el padre eleva al hijo a la dignidad de príncipe y le hace la promesa, en virtud de su poder real, de que le concederá un casamiento digno y religioso que restituirá a la novia la pureza y la integridad de antaño.
Cuando se está preparando el casamiento digno y sagrado que celebrará un obispo el sueño del protagonista empieza a vacilar junto a la ceremonia, se siente amenazado por la estupidez justamente cuando aspira con toda el alma a la sabiduría, a la dignidad y a la pureza y, poco a poco, va perdiendo la confianza en sí mismo y en el sueño. Otra vez entra en la escena el cabecilla de los borrachos para provocarlos, y cuando Henri está a punto de pegarle, la escena se metamorfosea en una recepción de la corte en la que el borracho se ha convertido en el embajador de una potencia extranjera que incita al príncipe a la traición.
El obispo, el rey, la iglesia y Dios son viejas supersticiones y, si Henri se proclamara a sí mismo rey, ninguna autoridad divina ni terrenal le sería necesaria, se administraría a sí mismo el sacramento del matrimonio y obligaría a todos a reconocerlo y a reconocer a la novia como pura y unida a él. Una transformación que había comenzado con la intocabilidad del padre culmina en el paso de un mundo basado en la autoridad divina y paternal a otro en el que la propia voluntad de Henri deberá convertirse en la autoridad divina y creadora como la de Hitler, como la de Stalin.
El príncipe cede a la incitación del borracho, destrona al padre y se convierte en rey, pero el borracho anda detrás de algo más, cuando estaba por finalizar la ceremonia matrimonial le pide a un amigo de Henri que sostenga una flor encima de la cabeza de la novia, la escamotea rápidamente dejándolos en una actitud falsa y sospechosa que despierta los celos del príncipe. Henri ve al borracho como si fuera un sacerdote cochino uniendo a su amigo y a su prometida en un casamiento inmoral y bajo.
Henri se convierte en un dictador, ha dominado a todo el mundo, también a sus padres, y de nuevo se vuelve a preparar la ceremonia nupcial pero sin Dios, sin otra sanción que la de su poder absoluto. Pero el dictador siente que su poder sólo tendrá realidad si es confirmado por alguien que realice voluntariamente el sacrificio de su sangre. Le pide al amigo que se mate para él, pues este sacrificio calmará sus celos y lo hará poderoso y formidable para realizar su casamiento y conseguir la pureza de la novia. El amigo se mata, pero Henri retrocede horrorizado ante lo que ha hecho y el casamiento no se consuma.



 


"Opereta" es la obra a la que más vueltas le dio Gombrowicz. La empezó a escribir cuando todavía trabajaba en el banco polaco, para abandonarla luego. La volvió a tomar en Tandil y otra vez más la dejó metida en un cajón. El escollo contra el que chocaban todos sus esfuerzos era el estilo de la opereta, idiota, esclerosado, monumental y cristalizado, que no tolera nada que no se le integre por completo. Sólo cuando sintió que todos lo contenidos formales e ideológicos de la obra eran aceptados por el lenguaje escénico de la opereta, le pareció que tenía vida propia y entonces la terminó, habían pasado quince años.
No hay mejores representantes de la historia que la guerras y las revoluciones y en "Opereta" están presentes la dos guerras mundiales y la revolución comunista. Estos cambios violentos en el comportamiento general atrajeron la atención de Gombrowicz sobre el papel de la forma en la vida, sobre la poderosa influencia del gesto y de la máscara en nuestra esencia más intima. Y si lo sintió con tanta fuerza fue porque le tocó entrar en la vida en un momento en que las formas moribundas de aquella época que ya se alejaban, gozaban aún de cierta vitalidad y podían morder.
La historia fue el objeto del último combate artístico que libró Gombrowicz. En "Opereta" se subleva contra el drama patético de la humanidad: la historia, un baile de máscaras al que consigue arrancarle en el final un grito humano de esperanza. Pero ya mucho antes el demonólogo de la forma seguía los pasos de este mastodonte que llevaba de las narices a los hombres y, como un león, le daba zarpazos. Si había algo que Gombrowicz sabía hacer, era tratar de desembarazarse rápidamente de cualquier cosa que le resultara pesada, tomando distancia, si es que podía desarrollar alguna estrategia defensiva, o, en caso contrario, simplemente huyendo. El ascenso desde el individuo hasta la historia, que pasa por la familia, el pueblo, la nación, es también el ascenso de una forma cada vez más pesada que termina por aplastar al hombre, dictándole su destino.
En "Opereta" aparecen más evidentes que en "Ivona" y "El casamiento", quizás porque es una obra más clara, los conatos de rebeldía de Gombrowicz que, en esta ocasión, no están destinados al fracaso: la desnudez triunfa sobre todas las formas y sobre todas las máscaras. En "Opereta", Gombrowicz, al final de una carrera enloquecida de la historia, entroniza a la juventud, abandona su intento de transformarse en un ser maduro y se queda a solas con esa conciencia agudísima que lo acompañó toda su vida, una conciencia que toma el lugar de la madurez y se encarna en un ser inmaduro que no logra ponerse a su altura. El camino hacia la madurez le ha sido cortado, se vuelve viejo, un viejo inmaduro.

 
Operetka, fragmento del musical (polaco)
"Desnudez eternamente joven, juventud desnuda para siempre"

OPERETA

La historia comienza un poco antes de la Primera Guerra Mundial. Un conde dandy y calavera, hijo de un príncipe, se propone conquistar a una bella joven y busca una excusa para presentársele. Contrata a un rufián con el propósito de que le robe algo mientras está medio dormida en el banco de una plaza, y con la excusa de devolverle lo que el rufián le robó, se presenta. La joven sintió la mano del rufián y en el sueño piensa que el toqueteo estaba relacionado con el amor y no con el robo, soñaba que la mano no buscaba el medallón sino su cuerpo. A partir de ese momento la excitada y transfigurada muchacha soñará con la desnudez adormeciéndose para sentir de nuevo el roce que la desnudaba.
El conde, vestido de pies a cabeza, no quiere la desnudez de la joven, adora el vestido y se propone seducirla con la elegancia de sus modales y de su vestuario. Un célebre modista recién llegado de París visita el castillo del príncipe con la intención de lanzar sus creaciones en un baile con desfile de modelos. Mientras la joven sueña con la desnudez el maestro debe hacer reinar la moda, la elegancia y el adorno, pero está inseguro y tenso pues no sabe en qué sentido presionará la historia y cuál será la silueta que se adaptará mejor a los tiempos que corren. Un invitado al castillo se le presenta al modista como cuidador de caballos y le aconseja que proponga un baile de máscaras en el que los participantes cubran con un saco el traje que hayan confeccionado para dictar la moda. A una determinada señal caerán los sacos y entonces el jurado premiará las mejores creaciones para que el maestro pueda elegir la moda de los años venideros.

 
Opereta (Operetka) Musical, fragmento (polaco)

Pero el criador de caballos no es criador de caballos sino un impostor, es nada más que un antiguo mayordomo del príncipe que fue despedido y se convirtió en agitador y militante revolucionario. Introducido en el castillo con un nombre falso por un profesor que oculta cuidadosamente sus ideas marxistas, planea lanzar en el baile de máscaras una moda sangrienta con un traje terrorífico para sembrar la revolución entre la servidumbre hasta ahora sumisa. El conde lleva a la joven al baile de máscaras sobrecargada de vestidos pero ella sigue subyugada por la palpación del rufián, se adormece continuamente y sueña con la desnudez. Dandy y calavera como es lleva a su rufián atado a una correa, mientras un rival, dandy y calavera como él, también lleva a su rufián atado. Como ambos son incapaces de responder al llamado a la desnudez que les hace la joven desde el sueño, se insultan y se desafían a duelo.
El baile refulge en el máximo esplendor de sus máscaras y los rivales, desesperados, sueltan a sus rufianes que se entregan a la palpación y al robo. Los rufianes roban y palpan a manos llenas y los invitados se ponen a gritar desconcertados. Los buenos modales y el desfile de modas caen en la debacle. El antiguo mayordomo y falso cuidador de caballos se lanza al galope a la cabeza de la servidumbre. Es la revolución. Sopla el viento de la historia, ha transcurrido el tiempo, después de la Segunda Guerra Mundial estamos en las ruinas del castillo y la vestimenta de las hombres es desaliñada. Los disfraces son extraños: el príncipe-lámpara, el sacerdote-mujer, un nazi en uniforme, un soldado con máscara anti-gas. Todos se ocultan y nadie sabe quién es quien. El antiguo mayordomo galopa a la cabeza de un escuadrón de la servidumbre para cazar fascistas y burgueses. El maestro de moda desamparado y aturdido clama en vano por un procedimiento legal para juzgar a los fascistas detenidos, pero el viento de la historia se lo lleva por delante.
Increíblemente, en medio de esta descomposición, aparecen los dandys calaveras y rivales cazando mariposas, delante de un cajón llevado por dos enterradores. Cuentan la triste historia de la desaparición de la joven y los rufianes después del baile, sólo quedan algunos vestigios del guardarropas de la muchacha somnolienta. Persuadidos de que la joven fue desnudada, violada y asesinada se lanzaron a los caminos provistos de un cajón para enterrar su cuerpo ni bien lo encontraran. Cada uno arroja en ese cajón mortuorio sus propios fracasos y sufrimientos pero, cuando en el colmo de la desesperación, maldiciendo la vestimenta, la moda y las máscaras de los hombres, el modista deposita en el cajón la eternamente inasible desnudez humana, aparece desnuda la joven somnolienta. Los dos enterradores son los rufianes, ellos la raptaron del baile, la desnudaron y la escondieron en el cajón.

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